Cadenas migratorias y vínculos entre travestis/trans sudamericanas
A la persona trans se la representa como una suerte de exiliado que ha dejado atrás el género que le fue asignado en el nacimiento (como quien abandona su nación) y busca ahora ser reconocido como ciudadano potencial de otro género. El estatuto de la persona trans es en términos político-legales semejante al del migrante, al del exiliado y al del refugiado. Todos ellos se encuentran en un proceso temporal de suspensión de su condición política.
(Preciado, 2019, p. 214-215)
4.1. Introducción
Este capítulo describe la fase posterior al contexto de la transición de las sociedades emisoras y los motivos de la migración hacia el AMBA. Los primeros pasos de los proyectos migratorios de las travestis/trans sudamericanas consisten en planificar los preparativos necesarios para poder consumar el desplazamiento. Para efectuar la migración, es necesario llevar a cabo un conjunto de procedimientos y contar con cadenas migratorias que funcionen como nexos entre las sociedades emisoras y las sociedades receptoras. La instancia descripta aquí reconstruye ese momento intermedio y fundamental para efectuar la migración al AMBA.
Si bien en la introducción se señaló que los proyectos migratorios atraviesan tres tiempos que pueden diferenciarse, en el capítulo anterior, al caracterizar las estrategias de reproducción social, se adelantó un aspecto que sucede luego de que las entrevistadas lleguen al AMBA, puesto que se relaciona de manera directa con los motivos de la migración. Sin embargo, en el desarrollo de este capítulo, es necesario reconstruir una etapa previa que sucede antes de arribar al AMBA, como así también las cadenas y redes necesarias para consumar la migración. Ambos factores son esenciales a la hora de describir los proyectos migratorios de las travestis/trans sudamericanas. Por eso, el capítulo contendrá algunos aspectos vinculados con el primer tiempo migratorio y otros con el segundo, debido a que se avanzará en algunos elementos que son posteriores a la llegada a nuestro territorio.
Primero, se describen algunas trayectorias de migración interna que anteceden a los proyectos migratorios que se gestan al interior del AMBA. En este caso, se trata de desplazamientos que se realizan dentro de los países de origen y que consisten en alejarse de las familias de origen para realizar las primeras experiencias como migrantes y disidentes de las normas del género y de la sexualidad. Segundo, se describen otras trayectorias porque algunas entrevistadas han migrado por diferentes países de la región; por lo tanto, a diferencia de los primeros, los tránsitos son externos y regionales.
Luego se describen las dificultades que supone el ingreso al AMBA debido a los controles que ejercen las autoridades destinadas a la inspección de los ingresos y las tácticas desplegadas por las entrevistadas para eludirlos. También se caracterizan las principales cadenas migratorias que contemplan una multiplicidad de actores, a saber: familiares, amistades, organizaciones políticas, maridos y madrinas. En efecto, se describe el papel de las madrinas, ya que representa un actor social clave en la gestación de los proyectos migratorios del universo de estudio porque, mediante su proceder, se promueve la asimilación social en la sociedad receptora. Para avanzar en el análisis, se abordan las primeras instancias del segundo tiempo migratorio mediante la descripción de los vínculos entre las travestis/trans en el contexto del ejercicio de la prostitución/trabajo sexual, aunque no de manera exclusiva.
Si bien los interrogantes de la investigación se mencionaron en la metodología, cabe recordar que este capítulo se orienta a responder cómo se inicia la migración, cuáles son las principales cadenas migratorias, qué papel desempeñan las madrinas en los proyectos migratorios, que significados adquiere la llegada al territorio y cómo se constituyen los vínculos entre las travestis/trans sudamericanas y nativas.
4.2. Inicios de la migración
Los inicios de la migración refieren al proceso mediante el cual las migrantes travestis/trans sudamericanas se desplazan para comenzar a vivir sus identidades de género alejadas de las familias de origen y de sus entornos. El capítulo anterior ahondó en el contexto de la transición y dejó asentado que las situaciones de violencia y de discriminación son frecuentes. Las familias de origen, los entornos y las fuerzas de seguridad suelen ser los principales actores discriminadores que contribuyen a que esta población migre con el fin de encontrar escenarios menos hostiles. Las primeras experiencias consisten en el traslado a ciudades cercanas al interior de los países de origen o el desplazamiento hacia otros países de la región. Por lo general, estas experiencias poseen una duración variable y los proyectos migratorios tienen la particularidad de terminar consolidándose en el AMBA.
La categoría construida para este apartado es inicios de la migración y las subcategorías son migración interna y migración en tránsito regional. Para migración interna, la propiedad es desplazamientos por ciudades al interior de los países de origen y para migración en tránsito regional, desplazamientos por países de la región sudamericana. La principal dimensión observada se vincula al tiempo de permanencia en esos contextos, lo que posee una variabilidad significativa, por lo que puede ser escasa, moderada y perdurable. De todas maneras, es probable que haya otras dimensiones involucradas que hacen a los tipos de experiencias que constituyen.
Tabla n.° 5: Categoría inicios de la migración según subcategorías, propiedades y dimensiones
Categorías | Subcategorías | Propiedades | Dimensiones |
Inicios de la migración | Migración interna | Desplazamientos por ciudades al interior de los países de origen | Escasa Moderada Perdurable |
Migración en tránsito regional | Desplazamientos por países de la región centroamericana/ sudamericana |
Fuente: elaboración propia.
A continuación, se desarrollan dos apartados en los que se describe la génesis del proceso migratorio prestando atención a la categoría construida, de acuerdo con sus propiedades y dimensiones.
4.2.1. La migración interna
En algunos casos, las migrantes travestis/trans sudamericanas expresan socialmente sus identidades de género en sus entornos de origen; en otros, solo lo hacen una vez que han comenzado a migrar, ya sea de modo interno o externo. De esta manera, el migrar internamente supone atravesar las primeras instancias del tránsito geográfico e identitario en el que pueden experimentar las primeras actuaciones de género con mayor libertad. Durante este proceso, vivencian el distanciamiento de sus familias de origen, el ejercicio de la prostitución/trabajo sexual, el establecimiento de vínculos con pares y la incipiente transformación corporal. Goffman (2015 [1963]), sin referirse a las travestis/trans de manera específica, afirma que la prostitución y la homosexualidad representan características que configuran al sujeto de manera desacreditada. Es que tales atributos son difíciles de sortear en la medida en que no pueden ocultarse y, de manera frecuente, son objeto de observación y estigmatización.
De esta manera, las travestis/trans sudamericanas, durante el día, enmascaran la expresión de sus identidades de género ante la observación de sus familias, amistades y vecinos. Durante la noche, en cambio, es donde pueden expresarse en determinadas reuniones que configuran sociabilidades en las que se establecen secretos y complicidades. Ese enmascaramiento se hace efectivo en los montajes nocturnos que performan la identidad de género travesti/trans expresándola de una manera que desestabiliza la hetero-cis-normatividad impuesta por las sociedades de origen. En definitiva, lo que buscan es “… experimentar de manera ‘clandestina’ el género femenino” (Álvarez Broz, 2019b: 49).
Ante esta situación, una de las posibilidades que evalúan y efectúan, en algunos casos, es la migración interna. Esos desplazamientos internos, poco explorados por la literatura académica (Lewis, 2012; García Díaz, 2016; Pérez y Ordaz, 2017), se abordan a continuación mediante los relatos de algunas entrevistadas.
Yo comencé a hacer mi vida sola viviendo donde vivía. Recorrí muchos lugares, muchas ciudades de Perú (Marta, peruana, 28 años).
Además de esta breve descripción, la entrevistada, en reuniones dictadas en una agrupación en la que se realizó trabajo etnográfico, relató que el recorrer distintas ciudades de Perú reflejaba la situación de inestabilidad de su trayectoria biográfica. La intolerancia de su familia de origen, de vecinos y compañeros de escuela configuraban un entorno que provocaba los múltiples desplazamientos. En estas experiencias atravesaba de manera incipiente el proceso de devenir travesti/trans mediante una tensión entre el distanciamiento y la aproximación a su familia que ilustraba las dificultades para consumar la migración de manera definitiva. Otra entrevistada, contactada en la misma organización, relataba lo siguiente:
Cómo decir, recorría y empezaba a hacer un emprendimiento de trabajo, sin dejar los estudios y después me radiqué en Truquillo. Ahí sí me quedé muchos años de mi vida terminando la carrera y después ejerciendo el trabajo de farmacia. Ahí sí me quedé y ahí fue donde tuve la pareja, y después, cuando esta pareja, por la confianza que le brindé, me despachó de mis bienes, no pagó nada, hizo préstamos bancarios constantemente. Me dejó endeudada por todos lados. Era como un garrón. Fue un vividor. Esperó el momento preciso para… justo yo tuve… mi padre sufrió un accidente. Entonces, yo justo viajé a mi pueblo (Sandra, peruana, 43 años).
Más allá de la descripción que la entrevistada realizó de su expareja, a quién definió como garrón —código in vivo que describe a los varones que se vinculan con las travestis/trans para beneficiarse económicamente—, la migrante relató que comenzó a radicarse en una ciudad alejada de donde vivía y luego retornó a su lugar natal como consecuencia de que su padre había enfermado. De esta manera, conformó un retorno temporal al interior de su país que luego motivó otros desplazamientos hasta consumar la migración hacia el AMBA. Según Lewis (2012), los desplazamientos internos son consecuencia de la hostilidad y de la intención de encontrar mejores condiciones de vida que se materializa en motivos “… laborales, de salud sexual, de superación personal y/o a causa de la violencia institucional” (Lewis, 2012: 231). Dado que las actitudes de las familias de origen son en su mayoría de rechazo e inaceptación, Roxana afirma:
—Con mi familia es complicado… Yo a los doce le dije a mi mamá que era gay; a los catorce le dije que transicionaría y ella me dijo que no quería tener un hijo travesti, y yo simplemente quería ser feliz. Y me fui de mi casa a los catorce años.
—¿Y ahí a dónde fuiste?
—A la casa de una tía. Cuando terminé el colegió ya me fui a otra ciudad. Empecé la universidad y me fui a vivir sola (Roxana, colombiana, 20 años).
Las travestis/trans sudamericanas abandonan contextos hostiles para migrar a las grandes ciudades en donde el ser desconocidas y el estar alejadas de sus familias de origen les permite articular las experiencias migratorias con la expresión social de sus identidades de género. En algunos antecedentes de esta investigación, esto quedaba asociado a la búsqueda de mercados sexuales más prósperos. Por eso, Kulick (1998), por ejemplo, afirma que las travestis/trans de la ciudad de El Salvador en Brasil migran hacia ciudades como San Pablo debido a que la prostitución/trabajo sexual, desde el punto de vista económico, es más redituable.
De esta manera y estableciendo la multicausalidad de los proyectos migratorios, el desplazamiento interno puede implicar ejercer la prostitución/trabajo sexual en condiciones más favorables, conseguir un trabajo formal, estudiar o, incluso, experimentar procesos identitarios y de orientación sexual ajenos a la norma. Según García Díaz (2016), para las travestis/trans, el tránsito identitario y geográfico representan procesos que se influyen mutuamente y que se experimentan en estos desplazamientos.[1] Además, la autora entiende que el desplazamiento interno permite aventurarse, luego, a realizar procesos migratorios externos, en principio, regionales. La migración interna representa un ensayo, un momento necesario en algunos proyectos migratorios, que conjuga la necesidad de alejarse de las familias de origen, pero también las dificultades que implica independizarse y enfrentar experiencias de discriminación que difieren de las que suceden en las sociedades emisoras, aunque no por ello menos traumáticas. En este preludio migratorio se juegan las primeras experiencias de transgresión de las normas de género y sexuales, con la posibilidad de regresar a sus contextos con relativa facilidad, debido a la cercanía geográfica.
