María Cecilia Gaiser, Rosario Pascual Battista y Diana Moro
1. Introducción
Este es un capítulo ecléctico tanto desde el punto de vista temático como en relación con su elaboración. Está escrito a seis manos y aborda tres problemas textuales. En el momento de la planificación, pensamos que el énfasis debía estar en la exposición y puesta en relación de los saberes lingüístico- textuales relativos a la argumentación, necesarios para la enseñanza de textos legibles en la escuela secundaria. Así consideramos que, a efectos de un proyecto de enseñanza en el que se incluyan textos argumentativos, la argumentación en sentido clásico y los saberes provenientes de la retórica no pueden estar ausentes. Luego, al definir el corpus seleccionado para las propuestas didácticas desarrolladas en el capítulo 5, vimos la necesidad de caracterizar otros géneros en los que la dimensión argumentativa constituye un rasgo muy importante en combinación con otras intencionalidades y otras secuencias textuales.
En consecuencia, a la argumentación retórica en sentido clásico, con la que se inaugura el capítulo, agregamos la descripción de otros dos géneros: el artículo de divulgación científica y la crónica.
Desde el punto de vista didáctico, consideramos que el primero puede resultar un buen insumo para el trabajo áulico, sobre todo, en el Ciclo Orientado porque permite una bisagra entre los textos clásicamente expositivos, preparados para la enseñanza, en los que se transmite un saber certero, sin debates, legitimado y consolidado y los textos de la ciencia en los que el saber está sujeto a debate, es inestable y puede ser refutado. En ese sentido, enseñar a leer textos pertenecientes a esta categoría puede resultar una estrategia adecuada para la articulación y el pasaje del nivel secundario a los estudios superiores.
La crónica como género permite un abanico de posibilidades áulicas tanto en el terreno periodístico como literario, en virtud de su hibridez genérica. La preeminencia de la voz enunciativa en la crónica moderna genera opinión, por lo tanto la argumentación se halla presente y, en general, resultan textos de un alto nivel de intervención social. Realizamos una breve historización del género con el fin de establecer las diferencias entre las Crónicas de Indias –de gran importancia en el canon literario latinoamericano– cuyo carácter híbrido se establece entre la literatura y la historia y la crónica modernista, antecedente de las crónicas actuales de circulación periodística. En nuestro concepto, esta distinción contribuye a la delimitación de corpus escolares y a sustentar su complejidad desde el punto de vista teórico.
Según lo descripto, entonces, el capítulo se compone de tres bloques: I. “La argumentación como problema retórico”; II. “El artículo de divulgación científica: entre la información y la opinión” y III. “La crónica como género”.
2. La argumentación como problema retórico
2.1. Para entrar en tema
Toda argumentación o práctica argumentativa se produce en una situación o contexto comunicativo concreto, es decir, dentro de una práctica social que la enmarca y le otorga sentido. El objetivo de este tipo de discurso, o sea, su función comunicativa, consiste en convencer a un interlocutor, persuadirlo o llegar a un acuerdo con él respecto de algún tema/problema. Argumentar significa intentar convencer o persuadir a ese interlocutor de que nuestras ideas, opiniones, tesis o propuestas son válidas y certeras, mediante el despliegue de estrategias lingüísticas (recursos discursivos, textuales y gramaticales). En esta dimensión interactiva y dialógica del lenguaje, hay consecuencias, porque se producen modificaciones de conductas a partir del uso de la palabra. Según Roberto Marafioti et al:
Se trata de una actividad esencialmente dialógica, modulada por las réplicas explícitas o implícitas de un oponente que puede contraargumentar, negociar y aún, hacer fracasar con un contradiscurso el que le ha sido dirigido. Es una actividad de intercambio confrontativo. El proceso discursivo está regulado aquí en forma de una división cooperativa del trabajo entre proponentes y oponentes que se lleva a cabo mediante la tematización de un objeto de discurso y las razones que fundamentan un punto de vista que se pretende válido. (33-34)
Así, argumentamos para convencer a otro de la justeza de nuestros puntos de vista, opiniones, ideas. Realizamos esta acción a través del uso del lenguaje (oral o escrito) porque solo la palabra es portadora de razón. Maite Alvarado y Alicia Yeannoteguy explican que “argumentar es dirigir a otro/interlocutor, un argumento, es decir, una buena razón, para hacerle admitir una conclusión e inducirlo a las conductas pertinentes. Es una operación que se apoya en un argumento, un enunciado aceptado, para llegar a otro enunciado menos aceptado, la conclusión. En el tránsito de uno a otro enunciado, se da el trabajo argumentativo” (64).
2.2. Un poco de historia
En la sociedad griega del siglo V a. d. C. se produjo una primera reflexión sistematizada sobre este asunto, específicamente en la Sicilia griega. Sus inicios estuvieron vinculados a juicios que realizaban los ciudadanos contra las autoridades por cuestiones de propiedad. Resultó necesario ejercitarse ante los jurados populares para convencerlos de la justicia de los reclamos y estos mecanismos se convirtieron en objeto de enseñanza. En esa época, no existían los abogados, pero sí los retóricos, quienes ofrecían a los defensores un instrumento de persuasión capaz de convencer a cualquier persona de cualquier cosa. Esta retórica argumentaba a partir no de lo verdadero sino de lo que parecía verdadero, de lo probable. Los más conocidos fueron Corax y su alumno Tisias y luego Protágoras, uno de los principales sofistas en desarrollar, en Atenas, estos primeros abordajes de la técnica.
Hoy en día, abordar la argumentación es una tarea compleja, en virtud de los diferentes enfoques y puntos de vista. En general, los estudios se realizan a partir de la noción de “intencionalidad”, en este sentido, convencer y persuadir son las metas de toda práctica argumentativa. Según Marafioti et al, algunos teóricos señalan que los fines de la argumentación consisten en
provocar o aumentar la adhesión de los espíritus a las tesis presentadas para su asentimiento, otros, más sencillamente se limitan a afirmar que la argumentación intenta al menos obtener que el destinatario adhiera no ya a la tesis sino al menos a las razones que se invocan en la elaboración de algunos argumentos. (33)
Si bien se habla de la “dimensión” argumentativa del lenguaje, es decir, esa intencionalidad que permea y atraviesa todo tipo de uso del lenguaje, los ámbitos de mayor aplicación incluyen el periodismo, la política, la publicidad, la justicia, así como también la discusión cotidiana o el ensayo literario. Su dominio es el de lo posible, lo probable, lo aceptable, lo verosímil, y no el de las verdades absolutas o las leyes de la naturaleza. A este último, pertenece la lógica formal que busca la verdad y el conocimiento universal y trabaja sobre los denominados silogismos[1] dentro del paradigma de las ciencias lógico-formales que sustentan su universo teórico, metodológico y analítico en la experimentación y la demostración.
La argumentación retórica, a diferencia de la lógica formal, opera sobre la base de los razonamientos propios de las ciencias humanas y de la cotidianeidad; en este ámbito, la argumentación es un tipo de discurso que se despliega fundamentalmente por medio de razonamientos que no tienen por finalidad demostrar la veracidad de lo afirmado (argumentación lógica) sino tan solo se apoyan en lo verosímil y lo aceptable, con el objetivo de lograr la persuasión, el convencimiento o el acuerdo. Al respecto, Constanza Padilla et al refieren que
Si alguien intenta influir sobre las opiniones de otra persona, por medio de su discurso, es porque estima que esa persona es sensible a las razones. Sin embargo, conviene distinguir:
Una argumentación basada en el razonamiento, como en el caso de la argumentación científica, en la cual las diversas tesis y argumentos que las apoyan son planteados abiertamente por el argumentador para convencer a los destinatarios.
Una argumentación persuasiva, que se da por ejemplo, en los avisos publicitarios, en la propaganda política y en el discurso político en general, en los cuales no se discuten abiertamente puntos de vista diversos ni se recurre al razonamiento formal, sino que opera sobre la voluntad, los sentimientos y las pulsiones más elementales, con el objetivo de persuadir al destinatario para que compre tal o cual producto, para que vote a tal o cual partido o para que adhiera a determinada ideología. (30)
Como podemos observar en la cita anterior, el convencimiento o la persuasión del interlocutor o auditorio son las dos finalidades de la argumentación. En el primer caso, la argumentación lógica se circunscribe al ámbito intelectual y científico dentro de la modalidad de pensamiento propio de las disciplinas lógico-formales e intenta convencer a un auditorio ideal y universal. Por otro lado, la búsqueda de la argumentación retórica es la persuasión de un auditorio concreto y específico con el objetivo de lograr un fin práctico, un cambio de conducta, una adhesión, una acción. Para Vicente Durante “la ciencia lógica se basa en lo evidente, en la coherencia del razonamiento, en las premisas verdaderas y apunta siempre a alcanzar demostraciones irrefutables. La retórica aporta pruebas “probables”, razonables, preferibles, que exigen una decisión responsable por parte de quienes las aceptan” (5).
Cuando se argumenta, interviene la racionalidad. Como vimos, se trata de una actividad discursiva mediante la cual el enunciador busca, por medio de la palabra, provocar un cambio en las ideas, opiniones, pensamientos, representaciones de otro. El hablante hará manifestaciones racionales cuando la validez de su enunciado sea susceptible de crítica, cuando pueda ser rechazado o refutado por el auditorio. Aun si no se alcanza el consenso, en el fracaso queda manifiesta la racionalidad de lo enunciado: el fracaso puede ser explicado, porque estamos en el terreno de la argumentación, en el campo de lo probable, de lo opinable, de lo discutible. Este énfasis en la dimensión verbal establece el límite con otro tipo de actos de convencimiento o persuasión, es decir, cuando entran en juego aspectos vinculados con la seducción (la mentira o el engaño, la amenaza o la fuerza física) se abandona la racionalidad y la argumentación.
2.3. La cocina de la argumentación
Como hemos señalado, la dimensión argumentativa permea todos los usos del lenguaje, puesto que las palabras vehiculan intenciones. En tal sentido, cualquier situación de argumentación se compone de interlocutores/argumentadores y sus intenciones, el tema u objeto de debate, los argumentos que se despliegan para sostener las ideas/tesis y el contexto que los rodea. Convencer al otro depende de cuánto lo conozcamos, por eso, todo buen argumentador debe elaborar un diagnóstico lo más certero posible tanto de la situación como de su interlocutor y recrear un diálogo imaginario con su él a fin de elucubrar posibles contraargumentos y construir nuevas argumentaciones; aquí radica el carácter esencialmente dialógico de la argumentación. El éxito o fracaso de la tesis que se sostiene depende tanto de la adecuada construcción imaginaria y dialógica del interlocutor/auditorio como de la calidad de los argumentos. En este sentido, Teun van Dijk considera que este diálogo persuasivo se vincula con la superestructura del texto argumentativo. Recordemos que la superestructura es un tipo de esquema abstracto que establece el orden global del texto y que se compone de una serie de categorías, cuyas posibilidades de combinación se basan en reglas que pertenecen a la capacidad lingüística y comunicativa de los hablantes. En tanto esquema básico de la argumentación, la secuencia hipótesis (premisa)-conclusión establece una relación de probabilidad y de credibilidad más que de necesidad y de implicancia entre una y la otra.
2.4. El enfoque retórico
Desde el enfoque retórico[2], la argumentación se caracteriza por ser un discurso que se despliega fundamentalmente por medio de razonamientos que, como señalamos, no tienen por finalidad demostrar la veracidad de lo afirmado (argumentación lógica) sino que se apoyan y sostienen en lo verosímil y lo aceptable, con el objetivo de lograr la persuasión, el convencimiento o el acuerdo.
Como vimos, la retórica es una antigua disciplina que se ocupa del estudio y análisis de los procedimientos para producir un discurso del universo argumentativo y propone una serie de formas para idear, organizar, recordar y pronunciar discursos, originalmente orales, hoy en día, tanto orales como escritos. En consecuencia, sus aportes se proyectan tanto en el plano del formato textual (superestructura y organización de los textos/discursos) como en el de los aspectos pragmáticos vinculados con el orador/argumentador, el público/auditorio, la situación comunicativa/contexto y las relaciones tanto discursivas como sociales de estos componentes.
Si bien esta disciplina se originó en la antigua Grecia, se desarrolla con variantes, ajustes y readecuaciones hasta la actualidad. En tal sentido, desde un punto de vista didáctico consideramos pertinente rescatar aquellos aportes de la retórica clásica que resultan operativos y productivos tanto para la producción como para la comprensión de textos argumentativos.
