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Para comprender
las situaciones de exilio[1]

Perspectivas institucionales

Lidia M. Fernández[2]

Resumen

Se proponen perspectivas psicoanalíticas e institucionales para el análisis de procesos migratorios. Con aportes de Bleger, León y Rebeca Grinberg, Kaës, y Paola Valdemarin, se analiza someramente el caso que investiga Rosa Martha Romo Beltrán. Se trata de alguien que migra hacia México en los tiempos de la última dictadura militar argentina, ha desarrollado allí una carrera académica reconocida, en el momento de la restitución democrática ha decidido no regresar al país y en el transcurrir de las entrevistas se denomina a sí misma autoexiliada. Se considera que en razón de tal complejo carácter aporta material de interés para comprender, por lo menos en parte, algunas de las vicisitudes que introduce la culpa del abandono intencional, en el vínculo con los lugares de origen.

Palabras clave: Referentes analíticos-exilio-autoexilio-perturbación del duelo

Abstract

Rosa Martha Romo Beltran research case is analyzed roughly by applying analyticalconcepts from Bleger, León Grinberg, Rebeca Grinberg, Käes, and Paola Valdemarin. This case is about someone who emigrated to Mexico during Argentina´s last military dictatorship. She describes herself as a “self-exiled” who was able to build a successful academic career, who has decided not to return to her home country and who, as such, becomes a complex character going through a series of processes that are of great interest to understand, or at least to partly understand, the role of guilt in relation to migratory mourning when ties with the place of origin were intentionally broken.

Keywords: Analytical points of reference – exile – self-exile – disturbance of mourning


Lo que exponga enseguida se basa centralmente en la producción de algunos autores de mi referencia central: José Bleger (1975), en su producción conceptual de origen Kleiniano acerca del funcionamiento mental y los procesos de clivaje por operación del encuadre; León y Rebeca Grinberg (1982), en una obra clásica sobre la migración y exilio; René Kaës (1979), en sus trabajos sobre los procesos de crisis en general y los particularmente referidos a inmigrantes obligados; Paola Valdemarin (2013), en su investigación doctoral sobre inmigrantes de distintas generaciones a través de historias de vida. También en otros de nuestro equipo (Alonso, 2015) y obviamente en el trabajo de Rosa Martha Romo Beltrán.

Presentaré algunas consideraciones pensando en cinco cuestiones que me parecen importantes como perspectiva para el análisis del tema que nos reúne en este seminario.

La primera cuestión que quiero considerar es la de la Institución como organizadora del comportamiento social. En el tema que nos ocupa importa centralmente en su función de código para asignar significados y en el carácter de formación bifronte –cultural y psíquica– (Kaës, 1977) que al mismo tiempo establece regulaciones externas del comportamiento del sujeto e instala en su realidad interna lo que Bleger designó como encuadre: una organización que permite el control de las ansiedades primarias y permite con él aumentar la posibilidad de explorar el mundo externo y progresar en su diferenciación respecto de los “fantasmas” del mundo interno.

La segunda cuestión es la del exilio como el resultado de una migración. Como un tipo de pasaje que supone una crisis y transcurre en un tiempo “entre” el espacio-grupo de origen y el espacio-grupo de destino.

La tercera cuestión es el entendimiento de la crisis como una ruptura que hace evidente la separación con aquello que se deja y se pierde. Se trata de una separación generalmente abrupta en la experiencia subjetiva –aunque sea planificada en los tiempos y hechos reales– que produce el sufrir de un desgarramiento. La cuarta cuestión es la del duelo que se desencadena cuando la crisis muestra lo que se está perdiendo al partir. La quinta y última es la del valor de la historia de vida en la tramitación subjetiva del exilio.

¿Qué pierden los sujetos que migran? Desde ya pierden en mayor o menor medida objetos, en parte externos y en parte internos, portadores de significados. Además pierden enlaces emocionales con los modos de ser y estar con esos objetos y también pierden el apoyo de encuadre que le prestan los códigos internalizados de su propia cultura y su propio grupo. En definitiva, ven perdida o seriamente conmovida su posibilidad de hacer más inteligible y segura una realidad de otro modo confusa, cuando no caótica.

