Este trabajo partió de una serie de preocupaciones en torno al ejercicio de la docencia en la actualidad. Frente al declive del programa institucional moderno, es necesario fortalecer el oficio. El libro sintetizó los resultados de una investigación que buscó conocer y comprender el proceso de transmisión del oficio docente en las prácticas profesionales. En un contexto en el que las enseñanzas parecieran haber quedado obsoletas y el aprendizaje pareciera dominar el campo pedagógico-didáctico, esta investigación apostó al enfoque del oficio y al lenguaje de la transmisión. Muestra empíricamente hasta qué punto y en qué medida las prácticas profesionales son situaciones pedagógicas, sociales y políticas complejas que requieren de mayor atención del campo académico. Asimismo, explora los senderos poco frecuentados de la educación inicial, dando lugar a algunas de sus especificidades y potencialidades.
Chispas y fogatas
Este estudio sugiere que hay chispas que pueden desatar situaciones del orden de la transmisión. La analogía de la ignición permite imaginar a las formadoras como generadoras de las chispas a través de la frotación (modos de formar) de piedras o ramas (saberes del oficio). A diferencia del fuego, la transmisión requiere la puesta en juego no de piedras o ramas, sino de elementos relativamente tácitos y poco codificados como son los saberes del oficio.
La generación de chispas supone no solo la posesión de los elementos necesarios (los saberes del oficio), sino también de un saber hacer sobre la fricción, ya que no cualquier fricción deviene en un chispazo. La investigación que condensa este libro permitió construirlos alrededor de un conjunto de acciones formativas: anticipar, mostrar —que incluye mostrar cómo se hace y mostrar buenos ejemplos—, contar —que agrupa relatar anécdotas, explicitar las razones de lo que se hace y aconsejar—, dejar probar y corregir —que se circunscribe a identificar y comunicar el error y redefinir un problema—. En estas instancias (o chispazos) las formadoras ponen en juego distintas dimensiones de su saber de oficio y desencadenan, en el marco de espacios institucionalizados de enseñanza, situaciones del orden de la transmisión. La presencia de estas situaciones permite reconocer a las formadoras como expertas en su oficio, mostrar que la transmisión del oficio puede tener lugar en las prácticas profesionales y dar cuenta de algunos de los modos en los que, en su accionar cotidiano, las formadoras —efectivamente— lo logran.
Sin embargo, las chispas son ocasionales. La batalla contra los “enemigos” del oficio, la conflictividad entre instituciones y entre los miembros de la tríada ponen, muchas veces, a la transmisión en un segundo plano. Por un lado, la construcción del terreno de las prácticas profesionales como un campo de batalla en el que se buscan desterrar la infantilización, la primarización y la automatización opera nublando la finalidad formativa de estos espacios. De hecho, el foco puesto en la batalla corre del centro las dificultades propias de lo iniciático. Un efecto similar tiene el uso del espacio del taller para sortear los conflictos con las docentes orientadoras a través de tácticas evasoras y lecturas subjetivas de la conflictividad.
Por otro, los saberes del oficio docente de educación inicial eluden todo intento de codificación plena, lo que complejiza su transmisión. Esta complejidad lleva a que las formadoras, muchas veces, los visualicen como componentes innatos, vocacionales o personales. La complejidad de los saberes no codificables también se evidencia en el hecho de que las formadoras recurran a los materiales didácticos como obra tangible del oficio en las prácticas profesionales. Frente a la dificultad de objetivar el propio trabajo, los materiales ocupan el lugar de obra del oficio, aquel producto tangible que marca el paso de aprendiz a artesano.
Como cualquier proceso artesanal, la producción de chispas puede mejorarse. Quienes conocen del asunto afirman que se trata de un proceso extremadamente difícil y que requiere del desarrollo de una técnica compleja. Nuevamente, la metáfora de la ignición es propicia para comprender la naturaleza del desafío que las formadoras tienen en frente. Los modos de formar pueden asegurar la transmisión del oficio en los espacios de práctica. Se trata de acciones formativas que se ponen en juego en situación en los espacios de práctica profesional. Su puesta en valor puede permitir la intensificación de su uso, nuevos desarrollos y perfeccionamientos de la técnica. En efecto, las formadoras pueden emprender este perfeccionamiento como colectivo. Los nuevos y mejores modos de formar permitirían enfrentar el desafío de formar a las practicantes para quienes el trayecto de práctica profesional “no alcanza” o es “inadecuado”. Frente a ello, el perfeccionamiento de la artesanía de formar en el oficio podría favorecer la formación de las estudiantes “puras” de la formación y quienes se encuentran transitando, de manera concurrente, la etapa de socialización laboral.
Por último, para que las chispas den lugar a una fogata y, entonces, las prácticas profesionales puedan configurarse en instancias intensas en términos de formación es necesario que las condiciones sean propicias. Para que una chispa actúe como fuente de ignición es necesario que haya oxígeno y un combustible. De no estar presente el primero, la chispa se ahoga; de no estar presente el segundo, la chispa no enciende la fogata. En el análisis se detectaron ciertas condiciones que constriñen la transmisión del oficio. Por un lado, el papel difuso de las docentes orientadoras. El bajo grado de institucionalización y reconocimiento conlleva el desaprovechamiento de su presencia a lo largo de todo el período de inmersión. Por otro, el vínculo de doble supervisión entre el Instituto de Formación Docente y los jardines. El rol de las profesoras de práctica como supervisoras de las practicantes y de los jardines dificulta a la creación de vínculos propicios.
En cambio, el trabajo sobre la limitación y la contingencia, la cooperación y la confianza son prometedoras. Una mirada interpretativa e imaginativa contribuye a generar escenarios fructíferos de transmisión. La confianza y la colaboración sostenida abre las puertas a la prueba y la experimentación y tiene potencial para generar saltos intuitivos. La prueba y experimentación favorecen la construcción modos de afrontar la imprevisibilidad propia de la práctica. En definitiva, se trata de potenciar las chispas existentes para generar una fogata que pueda acoger la formación de buenos en la artesanía de enseñar.