2.5. El proceso retórico
Los enfoques modernos sobre argumentación recuperan la estructura básica de la retórica aristotélica[3] ya que es necesario conocer el proceso retórico a fin de disponer de un esquema textual para la organización de la argumentación. Por tal motivo, se concentran en el desarrollo de aquellas partes del proceso vinculadas con el ordenamiento de la estructura argumentativa y del despliegue de los argumentos, a saber: la inventio, la dispositio, la elocutio.[4]
El proceso retórico se presenta como un recorte teórico posible, no obstante no convendría proponerlo de manera directa en el aula, sino tratarlo como un insumo para el/la docente, ya que aporta un principio organizador, un esquema, del tipo textual que se pretende enseñar y una serie de operaciones discursivas útiles tanto para profundizar los procesos comprensivos como para mejorar las habilidades de producción textual. Para ejemplificar esas operaciones, utilizaremos como modelo la nota de opinión de Sergio Santesteban Catástrofe, publicada en el diario Página 12, el 4 de febrero de 2018.[5]
2.5.1. La inventio
La inventio es la fase cognitiva que involucra encontrar qué decir, en otras palabras, consiste en la búsqueda y selección de los argumentos/ideas apropiados a la situación comunicativa, al auditorio/lectores y al propósito. Se trata de una indagación del referente/temática/objeto que se propone como el asunto o problema en el texto/discurso y la generación de razones, es decir, los materiales que se utilizarán después para la construcción del texto para argumentar a favor de una tesis o posición. En tal sentido, la inventio no forma parte del texto propiamente dicho, ya que se trata de una fase evocativa ubicada en el plano del pensamiento y la indagación mental sobre el referente/tema/problema que se transformará en objeto de discurso/texto.
En esta fase también se ubica la ideación y planificación de la hipótesis o tesis, es decir, la afirmación referida al asunto a debatir. Más específicamente, la tesis responde a una pregunta general acerca del tema a tratar y la hipótesis supone una especificidad mayor referida a los hechos, circunstancias y condiciones que provocan la tesis, es decir, su causa.
Es importante que, como docentes, reflexionemos respecto de que esta búsqueda, selección y elaboración mental de ideas no se trata de un acto de inspiración, sino de un trabajo de profundización previa de los temas/problemas seleccionados para argumentar, profundización que se concreta luego de lecturas afines al recorte temático realizado a fin de obtener la información necesaria para pensar y diseñar los argumentos. La búsqueda de información y la lectura de textos (no exclusivamente argumentativos) sobre el tema es un paso ineludible si el propósito es que el texto producido no quede estancado en la mera opinión sin fundamento o el sentido común. También el debate oral para proponer ideas o razones a favor y en contra del tema seleccionado colabora en la productividad ideacional de argumentos y permite planificar sobre qué perspectiva se diseñará la argumentación.
Resulta importante destacar que, en esta fase, también es necesario establecer la perspectiva lógica o psicológica que orientará el diseño mental de los argumentos. Por un lado, desde la perspectiva lógica se diseñan los argumentos a modo de pruebas (la probatio) que pretenden convencer y que serán sometidas a comprobación.
Por otro lado, la perspectiva psicológica diseña argumentos cuya intención es emocionar, persuadir y conmover a partir de recursos vinculados a la subjetividad. Para orientar los argumentos en esta línea, resulta necesario conocer en profundidad las características del público/lectores, sus sentimientos, emociones, humor, ya que el objetivo es conmoverlos para lograr que adhieran a los argumentos propuestos.
En suma, es importante también planificar en esta etapa ideacional y cognitiva/mental desde de qué perspectiva enmarcaremos el diseño de nuestros argumentos, si a modo de pruebas de tipo lógicas o si se apelará a la emocionalidad del público.
La superficie textual nos brinda la información y las pistas necesarias para recuperar los procesos mentales de la inventio en cualquier texto perteneciente al polo argumentativo. Por un lado, en la nota de Sergio Santesteban, podemos reconstruir que el tema que motivó la publicación del texto se vincula con la problemática del río Atuel y la postura particular del periodista respecto de ese recorte temático.
Por otro lado, advertimos que la tesis emerge de la lectura del título y del primer párrafo y puede reconstruirse con el siguiente enunciado: “el robo del río Atuel a los pampeanos ocasionó el mayor desastre ambiental en el territorio argentino”. Luego, los argumentos fueron diseñados en función de esa tesis.
Por último, el impacto del título habilita a considerar que el escritor planificó su argumentación desde la perspectiva psicológica ya que el sustantivo “robo” devenido en subjetivema por su altísima carga valorativa, descubre desde el inicio de la lectura, la postura del periodista y su intención de impactar a los lectores y conmoverlos con recursos lingüísticos que apelan a la emoción.
2.5.2. La dispositio
Para que la fase de la dispositio pueda desplegarse, es necesaria la intervención y la puesta en acto de la inventio, ya que sin los materiales planificados y proporcionados por esta instancia, es imposible la producción textual.
La dispositio ofrece y establece el plan textual, es decir, consiste en la organización y ubicación de los argumentos ideados o planificados a lo largo del texto/discurso de acuerdo con un orden preestablecido (aunque flexible) o superestructura en términos de Van Dijk, que se deriva del formato textual seleccionado para anclar el texto/discurso.
Esta fase de estructuración textual consta, de manera prototípica, de 4 partes: la introducción o exordio, la exposición de los hechos o narración (la narratio aristotélica), la exposición de los argumentos (o confirmatio) y el epílogo o peroración. A continuación describimos brevemente cada una ya que atender a ellas resulta importante tanto para la lectura y comprensión como para la producción de textos argumentativos.
- Introducción o exordio
Se trata de la primera parte del texto/discurso, su anuncio, comienzo o presentación. En este momento textual, se presenta el objeto/tema que se va a desarrollar y el plan textual y se busca despertar y captar la atención o curiosidad (captatio benevolentiae) y complicidad del auditorio/lectores. Esta introducción debe resultar clara y concreta, es decir, el párrafo introductorio debe presentar la tesis/hipótesis que se defenderá y también explicitar el plan de desarrollo del texto, de manera que el lector disponga del recorrido propuesto por el argumentador desde el inicio de la lectura (partitio o partes del texto). Explicitar el plan textual colabora en los procesos de comprensión ya que el lector conoce de antemano la propuesta y está alerta a lo esperable.
En el texto de Santesteban, el exordio está compuesto por el anuncio del tema que se va a desarrollar y la explicitación de la tesis relativa al corte del río Atuel y la catástrofe ambiental que provocó en el oeste de la provincia de La Pampa. Por otro lado, el periodista capta la atención del público lector mediante la elección de un título que impacta y que despierta la curiosidad de los lectores. Por último, como se trata de una nota breve, no se utiliza un párrafo introductorio a modo de presentación del plan de desarrollo textual. En general, la denominada partitio, está presente en textos más extensos en los que el plan textual incluye varios apartados, cada uno con su desarrollo específico, tal como ocurre en los artículos científicos o de divulgación. En ellos, el escritor propone un párrafo introductorio, también denominado “párrafo organizador” en el que anticipa cada una de las partes que conformarán su escrito.
- Exposición o narratio
Consiste en el relato expositivo de los hechos a fin de preparar el terreno textual para la presentación y despliegue posterior de los argumentos. En otras palabras, se trata de una exposición que informa sobre los hechos que el público/lectores deben conocer antes de que se presente el desarrollo argumentativo. Asimismo, incluye dos componentes: los hechos y las descripciones. Los hechos deben ser verosímiles y organizarse en un eje cronológico, en cambio, las descripciones de objetos, lugares, tiempos, se construyen sobre un eje aspectual, durativo. Según Alvarado y Yeannoteguy,
La descripción implica la elección de una parcela de lo describible, puesto que es imposible describirlo todo. En esa selección hay presente una valoración y, en consecuencia, un acto argumentativo. En toda descripción se destaca algo y, claro está, también se omite, quizás se oculta, otra cosa. (73)
En este marco, tanto cuando relatamos la exposición de los hechos o sucesos como cuando describimos lugares, objetos, ideas, lo hacemos en función de nuestras intenciones, por lo tanto, hechos y descripciones serán construidos desde una perspectiva y focalización acorde a nuestras necesidades argumentativas.
En “Catástrofe…”, el periodista presenta como hechos, por un lado, el corte del río a raíz de las obras ejecutadas por Mendoza, entre ellas, la represa Los Nihuiles, y por otro, la actitud de desacato sistemático por parte de la provincia cuyana.
A esta exposición de hechos se añade un breve segmento descriptivo en el que se focaliza la devastación y desolación a la que fue condenada esa región como consecuencia del corte del río “Esa extensa región fue condenada a convertirse en un desierto al desaparecer un ecosistema fluvial integrado por cinco brazos del río, infinidad de arroyos y lagunas que sustentaban una flora y una fauna muy ricas y poblaciones humanas en pleno desarrollo. Un pasivo ambientar difícil de empardar por otras ´hazañas´ depredadoras”.
- La demostración o confirmatio
En la nota de opinión, la parte demostrativa de la dispositio se completa con la confirmatio. En esta instancia textual, se desarrolla la exposición de los argumentos, es decir, es la puesta en juego de las pruebas, ideas o razones planificadas en la inventio. Comprende, a su vez, tres momentos: la propositio (presentación breve del núcleo de la discusión), la argumentatio (exposición de las razones y pruebas/argumentos a favor de lo que se quiere demostrar y que respaldan la tesis que se sostiene) y la altercatio o refutación. En esta última, se presenta un quiebre que interrumpe el texto para introducir argumentos ajenos y contrarios, se trata de una instancia dialógica en la que el escritor anticipa posibles objeciones a sus argumentos y responde en consecuencia. Según el portal Educ.ar, “es una especie de diálogo ficticio en el que el orador se enfrenta con el adversario. La refutación es una respuesta a los argumentos del oponente, argumentos que este ya pudo haber pronunciado o que el orador anticipa como futuras objeciones”.[6]
La parte demostrativa se condensa en dos argumentos centrales. En primer lugar, la catástrofe ambiental que deriva de la construcción de represas sin la evaluación de los posibles impactos en el ecosistema de las regiones afectadas por la intervención de la mano del hombre. En segundo lugar, la provincia de La Pampa nunca logró que Mendoza respetara los fallos judiciales y/o los acuerdos interprovinciales que solicitaban y hasta obligaban a la provincia cuyana a sueltas periódicas y programadas.
El último argumento apunta al nuevo contexto jurídico y político para los reclamos de los pampeanos a partir de la reforma constitucional del 1994 y la nueva legislación ambiental.[7]
- Epílogo o peroración
Es la parte final del discurso. Se suele reiterar tesis y se retoman, de modo resumido, los argumentos que la sostienen. Es decir, se organiza una recapitulación general y se apela a los sentimientos y a la emocionalidad del público lector para conmoverlo y, de esta manera, cerrar el texto/discurso con su convencimiento y adhesión a las ideas/argumentos propuestos.
Respecto de la nota de Santesteban, la última pregunta condensa el epílogo, enmarcado claramente en la línea psicológica, ya que esa pregunta retórica apunta de manera directa a la emocionalidad y a convencer a los lectores con el reclamo de justicia.
2.5.3. La elocución o elocutio
Luego de haber planificado las ideas (inventio) y después de haberlas organizado formalmente en función de la clase de texto (superestructura) seleccionado (dispositio), el escritor se enfrenta al proceso de encontrar las palabras y su adecuada organización para dar forma concreta y gramatical a su escrito. En esta fase, se construye la textualidad de los argumentos y se despliegan los procedimientos léxico-gramaticales y retóricos para modelar lo escrito. Se establece y configura el modo en que se va a expresar discursivamente el texto. En esta instancia, se define a) qué figuras retóricas se van a utilizar (metáforas, comparaciones, ejemplos), b) qué selección tanto oracional como léxica se realizará y qué clases de palabras y/o estructuras sintácticas cargarán con el valor axiológico, c) qué tipo de ordenamiento lógico se imprimirá al texto (cronológico, in media res) y d) el tono (con mayor o menor impronta subjetiva).
En la nota de opinión de Santesteban, observamos que, además de utilizar recursos argumentativos provenientes de las figuras retóricas (las dos preguntas, la que abre el texto “¿Cuál es la mayor catástrofe ambiental que ha padecido nuestro país?” y la que lo cierra “¿Se hará justicia esta vez?”, la paradoja y la ironía que encarna el uso de la palabra “hermanos”), la mayor fuerza argumentativa se condensa en la selección léxica, es decir, en las palabras, grupos de palabras e incluso, estructuras oracionales completas elegidas para construir el texto. Por ejemplo, encontramos los sustantivos catástrofe, perjuicio, ausencia, desierto; los sintagmas nominales mayor desastre ambiental, efectos devastadores, corte unilateral, río robado, daño socioambiental, cerrada postura; los adverbios y sintagmas adverbiales esporádicamente, apenas, nunca, ni por lejos, a pesar de; las formas y sintagmas verbales ha padecido, robó, se cortó de cuajo, mitigar, fue condenada, desaparecer, desconoció, sin pagar costo alguno, desentendió, clama, hace presagiar. Y aparecen también las oraciones “Un pasivo difícil de empardar por otras ´hazañas´ depredadoras”, “La Pampa nunca pudo obtener de Mendoza ni un metro cúbico por segundo de un río que promedia un caudal de 32”, “ninguna instancia logró sensibilizar a los cuyanos”. Como podemos observar tanto los sustantivos, los adjetivos y las formas verbales como sintagmas y oraciones son portadores de cargas valorativas que manifiestan la subjetividad y la postura del periodista/escritor, por ello se consideran subjetivemas, es decir, huellas del sujeto de la enunciación en su enunciado y las que vehiculizan la fuerza argumentativa del discurso (ver Cap. 4).
