Este trabajo fue presentado como tesis final para la obtención del titulo de Magíster en Ciencia, Tecnología y Sociedad de la Universidad Nacional de Quilmes, en el año 2000. Años después he desarrollado con detalle la cuestión del uso de metáforas en las ciencias que aquí figura como Apéndice y como aproximación incipiente al problema. Ese estudio fue publicado como: Palma, H. (2004), Metáforas en la evolución de las ciencias, Buenos Aires, J. Baudino ediciones.
Algunos filósofos, como por ejemplo K. Popper de quien tratará finalmente este trabajo, defienden la idea de una ‘epistemología sin sujeto’. Idea que resulta, cuando menos desafiante, en la medida en que, a decir verdad, toda epistemología es una epistemología ‘con’ sujeto. Por otro lado, afirmar esto último resulta trivial, dado que, hasta donde sabemos, la ciencia es una actividad eminentemente humana.
Sin embargo, la cuestión del sujeto de conocimiento no es para nada trivial al enfrentarse con la problemática que surge del intento de definir la naturaleza de este sujeto en relación con las determinaciones del producto en cuestión, a saber: el conocimiento científico. Abundante y exhaustivamente buena parte de la filosofía, ya desde la antigüedad, pero fundamentalmente a partir del siglo XVII, se ha ocupado de establecer de qué modo este sujeto humano producía conocimientos y, principalmente, descubrir cuáles eran los criterios legítimos para aceptarlos. Y lo cierto es que a la hora de responder estas cuestiones, casi toda epistemología se ha expresado en algún sentido, como una epistemología sin sujeto. Efectivamente, si se considera que la epistemología es la encargada de indicar los criterios de aceptabilidad de las afirmaciones acerca de la realidad, es decir que ella prescribe lo que los sujetos deben hacer para obtener conocimiento genuino o, si se quiere ‘buena ciencia’, no interesa en definitiva lo que esos sujetos, se los considere como una entidad individual o colectiva, efectivamente hacen. A lo sumo la instancia del sujeto productor interesa, desde este punto de vista, sólo a la hora de evaluar el grado de acercamiento o alejamiento respecto de las pautas prescritas. En los siglos anteriores Platón, Aristóteles, F. Bacon, R. Descartes, I. Kant, J.S. Mill, por citar sólo algunos, han intentado dictar criterios de legitimidad para el conocimiento. Aunque, de hecho, los criterios propuestos por estos y otros autores son disímiles, mantienen en común cierta vocación por el fundamento, es decir por establecer criterios de validez o legitimidad universales.
La filosofía de la ciencia se ‘institucionaliza’ como disciplina en las primeras décadas del siglo XX, al tiempo que el desarrollo científico alcanza una envergadura y características inusitadas. Comienza a gestarse lo que ha dado en llamarse la Concepción Heredada de la ciencia (en adelante CH), un corpus relativamente homogéneo de ideas heredero directo del empirismo lógico, pero ampliado con otros pensadores y científicos adherentes. Al tiempo aparecen autores que discuten contra la CH, conformando una tradición que llega hasta nuestros días.
La epistemología revitaliza, esta vez con una gran potencia, un carácter marcadamente fundacionalista y prescriptivo, ya que de lo que se trataba era de elaborar una epistemología sin sujeto, dejando de lado las condiciones individuales o colectivas de producción del conocimiento científico, centrándose sólo en lo que llamaron ‘contexto de justificación’.
La filosofía transformada en, y circunscripta a ser únicamente, filosofía de la ciencia, se ocuparía de establecer las condiciones generales que las teorías pretendidamente científicas deberían cumplir. El sujeto humano que hace ciencia quedaba definitivamente afuera de la consideración en la medida en que las determinaciones contextuales, en el mejor de los casos, sólo podían explicar los errores. Más bien el desapego a las condiciones concretas de producción de conocimiento era el camino señalado como idóneo y adecuado.
La indagación, entonces, acerca de los mecanismos y procesos por los cuales los individuos y/o comunidades humanas producían ciencia constituía el objeto de disciplinas particulares como la sociología de la ciencia (en la versión tradicional mertoniana), la psicología en algunas de sus diferentes corrientes y aún la historia de la ciencia (según sus criterios clásicos). Pero la evaluación de los contenidos cognitivos de la ciencia excedía el marco de estas disciplinas y resultaba de la pura incumbencia de la filosofía.
