Filmografía
Flor de durazno, 1917
Rodada en Dolores de Punilla (Córdoba) y Buenos Aires, entre junio y julio de 1917.
Argentina (1917)
50 minutos. Patria Film, Argentina.
Blanco y Negro. Silente.
MCMXVII, Patria Film.
Director: Francisco Defilippis Novoa
Productor: Federico Valle
Guión y adaptación cinematográfica: Gustavo Martinez Zuviría (Hugo Wast), basado en la novela Flor de Durazno (1911), del propio autor
Productor asociado: Humberto Cairo
Director de fotografía: Francisco Mayrhofer
Música: Francisco “Pancho” Martino
Montaje: Francisco Mayrhofer
Banda sonora original: Flor de Durazno (vals). Compuesta y producida por Francisco “Pancho” Martino, Buenos Aires, 1917
Reparto (en orden alfabético):
Rosa Bozán: Candela (“la húngara”, “la bruja”)
Pascual Costa: Antonio Castillo
Diego Figueroa: Germán Castillo
Carlos Gardel: Fabián
Argentino Gómez: Miguel Benavides
Aurelia Musto: doña Encarnación
Celestino Petray: padre don Filemón Rochero
Ilde Pirovano: Corina (“Rina”) Castillo
Sin acreditar:
Raúl J.Ungaro, Eduardo Albarracín: Fabián y Miguel Benavides (de niños)
Francisco Americes, Silvia Parodi, María Cambe, Mariano Galé, Mayrhofer
Pre-estreno: Miércoles 28 de setiembre de 1917, en el Cine-Teatro Coliseo (Charcas 1009, Buenos Aires), en función benéfica
Estreno: Jueves 29 de setiembre de 1917, en el Cine Select (Suipacha 482, Buenos Aires)
Sinopsis: Sobre fondo negro aparece un título y un subtítulo: “Flor de Durazno” Cinedrama de Hugo Wast. Por medio de un fundido pasamos a una panorámica del quehacer de los troperos. A través de distintas tomas que varían desde las panorámicas hasta el plano detalle, el film presenta aspectos de la vida cotidiana del campo argentino: arreo de ganado, charlas alrededor del fogón, preparación de alimentos, etc.
Corte. Entierro de la esposa de Germán Castillo (Diego Figueroa). En un plano medio, se ve a Fabián (Carlos Gardel) cavando una fosa. Tres hombres bajan un ataúd y lo acercan a la tumba. Ayudados por Fabián, lo depositan en el interior y lo entierran.
Corte. Se ve a los bueyes que trasladan la carreta de vuelta. En planos alternados, se ve a varias personas que les dan el pésame a Germán y sus hijos; y luego parten de regreso a sus hogares. Imágenes de planos medios de los familiares mirando a lo lejos.
Hogar de los Castillo. Es de noche. Llegan el cura Filemón Rochero (Celestino Petray) a consolar a la familia y a acordar con don Germán que su hija Rina (Ilde Pirovano) se casaría con su primo Fabián después de que éste cumpliera con el servicio militar, para el que ha sido convocado. En un primer plano, la escena registra la desazón de Rina y la sonrisa del muchacho, ya que nunca se habían dicho una palabra de amor, pero es evidente que la muchacha no le quiere.
Corte. Vemos a Fabián y a Antonio (Pascual Costa) andando a caballo. Plano y contraplano de Fabián y Rina.
Poco después Rina se topa con la bruja Candela (Rosa Bozán), quien le pide un poco de leche.
En ese punto, a través de un fundido a blanco, el relato realiza un flashback para mostrarnos los recuerdos de Rina, quien rememora una ocasión en que el padre Rochero le mostró el duraznero que la familia tenía sembrado. En aquel recuerdo, el padre quitaba un ramillete de flores del árbol y hacía una pequeña tiara para la niña.
Fundido a blanco. Volvemos al presente. La bruja Candela lee la mano de Rina y le asegura que no se casará con Fabián, sino con un hombre rico.
Corte. Nuevo flashback. Plano general de una casa elegante, de la que vemos salir a varias personas. La niña Rina mira con simpatía a un muchacho; se trata de Miguel Benavides (Eduardo Albarracín/Argentino Gómez), con quien comienza a charlar.
Pasan los días; Rina y Miguel comparten las tardes, ante la mirada resentida de Fabián (Raúl J. Ungaro). En cierta ocasión en que los niños se encontraban paseando, Fabián –que en aquella ocasión se había vestido de traje para agradarle a su prima–, corroído por los celos, se abalanzó sobre Miguel. Don Germán se interpone, empujando con violencia a Fabián.
Corte. Una imagen de una mujer vestida de blanco –probablemente la madre de Rina– mirando el duraznero, ya crecido.
Fundido a blanco. Corte al presente. Rina se niega a lo que le dice la bruja Candela y se va.
Corte. Vemos a Miguel Benavides, ya adulto, jugando a las cartas.
Corte. Llegan unos hombres a caballo. Nuevos planos muestran el mundo rural: un juego de monte, la fiesta de la Virgen, carreras cuadreras, y una fiesta gaucha donde se toma mate y se comen empanadas. Un plano detalle muestra cómo se toca en la guitarra la chacarera, y se observan distintos planos del cielo y las nubes.
Corte. Es domingo, día de misa. Primer plano de Miguel con amigos. En un raccord de mirada, vemos acercarse a Fabián con otros gauchos. Rina sale de la iglesia y se encuentra con Miguel. Sube a caballo y se va junto con su hermano y su padre. Fabián, también presente, recuerda –flashback mediante– aquella pelea que tuvieron de niños y le pide a Miguel que no interfiera en su relación con Rina. El hombre accede.
Fundido a negro. Un plano general nos muestra a Miguel andando a caballo; se dirige al rancho de los Castillo. En un primer plano, vemos cómo Rina le ofrece una taza de café y los dos coquetean. Primer plano del duraznero. Miguel parte a caballo; intercalado, vemos un primer plano de la bruja Candela que sonríe complacida.
Corte al rancho. Rina se sienta, ensimismada. Llega a caballo Fabián y la muchacha pone la pava al fuego. La pareja habla, preocupada por sus asuntos.
Corte. Llegan Germán y otro hombre y todos toman mate.
Corte. Imágenes sobreimpresas de trompetas y campanas. Fabián parte a cumplir el servicio militar: serán dos años antes de que pueda volver.
Corte a la casa de Miguel, quien fuma mientras recuerda (efecto de sobreimpresión) las palabras de Fabián y el rostro convocante de Rina. Mientras tanto, Rina deambula por el bosque, donde encuentra un pájaro herido. Lo toma en sus brazos, y en ese instante aparece Miguel, quien intenta besarla. Corte. Miguel y Rina se besan ante la anuencia de Candela.
Fundido a negro. Casa de los Benavides. Miguel, vestido de negro, se sube a caballo y sale. Se dirige a ver a Rina, a quien encuentra frente a un arroyo y le da a entender que parte. Plano medio de Rina, quien mira al cielo y se pone su mantón en la cabeza. Corte al cementerio. Un primer plano y uno general nos muestran a Rina arrodillada frente a la tumba de su madre. Travelling del pueblo. Corte a pulpería. Rina ingresa y se encuentra con el padre Rochero, quien la lleva de regreso a su rancho.
Interior del rancho. Germán y Rina sentados a la mesa. Plano detalle de una carta de Fabián. En ella se lee: “Me acuerdo de todos Uds. Y si Ud. no dispone otra cosa cuantito que llegue, me casaré con Rina y nuestro rancho dará la envidia…”
Corte. El rancho visto desde afuera. Germán, Rina y otro hombre. Mientras Fabián navega por alta mar, don Germán se ve envuelto en serios problemas legales. Un vecino le ha iniciado un juicio por sus tierras y el hombre, acongojado, acude al mundano Miguel, quien le promete estudiar el asunto. Poco después parte del pueblo de regreso a Buenos Aires. Rina sospecha que ha quedado embarazada y le confiesa a su padre que no puede casarse con su primo. Indignado, Germán le golpea y ella huye al pueblo de Villa Dolores. Un plano general nos la muestra caminando por las vías del ferrocarril, acompañada por un perro. Rina, visiblemente agotada, cae al piso varias veces.
En contraplano vemos pasar al ferrocarril. Rina se acuesta bajo unos arbustos y sueña con su madre.
Fundido a negro. Es el nuevo día. La muchacha continúa con su camino.
Corte a la estación y la ciudad. Rina, sentada en un banco, ve cómo su perro es atropellado por un automóvil. Desolada, continúa su andar. Dos mujeres de la alta sociedad, apiadadas de ella, la invitan a ingresar a su casa.
Mientras tanto, vemos al padre Rochero que, enterado de la huida de Rina, parte hacia la ciudad. Se encuentra con doña Encarnación (Aurelia Musto), la madre de Miguel. El cura le pide que la señora reconozca el daño que ha hecho su hijo al tener una aventura con Rina. La señora lo rechaza.
Corte. En varios planos generales de la ciudad, vemos caminar al padre Rochero, cabizbajo.
Corte al interior de una casa donde Rina ha conseguido trabajo como mucama. En un momento en que se halla sola, uno de los hombres de la casa intenta seducirla, sin éxito. Rina es echada a la calle.
Corte. Ha pasado el tiempo. En un plano general, vemos a Rina salir de un hospital acompañada por dos enfermeras y su hija recién nacida.
Un travelling de la ciudad con una sobreimpresión de Fabián, nos muestra los temores y pesares de la muchacha.
Corte. Travelling de Rina caminando por la calle. Llega a un conventillo, donde pide trabajo y es aceptada. Allí debe dedicarse a lavar la ropa.
Corte. Vemos a Fabián vestido de marinero, recordando a Rina (sobreimpresión). Travelling de imágenes de puerto, del mar y de barcos en found footage.
Corte a Rina. La vemos en su pensión cuidando a su niña.
Corte a la calle. Miguel Benavides se halla hablando con unas amistades cuando ve pasar a Rina con su niña. Se reconocen, pero Rina escapa. Miguel la persigue, sin éxito.
Corte a la pensión. Vemos llegar a un hombre, quien habla con la encargada y ambos ingresan a la pieza donde Rina se halla con su bebé. El hombre intenta seducirla, pero ella se niega. El hombre y la encargada de la pensión parten.
Corte a Miguel y Rina, que se encuentran en una esquina. Ella también le rechaza.
Corte. Vemos a Rina caminando por las calles con su bebé a cuestas. Va a la casa de los Benavides, con la intención de hablar con doña Encarnación, pero ésta se niega a verle.
Rina y su hija caminan por las calles, desoladas. Se encuentra con un árbol de duraznos en flor, al que la madre le arranca una rama. Ingresa a una iglesia, en donde se arrodilla y reza. Poco después cae desmayada y es socorrida por unas personas que se hallan presentes, quienes le dan dinero y le ayudan a volver a su rancho.
Corte. Estamos de vuelta en Dolores. Rina llega a la iglesia, donde el padre Rochero la recibe y la convence de volver con su padre.
Corte al rancho. En plano general, vemos a Rina llegar a la casa, que se haya visiblemente abandonada. Al volver al rancho se encuentra con la terrible noticia de que su padre se ha quedado ciego.
Interior. Rina se acerca a su padre, que primero la golpea con violencia y luego la abraza.
Corte. Llega Fabián, vestido de marino, y se encuentra con Rina, quien le dice que ha tenido una hija. Fabián, golpeado, se va, pero es convencido por el padre Rochero de que vuelva con la muchacha y se casan. Durante un tiempo las cosas parecen ir bien, e incluso Rina vuelve a quedar embarazada.
Desafortunadamente, el niño muere al nacer.
Corte. Ha pasado el tiempo. En el rancho, las cosas no marchan bien: Fabián rechaza los intentos de acercamiento de la pequeña y Rina sufre problemas de salud.
Corte a la pulpería. Allí vemos a Fabián charlar con otros hombres, quienes le dan a entender que el padre de la criatura es Miguel. Corte al rancho. Con un pequeño efecto de montaje, vemos aparecer la figura de Benavides ante los ojos de Fabián, quien intenta ahorcarle. La imagen se esfuma.
Fabián toma a la pequeña y la secuestra, se la lleva a caballo. Rina, aterrorizada, les ve irse y cae muerta.
Corte. Vemos a Miguel vestido de blanco practicar el tiro al blanco. Llega Fabián con la niña y, mientras charlan, un flashback sobreimpreso nos presenta el antiguo compromiso de Miguel de no interferir en la relación de la pareja. Fabián se abalanza sobre Benavides. En contraplano vemos acercarse a dos hombres a caballo y un primer plano que nos muestra a la pequeña llorando. Fabián ahorca a Miguel y huye a caballo. Los dos hombres le ven y le persiguen; le detienen.
Corte al rancho. Germán, ciego, se levanta a buscar a Rina, a quien halla muerta. El hombre arrepentido, reza.
Fundido a negro. Candela, visiblemente ebria, es atacada por unos perros y cae por un barranco; fallece en el acto.
Corte al rancho. Llega el padre Rochero con la niña y convence a Germán de que se quede con ella y la cuide.
Corte. Plano medio de Germán, la niña y doña Encarnación Benavides (todos vestidos de colores oscuros), esta última arrepentida, quiere cuidar a la niña; Germán se niega. Sin embargo, llegan a un acuerdo y la mujer podrá venir a visitarles.
Corte. Primer plano de una campana. Plano general de Germán y su nieta caminando por el camino. Un contraplano nos muestra el cementerio, a donde se dirigen los dos. La escena final nos los muestra rezando frente a las tumbas. Fin.
Algunas curiosidades:
- Flor de durazno fue escrita en 1911 por Martínez Zuviría en su casa sita en el barrio Dolores, en San Esteban, a quinientos metros de la ruta 38, en la provincia de Córdoba, conocida actualmente como “Casa de Hugo Wast–Flor de Durazno”. El rodaje, en cambio, ocurrió en la ciudad de Villa Dolores, Córdoba.
- Según Rolando Goyaud, director del Museo de Ituzaingó Clarisse Columbie de Goyaud, parte de la película se filmó “en Ituzaingó, en una pulpería” (Ituzaingó es una localidad del oeste de la provincia de Buenos Aires).
- Defilippis Novoa supo escribir un diario de viaje de su estadía en Villa Dolores, al tiempo que rodaba el film. Dicho diario fue publicado en la revista Caras y Caretas.
- La hija de Francisco Mayrhofer también participó en el film, donde realizó un breve cameo. Aparece en una escena ambientada en la ciudad de Córdoba, cuando el perro de Rina es atropellado.
- Raúl J. Ungaro –encargado de encarnar al Fabián niño– no volvió a actuar. Tendrá en cambio una importante carrera dentro de la curia católica, donde llegará a ser Subsecretario de Culto y Beneficencia del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto en el año 1938. También supo ocupar un rol directivo dentro de la orden saleciana de Don Bosco.
- María Cambe era francesa y vivía en Dolores.
- Francisco “Pancho” Isidro Martino compuso el vals Flor de durazno, que debía pasarse como música de acompañamiento mientras se pasaba el film en la pantalla. Martino fue cantor, compositor, compañero y amigo de Carlos Gardel desde sus comienzos. Supieron cantar a dúo así como también en forma de trío (con Razzano) y de cuarteto (Gardel, Martino, Razzano, Salinas). Gardel llevó al disco varias de sus canciones: “El Sueño”, “Sanjuanina de mi amor”, “Mi pañuelo bordao”, “La catedrática”, “Maragata”, “La pueblerita”, “Amame mucho”, “Para quererte nací”, “Mis espuelas”, “Cariñito mío” y “Soy una fiera”. Falleció en 1938.
- Según Razzano, cuando él y Gardel la vieron en el estreno, Carlos dijo:
–¿Yo soy ese gordo tremebundo?
–Y claro que sos vos –le contestó Razzano–. ¿No te estás viendo?