2.6. A modo de cierre
Elaborar un discurso es como construir una casa; hacen falta los materiales (inventio), después un plano para saber dónde ponerlos y cómo unirlos (dispositio) y luego hay que hacerla habitable, cómoda y agradable, enluciéndola, amueblándola y adornándola (elocutio).
Ángel Romera
La metáfora empleada por Romera[8] resulta muy elocuente para la reflexión final. Si nos mudamos al ámbito de las ciencias del lenguaje, diremos, en términos de Van Dijk, que el plano correspondería al nivel super y macroestructural, o sea, los esquemas textuales y, la realización propiamente dicha que también incluye la decoración, correspondería al nivel de la microestructura. Por otro lado, si bien estas fases parecerían sucesivas cronológicamente, en realidad, se trata de mecanismos procesuales en los que las diferentes etapas pueden solaparse o suceder en simultáneo, es decir, mientras planificamos o ideamos la tesis (inventio) ya tenemos en mente alguna selección léxica que nos puede resultar útil para captar la atención del público (elocutio).
Por último, resulta interesante destacar que la organización textual entendida como proceso conformado por diferentes fases o instancias de producción es una propuesta de análisis y elaboración que presenta diversidad de abordajes contemporáneos. Los enfoques que abordan la escritura como objeto de estudio tanto desde la psicología cognitiva (Flowers y Hayes, 1996; Scardamalia y Bereiter, 1992) como los modelos textualistas de base lingüística (Beaugrande y Dressler, 1996; Heinemann y Viehweger, 1991) también la plantean como un proceso que se desarrolla en fases recursivas. Por ejemplo, Flowers y Hayes, dos psicólogos cognitivos proponen un modelo procesual de escritura cuyos componentes son la planificación (se definen los objetivos del texto y se establece el plan que orientará la escritura y se indagan y organizan las ideas que se desarrollarán), la redacción (se traducen en la escritura las ideas planificadas y organizadas en el texto anterior y se adaptan al formato textual y contextual seleccionado) y revisión (se corrige el producto y se evalúa si se ajusta a los objetivos planteados, en caso de no ocurrir, se promueve la reescritura). Por su parte, desde la lingüística, el modelo cognitivo de formulación/producción textual que presenta de Beaugrande y Dressler propone la existencia de una serie secuencial de fases predominantes de procesamiento textual recursivas e interactivas y no cronológicas y sucesivas como proponían los enfoques tradicionales de la escritura como producto. La primera, denominada planificación, constituye el planteo de metas y medios/fines para llegar a ellas, en esta instancia, el escritor analiza qué tipo textual de entre los muchos posibles resultará más efectivo para alcanzar dicha meta. A esta fase le sucede o superpone la de ideación, es decir, la búsqueda, evocación y configuración mental de ideas y relaciones entre ellas. Después se pone en marcha una fase de desarrollo que permite ampliar, especificar, elaborar e interconectar las ideas obtenidas. Los resultados de la fase de ideación y desarrollo se concretan en la fase de expresión, etapa en la que el conocimiento modelado internamente hasta el momento puede ser transmitido. Debido a que la presentación de los textos se concreta por medio de sonidos o letras, la fase final de producción es la síntesis gramatical que consiste en relacionar entre sí las expresiones lingüísticas mediante dependencias gramaticales, organizadas en formatos lineales que permiten construir la superficie textual.
En suma, el proceso de escritura constituye un objeto de estudio desde la Antigüedad Clásica hasta la actualidad y los planteos de la retórica aristotélica relativos al carácter procesual de las prácticas de escritura y su desarrollo a partir de fases o partes es una metodología tanto de análisis de la escritura como de producción textual que se proyecta en investigaciones lingüísticas actuales de gran productividad en la disciplina.
2.7. Manos a la obra
Recorrer el pasaje de la teoría a la práctica constituye un valor en sí mismo en toda praxis de enseñanza. Por ello, nos parece importante presentar una actividad posible a fin de que resulte una propuesta orientadora o simplemente, ejemplificadora/ilustrativa.
Seleccionamos un texto de Alejandro Dolina “El reparto de los sueños en el barrio de Flores” que forma parte del libro Crónicas del ángel gris de 1988 y recopila textos publicados por el autor en la revista Humor. La propuesta consiste en abordar un análisis de los componentes de la argumentación que allí se materializan. Una enunciación probable de consigna podría ser:
A partir del texto de Alejandro Dolina “El reparto de los sueños en el barrio de Flores”[9], explique alguno/s de los componentes de la argumentación estudiados en esta unidad introductoria al tema. El resultado debe ser un texto explicativo de 6 a 10 líneas de extensión. |
2.7.1. Abordaje del proceso dialógico
Tengo sueños rojos, azules y verdes,
tengo sueños de todos los colores.
Sueños blancos y sueños rosados
para todas las pibas de Flores.
Hay un sueño, tan largo
que al soñarlo se escapa la vida.
Y uno corto que es como un suspiro
quien lo sueña, sueña que suspira.
En esta canasta
yo traigo, señores
los sueños famosos
del barrio de Flores.
Tengo un sueño, dorado, imposible,
tan hermoso que todos lo quieren
y otro negro, perverso y terrible:
el que no se despierta se muere.
Tengo aquí, para dar a los pobres
lujosísimos sueños reales.
Son los mismos que sueñan los reyes,
al soñar somos todos iguales…
Crónicas del Ángel Gris, “Literaturas del Ángel Gris”, cap. 5
“El reparto de los sueños en el barrio de Flores” es un relato ficcional incluido en el libro Crónicas del ángel gris que recopila textos escritos por Alejandro Dolina y publicados en la revista Humor.
En el marco del relato, se plantea una polémica, es decir, se ficcionaliza la argumentación. Así, la dimensión dialógica de la argumentación se materializa en la confrontación entre dos grupos antagónicos, en pensamiento, en formas de proceder y localización geográfica: Los Hombres Sensibles de Flores (soñadores y con quienes simpatiza el sujeto de la enunciación) y los Refutadores de Leyendas, “una abominable secta racionalista”, que viven en el barrio de Villa del Parque. Entre ellos, se establece una polémica y cada grupo despliega sus argumentos y contraargumentos en torno de la afirmación central o tesis/hipótesis de que en el barrio de Flores “se sueñan cosas muy extrañas”.
El narrador toma como punto de partida y “hecho indiscutible” la vivencia notable que es dormir en el barrio de Flores y manifiesta que ha vivido esa experiencia y, por lo tanto, es un individuo legitimado para plantear el caso por fuera del estatus de leyenda. Refiere sobre distintas teorías que han intentado explicar este hecho, no obstante, “apenas cabe dudar de que el Ángel Gris reparte sueños desde el anochecer hasta el alba” sentencia el narrador.
Como observamos, la dimensión argumentativa se materializa en la clara intención que tiene el narrador de convencer a los lectores acerca de la existencia del Ángel Gris y, con esta postura, se posiciona a favor de los hombres sensibles que creen en su existencia; a su vez, con este mismo movimiento se opone al grupo de racionalistas que la niegan.
El encadenamiento dialógico se establece en el despliegue de razones o argumentos para sostener que ese hecho extraño que experimentan las personas que duermen en Flores se explica por el accionar del Ángel Gris. Por un lado, los Hombres Sensibles y soñadores de Flores plantean su existencia y afirman que es el responsable de repartir los sueños. Por otro lado, los Refutadores de Leyendas niegan ese hecho y diseñan su contraargumentación. Los refutadores todo lo tienen que comprobar y su único objetivo radica en refutar y demostrar la falsedad de la teoría de los Hombres de Flores y, de este modo, negar la existencia del Ángel Gris porque su vida pasa por “demostrar que el mundo es razonable y científico”. Es decir, la polémica se concentra en la existencia o no del Ángel Gris y en el encadenamiento de puntos de vista de uno y otro grupo que elabora argumentos que buscan, al mismo tiempo, refutar los expuestos por el grupo contrario.
Como podemos observar, el relato se estructura sobre una base dialógica en la que un argumento encierra un contraargumento. Los Hombres Sensibles de Flores creen que los sueños del barrio de Flores son distintos y notables debido al Ángel gris quien se encarga de repartirlos para todos cada noche y hasta el alba e intentan convencer de que existe desde una línea psicológica de creencias que apelan a la emoción y a la sensibilidad. Por otro lado, los Refutadores de Leyendas intentan convencer de su inexistencia y en consecuencia, de la falsedad de que en el barrio de Flores se sueñe de manera diferente desde una línea lógica basada en pruebas empíricas (como someterse a soñar en el barrio de Flores), teoremas, silogismos y razonamientos lógicos debido a que no pueden separarse de su racionalidad. Incluso, el narrador, en un juego doble de parodia e ironía, refiere que utilizan a modo de razonamiento, los silogismos propios de la lógica formal: “Los hombres no vuelan. Luciano es un hombre. Luego, Luciano no vuela”, a modo de imitación casi perfecta del clásico entimema “Los hombres son mortales. Sócrates es hombre…”.
2.7.2. Abordaje del planteo retórico
La inventio es la operación discursiva que le permite al sujeto de la enunciación, por un lado, buscar y planificar el tema/problema a abordar y, por otro, seleccionar los argumentos que sostendrán su tesis/hipótesis que es el asunto a debatir. En el caso del texto de Dolina, la tesis está condensada en las dos primeras oraciones que, en consecuencia, permiten reconstruir parte de la inventio, pero que, al mismo tiempo, también forma parte de la dispositio a modo de exordio. Como vimos, el exordio es la instancia en la que se capta la atención del lector y se busca su complicidad (captatio benevolentiae): “Dormir en el barrio de Flores es una experiencia notable. Todos sabemos que allí se sueñan cosas muy extrañas”. En estas dos oraciones, no solo se presenta la tesis, sino que se establece otro movimiento argumentativo que observamos en la presencia verbo conjugado en primera persona de plural: la selección del “nosotros” no es azarosa o inocente, sino que tiene una carga argumentativa potente ya que con este recurso discursivo, el enunciador involucra al lector en su enunciado, lo hace partícipe del juego textual y de la complicidad argumentativa. Se trata de un nosotros inclusivo, yo, sujeto de la enunciación + ustedes, los lectores, pensamos lo mismo respecto del modo particular de soñar de los habitantes del barrio de Flores.
Como mencionamos, la dispositio es la operación discursiva que ordena el discurso y ofrece el plan textual.
En la narratio se plantea que en el barrio de Flores se sueña diferente, hecho que se demuestra y se confirma con el argumento de la existencia del Ángel Gris, responsable de asignar y repartir los sueños desde el anochecer hasta el alba. Luego se presenta una descripción de los distintos tipos de sueños que tiene disponibles en su canasta (“Tiene una canasta llena. Allí hay sueños para todos. Sueños rosas para las ingenuas de la calle Artigas. Sueños blancos para los pibes y sueños rojos para los violentos”) y algunos criterios de asignación (“Los Hombres Sensibles dicen que el Ángel Gris favorece con buenos sueños a sus protegidos y castiga con pesadillas a sus enemigos”).
A continuación, este hecho demostrado y confirmado por la existencia del Ángel Gris es sometido a refutación por parte de los Refutadores de Villa del Parque y, a partir de aquí, se desarrolla la altercatio. Este relato se configura en torno al encadenamiento y entramado de voces que pone de manifiesto la polifonía del texto en un ida y vuelta de movimientos textuales en los que se presenta la postura de uno y otro grupo y se enumeran las experiencias oníricas de los hombres de ambos barrios mediante el despliegue de argumentos de aquellos que abordan la realidad a partir de la razón (los Refutadores de Leyendas) y los que la abordan desde la sensibilidad (los Hombres de Flores con los que se identifica).
En este contrapunto, se intenta convencer de la existencia del Ángel Gris y de su rol de repartidor de sueños en el barrio de Flores con argumentos vinculados a las creencias y, por ende, enmarcados en la línea psicológica, que buscan persuadir/conmover por la vía de la emoción. Pero como nada resulta fácil en la arena de lucha del discurso, el narrador suma a la contienda la voz del grupo que rechaza su tesis con contraargumentos que se encolumnan en la línea lógica, por ese motivo, los denomina como una “secta racionalista”. Estos se valen de razonamientos más lógicos, racionales o científicos para desacreditar a los del otro bando, Los Hombres Sensibles, quienes son presentados como individuos más relacionados con las emociones y con creencias poco probables como los duendes, las hadas, las brujas, los ogros, etc.
En suma, el narrador presenta, en la confirmatio, el juego de argumentos y contraargumentos en el que cada grupo intenta sostener su tesis/hipótesis (existencia vs inexistencia del Ángel Gris). En esta polémica ficticia, se exponen las razones de los Hombres Sensibles, entre los que se incluye el sujeto de la enunciación, por un lado, y los contraargumentos de los Refutadores de Leyendas. Asimismo, para reforzar su postura, selecciona palabras con fuerte carga valorativa (denominados subjetivemas, ver Cap. 4) con los que manifiesta su identificación con el grupo de Hombres Sensibles de Flores y su confrontación con el grupo de los Refutadores: los hombres de Villa del Parque son una “abominable secta racionalista” y unos “seres terribles”.
