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Agradecimientos

Entre el año 1993 y 1998 visité el área de Puerto Madero semanalmente. Si bien la operación estaba en marcha desde 1989, la experiencia semanal en la misma no permitía vislumbrar la concreción del masterplan ya por entonces aprobado. Probablemente esto se vinculara a que la primera etapa de la operación se centraba en los docks y su rehabilitación, es decir, un movimiento de construcción menos notorio que el que supondría la futura construcción de torres en la parte este de Puerto Madero.

En mi biografía personal, ese período de visitas semanales coincide con el lapso entre mis trece y dieciocho años, es decir que las visitas semanales al campo de deportes del Colegio Nacional de Buenos Aires no eran precisamente trabajo de campo tal como se lo entiende desde las ciencias sociales y humanas. Por esos años ninguno de nosotros ‒un nosotros que alude a los usuarios de ese campo de deporte‒ quería permanecer en el área conforme avanzaba la tarde. El paisaje tenía algo de ruina industrial, los yuyos podían superarnos en altura y no costaba imaginar el movimiento, quizás frenético, de roedores en los alrededores.

Difícilmente alguno de los adolescentes que concurría al campo de deportes estuviera pensando en los inconvenientes del futuro proyecto o en la necesidad de preservar el área. Sin embargo, en determinado momento, el avance del proyecto impactó sobre nuestras biografías y las visitas semanales al campo de deportes. La Corporación Antiguo Puerto Madero reclamaba la propiedad de las tierras donde desarrollábamos nuestra actividad deportiva. Aquella futura ‘renovación’ que aún se veía algo lejana se entrecruzó de lleno con el uso acotado que hacíamos de la zona. Es más, esto derivó en un conflicto urbano que incluyó secuencias extensas de folletos, movilizaciones, campamentos, denuncias e incluso escaló hasta alcanzar estatus judicial respecto a la propiedad de esos terrenos.

No podría afirmar que allí nació mi interés por estudiar Puerto Madero. Se trataría, sin dudas, de una vana ilusión retrospectiva. Sin embargo, el contacto con el área me acompaña desde temprano. Incluso, al promediar la carrera de Sociología en la Universidad de Buenos Aires, y en el marco del seminario que dictara Hilda Herzer, volví sobre el asunto aunque en una perspectiva bastante alejada de la que aquí se presenta. El interrogante por Puerto Madero en el marco de la circulación de políticas y modelos urbanos me acompañó en la tesis de maestría dentro de la Maestría en Historia y cultura de la Arquitectura y la Ciudad de la Universidad Torcuato Di Tella y en la tesis de doctorado defendida en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires. De todos modos, fue posteriormente, cuando pude reformular el caso respecto a la bibliografía más específica y al prisma de observación que aquí se presenta.

Este libro es producto de diversos apoyos institucionales. Entre los últimos, quiero resaltar el ´proyecto de Investigación Plurianual (PIP) –Grupo de Investigación- 2014–2016 / nro. 11220130100717CO´ titulado: “La circulación regional de políticas y modelos urbanos: articulaciones público-privadas en la expansión latinoamericana de la Corporación Antiguo Puerto Madero S.A (1999-2013)”. Se trata de un proyecto financiado por el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas con sede en el Instituto de Estudios de América Latina y el Caribe – Facultad de Ciencias Sociales – Universidad de Buenos Aires. Asimismo, esta libro fue posible a partir de un financiamiento obtenido en el marco de la “Convocatoria para la asignación de financiamiento edición y publicación de libros (Subsidio UBA 2017, Resolución Consejo Superior 7432/17)”. De todos modos, las condiciones materiales que han posibilitado la investigación y escritura están dadas por el acceso desde 2013 a la carrera de investigador científico del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de la República Argentina con sede en el Instituto de Estudios de América Latina y el Caribe de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires.

Dudo contar con espacio para reconocer y reconstruir las tramas de conversaciones académicas que posibilitaron este libro. Aún así, quisiera mencionar una serie de instituciones y colegas.

Los espacios de docencia han sido ámbitos donde pude poner en debate algunos de los contenidos que integran este libro. Quisiera agradecer a las autoridades, alumnos y alumnas que han colaborado en tal sentido en el Doctorado en Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, el Doctorado en Estudios Urbanos de la Universidad de General Sarmiento, la Maestría en Historia y Cultura de la Arquitectura y la Ciudad y la carrera de Arquitectura de la Universidad Torcuato Di Tella y la Maestría en Políticas Sociales Urbanas de la Universidad Tres de Febrero.

A su vez, algunos avances han sido discutidos en el marco de otros proyectos de investigación que he integrado en la Universidad de Buenos Aires, la Universidad de la Plata y la Universidad Nacional de General Sarmiento. A esto se añade el proyecto que con colegas de la Universidad de San Pablo y la Universidad Complutense de Madrid venimos desplegando en el marco de la Unión Iberoamericana de Universidades. El Instituto Iberoamericano de Berlín y la Universidad Nacional Autónoma de México me han permitido realizar estadías de investigación donde profundicé en los asuntos aquí abordados. Los docentes y colegas del Research Comittee 21 de la International Sociological Association, su summer school y sus congresos colaboraron para darle un giro a mi trabajo tras la defensa de la tesis doctoral. Asimismo, redes más recientes como la Asociación Iberoamericana de Historia Urbana. Entre las personas, siendo altamente probable cometer olvidos involuntarios, quiero mencionar a Luján Menazzi -lectora incansable e imprescindible-, Pedro Pírez, Ivana Socoloff, Alicia Novick, Javier Ruiz-Tagle, Alexis Cortés, Daniel Kozak, Hilda Herzer, Victor Delgadillo, Gabriel Silvestre, Eulalia Negrelos, Oscar Sosa, Sergio Montero, Christopher Gaffney, Thiago Allis, María Velasco, Clement Orillard, Carlos Vainer, Beatriz Cuenya, Pedro de Novais, Valeria Gruschetsky, Ana Gómez Pintus, Dhan Zunino, Rafael Gentili y Norberto Spirtu. Agradezco asimismo a los informantes clave que han colaborado en el avance de este trabajo.

El tiempo dedicado a estas tareas es necesariamente tiempo extraído a otras actividades e indefectiblemente a otras personas. Así, quisiera mencionar a quienes -de una manera u otra- han ayudado a que esto sea posible. A mis abuelos y sus bibliotecas, a mi tío y su editorial. A mis padres y mi hermano. Dentro y fuera de los ámbitos académicos, a Lujancita (Menazzi). Finalmente, a mis orgullos: el longevo -y no humano- Simón y el pequeño Manucho, mi sol.



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