Si en el año 1999, cuando recién recibido comenzaba a investigar –gracias a una beca de la Universidad Nacional de La Plata (todavía hoy mi casa académica)– acerca del movimiento antifascista argentino, alguien me hubiera predicho que, alrededor de una década y media después, mis intereses historiográficos se situarían sistemática y largamente en la indagación del scoutismo nacional, mi cara hubiera alternado, a no dudar, entre los tonos gestuales que van de la ofendida estupefacción al descrédito desdeñoso.
Encaramado, en ese momento, sobre la cima de una autorreconocida ubicación confortable en terrenos que –por mi novel ignorancia– juzgaba como campos estrictamente delimitados de la “historia política” (veterana subdisciplina que había decidido habitar con seguros aires catastrales), yo le hubiera preguntado a mi interlocutor:
–¿Qué tienen que ver los scouts con el antifascismo y la “Unión Democrática”?
Sin embargo, concluida una vez dicha trayectoria, que este texto comenzará a exponer de forma cristalizada, y visto el proceso en retrospectiva, la validez del recorrido realizado me resulta comprensible y en cierto modo inevitable, en tanto fueron las propias fuentes históricas las que –motorizando mis inquietudes crecientes– me fueron “llevando” por ese camino y me permitieron ir desconfiando de las rigideces conceptuales circulantes y de las relevancias preestablecidas en torno de los objetos y sujetos a indagar. Al ver la forma menos dogmática con que se anudaban estrechamente las prácticas de sociabilidad con las políticas –incluso en grupos con una estridente posición ideológica como “los antifascistas”–, las fronteras estrictas entre dichas esferas de acción se me aparecieron cada vez más desvanecidas y difuminadas, derivando hacia horizontes amplificados la pregunta acerca de las múltiples formas de interacción humana.
Llegué al scoutismo desde el antifascismo, entonces, manteniendo la lupa sobre un período similar (más o menos fluctuante en la primera mitad del siglo veinte) porque precisamente los actores históricos me fueron “acompañando” en esa decisión, al demostrarme –con la problemática pero inspiradora mediación de las fuentes que me permitían vislumbrar tanto sus prácticas efectivas como su variopinta discursividad– que ellos estaban colocados en instancias vitales que construían sentidos constantemente interrelacionados.
Así, calibrando con mayor precisión en la cotidianeidad de las personas iluminadas por los “gastados papeles”, y cada vez con menos sorpresa inicial, pude entender que –a pesar de los “universos” que en principio los separaban– los scouts más “grandecitos” y los antifascistas más jóvenes pudieran hacer exactamente lo mismo, por ejemplo, cuando tenían que “matar el tiempo” en los viajes colectivos en tren que utilizaban para ejercer su práctica: hacerse burlas entre ellos, reírse de las inclemencias de la travesía y escribir poemas satíricos acerca de la experiencia que habían vivido.
En efecto, si los jóvenes de “Acción Argentina” no dudaban –en medio de los sonoros alegatos antihitlerianos– en poner, en sus poemas de viaje, el acento en burlarse –nada menos– que del secretario de las Juventudes socialistas (“dice sus frases galanas, cuando no dice macanas, Dardo Cúneo al perorar”[1]); por otro lado, sólo tres años después, los scouts (sin pensar que por ello los valores de educación moral del movimiento quedaran expuestos a algún peligro) no trepidaban en cantar una composición propia –y luego publicada en la revista oficial– titulada “De Tucumán a Buenos Aires”, pensada para ser entonada –según se indicaba– con la “música de Lamento Borincano”[2]. En ella se daba cuenta de las inclemencias sufridas por los “muchachos” en Santiago del Estero, una de las paradas de rigor realizadas durante el mencionado viaje:
[…] y en Santiago, el tren va a parar. Y todos se bajan a comprar una sandía, pollo hervido y café a diez el jarro que ocurre que al tomarlo parece barro y al comer el pollo empieza a volar. En Santiago del Estero se ha tragado tierra en gran cantidad, ay, en gran cantidad. Todos nuestros compañeros por la tierra negros se quieren lavar, ay, se quieren lavar. Pero hay una gran dificultad y es que en el tren agua no hay, sí… Y tristes van todos los scouts al presentir que en esa forma van a entrar a Buenos Aires[3].
