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Prólogo

Pensar la niñez reconociendo a los niños como sujetos de derechos implica asumir una posición epistemológica y ética dispuesta a abordar la complejidad de este campo de estudio, lo que incluye escuchar sus voces, promover su decir y enfrentar las tensiones y el entramado de poder inherente a la asunción de pluralidad en todo vínculo humano.

En ese sentido, el presente libro consiste en una muestra genuina de reconocimiento de la palabra y la imaginación a la niñez sin restricciones, acompañando y dando espacio a que los niños inventen nuevos caminos de vida frente a las soledades y frustraciones, los miedos, desamparos y desauxilios que experimentan tanto ellos como sus familias.

Se trata del resultado de un riguroso y valioso estudio realizado por un colectivo de investigadoras que, coordinadas por Marcela Alejandra Parra, vienen trabajando de manera sostenida desde hace más de cinco años en el marco de la Universidad del Comahue, describiendo y analizando los sistemas y servicios de salud en el campo de la salud mental infantil en dos provincias del sur de nuestro país: Neuquén y Río Negro.

Estas investigadoras han reunido de forma sistemática diversas experiencias y prácticas en salud mental comunitaria orientadas a niños desarrolladas en el subsistema público. Proponen en este libro un trabajo arduo en el que se imbrican la frescura de lo creativo y el desafío de instrumentar, adaptar y combinar herramientas teórico-metodológicas en el marco de la complejidad del escenario en estudio, en el que actúan múltiples factores y de diversa índole que requieren ser contemplados. Ese esfuerzo exige conjugar dimensiones macro-contextuales y, a la vez, poner la mirada en niveles micro, en lo singular de cada situación.

Este libro tiene como valor principal el hecho de incluir esa mirada al abordar un tema que fue escasa y parcialmente estudiado: el cuidado de la salud mental infantil. Y lo hace desde una perspectiva que incorpora las tensiones y la interfase entre el trabajo clínico y comunitario, a la vez que incluye las diferencias culturales y sociales de cada territorio, las diversas formas de comprender e implementar los sistemas de atención y las prácticas que realizan los trabajadores de la salud, así como las circunstancias familiares, particulares y singulares en las que habitan los niños en las diferentes localidades de las provincias de Neuquén y Río Negro.

Se trata de un trabajo en el que se investigan procesos que están en consonancia con la Convención Internacional de Derechos del Niño y la Ley Nacional de Salud Mental (N° 26.657) y abonando a la perspectiva de la Protección Integral de Derechos de los niños y adolescentes, se desmarcan formalmente y desde la empiria concreta del paradigma tutelar. Su aporte, en ese sentido, es en dos planos: en tanto construcción de conocimientos, que constituyen insumos para el diseño de políticas públicas y para la evaluación de prácticas en nuestro país; y como una reflexión crítica y relevamiento de líneas de acción que aportan experiencias transformadoras y subjetivantes de los niños y sus familias.

A partir de la historización y reflexión sobre la relación entre Salud Mental y Atención Primaria de la Salud, las investigadoras contextualizan y analizan las políticas de salud mental en la niñez en dos provincias patagónicas. Muestran cómo en Neuquén los cuidados en salud mental se organizan en relación al Modelo de Atención Primaria de la Salud e incorporan prácticas de salud mental en los procesos de atención de niños a través de ciertas herramientas subjetivas: identidad, intimidad, intermediación por la palabra, humanización, límites y socialización. Por su parte, el Programa de Salud Mental rionegrino está organizado en función de procesos de desinstitucionalización psiquiátrica como objetivo prioritario de su política. Si bien se ha planteado la no creación de sub-especialidades en los equipos de salud mental desde los postulados de la salud mental comunitaria, las problemáticas relacionados con los niños son respondidas desde un modelo centrado en la perspectiva de derechos.

A partir de esta contextualización, el libro resulta un espacio en el que se condensa y cobra cuerpo la voz de las autoras, se sintetizan y relevan una importante cantidad de experiencias creativas y transformadoras que subrayan y suscriben a los principios de interdisciplina, intersectorialidad, integralidad y de participación comunitaria, a la vez que se desnaturalizan espacios ocupados por inercias y negatividades para tornarlos vívidos nuevamente.

La presencia constante del juego como estrategia privilegiada, así como también la construcción colectiva como eje de la práctica psicosocial, constituyen ejes significativos que atraviesan los diferentes relatos. Ambos ubicados en esa zona de transicionalidad o de ensoñación propia de los fenómenos con capacidad de creatividad y de fuerza potenciadora de ilusión, con lo que se constituyen en una de las fortalezas de este libro.

Las autoras destacan la idea de “lo itinerante” como dimensión central de la intersectorialidad, y remarcan la idea de circular de un sector en otro, enlazar programas, equipos, en un “ir y venir” hacia los niños, ir y venir entre las instituciones, las personas, los dispositivos; es decir, sin circunscribirse a la tradicional idea de salud sino construyendo espacios para convertirlos en otros espacios, producir facilitadores que permitan jugar entre los distintos ámbitos sin perder de vista “lo humanizante” como objetivo último de todas las acciones. Así es que se articulan centros de salud, hospitales, unidades académicas, organismos y programas regionales provinciales, municipales, juzgados, consejos de niños y niñas, organizaciones de la sociedad civil, jardines de infantes y equipos técnicos de diversas escuelas de las provincias de Neuquén y Río Negro.

