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1 Introducción

En el discurso pedagógico y psicopedagógico actual es difícil ganar una mínima claridad acerca de qué significa entender –y, por extensión, también aprender[1]–, toda vez que se «sobre-entiende» que eso no es más que «construir» conocimiento, lo cual conduce a que la cuestión de fondo acabe declinando en discursos más o menos operativos pero escasos de fertilidad profunda, sencillamente porque no se entiende en profundidad qué es eso de entender.

Me parece que quienes aspiran a ejercer el magisterio no están precisamente escasos con la inmensa provisión de protocolos de actuación que actualmente vierten en sus mentes las escuelas de educación, y sin embargo apenas tienen oportunidad seria de afrontar cuestiones de auténtico relieve y alcance, como esta. En su momento estarán en condiciones de diseñar y ejecutar los protocolos necesarios, pero solo si han podido aclararse suficientemente sobre qué es aprender, conocer, entender, abstraer, profundizar –en definitiva, no quedarse solo en la periferia–, que son las cuestiones que hoy urge abordar.

El problema es que en la formación de maestros estas cuestiones suelen obviarse, bien porque se da por obvio, o bien porque se excluye «metodológicamente» lo esencial, que es entender qué significa entender.

Sobre la base de la gnoseología aristotélica quisiera proponer aquí, no de forma exhaustiva, algunos elementos que ayuden a apreciar la magnitud de la cuestión y, en consecuencia, a percibir la fibra profunda de la formación intelectual, que me parece es la principal preocupación que ha de mover a quienes trabajan en el entorno escolar (Barrio, 2018). Esta tarea me obliga a confrontarme críticamente, por un lado con el postulado fundamental del «constructivismo», y por otro –aunque muy en relación con este– con la tesis central del «representacionismo».

En algunos trabajos anteriores he expuesto la justificación de mi crítica al constructivismo pedagógico (Barrio, 2000, 2011, 2012a, 2012b), mostrando su insuficiente base gnoseológica. Aquí recojo masivamente los elementos principales de esa crítica, y me centraré más en mostrar la debilidad teórica del representacionismo, así como su ineptitud para dar cuenta de lo más neurálgico del entendimiento conceptual.


  1. Para un ser inteligente el principal aprendizaje es intelectual y, además, todo conocimiento es aprendido. No hay nada parecido a recursos intelectuales innatos.


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