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Conclusiones

El análisis interpretativo de los fallos nos ha mostrado que estos no están motivados únicamente por el desconocimiento o el conocimiento parcial de las normas ortográficas por parte de los usuarios. Encontramos que los usuarios de Facebook transgreden las normas ortográficas, en muchas ocasiones, de manera intencionada. Esta transgresión está motivada por requerimientos y reglas propias del medio de comunicación que utilizan, Facebook.

El subsistema ortográfico más afectado por la incorrección es la puntuación, que representa más de la mitad de los errores encontrados (58%). Esto hace evidente la tendencia en los usuarios hacia una organización creativa del espacio de escritura, hacia ordenamientos que transgreden las reglas de ortografía mediante distintos procedimientos anómalos, que son son los tres siguientes: 1) adición acumulativa de signos de exclamación e interrogación al final de la frase, 2) omisión del punto final, 3) uso anómalo de los puntos suspensivos. Tanto el procedimiento 1) como el 3) responden a la intención de los usuarios de representar la oralidad, mediante el recurso de la repetición del signo como forma de dar énfasis a su función fundamentalmente emotiva, en el caso de los signos de exclamación e interrogación, y a la representación de las pausas propias del habla, en el caso de los puntos suspensivos. Encontramos que el procedimiento 2) está asociado, en muchos casos, a la combinación del punto final con emoticonos al final de la frase, si bien no es el único factor a tener en cuenta y podrían tenerse en cuenta otros como la representación de la continuidad dialogal en el habla.

La intención de representar la continuidad ininterrumpida más propia de la oralidad que de la escritura, explica también la frecuente omisión de la mayúscula al inicio de la frase. El alargamiento vocálico en las onomatopeyas anómalas también responde a una intención de representar el énfasis afectivo, o de otro tipo, que en la oralidad normalmente los hablantes pueden remarcar con la entonación o la gestualidad.

Asimismo, encontramos que muchas anomalías ortográficas responden a invenciones creativas de los usuarios. Este fenómeno se debe a que en la red social subyace una regla implícita por la cual son positivamente valoradas las expresiones que, transgrediendo las normas de escritura, propongan un nuevo modo de significación no convencional. Un ejemplo es la omisión del género gramatical no marcado mediante una serie de recursos ortotipográficos alternativos, por motivos vinculados a reivindicaciones feministas de los usuarios.

Toda esta evidencia nos permite verificar nuestra hipótesis inicial sobre la existencia de un Sistema de Escritura Anómala (SEA) en la red social Facebook. El SEA es un subsistema respecto del Sistema de Escritura Estándar del español (SEE), ya que las reglas del SEA son dependientes de las del SEE. Sin embargo, una serie de reglas propias y diferenciales del SEA, tendientes a representar la dimensión de la oralidad por medio de la escritura electrónica, justifican el postulado sobre la existencia de un subsistema separado aunque no autónomo. La falta de autonomía del SEA respecto del SEE se revela en el hecho de que el valor social sobre la escritura estándar sigue siendo una fuerza que regula las emisiones de los usuarios y sus propias valoraciones sobre la escritura de otros usuarios.

Sin embargo, valores contrapuestos como el de una creatividad innovadora y transgresora de las reglas ortográficas, sobre todo en aquellos recursos que permiten representar ciertas dimensiones del habla, representan una potente fuerza social que impulsa la evolución de la lengua en un sentido que ahora estamos en condiciones de delimitar mejor; hasta cierto punto se trata de un motor de cambio de la lengua escrita al proponer un sistema con reglas diferentes al del SEE.

En esta dirección, si la Ortografía es un factor de cohesión y de unidad de la lengua que permite que los hablantes se identifiquen como pertenecientes a una misma comunidad lingüística, la dispersión que conlleva la aparición de un subsistema como el SEA está en parte compensada por el sentido de pertenencia que obtienen los usuarios al compartir una serie de reglas propias de esta red, reglas diferenciales con respecto al SEE.

El límite o la posibilidad para el cambio lingüístico que produzca el desarrollo futuro de este subsistema, ya sea este cambio entendido como “dispersión” o como “evolución”, en todo caso, estará fijado por el grado de legitimación social del que goce la escritura en Facebook.

Para finalizar, no quisiéramos dejar de remarcar que este es un trabajo de corpus que se analizó de forma manual, en el que se consideró “uno por uno” a cada error. Pero en trabajos futuros en esta misma línea, podrían utilizarse recursos informáticos para realizar un análisis sobre corpus muchos más extensos a partir de técnicas de extracción y análisis automatizadas. La propuesta de Cabrera, Gómez y Jara (2014) nos sirve de ejemplo en este sentido. Esto nos permitiría tener una muestra mucho más representativa del tipo de discurso analizado, a partir de una cantidad mayor de datos. Sin embargo, dada la naturaleza compleja del fenómeno aquí estudiado, esta primera aproximación analítica, manual y pormenorizada sobre cada error, puede ser un terreno fértil para futuras investigaciones que utilicen estos criterios de selección de errores pero procedan a extraerlos con técnicas automatizadas por ordenador.



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