Por otra parte, y con el fin de comprender el significado de estos desplazamientos internos, Berkins (2006: 225) establece que “… el anonimato de la gran ciudad que les permite fortalecer su subjetividad y otros vínculos sociales que las reconozcan y también un mercado de prostitución más próspero que el del pueblo o la ciudad de crianza”. Aunque los aportes de la autora resultan significativos, cabe interrogarse si las travestis/trans pueden alcanzar el anonimato en las ciudades. Según Meccia et al. (2003), las personas travestis/trans, al presentar su subjetividad en la vida cotidiana, son portadoras de atributos inscriptos en el cuerpo que se constituyen como estigmas desacreditadores para las sociedades receptoras. La ciudad anonimiza, pero el cuerpo no. Las marcas de la diferencia se inscriben en el cuerpo; resultan insoslayables y delatan la transgresión (Boy, 2017). De todas maneras, es probable que, aunque el cuerpo no pueda anonimizarse, algunos aspectos de la subjetividad pasen desapercibidos debido a que en las grandes urbes son personas desconocidas. Las “desconocidas” pueden ubicarse en un espacio social que habilita prácticas que en las sociedades emisoras resultarían imposibles de realizar.
Es pertinente comenzar a describir las experiencias regionales que envisten situaciones de transitoriedad migratoria. La autora García Díaz (2016) sostiene que, en algunas oportunidades, la migración interna permite establecer las conexiones necesarias para migrar hacia países de la región sudamericana.[2] A continuación, se profundiza en el análisis de esta categoría mediante la descripción de los tránsitos regionales.
4.2.2. Migración en tránsito: el desplazamiento regional
La migración en tránsito involucra a “aquellas personas que para llegar a su destino final atraviesan terceros países” (Gallegos y Velasco, 2009: 95). Entonces, migración en tránsito para este escrito hace referencia a dos aspectos: la migración de las travestis/tras sudamericanas por distintos países del continente hasta llegar al AMBA y los tránsitos hacia Europa, o bien aquellas que poseen expectativas de continuar el proyecto migratorio en ese continente luego de migrar al AMBA. A su vez, las travestis/trans que se desplazaron de manera regional atravesaron distintos países de Sudamérica antes de llegar a nuestro contexto, mientras que aquellas que migraron a Europa lo hicieron luego de su tránsito por el AMBA. No se desconoce que puedan existir excepciones que alteren estos tránsitos, aunque, por regla general, la migración se presenta bajo esas modalidades. En este capítulo se describen los tránsitos regionales en la etapa anterior a la llegada al AMBA, debido a que se ubican en el primer tiempo migratorio.
Catalina, una migrante travesti/trans ecuatoriana, relató, durante la entrevista realizada, su recorrido por distintos países de Sudamérica y Centroamérica, a saber: Colombia, Puerto Rico, Honduras, Venezuela, Perú y Chile. De esta manera, con el fin de profundizar los motivos del tránsito, manifestó que no podía consolidar su estadía en ningún ámbito debido a la discriminación que padecía como consecuencia de expresar su identidad de género. En este proceso fue madurando la idea de migrar hacia el AMBA, luego de su paso por Chile y teniendo en cuenta las cadenas migratorias de las que disponía. Su trayectoria biográfica se encuentra ligada a la construcción de un proyecto migratorio arduo en el que tuvo que circular por diversos entornos en los que experimentaba distintos padecimientos, entre ellos, violencia y discriminaciones. En esos contextos desarrolló distintas estrategias de supervivencia. La venta de estupefacientes y el ejercicio de la prostitución/trabajo sexual fueron las principales. La migrante tenía escasas informaciones sobre estos entornos y decidió probar suerte conociendo diversos países con el fin de lograr consolidar un proyecto de vida. En concreto, desplegó una estrategia de búsqueda de ambientes de menor hostilidad que se modificó conforme conocía otros contextos.
Luego de haber vivido unos meses en Chile, mencionó que poseía amistades, a las que también denominó madrinas, que se encontraban en el AMBA y le brindaron algunas informaciones sobre las características de la sociedad receptora. Además, le proporcionaron los nexos para acceder a la vivienda, en una pensión del barrio de Constitución, en donde también ejerció la prostitución/trabajo sexual en espacios controlados por ellas. Las madrinas eran migrantes peruanas que habían consolidado sus proyectos migratorios en el país y le sustraían recursos económicos que provenían del ejercicio de la prostitución/trabajo sexual, entre otras cuestiones que se profundizarán en su correspondiente apartado.
De igual manera, otras entrevistadas relataron que habían estado en otros países de la región antes de llegar al AMBA. Sus experiencias habían consistido en transitar por Brasil, en un caso, y por Chile, en el otro. Ambas concluían en que habían sido experiencias en las que comenzaron a transitar otras posibilidades diferentes a las de las sociedades emisoras, como, por ejemplo, usar hormonas bajo recomendación de amistades o realizar intervenciones quirúrgicas con el fin de readecuar la imagen corporal a la identidad de género autopercibida. No obstante, afirmaron que no se trataban de espacios de menor hostilidad en comparación con el AMBA. En líneas generales, ellas comenzaron el distanciamiento de sus familias de origen en contextos diferentes al AMBA, pero, a diferencia de las trayectorias de desplazamientos internos, se trasladaron de manera externa, es decir, hacia otros países dentro del continente americano. Estos tránsitos no implicaron una instancia intermedia entre el destino expulsor y la sociedad receptora (González, 2018). Se trató de momentos en los que se gestaron procesos de transformación identitaria y se constituyeron las primeras experiencias de distanciamiento, lo que las liberó de la presión familiar y de una identidad de género no acorde con sus expectativas.
Cabe destacar que, en algunas entrevistadas, la migración interna o en tránsito no estuvo presente y migraron de manera directa hacia el AMBA, debido a que contaban con cadenas migratorias sólidas. Más allá de estas particularidades, a continuación, se abordan algunas características de lo que supone efectuar la migración hacia el AMBA, es decir, las dificultades que involucran el control de los permisos de ingreso regulados por la Dirección Nacional de Migraciones en un contexto de endurecimiento de la política migratoria.
4.3. Control fronterizo geográfico y corporal: las dificultades para migrar al AMBA
El atravesar las fronteras geográficas que separan lo nacional de lo extranjero, para las travestis/trans sudamericanas, pude significar un desafío complejo en donde se observa la manera en que la condición migratoria y la identidad de género se articulan. Por lo general, las investigaciones que han abordado los proyectos migratorios de migrantes travestis/trans brasileñas, colombianas y ecuatorianas entienden que la llegada a Europa supone un reto importante debido a las políticas de control migratorio de ese continente. Por ejemplo, López Murcia (2015) determina que sus informantes (travestis/trans colombianas), al intentar ingresar a Italia, experimentaron las consecuencias del enfoque securitario anclado en legislaciones ligadas al control fronterizo de la Europa Occidental. Además, las prácticas de control pueden traducirse en la deportación y en la prohibición para circular por ese continente.
En el contexto nacional, si bien la legislación migratoria vigente supera estándares internacionales al reconocer la migración como un derecho humano, las modificaciones mencionadas en la introducción, mediante los DNU 68/2017 y 70/2017, han impactado en los últimos tres años, en algunas de sus características fundamentales. Según Domenech et al. (2016) y Domenech y Araujo (2017), a pesar de que, en las últimas dos décadas, Sudamérica tuvo una postura sobre las migraciones internacionales basada en la revalorización de los DD. HH. (derechos humanos), en los últimos cuatro años, en el país ha prevalecido una perspectiva de control y vigilancia de los flujos migratorios. De esta manera, los decretos que modifican la actual ley migratoria nacional llevados a cabo durante el Gobierno del espacio político Cambiemos reflejan un clima de época vinculado al mayor control de los flujos migratorios que impactan en las intenciones de acceder al territorio por parte del universo de estudio.
A las entrevistadas se las interrogó sobre aspectos puntuales de la llegada al AMBA, con el fin de conocer cómo había sido el viaje y qué estrategias habían empleado para contrarrestar los controles. De este modo, una de las entrevistadas, proveniente de Colombia, relataba una vivencia que le sucedió cuando, finalizado el viaje, intentaba consumar el desplazamiento.
Entonces es el miedo que tuve. Mirá, el día que vine acá, entré al aeropuerto por Migraciones y me paso algo que fue muy feo. Me hizo sentir muy incómoda. El canciller que estaba me pidió el pasaporte. Le di el pasaporte y él me dijo: “¿Cuánto tiempo va a durar? ¿Por qué ha venido?”. Yo le dije que de vacaciones. Entonces, me dijo: “¿Dónde estaba el boleto de regreso?”. Entonces le dije que ya de todas maneras aparece en sistema. Me dice: “No, pero eso tiene que traerlo impreso”. Yo le dije que en ningún estatuto está que yo tengo que tener eso impreso para mostrarle. Simplemente, en el sistema va a aparecer. Entonces me dijo: “Ah, pero vas a preguntar vos”. Entonces yo dije: “Yo te doy las respuestas”. Porque, la verdad, venía estresada de un viaje y que me saliera con una estupidez de esa. Que yo he viajado para acá de vacaciones, pero he viajado. Entonces me dijo: “No, espere aquí”. Y me mandó para una habitación que tenían y ahí estaban los demás. Me tuvieron retenida como una hora y yo cansada. Llegó un señor como que era jefe me dijo: “Bueno, ¿a qué viene?”. Yo dije que a pasar las vacaciones. “¿Qué tienes acá?”. Yo dije una hermana. “¿Tenés los datos de ella?” Sí, se los di, la llamaron. Sí, yo les dije que, de hecho, estaba afuera está esperándome (Daiana, colombiana, 26 años).
Daiana fue sometida a un interrogatorio que se orientó a poder determinar las razones de su viaje. A pesar de que había comprado un pasaje de ida y vuelta mediante lo que se conoce como el falso turista (Penchaszadeh, 2018) y como estrategia para poder demostrar que su intención no era quedarse en el país, en este caso, se observa que el paradigma de control del flujo migratorio no es un factor que se encuentre de manera exclusiva en Europa y en el norte de América; también ocurre en nuestro contexto. No obstante, la vivencia de la entrevistada no termina en el relato citado con anterioridad.
Fueron, la llamaron, le preguntaron y le pidieron el DNI a ella. Entonces vienen y me dicen: “¿Pero ustedes porque no tienen el mismo apellido?”. Yo dije: “A ver, necesariamente para ser hermanas no tenemos que tener el mismo apellido; somos hermanos de adopción, yo creo que esa ley es nacional y mundial”. Bueno, pero es que estás siendo como muy… como es que me dijo la palabra… lo relacionó como si hubiera sido muy grosera. Yo le dije: “Pero entiéndame que llevo horas viajando, estoy exhausta de estar aquí para aguantar las estupideces como la de ustedes”. Entonces se fue otra vez y ahí si me hizo pasar, me dijo: “Bueno, de todas maneras, discúlpame. Lo que pasa que las chicas como tú acá entran mucha droga”. Me dijo: “Las chicas lindas como tu entran mucha droga”. Y yo le dije: “Ah, okey, hubiéramos comenzado desde el principio por ahí y nos hubiéramos ahorrado mucho tiempo”. Todas no somos iguales, pero eso me hizo sentir incómoda y como que ahí me hayan juzgado por ser transexual y, cuando voy a pasar, me hicieron hacer la fila, por un lado, abrir las maletas sacar prácticamente los brasiers, todo. Menos mal que me toco una chica. Cuando vio las extensiones de cabello, me dijo: “Ah, ¿eres estilista?” Y yo dije que sí. “Ay, bueno, sabes, nos vamos a revisar otra maleta, pasa” (Daiana, colombiana, 26 años).
Las características del relato de la entrevistada dan cuenta de las complejidades que transitan las migrantes travestis/trans para lograr efectuar el desplazamiento. En concreto, la articulación entre la identidad de género y la condición migratoria[3] se presenta cuando la sociedad receptora, mediante sus instituciones, decide y delimita un adentro y un afuera excluyente. Por más que la migrante haya logrado comenzar a consolidar un proyecto migratorio en el país, queda claro que su presencia articula territorios geográficos y corporales que son construidos como si se tratara de una amenaza para la sociedad receptora que debe ser controlada (Domenech, 2011). La amenaza que asume la diferencia inscripta en la subjetividad migrante es controlada mediante exámenes que se presentan desde el momento en que las migrantes travestis/trans sudamericanas llegan al AMBA. Ellas son portadoras de características transgresoras que resultan provocadoras y equivocadas, representan y expresan:
[…] el pecado de los orígenes equivocados —el pecado original— puede rescatarse en cualquier momento y convertirse en un cargo contra los más conscientes y devotos de los ‘asimilados’. El examen de admisión nunca es un examen final; no puede aprobarse de forma definitiva (Bauman, 2003: 113).
