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2 Diagnóstico de comunicación en salud

Caso: percepción social de la obesidad infantil

Introducción

Hoy en día existe una epidemia a nivel internacional de enfermedades crónicas no transmisibles (ECNT), entre las que se encuentra la obesidad.

La problemática de la obesidad ha roto barreras de edades y se ha establecido en México como uno de los problemas más graves de salud pública, lo que nos ubica como el primer lugar del mundo en obesidad infantil y el segundo en obesidad en adultos, precedido sólo por los Estados Unidos (UNICEF, 2013).

La obesidad infantil tiene una repercusión negativa en sí misma que influye en la morbilidad y mortalidad del adulto; es la infancia la época de la vida que condicionará en buena medida el comportamiento en la edad adulta y la adquisición y mantenimiento de la obesidad; en otras palabras, es más probable que niños con sobrepeso se conviertan en adultos con obesidad (COEPO, 2010).

Si bien la obesidad es una enfermedad compleja que se define como un exceso de grasa corporal o tejido adiposo (Ponce, 2010), es un proceso que suele iniciarse en la infancia y la adolescencia, a partir de un desequilibrio entre la ingesta y el gasto energético; en su origen, se involucran factores genéticos y ambientales que determinan un trastorno metabólico que conduce a una excesiva acumulación de grasa corporal más allá del valor esperado según el sexo, talla y edad (INSP en COEPO, 2010).

Dentro de los factores ambientales encontramos el cambio dietético mundial hacia un aumento de la ingesta de alimentos hipercalóricos con abundantes grasas y azúcares, pero con escasas vitaminas, minerales y otros micronutrientes saludables, así como la tendencia a la disminución de la actividad física debido al aumento de la naturaleza sedentaria de muchas actividades recreativas, el cambio de los modos de transporte y la creciente urbanización (OMS, 2013).

Además, la Organización Mundial de la Salud reconoce que la prevalencia creciente de la obesidad infantil se debe a cambios sociales. Se la asocia fundamentalmente a la dieta malsana y a la escasa actividad física, pero no está relacionada únicamente con el comportamiento del niño, sino también, cada vez más, con el desarrollo social y económico y las políticas en materia de agricultura, transportes, planificación urbana, medio ambiente, educación y procesamiento, distribución y comercialización de los alimentos.

Estrategias de prevención en obesidad infantil

Sobre la prevención de la obesidad se puede decir que todavía existen limitaciones en el diseño, planificación y conducción de campañas específicamente orientadas (Bhattacharya, 2011); en México, la Secretaría de Salud, la Secretaría de Educación Pública, el Instituto Mexicano del Seguro Social con su programa PREVENIMSS y algunas organizaciones no gubernamentales han iniciado campañas publicitarias para informar del incremento de la obesidad, sus comorbilidades y sus graves consecuencias para la salud, pero no son suficientes (Barrientos, 2008). Y a pesar de su creciente número, hasta la fecha ninguna ha alcanzado los resultados esperados, ya que el sobrepeso y la obesidad no están determinados solo por la falta o deficiencia de estrategias de los sistemas de salud, sino por factores que inciden desde los ámbitos social y económico, principalmente (Kuri-Morales, 2012).

Los tres grandes objetivos de la salud pública son la prevención primaria, la prevención secundaria y el control del daño; su papel en el problema de la obesidad debe estar claramente identificado. Los institutos nacionales de salud pueden contribuir a ello y a lograr que los planes de salud incluyan los objetivos correspondientes. No basta con reconocer que es necesaria la prevención de la obesidad ya que millones de mexicanos ya la padecen. Por lo general, estos son adultos que toman decisiones sobre la alimentación de sus familias. Se requieren buenas estrategias para el tratamiento, el control y la prevención de complicaciones. Hay que reconocer que se necesita gran creatividad para abordar este problema e identificar posibles soluciones (García-García, 2008).

El problema es social y por consiguiente implica un enfoque poblacional, multisectorial, multidisciplinar y adaptado a las circunstancias culturales. Al contrario de la mayoría de los adultos, los niños y adolescentes no pueden elegir el entorno en el que viven ni los alimentos que consumen. Asimismo, tienen una capacidad limitada para comprender las consecuencias a largo plazo de su comportamiento. Por consiguiente necesitan una atención especial en la lucha contra la epidemia de obesidad (OMS, 2013).

García et al. (2008) indican que en el campo de la educación, la promoción y la mercadotecnia social, se dan diversos mensajes de prevención comunes, como la leyenda “Coma frutas y verduras”, que no han tenido el impacto esperado.

La comunicación de mensajes a la población de forma efectiva no depende únicamente de la identificación de los problemas y el conocimiento de sus determinantes sino también del uso de técnicas de persuasión similares a las utilizadas por la industria, lo cual requiere inversión y asociación de expertos en el área a los equipos de promoción.

Así, proponen que las campañas, ideas y eslóganes intuitivos hechos por personal de la salud deben ser considerados sustrato para que grupos de creativos especializados generen las comunicaciones finales dirigidas a la población. Sólo así se lograría una calidad e impacto similares a la que consigue la publicidad enfocada a la venta de productos (García-García, 2008).

En conclusión, son necesarias campañas que tengan como objetivo sensibilizar a toda la población, la sana, la de riesgo y aun la enferma, sobre los peligros del sobrepeso y la obesidad, y al mismo tiempo sobre los beneficios de su control y prevención (Barrientos, 2008). Sin embargo, para crear una estrategia eficaz de comunicación para la prevención de esta problemática de salud pública, es necesario hacer un diagnóstico de la percepción social respecto a la obesidad infantil.