Las experiencias relatadas construyen o recuperan espacios amigables y confiables con efecto multiplicador. Estas praxis subjetivantes han levantado el guante para afrontar fenómenos de violencias (doméstica, de género, urbana), consumo problemático de sustancias, y estigmatizaciones de niños y niñas de pueblos originarios; asimismo, a las profundas desigualdades consecuencia de políticas neoliberales que desafilian y descomponen el tejido social, con lo cual recrudecen la pobreza estructural crónica que produce efectos a corto y largo plazo. En este contexto, numerosos niños, niñas y sus familias se encuentran en situación de vulnerabilidad psicosocial con sufrimientos audibles o silenciosos que reclaman respuestas estatales.

Entre las experiencias locales que se comparten en este libro se encuentran: en Río Negro, el dispositivo de Interconsultas y Admisiones del servicio de salud mental del Hospital de Cipolletti; el Taller Niños Divertidos y el Consejo de Niños, ambos en General Roca; la Huerta Socioeducativa “Para Compartir” de Villa Regina; la experiencia de Fútbol Callejero, de El Bolsón. En la provincia de Neuquén: “La Casita Itinerante”, en el Centro de Salud Parque Industrial; el Grupo de Apoyo a padres de bebés prematuros convocado desde el Servicio de Neonatología del Hospital Castro Rendón; la Murga Trapito de Colores emplazada en el barrio Confluencia; el “Taller de Crianza” convocado desde el Hospital Bouquet Roldán; el Grupo de Niños en el Hospital Heller; la Actividad de Sala de espera y el Taller de educación sexual y afectiva del Hospital Mariano Moreno.

En todos ellos se despliega un minucioso trabajo artesanal constructor de ciudadanía, que aunque no desdeña una planificación con objetivos y evaluaciones, enfatiza la idea de proceso, flexibilidad y reelaboración y reflexión permanente. Un trabajo riguroso que requiere de la formulación de diseños de investigación que conciban desde su origen la prioridad de pensar el contexto y responder a las necesidades de cada lugar. Es decir, no es la aplicación tecnocrática de procedimientos exploratorios estandarizados sino la lectura singular situada de las demandas de cada lugar, para luego poner en práctica líneas de acción democráticas y de creación de nuevos espacios institucionales y simbólicos de participación y respeto por la infancia, por la identidad, por la diversidad y por la libertad.

Todas las experiencias relatadas se engloban dentro de la conceptualización definida como buenas prácticas, un concepto generado en clave de sistematizar, dar visibilidad, transmitir y difundir praxis subjetivantes e innovadoras (en el sentido de lo creativo), concebidas desde un enfoque de derechos y propendiendo siempre a la multiplicación de lo innovador y a convocar cada vez más la sensibilidad del resto de la ciudadanía para incluirse o solidarizarse con estas experiencias. La conceptualización de buenas prácticas es revisitada por las autoras desde la experiencia territorial destacando otras cualidades: la creación de nuevos espacios institucionales y simbólicos enmarcados en la normativa sanitaria regional y nacional.

Las autoras remarcan también dos ideas que resumen el espíritu de las buenas prácticas, la inclusión y el objetivo de promover praxis que despatologicen la infancia –desarmando la ecuación “niño problema”– mediante el acercamiento de herramientas protectoras que tienen como destino principal a los niños pero también a esas familias desafiliadas de la red de buen trato.

Con la construcción colectiva, además de romper con el estereotipo de los dispositivos individuales que constituyen un sesgo en la formación profesional formal, generan espacios de intercambio verdadero. En ellos, la posibilidad de escucharse y de articular saberes tradicionalmente no legitimados generan prácticas democráticas que constituyen actos de emancipación y de interpelación de lo conocido, y de transformación del mundo y de sus propias historias.

Dado que las buenas prácticas jerarquizan en especial la transmisión y la visibilidad de las experiencias, a través de sistematizar un trabajo que se ha sostenido en el tiempo las autoras se han comprometido además con la tarea de plasmarlo en un registro escrito que pueda ser leído, analizado, reproducido, discutido y confrontado.

En este sentido, este libro constituye en un aporte significativo al campo de la salud mental en la niñez. Desde la Patagonia nos trasmiten una mirada potente y creativa que a partir de un proceso de investigación sostenido en el tiempo invita a reflexionar y recuperar las posibilidades de llevar adelante prácticas comunitarias que permitan la inclusión y la socialización, que eviten la discriminación, la desigualdad, el estigma, y que garanticen el derecho a la salud de todos los niños y niñas en la Argentina.

 

Flavia Torricelli y Alejandra Barcala

Grupo Niñez, Derechos Humanos y Salud Mental

Centro de Salud Mental Comunitaria
Mauricio Goldenberg

Universidad Nacional de Lanús



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