Esos exámenes y esas pruebas a las que refiere el sociólogo polaco se presentan en otras instancias de los proyectos migratorios de las entrevistadas y entrecruzan normas jurídicas con aquellas que son de carácter social. En definitiva, las migrantes, en la sociedad receptora, son sometidas a diferentes pruebas y el control del ingreso al territorio es una de ellas.
Las sociedades receptoras se rigen de acuerdo con criterios de peligrosidad, sospecha y desviación (De Giorgie, 2005; González, 2017). Además, la asociación entre migración, delito y criminalidad suele ser una característica fundamental de los ámbitos receptores (Monclús Masó, 2008; Abiuso, 2019). Uno de los prejuicios que se construye respecto de la alteridad travesti/trans sudamericana es la venta de estupefacientes como un delito distintivo de ese colectivo bajo la forma de la denominada narcotravesti (Cutulli, 2017).[4] De este modo, el poder judicial, los medios de comunicación, las fuerzas de seguridad (Cohen, 2009) y el sistema de salud representan instituciones que contribuyen a constituir a los migrantes como sujetos sospechosos. Esta sospecha se funda en la creencia de la propensión al delito de los migrantes sudamericanos, en general (Abiuso, 2019), y, en este caso, se enfatiza debido a la identidad de género.[5]
Aunque la entrevistada no recordaba qué dependencia la interrogó, es probable que haya sido una dependencia de la Dirección Nacional de Migraciones. De este modo, una de las afirmaciones más contundentes que recordó fue cuando afirmaron: “Chicas como usted entran droga al país”. A las migrantes travestis/trans colombianas, según lo que ellas relataron en las entrevistas y en conversaciones durante el trabajo de campo, se las asocia al narcotráfico como consecuencia de las representaciones que se producen sobre su condición migratoria e identidad de género. Cabe destacar que esta entrevista se realizó en el 2017, en el marco del contexto del endurecimiento de la política migratoria. Dado que las modificaciones a la Ley de Migraciones (Ley N.o 25871), mediante decretos de necesidad y de urgencia, implicaron un retroceso de esta (lo que impactó en la concepción de la diversidad cultural por parte del Estado), este tipo de accionar no deben resultar sorprendentes. Más allá de que no es posible establecer una comparación con el ingreso de personas travestis/trans que migraron antes del 2017 porque la investigación comenzó ese año, según lo que indican tanto las asociaciones de migrantes como académicos que han trabajado el tema, es probable que el endurecimiento se haya traducido en un mayor control de acceso al país.
Para el análisis e interpretación de este relato, además de los conceptos y perspectivas mencionadas, es necesario tener en cuenta la legislación migratoria argentina y los enfoques que den cuenta de la manera en que se constituyen las discriminaciones. Respecto de la legislación migratoria, en otras ocasiones (Perez Ripossio, 2018a), se señaló que estas reflejan las maneras de concebir la alteridad migrante por parte del Estado y la sociedad receptora. En la introducción, fueron descriptos algunos elementos de la legislación migratoria a lo largo de la historia argentina que permiten deducir que cada una de ellas refleja la manera en que el Estado y la sociedad receptora conciben la alteridad migrante. Es pertinente remarcar que tal reflejo no se encuentra exento de tensiones.
En una etapa atravesada por el bloque histórico democrático y la revalorización de los derechos humanos, la Ley de Migraciones (Ley N.o 25871), sancionada en el año 2004 y reglamentada en 2010, posee estándares que superan la legislación internacional en lo que respecta al reconocimiento de los derechos de las personas migrantes (González, 2014; García, 2017). En suma, constituye al migrante como sujeto de derecho y le permite acceder a la salud y a la educación, más allá de la situación residencial y de regularidad migratoria. Sin duda, la sanción de la ley reflejó un contexto latinoamericano y nacional asociado al respeto de los DD. HH. de las personas migrantes (Penchaszadeh, 2018). No obstante, dicha legislación, a partir del año 2017, experimentó algunas modificaciones orientadas al endurecimiento y retroceso de la política migratoria (Monclús Masó, 2017), lo que impacta en los proyectos migratorios de las entrevistadas, puesto que algunas de ellas han migrado en este contexto. En efecto, se mencionan algunos lineamientos de la política migratoria actual.
El decreto 68/2017 crea la Comisión Nacional de Fronteras, un organismo destinado al control fronterizo que restringe el ingreso al país de extranjeros que tengan antecedentes penales y acelera la deportación de aquellos migrantes que han cometido delitos en el país. Por otra parte, según Amnistía Internacional (2017: 1):
En términos generales, el decreto 70/2017 introduce impedimentos concretos para el ingreso y permanencia de migrantes en el país, acelera los trámites de expulsión reduciendo las garantías procesales de las personas, vulnerando el derecho de defensa; elimina la unidad familiar como condición para evitar la expulsión y restringe el acceso a la nacionalidad argentina.[6]
Son modificaciones regresivas que vinculan las migraciones al delito, con escasa fundamentación empírica y una serie de regulaciones tendientes a restringir derechos y garantías constitucionales (Penchaszadeh, 2017, 2018; González, 2018; González y Tavernelli, 2018; Perez Ripossio, 2019, entre otras). De las numerosas publicaciones elaboradas durante los últimos tres años, Penchaszadeh (2018) ha sintetizado algunos elementos que resultan pertinentes al análisis. La autora sostiene que el texto del DNU 70/2017 restablece la potencial amenaza del migrante al orden social y deja de lado el tratamiento legislativo en materia migratoria (González, 2018). Esta peligrosidad de los migrantes encuentra su principal asidero en la naturalizada vinculación de la migración con el delito y con la violencia. Teniendo en cuenta lo aportado por la migrante entrevistada (Daiana), es posible establecer que el DNU refiere a la narcocriminalidad organizada de acuerdo con las estadísticas de los servicios penitenciarios, abocados a procesos de selectividad criminal. Además, tal como lo expresa el decreto respecto del ingreso al territorio:
Que la situación reseñada precedentemente justifica la regulación inmediata de un procedimiento migratorio especial de carácter sumarísimo, aplicable a aquellos casos en los que las personas de nacionalidad extranjera se encontraran involucradas en hechos delictivos y a quienes hubieren ingresado en forma clandestina al territorio nacional, eludiendo el control migratorio (DNU 70/2017, como se citó en Tavernelli y González, 2018).
De esta manera, de acuerdo con lo relatado por Daiana, es posible observar que el interrogatorio y la intimidación que experimentó conjugan factores ligados al control migratorio y a la asociación con la narcocriminalidad de los migrantes. En suma, los decretos se apoyan en algunas zonas grises que contemplaba la Ley N.o 25871, ya que se citan algunos de sus artículos (Penchaszadeh, 2018).[7]
Uno de los debates de los estudios migratorios nacionales radica en poder establecer si dichas modificaciones constituyen un nuevo enfoque en la política migratoria, puesto que es innegable que el enfoque securiario ha ganado terreno en relación con el de los derechos humanos (Canelo et al., 2018). Persiste la actual legislación migratoria (no se ha derogado), pero priman elementos que pueden restaurar nociones excluyentes y criminalizadoras que recuerdan algunos de los elementos de la legislación elaborada en el contexto de la dictadura cívico-militar (1976-1983). Lo que se pretende señalar es que, a partir de la sanción de estos DNU, se adulteran los pilares fundamentales de una legislación sancionada en un contexto democrático y se determina que el giro actual en la manera de concebir las migraciones es regresiva, lo que ha provocado la reacción de diversos sectores de la sociedad civil (Canelo et al., 2018). Es importante destacar que a pesar de que en el año 2018 el decreto 70/2017 fue declarado inconstitucional por un fallo de la sala IV de la Cámara Contencioso Administrativo Federal. El fallo establece que no se justifica en tal situación “[…] que el poder ejecutivo emita disposiciones de carácter legislativo” y además sostiene que las estadísticas que asocian las migraciones al narco-delito son sesgadas y no reflejan objetivamente el accionar de la mayoría de los sujetos migrantes. De todas maneras, el gobierno nacional precedido por “cambiemos” apeló el fallo y se elevó a la Corte Suprema de Justicia. En definitiva, el fallo, en la actualidad, continúa vigente.
Con base en estas interpretaciones teóricas, una lectura que realiza la migrante colombiana citada es haber sido discriminada por su condición de transexual, afirmando que su identidad de género fue decisiva en el proceso de control de ingreso que experimentó. En efecto, la interseccionalidad representa una perspectiva de análisis que trata temas antiguos, pero mediante un enfoque novedoso, cuyo impacto es significativo en cuanto al conocimiento y a la crítica política. De todas maneras, una de sus limitaciones radica en que resulta complejo observar indicadores empíricos que demuestren la articulación entre las distintas discriminaciones (Magliano, 2015). En este caso, no se emplea un modelo aditivo con el fin de sumar los distintos aspectos que contribuyen a producir la vulnerabilidad y la discriminación (Almendra, 2015). En todo caso, se afirma que, de manera estructural, en los proyectos migratorios de las migrantes travestis/trans sudamericanas, la condición migratoria y la identidad de género se retroalimentan y se influyen entre sí, reforzando la discriminación, criminalización y violencia.
Dentro de la diversidad de maneras de pensar la interseccionalidad, en línea con las interpretaciones de Hill Collins (1990), la premisa de la que se parte establece que la organización de las discriminaciones se condensa en una matriz de dominación en donde los diferentes rasgos que constituyen la opresión y discriminación se combinan e interactúan entre sí. Observar y poder conceptualizar la manera en que concretamente la discriminación se articula e interactúa entre sí, atendiendo la condición migratoria y la identidad de género,[8] representa el desafío de mayor envergadura en el caso de la población migrante travesti/trans sudamericana. Una de las premisas de las que se parte, establece que la matriz de dominación puede presentarse en un plano disciplinar-estructural y en el contexto de las relaciones intersubjetivas. De todas maneras, es pertinente aclarar que aquí se realiza un análisis desde la perspectiva intercultural, [9]respecto de la interseccionalidad se toman algunas dimensiones de análisis que permiten observar cómo se constituye una matriz de dominación cuando sistemas de opresión como la condición migratoria y la identidad de género se articulan.
En efecto, en la línea de las investigaciones sobre migraciones y sexualidad, Cantú (2009) advierte que el control migratorio asentado en las legislaciones se vincula con discursos normativizados sobre la etnia/condición migratoria, la sexualidad, la identidad de género y la clase social. La peligrosidad del migrante trasciende la mera condición migratoria y se articula, en este caso, con la identidad de género. Por eso, la persona que intervino en el interrogatorio afirma “chicas como usted” en alusión a su identidad de género travesti/trans. Además, la idea de un enemigo peligroso e invasor que supone una amenaza para la sociedad receptora ha representado uno de los pilares de la conformación del Estado nación argentino y son los migrantes y los sujetos sexualmente “desviados” señalados como principales responsables (Salessi, 1995; Farji Neer, 2017). Este cruce que involucra amenaza, peligrosidad y desviación, interpretando las palabras de la entrevistada, permite entrever que el ser travesti/trans sudamericana refuerza las dificultades para ingresar al territorio y constituir un proyecto migratorio. Debido a la elevada asociación entre identidad travesti/trans y ejercicio de la prostitución/trabajo sexual es que la vinculación con la venta de estupefacientes se refuerza, puesto que, en el ejercicio de esa actividad, es frecuente el uso e intercambio de drogas por parte de los clientes y de las propias entrevistadas.