La percepción social

La percepción se define como una actividad cerebral de complejidad creciente impulsada por la transformación de un órgano social específico como la visión o el tacto (López, 2009). La labor de la percepción consiste en un intento de agrupación de la información circundante dentro de unidades simples que le permiten a la conciencia adquirir la noción de objeto y con ello afinar su capacidad abstracta.

Inicialmente, el término “percepción social” se utilizó para indicar la influencia de los factores sociales y culturales en la percepción, la forma en que el medio social afecta los procesos perceptuales (Salazar, 2012).

La percepción social indica que pertenecer a una determinada clase supone una serie de agentes que afectan directa o indirectamente los procesos perceptuales. Se relacionan la riqueza estimativa, el medio ambiente, el desarrollo físico y mental, la educación, etc. Para la descripción de la percepción social se cubrirán dos enfoques tradicionales: a) la influencia de los factores sociales y culturales sobre la percepción y cognición, y b) la percepción de las personas, conocimientos de los otros, la formación de impresiones y procesos de atribución (Salazar, 2012).

Tomando los estudios de la psicología social para justificar el hecho de que las campañas para la prevención de sobrepeso y obesidad hasta el momento no han funcionado, se puede argumentar que no se han hecho estas campañas a partir de la identidad social, misma que va relacionada con la pertenencia a determinadas categorías o grupos sociales; ya que

desde la perspectiva del interaccionismo simbólico, todos los objetos ‒y en el sentido que da Blumer (1969) al término objeto, pueden incluirse tanto los espacios como también las categorías sociales‒ adquieren su naturaleza ontológica a partir de los significados conferidos por individuos y grupos o, en terminología de Berger y Luckman (1966), pueden ser considerados construcciones sociales. En este sentido, resulta particularmente interesante la afirmación de Stoetzel (1970): la idea de que el contorno físico de un individuo está enteramente transculturado a la sociedad de la que forma parte, y que describe el mundo físico, tal como es percibido en el seno de una sociedad y como objeto de conductas de adaptación a la misma, equivale a describir la cultura de esta sociedad (Valera, 1994).

De esta manera se puede decir que, si se aborda la comunicación vista como proceso social, de interacción y difusión, se puede crear un mecanismo de intervención para generar, a escala multitudinaria, influencia social que proporcione conocimientos, forje actitudes y provoque prácticas favorables respecto del cuidado de la salud pública (González, 2011).

Así, se intenta explicar cuál es el carácter de la vinculación del individuo con la comunidad en la que desarrolla su proceso vital, cómo el hombre se encuentra articulado con los grupos sociales que conforman su cotidianeidad y la sociedad en general, cómo el individuo es un ser social y cómo se produce esa relación dialéctica entre el hombre en tanto ser activo y creador de sus propias circunstancias y de la sociedad, a través del trabajo, y cómo éste vive esas contradicciones sociales y existenciales que le son propias. Estas reflexiones se pueden ver no sólo a nivel macro, es decir, en términos de existencia particular, sino en términos globales de relaciones sociales, procesos de desarrollo y trabajo, y como actividad productora y reproductora de la vida de los sujetos sociales (González, 2011).

Ambiente de los niños

La obesidad durante la infancia tiene importantes implicaciones a corto, mediano y largo plazo. A corto plazo tiene efectos adversos sobre la presión arterial, los lípidos, el metabolismo de los carbohidratos, sobre la autoestima y la calidad de vida; a largo plazo se habla de implicaciones como mayor riesgo de obesidad en el adulto, hipertensión arterial, diabetes, enfermedades cardiovasculares, etc. De acuerdo con Bacardí Gascón et al. (2007), estos datos sugieren que la niñez es un período crítico de oportunidad para realizar medidas de prevención e intervención.

Para investigar los agentes medioambientales que intervienen en la obesidad y sobrepeso infantil, se debe tener en cuenta que el medio escolar, junto al familiar, son los ámbitos educativos de mayor influencia en la adquisición de unos hábitos alimentarios y estilos de vida que se irán consolidando a lo largo de la infancia y la adolescencia (Travé, 2005).

Asimismo, la televisión (TV) es un factor ambiental que ha contribuido sensiblemente al incremento de la prevalencia de la obesidad infantil, puesto que dedicar mucho tiempo a la TV también supone dejar de hacer otras actividades de mayor gasto energético, como serían los juegos o el deporte (Travé, 2005). En relación con la poca actividad física de los niños, lo cierto es que si tenemos en cuenta que, tal como revela un estudio del Consell de l’Audiovisual de Catalunya realizado en el ámbito autonómico, los menores pasan anualmente 990 horas frente a pantallas electrónicas ‒la mayoría de ellas ante el televisor‒ y sólo 960 en la escuela, resulta más que evidente señalar la influencia de la televisión sobre el sedentarismo de este público y, más concretamente, la de la publicidad sobre las tendencias del consumo alimentario de la población infantil (Morales, 2006).

Además, la publicidad que acompaña y se intercala en los programas infantiles tiende a transformar los programas en escaparates publicitarios, con el objetivo de estimular el deseo y la necesidad de consumir, y preferentemente, se trata de alimentos de alto contenido calórico (Travé, 2005). Las estrategias publicitarias más utilizadas son las promociones y la asociación de los productos alimenticios a emociones positivas: diversión, felicidad, juego, fantasía, imaginación, integración social y aceptación de los pares. La publicidad de alimentos es más intensa durante el periodo de programas infantiles que durante la banda dirigida a la audiencia general (Hidalgo, 2011).

Metodología

Para llevar a cabo el sustento metodológico se realizó el análisis de la interacción a partir del método cualitativo[1] con categorías a posteriori, mediante los grupos de discusión como técnica de investigación, lo que permitió acceder al conocimiento social a partir de los individuos y de sus pautas de comportamiento.