–Sí, claro… yo soy el gordo ése… ¡Pero me gustaría tener ahora un par de tomates podridos pa chantárselos por el escracho! - En 1940, Flor de durazno volvió a ser presentada en los cines. En el aviso publicitario del Cine Álvarez Thomas, del lunes 18 de marzo de 1940, se anunciaban las películas Cándida con Niní Marshall y Juan Carlos Torry (sic), Noches de Carnaval con Florencio Parravicini y Rosita Contreras, Murió el sargento Laprida con Mario Danesi y Celiz Gámez y Flor de durazno con Carlos Gardel e Ilde Pirovano en la versión sonora de 1940. Se lee textualmente en el anuncio: “El cine argentino presenta una joya. La novela más humana y conmovedora con un intérprete inolvidable, en la que puso toda su alma, porque de ella dependió toda su Gloriosa (sic), aunque truncada carrera.
CARLOS GARDEL quien hace una magistral interpretación del protagonista, en el rol de Fabián e Ilde Pirovano en el de RINA en la difundida novela de Hugo Wast FLOR DE DURAZNO (Versión sonora 1940) –SE VENDE UNA MUJER–”. Luego, el anuncio expone parte de la trama de la película.
Encuadres de canciones, 1930
Argentina (1930)
Cinematográfica Valle
Blanco y Negro. Sonora. Sistema Movietone
MCMXXX, Cinematográfica Valle
Rodada en la ciudad de Buenos Aires, México 832, entre el 23 de octubre y el 3 de noviembre de 1930
Director y productor ejecutivo: Eduardo Morera
Productor general: Federico Valle
Productor asociado: Francisco Canaro
Iluminación: Antonio Merayo
Sonido: Ricardo Raffo y Roberto Schmidt.
Banda sonora original
Reparto (en orden alfabético):
Francisco Canaro, Arturo De Nava, Armando Discépolo, Celedonio Flores, Carlos Gardel, Ireneo Leguisamo,
Sin acreditar: Riverol, Guillermo Barbieri, José María Aguilar.
Viejo Smoking
Tango, 1930
Música: José María Aguilar
Letra: Celedonio Esteban Flores
Campaneá cómo el cotorro va quedando despoblado
todo el lujo es la catrera compadreando sin colchón
y mirá este pobre mozo cómo ha perdido el estado,
amargado, pobre y flaco como perro de botón.
Poco a poco todo ha ido de cabeza p’al empeño
se dio juego de pileta y hubo que echarse a nadar…
Sólo vos te vas salvando porque pa’ mi sos un sueño
del que quiera Dios que nunca me vengan a despertar.
Viejo smocking de los tiempos
en que yo también tallaba…
¡Cuánta papusa garaba
en tus solapas lloró!
Solapas que con su brillo
parece que encandilaban
y que donde iba sentaban
mi fama de gigoló.
Yo no siento la tristeza de saberme derrotado
y no me amarga el recuerdo de mi pasado esplendor;
no me arrepiento del vento ni los años que he tirado,
pero lloro al verme solo, sin amigos, sin amor;
sin una mano que venga a llevarme una parada,
sin una mujer que alegre el resto de mi vivir…
¡Vas a ver que un día de éstos te voy a poner de almohada
y, tirao en la catrera, me voy a dejar morir!
Viejo smocking, cuántas veces
la milonguera más papa
el brillo de tu solapa
de estuque y carmín manchó
y en mis desplantes de guapo
¡cuántos llantos te mojaron!
¡cuántos taitas envidiaron
mi fama de gigoló!
Dirección: Eduardo Morera
Guión: Enrique Maroni
Reparto: Carlos Gardel, César Fiaschi, Inés Murray
Estreno: 3 de mayo de 1931 en el cine Astral, como complemento del film Ángeles del infierno de Artistas Unidos.
Se ve un cartel sobre fondo negro que dice “Viejo Smoking” y debajo “Letra de Celedonio Esteban Flores”, “Música de José María Aguilar”.
Esfumado a negro. En off se escucha la música de Viejo Smoking. Plano general de una habitación humilde. A la izquierda se ve a Carlos Gardel, sentado sobre una silla con la cabeza inclinada sobre un escritorio.
Corte. Plano general de Manuela de espaldas a la cámara (Inés Murray), golpeando la puerta. Corte. Interior de la habitación. En un plano americano, vemos a Gardel sentado y fumando. Dice “adelante”.
En contraplano, Manuela pregunta si puede entrar. Corte al interior. Plano medio de Gardel, quien reconoce la voz de la muchacha y le da permiso para ingresar. Corte a Manuela, en plano medio ya adentro de la habitación, con dudas porque tiene “miedo de que usted se abuse”. Corte a Gardel, quien juega al solitario, indiferente a la insinuación.
Corte. Plano americano de Manuela, quien ingresa definitivamente.
–Aquí le traigo el recibo del alquiler por cuarta vez –dice Manuela con acento claramente español–, y dice la patrona que si no paga, tucará el tango del desalojo.
Corte. Plano americano de Gardel.
–Total, no le debo más que tres meses, y el que va corriendo –se justifica el hombre.
–Es que dice que va corriendo demasiado, y que a ella las carreras no le seducen…
–Y bueno, ¿qué querés que le haga? –replica el personaje de Gardel. Ya he agotado todos los recursos. Sin empleo, sin amigos y sin nada que empeñar.
Corte a plano general. Gardel se levanta de la mesa y avanza junto a Manuela.
–Es que yo no veo más que dos caminos –contesta la muchacha.
–Decime uno.
–O paga y se queda, o no paga y se va.
–¡Siempre la misma milonga!
–Es que aquí se debe el alquiler. Se debe el teléfono. Me deben a mí, que no me puedo hacer la permanente.
Acto seguido ingresa un amigo [César Fiaschi] quien, contradiciendo el tinte dramático de Gardel, no deja de sonreír ante la situación:
–Hola perdido, ¿qué tal, cómo te va?
Se acerca a Gardel, a quien le estrecha la mano.
–Con una tragedia, hermano –responde Carlos. Contale, Manuela.
Corte. Plano medio de Manuela y el recién llegado.
–Le han aplicado el bando del desalojo.
Corte. Plano medio invertido de Gardel y el amigo.
–Pero che, no acertamos ni una. ¿Y a mí que me dejaron cesante? Y eso que también fui revolucionario.
Corte. Plano general.
–Bueno, don Carlos, ya sabe…
–Sí hombre: o paga o se queda. Dejame tranquilo, ¿Querés, por favor? Andate.
Corte. Plano medio de Manuela.
–¡Pobrecitos: que paterío abundante que tienen! –dice la joven, y sale.
Corte. Plano general de la habitación.
Corte. Plano medio invertido.
–Che –dice el amigo. ¿Y cómo salimos del pantano?
–No sé qué hacer hermano, no sé. Fijate: no tengo más que boletas de empeño.
–Empeñalas.
–Pero si son boletas de boletas, hombre…
–¿Por qué no vendés un traje? –insiste.
–No tengo más que el puesto y fíjate cómo está.
Corte. Plano general.
–Estamos listos, viejo –dice el amigo.
Corte. Primer plano de Gardel, que prepara un cigarrillo. En forma extra diegética, se escucha al amigo silbando el tango El ciruja.
Corte. Primer plano del amigo, que se arregla la corbata frente al espejo y silba. Abre el ropero para ponerse una corbata.
–Ja ja, sí que estamos arreglados.
Accidentalmente encuentra un esmoquin en el ropero.
–Che, ¿y esto? ¿Por qué no vendés el esmoquin?
Corte. Plano americano de Gardel y el amigo.
–No, che. Eso no.
Corte. Nuevo plano americano de ambos.
–No, viejo. ¿Vos sabés el cariño que tengo por esta prenda?
–Después lo sacamos.
–No podría separarme de él. En la historia de mis mejores aventuras de amor, él fue el testigo fiel. ¡Cuánta pebeta linda se afirmó en ese brazo, en las vueltas de un tango! ¡Cómo sintió ese esmoquin el latir de mi corazón, apresurado por las emociones del primer beso! Separarme de él, sería como si me arrancasen un pedazo de vida.
–¡Pero che!
–No, querido. Nunca me separaré de él.
Corte. Plano medio de Gardel. Con la prenda entre sus manos, recita mirando a cámara, con música de la orquesta en off: Viejo esmoquin de los tiempos/ en que yo también tallaba,/ ¡Cuánta papusa garaba/ en tus solapas lloró!/ Solapas que con su brillo,/ parece que encandilaban/ y que, en donde iba, sentaban/ mi fama… de gigoló”.
Corte. Primer plano de Gardel. Comienza a cantar, con la orquesta en off.
Padrino Pelao
Tango, 1930
Música: Enrique Delfino
Letra: Julio Cantuarias
¡Saraca, muchachos, dequera un casorio!
¡Uy Dio, qué de mink, ‘ta todo alfombrao!
Y aquellos pebetes, gorriones de barrio,
acuden gritando: ¡Padrino pelao!
Al barrio alborotan con su algarabía;
allí, en la vereda, se ve entre el montón,
el rostro marchito de alguna pebeta
que ya para siempre perdió su ilusión.
Y así, por lo bajo,
las viejas del barrio
comentan la cosa
con admiración:
“¿Ha visto, señora,
qué poca vergüenza?
¡Vestirse de blanco
después que pecó!”
Y un tano cabrero
rezonga en la puerta
porque a un cajetiya
manyó el estofao:
“Aquí, en esta casa,
osté no me entra.
Me son dado coenta
que osté es un colao.”
¡Saraca, muchachos, gritemos más fuerte!
¡Uy Dio, qué amarrete! Ni un cobre ha tirao…
¡Qué bronca, muchachos! Se hizo el otario.
¡Gritemos, Pulguita! ¡Padrino pelao!
Y aquella pebeta que está en la vereda
contempla con pena a la novia al pasar.
Se llena de angustia su alma marchita
pensando que nunca tendrá el blanco ajuar.
Y así, por lo bajo,
las viejas del barrio… etc
Padrino pelao trata la historia de un casamiento en un barrio humilde, con los comentarios de la gente que vive en la zona. A lo largo del tango, Carlos Gardel interpreta varios personajes, como ser los muchachos del barrio que quieren colarse en la fiesta sin éxito (y de allí que gritan “padrino pelao”, haciendo referencia a que quien financió la boda como poco generoso), las señoras de la cuadra que descalifican a la novia por casarse de blanco “después que pecó” y a un inmigrante italiano que descubre a un joven intentando filtrarse en la boda.
Sobre fondo negro, plano americano de Gardel sentado y vestido de smoking con guitarra. Carlos interpreta. En off se escuchan otras guitarras que hacen acompañamiento. Hacia el final del tema, Gardel es interpelado por una voz en off que pregunta: “¿Por qué, Don Antonio, no me deja entrar?”, a lo que el cantor responde en una suerte de cocoliche, mirando hacia el supuesto lugar de donde viene la voz: “Me son dado cuenta, eh, que osté es un colao” (“me he dado cuenta de que usted es un colado”).
Yira Yira
Tango, 1930
Música: Enrique Santos Discépolo
Letra: Enrique Santos Discépolo
Cuando la suerte qu’ es grela,
fayando y fayando
te largue parao;
cuando estés bien en la vía,
sin rumbo, desesperao;
cuando no tengas ni fe,
ni yerba de ayer
secándose al sol;
cuando rajés los tamangos
buscando ese mango
que te haga morfar…
la indiferencia del mundo
–que es sordo y es mudo–
recién sentirás.
Verás que todo es mentira,
verás que nada es amor,
que al mundo nada le importa…
¡Yira!… ¡Yira!…
Aunque te quiebre la vida,
aunque te muerda un dolor,
no esperes nunca una ayuda,
ni una mano, ni un favor.
Cuando estén secas las pilas
de todos los timbres
que vos apretás,
buscando un pecho fraterno
para morir abrazao…
Cuando te dejen tirao
después de cinchar
lo mismo que a mí.
Cuando manyés que a tu lado
se prueban la ropa
que vas a dejar…
Te acordarás de este otario
que un día, cansado,
¡se puso a ladrar!
Se ve un cartel sobre fondo negro que dice “Yira yira” y debajo “Música y Letra de Enrique Santos Discepolo”. Se escucha en off la introducción del tango.
Esfumado a negro. Plano americano de Discépolo (de saco y corbata) y Carlos Gardel (de smoking), que ingresan por ambos lados de la pantalla sobre un fondo de cortinas negras. Se dan la mano.
–¡Carlos!
–¡Enrique! ¿Cómo te va?
–Bien, ¿y a ti?
–Decime, Enrique. ¿Qué has querido hacer con el tango Yira yira?
–¿Con Yira yira?
–Eso es.
–Una canción de soledad y de desesperanza.
–Hombre, así lo he comprendido yo.
–Por eso es que lo cantas de una manera admirable.
–Pero el personaje es un hombre bueno, ¿verdad?
–Sí. Es un hombre que ha vivido la bella esperanza de la fraternidad durante cuarenta años y de pronto, un día, a los cuarenta años, se desayuna conque los hombres son unas fieras.
–Pero dices cosas amargas…
–Carlos, no pretenderás que diga cosas divertidas un hombre que ha esperado cuarenta años para desayunarse.
–¡Puuh!
Corte. Plano medio de Gardel con guitarra. Detrás en segundo plano, se ven a Aguilar y Barbieri, guitarristas del cantor. Gardel, sentado de tres cuartos, canta “Yira Yira”.
Corte. Primer plano de Gardel. Canta la segunda parte de la canción. Esfumado a negro. Fin.
El carretero
Canción criolla, 1894
Letra y Música: Arturo de Nava
No hay vida más desgraciada
que la del pobre carrero,
con la picana en la mano
picando al buey delantero.
(hablado)
Cola Blanca,
Pertiguero.
Compañero de mi vida,
cuidado con ese pozo,
no volquemos la carreta
píqueme ese buey.
(hablado)
Barro buey,
Cola Blanca,
Hueya Nevao.
Compañero de mi vida,
cuidado con esa zanja
no se le encaje la rueda
píqueme ese buey Cola Blanca.
(hablado)
Cola Blanca,
Zaraza
Pertiguero.
Salí de Montevideo
en dirección a mi casa
mi mujer estará diciendo:
mi marido trae zaraza.
(hablado)
Zaraza buey,
Cola Blanca,
Lomo Overo.
Husch, husch… viejo buey. Pertiguero.
Se ve un cartel sobre fondo negro que dice “El carretero” y debajo “Música y Letra de Arturo Navas”.
Esfumado a negro. En off se escucha la música de “El carretero”. Plano americano de Arturo Navas y Carlos Gardel sobre un fondo de cortinas negras. Se dan la mano.
–Bueno, gracias, tengo mucho que agradecerte –dice Navas. Que te hayas acordado de este pobre viejo y que hayas sacao este mancarroncito criollo que estaba enterrado en el potrero del olvido, para que estas nuevas generaciones se den cuenta lo que es el olor a pasto y olor a fogón, hermano.
–Navas, yo no he hecho más que interpretar en lo posible tu canción… (gira mirando a cámara) Y que el público juzgue.
Corte. Plano medio de Gardel con guitarra. Detrás en segundo plano, se ven a Aguilar y Barbieri, guitarristas del cantor. Gardel, sentado de tres cuartos, canta El carretero. Fin.
Añoranzas
Vals, 1930
Música y Letra: José María Aguilar
El cierzo helado mató las flores
que florecieron en mi rosal,
y de los tientos de mis amores,
solo y desierto está el barandal.
Está en el patio la misma fuente
que mis canciones logró escuchar,
pero a su vera, con voz doliente,
el cruel invierno viene a cantar.
Las golondrinas que ayer tejieron
su amante nido, lleno de amor,
se consultaron y ya se fueron
hacia otros climas de más calor.
Los copos blancos van sepultando
todo lo hermoso, todo el amor,
y ya en las almas está cantando
la musa triste, la del dolor.
Pero el invierno, con su tristeza,
pronto el reinado terminará,
vendrán de nuevo esas bellezas
y el mundo entero feliz se reirá.
El alma mía, flor delicada,
no ha sucumbido ante el dolor,
porque se sabe de ti adorada,
porque la cuida siempre tu amor.
Se ve un cartel sobre fondo negro que dice “Añoranzas” y debajo “Letra y Música de José María Aguilar”.
