Otras publicaciones:

12-3048t

Book cover

Otras publicaciones:

Book cover

12-3301t

5 Conclusiones

Trabajadores y trabajadoras con más y con menos derechos

En el inicio de este trabajo nos hemos planteado el interrogante sobre cuáles son los factores fundamentales que inciden en la alta tasa de informalidad en la actividad de confección en el contexto del neoliberalismo tardío y cómo se organizaron los/las trabajadores/as frente a ello. A lo largo la tesis describimos algunos de los principales aspectos en torno al problema del trabajo informal en el sector específico de la confección de indumentaria. Como hemos visto, es una actividad que se ha desarrollado tempranamente y tiene una larga historia que pasó por diversas etapas entre las cuales nos resulta de interés evaluar su situación actual. En las páginas precedentes, hemos intentado echar luz a esta situación vinculándola con la persistencia de un problema que se ha vuelto estructural en el mercado de trabajo en Argentina.

Para comprender la magnitud de la informalidad laboral concentrada en un sector de actividad específico como la confección de indumentaria, es preciso tener en cuenta las particularidades que posee dicha actividad. Algunas de sus características intrínsecas hacen propicio el empleo del trabajo no registrado como forma de reducir costos y aumentar las ganancias. Las bajas barreras de ingreso como la instalación de un taller y la facilidad para aprender el oficio, y por sobre todo la factibilidad de fragmentación del proceso productivo que facilita la tercerización, allanan el camino hacia la informalidad laboral. Por otra parte, el sistema de enganche es una forma de organización que determina toda la actividad. De ella se desprende que la relación laboral se vea condicionada por la presencia de una fuerte inmigración, de la cual se sirven las marcas, intermediarios y talleristas para mantener trabajadores/as que acepten condiciones precarias de trabajo y salarios más bajos. Si bien se establece una relación de dependencia, porque la Ley de Contrato de Trabajo de Argentina así lo determina por el Principio de Realidad, la misma es informal y con frecuencia, clandestina. Por su parte, la elevada presencia de mujeres en el sector de confección explica en parte los bajos salarios y la precariedad, ya que en la mayoría de los países capitalistas se aprovecha la desigualdad de género para reducir los costos laborales.

En el estudio de las relaciones del trabajo podemos encontrar al menos dos realidades: las formas institucionalizadas y las “otras formas” de relaciones laborales.

En nuestro país, el sistema de relaciones laborales institucionalizadas establece la intervención del Estado para determinar quiénes son los actores válidos para negociar colectivamente los intereses de sus representados, ya sean trabajadores o empresas. Al mismo tiempo, es el Estado quien debe homologar las negociaciones colectivas que resulten de los acuerdos entre sindicatos, federaciones y cámaras. En la confección de indumentaria, una de las ramas de la actividad del Vestido, la negociación colectiva ha seguido la tendencia de la negociación a nivel general en cada uno de los periodos. Sin embargo, en una actividad donde la mayoría de sus trabajadores/as se encuentra bajo un tipo de contrato informal, el resultado de la negociación colectiva apenas actúa como referencia. Efectivamente, en el caso de estudio ni el sindicato ni la negociación colectiva tienen injerencia en la regulación de las relaciones de trabajo. De todas formas, no podemos dejar de tener en cuenta las nuevas formas de organización de los trabajadores en los polos productivos organizados por el MTE y la CTEP. Es decir que dentro del “otro movimiento obrero” la colectivización constituye un factor relevante a la hora de determinar sus condiciones de trabajo.

Si bien el foco de la tesis se ha centrado en el periodo 2015-2019, hemos esbozado algunas cuestiones históricas y otras de periodos recientes. Particularmente en torno a las políticas laborales, durante el periodo del Kirchnerismo (2003-2015) las mismas han sido favorables para el mercado de trabajo por la reducción del desempleo y la creación del empleo registrado. A pesar de haber implementado políticas orientadas a la reducción de la informalidad, controles estatales -como el aumento de los inspectores laborales del ministerio-, y promovido nuevas normas legales como la ley de trabajo doméstico, estas reformas no han sido suficientes para reducir la proporción de trabajadores no registrados en la seguridad social más allá de cierto umbral, con lo que tiende a prevalecer la idea del carácter estructural de la informalidad laboral en el país. El tipo de cambio ha favorecido la reducción de las importaciones de productos elaborados, así como también de algunos insumos. Esto permitió el aumento de la fabricación nacional para abastecer el mercado local.