Pero, ¿tiene algún sentido desde el punto de vista de la filosofía indagar acerca del sujeto que produce ciencia? La respuesta de la epistemología tradicional es negativa; la sola admisión de la discusión desnaturalizaría su carácter fundacionalista/ prescriptivo. Tienen que ser posibles otras respuestas para admitir tal pregunta. La historia de la reflexión acerca de la ciencia en general y de la epistemología en particular de los últimos treinta o cuarenta años constituye una serie de intentos de otorgarles pertinencia y legitimidad a esta pregunta. El criterio de pertinencia de la misma, y este es un supuesto básico de este trabajo, se ubica en la misma línea que la epistemología tradicional, aunque de hecho con una valoración y respuestas diferentes: la pregunta por el sujeto que hace ciencia sólo cobra sentido filosófico en la medida en que la respuesta que se le dé a la misma, resulte relevante epistémicamente. De hecho, la filosofía de la ciencia tradicional ha considerado la injerencia del sujeto como una interferencia en la producción del conocimiento; interferencia que, en el mejor de los casos podía y debía ser eliminada mediante diversos tipos de procedimientos metodológicos.
De esta manera los comportamientos de esos sujetos, sean considerados individual o colectivamente, podían explicar tan solo los ‘errores’ de la ciencia o el marco histórico general de su surgimiento. Es por ello que la revalorización del sujeto que produce ciencia, el análisis del contexto de descubrimiento, tiene sentido en la medida en que pueda descubrirse que las prácticas en las cuales se produce el conocimiento científico resulten relevantes en cuanto al contenido y legitimación de ese producto. En el mismo contexto en que surgen varios intentos por dar una respuesta en este sentido, aparece también la epistemología evolucionista popperiana en la línea opuesta, es decir como intentos por revalorizar una epistemología sin sujeto que fuera menos vulnerable a las críticas.
En los primeros tres capítulos de este trabajo se intentará mostrar las insuficiencias de los planteos clásicos a través de un repaso en forma sumaria de la epistemología del siglo XX dentro de la línea de las reflexiones inauguradas por la CH incluidas las críticas de diverso origen y filiación teórica y respuestas sumamente heterogéneas a las mismas que vienen a llenar buena parte del mapa de la reflexión epistemológica de las últimas décadas. De todas ellas se tomará aquí sólo una, la epistemología evolucionista popperiana que se analizará en el Capítulo 4. Ella representa una reformulación de las epistemologías sin sujeto bajo la perspectiva más amplia y abarcativa de las epistemologías naturalizadas. El Capítulo 5, es una evaluación de la misma a través del análisis de sus características, tensiones internas y limitaciones.
En la constitución misma de las epistemologías evolucionistas se encuentra el uso analógico o metafórico de modelos científicos. Esto hizo necesaria la inclusión de un Apéndice en el cual por un lado se muestra la necesidad de considerar a estas metáforas desde una perspectiva epistémica – es decir no meramente estética o didáctica-, lo cual resulta relevante para clarificar el status gnoseológico de las EE; pero por otro lado, y en la medida en que las EE pueden considerarse tan sólo un caso testigo del uso epistémico de metáforas en la producción del conocimiento en general y del conocimiento científico en particular, quedan planteadas nuevas líneas de trabajo no desarrolladas aquí, referidas al rol que en general cumplen las metáforas.
felicitaciones para hector, lo estamos leyendo en nuestra sede.
Un abrazo velezano (en epocas de malaria), Mario
muchas gracias
Con el Dr palma curse Epistemologia en la carrera Licenciatura en enseñanza de las Ciencias, en UNSAM, modalidad distancia.Tiene un libro, que no puedo conseguir, sobre la enseñanza en nivel medio, comparable con el modelo de Khun. Si alguien sabe de ese libro, y donde puedo conseguir este, se lo agradecería. Desde ya,no se si felicitarlo, creo que no estoy a la altura, pero si, es admirable.
Estimado Prof., Felicitaciones por el esfuerzo que significa adentrarse en la composición de un universo como lo es la de un texto de ensayo, el que muy bienvenido, desde ya…
Me corrijo, Dr Palma, y Kuhn.
Excelente texto, ojalá me lo enviaran en electrónico para mis clases de filosofía de la ciencia.
Es de trascendental importancia conocer la evolución histórica de la ciencia a fin de presentar enfoques estructurales, válidos, para su publicación y replicación. El presente material es de gran ayuda para tal fin. Felicitaciones Dr. Palma
Muchas gracias, Harold. Un abrazo
Exelente apoyo para mis estudiantes de epistemología en sociología. Gracias
Corrijo: *excelente. Muy avergonzada…
Gracias, Morita, me alegra