Otras publicaciones:

9789877230055_fullcover

12-3772t

Otras publicaciones:

9789877230413-frontcoverjpg

DT_Tirole_Navajas_13x20_OK1

4 Conclusiones

La relación entre Roberto Arlt y Gabriel García Márquez trasciende la simple suposición de las coincidencias que se registraron en sus vidas y obras distantes en el tiempo.

Por tanto, este trabajo establece analogías entre sus identidades biográficas, sus recorridos profesionales y sus obras periodísticas.

Por ejemplo, un paralelismo es que ambos pertenecieron y se insertaron a los engranajes de las industrias culturales de sus épocas, concepto entendido como “los grupos empresariales que emitían productos infocomunicacionales segmentados para grupos específicos” (Becerra, 2008; p. 70). Recordó Becerra que estas industrias culturales “innovaron contenidos, formatos, estilos y contribuyeron con la profesionalización de las tareas y oficios de producción, creación y trabajo cultural”. En este caso para el periodismo.

Roberto Arlt, escritor y periodista ya reconocido, ingresó al diario El Mundo, en 1928, que era el nuevo medio del grupo editorial Haynes, animador de los productos periodísticos argentinos desde comienzos del siglo XX y donde comenzó a escribir las Aguafuertes Porteñas, que lo catapultaron como el “cronista de su tiempo y sin tiempo”, según el periodista Emanuel Respighi (2015), en un artículo de Página 12.

Entre tanto Gabriel García Márquez comenzó a ejercer el periodismo en forma en 1948, cuando los medios colombianos estuvieron influenciados por las transformaciones globales y por la situación política, económica y cultural del país, luego de la Segunda Guerra Mundial y el período de violencia política que estalló ese año con el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, tal y como lo refirió el sistema cultural del Banco de la República, el emisor colombiano: “Comenzó un proceso de modernización y de compromiso con nuevos retos: la información y la comunicación de noticias e historias trascendentales dentro de la vida cotidiana colombiana”, una forma de producir apalancada por el desarrollo empresarial de los medios impresos y de la radio.

Ahora bien, se establecen cinco analogías de vida entre Arlt y García Márquez y que marcaron su futura relación con el periodismo y la literatura: 1. Su pasión por leer y las lecturas de los autores que los marcaron en su formación intelectual, así como para el estímulo de su imaginación; 2. El autoritarismo y la ausencia de los padres, así como la pésima relación con ellos. 3. La enfermedad pulmonar que los afectó (Arlt regresa de Córdoba con bronconeumonía en 1924 y García Márquez contrae pulmonía en marzo de 1949, cuando trabajaba El Universal de Cartagena); además la pobreza apretaba y sus zapatos estaban rotos (Arlt caminaba como maniático por el barrio de Flores con sus manuscritos bajo el brazo; García Márquez mal vivía con lo que le pagaban por sus columnas y editoriales en el diario cartagenero y re usaba su calzado que mandaba a arreglar en las zapaterías); 4. Ambos fueron vendedores de libros, un pretexto para su formación y acopio de herramientas literarias, a la vez que ejercían el oficio periodístico (Arlt vendía libros viejos en el barrio de Flores y García Márquez fue agente de la editorial argentina Losada, en 1952, cuando se cansó de la rutina en El Heraldo de Barranquilla); y 5. Sus ropas extrañas y el gusto por las hetairas. En su recorrido por el norte africano, Arlt vestía como los “berebere” del desierto e intercambiaba fotografías para que las muchachas libres de la morería le abrieran las puertas de sus casas y conociera sus historias, además de flirtear con ellas, como con Menana; García Márquez vivió un año y medio en el burdel El Rascacielos, de Barranquilla, donde “las muchachitas que se acostaban por hambre” le lavaban y planchaban las dos mudas de ropa que tenía y sus camisas de colorines y diseños, por las cuales lo apodaron “Trapo loco”. Ellas le prestaban el jabón, mientras que él les prodigaba amor, y cuyas historias luego poblaron páginas enteras de sus crónicas, cuentos y novelas.