Creo que estas son cuestiones no suficientemente trabajadas en los estudios sociales pero insoslayables al tratar el asunto que nos reúne.

¿Qué enfrenta el sujeto que migra, por la razón que sea? Enfrenta de inicio el vivir en este espacio “entre” estos dos grupos, el de origen y el de destino, habiendo perdido el poder de desciframiento del código de origen y sin comprender acabadamente todavía ni poder usar el de destino. Enfrenta además la activación de ansiedades persecutorias muchas veces intensificadas por el conocimiento de la existencia de hostilidad real en los que quedaron o en los que lo deben recibir. La experiencia de haber abandonado, la duda del papel de su partida en la destrucción, la culpa por no haberse quedado a impedir el destino trágico de mucho de lo que dejaron, suele expresarse en los exiliados políticos por la sensación de haber fallado, haber traicionado, más aún cuando, como en el caso que presenta Romo Beltrán, se designan a sí mismos como autoexiliados, incluyendo entonces entre sus motivos, la voluntad del abandono.

Diferentes investigaciones, especialmente aquí las de los Grinberg y la de Valdemarin, nos muestran la necesidad de diferenciar posiciones en los grupos que despiden y quedan y en los grupos que reciben deseosos u obligadamente.

En el lugar de origen pueden haber quedado diferentes subgrupos. Cuando se trata de exilios por razones políticas o por efectos del terrorismo de Estado, han quedado subgrupos peligrosos cuya acción desencadenó la migración obligada y pueden “ir por más” produciendo represión y represalias en el lugar de destino o en los que quedan en el lugar de origen. Los subgrupos que ayudaron a partir quedan con aumento de su propio riesgo y siguen presentes en los que partieron como una continua aflicción. Los que quedaron enojados con los que partieron y guardan en sí el peligro de la crítica, el hostigamiento y la deslegitimación de los motivos que se aducen para justificar el haber partido pueden ser los mismos (reales o fantaseados) que cierren u obstaculicen el regreso y la reinserción.

En el lugar de destino existen también diferentes grupos cuyo estudio es inexcusable. Los dispuestos a ayudar porque son también migrantes del espacio original llegados antes al lugar de destino. Los que siendo nativos del lugar de destino se han organizado para recibir según simpatías y valores de diferente índole. Pero también los de uno u otro origen que se muestran desconfiados, renuentes al contacto o agresivamente activos.

La investigación institucional y psicosocial disponible tiene bastante que decir sobre los modos en que el que migró –fuese por lo que fuese– enfrenta la situación en la que queda inmerso.

Algunas formas trabajadas por Kaës (1979: 30-46) a partir de estudios de inmigrantes africanos en Francia:

  • la idealización de lo propio, el encierro en grupos de iguales generando un espacio ilusoriamente idéntico al del origen o el encierro en ideologías que lo defienden del peligro que supone “el afuera”;
  • la proyección masiva en el espacio de recepción, o en ese espacio “entre”, de todo lo que es temido, la generación consecuente de resistencia al contacto, tan intensa a veces como para provocar el fracaso de los planes elaborados para incorporar a los inmigrantes y favorecer su asimilación, la asimilación masiva asociada a la desconexión con lo interno y el origen, y a diferentes grados de sometimiento, desde la sumisión y el silenciamiento hasta la construcción de falsos “sí mismos”.

Otras formas propuestas por Valdemarin (2013: 228-234), a partir del estudio –a lo largo de siete años– de cinco historias de vida en una ciudad de la Patagonia argentina, atravesada desde su origen por múltiples movimientos inmigratorios y migratorios:

  • estar abocado a generar creencia en la bondad del nuevo lugar y legitimar así el autoconvencimiento sobre lo oportuno que fue salir del lugar de origen;
  • estar en conquista de la aceptación de los otros a través de la sumisión a todas sus regulaciones y de la adopción del modo de ser más cercano a ellas;
  • estar en proyectos heroicos haciendo cosas muy difíciles –que se consideran imposibles en el lugar– aunque ocasionen desgaste físico y mental evidente;
  • estar en padecimiento, protestando contra el lugar y contra sí mismo por no poder abandonarlo, por no poder retornar al lugar de partida propio o de los antepasados.