Con fundamento en Preciado (2019: 215), la articulación de las discriminaciones y vulnerabilidades producto de la condición migratoria y la identidad de género se articulan de manera tal que las travestis/trans no pueden acreditar la modificación de sus identidades:
Tanto en el caso de las personas trans como en el de los cuerpos migrantes, lo que se demanda es refugio biopolítico: ser literalmente sujetado en un sistema de ensamblaje semiótico que da sentido a la vida. La falta de reconocimiento legal y soporte biocultural niega la soberanía a los cuerpos trans y migrantes y los sitúa en una posición de alta vulnerabilidad social.
Los señalamientos del filósofo español son pertinentes porque la migrante poseía una documentación que acreditaba su identidad como varón cisgénero. En este sentido, una de las claves para entender la situación de Daiana, en relación con la cita de Preciado, es que ella no disponía del cambio de DNI, lo que complicaba el poder acreditar su identidad de manera formal. Ese refugio biopolítico tiene que ver con el reconocimiento de la ciudadanía y de la identidad de una persona que se encuentra en transición y que permite reconocer, en este caso, a las personas travestis/trans migrantes.[10]
Por otra parte, para poder gestar un proyecto migratorio en el AMBA, puede resultar necesario realizar tácticas de control de la información personal para pasar desapercibidas y eliminar indicadores de peligrosidad. De acuerdo con este presupuesto, una travesti/trans peruana, al realizar los primeros preparativos para efectuar el desplazamiento migratorio, llevó a cabo diferentes modificaciones estratégicas, con el objetivo de esquivar los controles de ingreso.
Y yo me corté el pelo porque allá me decían, la mamá y otra chica: “El control es tan estricto que si te van a ver con el pelo largo; van a decir que vos sos una trans que te vas a ir a ejercer prostitución y no te van a dejar pasar”. Entonces me tuve que venir vestido casi como un tipo. Con pantalón de vestir, con camisa de vestir, con una campera y el pelo corto. Me corté el pelo y ella no me había avisado que no era tan así. Cuando llegué acá, ella me dijo: “¿Para qué te cortaste el pelo?” y le dije: “Pero si tu mamá, tu hermana y otra chica decían que yo me tenía que cortar porque, sino en el control que me iban a hacer acá; no me iban a permitir ingresar”. “¡No! —me dice—. Es mentira”. Y bueno, ya está (Sandra, peruana, 43 años).
Si en el relato de la migrante colombiana se observaba una articulación entre la condición migratoria y la identidad de género, en este caso, es perceptible que el ser travesti/trans representa el factor nodal a la hora de efectuar la migración. De esta manera, las personas que constituían sus principales redes aseguraron que, durante el proceso de control, iban a pensar: “Sos una trans que te vas a ir a ejercer prostitución” y, por lo tanto, le resultaría imposible ingresar al territorio. Ser travesti/trans migrante sudamericana y ejercer la prostitución/trabajo sexual representan indicadores de peligrosidad y desviación que, por sus características indeseables, deben ser controladas por la sociedad receptora e, incluso, pueden derivar en la expulsión del territorio.
Se observa, mediante la agencia de la entrevistada, la intención de traspasar una frontera jurisdiccional que, si bien es construida, es visible, perceptible e identificable, puesto que separa lo nacional de lo extranjero marcando, además, diferencias culturales. Sin embargo, “las fronteras no son meramente márgenes geográficos o bordes territoriales” (Mezzadra y Neilson, 2016: 21); por el contrario, según Balibar (2005), las fronteras simbólicas pueden construirse en las relaciones sociales y no responder a marcos jurídico-normativos, aunque establecen condiciones para atravesarlas marcando diferencias y construyendo desigualdades. Con base en Cohen (2013), las fronteras simbólicas demarcan lo propio de lo ajeno y, en este caso, evidencian control y distanciamiento. El control y el distanciamiento en el relato de Sandra (también en el de Daiana) evidencian que la identidad de género y la condición migratoria son características que simbolizan extrañamiento y amenaza, y que se encuentran inscriptas en la subjetividad y en el cuerpo. Según Stang (2018), la frontera es una hendidura que constriñe y permite en la medida en que combina estructura y agencia. Por eso, mediante el establecimiento de esta táctica, Sandra readecuó una imagen corporal que podía entrometerse en los intersticios de la sociedad receptora, con el fin de inscribirse en lo aceptado por la hetero-cis-normatividad. De ahí que Mezzadra y Nielson (2006) determinen que la frontera representa un dispositivo de inclusión y exclusión.
Las investigaciones que, de manera puntual, han observado el desafío que supone ingresar a los destinos migratorios han señalado que las travestis/trans emplean diferentes estrategias para atravesar los controles y reducir los riesgos que supone el viaje (López Fernández, 2018; Zarco Ortiz y Reynosa, 2020). Los autores sostienen que la vigilancia estatal mediante dispositivos de seguridad específicos provoca que las migrantes desplieguen estrategias vinculadas al passing.[11] Al respecto López Fernández (2018: 23) sostiene:
Esto se traduce en cómo performan sus expresiones de género para ser leídas en masculino frente a circunstancias hostiles, corporizando una «expresión heteronormativa» que de manera transitoria no les ponga en evidencia frente a lxs Otrxs, y les ayude a «pasar desapercibidas», siendo reconocibles frente a las codificaciones y órdenes de género.
Más allá de que Sandra afirmó, en la entrevista, que las indicaciones de los familiares de sus amistades eran infundadas, lo importante es que consideraban que el hecho de ser travesti/trans podía dificultar el traspaso de las fronteras simbólicas al país, teniendo en cuenta que ya se encontraban inmersas en el contexto de la sociedad receptora y conocían tácticas para eludir los controles ligados al ingreso. Sandra debió modificar su apariencia, es decir, la expresión social de su identidad de género, para poder ingresar a la Argentina y comenzar a expresar con mayor libertad su identidad de género. Con fundamento en Goffman (2015 [1963]), el concepto de estigma permite pensar que determinados atributos de las personas son difíciles de ocultar y, a menudo, son aquellos que las sociedades receptoras consideran que se encuentran por fuera de “lo normal”. En consonancia con estas afirmaciones, la migrante realizó un ritual de encubrimiento de su identidad de género con el fin de poder llegar al país ocultando los indicadores que pudieran identificarse como transgresores de las convenciones de género aprobadas. En definitiva, si las conductas enmarcadas en el passing hacen alusión al poder enmascarar la propia identidad de género (Guzmán y Platero, 2012), en este caso, se observa que la expresión social de género de la entrevistada implicó presentarse como varón cisgénero en una verdadera táctica de control de la información personal para eludir los controles de acceso.
La entrevistada entendió, según lo que le indicaron, que debía optar por asimilarse a una identidad normativa debido a la asociación, casi automática, entre travestismo y prostitución/trabajo sexual. En suma, teniendo en cuenta que la fachada “es la dotación expresiva de tipo corriente empleada intencional o inconscientemente por el individuo durante su actuación” (Goffman, 1989: 34), la entrevistada optó por expresar una fachada varonil, llevando a cabo una actuación de género no acorde con su autoidentificación, pero conforme con “… los valores oficialmente acreditados por la sociedad” (Goffman, 1989: 47). Cabe destacar que esta fachada no refiere a un acto individual y voluntarista; por el contrario, como sostiene Seid (2015: 69), “… frecuentemente ocurre que se ven obligadas a mantener una fachada mediante técnicas reales de montaje escénico”. Este montaje, se diferencia de las primeras experiencias de expresión social de la identidad de género travesti/trans en los contextos de origen, ya que en ellos se experimenta de manera clandestina al género femenino, mientras que, en el caso citado, se trató de un montaje destinado a eludir los controles de ingreso representándose de manera no acorde con su autoidentificación de género. En resumen, si la literatura académica sobre las “migraciones trans” establecía el traspaso de las fronteras geográficas y corporales, lo que se observa es que el traspaso de la frontera geográfica, para que pueda consumarse, debe encubrir el traspaso de la frontera corporal e identitaria, es decir, llevar a cabo actuaciones dentro de lo que las fronteras normativizadas del género establecen.
Este análisis puede complementarse con los aportes de Butler (2002, 2006) sobre la performatividad del género, ya que, como sostiene Preciado, “el género no tiene estatuto ontológico fuera de los actos que lo constituyen. En esta lectura, “el género sería el efecto retroactivo de la repetición ritualizada de performances” (Preciado, 2007: 3). De esta manera, esta táctica para esquivar el permiso de acceso se orientó de acuerdo con una ritualización de prácticas que fueron enunciadas y que, lejos de ser voluntaria, responden a la estructuración de prácticas corporales y gestos en los que se citan las normas de género y que requieren la incorporación de ciertos ideales de femineidad y masculinidad (Butler, 2002). En este caso la performatividad implicó citar las características y comportamientos de un varón cisgénero. Si el cuerpo y sus intervenciones “en el modelo moderno de la identidad de género, se convierte en el baluarte último de la identidad” (García García y Oñate Martínez, 2008: 346), las modificaciones para sortear el control resultaron esenciales.
Para Sandra, resultaba más sencillo presentarse como varón cisgénero porque la presentación social de su identidad se encontraba alejada del grupo de referencia construido socialmente, es decir, las mujeres cisgénero. En síntesis, durante la entrevista, relató que su transición se encontraba en un incipiente estado. En concreto, las construcciones respecto de las diferencias sexuales y culturales ancladas en el privilegio masculino provocaron que el presentarse como varón cisgénero tuviera implicancias positivas en relación con otras identidades de género, lo que posibilitó el acceso al país sin mayores obstáculos.
Aunque estos ejemplos son ilustrativos de los impedimentos que experimenta la población migrante travesti/trans para ingresar al país con el fin de consumar la migración, es necesario contar con capital social, es decir, nexos materiales y simbólicos que contribuyan a la asimilación. Por eso, a continuación, se abordan las principales cadenas migratorias que constituyen las migrantes travestis/trans sudamericanas.
4.4. Principales cadenas migratorias
Para alcanzar de manera efectiva el desplazamiento migratorio, las migrantes travestis/trans sudamericanas se valen de un conjunto de informaciones, medios y nexos materiales y simbólicos. Aquellas que abandonan sus entornos y migran de manera interna, ejercitan el alejamiento de las familias de origen para comenzar a expresar socialmente sus identidades de género y vivir en mejores condiciones. Si la migración representa un atajo, una estrategia de inversión simbólica, económica e incluso educativa para mejorar la posición en el espacio social y expresar con libertad la identidad de género, resulta necesario describir de manera detallada la fase que refiere a los nexos necesarios para desplazarse y consumar la migración.
Si las entrevistadas reúnen los recursos necesarios para viajar en avión, la travesía suele ser corta; en cambio, si la alternativa es terrestre por medio de ómnibus de larga distancia, esta se vuelve tediosa. En algunos casos, viajan durante tres días hasta llegar al AMBA, sobre todo, aquellas que provienen del Perú, ya que las empresas realizan una ruta que implica acceder al territorio atravesando la República de Chile. Antes de desplazarse, las migrantes generan una serie de preparativos que hacen a la organización de la estadía, en donde se juegan representaciones sociales, expectativas, ilusiones, incertidumbres y temores.
Por otra parte, las cadenas migratorias, como se señaló en el marco teórico, responden a informaciones, medios y personas que contribuyen a realizar la migración.
La cadena migratoria puede ser definida como el movimiento a través del cual los presuntos emigrantes se enteran de las oportunidades, son provistos de transporte y obtienen su instalación inicial y empleo, por medio de relaciones sociales primarias con emigrantes anteriores (McDonald 1964; Malgesini; Giménez, 2000 citado en Pedone, 2006: 107).
Que los migrantes necesitan de cadenas de apoyo y recursos para migrar es un elemento que fue descripto por la sociología argentina desde sus orígenes para explicar dinámicas migratorias internas (Germani, 1967) y en numerosas investigaciones sobre migraciones externas. Pedone (2002, 2005, 2006 y 2010) proporciona el concepto de cadenas migratorias diferenciándola del concepto de redes, debido a que la última reviste mayor amplitud, es decir, se trata de estructuras cristalizadas con estructuras desarrolladas. En suma, la teoría de las redes migratorias discute con los modelos que poseen un sesgo economicista, cuyas características principales se señalaron en el marco teórico.