Junto a estas experiencias de vida en paralelo, de estas analogías, se establecen cuatro relaciones latentes y manifiestas en el ejercicio como periodistas y escritores. En su libro Teoría y relaciones sociales, Robert King Merton (1965) afirmó que las relaciones o funciones manifiestas, “son las consecuencias objetivas que contribuyen al ajuste o adaptación del sistema y que son buscadas y reconocidas por los participantes en el mismo”, mientras que las relaciones o funciones latentes, “son, correlativamente, las no buscadas ni reconocidas” (Merton, 1965; p. 61). Son todas ellas: la praxis o práctica del periodismo, como forma de sustento laboral y que nutrió sus obras de literatura; la acción del reportero; el principio de la verosimilitud, y el mundo de lo real-fantástico o real maravilloso.

En cuanto a la práctica periodística —relación manifiesta— Arlt y García Márquez la ejercieron como método, como trabajo que les dio el sustento en algunos casos, y en otros, aliento y técnicas narrativas que se trasladaron a sus obras literarias paralelas o posteriores.

Sobre Arlt, Rita Gnutzmann (2004) dijo que sus escritos como las Aguafuertes Porteñas “fueron testimonio de la situación sociopolítica y cultural de la Argentina de aquellos años” (Pág. 143), los de la década del 20 del siglo pasado y el movimiento social y cultural de ciudades como Buenos Aires, uno que retrató como periodista en ejercicio.

En Cartagena, García Márquez de El Universal, combinaba ambos oficios, ejercía el periodismo y la literatura, a veces sin darse cuenta, porque, “la mitad de la noche se le iba seleccionando y ajustando noticias de los cables internacionales, o dictándoles los textos directamente a los linotipistas cuando el tiempo no alcanzaba, o charlando con sus compañeros, sin darse cuenta de que ya estaban preparando en las tertulias buena parte de la edición del día siguiente” (Saldívar, 1997; pp, 201-202).

La reportería es la segunda relación manifiesta. Ambos, Arlt y García Márquez la aprendieron de sus maestros como la herramienta básica del periodismo, así como de los antecesores literatos-periodistas en Argentina, donde se vivieron procesos similares de la tensión generada entre los escritores herederos y los escritores profesionales, quienes ejercieron el periodismo desde diferentes ópticas y necesidades; los primeros como hobby y estatus social, los segundos como sustento y trabajo formal en una empresa mediática.

Arlt recibió el influjo de escritores profesionales como Benito Lynch y Horacio Quiroga, a quienes admiró, mientras que García Márquez fue influenciado por los poetas del movimiento literario colombiano Piedra y Cielo, los clásicos griegos y latinos, Rubén Darío, Alejo Carpentier y Jorge Luis Borges, entre otros. La gran mayoría de dichos escritores también fueron periodistas y desarrollaron sus estilos a la hora de abordar una fuente, investigar un suceso, lograr recopilar la información, es decir hacer reportería.

La tercera relación —latente— es el principio de la verosimilitud, es decir, aquel “con el que se busca que el lector crea que lo que está leyendo, por muy retorcido que parezca, es una condición esencial para la construcción de una obra literaria” (Centeno, 2007; p, 22). Tanto Arlt y García Márquez se destacaron en sus escritos periodísticos y novelados para que fuese totalmente creíble lo que exponían.

Noé Jitrik (2018) recordó que “cuando aparece la opinión en medio de un Aguafuerte de Arlt, uno puede decir yo no me la creo, no es cierto, qué es lo que me está contando este tipo, pero es creíble por la fuerza del lenguaje, por la fuerza de la respiración, por las imágenes”.

En un documental que hizo el Canal Once, de México (2014), García Márquez afirmaba que “la escritura de ficción es un acto hipnótico. Uno trata de hipnotizar al lector para que no piense sino solo en el cuento que le estás contando. Y eso requiere una cantidad de clavos, y tornillos y bisagras para que no despierte. Esa es la carpintería, la técnica de contar, de escribir o la técnica de hacer una película.

Y la cuarta relación y manifiesta es lo real o el realismo. Ambos extractaban de la realidad que cubrían como reporteros el insumo para elaborar sus obras literarias. Arlt como inventor, en Los Siete Locos y Los Lanzallamas. García Márquez hizo lo propio con la historia real de sus abuelos y padres en Cien años de soledad y el asesinato del conocido y amigo de la familia, Cayetano Gentile, en Crónica de una muerte anunciada. “Yo no soy un escritor del realismo mágico, soy el escritor más realista de la América Latina”, afirmó en el documental de Canal Once, de México (2014).