El universo propuesto para la presente investigación fue la zona metropolitana de Nuevo León, debido al grave problema que presenta el estado y que afecta aproximadamente al 25% de los menores, lo que lo convierte en el estado con mayor porcentaje de niños obesos en el país (Villarreal en Azteca Noticias, 2013).

Se utilizó una muestra intencional, no probabilística de “sujetos tipo” (Hernández, 2006). Como objetivos para la aplicación de grupos de discusión se seleccionaron 3 agentes diferentes:

  • Madres de familia. Por encargarse tradicionalmente de la alimentación de toda la familia y supervisar la ingesta de los menores de edad.
  • Profesores(as). Ya que su contacto activo con los niños objeto del estudio y sus madres los ubica como un agente importante de estudio.
  • Niños entre 6 y 12 años. Para analizar el discurso social del objeto de estudio.

El total de la muestra fue de 45 sujetos, divididos en 9 grupos de discusión de acuerdo con las características específicas para cada uno de ellos. Todos los grupos estuvieron conformados por 5 personas.

Los temas en cada caso se construyeron de según las intervenciones de cada participante; sin embargo, el preceptor o moderador fue quien dominó sobre el grupo, designó el espacio y limitó el tiempo utilizando detonadores para los siguientes campos semánticos:

  1. Condición de calidad de vida de los niños
    1. Condiciones de vida de los niños
    2. Estructura social de los niños
    3. Satisfacción de vida de los niños
    4. Alimentación de los niños
    5. Lugares de alimentación más frecuentes
  2. Percepción social de la obesidad infantil
    1. Comportamiento individual respecto a la obesidad infantil
    2. Comportamiento social respecto a la obesidad infantil
    3. Percepción sobre los riesgos de la obesidad infantil
    4. Causas de la obesidad infantil
  3. Percepción social de la alimentación
    1. Alimentación
    2. Comida chatarra
  4. Influencia de los medios masivos de comunicación (MMC) en la obesidad infantil
    1. Consumo de MMC de los niños
    2. Uso funcional de la TV
    3. Programación consumida por los niños

Los detonadores fueron:

  • Vamos a hablar de cómo viven los niños
  • Qué les hace feliz a los niños
  • La comida y los niños
  • Los lugares más frecuentes donde comen los niños
  • Obesidad en los niños
  • Los riesgos de obesidad en los niños
  • Causas de obesidad infantil
  • La comida de los niños
  • Comida chatarra de los niños
  • Vamos a hablar de qué hacen los niños en su tiempo libre
  • Vamos a hablar de la televisión y los niños
  • Vamos a hablar de la televisión y la comida de los niños

La técnica de análisis de la información de los grupos de discusión se llevó a cabo a través de la propuesta de Gilberto Giménez (1981), quien afirma que la

actividad lingüística es considerada en una situación de comunicación, es decir, en una determinada circunstancia de lugar y de tiempo en que un determinado sujeto de enunciación (yo, nosotros) organiza su lenguaje en función de un determinado destinatario (tú, ustedes). Práctica enunciativa considerada en función de sus condiciones sociales de producción, que son fundamentalmente condiciones institucionales ideológico-culturales e histórico-coyunturales (Giménez, 1981: 122, 123).

Este discurso fue construido a partir de cierto número de posiciones con respecto al saber y a lo real, en relación con el conocimiento que estos grupos tienen acerca de la obesidad infantil, a través de la argumentación.

La transcripción de los grupos de discusión permitió, en un primer momento de la fase de análisis argumentativo, separar el discurso coloquial de cada uno de los grupos participantes; en un segundo momento, se sistematizó todo el discurso de los grupos de discusión en una matriz de análisis, cuyos componentes fueron: número de párrafo, actor, objetos y predicados, detonadores tópicos y argumentos; en tercero lugar, se ubicaron los detonadores, vectores de la información generada. Y en una cuarta instancia, se ubicaron por frases los objetos y predicados del discurso de cada uno de los grupos de discusión, a través de los cuales se identificaron los objetos discursivos y los tópicos del discurso generado, con los que se construyeron a su vez los argumentos que dieron origen a los esquemas lineales y multiarticulados.

Tabla 1. Indicadores de ejemplo para caso: diagnóstico

Línea de investigación

Objetivos
específicos

Campos
semánticos

Subcampo

Detonantes

Línea sociocultural y psicográfica

Definir las características demográficas, etnográficas y psicográficas del público meta

Condición de calidad de vida de los niños

Condiciones de vida de los niños

Vamos a hablar de cómo viven los niños

Estructura social de los niños

Satisfacción de vida de los niños

Qué les hace feliz a los niños

Alimentación de los niños

vamos a hablar de la comida y los niños

Lugares de alimentación más frecuentes

Vamos a hablar de los lugares más frecuentes donde comen los niños

Conocer la percepción, comportamiento individual y social referente al sobrepeso y obesidad infantil de los segmentos que conforman el público meta

Percepción obesidad infantil

Comportamiento individual respecto a la obesidad infantil

Vamos a hablar de la obesidad en los niños

Comportamiento social respecto a la obesidad infantil

Percepción sobre los riesgos de la obesidad infantil

Los riesgos de la obesidad en los niños

Causas de la obesidad infantil

Vamos a hablar sobre la causa de obesidad infantil

Percepción de la alimentación

Alimentación

Vamos a hablar de la comida de los niños

Comida chatarra

Vamos a hablar de la comida chatarra de los niños

Línea comunicológica

Identificar los factores que propicien la conservación del comportamiento provocados mediante la influencia de los medios masivos de comunicación como es la televisión.