En la Argentina estos modos de “transitar” las situaciones de migración y estar en el lugar de destino sufren vicisitudes en los momentos en que se reabren la posibilidad de volver.

Algunos trabajos de laboratorio con universitarios exiliados en las dictaduras y regresados o frente a la duda del regreso[3] han permitido identificar algunas situaciones “tipo”.

Entre los que se fueron:

  • individuos o grupos que partieron obligadamente por una situación de peligro actual o potencial pueden ver legitimada su partida y el abandono y eso parece tranquilizarlos, aunque no deja a los sujetos eximidos del miedo a ser acusados de abandono o de haber aprovechado afuera de un bienestar del que no gozaron los que se quedaron;
  • individuos o grupos que parten porque se quedan sin trabajo, sin proyectos y se van apoyados por maestros y pares y hacen saber que quedan deseando volver. Cuando regresan y lo hacen con relaciones, fondos y acceso a información que aportan a sus grupos de origen, quedan doblemente legitimados (porque se fueron con acuerdo de su colectivo y porque vuelven y aportan lo que obtuvieron en el lugar de destino);
  • individuos o grupos que partieron y no quieren regresar y permanecen fuera rechazando/depreciando la posibilidad de volver, haciendo a veces una doble apelación: a los que permanecieron en el lugar, para que partan ahora; a los que se exiliaron y piensan regresar, para que no lo hagan porque se someterían a procesos sociales y psíquicos peligrosos.

Entre los que se quedaron a pesar de dificultades y peligros:

  • sujetos y grupos que se quedaron sufriendo situaciones muy difíciles y experimentándose abandonados y solos. Con frecuencia son aquellos que rechazan a los que se fueron cuando estos últimos vuelven;
  • sujetos y grupos que se quedaron y ocuparon las posiciones de los que se fueron. El estudio de algunos casos singulares dio oportunidad para observar en ellos el efecto “horadante” de la culpa sobre la capacidad colectiva para producir creaciones e innovaciones, y una especie de movimiento de eterna reparación que procura “calmar” el enojo de los supuestamente usurpados.

Esto impide muchas veces advertir que si la migración fue obligada en la primera oportunidad, no lo fue en la segunda y que existe en muchas historias de emigración y aún de exilio –como en el caso estudiado por Romo Beltrán– una segunda migración elegida y valorada pero, frecuentemente, origen de una culpa diferente: la del que decidió sostener la migración, esta vez sin argumentos vinculados al riesgo. Por el simple deseo de quedarse, por amor al nuevo lugar, por los logros hechos en la nueva pertenencia, por muchas otras razones que a menudo se mantienen ocultas.

Pienso que la investigación presentada por Romo Beltrán hace muchos aportes de importancia a la definición de las cuestiones que deben ser tomadas en cuenta al investigar el tema que nos reúne.

Muestra, por ejemplo, el modo en que la experiencia histórica con el exilio de intelectuales republicanos españoles y la condición del México en que se produce la migración de MC –el caso estudiado– hace que estos exiliados argentinos sean recibidos y se ubiquen rápidamente en los ambientes académicos. Sobre todo si, como en el caso de ella, tienen inteligencia y disposición creativa y buscan activamente integrarse, aún a costa de una negación del duelo que le supuso el movimiento migratorio.

También aporta evidencia a ese modo de estar en el nuevo lugar, combinando –en términos de Valdemarin– la generación de creencia en el valor de haber migrado con la inserción de proyectos de tipo heroico que demuestran que lo que parece muy difícil es posible.

Es mucho, además, el material en el que la entrevistada de Romo Beltrán alude a que el suyo no fue un exilio sino un autoexilio, dando idea así del modo en que se tramitó en aquel tiempo la aflicción por los que habían quedado y se evitaron los posibles juicios negativos –propios y ajenos– sobre su partida.