En contra de la afirmación de que los individuos se mueven simplemente gobernados por la ley de la oferta y la demanda, ya sea por sus apreciaciones reales como por sus expectativas, podemos decir que lo que sucede con frecuencia es que la inmigración es un fenómeno social colectivo: la familia, las cadenas de amistades, los lazos comunitarios previos, la existencia de redes están en la base de muchos movimientos migratorios en la historia y en el presente (Malganesi y Giménez, 2000: 58).
En resumen, dentro de las teorías de las migraciones, algunas perspectivas entienden que las redes influyen en las razones para migrar. Este vínculo es observable cuando los datos son interrogados mediante la búsqueda de coocurrencias de categorías mediante el empleo del software ATLAS.ti, en el que puede observarse una codependencia recurrente entre los motivos de la migración y el modo de migrar. Un aspecto fundamental en los proyectos migratorios de las entrevistadas reside en los agentes de asimilación, que son quienes posibilitan que las migrantes se adapten a la sociedad receptora mediante el acceso al trabajo y, por regla general, contribuyen a que la migración se efectúe. En relación con los aportes de Malganesi y Giménez (2000), las amistades, madrinas, maridos y organizaciones políticas representan los actores principales que favorecen la inserción de las migrantes travestis/trans en el AMBA.
Lo anterior resulta pertinente para el análisis porque demuestra que los proyectos migratorios son un proceso social complejo que no se efectúa en “el aire”; por el contrario, responden a una multiplicidad de motivos y se estructuran en función de actores que migraron en una instancia anterior y facilitan los procesos necesarios para que otros proyectos migratorios se consumen. En la decisión de migrar, intervienen cuestiones ligadas al contexto social de origen, la provisión de recursos internos, el viaje, la instalación en el destino migratorio y la integración en la sociedad receptora (Ramírez y Ramírez, 2005). Las cadenas migratorias ilustran una instancia transitoria entre los tiempos migratorios que envuelve al proceso de salida de la sociedad emisora y llegada a la sociedad receptora. En síntesis, representa los medios necesarios para que las entrevistadas transiten el segundo tiempo migratorio.
La guía de pautas contuvo una serie de interrogantes tendientes a reconstruir esa etapa: ¿Cómo fue que viniste a la Argentina? ¿Quiénes intervinieron? ¿Qué informaciones tenías? ¿Fueron a buscarte al aeropuerto o a Retiro? ¿Viviste con ellos o ellas? ¿Cómo se llevaban? De esta manera, como se indicó, los proyectos migratorios no representan un acto individual o subjetivo, sino que dependen de un conjunto de factores, algunos de ellos nombrados en el anterior capítulo y otros vinculados con el capital social expuesto en este desarrollo. Asimismo, una travesti/trans entrevistada indicaba la necesidad de contar con capital social para efectuar la migración.
Bueno, en nuestro país, siempre tenemos un respaldo de una persona. Siempre. Muy rara vez que sea una, por su posición económica, y por fuerza de voluntad de una misma, que diga: “Voy, sin necesidad de que alguien me esté tendiendo una mano”, o me diga “Venite”, o te diga “Te ayudo con esto”, o te diga: “Mirá, las cosas acá son de tal manera; te doy una habitación, te doy estadía. Vas a estar conmigo, te doy una parada”. ¿Entendés? (Sandra, peruana, 43 años).
En palabras de la entrevistada, la migración responde a una estructura constituida de manera intersubjetiva. En suma, los apoyos y las ayudas que pueden brindar los ya emigrados no responden a actitudes desinteresadas; por el contrario, se vinculan con intercambios materiales y afectivos que son necesarios para el sostenimiento de esas redes. De todos modos, esos medios esenciales para poder construir proyectos migratorios adquieren determinadas particularidades que se abordarán más adelante. Por lo pronto, empieza a anidarse un habitus migratorio, ya que, según lo aportado por la entrevistada, migrar implica ciertas inevitabilidades, regularidades y anticipaciones prácticas que se encuentran presentes en la mayoría de los casos.
Fiel a los pilares de la teoría fundamentada, la categoría construida para este apartado es modo de migrar y las subcategorías son cadenas migratorias horizontales y cadenas migratorias verticales. Las propiedades son los agentes que constituyen esas cadenas, que, en el caso de las cadenas horizontales, representan familiares, organizaciones políticas y amistades, y, en el caso de las cadenas verticales, se conforman mediante los maridos y las madrinas. Las dimensiones comunes son garantías mínimas de supervivencia (alimentos, indumentaria y vivienda), asumir costos vinculados al viaje, respeto y protección, mientras que para las cadenas migratorias verticales se incorporan las conductas abusivas, tareas domésticas reproductivas y sustracción de recursos económicos durante el ejercicio de la prostitución/trabajo sexual. Las dimensiones, en el caso de las madrinas, refieren a una diversidad compleja, a saber: protección ligada a la actividad prostibular/trabajo sexual, socialización diferenciada, asimilación, consejos sobre cómo llevar a cabo actuaciones de género e integración social de acuerdo con los códigos de las personas travesti/trans, respeto y lealtad hacia las madrinas como indicador de su liderazgo y legitimidad, lo que constituyen un capital simbólico contribuyente a producir relaciones sociales de dominación. Estas variaciones se presentan de manera esquemática en la tabla n.o 6.
Cabe destacar que la construcción teórica-metodológica de esta categoría se elaboró en relación con la información obtenida. Es probable que, en las organizaciones políticas o en las amistades, haya jerarquías y relaciones de dominación, pero, para la elaboración del procesamiento de la información, se tuvo en cuenta lo que proporcionaron las entrevistadas. De todas maneras, en el análisis presentado a continuación, se contemplan las tensiones que han emergido del material empírico y que permiten pesar situaciones intermedias que cruzan la horizontalidad y la verticalidad.
Tabla n.° 6: Categoría modo de migrar según subcategorías, propiedades y dimensiones
Categoría | Subcategorías | Propiedades | Dimensiones |
Modo de migrar | Cadenas migratorias horizontales
| Organizaciones políticas | Garantías mínimas de supervivencia (alimentos, indumentaria y vivienda). Asumir costos vinculados al viaje . Respeto y protección. |
Amistades | |||
Familiares | |||
Cadenas migratorias verticales | Parejas (maridos, chongos y garrones) | Garantías mínimas de supervivencia (alimentos, indumentaria y vivienda). Asumir costos vinculados al viaje. Tareas domésticas reproductivas. | |
Madrinas | Socialización diferenciada y asimilación Protección ligada a la prostitución/trabajo sexual. Asumir costos vinculados con el viaje. Consejos sobre cómo llevar a cabo actuaciones de género. Conductas abusivas. Dominación. Respeto, lealtad y liderazgo. |
Fuente: elaboración propia.
El modo de migrar implican los medios con los que se contó para efectuar el desplazamiento, que en este caso se materializa mediante la construcción de cadenas migratorias. A continuación, se describen los principales actores que conforman las cadenas migratorias en los desplazamientos de las travestis y trans sudamericanas.
4.4.1. Cadenas migratorias horizontales
De acuerdo con los aportes proporcionados por Pedone (2002, 2005, 2006), las cadenas migratorias horizontales se caracterizan por establecer lazos de solidaridad, ayudas mutuas y reciprocidades. No es posible descartar la existencia de asimetrías en los vínculos ubicados en estas cadenas, pero, de acuerdo con lo que relataron las entrevistadas, se sostiene que los intercambios y reciprocidades, en estos casos, no contemplan desigualdades que resulten pertinentes al análisis. De acuerdo con la categoría construida, se desagrega la caracterización según los principales actores que intervienen en la construcción de estas cadenas y en relación con sus principales funciones y desempeños dentro de los proyectos migratorios de las entrevistadas.
4.4.1.1. Familias de origen
La mayoría de los procesos migratorios de personas cisgénero se ven influidos por las familias de origen, porque mediante los lazos consanguíneos se impulsan los desplazamientos, incluso representan verdaderas inversiones familiares. En el caso investigado, en ocasiones, algún familiar de las migrantes suele poseer mayor comprensión sobre lo que implica construir una identidad de género travesti/trans que el resto de la familia, por lo que pueden observarse distintas actitudes que permiten afirmar que la posición del núcleo familiar no es monolítica. De esta manera, pueden facilitar los medios para que la migración se efectúe.
—Yo vine supuestamente de vacaciones porque mi abuela me mandó para acá.
—¿Tu abuela venía para acá o ya era de acá?
—No, mi abuela ya estaba acá.
—¿Viniste de vacaciones?
—Vine de vacaciones porque en realidad esas vacaciones eran para mi mamá, pero mi mamá como tiene a mis hermanos y son más chicos, dijo: “Vete vos” y, bueno, me quedé con ella… Es más… No fueron tantas vacaciones entonces… Fue un pretexto de vacaciones (Valentina, peruana, 31 años).
Para ampliar lo relatado por Valentina, es posible afirmar que su madre sospechaba que la identidad de género de su hija no era normativa y esto generaba situaciones de malestar al interior de la familia. De esta manera, permitió que se fuera de vacaciones a la ciudad de Buenos Aires, aunque entendía que era posible que no regresara; de hecho, la entrevistada reside en el país hace más de quince años. Ella relató que su abuela la comprendió, le proporcionó una vivienda y otras garantías de supervivencia. Incluso, fue la primera en comprarle indumentaria acorde con su expresión de género. La falta de aceptación de su familia de origen, que se encontraba en tensión con sus intenciones de constituir una identidad de género travesti/trans, provocó que de manera estratégica abandonara Perú con la excusa de vacacionar en el país.
En este caso, la cadena migratoria fue tejida gracias a los medios y la ayuda proporcionada por su abuela. Uno de los matices que puede observarse en el proyecto migratorio de Valentina es la tensión aceptación-inaceptación al interior de su familia de origen. En otras palabras, si la actitud de las familias resulta una cuestión medular en los proyectos migratorios de las travestis/trans, en algunos casos, su posicionamiento puede verse en tensión, puesto que en este caso la abuela acompañó y comprendió el proceso de constitución de su identidad de género mediante una actitud de aceptación y cariño. Valentina pudo conservar parte de su capital social, a pesar de haber asumido su identidad de género y expresarla en sociedad. Sabía que podría transitar experiencias de discriminación en el contexto de la sociedad emisora y junto con su familia de origen ideó una posible salida contando con el apoyo de un familiar en el destino migratorio. Al finalizar la entrevista, relató que, luego, su madre y hermanos migraron, y conformaron distintos proyectos migratorios en el AMBA, con lo cual se produjo una reunificación familiar en donde ella fue quién dio los primeros pasos en la migración del núcleo familiar. Además, la migrante trabajó en un reconocido restaurante de la ciudad de Buenos Aires y, luego de unos años, comenzó a ejercer la prostitución/trabajo sexual, considerando que se trataba de un trabajo alternativo al de camarera que le permitía tener una mejor remuneración.
Si bien no suele ser común que las travestis/trans migren mediante cadenas migratorias constituidas por familiares, Valentina no fue el único caso registrado que migró bajo esta modalidad. La migrante que tuvo el episodio en Ezeiza (Daiana) efectuó el desplazamiento gracias a su hermanastra. A su vez, tanto en el caso anterior como en este, esos familiares le proporcionaron las garantías mínimas de supervivencia (alimentos, indumentaria y vivienda) y asumieron los costos vinculados con el viaje. Además, tal como lo plantean Dewaele et al. (2011), es posible pensar la relación entre las redes constituidas con amistades y con los vínculos familiares. Por ejemplo, en el caso de Valentina, a pesar de que convivía con su abuela, también se vinculaba con travestis/trans, por lo que ambas sociabilidades se encontraban concatenadas.[12] En definitiva, algunos casos puntuales demuestran que el capital social de las travestis/trans puede conservarse al asumir y expresar la identidad de género e, incluso, incrementarse mediante lazos constituidos al interior del grupo. Sociabilidades grupales y familiares permiten consumar y consolidar los proyectos migratorios.