Esfumado a negro. Plano medio de Gardel con guitarra. Detrás en segundo plano, se ven a Aguilar, Barbieri y Riverol, guitarristas del cantor. Gardel, sentado de tres cuartos, canta. Esfumado a negro. Fin.
Rosas de otoño
Vals, 1923
Música: Guillermo Barbieri
Letra: José Rial
Tu eres la vida, la vida dulce,
llena de encantos y lucidez;
tú me sostienes y me conduces
hacia la cumbre de tu altivez.
Tú eres constancia, yo soy paciencia;
tú eres ternura, yo soy piedad
Tú representas la independencia,
yo simbolizo la libertad.
Tú bien lo sabes que estoy enfermo
y en mi semblante claro se ve
que ya de noche casi no duermo,
no duermo nada ¿sabes por qué?
Porque yo sueño cómo te aprecio,
de que a mi lado te he de tener…
Son sueños malos, torpes y necios,
pero, mi vida, ¡qué voy a hacer!
Yo sufro mucho, me duele el alma
y es tan penosa mi situación
que muchas veces, por buscar calma,
llevo mis dedos al diapasón…
De tu desprecio nunca hagas gala
porque, si lo haces, ¡pobre de mí!…
Quereme siempre, no seas tan mala…
Vamos, ingrata, ¡no seas así!
Esfumado a negro. En off se escucha la música de Rosas de otoño. Plano americano de Francisco Canaro y Carlos Gardel sobre un fondo de cortinas negras. Se dan la mano.
–Hola Carlos, ¿qué tal?
–Como siempre, hermano. Defendiendo nuestro idioma, nuestras costumbres y nuestras canciones con la ayuda del film sonoro argentino.
–Yo por mi parte te acompañaré con mi orquesta y haré lo imposible para que nuestras canciones sigan triunfando en el mundo entero.
–Muy bien, viejo. ¿Largamos esta carrera?
–Larguemos ¡Qué suene la campana! –dice Canaro, y sale de cámara
–Listo el pollo nomás.
Corte. Plano medio de Gardel de frente a cámara. Carlos interpreta el vals. Al finalizar, Gardel hace una venia hacia los costados de la cámara. Esfumado a negro. Fin.
Tengo miedo
Tango, 1928
Música: José María Aguilar
Letra: Celedonio Flores
En la timba de la vida me planté con siete y medio,
siendo la única parada de la vida que acerté.
Yo ya estaba en la pendiente de la ruina, sin remedio,
pero un día dije planto y ese día me planté.
Yo dejé la barra rea de la eterna caravana,
me aparté de la milonga y su rante berretín;
con lo triste de mis noches hice una hermosa mañana:
cementerio de mi vida convertido en un jardín.
Garsonier, carreras, timbas, copetines de vicioso
y cariños pasajeros… Besos falsos de mujer…
Todo enterré en el olvido del pasado bullicioso
por el cariño más santo que un hombre pueda tener.
Hoy, ya vés, estoy tranquilo… Por eso es que, buenamente,
te suplico que no vengas a turbar mi dulce paz;
que me dejes con mi madre, que a su lado, santamente,
edificaré otra vida, ya que me siento capaz.
Te suplico que me dejes, tengo miedo de encontrarte,
porque hay algo en mi existencia que no te puede olvidar…
Tengo miedo de tus ojos, tengo miedo de besarte,
tengo miedo de quererte y de volver a empezar.
Sé buenita… No me busques… Apartate de mi senda…
Tal vez en otro cariño encontrés tu redención…
Vos sabés que yo no quiero que mi chamuyo te ofenda…
¡Es que tengo mucho miedo que me falle el corazón!
Sobre fondo negro, plano medio de Gardel sentado y vestido de smoking con guitarra. Carlos interpreta Tengo miedo. En off se escuchan otras guitarras que hacen acompañamiento. Al finalizar, Gardel hace una venia hacia los costados de la cámara. Esfumado a negro. Fin.
Mano a mano
Tango, 1923
Música: José Razzano/Carlos Gardel.
Letra: Celedonio Flores.
Rechiflado en mi tristeza, te evoco y veo que has sido
en mi pobre vida paria sólo una buena mujer.
Tu presencia de bacana puso calor en mi nido,
fuiste buena, consecuente, y yo sé que me has querido
como no quisiste a nadie, como no podrás querer.
Se dio el juego de remanye cuando vos, pobre percanta,
gambeteabas la pobreza en la casa de pensión.
Hoy sos toda una bacana, la vida te ríe y canta,
Ios morlacos del otario los jugás a la marchanta
como juega el gato maula con el mísero ratón.
Hoy tenés el mate lleno de infelices ilusiones,
te engrupieron los otarios, las amigas y el gavión;
la milonga, entre magnates, con sus locas tentaciones,
donde triunfan y claudican milongueras pretensiones,
se te ha entrado muy adentro en tu pobre corazón.
Nada debo agradecerte, mano a mano hemos quedado;
no me importa lo que has hecho, lo que hacés ni lo que harás…
Los favores recibidos creo habértelos pagado
y, si alguna deuda chica sin querer se me ha olvidado,
en la cuenta del otario que tenés se la cargás.
Mientras tanto, que tus triunfos, pobres triunfos pasajeros,
sean una larga fila de riquezas y placer;
que el bacán que te acamala tenga pesos duraderos,
que te abrás de las paradas con cafishos milongueros
y que digan los muchachos: Es una buena mujer.
Y mañana, cuando seas descolado mueble viejo
y no tengas esperanzas en tu pobre corazón,
si precisás una ayuda, si te hace falta un consejo,
acordate de este amigo que ha de jugarse el pellejo
pa’ayudarte en lo que pueda cuando llegue la ocasión.
Sobre fondo negro y los acordes en off del tango Mano a mano, se ve un cartel que dice “Mano a mano”. Abajo, otra leyenda indica “Música de Carlos Gardel y José Razzano” Y debajo “Letra de Celedonio Esteban Flores”.
Fundido a negro. A la derecha de la pantalla, aparecen Gardel y Flores. Se observa que van caminar hacia cámara y dudan, esperando una señal. Finalmente, avanzan hacia el centro de la escena, con Gardel vestido de smoking y Flores de traje y corbata.
–¿Qué decís Carlitos?
–Contento hermano de haber colaborado con vos en el hermoso tango “Mano a mano” y ser el primero en interpretarlo en film sonoro.
–Y yo viejo, encantado del artista y del amigo.
–¡Gracias viejo!
Corte. Plano medio de Gardel con guitarra. Detrás en segundo plano, se ven a Aguilar, Barbieri y Riverol, guitarristas del cantor. Gardel, sentado de tres cuartos, canta. Esfumado a negro. Fin.
Enfundá la mandolina
Tango, 1930
Música: Francisco Pracánico
Letra: José Zubiría Mansilla
Sosegate que ya es tiempo de archivar tus ilusiones,
dedicate a balconearla que pa’ vos ya se acabó
y es muy triste eso de verte esperando a la fulana
con la pinta de un mateo desalquilado y tristón.
No hay que hacerle, ya estás viejo, se acabaron los programas
y hacés gracia con tus locos berretines de gavión.
Ni te miran las muchachas y si alguna a vos te habla
es pa’ pedirte un consejo de baqueano en el amor.
Qué querés, Cipriano,
ya no das más jugo.
Son cincuenta abriles
que encima llevás.
Junto con el pelo
que fugó del mate
se te fue la pinta
que no vuelve más.
Dejá las pebetas
para los muchachos,
esos platos fuertes
no son para vos.
Piantá del sereno,
andate a la cama
que después, mañana,
andás con la tos.
Enfundá la mandolina, ya no estás pa’serenatas,
te aconseja la minusa que tenés en el bulín,
dibujándote en la boca la atrevida cruz pagana
con la punta perfumada de su lápiz de carmín…
Han caído tus acciones en la rueda de grisetas
y al compás del almanaque se deshoja tu ilusión,
y ya todo te convida pa’ganar cuartel de invierno
junto al tuego del recuerdo a la sombra de un rincón.
Sobre fondo negro y los acordes en off del tango Mano a mano, se ve un cartel que dice “Enfunda la mandolina”. Abajo, otra leyenda indica “de: Francisco Pracanico”.
Sobre fondo negro, plano medio de Gardel sentado y vestido de smoking con guitarra. Se ve al cantor esperar una señal de fuera de cámara. Carlos, vestido de smoking y con una guitarra, interpreta Enfundá la mandolina. En off se escuchan otras guitarras que hacen acompañamiento. Al finalizar, Gardel hace una venia hacia los costados de la cámara. Esfumado a negro. Fin.
Canchero
Tango, 1930
Música: Arturo De Bassi
Letra: Celedonio Flores
Para el record de mi vida sos una fácil carrera
que yo me animo a ganarte sin emoción ni final.
Te lo bato pa’ que entiendas en esta jerga burrera
que vos sos una “potranca” para una “penca cuadrera”
y yo –¡che, vieja!– ya he sido relojiao pa’l Nacional…
Vos sabés que de purrete tuve pinta de ligero.
¡Era audaz, tenía clase, era guapo y seguidor!
Por la sangre de mi viejo salí bastante barrero
y en esa biaba de barrio figuré siempre primero
ganando muchos finales a fuerza de corazón.
El cariño de una mina que me llevaba doblao
en malicia y experiencia me sacó de perdedor.
Pero cuando estuve en peso y a la monta acostumbrado,
¡que te bata la percanta el juego que se le dio!
Ya, después, en la carpeta, empecé a probar fortuna
y muchas veces la suerte me fue amistosa y cordial…
Otras veces salí seco a chamuyar con la luna,
por las calles solitarias del sensiblero arrabal…
Me hice de aguante en la timba y corrido en la milonga,
desconfiao en la carpeta, lo mismo que en el amor…
Yo he visto venirse al suelo sin que nadie lo disponga
cien castillos de ilusiones, por una causa mistonga
y he visto llorar a guapos por mujeres como vos.
Ya ves, que por ese lado vas muerta con tu espamento…
Yo no quiero amor de besos, yo quiero amor de amistad.
Nada de palabras dulces, nada de mimos ni cuentos:
yo quiero una compañera pa’batirle lo que siento
y una mujer que aconseje con criterio y con bondad.
Plano medio de Gardel con guitarra y vestido de smoking. Detrás en segundo plano, se ven a Aguilar, Barbieri y Riverol, guitarristas del cantor. Los cuatro realizan una introducción instrumental.
Corte. Plano medio de Gardel, pero más cercano. El cantor, sentado de tres cuartos, interpreta el tango. Esfumado a negro. Fin.
El quinielero
Tango, 1930
Música: Luis Cluzeau Mortet
Letra: Roberto Aubriot Barboza
Ya no solo el verdulero
con su canto matinal,
que nos despierta ofreciendo,
su mercancía especial.
Hoy lo imita el quinielero
con su promesa temprana,
diciendo que hay “vento”fresco
tres veces a la semana.
En su pregón el vocero
dice con tono formal.
¡Quinielero!
Patrona, ¿quiere jugar?…
Hoy en Córdoba tenemos
y mañana en Tucumán,
y para desquite el viernes
se juega la nacional…
Yo tanto lo llevo al cráneo
redoblona o escalera,
apúntese un numerito
y verá como es primera.
Si usted me acierta, le juro
patrona, que va a cobrar,
porque mi capitalista
es ventudo y es bacán.
Un forastero del norte
se levantó un capital
(cuando salió el cero siete)
pucha que nos tuvo mal.
Y todavía hay gilastros
que nos tiran a embocar,
sabiendo que es juego noble
¡que es industria nacional!
Y si no embocan ¡qué importa!
Yo les digo la verdad…
¡Ilusiones!
y alguna vez realidá,
y por último el consuelo
de aquel refrán decidor:
El que anda mal en el juego
no erra una en el amor…
Plano medio de Gardel con guitarra y vestido de smoking. Detrás en segundo plano, se ven a Aguilar, Barbieri y Riverol, guitarristas del cantor. El cantor, sentado de tres cuartos, interpreta el tango. Esfumado a negro. Fin.
Leguisamo solo
Tango, 1925
Letra y música: Modesto Papavero
Alzan las cintas; parten los tungos
como saetas al viento veloz…
Detrás va el Pulpo, alta la testa
la mano experta y el ojo avizor.
Siguen corriendo; doblan el codo,
ya se acomoda, ya entra en acción…
Es el maestro el que se arrima
y explota un grito ensordecedor.
¡Leguisamo solo!
gritan los nenes de la popular.
¡Leguisamo solo!
fuerte repiten los de la oficial.
¡Leguisamo solo!
ya está el puntero del Pulpo a la par.
¡Leguisamo al trote!
y el Pulpo cruza el disco triunfal.
No hay duda alguna, es la muñeca,
es su sereno y gran corazón
los que triunfan por la cabeza
en gran estilo y con precisión.
Lleva los pingos a la victoria
con tal dominio de su profesión
que lo distinguen con mucha gloria,
mezcla de asombro y de admiración.
Algunas curiosidades:
- Sobre el final, y tras el último acorde de El carretero, la cámara presenta un movimiento de izquierda a derecha, como si al camarógrafo la hubiera soltado.
- En el tango Mano a mano, se ve que Celedonio Flores y Gardel dudan antes de avanzar hacia la escena, avanzando y retrocediendo.
- En varios cortos se ve que Gardel espera una señal del director fuera de cámara.
- Algunas de las luces que se utilizaron para iluminar fueron tomadas de barcos de ultramar.
- Arturo de Nava –que se hacía llamar artísticamente como “Arturo Navas”–, hijo del payador Juan de Nava y payador él mismo, se atribuyó la autoría de la canción. En una entrevista concedida a la revista el Hogar en 1927, aseguró: “Yo la hice en el 94. Empecé a cantar con ella.” Navas la grabó en 1905. Gardel la grabó junto con Razzano en 1922 para Odeón, con el número 18047.
- “El quinielero” estuvo perdido durante años. Recientemente, se supo que hay una copia en manos de coleccionistas. Un breve fragmento del mismo se pudo ver en televisión.
- “Leguisamo solo” aparentemente fue uno de los filmados en los encuadres de canciones y perdido en la post-producción. Según los testimonios, Irineo Leguisamo –jockey y amigo de Gardel– dialogaba con Carlos y luego el cantor desarrollaba su interpretación.
Luces de Buenos Aires, 1931
Rodada en los estudios Paramount de Joinville, París, en mayo de 1931
Producción: Paramount
Dirección: Adelqui Millar
Argumento: Manuel Romero y Luis Bayón Herrera
Fotografía: Ted Palhe
Música: Gerardo Matos Rodríguez
Coreografía: Nicolás Mizin
Escenografía: Andrés Heuze.
Intérpretes: Carlos Gardel (Anselmo Torres), Sofía Bozán (Elvira del Solar), Gloria Guzmán (Rosita del Solar), Vicente Padula (Ciriaco), Pedro Vicente Ernesto Quartucci (Pablo Soler), Carlos Martínez Baena (Empresario teatral), Manuel Kuindós (Alberto Villamil), Jorge Infante Biggs (Romualdo), Marita Ángeles (Lily), Jose Argüelles (Secretario), Guillermo Desiderio Barbieri (gaucho, guitarrista 1º), Ángel Domingo Riverol (Pedro, guitarrista 2º), Pureza Antoñita Colomé Ruiz (coros, baile), Victoria Corbane (coros, baile), Ramón Isaac Espeche (balarín típico riollo), Haydée Rodríguez (1º bailarina folklórica), Elena Bozán (1º bailarina), Cleo Palumbo (1º bailarina).
La presentación del film también incluía a “Las 16 bellezas criollas” que trabajaban para la compañía de Bayón-Herrera, aunque dos de ellas regresaron a Buenos Aires sin participar de la película.