Así, ni menos “ciertas”, ni menos “representativas” que otras fuentes que por su voluntad de emisión se presentan desde la “oficialidad” o la “seriedad” como puntales de discursividad legitimada del movimiento, tipos de fuentes como la citada, revelan cada una, en su luminosidad particular, un sentido puntual para construir la historiografía –como veremos, todavía bastante oscurecida– del scoutismo nacional, a partir de la puesta en diálogo polifónico de voces y prácticas que nos permitan entender el fenómeno indagado, en toda su complejidad.
Pero para “llegar a ello”, resultaba inevitable, previamente, ante las amplias lagunas y hiatos existentes en la historia del movimiento, emprender –junto con la valoración de la relevancia que a nuestros ojos tiene un acercamiento a dicho objeto– la reconstrucción del marco cronológico en el cual hacer jugar las multiplicidades temáticas inscriptas dentro del mismo. De esta manera, este primer tomo –sin dejar de anticipar los temas de mayor recurrencia que transitó el scoutismo, que serán más minuciosamente tratados en el segundo tomo sucesor y final– se concentrará en el relevo de la complejísima y dinámica vida institucional a través de los años que van desde su “prehistoria” y su fundación –en el hogar de Francisco Moreno– en las dos primeras décadas del siglo pasado, hasta la etapa de primera consolidación que marca el fin de la gestión de Laureano Baudizzone, en simultaneidad con el fin de la Segunda Guerra Mundial y el surgimiento del fenómeno peronista.
Para realizar dicha tarea no sólo nos hemos visto acompañados de las ya mencionadas fuentes escritas y gráficas, mediante las cuales hemos podido –como decía Quevedo– “escuchar con los ojos” lo que el pasado scout tiene para decirnos. Sin la necesaria interacción con otros seres “de carne y hueso” que nos han permitido, por diferentes vías, acceder a esas fuentes y poder interpelarlas no sólo desde la mirada académica, sino también desde la lógica interna del movimiento y aplicando el lenguaje en el cual se sustentaban y que sirvió para perfilar –con sus notables variaciones y dinámicas– la identidad de la práctica, nos hubiera sido muy difícil acertar con las preguntas que esas fuentes estaban dispuestas a brindarnos luego de ser leídas y analizadas.
La historia del scoutismo argentino de entreguerras que aquí proponemos –centrada en el devenir de su asociación fundacional– se compone, como dijimos, de dos tomos (de los cuales el presente libro es el primero). Dicha historia hubiera sido imposible de realizar, como señalamos, sin el concurso inestimable de varias personas a las cuales les estamos profundamente reconocidos.
De todas las deudas de agradecimiento, la mayor es con Marcelo Di Marco, el Coordinador de Patrimonio Histórico y Cultural de la actual “Scouts de Argentina Asociación Civil” (SAAC), heredera de los archivos, tanto de la inicial “Asociación de Boy Scouts Argentinos” (ABSA) como de la “Unión de Scouts Católicos Argentinos” (USCA), que se encuentran disponibles en el reservorio que conserva el “Museo Scout Nacional de Argentina” (MSNA) en la “Casa Scout” de la calle Libertad al 1282 de la Ciudad de Buenos Aires. Sin la generosidad de Marcelo para permitirme ayudar y comprometerme “de lleno” en el proceso –todavía hoy en marcha– de identificación y catalogación de ese precioso material de archivo inconsulto, luego de la decisión de reapertura y visibilización de las decenas de “cajas” que habían permanecido durante mucho tiempo literalmente tabicadas para su observación, este libro –tal como se presenta en su extensión y detalle– no hubiera existido. A la mencionada generosidad, debo agradecer además, la de compartir todo su conocimiento y sus reflexiones sobre la historia y la identidad scout en los interesantísimos diálogos que hemos tenido a lo largo de las jornadas de trabajo, desarrolladas especialmente los miércoles a la tardecita.