Influencia de los MMC en la obesidad infantil

Consumo de MMC de los niños

Vamos a hablar de qué hacen los niños (en su tiempo libre)

Uso funcional de la TV

Vamos a hablar de la televisión y los niños

Programación consumida por los niños

Vamos a hablar de la televisión y la comida de los niños

Fuente: elaboración propia.

Resultados

Grupo: Madres

Se inició el grupo con el detonante “percepción de obesidad infantil”, y las madres automáticamente se dirigieron al tema de conductas y alimentación, justificando que se utiliza la comida como refuerzo de situaciones emotivas y de recompensa a conductas adecuadas para los niños:

“Pues, yo pienso que los momentos este que son de felicidad o tristes siempre los terminamos o coronamos con comida, si el niño tuvo un logro o una buena calificación o algo así lo premiamos con algo de comer”.

Existió una clara mención a las responsabilidades que tienen las madres en la conducta y alimentación de los niños, se hizo recaer en ellas la falta de supervisión de las actividades de estos, así como la relación con el uso de las nuevas tecnologías de comunicación (TIC) y el sedentarismo.

“es motivo de que el niño consuma más golosinas y así y también puede ser la falta de ejercicio y de actividad que uno les dé”.

“Sobre todo con los videojuegos eso les quita mucho el interés de salir a jugar fútbol”.

Se abordaron las diferentes responsabilidades de los padres ante la problemática, como son las de regular las actividades de entretenimiento; de las más significativas, la importancia de equilibrar el tiempo libre entre las actividades pasivas, como el uso de videojuegos, y las activas, como las físicas.

“Pues el ejercicio, la actividad física de que tengan algún deporte o no sé llevarlos a una clase de natación que más que nada tengan actividad más para que el tiempo que ellos ocuparían en comer lo ocupen mejor en hacer ejercicio y contrarresten el tiempo de estar comiendo”.

“entonces saberles dosificar las actividades, o sea si vas a jugar xbox pero te sales a jugar fútbol y también que a ellos les nazca, de alguna manera el amor por cierto deporte o por cierta actividad física”.

Otro elemento importante es el motivo del consumo excesivo de alimentos en los niños. Fundamentan que el sedentarismo[2] provoca conductas de ansiedad compulsiva en comer; ven reflejado en los niños las problemáticas que viven como adultos hacia la obesidad, tales como las conductas alimentarias relacionadas con la ansiedad, el aspecto físico y el control que ellos asumen ante esto.

“porque muchas veces también es nada más el nervio y la ansiedad de tener algo en la boca no tanto que tengas hambre”.

“Por ejemplo yo mis hijos tengo una señorita de 19 años y un niño de 12 años y curiosamente ellos no son obesos ninguno de los 2 pero yo sí me preocupo de que no padezcan lo que yo vivo, verdad”.

“hoy comes pastel, pues procura no comerlo, este, 2 o 3 días, o sea no estarlo comiendo seguido”.

En cuanto al consumo y el tipo de alimentación que los niños acostumbran, se denota un rechazo de las madres a la “comida rápida”; esto muy vinculado con sus preferencias respecto a los alimentos.

“no soy de la idea de comer ni pizzas ni hamburguesas ni nada de eso”.

Dan su punto de vista referente a la comida típica casera, dicen que prefieren cocinar ya que así balancean la comida, “pues es que es una cultura que se les va formando a ellos”. Además de este modo pueden “disfrazar” la comida saludable en algo innovador y gratificante para los niños.

“por ejemplo hacerle sus verduritas cosidas de una forma que a ellos les guste acomodadas en el plato con caritas felices o algo”.

Otro elemento importante del consumo de alimentos son los efectos de la publicidad y el marketing, refieren que es determinante para el consumo, su tipo y frecuencia. Otro motivo es que interfiere en los gustos de sus hijos hacia cierto alimento, lo cual muchas veces está determinado por la mercadotecnia del producto, más que por su valor como alimento.

“Sí porque la televisión a la hora de que estás viendo el anuncio, aunque no traigas hambre en ese momento si tú estás viendo el anuncio de un helado estás viendo el anuncio de un gansito, estás viendo equis anuncio a ti se te antoja, aunque no traigas hambre”.

“O es por ejemplo, vamos a decir en las hamburguesas Mc Donalds simplemente la cajita feliz o sea a veces no es ni por la hamburguesa es porque quieren el mono y es llévame y cómprame y bueno a lo mejor se la comen pero el mismo anuncio te incita a que vayas y lo adquieras”.

En relación con el detonador “niños obesos”, las madres hablan de este detonador en conexión con la imagen, y la sustentan con ejemplos de cómo visualizan a los bebés. Indican que su apariencia gordita los vuelve “bonitos”, pero al mismo tiempo hacen referencia a las consecuencias de padecer esta enfermedad a tan temprana edad.

“y es verdad porque yo lo he comprobado con mis sobrinos, este ellos 2 nacieron bien gorditos y todos decían ‘ay están bien sanos, bien bonitos’ y ahorita ya son adolescentes y los niños siguen gorditos”.

Una categoría importante es la responsabilidad de los padres de familia sobre la alimentación de los niños. Hacen inferencia a que ellos son el ejemplo de sus hijos y asumen la responsabilidad de que los niños prefieran o no cierta alimentación.

“yo por ejemplo mis hijas las verduras ni se las menciones (…) y también porque a lo mejor yo nunca se los inculqué entonces es como dices tú, es el ejemplo que hay que darles para que vean que pues es la verdura es la comida y esto es lo que vamos a comer a procurar comer más, vaya para tratar de llevar una vida más sana”.