Sala y fecha de estreno en Buenos Aires: Cine Capitol, 23 de septiembre de 1931
Carlos Gardel interpreta los siguientes temas:
Acompañado en guitarras por Guillermo Barbieri y Ángel Domingo Riverol: “El rosal”, canción (G. Matos Rodríguez-M. Romero)
Acompañado por Julio De Caro en violín, Pedro Laurenz en bandoneón y Francisco de Caro en piano: “Tomo y obligo”, tango (C. Gardel-M. Romero)
Sinopsis: Sobre fondo negro, vemos un cartel que indica: “Los Estudios Paramount presentan Luces de Buenos Aires”. Más abajo dice “con Carlos Gardel Sofía Bozan – Gloria Guzman”, en ese orden. Más abajo se puede leer “Sobre la obra original de Manuel Romero y Luis Bayón Herrera” y finalmente, “Impresión de sonido procedimiento ‘Western Electric’”. En off, se escucha un foxtrot incidental, que anticipa elementos musicales del film.
Fundido. Segundo cartel: “Dirección de Adelgui Millar”.
Fundido. El tercer cartel nos indica “Música típica de Matos Rodríguez con el concurso de Julio de Caro y su Orquesta Típica Argentina” (el nombre de Julio de Caro está resaltado). Y más abajo: “Fotografía de Ted Pahle”.
Fundido. El siguiente cartel nos presenta a los intérpretes, en este orden: “Carlos Gardel, Sofía Bozan, Gloria Guzman, Pedro Quartucci, Kuindos, Marita Angeles, Vicente Padula, Jorge Infante, Jose Agueras y Las 16 bellezas criollas”.
Fundido a negro.
Corte. Es de noche. Sobre un primer plano de un alambrado de estancia, vemos acercarse las luces de un vehículo. Corte a un primer plano de la rueda, que se atasca en el barro. Corte al interior del vehículo. En un plano americano, vemos al chofer y a los ocupantes del auto, que se lamentan y discuten por el accidente.
Plano general del chofer intentando desatascar la rueda y los ocupantes del auto siguen discutiendo. Detectan una luz a lo lejos y el dueño del vehículo hace que su chofer le lleve en andas hasta cruzar la cerca.
Plano americano del auto. Uno de los ocupantes baja en andas a la dama.
Plano general del auto y de los viajantes, el empresario teatral (Carlos Martínez Baena), su secretario (José Arguelles) y Lily (Marita Ángeles), esposa del primero. La cámara les sigue en un travelling hasta el casco de la estancia, donde se ven luces, ruidos de fiesta y perros ladrando. Mientras discuten, comentan que están buscando a una cancionista que le recomendaron al secretario.
Plano medio de los tres viajeros, que llegan a una ventana de la estancia tras escapar de los perros.
En un raccord de mirada de los viajeros, vemos el interior de la sala, donde un niño pequeño (en realidad se trata de una niña, de nombre Gloria Fernández, de 2 años) baila al compás de una música folclórica interpretada por guitarras.
Plano general de dos bailarines, danzando con pañuelos una especie de zamba. Otro plano general de los bailarines. La cámara realiza un travelling para mostrarnos a los guitarristas y al resto de los presentes, todos ataviados como gauchos.
Plano de los dos bailarines. El hombre realiza un zapateo, mientras la muchacha agita su pañuelo alrededor.
Vista en plano general de los viajeros, que siguen observando por la ventana y son acosados por los perros. En forma alternada, vemos a los bailarines en el interior, que continúan su número. En un plano general, vemos al niño hacer un par de morisquetas.
En contraplano observamos desde el interior a través de la ventana, donde están los tres visitantes mirando. Plano general de la fiesta, con un travelling alrededor de los bailarines. Nuevo plano medio de los curiosos, esta vez desde un raccord de mirada de los perros que les ladran.
Plano del niño realizando un breve zapateo. Nuevo plano de los bailarines, que continúan danzando, alternado con el niño que hace piruetas.
Plano general de la casa, vista desde afuera. La canción finaliza.
Interior de la estancia. En plano general vemos a uno de los gauchos que escucha el ladrido de los perros y se alarma. Contraplano de los viajeros que siguen mirando por la ventana.
El gaucho sale a ver y descubre a los extraños. Contraplano desde el exterior. El hombre calla a los perros e invita a pasar a los visitantes. Plano medio de los tres ingresando a la casa. Plano del interior, donde el dueño del automóvil explica la situación. A través de un travelling, y luego de la aceptación de los presentes, vemos cómo los viajantes buscan sillas para observar la fiesta. Contraplano de los músicos y presentes que miran con cierta desconfianza a los recién llegados. Plano americano de los visitantes que comentan entre sí “El campo es hermoso, pero me gusta más Buenos Aires”. Plano medio de la mujer, que se horroriza del lugar al que han llegado. El secretario (José Arguelles), por su parte, le advierte a su patrón que se hallan en presencia de la mujer que buscaban.
Plano medio de una mujer que, ante el pedido de la dueña de la estancia (fuera de cámara), les sirve un mate a los visitantes. Plano general de la mujer que ceba mate junto con dos muchachas de campo, ataviadas con trenzas y vestidos de fiesta.
Nuevo plano de los visitantes, a quienes una de las mozas les acerca un mate. Los tres rehúsan. Primer plano de un gaucho que les dice que no desprecien, mientras afila amenazadoramente su cuchillo. El propietario del automóvil, asustado, acepta el mate.
Plano general de los visitantes. Preguntan por la muchacha que canta. Una voz en off contesta: “Sí, esa es Elvira. A ver Elvira, cantá”.
Contraplano con Elvira del Solar (Sofía Bozán), quien toma una guitarra y canta.
Plano general de los concurrentes escuchándola, que se alterna con primeros planos de la chica, de sus guitarristas y de los visitantes.
Corte. En un plano general vemos por primera vez a Anselmo (Carlos Gardel), sentado afuera de la estancia, al lado de un fogón.
La canción termina. El empresario se levanta y felicita a Elvira, a quien le augura un futuro en el teatro.
Plano medio de Anselmo con una guitarra. Canta “El rosal” ante un grupo de gauchos que le escuchan. En un plano alterno, vemos a la gente de la fiesta que también escucha la canción. “Mi canción”, afirma Elvira.
Planos varios de los gauchos alrededor del fogón, alternados con planos generales y la imagen de Gardel en plano medio.
La canción finaliza. Plano americano del interior. El empresario le pregunta a Elvira sobre la identidad del cantor. Las mujeres le cuentan que se trata de Don Anselmo, el patrón de la estancia.
Anselmo, luego de cantar, se levanta y se dirige a la casa. En un plano americano, le vemos ingresar de espaldas a la concurrencia, que le recibe de pie y con respeto. Una de las mozas explica la situación. Contraplano del patrón, que se quita el sombrero y avanza para saludar a los recién llegados.
Plano general. El empresario invita a Anselmo y a Elvira a Buenos Aires. Plano medio de Anselmo y de Rosita (Gloria Guzmán), hermana de Elvira, quien dice que tiene que contratarle a ella también pues es “una gran bailarina”. Anselmo declina la invitación, pero Elvira acepta.
Plano medio con Anselmo y Elvira. Interpelada, la joven reconoce que no sabe qué hacer, ante lo que el hombre le dice: “Sí, ya veo: te atraen Luces de Buenos Aires”. Anselmo se va y dos gauchos comentan sobre el infortunio del patrón y las mujeres. Fundido a negro.
Corte. A la mañana siguiente. Plano general de la estancia. Plano medio de Anselmo y Elvira, quien se despide jurando que lo va a esperar siempre. En contraplano, vemos a la pareja en el momento en que el hombre corta una rosa para la muchacha, pidiéndole que se la guarde. Fundido.
Corte. Plano general de la estación de tren de Las Lomas. Se ve a Elvira que sube al tren junto con el empresario y sus compañeros. Plano general de la ventanilla, donde la muchacha se queja de que su hermana aún no ha llegado. En planos alternos entre ambas tomas, vemos llegar a la joven. Un gaucho les trae una pata de cordero para el viaje.
Plano general del campo, donde vemos a Anselmo y a unos gauchos galopando. Interior del tren. En plano general, vemos a Rosita acomodar las valijas, quien no duda en subirse a hombros de un pasajero para lograr su cometido. En distintos planos alternados entre general y medio, se observa a Rosita, que intenta disimular el ruido que hacen las gallinas que lleva a bordo. Finalmente, cansada, las mete en una valija.
Primer plano del pasajero que está enfrentado a las muchachas. Del trapo que llevaba envuelto el cordero, y que Rosita puso arriba, cae un líquido sobre la cabeza del hombre, que se indigna. Rosita se levanta, pidiéndole que no se enoje, y que no desperdicie “el juguito”. Acto seguido, le pasa un dedo por la frente y lo lame.
Otro plano general del campo. A caballo, Anselmo y sus hombres hablan sobre la partida de Elvira. Plano medio. Anselmo sospecha que la muchacha “ya no vuelve más”.
Interior del tren. En plano americano, vemos a las dos muchachas sentadas. Elvira, con la rosa en la mano, llora.
Corte. Planos generales en fundido encadenado de la ciudad de Buenos Aires. En off, escuchamos diversos sonidos urbanos, como la campana que anuncia la llegada del tren, ruidos de motores, silbatos. Fundido.
Plano general del teatro, donde vemos ensayar a un grupo de coristas (Las 16 bellezas criollas). Las muchachas ensayan y son fotografiadas en dos planos, uno frontal y otro en contrapicado. Al volver al centro del escenario, el director las hace detenerse y las critica. En plano americano, vemos a Rosita como parte del elenco, riéndose del director que intenta mostrarles cómo se debe realizar la coreografía.
Plano general. El director pide que bailen de nuevo y se ensaña con Rosita. Plano americano de Rosita y el director. Discuten y el director la despide. La joven se va llorando. Justo llegan Elvira y el empresario. Rosita dice que el director la despidió porque se ha enamorado de ella. Primer plano del director, que escucha horrorizado. Pasamos a un plano general, donde el empresario le pide paciencia al director. Varios primeros planos de las coristas, que murmuran, disconformes por el trato preferencial de la joven.
El director hace continuar el ensayo. En plano americano, las dos muchachas que bailan al lado de Rosita comentan la situación, insinuando que quien pagará las consecuencias será Elvira. Rosita sale de la fila y el baile se interrumpe. Rosita las trata de “milongueras” y las jóvenes comienzan a pelear, ante el azoramiento del director, quien pide un receso.
Corte. En exteriores, vemos llegar a Pablo Soler (Pedro Quartucci). A través de un travelling, la cámara le sigue hasta bastidores, donde el muchacho canta “La Porteña” rodeado de las “bellezas criollas”. En contraplano, Rosita conversa con una de las coristas, quien le da detalles sobre el recién llegado. Dos planos alternados nos presentan el desarrollo de la canción, ante la mirada azorada de Rosita.
Termina la canción. Las muchachas se van a probar el vestuario y Rosita se queda a solas con Pablo. En plano americano, conversan arrimados al piano. Forcejean y él le da un beso.
Corte. Interior de la oficina del empresario, que conversa con Elvira. El hombre le comenta que un admirador le ha regalado unos vestidos pero Elvira desconfía. En plano alterno, observamos a Lily, la esposa del empresario, que alcanza a escuchar la conversación desde atrás de la puerta. Ingresa y Elvira sale. Discute con su marido sobre lo que acaba de oír, pero éste le aclara que quien hace el regalo es Villamil (José Agueras Rubio), “el amo de todo esto”.
En un plano general de la oficina, vemos ingresar, precisamente, a Villamil. Lily se va y le niega el saludo. El empresario le explica la maniobra que acaba de hacer con Elvira; maniobra que, por el diálogo, ambos hombres vienen efectuando desde hace un tiempo para seducir a las jóvenes que quieren triunfar en el espectáculo.
Fundido encadenado al interior de la pieza de Elvira y Rosita. Elvira desconfía, pero Rosita disfruta con la llegada de los vestidos. Golpean la puerta. Ingresa un botones, con un ramo de flores para Elvira del Solar.
Corte. Vemos un cartel que anuncia “Teatro”. En fundido encadenado, se ve en primer plano el programa de esa noche: Pablo Soler y el Trío Romancit. Más abajo también se alcanza a leer que actúan las “16 Bellezas Porteñas”. La cámara se aleja y nos muestra un plano general del teatro “El Dorado” y la llegada del público.
Interior del teatro. Desde varios planos (incluso una subjetiva desde la mirada del empresario, que observa en bambalinas), se muestra que la sala está llena.
Salen a actuar Las 16 bellezas porteñas. Ataviadas de ropas camperas y con una orquesta que incluye guitarras y bandoneones (orquesta de Don Aspiazú), realizan una coreografía con características vagamente folclóricas. En plano alterno, se observa a Rosita que llega tarde al escenario y con la ropa equivocada. El asistente de dirección le impide salir a escena y la multa.
Cae el telón. Rosita, compungida, vuelve al camarín. En el camino se cruza con Pablo, a quien le cuenta una versión un tanto modificada de los hechos.
La música extradiegética encadena las escenas detrás de bambalinas. En primer plano, se ve a Elvira preparándose para salir a escena. La cámara se aleja y nos da un plano general del camarín. Ingresa Rosita, cambiada de ropa. Tranquiliza a su hermana, que está muy nerviosa.
Corte. Plano general del escenario, que está a oscuras salvo por un spot de iluminación. Aparece Pablo, vestido sencillamente y con guantes de boxeo. Entona “Un directo al corazón”. Ingresan Las 16 bellezas porteñas, que realizan una coreografía boxística. Distintos planos muestran el número, incluyendo un picado y varios planos generales del escenario. Al finalizar el número –que termina con todos los protagonistas “noqueados” en el piso–, vemos un contraplano desde atrás de bastidores, donde Pablo y la bailarina principal (María Esther Gamas) reingresan a escena de la mano, ante el aplauso del público.
Rosita se queda espiando al público y tiene un nuevo altercado con el asistente de dirección. En picado, vemos el escenario desde bambalinas, preparándose para el siguiente número, en el cual Rosita tiene un papel preponderante. Allí realiza una fallida coreografía sobre música académica, acompañada por algunas de Las 16 bellezas porteñas. En planos alternos, vemos al director intentando guiarla, sin éxito, y la hilarante respuesta del público. Al cerrarse el telón, ingresa el empresario y Pablo, quienes la felicitan por el impensado éxito. El director, lívido, se retira mirando al cielo.
En el camarín, Elvira charla con el empresario. Ingresa Rosita, que está eufórica.
Corte. Aplausos. Elvira canta “Canto por no llorar”, acompañada por la orquesta. En plano alterno, vemos al empresario y Villamil observar a la muchacha con interés. La toma incluye varios planos generales del escenario, del palco y de la protagonista. Un travelling sigue a Elvira, que se acerca al público para entonar el estribillo, que también es cantado por Las 16 bellezas porteñas.
El número es un éxito. En un nuevo plano general vemos bastidores. Llega Villamil y todo el elenco se apresura en salir del lugar. Fundido a negro.
Interior del camarín de las hermanas. Rosita entona la canción que Elvira acaba de cantar. Ingresa el empresario junto con Villamil, quien felicita a las muchachas. En contraplano, vemos ingresar a Lily que, con malos modales, exige que salgan a festejar. Elvira se excusa por cansancio. Plano medio de Lily y Villamil, en donde conversan sobre el interés del hombre por la recién llegada y su evidente despecho. En plano alterno, vemos al empresario con las hermanas del Solar, quien consigue convencer a Elvira de que acepte la invitación. Plano general del camarín. Todos salen. Un primer plano de Elvira nos muestra que en el momento de tomar su abrigo, nota la rosa que le había regalado Anselmo.
Se ve la calle y la salida del grupo. Llega un automóvil, en el que suben todos. Villamil ordena: “Al hotel Argentino, y luego al Tabarís”. Parten.
Corte. Interior de la pulpería. Ingresa Anselmo, que viene a buscar el correo. De fondo se escucha una chacarera. El estanciero descubre por casualidad un recorte de diario en el piso. En plano detalle vemos lo que dice: “El gran debut de anoche en El Dorado”, con una fotografía de Elvira. Una subjetiva nos muestra lo que observa Anselmo: la fecha en un almanaque en la pared, que indica viernes 15 de mayo. Los gauchos le piden que cante “El Rosal”, a lo que Anselmo accede, aunque la interrumpe en el medio y se retira.
Corte. Imágenes de panorámicas tomadas desde el tren, enlazadas en fundido encadenado. Llegada a Buenos Aires.