Jitrik (2018) aseguró que la verosimilitud era muy importante en el realismo crudo. “La idea de inverosimilitud satura al realismo y lo cambia. A eso se lo llama Realismo Mágico o Real Maravilloso; Real maravilloso es un concepto descriptivo” (Pág. 79).

En este punto, es decir dentro de las analogías explicadas existen —como se observó en el capítulo 2 (página 71)— una serie de vasos comunicantes, mediante los cuales se refuerzan los contactos en las vidas y recorridos profesionales entre Arlt y García Márquez. Estos vasos comunicantes son indirectos y directos.

Los indirectos se establecen mediante la conexión y puente a partir de la vida y obra de Jorge Luis Borges, quien se relacionó con ambos escritores-periodistas.

Con Arlt, Borges fue contemporáneo y compartió labores periodísticas en la misma empresa, el grupo Haynes, es decir compartieron su línea editorial. Jorge Rivera (1992) confirmó que Borges mantuvo una vinculación constante con el periodismo cultural argentino, aunque su participación no fue tan directa como sí la tuvo Arlt, como notero o cronista. Para Sylvia Saítta (2018) Borges ocupó lugares “clásicos” del periodista, es decir como columnista, en la reseña de los libros y en la dirección de suplementos culturales. Arlt fue el reportero por excelencia.

Otro punto de contacto entre Arlt y Borges radica en que sí había un concepto de profesionalidad y recibieron un pago por sus colaboraciones en los medios de gran formato de la época, como La Nación, La Prensa, Crítica y la revista El Hogar, así como para Síntesis, Sur y Nosotros, pese a los recursos escasos de estas tres últimas. Entre tanto, García Márquez recibía su menguado salario por su trabajo en El Universal y El Heraldo.

Ahora bien, con García Márquez, Borges vivenció colaboraciones literarias fundamentales: su primer cuento publicado en Colombia —Emma Zunz— fue difundido por García Márquez en su emprendimiento periodístico llamado Crónica, su mejor Weekend, semanario barranquillero que duró tan solo 14 meses. De otro lado, el también primer cuento de García Márquez publicado en Argentina estuvo en Revista Sur, que Borges dirigió un tiempo. Además, García Márquez reconoció muchas veces en público y en privado, que Borges fue una de las influencias en su vida de lector y luego de escritor.

García Márquez y Borges también fueron empresarios del periodismo. Borges con Proa y Sur, García Márquez con Crónica, su mejor weekend, donde hacían de todo, desde titular, fotos, diseño y ventas. Arlt —aunque no fue su fundador— sí colaboró decididamente y ejerció esas mismas tareas periodísticas en Bandera Roja.

Otro vaso comunicante entre Borges y García Márquez fue Kafka. Borges lo exaltó las páginas de la revista El Hogar y lo incluyo en su mítica Biblioteca Babel. García Márquez descubrió con Kafka que si alguien era capaz de escribir cosas así, entonces él también podría probar a contar las historias que le repetía su abuela desde niño (Saldívar, 1997).

Otra conexión o vaso comunicante indirecto entre Arlt y García Márquez es la búsqueda de vanguardias literarias de sus épocas. Primero a través de Borges porque, si Arlt y Borges tuvieron relación directa literaria en el grupo martinfierrista, la búsqueda de vanguardias y de formas de contar se transmiten a su vez entre Arlt y García Márquez. ¿Cómo? Por la incesante vinculación de García Márquez en las vanguardias literarias y periodísticas que integró y animó con la gente de El Universal y en el llamado Grupo de Cartagena, y luego con el Grupo de El Heraldo o de Barranquilla, o La Cueva, donde debatían acaloradamente los momentos de actualidad tanto en las letras, como en el periodismo, como cuando devoraban Life o Time, o las obras de Hemingway, Dos Passos, Woolf.

Si García Márquez reconoció a Borges como maestro literario y leyó toda su obra, la conexión entre ambos es latente en cuanto al sentido fantástico, el concepto del sino trágico, la muerte y el uso de principios de verosimilitud y realismo. Por tanto, hay transmisión de Arlt hacia el colombiano, especialmente en estos conceptos —verosimilitud, realismo y tragedia— que el autor de El Juguete Rabioso imprimió en sus novelas y piezas teatrales, 20 años antes que el Nobel.