En el siguiente apartado se expondrá la manera en que las travestis/trans constituyen cadenas migratorias y redes vinculares mediante amistades con las que desarrollan lazos familiares no determinados por la biología, es decir, familias entre pares (Álvarez Broz, 2018).
4.4.1.2. Amistades
La migración mediante amistades es común. Implica insertarse en el contexto de las sociedades emisoras con personas que comparten una identidad de género u orientación sexual (Gorman Murray, 2009). Las amistades suelen representar nexos que brindan apoyos y ayudas para que se consume el desplazamiento, la gestación de los proyectos migratorios y la asimilación social. Una característica que revisten estos actores se vincula a que comparten la misma identidad de género, o bien son amigos homosexuales con los que poseen una historia de vivencias compartidas en las sociedades emisoras. Dado que estas personas han migrado con anterioridad, le proporcionan a las novatas y recién llegadas diferentes medios materiales y apoyos afectivos.
No, cuando vine acá vine a trabajar, vine a trabajar en la costura, por la salada. Por un amigo; él me trajo. Porque yo era re tranquilo allá en Perú y acá también igual, y el chico ya me conocía; desde los 15 o 14 años me conocía. Como yo era tranquila o sea quilombos conmigo el chico nunca iba a tener, yo no bardeaba, no me creía ni más ni menos que nadie tampoco. Entonces sabía él eso y por eso me trajo, me pagó el pasaje y me trajo a trabajar (Melanie, peruana, 27 años).
Los motivos de la migración de Melanie conjugan las ya mencionadas discriminaciones y violencias de los contextos de origen con la red constituida gracias a la migración antecedida por un amigo. Él le consiguió trabajo en el centro comercial La salada y vivieron juntos durante un tiempo en distintos departamentos en los que dividían los gastos. En este caso, su amigo era un varón cisgénero y homosexual con el que habían transitado distintas experiencias en el Perú. Durante un tiempo, en el AMBA, la entrevistada ejerció diferentes actividades, entre ellas: costurera en La salada y luego empleada en un bazar ubicado en el barrio de Once con jornadas laborales extensas, informalidad, malas condiciones laborales y bajos salarios. Una de las dimensiones que proporcionan las amistades como parte de las principales cadenas migratorias horizontales radica en que le otorgan a las novatas y recién llegadas las bases necesarias para desarrollar estrategias laborales (Pedone, 2006). De esta manera, la migrante ejerció diferentes trabajos informales que no le resultaron redituables desde el punto de vista económico y decidió ejercer la prostitución/trabajo sexual bajo diferentes modalidades.
Por otra parte, las cadenas migratorias pueden constituirse mediante otras travestis/trans. En ellas vuelven a estar presentes vivencias pasadas que involucran procesos ligados a la construcción identitaria, experiencias de violencia y discriminación.
Vine por medio de esta amiga que me hizo trabajar en su parada en Perú. Ella vino primero acá. Entonces, ella me estuvo hablando y, bueno, le dije: “Vamos a tomar suerte”. Al año me trajo acá. Me dijo solamente que, si se trabaja, que podías juntar dinero, más que en Perú probablemente (Nora, peruana, 33 años).
Sí, mi amiga justo tenía acá 6 años, acá en argentina. Y como siempre la conozco desde que estábamos en el colegio, de chico, porque acá se hizo chica, él no tenía no tratamiento hormonal, nada. Bueno, entonces llegó a Perú, me dijo: “¿Qué haces acá?”. Llegó a quedarse donde yo estaba viviendo, porque, como yo te digo, yo tenía trabajo entonces… Por ahí salía yo a trabajar a la calle dos, tres días, pero esos días me los dedicaba a pleno a mi trabajo, ¿no? A lo que yo hacía, o sea, la venta de muebles, de ropa, de lo que estaba haciendo en el momento y nada. Ella llegaba a casa relatando como era Buenos Aires; se alojó y dijo: “Bueno, ¿qué te parece? ¿quieres irte para allá?” Me dice: “llegas a mi departamento y trabajas y ya”. Ella trabajaba también en la calle y publicaba, pero también trabajaba en la calle, más trabaja en la calle.
—¿Entonces ella te dijo que podías venir?
—Sí. Que iba a hablar con el que comandaba en una parada de Once y que ya y justo habló por teléfono y le dijeron que ya. Fueron, él pidió bueno y le dijeron que ya. Yo cuando llegue, o sea, llegué una mañana, a la noche ya estaba saliendo a conocer. A los pocos días comencé a trabajar (Graciela, peruana, 44 años).
Los casos de Nora y Graciela son similares, aunque contemplan algunas diferencias puntuales. Nora estaba entusiasmada con la idea de incrementar sus recursos económicos mediante el ejercicio de la prostitución/trabajo sexual en el AMBA. Ella practicaba esta actividad en el Perú, pero, como se relató en el capítulo tres, vivía situaciones de violencia de las fuerzas de seguridad de manera periódica en un contexto atravesado por la hostilidad. Su amiga había realizado una experiencia migratoria previa y, luego de aproximarse a la consolidación de su proyecto migratorio en el país, habilitó algunas posibilidades para que la entrevistada consumara el desplazamiento. Nora logró insertase en la prostitución/trabajo sexual local cumpliendo con su objetivo de alcanzar mayor prosperidad económica con vistas a retornar a su país de origen en mejores condiciones, tal como relató durante el desarrollo de la entrevista.
Graciela, en cambio, había realizado distintas actividades laborales en el Perú y ejercía la prostitución/trabajo sexual como una forma de experimentar otras posibilidades, mediante la construcción de montajes que le permitían comenzar a expresar su identidad de género de manera social, factor que se señaló por Fernández (2004), puesto que para las entrevistadas el ejercicio de esa actividad permite, al menos, la expresión social de la identidad de género. Cuando llegó al AMBA, comenzó a vivir con una amiga de la infancia que ejercía la prostitución/trabajo sexual en el barrio de Once desde hacía unos años. Si bien Graciela, al migrar, se dedicaba a la venta de muebles e indumentaria como un modo de empezar a adquirir recursos económicos, en la medida en que comenzó a incrementar las experiencias y vivencias como travesti/trans y la sociabilidad con su amiga y compañera de departamento, la prostitución/trabajo sexual empezó a parecerle una opción redituable.
Su amiga era el principal capital social del que disponía y, al ejercer esta actividad, le contaba sus experiencias diarias. Los recursos económicos de los que ostentaba, la preparación erótica del cuerpo, los clientes y los chongos, eran relatados como historias periódicas que a la entrevistada le resultaban atractivas. Por último, ella comentó que ejercía la prostitución/trabajo sexual bajo una modalidad combinada de publicación en sitios web y en el espacio público. La calle[13] se presenta, entonces, como el espacio destinado a la sociabilidad y la integración de la vida cotidiana de las travestis/trans (Fernández, 2004).
El ejercicio de la prostitución/trabajo sexual es parte del habitus de esta población. Puede haber proyectos migratorios que escapen a esta lógica y diversas formas de concebir y ejercer tal actividad, pero representa un factor común. Hay regularidades empíricas que advierten acerca de que las travestis/trans poseen una subjetividad socializada en función de un conjunto de anticipaciones prácticas y esquemas de interpretación, y es la prostitución/trabajo sexual uno de sus elementos. En resumen, el habitus migratorio que envuelve motivos, representaciones y cadenas se conjuga con un habitus propio de la población travesti/trans que provoca que ejerzan dicha actividad ante los condicionamientos sociales que las excluyen de la realización de otras actividades.
El nexo entre cadenas migratorias, amistades y prostitución/trabajo es notable. En estos casos, se constituyen lazos familiares sólidos que responden al haber transitado un pasado común en las sociedades emisoras. Por un lado, para las migrantes antiguas con cierto nivel de consolidación del proyecto migratorio en el AMBA significa reconstituir el capital social perdido; por el otro, para las novatas y recién llegadas, sus amistades representan un contacto con funciones resocializadoras mediante las que accederán a distintos recursos económicos y simbólicos y podrán insertarse en la sociabilidad travesti/trans. Para las travesti/trans que brindaron la ayuda necesaria y lograron que se concretara el viaje, ahora dispondrán de una aliada en diferentes esferas de la vida y alguien con quien compartir momentos de esparcimiento, ayuda y asistencia. Además, representa una manera de transitar la soledad como consecuencia del envejecimiento y la falta de expectativas, que, en algunas oportunidades, se presenta. Por lo general, las recién llegadas y las establecidas comparten los gastos de alojamiento y de alimentación hasta que, luego de un período de tiempo, terminan alquilando una habitación en una pensión o departamento con el fin de independizarse.
En otros casos, las amistades permiten tejer puentes para consumar la migración por medio de otras personas, lo que evidencia la importancia del capital social y la complejidad de los proyectos migratorios, ya que esos contactos suelen constituirse en las sociedades emisoras.
—Ella me giró el dinero para la agencia y me dijo: “Yo tengo una amiga que está en la Argentina; voy a hablar con ella para que te reciba”. Vine por tierra; llegué a Retiro. La chica vino a retirarme, me dio un lugar con cama y todo, pero acá trabajaba en la calle.
—¿Ella te cobraba?
—Era la amiga de mi amiga.
—¿Pero vos vivías con ella en ese momento?
—Sí, no la conocía.
—¿En un departamento?
—En una habitación
—¿Las 2?
—Era una casa grande donde vivían pura travestis. Claro, en la pieza éramos cuatro, en cuchetas dormíamos, y compartíamos la habitación. Entre las cuatro pagábamos la habitación (Natalia, peruana, 30 años).
Cuando se interpeló a la entrevistada por el vínculo que poseía con su amiga, con el fin de poder diferenciar si se trataba de una amistad o un lazo hija-madrina, ella ratificó que se trataba de una amistad. Por medio de una amiga, logró contactarse con otra persona y efectuar la migración. En otras palabras, mediante el capital social que poseía, logró comenzar a expresar su identidad de género con mayores libertades, aunque su capital económico y cultural, en principio, se deterioraron debido a que perdió su empleo y en el AMBA no logró ejercer como auxiliar de farmacia. Por eso, relató que el ejercicio de la prostitución/trabajo sexual terminó siendo la única estrategia de supervivencia que pudo desarrollar. Al momento de migrar, relató que el mercado sexual era próspero y, si bien no consideraba que la prostitución/trabajo sexual le permitiera desarrollarse o superarse de manera personal, desde el punto de vista económico, le resultaba redituable.[14]
Otros ejemplos hacen tambalear la afirmación de que las amistades representan cadenas migratorias horizontales y, sin embargo, son retomados para describir la riqueza que el material empírico aporta. En suma, ha podido constatarse que algunas amistades de las migrantes constituyen vínculos en los que pueden observarse indicadores vinculados con la asimetría y con la dominación.
Entonces, hablé con una amiga, una de esas amigas que trabajaba acá en Buenos Aires. Entonces, ella me vio y me dijo que no podía estar así y yo le dije que si me llevaba hasta allá yo podía ayudarla a lavar, a hacer los mandados y así poderle pagar, pero ella lo único que quería es que yo salga a laburar a la calle. Yo no quería hasta el día de hoy no me gusta. Yo respeto a las que trabajan de esto, pero a mí no me gusta. Por eso, mi amiga se fue; yo apenas vine al hotel. También empecé a salir con una persona apenas vine acá. Entonces, fui al hotel y ya no estaba. La señora me pidió las llaves y me entregó la valija, y no sabía qué hacer, me había quedado en la calle, así que llamé a esa persona con la que me había quedado aquí y me ayudó y de ahí me dijo: “Quédate en casa” (Mabel, peruana, 21 años).