Por último, la peroratio pronostica la disputa eterna y realiza una proyección en la que presagia, a modo de golpe de efecto que apela directamente a los sentimientos del lector, que llegará el día en que el barrio de Flores no hará otra cosa que dormir y soñar” y que “los Hombres Sensibles soñarán que un Ángel los acaricia con sus alas y los Refutadores de Leyendas soñarán que están despiertos y que los ángeles no existen”.
Este texto, en tanto género secundario en términos de Mijail Bajtín, forma parte del universo literario, por lo tanto, la elocutio no resulta una técnica de mejora de los procedimientos argumentativos sino un modo de construcción de la discursividad. La literatura opera en el marco de la denominada función poética del lenguaje en términos de Jakobson y se articula en torno de la dimensión conntotativa del lenguaje. Por lo tanto, la discursividad y la textura literaria se construyen con la fase de la elocutio que se ejerce en simultáneo con las otras fases, ya que el escritor, mientras planea y redacta el relato, opera también sobre la materialidad del lenguaje para modelarlo y pulirlo dentro de las coordenadas de la función poética y la connotación. Por último, podemos agregar que las figuras retóricas de las que se sirve para construir la argumentatividad ficcional son: a) la parodia, cuando refiere a los silogismos como método de comprobación que utilizan los Refutadores de Leyendas; b) la analogía, en alusión a una comparación de los soñadores del barrio de Belgrano que “no resiste el más ligero análisis” porque quien “haya dormido en las dos zonas puede certificar que los sueños que reparte el Fantasma de Belgrano no tienen gracia ninguna y algunos son vulgares copias de sueños ya inventados por el Ángel Gris” c) la cita de Manuel Mandeb, estrategia argumentativa que está travestida por la ironía; se transforma en “supuesta” autoridad porque el propio sujeto de la enunciación discute su validez.
3. El texto de divulgación científica: entre la información y la opinión
El autor de un enunciado no se expresa directamente (Bajtín), sino que pone en escena en el mismo enunciado, varios personajes, varios Enunciadores. Así, para comprender el sentido de un enunciado, es necesario identificar la interacción o confrontación de las diferentes voces y de los puntos de vista que en él se presentan, pues el autor del texto no es el único responsable de todo lo que en el texto se dice.
María Cristina Martínez Solís,
La argumentación en la enunciación 87
La polifonía constituye una de las particularidades centrales en la construcción de los textos argumentativos ya sea que estos expongan una beligerancia o intención explícita de convencer o bien desarrollen nuevos conceptos a partir del desarrollo discursivo y también en los textos de divulgación científica en los que se comunica un saber elaborado en el campo científico o se transmite un debate y que, según Gérard Fourez, consiste en una actividad de relaciones públicas que tiene como fin comunicar la labor científica.
En este sentido, los textos de divulgación científica implican la presencia de un texto previo, el científico, caracterizado por una alta densidad sémica, conceptual, por una precisión expresiva unívoca y objetiva que pretende describir la realidad a partir de la observación de los hechos y trata de evadir cualquier influencia fundamentada en prejuicios y emociones. Todos estos rasgos se manifiestan en un tipo de práctica (por ejemplo, ponencia, paper, réplica, diálogo de laboratorio, etc.) que reúne a un conjunto de interlocutores expertos interesados por determinados objetos y problemas, los cuales son expuestos de forma abierta y no doctrinal para habilitar, de ese modo, la controversia, el debate y la evaluación de los pares.
Difundir ciencia supone, entonces, procedimientos de transformación, de reformulación de información presente en otros textos, los producidos por los expertos (los científicos). Por lo tanto, la elaboración de textos de divulgación científica constituye una acción reformulativa general, realizada por un periodista especializado (Ciapuscio, “Lingüística y divulgación…”) que tiene la difícil tarea de vincular el mundo científico con el mundo cotidiano: personas con conocimientos específicos (los periodistas científicos) se comunican con legos (no especialistas) a fin de transmitirles un suceso, ocurrido en el mundo de la ciencia y protagonizado por los científicos. Los propósitos de estos textos son: por un lado, proveer información científica y, por otro lado, persuadir acerca de su importancia y utilidad. Dicho objetivo persuasivo se enmarca en aumentar el interés por los temas científicos, por lo tanto, esta intención determina la composición y la estructura del texto porque se plantea un cambio en el objetivo: el objetivo original de la fuente informar se transforma en informar y persuadir sobre la importancia de los resultados científicos. Como indicamos previamente, la escritura de un texto de divulgación científica implica un proceso de reformulación desde la fuente científica hacia la noticia, lo cual entraña un trabajo focalizado en el cambio de registro y de sus normas comunicativas, en el planteo de un nuevo destinatario, medio y esquema formal (superestructura en términos de Van Dijk[10]). En relación con los enunciadores, podemos decir que existen dos: el original, primer enunciador o autor del texto fuente y el segundo enunciador, que retrasmite y traduce la información que ha recogido. Esta doble presencia es posible que se exponga en la superestructura del texto de divulgación científica mediante la presencia de dos componentes que cumplen funciones comunicativas particulares: el componente estrictamente periodístico, enunciado en una publicación anterior (por ejemplo, un informe científico) y el componente didáctico, sostenido por el segundo enunciador quien debe asegurarse que el contenido sea entendido, incorporado y valorado por la población. En este sentido, Ciapuscio explica tres estrategias generales para el desarrollo del nuevo texto y conseguir, de este modo, el entendimiento por parte de los destinatarios: expansión, reducción y variación. La expansión es el procedimiento por el cual, para lograr los objetivos de la nueva producción, se incluyen en el texto reformulado elementos de contenido o emotivos que no están presentes en la fuente. La reducción, por el contrario, puede optar por la supresión de información considerada no relevante, o bien, por la síntesis de contenidos que, en el texto fuente, ocupan gran extensión. Por último, la variación indica los cambios que tienen lugar desde el texto fuente hacia el texto de divulgación, por ejemplo, la transformación del vocabulario científico en vocabulario corriente. Ciertos autores (Ciapuscio “El cable de divulgación…”, Mapelli) coinciden en que el esquema que adopta el texto científico de divulgación es el de una pirámide invertida, a partir de la cual la información se distribuye según la relevancia informativa (de mayor a menor importancia). En efecto, el descubrimiento o progreso realizado por el científico correspondería a la información relevante y, por lo tanto, la que ocuparía un lugar destacado en el texto.
A continuación, analizaremos un texto publicado en el sitio web de la Red Iberoamericana de Comunicación y Divulgación de Información Científica en cuyo objetivo, tal como aparece en el portal, ya se evidencia la relevancia que tiene el acercamiento de la sociedad al conocimiento científico y tecnológico[11]:
El objetivo principal de la Red es incrementar el volumen de información relativa a la ciencia y la tecnología que se encuentra disponible para la sociedad, mejorando la cultura científica de los ciudadanos y fomentando la transmisión de un acervo científico, tanto en español como en portugués. (s/p)
El interlocutor privilegiado de todas las publicaciones incluidas en este espacio es, como expresa la cita, un ciudadano no especializado que le interesa aumentar su bagaje científico. En este tipo de publicaciones también son importantes los paratextos, debido a que anticipan la información que se desarrollará y nos permiten establecer hipótesis sobre el tipo de texto que leeremos, en este caso, la brevedad y la claridad del título, acompañado por imágenes que aluden al ámbito médico/científico, ratifica nuestra presencia frente a un texto que se aleja de la especificidad técnica y terminológica. El copete cobra relevancia porque, además de recuperar las ideas principales del artículo, refiere a los dos ámbitos que el texto de divulgación científica pretende articular: la inmunidad que manifiestan diversos virus a los antibióticos es una preocupación de la comunidad científica y, al mismo tiempo, de la salud pública, por lo tanto, de los pacientes que consumen determinados medicamentos. En efecto, el copete ya apela a un público de lectores ampliado, no restrictivo a la comunidad científica, particularidad que, como veremos posteriormente, se vincula con la intención persuasiva que define a este tipo de textos.
Ya en el cuerpo de la noticia, identificamos el gesto discursivo que lo inicia, la referencia a la voz de los especialistas: “A decir de los expertos” (s/p). Como adelantamos en el párrafo anterior, la posibilidad del surgimiento de una superbacteria resistente a los medicamentos afecta a todo el sistema de salud, idea que se refuerza con el trabajo que desarrolla, en México, el Instituto Nacional de Salud Pública (INSP) para “entender ese problema desde una perspectiva general” (s/p). Desde el punto de vista discursivo, entonces, vemos que la voz del periodista (Armando Bonilla) se va solapando con las otras voces que provienen del ámbito científico. A medida que avanza el texto, el periodista cede la voz a diferentes especialistas quienes desarrollan la explicación acerca de los mecanismos de resistencia que desplegaron determinados tipos de bacterias. Estas voces son introducidas mediante el discurso directo y el discurso indirecto, por lo tanto, es frecuente el uso de comillas y de verbos que introducen determinada acción, como “confirmó”, “explicó” y “relató”. En relación con este último aspecto, identificamos distintas operaciones explicativas, como el uso de guiones, paréntesis, definiciones y reformulaciones que habilitan el acercamiento del lector lego al conocimiento científico.
Por otra parte, el análisis de los diferentes párrafos nos permite identificar los dos grandes componentes del texto de divulgación científica: el componente periodístico y el componente didáctico. Mientras que el componente periodístico es el encargado de transmitir la información nueva (la noticia científica), el componente didáctico es el responsable de que dicha noticia se entienda y, en efecto, que el suceso científico sea comprendido, incorporado y valorado por la población (Ciapuscio, “El cable…”). A continuación, citamos algunos fragmentos del texto que son pertinentes para el abordaje de ambos componentes.
- En entrevista para la Agencia Informativa Conacyt, Jesús Silva Sánchez, investigador en ciencias médicas del INSP, adscrito al Centro de Investigación sobre Enfermedades Infecciosas, explicó que es importante entender y caracterizar la resistencia para evitar la proliferación de casos en los que ya no se cuenta con opciones terapéuticas (como la colistina y tigeciclina).
- “Trabajo junto a un grupo de investigadores en la caracterización de los mecanismos de resistencia a antibióticos betalactámicos en un grupo de bacterias denominado enterobacterias (Escherichia coli, Klebsiella pneumoniae, Enterobacter cloacae) y también Pseudomonas y Acinetobacter baumannii que, aunque no pertenecen al grupo, son de las más frecuentes en la incidencia de infecciones nosocomiales”.
- De manera particular, el equipo del cual forma parte el doctor Silva Sánchez enfoca sus esfuerzos en cefalosporinas de tercera generación, que son la producción de betalactamasas de espectro extendido, y también en la resistencia a carbapenémicos, que es el grupo de betalactámicos de última opción terapéutica, asimismo la resistencia a colistina.
- “Recuerdo el caso de un paciente que padeció cáncer en la sangre —mieloma múltiple—, cuya enfermedad solo puede ser atendida con un trasplante de médula ósea”.
- Una vez que se trasplantó al paciente, comenzó con fiebre, así que se le suministró un tratamiento de antibióticos, de los más fuertes —carbapenémicos— porque así lo indica el protocolo ya que se trata de pacientes hospitalizados y con infecciones graves.
- “El paciente se recuperó pero fue atacado por una segunda infección, una neumonía cuyas bacterias, de acuerdo con los estudios de laboratorio, ya registraban una sensibilidad intermedia a los carbapenémicos, con resistencia total a dos de los antibióticos que integran la familia. Pese a ello, logró recuperarse, pero fue atacado por una tercera infección”.
- En esa última ocasión las bacterias se alojaron en unos catéteres cercanos al corazón, en venas muy grandes para suministrarles medicamentos o sangre; la bacteria se pegó en esa zona, lo que dificultó el tratamiento y sumado a ello, al realizar los cultivos, los doctores observaron que la bacteria para ese momento ya era resistente a todos los medicamentos.
- En casos como este, el siguiente paso en el tratamiento médico es realizar combinaciones de antibióticos y con este paciente se utilizaron tres diferentes, pero el tratamiento ya no fue efectivo y falleció.
En estos párrafos, es posible observar los dos grandes componentes. El primero, correspondiente al periodístico, abarca los párrafos a), b) y c). En estos, es posible distinguir dos enunciadores: la voz del periodista y la voz del investigador Jesús Silva Sánchez. La noticia, como indicamos, refiere a la resistencia que ciertas bacterias manifiestan frente a determinados medicamentos, como la colistina y la tigeciclina. El periodista subraya el trabajo realizado por los investigadores a partir, por ejemplo, de la distinción del grupo de bacterias estudiado.
Respecto al resto de los párrafos, identificamos que la alusión a la historia de un paciente funciona como estrategia explicativa del reciente descubrimiento. En efecto, como señala Ciapuscio, la referencia a este tipo de acontecimientos se enmarca en “el estado de cosas” previo a la noticia, lo cual ayuda a que el lector, además de lograr su comprensión, la valore adecuadamente (“El cable…” 84). Este aspecto, por último, está directamente relacionado con uno de los objetivos que, según González Dávila, posee la divulgación científica: contribuir a crear un pensamiento crítico que aliente la conciencia (201). La publicación de una noticia sobre la resistencia que manifiestan ciertas bacterias a los antibióticos apela, principalmente, a que los lectores reflexionen sobre las desventajas y los daños que ocasiona la toma excesiva e innecesaria de medicamentos sin el control o las indicaciones médicas correspondientes.