Grupo: Padres de familia

Los padres de familia inmediatamente relacionaron la calidad de vida con su modo de vida y el tiempo que pueden pasar o no en casa. Justifican que ambos padres trabajan para “darles lo mejor”. Unos viven con los abuelos, otros en casa propia. En los casos donde viven con los abuelos, la abuela hace de comer; en el caso de un matrimonio, la esposa tiene la oportunidad de ir a su casa a cocinar para los hijos, en cambio las madres solteras o con trabajos absorbentes prefieren comprar comida ya hecha.

Argumentan que muchas veces limitan las actividades de los niños a causa de la inseguridad, pero que juegan dentro de la casa; sin embargo, tienen poca actividad física, se encierran viendo televisión y solo algunos hacen actividades cuando salen.

“y los niños de ahora también por la inseguridad que los tienen mejor encerrados viendo la tele y están comiendo y abriendo el refri que estar jugando en la calle”.

Los padres consideran que son los responsables de que los hijos padezcan obesidad y además se muestran conscientes de los riesgos en la salud que trae la obesidad infantil. Se muestran preocupados también por las repercusiones sociales, ya que para ellos la consecuencia es que los demás los hagan a un lado o se burlen por el sobrepeso del niño. Tienen claro qué tipo de comida no deben consumir, y que no hacer ejercicio puede llevarlos a la obesidad, además de influir en sus hijos.

“Mientras el papá tenga el vicio, el niño lo va a tener”.

Cuando se toca el tema de la alimentación adecuada, los padres se trasladan automáticamente a referencias de épocas pasadas y hablan de que antes se podía comer lo que fuera y no había tantos niños gordos en las escuelas. Además antes todo se preparaba de manera natural y ahora prevalecen los alimentos enlatados, que contienen muchos conservadores y altas concentraciones de sodio.

“Los niños de antes comíamos atoles. A mí me criaron con atole”.

“Pero no está igual de procesado como ahora”.

Hay conocimiento de que comer comida chatarra no es lo correcto, sin embargo les gustan las frituras. Hablan de que a la mayoría le gusta mucho la comida chatarra, pero los niños se mantienen activos, y creen que es la principal razón de que no estén gordos.

“Mi niña come mugrero hasta decir ya no, come comida y todo, pero hace demasiado ejercicio. Anda pa’ arriba y pa’ abajo con las amigas”.

Para ellos, la medida restrictiva para que no consuman comida chatarra en la escuela es no darles dinero y en su lugar enviarles fruta o almuerzos balanceados para que se alimenten sanamente. Además de cuidar la alimentación en casa y sugerir la actividad física.

Sobre cómo ven ellos la relación entre sus hijos y los medios masivos de comunicación, refieren que todos los niños se la pasan viendo la televisión, aunque cuando llegan los padres prefieren salir a jugar. Hablan de que muchos niños ya no salen y cuando salen están sentados en la plaza con el celular, en lugar de realizar actividades físicas.

Los anuncios en televisión no influyen en la preferencia de los niños por determinados productos, pero las madres indicaron que sí se les antojan más las cosas cuando van a la tienda. Tienen ideas acerca de cómo debe ser la publicidad sobre la obesidad y poder informar de una manera más directa los problemas de salud.

“Mira todas las cosas son herramientas, la televisión en una herramienta y no le podemos echar la culpa; más bien son los protocolos que debemos elegir como individuos o como familia los que nos va a llevar”.

Para prevenir este tipo de enfermedad, es necesario informarse con expertos sobre los hábitos más correctos para llevar una vida saludable. Hablan de organizar su tiempo para ser “padres a distancia” con ayuda de las nuevas tecnologías; ya que pueden ayudar a supervisar lo que hacen los hijos cuando los padres no están en casa.

Dicen que es necesario disciplinarlos de manera firme sobre lo que tienen que comer y no ceder, educar a los hijos y protegerlos es parte de su deber, y los quieren más cuando los cuidan que cuando los dejan hacer lo que ellos quieran.

“Pero, no es así, no trabajamos mucho. Debemos trabajar para nuestros hijos, porque son lo más importante para nosotros. ¿Para qué trabajamos? Por nuestros hijos, y vamos a trabajar para llevar al hospital a nuestros hijos, no tiene sentido”.

Por otra parte, hablan de que educan a sus hijos para cuando interactúen con niños que tienen sobrepeso y obesidad, y les inculcan que no deben practicar bullying ni a los niños gorditos ni al que tenga otro defecto o discapacidad.

“Sí, que los respeten. Y que no les digan, o que se burlen con las demás compañeritas, que porque el niño está gordito. O que porque sí, bueno yo a las mías sí les he dicho. Que respeten”.

Grupo: Profesores de nivel primario

En el detonador “calidad de vida”, los profesores hacen mención a la temporalidad de la sociedad, comparan entre lo que realizaba antes y en el momento actual, tanto respecto de las actividades como de los tipos de convivencia: indican que los niños actualmente, y a diferencia de antaño, no tienen actividades fuera de casa, esto debido a la percepción de inseguridad con la que se vive. Y hacen mención al ritmo acelerado de vida que provoca que los padres de familia dejen de prestar atención a las actividades en el hogar, como el cocinar.

“pero ahorita por la inseguridad por todo lo que está pasando entonces el papá dice mejor los dejo encerraditos y aquí tienen de todo no pueden salir a la calle”.

“pues digamos la mamá trabaja entonces el ritmo de vida es ir rápido y entonces dices bueno nada más hacer algo práctico pues compro esto y llego de pasada y lo compro para que lo consuman”.

Existe una alta preferencia por parte de los niños respecto de la interacción tecnológica en detrimento de social dentro de su entorno, lo que genera un alto contraste generacional entre los estilos de vida de la niñez actual y los de hace años. Y no solamente eso, ya que también se involucra el aumento de la inseguridad y la evolución de los roles de género. Todo ello da como resultado el sedentarismo.