Sylvia Saítta (2018) ratificó la unión comunicante entre Arlt, Borges y García Márquez, a través de la práctica del periodismo y de la literatura y de la relación intrínseca entre ambos campos. Si Arlt y Borges tuvieron relación o vaso comunicante en cuanto a la práctica del oficio periodístico, entonces hay transmisión y equiparación de niveles en forma indirecta entre Arlt y García Márquez, quien también molió zapatos buscando noticias, y encontrando historias.

También hubo un vaso comunicante indirecto —entre los tres— al usar a los medios, en este caso revistas, como plataformas para sus cuentos y producciones literarias. Esa concepción trascendió fronteras con la publicación de cuentos mutuos entre Borges y García Márquez, tanto en Crónica, como en Sur, respectivamente. Arlt hizo lo propio cuando era joven y publicó su primer cuento titulado Jehová, en la Revista Popular, que dirigía el reconocido escritor del barrio porteño de Flores, Juan José de Soiza Reilly.

Y quizás el vaso comunicante indirecto más importante fue la revalorización de la obra artliana después de su muerte, tarea a cargo del intelectual de izquierda, Raúl Larra y su Editorial Futuro. En 1950, Larra comienza a publicar sistemáticamente la obra del escritor y periodista Arlt, que había quedado relegada después de su muerte, especialmente las Aguafuertes Porteñas, su herencia periodística (Gilbert, 2001). Dicha publicación póstuma de la obra de Arlt impacta en el periodismo y en las formas de contar a través de diversos géneros como la crónica, cuando justamente —en ese año— García Márquez comienza a ser conocido por sus escritos en las salas de redacción de los diarios regionales El Universal y El Heraldo.

Ahora bien, se establecen cuatro vasos comunicantes directos entre Arlt y García Márquez: la bohemia; el uso del lenguaje; la producción al mismo tiempo de crónica; y ambos fueron creadores y disruptores a través de la hibridación y el manejo de la mordacidad, heredada del escritor y periodista colombiano José María Vargas Vila y pulida por sus propias personalidades.

La bohemia periodística, o primer vaso comunicante directo, significó el cierre de las ediciones de los periódicos y los momentos posteriores, como las tertulias en los cafés y bares donde departían con lo más granado de la política, literatura, la poesía y el mismo periodismo de sus épocas.

Arlt transitó su barrio Flores, de Buenos Aires, y tuvo sus primeros contactos literarios y periodísticos en el centro de la ciudad, en el llamado por su colega Alberto Pineta, el “fleet street” porteño, como la afamada calle londinense donde se concentraba el poder político y mediático. De la revista Don Goyo y sus colaboraciones quincenales y fantasmales con Última Hora, llegó a Crítica, donde la socialización con sus camaradas y hasta con la competencia se llevaba acaloradas discusiones, bebida y hasta bien entrada la noche o la madrugada.

García Márquez vivenció este mismo ambiente productivo del periodismo en dos etapas de su vida; como escritor primerizo de cuentos y poemas, antes del Bogotazo, de 1948, y luego como reportero y cronista de El Espectador, cuando la crema y nata de la profesión y de la literatura se reunía en los cafés del centro bogotano. Nombres como El Gato Negro, El Automático, Asturias, Colombia, compartían la zona céntrica, en el llamado hoy Eje Ambiental de Bogotá, y donde quedaban además los periódicos y las emisoras de entonces.

El segundo vaso comunicante directo fue el manejo del lenguaje, es decir el rescate del Lunfardo y del hablar Caribe y del “mamagallismo” (tomadura de pelo) como una forma de resistencia.

Noé Jitrik (2018) manifestó que en cuanto al lenguaje, “pocos pudieron como Arlt, entender de qué manera diversas capas del habla urbana podían entrar en una escritura que, desde el inicio, deseaba trascenderlas (obtener la gloria, el reconocimiento): el lunfardo, el coloquialismo, la llaneza, etc, todo lo cual conforma una actitud que no solo la Academia podía condenar sino que atacaba al academicismo”.