Es que las “Carpetas” del MSNA, conteniendo los más variados legajos producidos tanto por las sucesivas direcciones centrales como por las diversas compañías a lo largo del país, constituyen junto con las Actas y Memorias ejecutivas y directoriales y los ejemplares de los periódicos oficiales de la asociación, el esqueleto completo donde se estructuró la interpretación que –con ayuda de variadas fuentes supletorias externas– hemos llevado a cabo. Más allá de los faltantes que supone el producto de las mudanzas internas y externas y las vicisitudes humanas y materiales de más de un siglo de historia de constante circulación, la potencia de ese archivo institucional –todavía en proceso de catalogación– me sigue sorprendiendo y pareciendo admirable.
Debemos agradecer también, los correspondientes permisos para reproducir dentro de estas páginas (incluyendo la presente tapa) y de las que comprenderán el segundo tomo, algunas de las fotos con que cuenta el mencionado reservorio documental y que dan pinceladas vitales sobre la frialdad de la letra impresa. Como adelantamos, nada de esto hubiese sido posible, por otro lado, sin la pertinente autorización de las autoridades, siempre interesadas en la evolución de mi trabajo: la Jefa Scout Marina Rustán y el Director Ejecutivo Lucas Piangatelli, quienes –entre otros gestos– gentilmente me invitaron y organizaron –junto a Marcelo– la charla que antecedió a un acto de reconocimiento a las mujeres scouts y que dimos, junto a la profesora Carolina Corfield, el día 13 de marzo de 2020. A la mencionada Carolina, y a la museóloga Alfonsina Iacullo, tengo que agradecerles, además, por acercarme la mayoría de las riquísimas fuentes sobre scoutismo en Junín que se mencionarán a lo largo de los dos tomos.
Pero retomando la importancia del trabajo de búsqueda e identificación de las mencionadas fuentes existentes en el MSNA, debo señalar que la ayuda de todo el equipo de voluntarios del mencionado Museo fue también invalorable. Agradezco muy especialmente a Yolanda Perrone, de envidiable constante buen humor y voluntad “todo terreno”, y a Cecilia Di Santo, ejemplo vivo de “Siempre lista” para colaborar con la búsqueda y digitalización. También a Gabriel Monzón, Nadia Gutiérrez y Aaron López, compañeros del primer tramo de la catalogación, con los que evitamos más de un posible “derrumbe” de cajas apiladas durante el proceso de identificación de las mismas. Junto a todos ellos, la tarea del archivo me deparó, también, el regalo de la amistad.
Párrafo aparte merece mi gratitud a uno de los asesores históricos del Museo, el Profesor Alejandro Nápoli –una verdadera eminencia scout en cuanto a conocimiento de historias del movimiento y del coleccionismo en dicho campo. Alejandro, en su interminable generosidad, resultó vital en la posibilidad de acceder a verdaderas “figuritas difíciles” y ejemplares de periódicos oficiales (de ABSA y de USCA) que no se encontraban en el Museo, que formaban parte de su propio archivo personal o de otros coleccionistas amigos, y que me prestó gentilmente para poder digitalizar y utilizar dichas fuentes. Sus recuerdos de algunas de las personalidades scouts que aparecen mencionadas en este libro, y con las que trató personalmente, también resultaron muy fructíferos a esta investigación.