Fundido al interior del hotel. Anselmo viaja a Buenos Aires y reserva la habitación 145 del hotel Savoy. Luego de preguntar a un botones sobre la hora de finalización de la función en el Teatro El Dorado, parte en esa dirección.
Fundido encadenado de varias imágenes de la noche porteña, en subjetivas de la mirada de Anselmo, en la que alcanzan a verse el nombre de algunos teatros de época, como El Porteño y El Ópera. Finalmente, llegan a El Dorado. En fundido encadenado vemos que la función ha terminado y que el público se retira. Anselmo forcejea con un hombre de seguridad y logra ingresar a los camarines. Un travelling nos lo muestra tratando de ingresar, sin éxito, en varios camarines. Tras varios intentos, encuentra una puerta que da a una fiesta privada. En planos generales, vemos a los invitados, vestidos de gala que le observan con curiosidad y cierto desagrado.
Localiza a Elvira en un sillón, sentada con Villamil y riendo. La muchacha muestra su incomodidad y le presenta como “un amigo del campo”. Rosita –que también se halla presente– lo saluda con entusiasmo pero se lo menciona a Villamil como “un peón de la estancia de papá”. Ingresa Pablo y todos salen a festejar, sin incluir a Anselmo, que se retira dolido. Tras él, salen todos los invitados.
Plano general de la calle. Llega un automóvil y las hermanas del Solar. En contraplano, vemos a Anselmo observando la escena. Los autos parten y el estanciero decide seguirles. Fundido a negro.
Corte. Plano general. Para festejar el éxito obtenido, toda la plantilla se da cita en la residencia de calle Pampa 57, propiedad del millonario y decadente Villamil. En forma extradiegética se escucha la música de una orquesta de jazz. Al compás de aquella música, Rosita entona un alegre foxtrot (“Un cascabel yo soy…”). La toma incluye varios planos generales de la muchacha. Finaliza la canción en los brazos de Pablo, quien la lleva hasta la mesa de las bebidas. Mientras el muchacho prepara las bebidas y le pide a Julio (Julio de Caro, fuera de escena) que toque un tango, la chica se va a bailar con otro invitado. Despechado, Pablo invita a la mujer del empresario a bailar. En tomas alternas, vemos a las dos parejas bailando y al empresario charlando con otro comensal.
Corte abrupto. Se observa a Anselmo en primer plano con una sobreimpresión que dice “Pampa 57”, dando a entender que encontró la casa. Fundido a negro.
Exterior de la casa. Llega Anselmo en un automóvil. La música del interior funciona como atrezzo de continuidad y sigue siendo el tango que escuchamos en la escena de Rosita y Pablo. Plano americano de Anselmo, que se acerca a un policía. El estanciero le ofrece un cigarrillo y ambos fuman. Allí Anselmo se entera de que el dueño del lugar es Villamil y de que Elvira está adentro.
Interior. La fiesta continúa. Elvira –a quien observamos en plano americano rodeada de invitados– ha bebido demasiado y no es dueña de sus actos. Es arrastrada hasta la mesa de las bebidas, donde es “bautizada” con champán, ante la mirada lasciva de Villamil. En plano medio, vemos a Pablo y Rosita, que se afligen por la situación.
En contraplano, vemos ingresar a Anselmo. Un travelling parte desde la figura del estanciero y hace un recorrido por el salón, mostrando lo dantesco de la fiesta. Plano de Elvira, borracha, abrazada por Villamil. La música se interrumpe. Elvira se acerca a su antiguo novio y le invita a sumarse a la fiesta. Anselmo la empuja por la escalera; Villamil, furioso, dispara un arma, desatando el caos. Pablo se interpone, desarmando al dueño de casa. Fuera de sí, el hombre sube las escaleras para atacar al gaucho, quien le propina un puñetazo. Los invitados le rodean, pero el novio de Rosita se interpone, arma en mano (“Son muchos contra uno solo”). En plano general, vemos aparecer a Rosita, quien le pide a Soler que se lleve a Anselmo. Acto seguido, baja las escaleras para atender a su hermana, que yace semiinconsciente en el piso.
Exterior de la casa. En plano general, se observa a Anselmo y Pablo caminar por la calle. El gaucho pregunta por un lugar para ir a tomar algo. Fundido a negro.
Corte. Interior del bar “El cocodrilo”. Dos hombres abren el cortinado para observar, luego parten. La cámara realiza un travelling por el bar: nos muestra al estanciero y a su nuevo amigo sentados en una silla, y a una orquesta de tango.
La pequeña orquesta finaliza su ejecución. En primer plano, observamos a Anselmo a punto de tomar su trago, ante el pedido de precaución de Pablo. La orquesta inicia la introducción del tango “Tomo y obligo”. “¿Conoce esa música? –pregunta. ¿Conoce las palabras de esa canción?”, y acto seguido entona las primeras estrofas: “Tomo y obligo, mándese un trago que hoy necesito el recuerdo matar…”
Alternadamente, vemos varios primeros planos de los parroquianos que lucen deprimidos o ebrios. Se destaca la caracterización de un marinero borracho (Severo Fernández) que yace en una mesa. El tango finaliza con el gaucho llorando sobre la mesa. Fundido a negro.
Corte. Interior de la casa de Villamil, a quien vemos en un sillón, tocándose la cara en el lugar donde recibió el golpe de Anselmo. En plano general, se ve a Lily, ingresar vestida en forma elegante a la habitación. Sale.
Interior del hotel. Pedro y Ciriaco, peones de la estancia (caracterizados por Guillermo Barbieri y Angel Domingo Riverol) ingresan con valijas, ante la risa de un hombre. Plano general de ambos llegando al lobby del hotel, buscando a don Anselmo. La gente les mira con curiosidad y burla. Plano general del ascensor. Los hombres se resisten a subir pero finalmente acceden.
Interior de la habitación de Anselmo. El estanciero prepara sus valijas para volver al campo. En plano alterno, vemos a los peones llegar a la habitación. Anselmo les cuenta la situación.
Interior de la oficina del empresario. Ingresa Villamil, furioso y amenazante. Le da un ultimátum al hombre: esa noche, tras la función, se llevará a Elvira a un paseo por Palermo.
El secretario escucha todo y advierte a las hermanas sobre el peligro. En plano medio, Elvira y Rosita charlan. Plano general del camarín: ingresa Anselmo, quien viene a despedirse de su novia.
Exterior del teatro. Anselmo sale.
Interior del camarín. El empresario ingresa para invitar a Elvira a pasear con Villamil. La muchacha, despechada, acepta. Exterior. El empresario le informa a un guardia que no deje ingresar nunca más a Anselmo al teatro. Inmediatamente detrás de él, sale Rosita, quien para un taxi.
Lobby del hotel. En plano general observamos a los peones sentados y bebiendo, esperando para ir al teatro. Ingresa Rosita. Plano americano de los tres. Fundido a negro.
Exterior del hotel. Llega el taxi con la mujer y los dos hombres. Forcejean con los guardias del teatro, quienes les impiden el ingreso. Los peones se quedan afuera, pero ya han ideado un plan: raptarán a Elvira en plena actuación. Para ello compran dos entradas.
Plano general del teatro. Un plano americano nos muestra a los dos gauchos ingresando al palco. Raccord de mirada desde el palco hacia el escenario, donde se observan distintos números criollos (incluido un tango y un malambo) con bailarines y orquesta en vivo. Se cierra el telón.
Exterior del teatro. Llega Villamil.
Interior. Elvira sale a escena ante la ovación del público. Tomada por varios planos generales y un picado, interpreta “Canto por no llorar”. En contraplano, vemos a los dos peones en el palco, quienes sacan un lazo de una valija (plano detalle) y atrapan a la cancionista y la suben hasta el palco. Estalla el caos. En varios planos, vemos el movimiento del público y a Rosita que le confiesa el plan a Pablo (y que además le dice que ella ha decidido quedarse con él).
Plano general. Los gauchos salen por la puerta principal, se abren paso a golpes. Exterior. Detienen un taxi y huyen. Fundido a negro.
Corte. Plano general de la estancia. En un primer plano, alternado con las imágenes del campo, vemos a Gardel entonar “Al pie de un rosal florido”. En contraplano observamos llegar a los dos peones que llevan a Elvira.
Anselmo les ve llegar e interrumpe el canto. Plano general de los dos, alternado con un primer plano. Ella le pide perdón. Anselmo y Elvira se besan. En contraplano observamos a los dos gauchos retirarse a caballo. Fin.
Algunas curiosidades:
- Daniel Tinayre, francés que se trasladaría a Argentina donde desde 1934 desarrolló una importante carrera como director de cine y fue esposo de la conocida actriz cinematográfica y animadora de televisión Mirta Legrand, se desempeñaba como auxiliar técnico.
- Algunos de los lugares que se ven en fundido encadenado cuando Elvira y Rosita llegan a Buenos Aires son la Estación Constitución, una panorámica de los alrededores de la Plaza Constitución, el puente de La Boca y el Palacio del Congreso. Cuando Anselmo realiza el viaje, se observan también la Avenida de Mayo y la Plaza de Mayo.
- Pablo Soler –el personaje de Pedro Quartucci– es presentado como “el ex campeón de box que ahora se ha hecho artista”. En verdad, Quartucci como boxeador había obtenido la medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de 1924 en París (en un fragmento de la película hará referencia a ello. Al responder a la pregunta de Rosita de por qué de su nariz tan torcida, el hombre contestará: “de un beso que me dieron en las Olimpíadas”). También sabrá representar a un pugilista en “Segundos afuera”, rodada en 1937. Pedro Quartucci nació en un circo. Fue el 30 de julio de 1905. Sus padres eran actores y él lo fue desde los 4 años cuando debutó en un circo de Córdoba. Mas su carrera de actor no impidió su pasión por el boxeo.
- En 1923 se inició en la actividad como amateur y un año después se clasificó para los Juegos Olímpicos de París al vencer a Julio Mocoroa. Los apresurados aseguraban que no duraría más de una eliminatoria y sin embargo al vencer al belga Devergnies se trajo la medalla de bronce, una de las primeras medallas ganadas por el deporte argentino en los Juegos.
- Pedro Quartucci perdió la semifinal de esos Juegos contra el irlandés Jackie Fields en un combate de fallo dudoso y se quedó con la espina. Varios años después, se enteró de que Fields, que había sido campeón olímpico y mundial, era dueño de un casino en Las Vegas. Entonces le cursó una invitación para una revancha de veteranos. La respuesta de Fields fue muy clara: aceptaba, siempre y cuando se dispusiera para la pelea de los mismos jurados fraudulentos de aquella semifinal.
- Luego de París, llegó la era rentada para Quartucci en el boxeo. Ganó cuatro combates en Estados Unidos, dos en Argentina y perdió en 1925 con el famoso Luis Rayo. Se retiró luego de esa pelea, pero volvió años más tarde, según cuentan porque tenía problemas económicos. El jueves 19 de abril de 1928, Pedro Quartucci, pesando 61 kilos 700 gramos, se subió por última vez a un ring como profesional. Fue en el Parque Romano y le ganó por nocaut en el round 12 a Sócrates Mitre. Esa fue una jornada histórica, porque el día que se retiraba Quartucci, en la misma velada debutaba como profesional Justo Suárez, el Torito de Mataderos.
- Allí se terminó la carrera sobre los rings de este personaje que años después renovaría su fama en la televisión, el teatro y el cine. En los años sesenta fue integrante de una tira televisiva exitosa llamada “La Familia Falcón”. Pedro Quartucci falleció el 20 de abril de 1983 a los 77 años.
- El cartel anuncia “16 Bellezas Criollas” pero en el film sólo participaron trece artistas. A ellas habría que sumar la primera figura: María Esther Gamas. Felisa Rosario Bonorino, Anita Domínguez Orquín, Josefina Cortés Santiago, Ada Pampín, Janette “Jenny” Green, Victoria Rubín, Aurelia Pérez, Aída Irene Ollivier, Jacoba del C.R. Aloy, Elisabeth Lucas, Enedina Virmesa, Cristina Elena Vergero, Asensión Ballester “Nelly” Blanco. Dos de las coristas regresaron a Buenos Aires, antes del rodaje: Noemí Di Censo y Lila Valle. Las “girls” integraban el elenco estable del Teatro Sarmiento.
- En las representaciones en la Zarzuela de Madrid actuó una troupe más amplia que incluía a: Rosa Rafaela Palumbo, María E. Torday, Aurelia Padrón, María Luisa Quiroga, María Muro, Méneca Taillade, Wally Waiss, María Maza, Victoria Corbani, Margarita Corbani, Zuquita Roland, Juanga Barker, Aurora del Monte y Luisa Roa.
Espérame (Andanzas de un criollo en España), 1932
Rodada en los estudios Paramount de Joinville, París, en septiembre de 1932
Producción: Paramount
Dirección: Louis Gasnier
Guión: Alfredo Le Pera
Fotógrafía: Harry Stradling
Música: Carlos Gardel, Marcel Lattès y Don Aspiazú
Sistema sonoro: Western Electric
Intérpretes: Carlos Gardel, Goyita Herrero, Lolita Benavente, Jaime Devesa, Manuel París, León Lallave, José Argüelles, Manuel Bernardós, Matilde Artero
Sala y fecha de estreno en Buenos Aires: Cine Real, 5 de octubre de 1933
Carlos Gardel interpreta los siguientes temas:
Acompañado por la orquesta cubana de Don Aspiazú y por Horacio Pettorossi en guitarra: “Por tus ojos negros”, rumba (Don Aspiazú-A. Le Pera-C. Lenzi) En una de las interpretaciones canta a dúo con Goyita Herrero; “Me da pena confesarlo”, tango (C. Gardel-A. Le Pera-M. Battistella); “Criollita de mis ensueños”, zamba (C. Gardel-A. Le Pera-M. Battistella); “Estudiante”, tango (C. Gardel-A. Le Pera-M. Battistella).
Sinopsis: Sobre fondo negro, se ve un cartel que dice “Los Estudios Paramount presentan”. En letras grandes y mayúscula, el título: “¡Espérame!” y más abajo: “con Carlos Gardel (resaltado) Goyita Herrero y Lolita Benavente”. Debajo de todo se lee: “Procedimiento sonoro ‘Masters…’”
Fundido a un plano detalle de dos ojos de mujer con un antifaz. En off, comienza a escucharse la orquesta. Fundido a la orquesta. Sobrepuesto, podemos leer un nuevo título que dice: “Escenario de Louis Gasnier” y “Diálogo de Alfredo Le Pera”.
Nuevo fundido encadenado a un salón de baile, enfocado en plano general. Sobre dicho fondo, leemos “Música Carlos Gardel Marcel Lattés y Don Aspiazu”. Más abajo “Alfredo Le Pera y Mario Batti-Stella (sic)” y finalmente “Fotografía de Harry Stradling”.
Sobre varias imágenes de baile en fundido encadenado, se lee: “Carlos Gardel, Goyita Herrero, Lolita Benavente (estos tres en letra más grande), Manuel Papis, Jaime Devesa, Manuel Bernardos, Matilde Aptero, José Arguelles, León Lavalle” y abajo “La Orquesta Típica Cubana de Don Aspiazu”.
La música de fondo inicial continúa, funcionando como atrezzo y continuidad. Primer plano de una fuente en el jardín de la fiesta. Plano general del jardín. Se ve a una pareja sentada en un rincón discreto, ambos con antifaces.
In medias res, vemos a Carlos Acuña (Carlos Gardel) cantar “Por tus ojos negros” ante el beneplácito de Rosario (Goyita Herrero). Plano general de ambos. Primer plano de Carlos, alternado con el de ella y el plano general de ambos.
Termina la canción. Nuevo plano general, esta vez emplazado desde casi la espalda del cantor. La muchacha le pide que se levante, pues “cualquiera que nos vea va a creer…” “que somos dos enamorados”, remata Carlos. La joven le pide que se identifique, pero el hombre lo descarta porque lo juzga innecesario. Planos intercalados de los dos y el plano general.