En cuanto a los efectos de los medios masivos de comunicación, hacen referencia a la publicidad, calificándola como sumamente persuasiva, “que trae mensaje subliminal”, y aunado a ello, argumentan que los padres son muy complacientes con sus hijos.

“y los padres por no batallar dicen sí, cómpraselo, cómpraselo”.

En relación con lo que hace felices a los niños, se hizo alusión al efecto anímico de las golosinas, pero describiendo las consecuencias, como la obesidad y junto a ello, el acoso que los niños obesos en la escuela sufren, el bullying, que acarrea problemas de interacción social en este tipo de niños.

“vaya si son niños obesos o son niños gorditos, sí hay niños que tienden mucho a burlarse de ellos, ahí empieza el bullying”.

La dieta básica del niño regiomontano consiste en comida grasosa, comida chatarra y bebidas azucaradas. Los lugares que se prefieren para los rituales sociales y forma de premiación son los establecimientos de comida rápida.

“pero la pizza, cada vez que hay un evento en el cual podamos traer comida nosotros y organizar algo, normalmente es pizza, y para ellos es un premio poder comer pizza”.

Hablan de que los niños saben distinguir la comida saludable y la comida chatarra, sin embargo, aún no establecen criterios para realizar la proporción adecuada de cada alimento.

Sobre los riesgos de la enfermedad, hacen referencia a que la alimentación debe ser supervisada por un nutriólogo, pero que esto conlleva gastos que muchas familias no pueden solventar; se habló de enfermedades como hipertensión, diabetes, colesterol, presión, y resaltaron el bullying y la depresión.

“sí porque a veces tienen tendencias, a veces hasta tendencias suicidas de todos me odian o el todos me ven feo”.

En cuanto a la prevención de la obesidad, los maestros notan la existencia de campañas de prevención en los medios masivos de comunicación, sin embargo, afirman que no tienen efecto, dado que pesan más las campañas publicitarias sobre comida chatarra, de las que además hay mayor cantidad. A pesar de ello, justifican la existencia de este tipo de productos en el mercado aludiendo a que dichas empresas ofrecen empleo a muchas personas. Recomiendan moderar su consumo, y opinan que este es responsabilidad de los padres.

“Si se desaparecen empresas como sabritas o coca pues cuánta gente no come de ahí. Es todo con medida”.

“porque a veces ya ni quiere comer por estar comiendo papitas o galletas y muchos padres por no batallar o porque el niño está llorando pues dale las papitas o dale las galletas, o sea no, condicionar: cómete la comida”.

Sobre las interacciones con los medios masivos de comunicación, hablan de que los estereotipos de los programas de televisión influyen en la interacción social de los niños. Entre los principales programas se encuentran Acábatelo y La CQ. El bombardeo de publicidad de comida no sana, dentro de los programas de televisión, influye en la alimentación de los niños.

Grupo: Niños

En el detonador “calidad de vida”, el resultado, un consenso entre los niños, es que su situación familiar es conflictiva y negativa; ellos son felices cuando no hay problemas ni gritos en sus casas y conviven en familia riéndose.

“Yo cuando mi papá no toma, y se va a trabajar eso me hace feliz”.

Con el detonador “la comida de los niños”, los infantes destacaron los tacos de barbacoa (tradicionales en el estado de Nuevo León) y los tacos dorados. Identificaron que los alimentos de la canasta básica se han vuelto caros, como es el caso del huevo y el frijol.

“Los ricos comen huevo”, “Hasta el frijol ya está bien caro”.

A los niños se les complicó definir la obesidad. Hicieron referencia a “un amigo”, y bromearon al respecto, aunque sí identificaron que es “un problema de peso y comer en exceso”.

“es que como tengo un primo que está bien gordo porque le dan pura coca y el amigo de mi primo también”.

Por otra parte, indican que normalmente llevan desde casa la alimentación para el receso en la escuela, y son sándwiches. Revelan que lo que les gusta comer son botanas fritas (papitas), dulces y “comida chatarra, en general para no batallar”, pero identifican perfectamente que son alimentos que no proveen de ningún beneficio.

Existe consenso en los niños, dicen que no desayunan antes de ir a la escuela.

“yo casi no desayuno porque no me gusta”.

En cuanto a las actividades en su tiempo libre, resalta que mucho tiempo se la pasan acostados, viendo televisión o en la computadora con las redes sociales en internet. En la propia evaluación de sus hábitos, están conscientes de que “no comen bien” y que comen en exceso. Además, saben que estar continuamente acostados y consumiendo medios masivos de comunicación hace daño a la salud. La actividad que les gusta a las niñas es bailar.

“Llego, como, mi hermana me pone a lavar trastes y luego me meto a face y luego ya casi no hago ejercicio ni nada”.

“Yo me agarro a bailar, porque es malo estar acostado y conectada”.

Respecto a la publicidad, tienen muy presentes las características de los comerciales cómicos y hacen referencia a que estos en su mayoría son de comida. Los lugares a los que más les gusta salir a comer son las franquicias como KFC, Burguer King y otros donde se ofrecen bufetes.

“El del emperador, el que dice ‘¡guardias, guardias!’”… “Así, luego dice esta buenísima”.

Cuando se tocó el tema de los riesgos de la obesidad, se habló de enfermedades cardiovasculares principalmente, como “paros cardiacos”, y solo uno mencionó la diabetes. Destaca la referencia hacia experiencias de personas que conocen con paros cardiacos y casos que vieron en programas de televisión.

“Sí una vez pasó un caso en ‘Como dice el dicho’, pasaron un caso de un señor que siempre llevaba a su hijo a comer así a un puesto de tacos y de que se cayó en medio de la calle y estaba muy grave y luego no entendió y se murió”.