En el caso de Mabel, vuelve a evidenciarse que las amistades representan un actor central en la generación de cadenas migratorias. Hay situaciones intermedias que se encuentran en el límite entre la amistad y el lazo que se constituye mediante las madrinas, como se observa en el relato de la entrevistada. La diferencia principal radica en que las amistades consideran a las novatas y recién llegadas como pares, dividen los gastos y les solicitan retribuciones económicas de acuerdo con lo necesario para reproducir sus condiciones de vida. En el caso de las madrinas, priman relaciones sociales asimétricas, apropiaciones de recursos económicos y diferentes modos de ejercicio del poder. Tanto Pedone (2002, 2006) como Devoto (1999) han señalado que la solidaridad y la cooperación representan piezas claves en las cadenas migratorias horizontales. De todos modos, las situaciones intermedias radican en que las novatas y recién llegadas disponen de menos recursos para poder acceder a determinados espacios y actividades. Por eso, suelen ser las amistades las que, por ejemplo, gestionan los procedimientos necesarios para que puedan ejercer la prostitución/trabajo sexual. Y, en algunos de estos casos, se observan conductas que pueden derivar en abusivas.
En concreto, el relato de Mabel permite entrever que su amiga la presionaba para que ejerciera la prostitución/trabajo sexual cuando ella había acordado realizar las tareas domésticas reproductivas del hogar hasta lograr afianzarse en el AMBA, debido a que tal actividad no le resultaba viable. Es difícil determinar si su amistad tenía la intención de ejercer el papel de madrina, con el fin de sustraerles recursos económicos, puesto que la entrevistada, cuando se la interpeló, afirmó que su amistad pretendía que hiciera lo mismo, como si se tratara de un mandato anclado en un habitus grupal. Mabel relata que fue expulsada del hotel porque su amiga abandonó el lugar sin notificarle y ella no podía pagarlo. De esta manera, un varón cisgénero con el que comenzaba a entablar un vínculo afectivo le proveyó lo necesario y comenzaron a vivir juntos. De acuerdo con lo aportado por la entrevistada, dentro del vínculo, su pareja trabajaba de manera formal y ella realizaba algunas actividades puntuales como la participación en talleres brindados por una organización política. Se observa una estrategia matrimonial efectiva ante el fracaso de la consolidación de la migración mediante el vínculo con su amiga.
Algunas producciones han investigado sobre los lazos que tejen las personas que pertenecen al colectivo LGTBIQ+ mediante lo que se denomina como families by choice (Weeks et al, 2001; Oswald, 2002; Cerezo et al, 2014). Los autores y autoras que han estudiado estos aspectos establecen que estas personas, ante la desafiliación de sus familias de origen (Álvarez Broz, 2018), constituyen vínculos con amistades que reducen el impacto de la expulsión de sus hogares y cuyas situaciones pueden complicarse más aún cuando la condición sexual y de género se articula con otros aspectos como, por ejemplo, la condición migratoria, la etnia, la edad y la clase social. Estas familias representan apoyos económicos y soportes afectivos en los que es posible experimentar sexualidades e identidades de género que desestabilizan la hetero-cis-normatividad. Además, permiten el incremento de los recursos económicos y simbólicos de sus miembros resignificando la visión que se posee de las familias de origen, en las que primaron el rechazo y la hostilidad. Esta forma de organización social representa un espacio de resistencia ante normas sociales que sancionan otras alternativas de vivir la identidad de género y expresar la sexualidad.
En función de los matices presentados, a continuación, se describe una cadena migratoria menos común en los proyectos migratorios de las entrevistadas que radica en contactarse con organizaciones políticas, porque algunas de ellas actúan de manera conjunta a nivel regional e internacional.
4.4.1.3. Organizaciones políticas
En algunas ocasiones, son las organizaciones políticas las que constituyen los nexos necesarios para llevar a cabo la migración. De las organizaciones a las que se hace referencia, una de ellas ha luchado por el reconocimiento de derechos de personas travestis/trans en el país, mientras que la otra se trata de una organización ligada al activismo campesino brasileño (Movimiento de los Trabajadores Rurales sin Tierra). Una de las migrantes citada en el capítulo anterior relató diferentes agresiones físicas que experimentó en la sociedad emisora y afirmó que deseaba cambiar de vida dado que:
Lo que yo quería era sentirme bien dónde y fui buscando organizaciones y estuve hablando con ellos antes de venirme para acá y, finalmente, comencé y aquí estoy, cuando llegué fui con ellos, fui a la asesoría, mi mayor asociación fue Casa trans (Roxana, colombiana, 20 años).
Roxana realizó búsquedas por internet antes de tomar la decisión de migrar. Luego de vivir situaciones de violencia física en el espacio público, decidió abandonar Colombia. Uno de los datos que pudo recabar en las búsquedas realizadas fue que la República Argentina representaba uno de los países cuyas legislaciones para personas trans/travestis superaban estándares internacionales en el reconocimiento de derechos. Entonces, se contactó con una organización política nacional, con el fin de concretar la migración al país. Sin embargo, en esta institución, la entrevistada relató que no logró sentirse cómoda.
No, pero por cuestiones… No quiero sonar discriminatoria, pero en ese espacio no me sentí bien. Cuando yo llegué a ese lugar, sentí que incomodaba a las personas. Ellos son súper buena onda, pero siento que sus procesos no son tan naturales y sentía que ellos eran más travestis que transexuales (Roxana, colombiana, 20 años).
La entrevistada estableció una diferenciación que es producto de una disputa frecuente al interior de la población travestis/trans, que se traduce en establecer cuál es y de qué manera se constituye una identidad de género natural y legítima (Zambrini, 2010). Más allá de estas consideraciones, en lo que hace a la construcción de cadenas migratorias, el caso de Roxana hace evidente que las organizaciones políticas son fundamentales en el reconocimiento y en la lucha por los derechos de las personas travestis/trans (Vásquez Laba, 2019), entendiendo la migración como uno de esos derechos. De esta manera, reconoció que la institución tuvo un lugar primordial en la gestación de su proyecto migratorio y le permitió acceder al alquiler de una vivienda de manera veloz y sencilla. Las organizaciones políticas son fuentes de capital social y, por medio de ellas, las migrantes llevan a cabo estrategias de reconversión que les permiten reproducir sus vidas en mejores condiciones.[15]
A diferencia de Roxana, el segundo caso se trató de una migrante brasileña que militaba en Brasil en la organización campesina ya mencionada. Como se mencionó en el capítulo anterior, ella se sentía confundida respecto de su identidad y, aunque la organización desconocía esta situación, intervino de la siguiente manera:
Sí, el pasaje lo pagaron ellos. Llegué a la Argentina a esta casa y me dieron este espacio, pero lo que pasó es que yo era solo un chico. Y tenía una oración que era: “Me rompe soy, me rompe soy” y esto me acercaba un montón (Aylén, brasileña, 25 años).
Aylén migró gracias al apoyo de la organización a la que pertenece en el Brasil, que consideraba primordial que se consolidara en el país con el fin de estudiar medicina para luego colaborar en su comunidad. Además, durante la entrevista, fue posible observar la casa en la que se encontraba alojada, ubicada en el barrio porteño de la Paternal. Se trataba de una vivienda de militantes, algunas de ellas travestis/trans que habían conformado una cooperativa en el país abocada en la venta de productos agropecuarios. La mayoría eran nativas, aunque algunas de ellas eran migrantes internas y se dedicaban a vender productos relacionados con la actividad agropecuaria. En este caso, los costos de traslado y asilo fueron solventados en su totalidad por la organización. Además del soporte material, contó con redes de capital social mediante una de las organizaciones políticas en las que se realizó trabajo de campo y personas vinculadas a la organización MST que residían en el país, con las que compartió distintas sociabilidades. Por último, la entrevistada afirma que, al llegar “era solo un chico”, en alusión a que aún no había comenzado el proceso de construir la identidad de género travesti/trans y tenía una oración que la repetía antes de irse a dormir y se vinculaba a la intención de salir del clóset, tal como se abordó en el capítulo anterior.
Como se señaló con anterioridad, algunos fragmentos permiten tensionar la consideración de las cadenas migratorias horizontales como carentes de dominación. De todas formas, las regularidades empíricas permiten definir como verticales las que se describen a continuación.
4.4.2. Cadenas migratorias verticales
Las cadenas migratorias verticales, a diferencia de las horizontales, se constituyen mediante lazos asimétricos y jerárquicos. De este modo, Pedone (2002, 2005, 2006 y 2010), en sus investigaciones en las que aborda el tema, afirma que las familias de origen y otros vínculos de los migrantes, en ocasiones, construyen asimetrías y desigualdades. En palabras de la autora, estas cadenas son definidas “… por la desigualdad en las relaciones y la jerarquía que ocupan los y las migrantes dentro de la cadena y/o la red por diversos actores que detentan el poder, por ejemplo, en cuanto al acceso al trabajo o la vivienda” (Pedone, 2010: 108). De este modo, se presentan las propiedades y dimensiones que refieren a esta subcategoría con el fin de demostrar que los proyectos migratorios de las travestis/trans poseen dinámicas particulares y las cadenas migratorias no se encuentran ajenas a ello.
4.4.2.1. Maridos, chongos, garrones y viciosos
Aunque la categoría tipo de vínculos afectivos no se aborda de manera directa en esta tesis, debido a que literatura académica ha ahondado en profundidad (Kulick, 1998; Pelúcio, 2005, 2009; Teixeira, 2011; Vartabedian, 2012, entre otras), es importante realizar algunas precisiones. Marido es una denominación que emplean las travestis/trans para referirse a sus novios o parejas (varones cisgénero), aunque por lo general no se encuentran bajo ningún tipo de unión civil. En otras oportunidades, a los varones que se vinculan de modo afectivo con ellas se los denomina chongos y su connotación suele encontrarse asociada a una relación en la que prima un interés sexual. También, las travestis/trans suelen denominar garrones a aquellos varones que se vinculan con ellas con el fin de sustraerles recursos económicos, aunque el componente sexual también se encuentra presente. Por último, en el ámbito local, vicioso suele ser un término menos común y se utiliza para referirse a aquellos varones que poseen una preferencia sexual por las travestis/trans, pero que no llegan a ser clientes ni tampoco se encuentran en las demás categorías. Estas denominaciones, que, desde el punto de vista metodológico, podrían referir a códigos in vivo (Strauss y Corbin, 2002), son utilizadas por esta población para referir a una trama de vínculos complejos en los que se entrelazan aspectos sexuales, afectivos y materiales.
Una de las entrevistadas realizó una apreciación respecto de los vínculos que las travestis/trans entablan con varones.
Sí, sexo sentimental uno solo, pero no era uno de los marginados. La mayoría de las trans tienen relaciones con tipos excluidos de la sociedad o que ya están jugados. Sí, tuve una sola pareja. Estuve dos años y bien. Tiendo a buscar un chico con el que pueda charlar (Catalina, ecuatoriana, 31 años).
Desde el punto de vista teórico-metodológico, maridos, chongos, garrones y viciosos son subcategorías del tipo de vínculo afectivos que emergen del material empírico y son denominaciones propias de las entrevistadas. Las propiedades varían y se relacionan al cariño, amor, compañerismo, ejercicio de la sexualidad, dependencia, poder y violencia de género. Las dimensiones pueden dar cuenta de la intensidad con la que esos vínculos se presentan y también la duración de estos, que poseen un intervalo de variabilidad amplio. En las entrevistas y en los distintos escenarios en donde se llevó a cabo el trabajo de campo, la cuestión de los vínculos sexoafectivos fue un aspecto que se presentó de manera recurrente. De esta manera, se sintetizan los principales aspectos de los vínculos en los siguientes puntos:
- Las migrantes relataron que la reciprocidad entre ellas y sus parejas se vinculaba con lazos de dependencia, sobre todo, económica de parte de ellos.
- Se mencionó que los varones que se relacionaban con ellas, en ocasiones, desarrollaban una doble vida. Es decir, han constituido familias con mujeres cisgénero y los vínculos con las travestis/trans se gestan en la clandestinidad y se mantienen en secreto.
- Estuvo presente la cuestión de los roles sexuales que se asumen durante el coito. De este modo, la dicotomía activo-pasivo fue descripta como criterio clasificatorio, aunque algunas de ellas afirmaron que las funciones no representaban un aspecto importante a la hora de constituir pareja.
- La violencia de género ha sido un tema recurrente. En algunos casos, hubo denuncias e intervención de la justicia.
- Algunas travestis/trans han logrado consolidar estrategias matrimoniales perdurables y evalúan los vínculos sexoafectivos de manera positiva, con expectativas y proyectos a futuro.