Plano general de la fiesta, vista desde el jardín. Primer plano de Esteban Márquez (Jaime Devesa), que descubre a la pareja. Un plano general de la joven con el cantor –que funciona como una especie de raccord de mirada de Esteban– nos aclara la situación: la muchacha se ha comprometido a bailar con “don Esteban”, como ella lo llama, pues es un amigo del padre. Ella se retira pero antes de hacerlo le da a Carlos una flor. Contraplano desde el cantor, que la ve partir.
Plano general. La muchacha se encuentra con Esteban. Juntos parten hacia el salón.
Fundido a un hombre que toca una trompeta, anunciando que llega el momento de quitarse las máscaras. Plano general del jardín, donde vemos a los invitados correr a buscar a otros bailarines para poder descubrir de quién se trataba. Plano general de Rosario, que busca en el jardín a Carlos, sin éxito.
Fundido a negro. Corte. Primer plano de Rosario, durmiendo feliz en su cama. En sobreimpresión vemos lo que ella está soñando: la escena de la noche anterior, cuando Carlos y ella se encontraron en el jardín.
La cámara realiza un alejamiento y muestra toda la habitación. Llega la sirvienta, quien abre las cortinas y despierta a Rosario. La muchacha le cuenta sobre Carlos, ilusionada.
Fundido a negro. Corte. Plano general de un baile. De fondo, vemos a la orquesta de Don Aspiazu, la cual interpreta un ritmo tropical. Un travelling por la sala nos muestra el ambiente y la llegada de varias personas de alto nivel social.
Plano general de la calle. En fuerte contraste a la escena del salón –cargada de luces y esplendor–, observamos la llegada de Carlos, caminando en la oscuridad con un traje de tonos apagados. La cámara le sigue por la calle hasta la entrada del teatro. En el ínterin, saluda a varias mujeres. Ingresa al salón.
Contraplano. Plano medio de Sebastián (…) y Carlos. Un travelling sigue a los dos hombres a través de la sala, mientras la orquesta continúa tocando música centroamericana.
Nuevo contraplano. Ingresa el señor González, quien con un reloj en la mano, increpa a Acuña por su llegada tarde.
Plano general de la sala.
En camarines, vemos a Carlos cambiarse, mientras Sebastián le recuerda el pasado de Carlos, hijo desheredado de un poderoso hombre de negocios.
En un plano general en picado, vemos a Carlos cantar…
Plano americano del cantor. Primer plano. Plano general desde la derecha. Contraplano del público. Dichos planos se van alternando a lo largo de la canción.
Plano general del público aplaudiendo.
Corte. Primer plano de Esteban y Rosario frente a un piano. La muchacha intenta, sin éxito, recordar la canción que Carlos le supo cantar en aquella fiesta. En montaje encadenado, vemos en un plano general bajar las escaleras de la sala al señor Aguilar, padre de la chica. La muchacha se levanta y sale, se encuentra con él en la otra sala. Baja la madre.
En plano encadenado, vemos a Esteban charlar con el padre, quien le confiesa que tiene deudas de juego. Esteban le persuade de sumarse a otra fiesta en la que se apostará fuerte.
Corte al cabaret. Carlos y su amigo toman unas bebidas. Dos jóvenes se acercan a charlar, pero él las rechaza amablemente: su amor pertenece a otra, a la “misteriosa mujer” del baile. Carlos enseña la flor que ella le regaló y explica que sus infortunios económicos se deben a la muerte sorpresiva de su padre.
Contraplano. Vemos entrar a Esteban y al señor Aguilar. Carlos reconoce a Esteban Márquez de la fiesta. Su amigo le explica cuál es el modus operandi de Esteban. Aguilar y Márquez ingresan a un salón privado.
Carlos vuelve a subir al escenario, donde interpreta “Criollita de mis amores”. Las tomas intercalan planos generales del cantor con primeros planos, similares a los de la canción anterior. Aplausos.
Corte. Interior del salón privado, donde los jugadores apuestan. En primer plano, vemos a Aguilar quien, engañado por Esteban en complicidad con los demás, viene perdiendo fuerte y presenta una letra para poder seguir jugando.
En plano encadenado, Carlos habla con gente del bar, quienes le dan datos sobre Rosario y su padre. Fundido a negro.
Corte. Exterior de la casa de Rosario. Carlos y su amigo llegan con guitarras. “Hay en esta casa corazones para escuchar músicos cantores?”, pregunta Carlos.
En plano encadenado vemos a Rosario llorar en el interior de la casa. Llega la madre, quien le dice que afuera hay dos cantores para animarle.
En simultáneo, vemos a los músicos cantando en las afueras de la casa. Carlos entona “Estudiante”. Rosario escucha la música y le pide a su madre que convoque a los cantores.
En contraplano, Rosario se sienta en su patio y recibe a los músicos. Ella –que no reconoce a Carlos– le pide que cante aquella canción que había escuchado en la fiesta. El hombre toma la guitarra y entona los versos de “Por tus ojos negros” ante la mirada embelesada de Rosario y de su sirvienta.
Nuevo contraplano, que nos muestra la llegada del señor de la casa y Esteban. La muchacha le pide a su padre que les contrate para la fiesta de disfraces del día siguiente.
Corte. Al día siguiente, en la casa, donde todos se preparan para escuchar a Carlos. Rosario se disfraza con el mismo traje, con la esperanza de que el misterioso disfrazado de la primera vez le reconozca.
Carlos comienza a cantar. El tema es “Estudiante”, que ya había cantado previamente en casa de la muchacha. En montaje encadenado, vemos a Rosario que reconoce la voz, pero no puede asumir que se trate de la misma persona pues ésta es la voz “de un cantor callejero”.
En plano general y primer plano, observamos a Acuña. Contraplano de los invitados, en un raccord de la mirada del cantor, que busca a la muchacha.
Termina la canción. Carlos y su amigo van al jardín, mientras en la sala se escucha un tango y los invitados bailan.
Exterior. Toma en plano general de Carlos en el jardín, buscando a Rosario. El amigo le da un disfraz para que él pueda infiltrarse en la fiesta como un supuesto invitado.
Interior. En la fiesta, Rosario y Esteban bailan. El hombre se aleja de la muchacha y se acerca a su padre para informarle que esa noche anunciarán el compromiso. El señor Aguilar, acosado por las deudas, no tiene otro remedio que aceptar.
Exterior. Plano general de Rosario buscando al misterioso hombre. En contraplano, vemos a Carlos ponerse el antifaz.
Interior. En plano alterno, observamos a una bailarina que realiza un aire español.
Exterior. Rosario, frustrada, vuelve a sentarse en el banco del primer encuentro. De pronto, escucha la canción de la primera vez. Aparece Carlos, y ambos se encuentran. Acuña quiere explicarle el porqué de su ausencia pero son interrumpidos por Pepita, quien le informa a la muchacha que su madre va a anunciar el compromiso de ella con Esteban.
Corte. Una fonda. Es de noche y hay tormenta. En el exterior, vemos llegar a una pareja empapada y necesitada de refugio. Dentro de la fonda, vemos a Rosario y a Pepita, que han escapado de la fiesta. La dueña de la fonda reconoce a la heredera de Aguilar. En plano alterno, vemos a un hombre que escucha la conversación y también se observa una trifulca entre los parroquianos.
En plano general, vemos el transcurrir de diversos guitarristas en la fonda. Rosario baja junto con Pepita y la dueña de la fonda y se instalan frente a una chimenea a esperar a que pase la tormenta. Planos alternos entre los parroquianos y Rosario, que reconoce la canción de Acuña y no puede evitar cantarla. Los paisanos se acercan a escucharla, impresionados. La joven finge ser una empleada, por lo que los clientes la presionan para que cante.
Corte. En la fiesta, Márquez y Aguilar discuten sobre dinero. Ingresa un hombre para informar que Rosario se ha dado a la fuga. El estanciero decide ir en su persecución. Carlos, escondido detrás de una cortina, escucha la conversación y también decide ir a buscarle.
En plano alterno, vemos a Rosario que –acompañada por su guitarra– entona el fandango “A un arroyo a beber” (Cepero-Montoya) para los parroquianos. La escena es presentada a través de varios planos medios y generales de la joven y los presentes. Al finalizar, baja de la mesa y baila con castañuelas un aire español. Un contraplano nos muestra a tres guitarristas, que acompañan el baile.
Exterior. Carlos y Sebastián llegan a la fonda sin saber que Rosario está adentro. De pronto, sus miradas se cruzan y se reconocen.
Simultáneamente, el hombre que había reconocido a Rosario le informa al padre de ella su paradero.
Interior de la fonda. Carlos finalmente revela su identidad a la joven. Los clientes le piden a Rosario otra canción y ella entona “Por tus ojos negros”, acompañada por Acuña.
Llegan Aguilar y Márquez con sus hombres. Carlos y Esteban pelean. Al mismo tiempo llega un mozo del restaurant, que revela que Esteban le hizo trampas al padre de Rosario para quitarle su dinero.
Los parroquianos toman a Esteban y le lanzan afuera, al medio del lodazal.
Plano general de los Márquez, Carlos Acuña y los parroquianos. Márquez da la bendición a la unión.
Los enamorados suben a un carromato, donde se besan ante la algarabía general.
Corte. Vemos andar el carromato por el camino, mientras se escucha la voz de ambos entonando “Por tus ojos negros”. Fin.
Algunas curiosidades:
- El emplazamiento de la cámara sufre, a lo largo del film, permanentes movimientos involuntarios.
- En Esperáme, la muchacha le entrega a Carlos una flor. En Luces de Buenos Aires, era Anselmo –el personaje de Gardel– quien le entregaba a la protagonista una flor a modo de recuerdo. Asimismo, en Flor de durazno (1917), Rina (el personaje principal) tenía a las flores del duraznero como elemento que le iba recordando el paso del tiempo y la pérdida de su inocencia.
La casa es seria (mediometraje), 1932
Rodada en los estudios Paramount de Joinville, París, en octubre de 1932
Producción: Paramount
Dirección: Lucien Jaquelux
Argumento: Alfredo Le Pera
Música: Carlos Gardel y Marcel Lattès
Sistema sonoro: Western Electric
Intérpretes: Carlos Gardel, Imperio Argentina, Lolita Benavente, Josita Hernán, Manuel París
Sala y fecha de estreno en Buenos Aires: Cine Suipacha, 19 de mayo de 1933
Carlos Gardel interpreta los siguientes temas:
“Recuerdo malevo”, tango (C. Gardel-A. Le Pera)
Acompañado por la orquesta que dirige Juan Cruz Mateo: “Quiéreme”, canción (A. Lattès-C. Gardel-A. Le Pera)
Acompañado por la orquesta cubana de Don Aspiazú
Sinopsis: el cortometraje (o mediometraje) de 22 (o 25) minutos La casa es seria, protagonizado por Carlos Gardel e Imperio Argentina, ha llegado a nosotros al menos en su banda sonora. No hay copias del film porque cuando en la Segunda Guerra Mundial los alemanes invadieron París destruyeron la película porque sospechaban que tenía propaganda antinazi.
Afortunadamente se pudo recuperar el sonido de los discos Vitaphone (con el proceso Vitaphone las bandas sonoras de las películas se grababan en discos por separado y luego se ponían sincronizadamente con la película que se proyectaba).
La película duraba 25 minutos pero se redujo a 22 porque “El Heraldo del Cinematografista” de Buenos Aires recomendó la eliminación de una escena que catalogó “de subido color”. En la parte final de esa escena Gardel, dirigiéndose a Imperio Argentina, le decía: “Bajaba usted la gran escalera del teatro, vaporosa, elegante, y al llegar a la planta baja me preguntó dulcemente: ¿Podría usted decime dónde está el tocador de damas? Y yo le contesté: ¿El tocador de damas? Aquí está… soy yo”.
De los dos temas interpretados por Gardel (“Recuerdo malevo” y “Quiéreme”), el único inédito en disco es “Quiéreme” (subtitulado “Te esperaré”). Es un error bastante repetido sostener que “Recuerdo malevo” no fue llevado al disco.
Hubo dos versiones llevadas al disco de “Recuerdo malevo” además de la de la banda sonora de La casa es seria, por lo que la ficha técnica del tema es así:
“Recuerdo malevo” (Gardel–Le Pera)
- Banda sonora del film La casa es seria, 1932 (Orquesta de Juan Cruz Mateo y las guitarras de G. Barbieri, D. Riverol, H. Pettorossi y D. Vivas).
- 30 de octubre de 1932 Matriz E 7350. (Acompañamiento de guitarras por G. Barbieri, D. Riverol, H. Pettorossi y D. Vivas).
- 22 de febrero de 1933 Matriz E 7350–1 Nº de catálogo original 18885. (Acompañamiento de guitarras por G. Barbieri, D. Riverol, H. Pettorossi y D. Vivas).
La ficha técnica de “Quiéreme” es así:
“Quiéreme” (“Te esperaré”) (Gardel–Le Pera–Marcel Lattès) (Orquesta de Don Aspiazú con la guitarra de Horacio Pettorossi). Nunca fue grabado en disco. Este tema está cantado dos veces en la película, una por Imperio Argentina (versión completa) y otra por Carlos Gardel (versión abreviada).
Guion
(Introducción musical – ¿títulos?)
Canción: “Quiéreme (Te Esperaré)” (Gardel-Le Pera-Marcel Lattès)
Letra:
¡Óyeme! siempre te esperaré
¡Mírame! nunca te olvidaré
Con tu partida voló mi ventura,
donde hubo dicha quedó amargura
y llanto.
Si al volver dudas de mi dolor,
bien sabes[1] cuánto velo mi amor.
En mi triste mirar,
la verdá’encontrarás .
¡Quiéreme! siempre te esperaré.
Sueño de amor,
tiempo mejor
que entristece mi corazón.
Te vi partir creí morir
cuando te fuiste con mi ilusión.
¡Óyeme! siempre te esperaré
¡Mírame! nunca te olvidaré.
Con tu partida voló mi ventura,
donde hubo dicha quedó amargura
y llanto.
Si al volver dudas de mi dolor,
bien sabes cuánto velo mi amor.
En mi triste mirar,
la verdá’encontrarás .
¡Quiéreme! siempre te esperaré.
Cambio de escena.
(teléfono. Atiende la sirvienta)
ROMERO (en off)
–¿Está la señora? Habla Juan Carlos Romero. Soltero, veintisiete años…
(la sirvienta a la señora)
–Señora, es el mismo de todos los días.
SEÑORA
–¿Otra vez? ¿Pero es que se ha propuesto volverme loca?
SIRVIENTA
–¿Qué contesto?
SEÑORA
–Dile que estoy enferma.
SIRVIENTA
–La señora está enferma.
ROMERO
–Ah, justamente tengo un tubo de quinina…
SEÑORA
–Dile que me voy al Chaco.
SIRVIENTA
–La señora sale hoy para el Chaco.
ROMERO
–¡Magnífico! Conozco el terreno. Además tengo un tío que es coronel boliviano.
SEÑORA
–Dile que… a ver, déjame a mí (a ROMERO) ¿Aló?
ROMERO
–Ah, es usted, amor mío.
SEÑORA
–Yo que estoy harta de su persecución y que daré parte a la policía.
ROMERO
–Tesorito…
SEÑORA
–Yo le daré de bofetadas la primera vez que lo vea.
ROMERO
–Mi palomita…
SEÑORA
–¿Pero hasta cuándo, hasta cuándo, Dios mío, hasta cuándo?
ROMERO
–Hasta que me quieras… hasta que me diga “amor mío”, “ricurita”.
SEÑORA
–Ah, no puedo más, no aguanto más… (corta). Llévate esto a la carbonera, a la cocina, donde sea, pero pronto, pronto, enseguida… (algo se rompe) Ah, es el vidrio.
SIRVIENTA
–¿Saldrá la señora?
SEÑORA
–Sí, necesito distracción, ese insolente me ha puesto nerviosa. Voy a tomar el té al Palace.
SIRVIENTA
–¿Volverá la señora para cenar?
SEÑORA
–Sí, prepara la cena para las ocho.
SIRVIENTA
–Está bien, señora.
Corte a exteriores.
(La señora se encuentra con Romero)
SEÑORA
–¿Usted?
ROMERO
–Yo, siempre yo…
SEÑORA
–Señor, por Dios, por última vez.