4. La crónica como género
En la tradición latinoamericana, los comienzos de la crónica, se remontan al período colonial ya que la denominación “crónica de Indias” responde a la institucionalización del cargo “cronista de Indias” por la corona española (González Boixo). En los estudios sobre la evolución del género, la periodización más aceptada menciona tres momentos clave: el de la crónica escrita por los cronistas de Indias, las crónicas modernistas producidas, en general, para ser publicadas en periódicos y revistas, en la emergencia del periodismo moderno, hacia fines del siglo XIX y comienzos del XX y la crónica actual, muy influida por el nuevo periodismo o periodismo narrativo (Darrigrandi), desde fines de la década de 1950.
No es intención de este apartado realizar una historia de la crónica en América Latina; sí, en cambio, anotar aquellos rasgos que permiten reconocer la tradición del género. Una de las características más notables es la hibridez. Desde sus comienzos en el “Nuevo Mundo”, fue un género híbrido: las crónicas coloniales se encontraban en el límite entre la historia y la literatura. A partir de fines de siglo XIX, en particular, la crónica modernista inaugura su maridaje con el periodismo: “punto de inflexión entre el periodismo y la literatura”, según Susana Rotker (25).
4.1. Las crónicas en el contexto colonial
Las primeras crónicas denominadas “de Indias” eran leídas (y escritas) en la delgada frontera entre la historia y la literatura. En este sentido, Walter Mignolo señala, en relación con un corpus de textos escritos durante el período colonial, que muchos de estos llevan el vocablo “historia” como indicador de la clase a la cual pertenecen. En ellos, también se encuentra la palabra “crónica”. Este último designa el informe del pasado o la anotación de acontecimientos del presente, fuertemente estructurados por la secuencia temporal. Así, en un sentido medieval, la crónica es una “lista” organizada, según las fechas, de los acontecimientos que se desean conservar en la memoria. En el período en que esos términos coexisten (fines del siglo XV, inicios del siglo XVI), es posible encontrar crónicas que “no sujetándose al seco informe temporal, sino hacerlo mostrando apego a un discurso bien escrito en el cual las exigencias de la retórica interfieren con el asiento temporal de los hechos” (Mignolo 76).
Si nos remontamos a la historia de España, la vinculación de la crónica con la historiografía es mayor, ya que integran el cuerpo de textos iniciales desde el medioevo y se les reconoce aceptación en el Siglo de Oro. En Tesoro de la lengua castellana o española, publicado en Madrid, en 1611 de Sebastián de Covarrubias Orozco, se definen los términos “crónica” y “cronista”:[12]
Corónica. Está corrompido el vocablo de chronica, chronicorum, annales sive historiae. Vulgarmente llamamos corónica a la historia que trata de la vida de algún rey o vidas de reyes, dispuesta por sus años, y discurso de tiempo. Y assí tomó nombre de la palabra griega chronos, tempus, y de allí chrónica y, corruptamente, corónica. Los reyes y príncipes deven leer o escuchar las corónicas donde están las hazañas de sus passados, y lo que deven imitar o huir.
Coronista. El que escrive historias o annales de las vidas y hazañas de los reyes. En latín se dice al que comenta o refiere en acta cosas de príncipes.
Hay acuerdo general en que el sentido original de la crónica y del cronista se relaciona con la tarea del historiador, como observador participante, cuya voz pretende influir en los destinatarios y modelizar el pensamiento o la opinión del público.
Las Crónicas de Indias se constituyen con un discurso del Yo (quien escribe) dirigido a un Tú (autoridad: los reyes, el Consejo de Indias) para narrar lo ocurrido en el Nuevo Mundo. Tienen, como antecedentes inmediatos las crónicas de la llamada “Reconquista española” como las de Alfonso III, en las cuales el relato oral ante un público presente hegemonizaba el modo de construcción, por lo tanto, “el sentido más ligado al entendimiento y más necesario para lograr el saber es el oído” (González, C. p. 39).
Sin embargo, se operaron cambios importantes en la labor de los cronistas que relataron y describieron el “Nuevo Mundo”. A efectos de su análisis sobre la evolución de la crónica en América Latina, Gustavo Carrera sostiene:
[L]os Cronistas de Indias fueron los fundadores de un género que está a caballo entre la historia y el diario de novedades. Es decir, entre los grandes sucesos y los pequeños avatares de un itinerario y las peripecias del acontecer de la cotidianidad. Es más, contrariamente a lo que pueda suponerse, estas crónicas de la Conquista y la Colonización, no solo recogen los grandes y decisivos acontecimientos característicos de esta gigantesca y proteica aventura histórica y religiosa, sino que se detienen en pintorescas y comunicativas observaciones particulares de los autores, verdaderos observadores participantes, y hasta en detalles del mundo mágico y en el campo inasible del humor. (s/p)
En esa descripción, aparecen elementos que motivan su inclusión en el campo de la literatura al quedar suspendido el vínculo con la autoridad, es decir, estos textos tienen una recepción en el campo de la literatura, una vez que el efecto de comunicar las novedades a la realeza estuvo cumplido. Cuando esa función ya no tiene relevancia, emerge la atención en la forma, en la subjetividad y en el trabajo retórico.
Otro rasgo importante es la presencia del Yo del autor que tiñe con su personalidad el devenir de la Crónica. En un principio, los mismos protagonistas de la epopeya americana escriben sus experiencias: Cristóbal Colón, Hernán Cortés, Bernal Díaz del Castillo, Alvar Núñez Cabeza de Vaca. Así, la primera persona del singular es el soporte de la narración. En ningún momento trata de simularse la omnipresencia del autor.[13] Así escribe Bernal Díaz del Castillo:
Miren las personas sabias y leídas esta mi relación desde el principio hasta el cabo y verán que ninguna escritura que está escrita en el mundo, ni en hechos hazañosos humanos, ha habido hombres que más reinos y señoríos hayan ganado como nosotros, los verdaderos conquistadores, para nuestro rey y señor; y entre los fuertes conquistadores mis compañeros, puesto que los hubo muy esforzados, a mí me tenían en la cuenta de ellos, y el más antiguo de todos, y digo otra vez que yo, yo y yo, dígolo tantas veces, que yo soy el más antiguo y lo he servido como buen soldado a Su Majestad. (ccx, 651-652)
4.2. La crónica modernista
La modernidad latinoamericana nunca ha dejado de ser problemática. A lo largo del siglo XIX, se manifiestan, en diversos textos, los cambios operados por la incipiente burguesía en los modos de producción, es decir, exponen el paso de las economías coloniales a la nueva industria. Según palabras de Aníbal González, “la burguesía hispanoamericana hizo de la representación –sobre todo de la representación escrita– una pieza importante del arsenal de la modernidad” (6). Las tensiones emanadas de esas transformaciones no están exentas de violencia, de luchas por el poder y de disputas de clase. La intensidad de tales conflictos será representada, en los textos, según las particularidades autorales.
Los escritores modernistas, desde fines del siglo XIX y durante los primeros decenios del XX, hacen su literatura desde el supuesto de que son modernos (González, A. 7). Y entre las características más notables se señalan el espíritu crítico y el cosmopolitismo, dos aspectos que serán fundamentales en la producción cronística de la época.
La crónica modernista no reconoce sus antecedentes en las Crónicas de Indias. Los críticos plantean que la crónica modernista sería el género moderno por excelencia al problematizar el tiempo y el devenir. Su configuración genérica sería más bien deudora de la experimentación literaria[14] y de sus vínculos con el periodismo. Los antecedentes estarían en el artículo de costumbres inglés, francés y español y su denominación proviene del vocablo chronique parisiense.[15] Tanto el artículo de costumbres como la crónica parten de la idea empirista que sostiene que la mente humana incorpora los datos provenientes del mundo exterior a través de los sentidos, en particular, del sentido de la vista.
Entre los cronistas modernistas más importantes se encuentran los cubanos José Martí y Julián del Casal, el nicaragüense Rubén Darío, los mexicanos Manuel Gutiérrez Nájera y Amado Nervo, el guatemalteco Enrique Gómez Carrillo, el argentino Manuel Ugarte, entre otros. Podríamos decir que, en la crónica de este período, predomina la discursividad argumentativa sobre la narrativa.
Para ilustrar esta característica predominante podemos citar algún ejemplo de las crónicas de Ugarte, compiladas en el libro Crónicas del boulevard, de 1903, con prólogo de Rubén Darío. La primera crónica del libro se titula “La difamación”. Las primeras líneas son las que siguen:
Días pasados, en uno de esos círculos de periodistas donde se elabora la reputación y la actualidad del día siguiente, se debatía una vez más la vieja cuestión de saber hasta qué punto es admisible la calumnia, como arma de combate. Lo más simple — dirá un neófito — sería asimilarla al homicidio, y castigarla con penas duras, hasta retirarla de la circulación. Pero en la vida no es posible aplicar un criterio tan radical […]. (1)
Como se ve claramente, se presenta el tema: “la difamación en el periodismo” y realiza el despliegue de argumentos contrastantes. Entre ellos, podemos destacar los referidos a la caracterización del momento en que se escribe:
La vida de hoy es tan complicada y tan llena de vericuetos, que sería inocente pretender arrancar de raíz determinadas formas y costumbres, que forman parte integrante de nuestra civilización. (2)
Luego, de manera sutil, comienza a ubicar el desarrollo de la argumentación en un ámbito conocido, frecuentado por el sujeto que escribe y por ese solo hecho, sus apreciaciones se presumen confiables: “Ninguno de los periodistas presentes se había visto respetado por la calumnia. Se podía decir que todos se hallaban vacunados” (2). Y más adelante:
[…] la media docena de periodistas reunidos en la sala del café, consideraran la calumnia como una enfermedad incurable, arraigada en las costumbres. Sólo hablaban de la mejor manera de neutralizarla en ciertos casos. Uno de ellos dijo que era inofensiva, porque los hombres de cierta estatura moral saben conservar su calma en medio de los mayores desastres. Otro […] afirmó que era un vicio pasajero que moriría con la ignorancia. Y el último, que tenía el monóculo y la incredulidad de París, se limitó á declarar que era un pasaporte de celebridad […]. (3)
El recurso a otras voces, en este caso, incluidas en estilo indirecto, recuerda el “yo oí” de los cronistas medievales y coloniales. Además, el sujeto que escribe se manifiesta abiertamente sobre una opinión que, hacia el final del texto, considerará demostrada. Para exponer la gravedad del asunto acude a un ejemplo muy conocido en la época: el caso Dreyffus y, en particular, la significación pública de Emile Zola[16]. El suceso, en la crónica de Ugarte, está elidido, no se narra en el texto en qué consistió el caso, ni la actuación de Zola, porque se presume conocido por el público lector, es decir, los argumentos se asientan en asuntos de total actualidad.
A efectos de la caracterización de la crónica modernista a partir de este ejemplo, es interesante recurrir a un texto muy citado de Ugarte que integra el mismo libro, “La crónica en Francia” porque es una crónica metadiscursiva, es decir, habla de la crónica y de la labor del cronista en la coyuntura epocal en la que vive:
Esa tromba indefinible que se llama vida parisiense, no da nunca lugar para analizar seriamente un matiz ó un hecho. Es necesario anotar con rapidez el perfil fugaz, y pasar á otro, porque la existencia es tan vertiginosa, que detenerse un instante es quedar rezagado. De ahí la aparente frivolidad de los cronistas, cuya pluma mordaz galopa sobre las frondosidades de la vida, simplificando los rasgos, como si quisieran hacer con la prosa una síntesis del dibujo japonés. No es que sean espíritus incapaces de ahondar una idea y calcular seriamente las proyecciones de un acontecimiento: es que no les es dado detenerse un minuto, porque serían derribados y aplastados por los que vienen detrás. Están condenados á verlo todo desde la ventanilla del tren. Por eso son inconstantes y superficiales. Su misión de cinematógrafos vivientes, les obliga á cambiar sin reposo y á pasar de una actitud á otra, sin más lazo de unidad que la ironía (15-16).
Ese sentimiento de celeridad de la vida urbana moderna que se expresa en la crónica define, en gran medida, la forma de escribir en el periodismo y también se comprueba la tesis de González acerca de que los escritores del modernismo se asumían modernos. Claro que Ugarte, en el momento de escritura de este texto, se encuentra en París.
Además de lo apuntado, podemos identificar otros rasgos, como “la aparente frivolidad de los cronistas”, la simplificación de los rasgos, la mirada “desde la ventanilla del tren”, la “visión de cinematógrafo viviente” y finalmente, “sin más lazo de unidad que la ironía”. Todos estos aspectos, en mayor o en menor medida y dependiendo del escritor, están presentes en la crónica actual y vinculan el género con la literatura.