García Márquez fue un cultor del idioma, desde su aprendizaje de los clásicos literarios y su sólida formación académica en el Liceo Nacional de Varones de Zipaquirá, Colombia. Pero este conocimiento lo usó como la rebeldía contra el sistema establecido del habla, del doxa bogotano, que representaba lo culto, lo políticamente correcto, el arte. Usar las palabras “culo” o “mierda”, muy de la costa Caribe, era mal visto por los círculos intelectuales andinos. En entrevista al programa “La vida según…”, de Televisión Española (TVE), García Márquez dijo que “la Real Academia de la Lengua en España es una policía del idioma. No lo deja ir por la calle, para que se pervierta… No puedo concebir una lengua más rica, maravillosa y radiante que la castellana. Lo voy a seguir haciendo, escribiendo, pero con absoluta libertad” (1995).

El tercer vaso comunicante y descubierto para esta tesis es que Arlt y García Márquez sí produjeron al mismo tiempo. En 1940, año crucial personal para ambos, publicaron crónicas. Mientras Arlt difundió en junio de ese año, su escrito de Al Margen del Cable, titulado, La Tintorería de las Palabras, García Márquez hizo lo propio —y en el mismo mes— con la llamada Crónica de Segunda División, y que difundió la revista Juventud, de su colegio San José de Barranquilla, donde hacía el bachillerato.

Al aplicar el actual análisis narratológico, como el expuesto por el italiano Franco Moretti, se logra determinar un punto de unión en esos escritos que los acercó en el tiempo: y es el bullying o matoneo entre seres humanos que se registra con angustia.

En el primer texto, el de la Tintorería, Arlt expresa ese sinsabor, esa angustia por encontrar con qué palabras se nombrará al desastre mundial provocado por la Segunda Guerra Mundial, en ese momento, en pleno desarrollo; un bullying ejercido por un abusivo, en este caso Alemania, contra los pueblos vecinos y contra el mundo, frente a los aliados que tuvieron que unirse para enfrentar al régimen nazi.

En el segundo texto, el de las crónicas de García Márquez, el jovencísimo caribeño colombiano narra con detalle y ya con atisbos de su estilo directo y sin dobleces, ni figuras retóricas, el bullying o abuso de los mayores de curso, los de la primera división que envían a cocotazos y a piñas a los más chicos a otro salón… En este caso un abuso escolar que no pasó de ojos negros y empujones, enfrentado a otro que causó muertes. Pero en ambos escritos, la conexión —y sin conocerse ni saber de su existencia— queda expuesta por medio de la lectura de ambos y el hallazgo de esa relación latente. Como dice Moretti en su Atlas de la novela europea,hay que pensar no solo en lo que sucede adentro de los textos, sino en los modos en que circularon los mismos (…) los textos dialogan solos por una operación de lectura y se van iluminando así mismos”.

El cuarto vaso comunicante es que Arlt y García Márquez como creadores conocieron las reglas, el sistema productivo, y a partir de su creatividad, saltaron la barda, fueron disruptores, patearon el tablero, lo transformaron, tanto para la literatura, como para la crónica periodística.

Como diría Deleuze (1987) es en nombre de esa creación, como un acto individual, que el creador tiene algo que decirle a alguien desde cualquier disciplina científica o artística, y por supuesto como un acto de resistencia. Y ambos le contaron al mundo sus historias con maestría y trabajo, siendo también, en sus épocas y contextos, rebeldes contra la rutina.

Según Sylvia Saítta (2018) en entrevista para este trabajo, Arlt cumplió su sentencia de ganar el espacio en el periodismo y en la literatura por prepotencia de trabajo. García Márquez también fue infranqueable en el trabajo y se derrotó asimismo y a su pesimismo y timidez, que llamó inveterados y hereditarios, para ganar el espacio con sus primeras columnas y crónicas en el Caribe y luego consagrarse en El Espectador, diario bogotano.

Pero quizá la ruptura más grande que hicieron fue que hibridaron, es decir mezclaron estilos y de acuerdo con Noé Jitrik (2018), imprimieron sus diferentes respiraciones a la hora de hacer crónicas periodísticas, en donde los géneros perdieron sus fronteras y en los mismos escritos cohabitaron la opinión del periodista y los datos informativos, así como la literatura. Leer a Arlt es como estar al lado o seguir a un asmático. Leer a García Márquez es como estar en la playa frente al mar, que puede estar en calma y luego picarse y ganar toda la furia.

García Márquez también dislocó el tiempo, como afirmó la escritora Silvina Friera, quien se refirió a la novedosa técnica usada en Crónica de una muerte anunciada: “Atrás es adelante y entonces ahora. En los recovecos del relato, revelados por ese trajín, se haya buena parte de la tensión de la historia. Un recurso probablemente tomado del cine”.