ROMERO
–No insista, es inútil: ¡la quiero y la conquistaré!
SEÑORA
–Insolente (le pega). ¿Y ahora, qué dice ahora?
ROMERO
–Que soy católico, me dan una bofetada… y devuelvo un beso (intenta besarla).
SEÑORA
–Quite…
(A un taxista)
–¡Pronto! Al Palace.
(Romero la ve partir. Detiene otro taxi).
–¡Taxi! ¡Pronto! Al Palace.
Cambio de escena – interior de la casa
SIRVIENTA (al teléfono)
–¿Jesús? Que vengas pronto, que la señora ha salido… no volverá hasta las ocho al menos… ¿ajá? ¿Que no puedes venir?… no: ¡quedarás con otra mujer! ¡Con veinte mujeres! ¡Eres un Don Juan! (despectivamente) bla bla bla… (cambia el tono por uno meloso) ven, bonito… mimosito mío… ¿Vendrás? ¿… sí? Ay, ¡qué contenta estoy! ¿Ah? Pero no vayas a mirar a nadie en la calle, ¿eh? ¡A nadie, a nadie, a nadie!… Bueno, pues date prisita, ¿eh? Adiosito…
JESÚS
–Adiós hermosa, guapísima (le da besos. Ella aparentemente le pega).
Cambio de escena – en la calle
TAXISTA
–Señora, la calle está cerrada. Tendrá usted que andar unos cincuenta metros para llegar al Palace.
SEÑORA
–Ah, lo único que me faltaba… tome.
TAXISTA
–Muchas gracias.
Cambio de escena – el Palace
(música ambiente)
SEÑORA
–¿Usted!? ¿Todavía usted?
ROMERO
–Yo, siempre yo…
SEÑORA
–(fastidiada) ¡Ah! (se va)
(música – un final de tango y aplausos)
(Romero habla por teléfono con música de guitarra de fondo española
–¿El jueves a las cinco? ¡Imposible! No puedo… claro… ¿El primer jueves del mes que viene? Entendido (corta) No doy abasto…
Sigue la música – aplausos
CLIENTE
–¡Mozo! La cuenta de esa dama es para mí.
MOZO
–Muy bien.
Cambio de escena
PRESENTADOR
–Señoras y señoras, la dirección del establecimiento no ha dudado en hacer un regalo a su distinguida clientela, ofreciéndoles a ustedes la maravillosa bailarina española Carmen Rivera! (música de presentación – aplausos).
CARMEN RIVERA
–¿Cuándo vas a estar para mí sola?
ROMERO
–¡Imposible! Este pájaro cantor está muy solicitado…
PRESENTADOR
–Carmen, Carmen, Carmen, que ha llegado tu hora, ¡vamos!
CARMEN RIVERA
–¡Momento! Que estoy conferenciando con el señor…
PRESENTADOR (al público)
–Como decía señores, ¡el regalo es la presentación de la bailarina española Carmen Rivera!
(música de presentación – aplausos)
CARMEN RIVERA
–¡Espera! (A Romero) Que ya lo sabes: que no te vea arrastrarle el ala a otra mujer porque van a tener que recogerte con palillo de dientes…
ROMERO
–No digas…
PRESENTADOR
–Señores, ¡les presento a ustedes a la simpática bailarina española Carmen Rivera!
CARMEN RIVERA
–¡Acaba ya! ¡Fricadella!
Carmen Rivera baila con castañuelas. Aplausos.
CLIENTE
–¡Mozo! (dudando) La…
MOZO
–¿La cuenta de esa señora?
CLIENTE
–Exactamente.
PRESENTADOR
–Y ahora distinguido público, ¡un minuto de silencio! ¡El gran cantor criollo Juan Carlos Romero! (aplausos)
Gardel canta.
“Recuerdo malevo” (Gardel-Le Pera)
Era mi pebeta, una flor maleva,
más linda* que un día dorado de sol.
Trenzas renegridas, mirada que ruega,
boca palpitante de fuego y amor.
Para conquistarla yo me jugué entero,
no valía la pena sin ella vivir.
Peleando con taitas en un entrevero,
pensé que era lindo por ella morir.
Tiempo viejo,
caravana,
fugitiva,
dónde estás.
Florido tiempo que añoro,
por sus caminos de olvido
viajan visiones que lloro,
sueño querido que te alejás.
Tiempo viejo,
caravana,
fugitiva,
dónde estás.
Cinco años pasaron
de la primer cita,
burlón, el destino,
me obligó a volver.
Qué viejos los ojos
de la muchachita,
que en un día, riendo
me enseñó a querer.
Fuimos sin pensarlo
como dos extraños,
su boca marchita
y mi suspirar.
Habiendo cenizas
de los desengaños,
el recuerdo amigo
se debe** borrar.
Tiempo viejo,
caravana,
fugitiva,
dónde estás.
Florido tiempo que añoro,
por tus caminos de olvido
viajan visiones que lloro
sueño querido que te alejás.
Tiempo viejo,
caravana,
fugitiva,
dónde estás.
(Aplausos)
Gardel canta un fragmento de “Quiéreme (te esperaré)”:
¡Óyeme! siempre te esperaré
¡Mírame! nunca te olvidaré
Con tu partida voló mi ventura,
donde hubo dicha quedó amargura
y llanto.
Si al volver dudas de mi dolor,
bien sabes* cuánto velo mi amor.
En mi triste mirar,
la verdá’encontrarás.
¡Quiéreme! siempre te esperaré.
(Aplausos)
El cliente va a pagar lo de Carmen Rivera. Cliente 2 se interpone.
CLIENTE 2
–Un momento, pago yo.
CLIENTE
–No le consiento.
CLIENTE 2
–¿Qué dice?
CLIENTE
–Pago yo, amigo.
CLIENTE 2
–¡Eh, insolente!
Se pelean.
(Corte – en otro sector el presentador)
–No pasa nada ja ja ja, un incidente sin importancia ninguna. Dale música, música, hala pronto, ¡a bailar! ¡A bailar! ¡Conga! (se escucha música).
CARMEN RIVERA
–¡Impulsivo! Déjalo ir…que su familia y mujer le quitan en la cabeza.
CLIENTE
–Tenés razón.
Exteriores
SEÑORA
–¡Uah! Esta persecución debe terminar, me lo encuentro a usted en todas partes. Por Florida…
ROMERO
–Yo.
SEÑORA
–Voy de compras…
ROMERO
–¡Y yo, siempre yo!
SEÑORA
–Ayer en una ferretería…
ROMERO
–Entre los tachos, yo su admirador
SEÑORA
–Y así desde la última noche en el baile de la ópera.
ROMERO
–Ah, ¡noche inolvidable! Yo disfrazado de angelito y usted de odalisca…
SEÑORA
–¡No recuerdo! Por favor…
ROMERO
–Bajaba usted la gran escalera del teatro, vaporosa, elegante…y al llegar a la planta baja usted me preguntó dulcemente: ¿podría usted decirme donde está el tocador de damas?
–Y yo le contesté: ¿el tocador de damas? ¡Aquí está! ¡Soy yo!
SEÑORA
–Qué gracioso…
Corte al Palace.
PRESENTADOR
–¿Qué pasa?
MOZO
–Aquí el señor…
PRESENTADOR
–¿Qué sucede?
CLIENTE
–Se me ha olvidado la cartera
PRESENTADOR
–Bah, No se preocupe, cualquier camarero lo acompaña hasta su casa…
CLIENTE
–Un inconveniente…
PRESENTADOR
–¿Cuál?
CLIENTE
–Que vivo muy lejos, en el Paraguay (aparentemente se va corriendo).
PRESENTADOR
–¿Ehhhhh?
Corte a exteriores.
ROMERO
–Una cita, concédame una cita y seré el más feliz de los hombres…
SEÑORA
–No puedo, yo no soy libre…
ROMERO
–¡Mejor!
SEÑORA
–Me vigilan, mi amigo es celoso como un turco.
ROMERO
–Ah, entonces…
SEÑORA
–Imposible.
ROMERO
–¡Qué lástima!
SEÑORA
–Solamente…
ROMERO
–¿Qué?
SEÑORA
–Que viniera usted a mi casa…
ROMERO
–¡Vamos!
SEÑORA
–No, no, no… ahora no. Esta noche… a la una…
ROMERO
–¡Amor mío!
Corte a exteriores. Música.
SEÑORA
–Escuche: ¡yo vivo en una casa muy seria! Una verdadera casa de familia.
ROMERO
–Como a mí me gusta.
SEÑORA
–Usted debe ser muy discreto: llegar a la una silenciosamente y silbar.
ROMERO
–¿Cómo? ¿Así? (silba)
SEÑORA
–No, no, no, más suave. Al oír el silbido, yo echaré la llave por el balcón. Sea discreto que la casa es muy seria… Hasta luego.
ROMERO
–Hasta luego, hasta la una en punto, ¿eh?
Corte a la calle de la casa. Romero llega caminando.
–Ni un ruido… de verdad que es una casa seria, ¿eh? No estoy acostumbrado. (Silba varias veces, cada vez más fuerte. Caen llaves de todas las ventanas.)
¡Je! ¿Y esto es una casa seria? ¡Mi Dios!
Fin
Algunas curiosidades:
- Lucien Jaquelux, director del film, supo filmar en 1941 otra película vinculada con la Argentina. Se trató de Trois Argentins à Montmartre (1941), de André Hugon.
- La Casa es seria fue presentada en Francia como La Maison sérieuse.
Melodía de Arrabal
Producción: Paramount
Dirección: Louis Gasnier
Guión: Alfredo Le Pera
Fotógrafía: Harry Stradling
Música: Carlos Gardel, José Sentis, Marcel Lattès, Horacio Pettorossi y Raúl Moretti
Sistema sonoro: Western Electric
Intérpretes: Carlos Gardel (Roberto Ramírez), Imperio Argentina (Alina Salinas), Vicente Padula (Pedro Ventura/Gutiérrez), Jaime Devesa (Rancales), Manuel París (inspector Maldonado), José Argüelles (Julián), Helena D’Algy (Marga), Felipe Sassone (empresario teatral) y otros.
Carlos Gardel interpreta los siguientes temas: “Melodía de arrabal”, tango (C. Gardel- A. Le Pera-M. Battistella); “Mañanita de sol”, canción (C. Gardel- A. Le Pera- M. Battistella), interpretada a dúo con Imperio Argentina; “Cuando tú no estás”, canción (C. Gardel-A. Le Pera- M. Lattès- M. Battistella); “Silencio”, tango (C. Gardel- A. Le Pera- H. Pettorossi).
Imperio Argentina interpreta los siguientes temas: “No sé por qué”, tango (J. Sentis); “La marcha de los granaderos” (de la película El desfile del amor) (texto en castellano de A. Le Pera y M. Battistella).
Acompañados por la orquesta dirigida por Juan Cruz Mateo.
Sala y Fecha de estreno en Buenos Aires: Cine Porteño, 5 de abril de 1933
Sinopsis: Sobre fondo negro con imágenes de figuras abstractas que van pasando y música orquestal (leitmotiv de la canción principal del film), se ve un cartel que dice “Es un film Paramount”. El siguiente cartel indica: “Estudios Paramount presentan” y en letras grandes, el título: “Melodia (sic) de Arrabal”. Luego los protagonistas: “con Imperio Argentina y Carlos Gardel”. En el mismo titular abajo se lee: “Procedimiento sonoro Western Electric”. Luego sigue con dos carteles: “Escenario de Alfredo Le Pera”, “Dirección de Louis Gasnier”. En el siguiente título, describe a los autores de la música (“Música de Carlos Gardel, José Santis, Marcerl Lattés, Modesto Romero Petterossi (sic) y Raoul Moretti”) y a los de las letras (“Letras de Alfredo Le Pera, Batti-Stella (sic) y Petterossi (sic)”). Debajo de todo se lee: “Fotografía de Harry Stradling”.
Siguiente título: “Intérpretes: Imperio Argentina y Carlos Gardel (en mayúsculas y más grandes que el resto). Debajo de ellos: Vicente Padula, Jaime Devesa, Helena, D’Algy, Felipe Sassone, Manuel Paris, José Arguelles y la orquesta típica argentina de Juan C. Mateo”.
Fundido a negro. Panorámica de una calle. Un travelling de izquierda a derecha hasta enfocarse en una esquina, donde se vislumbra una disquería. De espaldas, la figura de un hombre en primer plano que se dirige hacia el local. La cámara le sigue, mientras comienza a escucharse la música orquestal del tango “Melodía de arrabal”.
Fundido encadenado al interior de la disquería. Un grupo de personas escucha con atención la música. Primer plano del disco, que nos demuestra que la música surge en forma diegética de allí. La música finaliza y los parroquianos se alejan; quedan el dueño de la disquería y dos personas más: el hombre que venía por la calle y que luego sabremos que se llama Roberto Ramírez (Carlos Gardel) y una muchacha de nombre Alina Salinas (Imperio Argentina). Roberto le ofrece el disco a la joven, pero ella se niega. “Ajá, muy bien –dice él– pero cada vez que la vea, se lo cantaré para que recuerde que se ha negado a aceptarlo”. Ambos se retiran.
Fundido encadenado al interior de un cabaret. Un travelling por el lugar nos muestra el ambiente, donde un músico toca la guitarra y canta, mientras los parroquianos fuman, beben y charlan. Marga (Helena D’Algy) se levanta de una mesa para bailar un tango con un cliente, ante la atenta mirada de Rancales (Jaime Devesa), una especie de novio y representante de la mujer. Pedro Gutiérrez (Vicente Padula) intercambia unas palabras con el hombre y sale entre bastidores a un reservado donde se juega a las cartas por dinero. En montaje paralelo, vemos cómo se desarrolla la partida, al mismo tiempo que en el salón se vislumbra un conflicto entre Rancales y Marga, pues el primero coquetea con otra mujer.
La cámara nos muestra a Gutiérrez que vuelve al salón, siguiendo discretamente a un parroquiano que ha ganado mucho dinero en las cartas. Con un gesto, se lo marca a Rancales, con quien evidentemente está en sociedad. Primer plano del parroquiano contando dinero y luego de Rancales mirando a Gutiérrez y asintiendo.
El tango finaliza. Plano general del salón, alternado con planos medios de la mesa de Rancales, donde Marga descubre a la muchacha que bebe, invitada por el hombre. Las mujeres discuten, hasta que la muchacha se levanta y se va. Marga increpa a Rancales, quien amaga a golpearla. El parroquiano que ganó en las cartas interviene, pero el conflicto se disuelve y la pareja le invita a tomar coñac con ellos.
Corte. Plano general de la entrada del cabaret, donde vemos al inspector Maldonado (Manuel Paris). En montaje paralelo, observamos que Rancales y Gutiérrez fingen saludarse y en el descuido, le roban el dinero al parroquiano. La cámara nos muestra la acción en un plano detalle del dinero y luego en otra toma donde se acerca a la mirada del inspector, que observa la escena con detenimiento y sonríe.
Plano alterno. El barman le advierte a Rancales que le vigilan. “¿Quién?”, pregunta éste. “El mismo de siempre, Maldonado”. “Si me busca, me encontrará”, desestima.
Corte. Plano medio a la entrada, en la que se vislumbra a Roberto Ramírez. El hombre se acerca a Gutiérrez, quien le indica el trabajo que piensan hacer con Rancales, ante el evidente fastidio de Roberto.
Primer plano de Marga, que sufre por los desplantes de su novio. Roberto la observa y se acerca a la muchacha. Marga descarga toda su amargura sobre la vida y el arrabal, ante la mirada comprensiva de Roberto.
“No digas eso, Marga –la consuela–; trabaja y canta este viejo arrabal en sus días laboriosos. Nosotros somos la noche del arrabal, la noche siniestra. Pero hay otra vida pura, noble, intensa: este viejo barrio también tiene su encanto, su misterio, su pasado. Su melodía: la humilde melodía del arrabal”. Acto seguido, canta “Melodía de arrabal”.
La cámara le sigue en un travelling, alternado con varios planos generales del cabaret, su entrada y los parroquianos que juegan en el reservado. Esta escena incluye una panorámica invertida, utilizando el espejo del bar para mostrar, a través de la mirada de Gutiérrez, a Roberto cantando ante la embelesada mirada de los presentes.