En el periodo 2015-2019, las políticas económicas han tendido a la destrucción de la industria en general, lo que afectó a la confección de indumentaria en particular, por su carácter procíclico; por eso, en el período cerraron numerosas empresas textiles. En relación con el mercado de trabajo en general, el desempleo ha vuelto a superar los dos dígitos y el trabajo no registrado ha ascendido a un 35%, el valor más alto en los últimos 15 años. Las políticas laborales han apuntado a estigmatizar a los y las trabajadores y a romper todo tipo de lazo colectivo. En este contexto de mayor desempleo y crisis económica y social, el trabajo informal se ha convertido en un refugio para la población más vulnerable. Por otra parte, los intentos de reforma laboral han estado centrados en torno a la responsabilidad solidaria. Como ocurrió en la década de los `90, la solidaridad empresaria es un reclamo de los/las empresarios/as ya que habilita la subcontratación de forma tal que desliga a la empresa principal de lo que suceda en la cadena aguas abajo en la cadena productiva. De esta manera, se ha generado un contexto propicio para el aumento de la informalidad y la precarización de los trabajadores y trabajadoras tercerizados/as. La diferencia entre las políticas socio laborales entre estos periodos es de suma relevancia para la comprensión de la situación actual en la actividad del vestido, por lo que será retomada en investigaciones futuras.

A partir de la investigación realizada, hemos detectado la necesidad de enfocarnos en la cuestión de la cadena de valor. Como hemos podido reconstruirla, las relaciones de trabajo que se establecen en la cadena de valor textil–indumentaria se ven altamente condicionadas por el carácter de exclusividad, vinculado estrechamente con los procesos de tercerización. La forma de organización de la producción de indumentaria se basa en la tercerización. Independientemente del tamaño de la empresa, la tercerización es la principal estrategia que se utiliza para reducir los costos y fragmentar y atomizar aún más a los trabajadores y trabajadoras, debilitando su poder de organización. Esto puede deberse a la subcontratación de intermediarios, talleres clandestinos o trabajadores/as a domicilio directamente. En casi todos los casos, se trata de unidades productivas pequeñas con un poder de negociación menor, lo que lleva a que utilice la evasión de impuestos para subsistir u obtener mayores beneficios. Hemos podido observar distintos tipos de tercerización, desde cadenas simples de subcontratación directa a más complejas, donde intervienen numerosos actores. Cuanto más complejas y largas se hacen las cadenas, existen mayores probabilidades de encontrar trabajo informal. La cadena de producción y comercialización se encuentran estrechamente entrelazadas. Las grandes marcas de moda lejos están de asociarse a la fase productiva, por lo que tercerizan todo el proceso de fabricación; muchas veces sin conocer a quienes se les encarga el trabajo. A su vez, las grandes marcas obtienen beneficios de la comercialización de la indumentaria, por su posicionamiento en el mercado gracias a la gran brecha existente entre el costo y el valor de venta. Lo que se vende no es solo una prenda, sino también una marca, un estatus, una exclusividad. A partir de la descripción de este tipo de vínculos de subcontratación, hemos abonado una vez más la tesis que sostiene que lo formal y lo informal se entrelazan y necesitan uno a otro, a pesar de que esta vinculación promueve formas de trabajo ilegal, clandestino e, incluso, de reducción a la servidumbre de trabajadores/as De esta manera la violación derechos humanos fundamentales se entrelaza con una super explotación laboral.