Identifican que para la prevención de la obesidad se debe tener actividad física y supervisión médica de un nutriólogo y de un psiquiatra.

“Ir con el nutriólogo a que nos den una buena dieta, también ir con el psiquiatra porque tienen problemas con no poder dejarlo”.

Por otra parte, con el detonador “percepción social de la obesidad”, se destaca que lo ven como un problema hacia afuera y que quien lo padece no cree tenerlo, pero sí lo identifican como un problema de alimentación, “que esos niños no piensan que tienen un problema”.

Discusión

Los especialistas en nutrición dedicados a la salud pública siempre han manifestado especial interés por encontrar indicadores cuyo estudio implique un bajo costo y cuya aplicación en trabajos de campo se facilite, y que a su vez resulten aptos para identificar a las poblaciones en riesgo de mala nutrición, ya sea por déficit o por exceso de alimentación (Madrigal, 1999). Se trabaja con la premisa de que debe ser estudiada la percepción social sobre la obesidad infantil, para a partir de esta crear una estrategia eficaz de comunicación para la salud. Para conseguir un mapeo general de la percepción social, se decidió hacer grupos con agentes claves que interaccionan constantemente con el público meta de esta investigación, así que se propuso a las madres, ya que en México usualmente son ellas quienes se encargan de la alimentación de los niños y de sus familias. Por otra parte, se escogió a los profesores de nivel primario, ya que ellos fungen como agentes observadores de la situación del niño y, a la vez, tienen contacto con las madres, lo que puede otorgarles cierta posición objetiva respecto a la problemática.

Los resultados generales indican que sobre la condición de calidad de vida de los niños, las profesoras de primaria identifican que ellos no tienen actividades fuera de casa debido a la percepción de inseguridad que se vive en el estado, lo que genera sedentarismo. También identifican factores como el ritmo acelerado de vida al que se tienen que enfrentar los padres que trabajan o que tienen demasiadas actividades y esto no deja tiempo para cocinar, por lo que suelen comprar comida rápida y no pueden estar monitoreando una alimentación balanceada. Además, se argumenta que, por este mismo estilo de vida, no se pueden supervisar las actividades de los niños y prefieren dejarlos encerrados viendo televisión. Esta versión concuerda con lo que dicen los niños, pues ellos hacen referencia a que después de la escuela se la pasan acostados, viendo televisión o en internet revisando Facebook. Para los maestros, el sedentarismo está relacionado no solamente con las formas de entretenimiento de los niños, sino también con la evolución de la sociedad.

Padres de familia y maestros coinciden en que la falta de información promueve una actitud de indiferencia ante el problema de la obesidad infantil, y que aún existen mitos al respecto que impiden un real apoyo para resolverlo. Las campañas y políticas del gobierno son insuficientes, pues no logran dimensionar de manera adecuada las soluciones.

Existe una percepción social muy diferente en los grupos de discusión sobre la calidad de vida y felicidad de los niños; los padres y maestros hacen referencia a los procesos de atribución de la comida como motivo de felicidad de los niños, a través de recompensas y gratificaciones. Mientras que los niños hacen alusión a que lo que los hace felices es la armonía familiar (ellos dicen disfrutar mucho cuando están platicando en familia y riendo). La situación familiar de los niños es vivir en constantes conflictos familiares, donde hay gritos, peleas y alcohol.

La representación de la obesidad infantil es diferente para los 3 grupos. Para las madres, cuando los niños son “gorditos” es sinónimo de que están “bonitos y sanos”, sin embargo detectan que es un problema de salud hasta llegar a la adolescencia y la adultez. Esto concuerda con lo propuesto por Peña (2001), quien indica que la gran extensión de la obesidad obedece, entre otros factores, a los de índole sociocultural, específicamente a que el concepto de la obesidad expresa salud y no enfermedad.

Si las madres tienen sobrepeso, quieren evitar que sus hijos “sufran” de la misma “enfermedad”. Sin embargo, tal como apunta Díaz (2000), en diversos estudios se ha encontrado que bajo los 9 años de edad la obesidad de los niños es un factor predictor de obesidad en la vida adulta, por lo tanto, en ambos grupos, una proporción importante de niños estaría en riesgo de desarrollar obesidad en la vida adulta, lo cual justifica un manejo preventivo intenso en toda la población infantil. Entonces, si es que ya identificamos que las madres están “preocupadas” por este hecho, debemos generar un punto focal de acción que permita volver esta supuesta preocupación en acciones y actitudes preventivas en salud.

Para el grupo de los maestros, la percepción social de la obesidad es identificada con la depresión y el bullying. Acusan a la enfermedad de volver a los niños inseguros y objetos de burlas al no poder competir con sus compañeros en actividades físicas, lo que lleva al extremo la situación y genera problemas de autoestima que provocan en el niño con sobrepeso u obesidad el deseo de suicidarse. Para los niños, es tomado como un problema ajeno que ellos no padecen. Se les complica definir la obesidad, y para ellos es un problema que se genera a partir de comer mucho.

La percepción social de los grupos de discusión de madres y profesoras en relación con la influencia de los MMC en la obesidad infantil coincide en que la publicidad que se maneja respecto a los alimentos es altamente persuasiva y que provoca el consumismo. Para los adultos, la televisión influye en el comportamiento y dieta de los niños regiomontanos, ya que comen lo que ven o comen lo que cierto personaje anuncia. En cambio, para los niños, la parte de felicidad está presente en la influencia de los medios masivos, dado que hacen referencia a las características de los comerciales cómicos como las más agradables y en relación con lo que consumen. Es claro que a los niños se le quedan grabadas las historias que ven en la televisión, pues con base en ellas son capaces de referenciar problemas sociales.

