La estrategia como se explicó implica un examen de la posición presente de la organización con miras a determinar una posición futura, tomando en cuenta a los competidores y el contexto que la rodea.
En este sentido, las organizaciones en algún momento de su ciclo de vida aplican algún tipo de pseudoestrategia. Que esta sea más o menos elaborada, que sea impuesta o deliberada, que examine de manera completa o no todos los elementos que la conforman o que sea temporal o permanente, simplemente expone el grado de conocimiento que las mismas tienen de ella.
Sin embargo, cuando las situaciones contextuales cambian abruptamente, estas organizaciones entran en crisis que muchas veces terminan en el cese de sus actividades. Para intentar pailar estas situaciones, la administración adoptó la estrategia como un método para navegar ante ambientes complejos, dinámicos y cambiantes.
Así, la administración estrategia analiza el contexto político, económico, social, tecnológico, ecológico y legal que impacta en las organizaciones como ya se explicó y suma a este análisis, el examen de sus competidores, qué rivalidad tienen en el mercado, qué nuevos entrantes hay, qué pasa con lo clientes y los proveedores y cómo están en relación con los productos sustitutos; ofreciendo una primera fotografía de qué tan volátil e incierto es este ambiente.
Esta primera observación debe ser profundizada por el operador estratégico aplicando el pensamiento estratégico que se compone por la capacidad de superar los modelos mentales, poder ser previsible, contemplar la totalidad y poder proyectarse a futuro para construir visiones posibles de este y prever que recursos necesitará para desplegarse en él.
Tal capacidad organizacional de hacer uso de la estrategia, de realizar análisis estratégicos y de tener operadores que puedan aplicar un pensamiento estratégico y construir escenarios, solo tiene un fin y es el cliente; por esto, la generación de valor se constituye en la meta a alcanzar por toda organización. La aplicación de la estrategia responde a la lógica de la generación de valor, porque sin los clientes las organizaciones no tendrían razón de existir.