Por otra parte, en “La crónica en Francia”, Ugarte caracteriza, por contraste, a los lectores de la hora:
No quiere esto decir que no existan hombres graves y estudiosos […] pero su prolijidad los destierra de las columnas de los periódicos […] El público, nervioso y vibrante, no tiene tiempo para escucharlos. Y sus sabias disertaciones sólo son leídas por los ermitaños de biblioteca, los enfermos de reumatismo, ó las solteras sin esperanza. (p.16)
Esta atención al público “nervioso y vibrante” de la ciudad moderna será el tipo de público al que el cronista del siglo XX querrá captar, entusiasmar y conquistar y es un aspecto que se mantiene en la crónica contemporánea.
4.3. La crónica en el nuevo periodismo
La denominación nuevo periodismo, acuñada por Tom Wolfe, se refiere a una tendencia en América Latina y en Estados Unidos desde fines de la década de 1950, que se define por una redacción libre que priorizaba las emociones y las imágenes y también se la conoce como periodismo narrativo.[17] En América Latina, se vio materializado en la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI), que reconoce sus antecedentes en la labor periodística de escritores como Gabriel García Márquez, Rodolfo Walsh, Tomás Eloy Martínez, Elena Poniatowska, Carlos Monsiváis, entre otros[18].
El territorio para el desarrollo del periodismo narrativo latinoamericano fueron las revistas[19].
A efectos de caracterizar el género, anotamos algunos aportes de los propios cronistas.
Así, Carlos Monsivais, en un libro de 1980, define la crónica:
Reconstrucción literaria de sucesos o figuras, género donde el empeño formal domina sobre las urgencias informativas. Esto implica la no muy clara ni segura diferencia entre objetividad y subjetividad, lo que suele traducirse de acuerdo a premisas técnicas: el reportaje por ejemplo, requerido de un tono objetivo, desecha por conveniente la individualidad de sus autores […] En la crónica, el juego literario usa a discreción la primera persona o narra libremente los acontecimientos como vistos y vividos desde la interioridad ajena. Tradicionalmente, en la crónica ha privado la recreación de atmósferas y personajes sobre la transmisión de noticias y denuncias. (13)
Por su parte, Juan Villoro, en un texto titulado “La crónica, ornitorrinco de la prosa”, inicialmente publicado en La Nación, en 2006, apunta:
Si Alfonso Reyes juzgó que el ensayo era el centauro de los géneros, la crónica reclama un símbolo más complejo: el ornitorrinco de la prosa. De la novela extrae la condición subjetiva, la capacidad de narrar desde el mundo de los personajes y crear una ilusión de vida para situar al lector en el centro de los hechos; del reportaje, los datos inmodificables; del cuento, el sentido dramático en espacio corto y la sugerencia de que la realidad ocurre para contar un relato deliberado, con un final que lo justifica; de la entrevista, los diálogos; y del teatro moderno, la forma de montarlos; del teatro grecolatino, la polifonía de testigos, los parlamentos entendidos como debate: la “voz de proscenio”, como la llama Wolfe, versión narrativa de la opinión pública cuyo antecedente fue el coro griego; del ensayo, la posibilidad de argumentar y conectar saberes dispersos; de la autobiografía, el tono memorioso y la reelaboración en primera persona. El catálogo de influencias puede extenderse y precisarse hasta competir con el infinito. Usado en exceso, cualquiera de esos recursos resulta letal. La crónica es un animal cuyo equilibrio biológico depende de no ser como los siete animales distintos que podría ser. (Villoro 578)
A este aporte de Villoro, otro periodista y escritor colombiano, Boris Muñoz, agrega: “si la crónica es como un ornitorrinco, el cronista se parece más a un murciélago” (630) y sigue con su analogía:
¿Por qué? Porque a pesar de ser mamíferos como la mayoría de los animales terrestres […] vuela. Volar en este sentido figurado significa usar el lenguaje para conferirle a la escritura cierta altivez verbal y un uso de la imaginación que la hacen “literaria”. Eso, y no otra cosa, es lo que se le pide al cronista, aun cuando se lo vea sometido a unos niveles de exigencia y rigor periodísticos mucho mayores que en el pasado. (630)
Con los aportes de los tres escritores es posible listar los rasgos que pueden estar presentes en las crónicas actuales. A modo de síntesis, entonces, enumeramos sus características:
- Reconstrucción literaria de sucesos
- Tensión entre objetividad y subjetividad y suele primar la subjetividad
- Uso de la primera persona
- Narración
- Construcción de personajes
- Creación de atmósferas
- Inclusión de datos reales comprobables
- Inclusión de diálogos o testimonios /polifonía
- Debate
- Argumentación
- Uso de la imaginación
Como advierte Villoro, “usado en exceso, cualquiera de esos recursos resulta letal” y agregamos lo obvio: no en todas las crónicas hallaremos todos esos rasgos, sino la combinación de algunos.
Durante la segunda mitad del siglo XX, la crónica en América Latina se constituyó en un género privilegiado para narrar y dar a conocer las secuelas de la dictadura y la permanencia de algunos elementos de los aparatos represivos en los países del cono Sur, como en Chile y Argentina. También el género permite dejar hablar a la marginalidad, a las subjetividades disidentes y poner a circular ideas nuevas sobre viejos problemas como las sexualidades que se escapan de la heteronormalidad, la violencia contra las mujeres, ya sea física o simbólica, los femicidios, la hegemonía patriarcal, la violencia étnica y de clase, entre otros conflictos que, en los últimos años, nuestras sociedades han sabido sacar a la luz.
El espacio periodístico acoge a la crónica y, como señala Susana Rosano, “postula la existencia de un sujeto productor sometido a los vaivenes de las reglas del mercado. […] la crónica […] instaura un modo de narrativizar la fugitiva realidad desde un lugar siempre precario y huidizo, sometido permanentemente a los avatares de lo discontinuo, lo superfluo, lo cotidiano” (194).
4.4. La crónica: “arqueología del presente”
Según Javier Franco, este género se presenta “como mezcla entre el periodismo y la ficción, que se desprende de la práctica literaria y se introduce al mercado a manera de arqueología del presente. En esa condición, se dedica a narrar y mostrar lo que está al ‘margen’ de las grandes noticias con el ánimo no tanto de informar, sino de divertir” (11). Adherimos a las consideraciones planteadas al inicio de la cita por este investigador colombiano, sobre todo, a la idea de “arqueología del presente” que se asimila a la función que los cronistas tenían antes de la escritura y, en el siglo XVI, la de ser los narradores y comentadores de un mundo nuevo. Sin embargo, en los últimos años, la función de la crónica no sería la de divertir o entretener sino de denunciar, ya que han sido tematizadas problemáticas sociales como las enunciadas en el apartado anterior y que, a continuación, mostraremos a partir del análisis de algunos textos.
En efecto, realizaremos una especie de puesta a prueba de los rasgos mencionados como propios del género. Analizaremos tres ejemplares: uno de fines de la década de 1990, publicada en el volumen De perlas y cicatrices de 1996, del chileno Pedro Lemebel; otro titulado: “Despertémonos, por favor”[20] (noviembre de 2019) de Nacho Levy, periodista de La Garganta Poderosa y un tercero titulado: “El femicidio en Campos y el silencio pujante” (enero de 2020) del periodista pampeano, Lautaro Bentivegna, publicado en un periódico de circulación provincial (Diario Textual).
De Lemebel tomaremos “Las joyas del golpe”, la primera crónica del libro. En ese texto, se construye una narratio con todas las características del relato literario: el marco + el suceso: un par de episodios conforman la trama y las evaluaciones del narrador arman la historia. Chile, en la década de 1970, y el golpe militar de Pinochet constituyen el marco del relato.
Y ocurrió en un sencillo país colgado de la cordillera con vista al ancho mar. Un país dibujado como una hilacha en el mapa; una aletargada culebra de sal que despertó un día con una metraca en la frente, escuchando bandos gangosos que repetían: “Todos los ciudadanos deben guardarse temprano al toque de queda, y no exponerse a la mansalva terrorista”. Sucedió los primeros meses después del once, en los jolgorios victoriosos del aletazo golpista, cuando los vencidos andaban huyendo y ocultando gente y llevando gente y salvando gente. (Lemebel 17)
Los personajes, como “la Mimí Barrenechea, la emperifollada esposa de un almirante”, están tomados de la aristocracia chilena que colabora públicamente “para ayudar a Augusto, y sacarlo adelante en su heroica gestión” (17), irónicamente dicho, a través de la entrega de joyas. Los episodios son relatos banales que funcionan en ese contexto de galas de la clase alta. La ironía funciona a lo largo del texto como forma de denuncia, de poner en evidencia la complicidad civil en relación al golpe y las contradicciones morales en ese ámbito social y político.
El episodio central consiste en que la anfitriona y organizadora de los eventos, Mimí Barrenechea, no había hecho su aporte en joyas, hasta que una de las invitadas la conminó para que dejara su apreciado “prendedor de zafiro” regalo de su abuellita (19). En ese momento, empezó a preguntarse dónde iría toda esa colecta, a qué cuenta, para qué fines, aunque “la Mimí se quedó con sus dudas, porque nunca hubo cuenta ni cuánto se recaudó en aquella enjoyada colecta de la Reconstrucción Nacional” (19). Allí cierra el primer suceso, con la clara evaluación del narrador cronista como se percibe en la cita: la sospecha de la protagonista sobre los destinos de esos fondos.
El segundo suceso ocurre unos años después, en Estados Unidos: “fueron invitados a la recepción en la embajada chilena por la recién nombrada embajadora del gobierno militar ante las Naciones Unidas […] Entre todo ese brillo de galones y perchas de oro, lo único que vio fue un relámpago azul en el cogote de la embajadora” (20). El manto de sospecha expresado a modo de evaluación queda demostrado en este segundo suceso. La protagonista queda alelada frente a la joya y luego de la explicación: “Es un obsequio del Comandante en Jefe que tiene tan buen gusto” (20). La reacción de los personajes es hacer como si nada deshonesto ocurriera, salvo Mimí que “nunca pudo reponerse de ese shock” (21). La evaluación final cierra ese planteo argumentativo: “Era urgente curarse como una rota para morderse la lengua y no decir ni una palabra, no hacer ningún comentario, mientras veía, nublada por el alcohol, los resplandores de su perdida joya multiplicando los fulgores del golpe” (21). Este cierre remata la contradicción expresada en el contraste entre “nublada” y “fulgores”, núcleo central del planteo argumentativo.
El vínculo del género con la literatura, en particular en esta crónica, además de algunos enunciados altamente poéticos como el comienzo mismo del texto -“Y ocurrió en un sencillo país colgado de la cordillera con vista al ancho mar. Un país dibujado como una hilacha en el mapa; una aletargada culebra de sal que despertó un día […]” (17)- se especifica a través de dos de los aspectos señalados por Villoro, la tensión lograda en la brevedad del relato y la construcción del mundo subjetivo de los personajes con la inclusión de sus voces bajo la forma del estilo directo: “la Mimí Barrenechea recibía emocionada, diciéndole a sus amigas aristócratas: “‘Esto es hacer patria chiquillas’” (18) y del estilo directo libre: “el país se quedó en la ruina, agregaba la Mimí” (18). En este último ejemplo, no aparecen las comillas.
Hemos visto cómo se cumplen las categorías de la superestructura narrativa en cuyos episodios se narran hechos banales en el marco de las galas de la clase alta y de los funcionarios. Estos ejercen la función de prueba para la argumentación que se desgrana en las evaluaciones del narrador, en la ironía, en el uso de subjetivemas.
Por ejemplo, en el enunciado “Demostrarle al mundo entero que el golpe sólo había sido una palmada eléctrica en la nalga de un niño mañoso” (17) se desnuda el carácter irónico en el uso de la palabra “eléctrica”, como un elemento metonímico de la represión y la tortura. De ese modo, la crónica desempeña la función del restablecimiento de la memoria, ya que el marco temporal de esos sucesos se sitúa durante los primeros años del golpe, es decir, más de veinte años antes de la publicación /audición del texto.
El eje argumentativo de la crónica, en este caso, producida en primera instancia para la radio y luego publicada en libro, se recorta en el modo en que la clase alta chilena colaboró con el golpe y cómo una de sus integrantes, la Mimí, pudo percibir la bajeza moral de sus funcionarios, aunque el discurso se vistiera de altruismo. De ese modo, la crónica despliega estrategias para la captación de la atención del público, pero no tanto para divertir, como señala la cita de Javier Franco incluida arriba, sino para denunciar; en este caso, la hipocresía de la clase alta chilena y de los funcionarios de la Dictadura.
4.5. Más denuncia que diversión
La capacidad de narrar mientras se está viviendo es una de las características notables de este periodista “villero”, Nacho Levy[21]. La crónica “Despertémonos, por favor” permite transmitir las vivencias del cronista, además de informar acerca de una determinada situación.
El comienzo del texto sitúa al sujeto de la enunciación en el lugar de los hechos y habla de su propio sentir. Luego, “ver” y “oír” cobran gran relevancia porque organizan la materia informativa, los sucesos del relato: “Veo imágenes que sólo conocía en blanco y negro, mientras me tapo los oídos para volver a escuchar a nuestros desaparecidos”.