En la misma sintonía que Alejandro, debo resaltar y agradecer enfáticamente la generosidad y amabilidad de Norberto Argüello, especialista de la historia del scoutismo naval, quien me brindó hospitalidad en su casa de Punta Alta y me regaló –junto con otros materiales de su autoría– la edición facsimilar del Teru-Tero, periódico scout de la Agrupación “Almirante Brown” de Puerto Belgrano, fuente decisiva –además de por la riqueza de la mirada regional– por la posibilidad que nos permitió de reconocer, a través de sus páginas, muchos de los hechos históricos ocurridos en la institución durante algunos de los años en los que no existía un órgano de prensa nacional. Resulta fácil definir las virtudes arquetípicas del scoutismo, al pensar en Norberto, un verdadero cultor del “Código de Honor” en los más “pequeños grandes” detalles (como el de conducirme junto a su esposa, desde su casa hasta la ciudad de Bahía Blanca, el mismo día en que me conoció).
Aunque sin habernos visto personalmente, lo mismo podría decir de Lucas Suvire, otro especializado coleccionista scout, quien a partir de contactarme por su inquietud sobre el movimiento sanjuanino, me acercó memorias institucionales impresas y otros documentos de la asociación por vía digital, de manera abiertamente desinteresada.
Otro grupo de personas especialmente generosas, también, ha sido el conformado en San Luis, en torno de la reivindicación histórica de la figura de Juan W. Gez, un participante constante del directorio scout en esos años de entreguerras. A sus miembros, va mi agradecimiento.
En el transcurso de estas búsquedas y contactos, entonces, pudimos, entre otras cosas, tener a disposición de forma casi completa todos los ejemplares correspondientes a El Scout Argentino en sus tres etapas de entreguerras (1913-1914; 1925-1930 y 1937-1945) gracias a la combinación del relevamiento de las mencionadas existencias en MSNA, los ejemplares alcanzados por Alejandro Nápoli y Lucas Suvire, los números que pudimos consultar en la Biblioteca “Bernardino Rivadavia” de la ciudad de Bahía Blanca y aquellos que pertenecieron al General Pablo M. Riccheri en el Fondo que lleva su nombre (riquísimo reservorio de documentos) disponible en el Archivo del Museo Histórico Provincial “Julio Marc” de la ciudad de Rosario. En estos dos últimos casos, también agradecemos la excelente atención y predisposición recibida tanto por parte de sus autoridades y el personal especializado, como los comentarios que nos hiciera previamente, sobre el fondo rosarino mencionado, la Dra. Natalia Farroni.
Otro reservorio particularmente acogedor a nuestra investigación (que tuvimos la oportunidad de visitar con parte del equipo de Patrimonio Histórico de la SAAC) y a cuyas autoridades también debemos agradecer –además de por las riquísimas fuentes allí consultadas– por el permiso en publicar una impagable reproducción gráfica que figura en sus existencias (la caricatura de un Francisco Moreno que personificado de niñera lleva de la mano a un Theodoro Roosevelt retratado como un “bebé”), es el Museo “Francisco P. Moreno” de San Carlos de Bariloche, dependiente de la Administración de Parques Nacionales. El trato afable de sus responsables y la esmeradísima atención de su personal de archivo no puede más que destacarse y agradecerse.