Mientras Roberto canta, se observa el ingreso de Maldonado al cabaret y la reacción amenazadora de Rancales, quien lleva la mano a la cintura, demostrando que porta un arma.
Plano de la calle. Alina pasa caminando, acompañado por un hombre. De pronto, escucha la voz de Roberto y se detiene, reconociendo la canción pues es la misma del disco. Le sugiere a su acompañante que ingresen a escuchar.
Plano y contraplano de Roberto y Alina, que se miran con evidente entusiasmo. Ramirez finaliza su canción y sale en busca de la muchacha.
Plano general de la calle. Es de noche. El ambiente se completa con la música de cabaret que alcanza a escucharse y una serie de spots de iluminación que pasan permanentemente, como si se trataran de coches o faros de vigilancia. Cambio a plano medio, en el que vislumbramos cuando Roberto alcanza a la muchacha. Alina le felicita y le ofrece ayuda para que el progrese como cantor. “Si alguna vez quisiera usted trabajar, y si tiene otra ambición que la de ser cantor de un café, entonces venga a verme; quizá podría ayudarle”.
Se despiden. Un travelling sigue a la muchacha hasta su casa, donde se lee en primer plano “Salinas profesora de piano y canto”.
Corte al interior del cabaret. Roberto vuelve. Maldonado pide hablar con Rancales, quien se niega e intenta sacar su revólver. Roberto le toma la mano a tiempo, salvando la vida del comisario. “Gracias” dice éste, y se va del cabaret ante la mirada tensa de los parroquianos.
Plano al reservado. Gutiérrez invita al parroquiano afortunado a sentarse, seguidos de Rancales y Roberto. Los cuatro comienzan a jugar, mientras distintos planos nos muestran que la noche avanza dentro del café. En un plano general, observamos que Maldonado y sus hombres se distribuyen por la calle, preparando una emboscada.
Plano medio del reservado, con Roberto de frente a la cámara. Los hombres estafan al parroquiano, sin que aparentemente éste se dé cuenta. El hombre, derrotado, invita a Roberto a beber unos tragos.
Corte al interior del café. Rancales y Marga salen.
Corte a la calle. La cámara sigue a la pareja, hasta que son detenidos por los policías emboscados.
Corte al cabaret. Roberto y el parroquiano charlan. El hombre le explica que se dio cuenta de la estafa, pero no está enojado. Le ofrece que se vaya con él y que juntos pueden hacer una sociedad de estafas en cruceros de lujo. Azorado, Roberto acepta la oferta.
Fundido a negro. En plano detalle, vemos una carta que Roberto le escribió a Irina, excusándose de que no pueda verle, pero que no olvida el ofrecimiento. De fondo, se escucha en el piano la melodía leitmotiv de la película.
Plano general de la sala de Alina, donde la descubrimos leyendo la carta mientras dos niñas interpretan “Melodía de arrabal” al piano. La muchacha se levanta y se acerca al piano, para interpretar “No sé por qué”, ante la atenta mirada de las niñas.
Fundido a negro. Plano general de Roberto Ramírez –ahora rebautizado Torres, pretendido hijo de ricos estancieros– jugando a las cartas y ganando. La cámara le sigue fuera del cabaret, donde le espera Gutiérrez (ahora bajo el falso nombre de “Pedro Ventura”). El amigo intenta encenderle un cigarrillo, sin éxito. “Prefiero mis fósforos –dice Roberto, extrayendo su caja–, no fallan nunca”.
Fundido a negro. Plano detalle de una misiva, que anuncia la libertad condicional de Rancales, luego de quince meses de prisión. Plano general de la puerta de la cárcel. Vemos salir a Rancales.
Fundido a negro. Interior de una habitación, donde Roberto y Gutiérrez desayunan rodeados de lujo y confort. Suena el teléfono y Gutiérrez se levanta a atender. Los llaman del club, donde se está organizando una nueva partida de cartas. Roberto se queja de tener que jugar y mentir desde hace un año; resignado acepta ir.
Asimismo, confiesa que todas las noches va a ver a Alina. Gutiérrez le pregunta si está enamorado. La cámara pasa a primeros planos alternados entre los dos hombres, hasta que Roberto, luego de asegurar que no tiene derecho a enamorarse “un hombre como yo”, se levanta y se va a la otra habitación. El director nos muestra a Gutiérrez en la primera habitación y, utilizando la profundidad de campo, a su amigo en la otra.
Corte. Plano general de la sala de la casa de Alina. La mujer está frente al piano, rodeada de muchos niños. Un plano del espejo nos la muestra cantando una versión reducida del vals “Evocación”, mientras los niños la escuchan embelesados.
En montaje paralelo, vemos a Roberto acercarse a la casa, mientras que Alina y sus estudiantes realizan, sobre música en off, una coreografía de “La marcha de los granaderos”.
Finaliza la canción. Alina descubre que Roberto ha ingresado a la casa, y le invita a cantar con ella. Juntos interpretan “Mañanita de sol”. En contraplano, observamos que Rancales pasa casualmente por la puerta de la casa y descubre a Roberto.
Plano general de la sala. Los niños se despiden de la pareja y salen de la casa. Alina le insiste a Roberto para que le deje ayudarle a triunfar en el mundo del espectáculo, pero el hombre se resiste. Poco después suena una bocina y el hombre parte, ante la desazón de la joven.
Plano de la calle. Vemos a Rancales, quien espera la salida de Roberto y comienza a seguirle.
Fundido a negro. Primer plano de un vehículo, al que se aproximan Roberto y Pedro, con la intención de ir al convenido juego de cartas. En la oscuridad, escuchan la voz de Rancales, quien les pide dinero. Los hombres aceptan y parten, seguidos por el viejo compinche.
Fundido encadenado a un cartel que dice “Radio Central”. Fundido encadenado a un plano general de la sala de la radio, donde mucha gente espera ser atendido por el director (Felipe Sassone). Ingresa Alina, quien atraviesa toda la sala e ingresa al despacho. Se saludan. La muchacha le dice que ha descubierto a un talento. El director le cuenta que está lleno de talentos y le abre varias habitaciones para que escuche a las nuevas promesas de la lírica y el canto popular. Luego le pide a su secretario que haga pasar a un hombre y le hace cantar; muestra pocas dotes; el director le pide que vuelva al otro día. “Ahí le tienes –le dice a Alina–, todos Ases del café; luego ante el micrófono o el escenario, hay que oírlos: sotas y gracias”.
La joven defiende a Roberto y le asegura que es el mejor. El empresario accede a escucharle; para ello les invita a una fiesta que darán al otro día. Alina se va.
Fundido encadenado. Elipsis temporal: es la noche siguiente. Plano detalle del director de la radio mozo preparando un trago. De fondo, la gente baila contenta. Contraplano de Roberto y Alina en el balcón, charlando. El director y dueño de casa invita a Alina a cantar al piano. La muchacha accede e interpreta “Suspiro al evocar”, tomada por un primer plano y con música extradiegética.
Al finalizar, Roberto se acerca y le acompaña al balcón. Sigilosamente Alina vuelve al piano e interpreta algunos acordes de “Cuando tú no estás”. Roberto los escucha y comienza a cantar la canción. En profundidad de campo vemos a Alina, al director de la radio y los invitados que le oyen con respeto. Al llegar a la mitad de la canción, la joven le hace entrar al salón para que cante ante todos. Roberto accede, recibiendo los aplausos de los presentes. El director se acerca y le felicita.
Fundido encadenado a un cartel que anuncia “Roberto Ramírez”. Corte a Rancales, quien le pide dinero al barman y se queja de su situación.
Corte al despacho del director de la radio, quien se halla con Alina. El hombre le explica sus estrategias para lograr instalar a Roberto como cantante.
Corte a la casa de Roberto y Gutiérrez. El hombre, entusiasmado, pega el afiche de promoción de su futura actuación. Los amigos charlan sobre sus posibilidades, y Gutiérrez le convence de ir a jugar a las cartas por última vez. Roberto toma el teléfono y llama al director, quien sigue con Alina.
Plano alternado del despacho del empresario y la casa de Roberto. Los hombres charlan sobre el futuro espectáculo y luego Alina habla con él, deseándole lo mejor. Finalmente, Roberto y su amigo van al hotel a jugar, pero el promisorio cantor decide dejar sus cartas de tahúr y jugar limpiamente.
Fundido encadenado a la entrada del hotel. En un posible raccord de mirada de los amigos, vemos a Rancales esperándoles. Contraplano a Gutiérrez y Ramírez. El segundo baja del auto para ajustar cuentas con el viejo compinche. Los dos forcejean. Para desviar la atención de la policía, Gutiérrez finge un accidente automovilístico, ocasión que aprovecha Roberto para introducirse al lobby del hotel. Rancales le sigue de cerca, y le quiere chantajear con informarle a Alina sobre su pasado. Saca un arma y en el momento en que dispara, Roberto desvía el arma contra el propio agresor.
Plano de la calle. Gutiérrez, el personal del hotel y los policías escuchan el tiro. Un hombre del hotel ingresa al salón para informar que han encontrado un cadáver en el ascensor. El gerente observa el cuerpo y va al teléfono para llamar a la policía. Gutiérrez también ve el cadáver.
Corte a Roberto, saliendo sigilosamente de una cabina telefónica y luego a la calle.
Corte a la policía. El que llega es el inspector Maldonado junto a un médico forense. Ambos conversan con el gerente del hotel y luego van a inspeccionar al cadáver. Gutiérrez reconoce al inspector y se escabulle, antes de que éste pueda verle.
Maldonado reconoce a Rancales. Intrigado, interroga al personal del hotel para entender cómo ocurrió el asesinato, ya que el ascensor apareció en el tercer piso, y el disparo había sonado en la planta baja.
Corte a la calle. En plano general, vemos a Roberto ingresar al hotel, como si nada hubiese ocurrido. En plano alterno, observamos al inspector que inspecciona el ascensor y encuentra un fragmento de fósforo.
Ingresa Roberto, quien finge venir de la calle y querer jugar a las cartas. El inspector le mira, intrigado, pero sin reconocerle del café. Le pide fuego y Roberto está a punto de caer en la trampa y sacar sus fósforos. Gutiérrez, rápido de reflejos, se acerca y le da su encendedor, alegando que se le había caído en el auto. El comisario enciende su cigarrillo y se va.
Corte al inspector, que ahora observa con detenimiento el ascensor en la planta baja. Allí descubre que el fósforo encaja en los botones y es posible hacerle accionar sin usar las manos. Al llegar al tercer piso, el fósforo cae. Vuelve a la planta baja, donde le espera el gerente.
El inspector sospecha de Torres y pregunta si es afortunado en el juego. El gerente desestima la sospecha, pues alude que es hijo de un estanciero poderoso.
Corte a la salida del teatro. Un travelling sigue al inspector, quien observa un cartel anunciando la presentación de Roberto Ramírez (el seudónimo de Torres). La cámara alterna entre el primer plano del inspector y el afiche, presentado en raccord de mirada.
Fundido encadenado a otro afiche de Roberto Ramírez. A través de este recurso se plantea una elipsis temporal y ya es el momento del estreno. Corte al interior de la sala, donde se ve a la orquesta afinar y varios planos generales de la gente acomodándose en las butacas.
Interior del camarín de Roberto. El cantor, vestido de smoking, se pasea por la habitación. Se abre la puerta e ingresa Alina. Primer plano alternado de ambos, intercalado con plano medio de la pareja. Se abre la puerta e ingresa el productor.
Corte. Roberto se prepara a salir.
Se abre el telón. Planos generales y medios del cantor, quien interpreta “Silencio”. La escena se intercala con contraplanos del palco donde Alina y sus alumnos observan emocionados la perfomance de Roberto.
La canción finaliza: ovación del público. En bastidores, Gutiérrez felicita a Roberto, al mismo tiempo que le informa que el inspector sospecha de él. Roberto se cambia de ropa y se pone el traje que usaba en los tiempos del café.
Vuelve a salir a escena para interpretar “Melodía de arrabal”. Planos y contraplanos que nos muestran a Roberto cantando, al público, la llegada del inspector a la platea y la preocupación de Gutiérrez en bastidores.
El director desdobla la pantalla para mostrarnos al cantor cantando el tango en el teatro y en el café. Con este recurso, nos presenta el raccord de mirada del inspector y el recuerdo de aquella noche, lo que se refuerza con la mirada de Maldonado.
Los planos breves se suceden, augurando el desenlace. Roberto finaliza la canción y debe salir a escena varias veces para saludar.
Corte al hall del teatro. El empresario recibe al público que sale de la sala, evidentemente entusiasmado.
La escena se intercala con Roberto, quien al ingresar a su camarín se encuentra con el inspector Maldonado. Plano medio de ambos, intercalado con un primer plano de Roberto. Maldonado le ha descubierto; todo parece terminar para Torres/Ramírez, como lo expresa un primer plano de su rostro. Sin embargo, los acontecimientos dan un giro cuando el inspector le entrega un papelito con el fósforo del ascensor (mostrado en un plano detalle de las manos de Roberto) y le perdona el crimen, pues Maldonado reconoce que el hombre le salvó la vida en aquella oportunidad en el café. El inspector sale, al mismo tiempo que ingresa Alina al camarín.
Roberto le confiesa que él no es quien ella piensa, que le ha mentido, pero la joven le interrumpe. Se besan. Luego el hombre toma el fósforo que le diera el inspector y lo enciende, al tiempo que dice “Es mi pasado: mi pasado que arde”. La cámara se va a un plano detalle del fósforo en un cenicero. Fundido encadenado al tocadiscos del principio, donde se escucha “Melodía de arrabal”. La cámara sale de la disquería del principio, retrocediendo por la calle por donde habíamos visto por primera vez a Roberto, al tiempo que vemos cómo va despertando el arrabal. Sobre la calle, se inscriben las palabras “Fin”.
Fundido a negro. Luego, el logo que dice “Es un film Paramount” (con un fondo sobre impreso de nubes que pasan) sobre el leitmotiv de la película, en una versión que resuena como una rumba. Un cartel indica: “Imperio Argentina (Alina) Carlos Gardel (Roberto Ramírez)” y abajo, en letras más pequeñas: “Pedro Ventura… Vicente Padula”, “Rancales… Jaime Devesa”, “Marga… Helena D’Alguy”, “El empresario… Felipe Sassone”, “Maldonado… Manuel Paris”, “Julián… José Arguelles”. Debajo de todo, en letras aún más chicas: “Y la orquesta típica argentina de Juan C. Mateo”. Fundido a negro.
Algunas curiosidades:
- En la escena en que Alina va a visitar al director de la radio, vemos cantar a un joven. El mismo arranca a capela con unos versos de “Tomo y obligo” (canción que había interpretado Gardel en Luces de Buenos Aires).
- En esa misma escena, la muchacha le pregunta al director de radio quién es para él el mejor cantor de tango. “Alfredo de Ferrari –contesta el hombre– cuál va ser. Allí sí que hay carne de Tango”. En la vida real, Alfredo de Ferrari efectivamente existió. Hijo de Juan Deferrari y María Spinetto, ambos italianos y perteneciente la madre a la familia del mercado homónimo, desde muy joven cultivó la amistad de Carlos Gardel, siendo ambos habitués del popular Café de los Angelitos, donde solían concurrir junto con José Razzano, Armando Deferrari, uno de los hermanos de Alfredo.
- En 1935, Alfredo enferma gravemente: sarcoma de pulmón. Falleció el 4 de junio, a los cuarenta y seis años de edad. La muerte de Alfredo entristeció profundamente a Gardel, quien escribió a Defino el día 20 de junio: “Me afectó extraordinariamente la noticia de la muerte del pobre Alfredo Deferrari, a quien yo le hubiera dado cien años de vida por su excelente condición. Ya mandé el pésame a la familia y te ruego que vos también expreses a esa pobre gente todo mi pesar. Cuando el pobre había encontrado la felicidad en su hogar recién construido ocurre esta injusta desgracia… Que Dios le ampare…”.
- Imperio Argentina en vez de “bien sabes” dice “sin saber”.↵