Ubica el marco, con un ritmo que asemeja al estar viviendo:
yo sabía perfectamente que toda esa gente no sabía quién era, ni cómo había llegado hasta ahí, ni cómo carajo aparecí en ese cabildo abierto de bolivianas y bolivianos que hacían vigilia esperando a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, para contar la masacre de Senkata, todavía las escucho, todavía me mata.
El fragmento indica que el suceso tiene relación con la masacre de Senkata[22], una población en el Distrito 8 de la ciudad de El Alto, a unos 40 Km de La Paz, donde se encuentra una planta de gas. Allí la población y los trabajadores mantenían una protesta tras la renuncia forzada del presidente Evo Morales. La policía y el ejército, primero con gases y luego con balas, intentaron desactivar el bloqueo. El saldo fue de diez muertos, decenas de heridos y detenidos. Ese es el contexto de la crónica, aunque el suceso narrado ocurría una semana después: en el momento del arribo al lugar de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. El cronista, que esperaba narrar a través de testimonios lo sucedido, se ve a sí mismo involucrado en un suceso que demuestra que la violencia no terminó, que la masacre continúa.
El relato comienza con la explicitación del marco: en una capilla, se reúne la Comisión con los damnificados a escuchar los testimonios. Por su parte, el cronista escucha e incluye esos testimonios. De pronto, salen a la calle para conversar con Andrónico, un dirigente joven. Para eso suben a un auto, pero le avisan a Andrónico que lo van a matar y a las siete cuadras cambian de auto, porque, en efecto, lo quieren matar. La resolución o reacción de los personajes no se conocen, solo el yo del cronista aparece en las palabras finales que hablan de la urgencia de la situación.
Esta crónica expone con crudeza la capacidad de aportar a una “arqueología del presente” que se manifiesta en la decisión del cronista de poner en primer plano uno de los tantos avasallamientos a los dirigentes populares en ese contexto de violencia estatal y dejar para otro momento los temas “de fondo” como si las elecciones habían sido legítimas o no, los errores de la gestión de Evo Morales, etc.
Algunas de las estrategias de escritura que podemos comentar: la inclusión de las voces ajenas, en estilo directo: “‘Que mataron a mi marido, ¡le tiraron al corazón por estar arrastrando a un herido!’”; la inclusión de su propio estar ahí: “Me pedían que grabara, pero había mucha gente, y entonces me acarreaban por arriba”, “Surcando esa marea del terror, las lágrimas y el dolor, intenté regresar a la calle como fuera, porque las compañeras me pedían que saliera […]”. Así el cronista construye su propio testimonio a partir de lo que ve y oye. Transmite su propio sentir, ya que no escatima la representación de su propia experiencia -“No puedo parar de llorar, mientras intento no parar de escribir”- que se traduce en la sensación de una escritura urgente producida mientras ocurren los sucesos, mientras se está viviendo.
“DESPERTÉMONOS, POR FAVOR”
* Por Nacho Levy, desde El Alto boliviano.
Todavía no pude dormir, ya no quiero, ya no puedo, ya no sé. Cargué la mochila y me vine para Bolivia, pero nunca llegué. Imaginaba cómo sería mostrar una cacería, narrar los crímenes de lesa humanidad, cómo nombrarlos, como informarlos, nunca imaginé cómo sería respirarlos. Veo imágenes que sólo conocía en blanco y negro, mientras me tapo los oídos para volver a escuchar a nuestros desaparecidos, exigiendo memoria, verdad, justicia. Todo se volvió terror, nada se vuelve noticia. Pura oscuridad, hasta que cierro los ojos por piedad. Y las vuelvo a ver viniendo, urgente, un remolino humano fosforescente corriendo desesperadamente hacia mí, cuando yo sabía perfectamente que toda esa gente no sabía quién era, ni cómo había llegado hasta ahí, ni cómo carajo aparecí en ese cabildo abierto de bolivianas y bolivianos que hacían vigilia esperando a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, para contar la masacre de Senkata, todavía las escucho, todavía me mata.
¡Por favor, ayudanos!
¡Por favor, no nos dejen solas!
¡Por favor, prometenos que vamos a salir!
No era una chola, eran diez, ahora quince, ahora treinta, ahora miles y miles que no me dejan dormir. No sabían quién era, pero no me dejaban ir. Lloraban, lloran, temblaban, tiemblan. Y yo me quiero morir. No puedo parar de llorar, mientras intento no parar de escribir. A los empujones, protegido por un ovillo de mujeres, me hicieron llegar al altar de la capilla, donde la CIDH comenzaba a escuchar, todas esas palabras que nunca más en la vida me voy a olvidar. “Que mataron a mi marido, ¡le tiraron al corazón por estar arrastrando a un herido!”. Me pedían que grabara, pero había mucha gente, y entonces me acarreaban por arriba. “¡Yo soy una muerta viva!”, gritó una mujer, cubriéndose con su pañuelo para que no la pudieran ver, hasta que llegó adelante y se dio a conocer. “Soy la testigo que sobrevivió a la masacre, porque sí, claro que me quedé ahí cuando vi venir a los tanques, porque jamás me imaginé que nos venían a matar, que sin más comenzarían a disparar. Y yo lo vi todo, yo vi cómo los mataron y, cuando me di vuelta, pude ver también una niñita muy pequeñita con un disparo en la cara, pero se la llevaron y ya no supimos nada, no la volvimos a ver. Yo me quedé juntando los casquillos, para que nos tengan que creer”.
Llorábamos todos, como vuelvo a llorar ahora en cada renglón: vació una bolsa de vainas, en las narices de la Comisión.
Surcando esa marea del terror, las lágrimas y el dolor, intenté regresar a la calle como fuera, porque las compañeras me pedían que saliera, para charlar con Andrónico, un referente joven del Chapare, un líder cocalero formado para la sucesión, que hoy sigue llamando a la movilización y que también estaba presente, a pesar de la persecución vigente. Era imposible llegar hasta el portón donde un malón procuraba resguardarlo, pero me pedían por favor que intentara entrevistarlo. A los empujones nos terminaron metiendo en un auto que nos esperaba al final del alud, entre los gritos de la multitud que desbordaba la capilla. Y de pronto una mujer metió la cabeza por la ventanilla. Era la mujer del pañuelo, ahora llorando sin consuelo, con el estómago lleno de impotencia y la prepotencia propia de la dignidad, cuando la vida vale menos que la verdad: “Por favor, Andrónico, ¡no te dejes matar!”, “que por favoooor, Andrónico, ¡tienes que cambiar de auto, que ya te están siguiendo, ¡que vinieron a buscarte!”, “que por favor, Andrónico, cómo te lo digo, ¡que van a matarte!”. Salimos arando con el pecho cerrado de frío, con 2 arriba suyo y 2 arriba mío, haciendo esa entrevista que ahí pueden escuchar, pero a las 7 cuadras me tuve que bajar, porque efectivamente debían cambiar de coche, porque efectivamente lo quieren matar. “Gracias, nos vamos a volver a encontrar”.
Otro día, cuando quieran, hablamos del Evo y todos los errores que pudo cometer.
Otro día, cuando quieran, hablamos de las elecciones que vienen a prometer.
Otro día, cuando quieran, hablamos de balances y soñamos un porvenir.
Pero ahora, no podemos, ya no podemos dormir.
Finalmente y para completar una breve muestra de la crónica actual, proponemos la lectura de “El femicidio en Campos y el silencio pujante” de Lautaro Bentivegna[23]. Desde el título se percibe que la temática no da para la diversión, sino para la crítica y la denuncia que, en este caso, va al corazón del sentido común de una población que avala con el silencio.
Si recuperamos algunas de las características del género expuestas arriba, veremos que hay una construcción del sujeto de la enunciación en cuanto a su presencia en el lugar:
El mejor dulce de leche que probé en mi vida se hace ahí y los quesos, por favor, ¡qué delicia! El bar más hermoso en donde me tomé una cerveza está en una esquina del pueblo, frente a la estación de tren. Más de una vez quise mudarme: ¿Quién no quisiera vivir en General Campos?
La pregunta retórica del final de ese enunciado prepara el contraste y la ironía. Esa elaboración responde al clásico “yo vi”. En cambio, otro de los rasgos típicos del periodismo narrativo, el relato de sucesos, está suprimido. Aquí la narratio se resuelve en unas pocas oraciones resuntivas porque el lector sabe a qué femicidio se refiere, unos pocos días atrás era noticia en toda la prensa provincial el asesinato de Camila Guevara:
El domingo pasado, cerca de las seis de la tarde, Martín Colón le disparó por la espalda a Camila Guevara. La mujer de 38 años, madre de tres hijos, de oficio despensera, falleció en el acto. Dos de sus hijos, de 7 y 15 años, la vieron morir. Tras el ataque, Colón se encerró en el baño e intentó suicidarse con el arma calibre 22.
Luego despliega el contraste entre el horror y su silenciamiento coronado por cierto apego a la tradición de la derecha argentina por el gusto a los golpes de Estado: “recuerdo el caso de una maestra que reivindicó a un genocida en un acto escolar […] La mujer fue desplazada por el Ministerio de Educación, pero en el pueblo quedó la sensación de que fue víctima de una injusticia”.
Como la crónica de Ugarte, los relatos o los resúmenes de sucesos narrados por otros medios y que refieren a hechos vinculados con el tema de la argumentación funcionan como prueba, como argumentos para validar la tesis sostenida por el sujeto de la enunciación que no deja de incluir el aquí y ahora de la escritura, en este caso, a través de un leit motiv que estructura el avance de la materia informativa, en tres partes: “Vuelvo al principio, leo, corrijo, actualizo, busco un archivo.”; “Vuelvo al principio, corrijo, busco archivos.”; “Vuelvo al principio”.
El femicidio en Campos y el silencio pujante[24]
20 de enero de 2020, por Lautaro Bentivegna
Un pueblo en donde no quedan calles de tierra, hay –casi– pleno empleo y el sector privado es fuerte y colaborativo. Un pueblo en el que los habitantes se sienten orgullosos de su lugar y son tan unidos que hasta el único club de fútbol se llama Unión. El pueblo en donde hay un intendente imbatible al que casi todos votan hace 20 años y que, desde el regreso a la democracia, tuvo a dos hombres sentados en el Congreso Nacional. Un pueblo que en plena crisis lanzó, con fondos propios, un ambicioso plan de viviendas. El mejor dulce de leche que probé en mi vida se hace ahí y los quesos, por favor, ¡qué delicia! El bar más hermoso en donde me tomé una cerveza está en una esquina del pueblo, frente a la estación de tren. Más de una vez quise mudarme: ¿Quién no quisiera vivir en General Campos?
Vuelvo al principio, leo, corrijo, actualizo, busco un archivo.
Un pueblo pujante, autónomo, la perla del sur pampeano donde se cometió el primer femicidio del año 2020.
El domingo pasado, cerca de las seis de la tarde, Martín Colón le disparó por la espalda a Camila Guevara. La mujer de 38 años, madre de tres hijos, de oficio despensera, falleció en el acto. Dos de sus hijos, de 7 y 15 años, la vieron morir. Tras el ataque, Colón se encerró en el baño e intentó suicidarse con el arma calibre 22.
La escena se repite: despensera pampeana asesinada por marido violento que luego se suicida en un domingo de calor. Fue hace cinco años, el 14 de diciembre de 2014, en el barrio Néstor Kirchner de Santa Rosa. Juan Braum, mató a su ex mujer, Maria Zulema Liek de un disparo en el pecho. En la capital provincial, los días posteriores al crimen, se hicieron marchas reclamando políticas públicas para frenar la violencia.
En General Campos, hasta hoy, no hubo marchas. El día después del asesinato, un grupo de mujeres quiso movilizarse para pedir Justicia. El mismo pueblo logró desactivar la manifestación con la excusa de que la familia estaba de duelo, procesando semejante dolor.
Vuelvo al principio, corrijo, busco archivos.
Un pueblo pujante, que busca pasar desapercibido, donde se cometió el primer femicidio del 2020.
Una de las últimas veces que estuve en Campos, sugerí hacer una nota sobre el plan de viviendas lanzado por el intendente. Alguien me dijo que mejor no, que no levante perdiz, que no hace falta más gente. En los últimos tres censos nacionales consta que en dos décadas la población creció poco: apenas 221 habitantes.
Antes de fin de año, en otra visita, escuché una conversación en la que se hablaba de una pareja del pueblo. Alguien contaba, con total naturalidad, que el hombre le pegaba a la mujer y que entonces, tras la paliza, ella abandonaba la casa con los hijos a cuestas pero que al tiempo volvían a vivir una luna de miel. “Viste como son, van y vienen. Viven así”. Fin de la conversación.
En el 2018, una estudiante denunció haber sido víctima de discriminación por ser descendiente de inmigrantes judíos. Su relato fue distinguido en un certamen lanzado por INADI y su historia fue tapa de El Diario de La Pampa y citada por los porteños Clarín y La Nación. Cuando le pregunté a alguien del pueblo por la noticia, me dijo sin tapujos: “La piba es re exagerada. Algún boludo le dijo eso en la escuela, en joda, y ella se hizo un mundo”.