Pese a que todos los grupos dicen tener un conocimiento sobre la alimentación “correcta” o “balanceada” y sobre las implicaciones de comer frituras, justifican que pueden ser ingeridas pero en menor cantidad, siempre y cuando uno coma bien y haga ejercicio.

Los adultos (padres de familia y maestros) consideran que antes no se cuidaba mucho la alimentación y aun así no había problemas de obesidad; por una parte, porque los alimentos se preparaban de manera natural, y por otra, porque se realizaba una mayor actividad física que ahora. Si los adultos tienen una concepción de un pasado más “natural”, habrá que usar esta herramienta para la estrategia de comunicación, ya que como lo indica Ureña (2009), la selección de los alimentos durante los primeros años de la vida depende de las elecciones hechas por los padres y encargados de la alimentación, de sus actitudes y de sus propias preferencias.

Los resultados indican que los padres que no tienen hijos con obesidad aseguran preocuparse de que este problema no llegue a sus hogares. Sin embargo, hay que destacar que algunos estudios (Comité Nacional de Nutrición, 2011; Giordano, 2012) indican que existe una diferencia en la prevalencia de distorsión de la percepción de la imagen corporal entre las madres de niños con sobrepeso y aquellas madres cuyos hijos presentan sobrepeso y obesidad (Giordano, 2012); por lo que es necesario trabajar en una identificación primaria del problema entre los padres de familia, ya que de esta forma sería posible modificar las actitudes respecto a la alimentación y la actividad física.

Los padres y madres de familia consideran que es su responsabilidad educar a los hijos respecto de qué, cómo, cuándo y cuánto comer, además de inculcar una disciplina que incluya la actividad física, pues consideran el sedentarismo como uno de los principales factores. Además de conocer los riesgos en la salud como diabetes, colesterol y dolor en huesos y articulaciones.

Conclusión

En psicología social convencionalmente se define la percepción como

el proceso cognitivo de la conciencia que consiste en el reconocimiento, interpretación y significación para la elaboración de juicios en torno a las sensaciones obtenidas del ambiente físico y social, en el que intervienen otros procesos psíquicos entre los que se encuentran el aprendizaje, la memoria y la simbolización (Vargas en González, 2008).

La percepción social de los tres agentes estudiados resultó diferente en los 5 campos semánticos tratados, sin embargo, si se realizan las conexiones entre los tres puntos de vista, se puede mapear una percepción social general respecto a la obesidad infantil.

Es interesante que algunas derivaciones no se encuentren como tales en el tema de obesidad, pero sí forman parte del discurso social; por ejemplo, sobre las condiciones que provocan el sedentarismo, se menciona en los adultos que la violencia se encuentra fuera del hogar, mientras que los niños la ven dentro y esto impide la plenitud de la persona.

Esto se puede justificar porque el acto de percibir no es un proceso lineal. Por el contrario, su dinámica implica interacciones constantes entre lo individual y lo social, y se nutre de las valoraciones y normas sociales (González, 2008).

Así también se percibe el ritmo acelerado de vida. Este genera que las madres no tengan tiempo para cocinar, incluso se observa que los niños van sin desayunar a la escuela. Puede ser que además esto contribuya a que los niños estén el tiempo que deseen acostados y viendo la televisión, lo que ampliamente se ha documentado como un factor ambiental que influye sensiblemente en el incremento de la prevalencia de la obesidad infantil (Travé, 2005; Morales, 2006; Hidalgo, 2011).

La conducta alimentaria es el conjunto de acciones que establecen la relación del ser humano con los alimentos. Se acepta generalmente que los comportamientos frente a la alimentación se adquieren a través de la experiencia directa con la comida en el entorno familiar y social, por la imitación de modelos, la disponibilidad de alimentos, el estatus social, los simbolismos afectivos y las tradiciones culturales (Morales, 2006).

Es importante determinar la percepción social del consumo de los alimentos y la obesidad respecto de la calidad de vida que los individuos persiguen, esto es, el vínculo con el bienestar, o como los niños lo llaman: la felicidad. Para ello, es fundamental establecer los factores sociales y culturales en los que niños y adultos se relacionan, dado que la formación de impresiones y procesos de atribución son diversos y ello conlleva a situaciones adversas, como es la obesidad.

Los mecanismos para modificar dichas conductas deben tener los siguientes elementos (Tajfel, 1969): 1. familiaridad, con estímulos típicos de la cultura para conformar hábitos perceptuales; 2. valor funcional, con las propiedades del ambiente que desarrollan mecanismos de selectividad, predisposición o rechazo de la estimulación, y 3. sistemas de comunicación, con elementos simbólicos para lograr el significado y sentido pertinente.

Finalmente, la percepción social pone de manifiesto los procesos de interacción social y simbólico; para ello el objetivo que debe perseguir la estrategia de comunicación son los factores asociados a la prevención de la obesidad con elementos simbólicos de los grupos, esto es, tomando en cuenta desde la percepción social los sentidos y significados que se relacionan con los estímulos básicos para desencadenar conductas relacionadas con la obesidad.

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  1. El enfoque cualitativo consigue profundidad de comprensión en las respuestas de los informantes, mientras que el enfoque cuantitativo proporciona una medición. Por su propia naturaleza al tratar aspectos emocionales y contextuales de la conducta humana, la investigación cualitativa no es tan tangible como la investigación cuantitativa, que representa estadísticamente aspectos más concretos para obtener resultados objetivos y medibles.
  2. Definiéndolo como la escasa actividad física y alimentación rica en grasas y azúcares (Ramírez, 2011).


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