En relación con el significado del trabajo esclavo, hemos visto que la OIT omite la definición de “esclavitud” –posiblemente porque evita involucrarse con las consecuencias que tendría para las viejas potencias coloniales, en términos de reparaciones jurídicas y económicas, sobre todo, un reconocimiento de esa índole- y considera la persistencia de relaciones de trabajo en las que prevalecen coacciones extraeconómicas como “trabajo forzoso”. Dicha definición no da cuenta en su totalidad lo que sucede en el sector de las confecciones de indumentaria en Argentina, ya que los/las trabajadores/as manifiestan que aun cuando se encuentran sometidos a condiciones extremas de explotación no consideran esto como “esclavitud” sino que consideran su situación como aceptada voluntariamente, dictada por la necesidad y siguiendo una forma de “enganche tradicional” como medio de obtener un financiamiento para la migración desde su país de origen. Esta inmigración da cuenta del dinamismo de la economía local, aunque no sea deseable, es una inserción laboral para les migrantes, en el marco de un sistema de relaciones laborales muy desarrollado.

Desde nuestra perspectiva, en el sector de la confección de indumentaria se constituye un tipo de contrato que excede lo laboral y es previo al contrato de trabajo. En este contrato implícito, se establece un lazo de sujeción personal atravesado por cuestiones étnicas, de género, culturales y familiares, estrechamente vinculadas a la gran presencia de inmigrantes, que condiciona la relación laboral desde su comienzo, ya que se inicia con una deuda, que permite al empleador/a ejercer coacción económica y extraeconómica sobre el trabajador/a.

En esa relación de sujeción personal, los/las trabajadores/as costureros/as no se identifican como sujetos pasivos o “esclavos”, no asocian la imposibilidad de elegir libremente el intercambio económico de su fuerza de trabajo por un salario con una condición de esclavitud. Si bien hay posturas diferenciadas al respecto, podemos vislumbrar un enfoque común sobre la posibilidad que tienen para modificar su situación por ellos/as mismos/as. Por una parte, encontramos representaciones asociadas a la idea de autoexploración. Es decir, que son ellos/ellas mismos/mismas quienes aumentan el ritmo de trabajo de forma intensiva para obtener mayores ingresos. Sin embargo, esto como ya ha sido desarrollado por Marx, genera un descenso del valor de la mercancía y por lo tanto de sus ingresos. Por otro lado, están quienes consideran que la explotación es consecuencia de la estructura productiva y por lo tanto es necesario organizarse de manera alternativa al sistema de producción capitalista, en cooperativas de trabajo en el marco de la economía popular. Esto ha tenido un crecimiento en los últimos años, impulsado por la institucionalización de la CTEP.

Sin embargo, esta conciencia de su situación no lleva a que se organicen colectivamente de forma generalizada, debido a que se enfrentan a diversos obstáculos. Por un lado, la tercerización y la fragmentación sindical demuestran que el sindicalismo en el sector se ha adaptado a una lógica mercantilista de las relaciones de trabajo. La representación de los trabajadores y trabajadoras en el sector posee una baja cobertura, tanto por la baja presencia sindical como por la alta informalidad. Por otro lado, se puede mencionar también la escasa tradición hacia la unidad sindical y un aspecto fundamental como la aspiración de ascenso social manifestada en “la ilusión de convertirse en tallerista”, una de las representaciones recurrentes entre los costureros y las costureras. Las únicas organizaciones que han intentado desarrollar estrategias para la conjunción de intereses y defensa de los derechos de este colectivo de trabajadores han sido las cooperativas de trabajo organizadas en polos textiles que abogan por un tipo de producción diferente, contrario al sistema desarticulado y fragmentado que se ha generalizado en el sector. A través de organizaciones sociales que comenzaron a pugnar por la institucionalización y gestionar una herramienta gremial, se ha puesto de manifiesto la exclusión de estos trabajadores del sistema capitalista, encubierto bajo formas de sujeción indirecta materializadas por ejemplo en el monotributo social. Pretendemos con esta tesis, poner en la superficie algunos de los temas que no han sido visibilizados durante los últimos años. La desigualdad de género en el sector estudiado, sumada a la inmigración, a la falta de representatividad sindical, y la reciente organización de los y las trabajadores en la economía popular son temas claves. Lo que se pone de manifiesto entonces, es la diferencia entre trabajadores con más derechos y con menos derechos, por lo que cabe preguntarse si las instituciones vigentes pueden dar respuesta a esto o es necesaria una nueva institucionalidad, para cuyo esclarecimiento aún nos queda camino por recorrer.



Deja un comentario