Más atrás en el tiempo, pero no hace tanto, recuerdo el caso de una maestra que reivindicó a un genocida en un acto escolar. Salió en todos los medios, algunos nacionales. Cuando intentó aclarar la situación en una radio la oscureció: terminó por reivindicar la matanza de pueblos originarios. La mujer fue desplazada por el Ministerio de Educación, pero en el pueblo quedó la sensación de que fue víctima de una injusticia.
Vuelvo al principio.
Un pueblo pujante, de gente unida y ordenada, en torno al silencio.
Martín Colón murió hoy, tres días después de asesinar a Camila Guevara.
En algún lugar la rabia sigue. ¿Ustedes también escuchan el ruido?
4.6. Consideraciones finales
Antes del final de este apartado, resulta oportuno traer las palabras de otro cronista argentino, Martín Caparrós quien, en una exposición pública, ubica la crónica en el periodismo, aunque no desestima el trabajo con la lengua que depara el género. Incluso señala que “cierto periodismo es una rama de la literatura” (607)[25]. Agrega algunas consideraciones:
[…] el periodismo cultural […] es el que crea una cultura, no el que habla sobre lo que ya existe. Eso, creo, es la crónica (607).
La crónica es el género de no ficción donde la escritura pesa más (608).
La crónica es una mezcla, en proporciones tornadizas, de mirada y escritura. Mirar es central para el cronista, mirar en sentido fuerte. Mirar y ver se han confundido, ya pocos saben cuál es cuál. Pero entre mirar y ver hay una diferencia radical. Ver […] es «percibir por los ojos los objetos mediante la acción de la luz»; mirar es «dirigir la vista a un objeto». Mirar es la búsqueda, la actitud consciente y voluntaria de tratar de aprehender lo que hay alrededor (y de aprender). Para el cronista, mirar con toda la fuerza posible es decisivo. Es decisivo adoptar la actitud del cazador. […] Mirar donde parece que no pasara nada, aprender a mirar de nuevo lo que ya conocemos. Buscar, buscar, buscar. Uno de los mayores atractivos de componer una crónica es esa obligación de la mirada extrema. (609)
Uno de los aportes quizá más significativos de Caparrós se relaciona con la diferenciación entre la noticia y la crónica. La noticia, señala, va detrás del poder, de los famosos, “la información postula un modelo de mundo” que le interesa a unos pocos; la crónica, en cambio, “se rebela contra eso cuando intenta mostrar, en sus historias, las vidas de todos, de cualquiera” (610).
Las palabras de Caparrós ayudan a llegar al final, ahora sí, de este apartado y también refuerzan la idea de la crónica como género híbrido. La hibridez ha sido reconocida incluso en las Crónicas de Indias, entre la historia y la literatura y luego, las crónicas modernistas inauguran el parentesco entre literatura y periodismo, que se continúa en las crónicas del presente.
La crónica es un texto argumentativo, ya sea que tome las novedades de la hora como el caso del texto de Levy o que tome un suceso para restablecer la memoria como sucede en las crónicas de Lemebel. La apelación argumentativa se realiza con estrategias escriturarias propias de la literatura: de la novela, del cuento, del género teatral, es decir, técnicas de recreación de ambientes, de construcción de personajes, de incorporación de diálogos.
El sujeto de la enunciación no se esconde en la crónica, aparece muchas veces de manera insistente. Se incluye en el texto el derrotero del cronista. Por eso, el yo vi y oí de los cronistas de Indias sigue siendo un modo de construcción en la crónica actual que, sin embargo, no debe restarle mérito a los grandes periodistas escritores del siglo XX, Gabriel García Márquez, Rodolfo Walsh, Carlos Monsivais.
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Rotker, Susana. La invención de la crónica. Fondo de Cultura Económica, 2005.
Romera, Ángel. Manual de retórica digital. http://retorica.librodenotas.com/
Rosano, Susana. “Pedro Lemebel y su poética del devenir”. Texturas Nº 12, vol. 12, (2019), pp. 191-203.
Scardamalia, Marlene y Charles Bereiter. “Dos modelos explicativos de los procesos de composición escrita”. Infancia y aprendizaje 58 (1992): 43-64.
Solis, María Cristina. La argumentación en la enunciación. La construcción del proceso argumentativo en el discurso. Programa editorial, 2015.
Ugarte, Manuel. Crónicas del boulevard. Garnier, 1903.
Van Dijk, Teun A. La ciencia del texto. Paidós, 1992.
Villoro, Juan. “La crónica, ornitorrinco de la prosa”. Darío Jaramillo (Ed.), Antología de crónica latinoamericana actual. Alfaguara, 2012, pp. 577-582.
Wolfe, Tom. El nuevo periodismo. Anagrama, 1977.
- Forma de razonamiento compuesta por dos premisas y una conclusión que se deriva de ellas. En el caso de la lógica formal, esas premisas son verdades universales e indiscutibles, en cambio en la retórica, pueden ser probables y sus conclusiones no constituyen verdades absolutas.↵
- Recordemos que el otro enfoque desde el que se aborda la argumentación es el lógico que trabaja sobre la base d razonamientos lógico-deductivos denominados silogismos.↵
- Para más detalle ver Marafiotti et al.↵
- Las otras dos operaciones no son tomadas en cuenta en las dimensiones textualistas porque corresponden a la oratoria o al discurso argumentativo oral: la memoria (memorización del discurso para ser expuesto oralmente) y actio (representación de lo dicho frente al auditorio) (Alvarado y Yeannoteguy).↵
- Link para acceder al texto completo: https://www.pagina12.com.ar/93677-catastrofe↵
- El enlace de acceso al sitio de Educ.ar es el siguiente (consultado el 14-08-2020): https://bit.ly/38ue8e9. ↵
- En este texto, no se produce una instancia de altercatio, pero, por ejemplo, en la nota de Santiago Mayor (que analizamos en el capítulo 5), el entrevistado utiliza un argumento de su oponente para refutarlo y operar una contraargumentación: “El entrevistado añadió que Mendoza asegura carecer de agua suficiente ya que entregarla significaría arruinar zonas actualmente en producción. Lo que no dicen es que sus sistemas de riego son de bajísima eficiencia, solo 30%”, y aún riegan ´por inundación y por surco´. ´Si regaran por sistemas modernos, aspersión y goteo economizarían agua y podrían regar más y dar agua a nuestra provincia´, apuntó el integrante de la Fundación Chadileuvú”.↵
- El manual de retórica digital de Ángel Romera puede consultarse en http://retorica.librodenotas.com/ ↵
- El texto de Alejandro Dolina puede consultarse en el siguiente enlace: https://bit.ly/2KuZBHb.↵
- Teun van Dijk asevera: “Estos diferentes tipos de textos se diferencian entre sí, no sólo por sus diferentes funciones comunicativas y, por ello también, por sus funciones sociales, sino que además poseen diferentes tipos de construcción. Denominamos superestructura a las estructuras globales que caracterizan el tipo de un texto […] Para decirlo metafóricamente: una superestructura es un tipo de forma del texto, cuyo objeto, el tema, es decir: la macroestructura, es el contenido del texto (142). Cabe señalar que este autor indica que las superestructuras no se definen a partir de su vínculo con oraciones o secuencias aisladas de un texto, sino con el texto en su conjunto. De ahí que él piensa a partir de estructuras globales y no desde estructuras locales o microestructuras en el nivel de las oraciones. ↵
- El texto se encuentra en el siguiente enlace: https://www.oei.es/historico/divulgacioncientifica/?Superbacterias-resistentes-a-antibioticos.↵
- La información está tomada de Carrera, Gustavo Luis (2016). ↵
- Walter Mignolo hace una distinción tipológica y establece cuatro grupos de textos coloniales durante el período de descubrimiento, conquista y colonización de América: cartas relatorías, relaciones, crónicas y una cuarta categoría diferente de las otras tres porque tienen intencionalidad literaria, épico poética, como por ejemplo, La Araucana de Alonso Ercilla.↵
- Aníbal González señala: “desde la novela naturalista de Emile Zola, pasando por la novela decadente de Huysmans, hasta A la recherche du temps perdu de Proust y el Ulysses de Joyce” (64).↵
- Aníbal González menciona los trabajos del Spectator de Addison, los escritos de Balzac, de Jouy, los artículos de Larra y agrega: “El costumbrismo romántico fue uno de los primeros acercamientos entre la naciente institución literaria y el discurso de las ciencias naturales y no fue por azar que ese intento de síntesis se manifestó primeramente en las páginas de los diarios ya que la institución del periodismo, con su interés de recopilar y diseminar, informaciones verídicas, compartía plenamente la epistemología empirista” (67). También, Susana Rotker reconoce como antecedente de la crónica modernista el cuadro de costumbres y menciona al peruano, Ricardo Palma y al español, Mariano José de Larra (123). ↵
- En enero de 1898 apareció en la primera página del periódico L’Aurore el artículo “Yo acuso”, firmado por Émile Zola quien, en forma de una carta abierta al presidente de la República exponía todas las irregularidades del caso.↵
- El nuevo periodismo fue publicado en inglés en 1973 y luego traducido al español por la editorial Anagrama. ↵
- Darío Jaramillo retoma las palabras de Tomás Eloy Martínez quien señala que “la crónica es tal vez el género central de la literatura argentina. La tradición literaria parte de una crónica magistral el Facundo. Otros libros capitales como Una excursión a los indios ranqueles, de Mansilla; Martín Fierro de Hernández; En viaje, de Cané; La Australia argentina, de Payró; los Aguafuertes de Arlt; Historia universal de la infamia y Otras inquisiciones de Borges; los dos volúmenes misceláneos de Cortázar (La vuelta al mundo… y Último Round); y los documentos de Rodolfo Walsh son variaciones que, como el país, es híbrido y fronterizo” (13).↵
- Se mencionan las siguientes: Etiqueta negra (Perú), Gatopardo (que comenzó en Colombia y luego en Argentina y México), El Malpensante y Soho (Colombia), Lamujerdemivida y Orsai (Argentina), Pie izquierdo (Bolivia), Marcapasos (Venezuela), Letras Libres (México), The Clinic y Paula (Chile). (Jaramillo p. 14). Esa lista es apenas una muestra ya que existen muchísimas otras que tienen circulación en la web.↵
- Este texto tiene el título entre comillas porque es una frase dicha en el momento mismo en que ocurren los sucesos; está tomada de la página de Facebook de La Garganta Poderosa y también por esos días fue replicada en algunos medios periodísticos digitales como el sitio Jujuy dice, con el título: “Despertémonos, por favor”, los derechos humanos vulnerados en Bolivia. A ese titular le agregan una volanta y una bajada. Cfr. http://www.jujuydice.com.ar/noticias/opinion-8/despertemonos-por-favor-los-derechos-humanos-vulnerados-en-bolivia-47187. ↵
- Nacho Levy es periodista y militante popular. Edita la revista La Garganta Poderosa y es uno de los referentes de la organización La Poderosa, creada en 2002, en la villa Zavaleta y hoy presente en más de cuarenta lugares de Argentina.↵
- Luego de una seguidilla de acciones de violencia, el 10 de noviembre de 2019, el presidente de Bolivia, Evo Morales accede a presentar la renuncia para evitar mayores ataques a la población. El 12 de noviembre, la senadora Jeanine Áñez se autoproclama presidenta de Bolivia sin quórum en el Parlamento. Solo recibe el apoyo de los opositores y los dos tercios de la Cámara rechazan su sucesión. De esa manera, se consuma el golpe de Estado. El 19 de noviembre, la violencia continúa y se conoce a través de los medios de prensa el suceso de Senkata. La crónica aparece publicada el día 28 de noviembre de 2019, en medios digitales: https://bit.ly/2M4zXth y el 27 en la página de Facebook, La garganta poderosa Bolivia.↵
- Nació en Bahía Blanca en 1987 y pasó su infancia en Guatraché, un pueblo minúsculo del sur de La Pampa. En la ciudad de Córdoba, estudió Comunicación, fundó una revista con amigos y cubrió dos juicios por delitos de Lesa Humanidad para el periódico Será Justicia. Colaboró en Infojus Noticias y en la Revista Cima. Regresó a La Pampa en 2012 para trabajar en La Arena y se encariñó con policiales, la sección marginada del diario más viejo y tradicional de la provincia. Vio y escribió sobre ladrones, homicidas, tahúres, siniestros viales, víctimas y victimarios. Persiguió ambulancias por toda la ciudad de Santa Rosa y pasó varias temporadas corriendo detrás del fuego. En 2015 fundó junto a Matías Sapegno el Festival ¡PAM! de periodismo y literatura. Desde el 2016 trabaja en el informativo de CPE Tv, el canal de la Cooperativa Popular de Electricidad. (Biografía tomada de la Revista Anfibia.) https://revistaanfibia.com/autor/lautaro-bentivegna-2/↵
- Publicado en Diario Textual.↵
- “Por la crónica” es la ponencia que Martín Caparrós lee en el “Por la crónica”. Congreso internacional de la lengua española. Cartagena, 2007. Luego el texto se incluye en Antología de la crónica latinoamericana actual, compilada por Darío Jaramillo.↵