En esa hibridación, Arlt se destacó, según Sylvia Saítta (2018) por la curiosidad innata en el periodista y escritor, una capacidad que lo llevó a experimentar con las formas de contar o de narrar y también con tubos de ensayos y pipetas, como inventor y anticipar las medias de Lycra. Pero además, como el precursor del concepto del periodista multitask, al adelantarse casi 80 años al mismo. El multitask es un periodista que, además de su trabajo reporteril y de redacción, toma fotos, graba videos, y hoy hace redes sociales y marketing digital: “Arlt, con cámara fotográfica en mano, asume el rol de periodista denunciante que juzga intolerable la desigualdad existente entre las clases sociales” (Saíita, 2002).

En ese recorrido para ser diferentes, Arlt y García Márquez usaron la mordacidad, estilo que reconocieron fue influencia del escritor colombiano, y también periodista, José María Vargas Vila. El costumbrismo, la mordacidad y el sarcasmo atraviesan las Aguafuertes Porteñas, de Arlt, y Las Jirafas, de García Márquez.

Otra conclusión es que ambos, Arlt y García Márquez ejercieron con maestría los campos del periodismo y la literatura a partir de la crónica, como el género canónico e indeterminado. Una relación entre periodismo y literatura que es latente y promiscua, como diría Chillón (1999) y ambos fluyeron hacia adelante y permitieron momentos consagratorios de la literatura y del género crónica, como en Argentina, gracias a la revalorización de la obra arltiana por Raúl Larra y su Editorial Futuro en 1950.

Ese fluir y ejemplo permitió momentos consagratorios de la crónica latinoamericana y de la literatura, como el Boom (del que García Márquez fue una de sus estrellas), y el surgimiento del semanario Primera Plana, modelo argentino que replicó el ejemplo estadounidense de Time, mediante el lema de Timmerman, “las noticias son historias; y otras prácticas que imitaron formas de narrar con la mezcla de literatura y periodismo de manera independiente, con ejemplos como Rodolfo Walsh y Oswaldo Soriano (quien reconoció influencia tanto de Arlt, como de García Márquez).

O consagración de la crónica en otras latitudes, como el Nuevo Periodismo estadounidense, con Tom Wolfe y Philip Roth a la cabeza. Arlt se adelantó 30 años a este concepto, según la investigadora Eugenia Stoessel (2007) de la Universidad de la Plata.

Ese fluir llegó al denominado postboom literario y periodístico, del movimiento estadounidense de comienzos del siglo XXI “el Nuevo nuevo periodismo” y con los actuales “neocronistas” sociales, quienes a través de sus trabajos denunciaron problemas de Latinoamérica, como Juan Villoro, Leila Guerriero, Martín Caparrós, o la iraní Shirin Neshat, entre otros, y que afirmaron en distintas ocasiones, tener influjo de la generación del Boom.

De igual forma hay que destacar el aporte de García Márquez a este campo con la creación de la Fundación de Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI) en Cartagena de Indias. Jaime Abello Banfi (2014) dijo para el documental sobre García Márquez, del canal mexicano Once, que la idea se preparaba desde 1983. “Por el impulso de Gabo, la cofundamos y hoy en día tiene vigencia y cobertura para toda América Latina. La Fundación se basa en sus ideas, en su visión de cómo promover e impulsar al periodismo”.

La influencia de Arlt y García Márquez como creadores y disruptores del periodismo y de la literatura mantiene viva a la crónica, género en constante revisión, como dice Sonia Parrat (2008) y que se enfrenta a nuevos desafíos, como el cada vez menor espacio para su difusión ante la crisis de la prensa impresa y la tecnologización de la práctica periodística, a través de las nuevas herramientas digitales y redes sociales. Hay nuevas plataformas para narrar a través de la crónica, donde las formas y los lenguajes quizás cambien en esos espacios que abren y permiten posibilidades alternativas para el periodismo y la literatura.

“El futuro será nuestro”, como dijo Arlt, cuando en otro trabajo académico se analice la crónica y sus nuevos medios de expresión y canales como las nuevas tecnologías, redes sociales, y si cambian o no sus formas de narrar y contar.



Deja un comentario