Por último y volviendo nuevamente a René Kaës (1979: 61-72), quiero incluir que la tramitación psíquica de la migración, la reconstitución de un código interno que permite ganar en seguridad y volver a ubicarse, requiere convertir ese espacio “entre” el espacio de origen y el espacio de destino en un espacio transicional (Winnicott citado por  Kaës 1979:30). Un espacio en el que la migración y sus fenómenos pueden ser pensados y en el que se pueden desplegar los procesos del duelo y restitución de la capacidad de enlace social y producción creativa.

Es en este sentido que hallo uno de los mayores aportes de la investigación de Romo Beltrán: la oportunidad de la historia de vida funciona efectivamente como un espacio transicional habilitado por el investigador. Aunque tardíamente para su caso y al aproximarse el tiempo en que habitualmente se hace una revisión del trayecto de vida, el sujeto puede reconstruir aquellas decisiones, las circunstancias que le siguieron, las pérdidas y las ganancias que de ellas resultaron.

Esta investigación, como las de Kaës y Valdemarin que he citado y las propias en el caso de IEC, muestran que el proceso de investigación social puede resultar, con estas metodologías, un tiempo de elaboración y sutura. También indica que el investigador debe evitar la tentación de simplificar el estudio del tema que nos ha reunido. No hay modo en que el movimiento de las personas no involucre realidades complejas que deben ser encaradas con metodologías capaces de acercarnos a la captación de esa complejidad.

Por supuesto que es un desafío porque la profusión del movimiento de intelectuales y las políticas que la promueven –como si de tal movimiento sólo pudieran esperarse ventajas– merece el habernos reunido y el que este Seminario dé lugar a estas consideraciones.

Bibliografía

Bleger, José 1975 Psicoanálisis del encuadre psicoanalítico en Temas de psicología (Buenos Aires: Nueva Visión).

Fernández, Lidia M. 2007 “Dinámicas socioinstitucionales críticas. Un interrogante sobre las escuelas. El caso de una pequeña población isleña” en Educação Unisinos (Río Grande del Sur: Unisinos) Vol. XI, N°1.

Fernández, Lidia M. et al. 2015 “Otra forma de mirar la Isla: Ocho historias de vida” en Fernández, Lidia y Alonso, María Cristina 2015 (Comps.) Un Libro para la Isla. Escrito en diálogo entre investigadores y vecinos (Corrientes: Editorial de la Universidad del Nordeste-UBA).

Grinberg, León y Grinberg, Rebeca 1982 Psicoanálisis de la migración y el exilio (Madrid: Narcea).

Kaës, René et al. 1985 (1979) Crisis, ruptura y superación (Buenos Aires: Cinco).

Valdemarin, Paola 2013 “Migración y Formación. El caso de una localidad geográficamente aislada, socialmente periférica y atravesada por continuos movimientos migratorios”, Tesis doctoral, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires.

2006 “Elementos para pensar relaciones entre los esquemas cognitivos del investigador y la producción de conocimiento científico en ciencias sociales. El caso de la propia investigación” en Andrade, Larry (comp.) Lo social: inquieto (e inquietante) objeto. Aportes para pensar e intervenir (Buenos Aires: Miño y Dávila).

2011 “Poblaciones de composición aluvional en medios aislados y condiciones hostiles, un desafío a la educación. Cuatro historias de vida en Puerto San Julián. Patagonia Austral” en Anuario IICE, FFyL,UBA (Publicación digital).

Winnicott, Donald 1993 (1975) Realidad y Juego (Barcelona: Gedisa).


  1. Cómo citar este artículo: Fernández, L. M. (2016) Para comprender las situaciones de exilio. Perspectivas institucionales. Revista Horizontes Sociológicos, (4) 7, 35-43.
  2. Profesora Titular Consulta de UBA. Profesora e Investigadora Titular de UNTREF. Directora del Programa de investigación “Instituciones educativas” del IICE-UBA desde 1984. Directora de Tesis doctorales en UBA y en UNTREF y Directora de Posgrados en el campo institucional en esas Universidades, UNNE y UNCUYO. Correo electrónico: elefe30@hotmail.com.
  3. Diez laboratorios coordinados por Lidia Fernández que tomaron por objeto la historización y caracterización de los trayectos universitarios. Realizados con profesores universitarios de varias Universidades Nacionales de Argentina y de la UDELAr (Uruguay) entre los años 1986 y 2016.


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