De esta manera, como vemos, fuimos hilvanando un panorama que se enriquecería con el resto de los archivos que consultamos, en los que nuestras requisitorias fueron tratadas siempre con amabilidad y profesionalismo. En la bibliografía de ambos tomos se encontrarán las especificaciones técnicas que relacionan los reservorios (incluyendo los digitales) con el material consultado, pero quisiéramos adelantar aquí las bibliotecas, archivos y hemerotecas que hemos consultado presencialmente en relación con la temática y en donde hemos experimentado in situ “la atracción del archivo”. Ellos son: los archivos General de la Nación, General de la Provincia de Santa Fe, Histórico Provincial “Dr. Ricardo Levene” de la La Plata, Municipal de Junín, de la Asociación “Néstor Pío Meana” y Grupo Scout “Benito Meana” de la Ciudad de Buenos Aires, del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto, del Museo Histórico Provincial “Julio Marc” de Rosario y del Museo Scout Nacional de Argentina; las bibliotecas “Baldomero Fernández Moreno” de la Ciudad de Buenos Aires, “Bernardino Rivadavia” de Bahía Blanca, del Congreso Nacional, “Esteban Echeverría” de la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires, “Esteban Echeverría” de Roque Pérez, “Eva Perón” de la Legislatura bonaerense, “Profesor Guillermo Obiols” de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación platense, “Max von Buch” de la Universidad de San Andrés –agradeciendo especialmente a Natalia Westberg, Popular “Francisco Romero Delgado” de la UPAK (La Plata), Pública de la UNLP; y el Centro de Documentación e Investigación de la Cultura de Izquierdas en la Argentina. Finalmente, debo agradecer al personal de la Hemeroteca de la Biblioteca Municipal de Pergamino “Joaquín Menéndez” –con el que me comuniqué gracias al comentario de la doctoranda Marina Pereyra– quienes durante la imposibilidad de atender público en el lugar, tuvieron la predisposición para realizar una búsqueda digital del material existente en la prensa local, a partir de las fechas de actividades de la Compañía “Lamadrid” de esa ciudad, que yo pude ir reconstruyéndoles a partir de las menciones en la prensa scout.
Más allá de mis propios hallazgos en los mencionados reservorios debo reconocer a los investigadores que –al enterarse de mis intereses– se ofrecieron a compartir desinteresadamente algunas fuentes recabadas para su propia investigación (o encontradas durante esa actividad) y que me mencionaron documentos, enviándome copias digitales de los mismos al identificarlos relevantes para la historia del scoutismo. En este primer tomo debo agradecer los aportes de: Laura Amorebieta, Matías Bisso, María Paula Bontempo, Ayelén Fiebelkorn, Javier Guiamet, Nicolás Moretti, Pablo Petraglia y Emiliano Sánchez. Una nota de reconocimiento aparte merece la colega María Élida Blasco, con quien además de intercambiar información, sostuvimos muy productivas charlas en el marco de una ponencia realizada en común, que se citará oportunamente en el desarrollo de este texto.
Por otro lado, recordando el impulso de los años iniciales de investigación en la temática, podemos mencionar especialmente, la posibilidad de participación en las Jornadas de Métodos Educativos scouts en el barrio de Barracas, donde fuimos invitados a disertar junto a Pablo Scharagrodsky (generosísimo colega), gracias al intermedio del profesor Nicolás Viñes, y donde obtendríamos la primera invitación –agradecemos por ello a Wenceslao Morel, orgulloso scout de la “Galo de Lavalle”– para visitar el MSNA, en donde comenzaríamos a indagar –algo intermitentemente– el material en ese entonces disponible, consistente sobre todo en las Actas y los números del periódico oficial, que luego –junto al hallazgo posterior de cientos de documentos de la época en las “Carpetas” ya mencionadas– se nos demostraría central en la investigación.
Desde esos inicios, a la consolidación definitiva de este trabajo de investigación, nos fue dado –casi– revivir los sentimientos de las ya entonces algo lejanas épocas de realización de la tesis doctoral sobre la agrupación “Acción Argentina”, en las que las incertidumbres y la aparente expansión indefinida del tema investigado nos mantenían activamente “en vilo” durante todo el período de ejecución de la tarea, pendulando entre las razonables inclinaciones a intentar cerrar el relato y las tentadoras peregrinaciones sobre una nueva veta que la historia del objeto de estudio nos podía ofrecer.
Como en los raids pedestres, llegamos exhaustos pero felices de haber concluido la caminata. Esperamos que la meta provisoria pueda entenderse como el resultado de una exploración consecuente y acabada, pero iniciática, de un tema cuya riqueza está aguardando nuevas voces que lo interpelen y lo sigan desarrollando.