Más allá de estas consideraciones, se remarca el último punto, ya que algunas de las entrevistadas afirmaron que el entablar vínculos les permitió desarrollarse de manera personal. Además, en algunos casos, representa una estrategia de reproducción social efectiva porque, a partir de estas uniones, han logrado mejorar su posición en el espacio social mediante el incremento de capital económico, social y simbólico.
Aunque la cuestión relacionada a los vínculos sexoafectivos ha sido un tema investigado, en aquellas que se ha intentado avanzar sobre cuestiones migratorias, se ignoró que los maridos, chongos, garrones y viciosos pueden representar nexos para efectuar la migración; es decir, se ha subestimado su papel como agentes de edificadores de cadenas migratorias.
Y, en ese tiempo, pues, lo conocí y después salí con él el tiempo que yo estaba de vacaciones. Volví para Colombia cuando se acabó el tiempo de mi pasaje. Quedamos como novios y después así quedamos hablando. Él hizo que yo me viniera y me pagó el pasaje y me volví de nuevo con él… como novios. Nos conocimos y quedé enganchada con él y el también conmigo, pues él me dijo: “Te pago el pasaje y te vuelves para Argentina. Te quedas conmigo” y llevamos una relación. Así paso todo; la relación con él fue, de repente y directamente, de convivencia porque yo, al venir para acá, él no me iba a dar una habitación ni un departamento; aparte, yo venía directo a la casa de él (Mariela, colombiana, 28 años).
Mariela hizo su primera experiencia migratoria bajo la excusa de experimentar unas vacaciones. En Colombia, había realizado los primeros montajes en concursos de belleza y quería conocer otros contextos. Algunas de sus primeras experiencias se mencionaron en el capítulo anterior; sin embargo, aquí lo fundamental fue que, mediante un vínculo afectivo, logró consolidar un proyecto migratorio al país. En este caso, él le facilitó los costos del traslado, vivienda y demás necesidades. En este caso, Mariela desarrolló una estrategia matrimonial (Bourdieu, 2004) de reproducción social a partir de este vínculo, contrayendo matrimonio de manera formal, lo que le permitió acceder a un importante capital social debido a las redes que constituyó mediante su esposo. Aunque luego de divorciarse, la entrevistada comenzó a ejercer la prostitución/trabajo sexual, tal actividad la realizó en mejores condiciones respecto de otras migrantes, debido a que los vínculos constituidos posibilitaron que accediera a una considerable cantidad de clientes.[16]
En otros casos que difieren del modelo de pareja tradicional descripto por Mariela, los maridos suelen influir, organizar y regentear el modo en que las entrevistadas ejercen la prostitución/trabajo sexual.
No, no vine por el chico que conocí. Es turista, porque en Miraflores hay chicos turistas, que son paraguayos, colombianos, italianos. Y ahí conocí a mi primera pareja, que me dijo: “¿Por qué no te haces mujer? Se te ve bien y ganas plata”. Y era verdad. Yo cuando me vine aquí porque él me trajo… Es que la verdad es bueno. Me gustó porque me daba plata; me daba la plata que yo quería (Marcela, peruana, 22 años).
Marcela entabló un vínculo con un joven turista argentino. Luego de que él volviera al país, continuaron en contacto y representó el nexo necesario para consumar la migración. La entrevistada apenas comenzaba a expresar su identidad de género y tenía la ventaja de que se encontraba en un lugar turístico, cuyas fuentes de capital social eran elevadas. El joven que conoció le sugirió que podía acelerar su transición haciendo referencia a que ejerciendo la prostitución/trabajo sexual incrementaría sus recursos económicos y podría potenciar la transformación corporal. Marcela, a diferencia del relato anterior, desde que llegó al AMBA, ejerció esa actividad mediante el regenteo de ese proceso por parte de su pareja.
Resulta complejo determinar hasta qué punto los maridos y otras denominaciones constituyen cadenas migratorias verticales. Es probable que puedan observarse matices, pero la posición de los maridos nativos y varones cisgénero los ubica en un lugar privilegiado dentro de la sociedad receptora, puesto que, en congruencia con el marco teórico, se determinó que el género produce relaciones sociales de dominación. En este punto, las diferencias cultural, sexual y de género ancladas tanto en el sistema de dominación patriarcal como en la interculturalidad producen desigualdades en las relaciones sociales entre los nativos y los migrantes, y más aún cuando se trata de varones cisgénero que se relacionan con travestis/trans sudamericanas. En el marco teórico, se señaló que el género expresa relaciones sociales de dominación y los vínculos que entablan las travestis/trans con varones cisgénero no son ajenos a ello. Se trata de relaciones sociales de dominación en las que se naturalizan las asimetrías.
Al edificar cadenas migratorias mediante los maridos y otras denominaciones, las migrantes solventan los costos del pasaje y las garantías mínimas de supervivencia en el contexto de la sociedad receptora. Las entrevistadas, por lo general, se recluyen en el ámbito privado, realizando tareas domésticas reproductivas (tareas de limpieza y cocinar alimentos) y se entretejen vínculos de dependencia económica.[17] Sin embargo, durante el trabajo etnográfico realizado, pudo reconstruirse que hay algunas entrevistadas que trabajaron en emprendimientos desarrollados por sus parejas, aunque, luego de separarse, quedaron desocupadas. Caracterizar tal cadena migratoria como vertical no debe obturar otros significados. En acuerdo con Gorman Murray (2009), se considera que la migración de personas transgresoras de la hetero-cis-normatividad puede vincularse a deseos y emociones afectivas. En conclusión, el amor puede impulsar la migración con el fin de reunificar un vínculo sentimental y exceder la mera lógica de los intercambios económicos y sexuales.
Para avanzar en el análisis, se abordan las cadenas migratorias verticales construidas por medio de las madrinas. Este es un actor distintivo y fundamental de los proyectos migratorios del universo de estudio.
4.4.2.2. Las madrinas
Durante el trabajo de campo, tanto en conversaciones como en entrevistas, las travestis/trans sudamericanas, de manera frecuente, mencionaron algunas características de las denominadas madrinas. Estas personas son travestis/trans de edades avanzadas (por lo general mayores de 35 años) que llevan un tiempo considerable de permanencia en el país y entablan vínculos con otras travestis/trans más jóvenes, recién llegadas y que suelen carecer de los códigos propios de este colectivo, que, si bien son diversos, se circunscriben al ejercicio de la prostitución/trabajo sexual.
Algunas investigaciones han descripto las características de estas personas utilizando diversas acepciones. De este modo, Fernández (2004) caracteriza este vínculo mediante la noción de pupilaje, en alusión a una relación social entre las madrinas y las travestis/trans recién llegadas, a las que denomina hijas. La autora señalaba que las madrinas socializan de manera anticipada (Goffman, 1989) a las novatas, debido a que contribuyen a la incorporación de normas, códigos y valores que les permitirán vivir socialmente habiendo asumido sus identidades de género, aunque, por sobre todo, les transmiten a la más jóvenes las reglas vinculadas al ejercicio de la prostitución/trabajo sexual.
La literatura académica ha ahondado en la cuestión de las madrinas considerando diversos aspectos (Kulick, 1998; Fernández, 2004; Benedetti, 2005; Pelúcio, 2005; Vieira García, 2009; Vogel, 2009; Teixeira, 2008, 2011; Vartabedian, 2012; Prada et al., 2012; Vásquez Haro, 2014; López Murcia, 2015; Álvarez Broz 2018; Amaral y Toneli, 2018; Perez Ripossio, 2018b y Ramalho, 2019). En algunos casos, los estudios que han pensado esta relación social lo hicieron observando los discursos respecto de la prostitución/trabajo sexual y los debates al interior del feminismo. No obstante, este análisis no se focaliza de acuerdo con los discursos y posiciones políticas respecto de la prostitución/trabajo sexual. Esto se debe a que algunas entrevistadas consideran que la prostitución es un trabajo; otras, una situación que denigra sus identidades, y, finalmente, algunas consideran que es una ayuda económica o una estrategia de supervivencia. Dado que existe una diversidad de posiciones, lo relevante para esta investigación implica comprender el modo en que se constituyen las cadenas y los proyectos migratorios, observando el papel de las madrinas como agentes que permiten consumar la migración y desarrollar estrategias de reproducción social.
La diversidad de acepciones respecto de las madrinas debe tenerse en cuenta porque, como sostiene Amaral (2012), para las travestis/trans, esa denominación puede significar diversos aspectos. Las denominaciones madrinas e hijas representan una forma de abordar este tema, aunque es probable que algunas entrevistadas utilicen diferentes terminologías que refieren a diversas situaciones ubicadas en ese vínculo. Con el fin de avanzar en el análisis, se establece que este vínculo hace referencia a una relación social de dominación en la que priman conflictos, asimetrías y cuyas dimensiones abarcan cuestiones ligadas a los valores, la afectividad, la economía personal y los medios necesarios para concretar la migración. Las cadenas migratorias constituidas tanto por las madrinas como por los maridos y otras denominaciones comparten el aspecto asimétrico que atraviesa esos vínculos, pero algunas de sus características y particularidades difieren entre sí.
La literatura académica ha sostenido que el papel que asumen las madrinas no puede reducirse al ejercicio de la prostitución/trabajo sexual y se han proporcionado algunos elementos que complejizan su caracterización. Por eso, se toman en cuenta tales aportes y se desarrolla este vínculo atendiendo a la importancia que poseen para los proyectos migratorios. A continuación, se sintetizan las principales características del vínculo que se entreteje entre las madrinas y las hijas:
- Diferencias de edad y de tiempo de permanencia en el país. Las madrinas suelen ser adultas mientras que las hijas adolescentes o jóvenes. Aunque, en el estudio de los proyectos migratorios, esta categoría se complejiza, debido que también adquiere sentido el tiempo de permanencia en el país, las madrinas poseen un tiempo más prolongado en el AMBA en relación con sus hijas.
- El vínculo es asimétrico y jerárquico. El principal indicador se expresa bajo la apropiación económica de los recursos obtenidos por medio de la prostitución/trabajo sexual de las hijas. Además, tales asimetrías se asientan en dimensiones simbólicas que constituyen a las madrinas mediante cualidades como el liderazgo, la lealtad y el prestigio fundamentales para asentar sus legitimidades.
- Las madrinas suelen aportarles a las hijas sugerencias sobre cómo constituir una apariencia y asumir un rol/actuación de género (indumentaria, cosmética, intervenciones quirúrgicas y tratamientos hormonales).
- También proveen las garantías mínimas de supervivencia (alimentos, indumentaria y vivienda).
- Representan apoyos afectivos y contribuyen a proporcionar los medios materiales para efectuar la migración de otras travestis/trans solventando los costos relacionados al viaje.
- Inciden en el ejercicio de la prostitución/trabajo sexual. Controlan el espacio en donde esta se ejerce y cuidan a sus hijas ante posibles agresiones de los clientes, los fisuras y las fuerzas de seguridad.
Por otra parte, este escrito considera que las investigaciones sobre migraciones travestis/trans le han prestado escasa importancia al lugar de las madrinas en los procesos migratorios. De este modo, las madrinas, en tanto agentes de socialización y asimilación, no solo le incorporan normas y valores a las más jóvenes ligados a la vida social travesti/trans, sino que también las socializan de acuerdo con normas y a valores culturales. En concreto, la socialización que construyen las travestis/trans puede abordarse mediante el habitus (Bourdieu y Wacquant, 2008 [1992]) de las migrantes; es decir, a través de las configuraciones de los modos de hacer, pensar y sentir que implican disposiciones duraderas y perdurables que permiten vivir socialmente. Las madrinas “ponen al tanto” a las recién llegadas de las características culturales de la sociedad receptora que se articulan con los códigos grupales. Dicho de otro modo, estas personas son agentes socializadoras de normas y valores culturales adaptados al grupo social en particular, que se caracterizan también por contribuir a la introyección de normas y valores que se vinculan de manera específica con las características propias de la población travesti/trans.[18] En resumen, a partir de estos vínculos, se constituye un habitus que establece modos de pensar, actuar y sentir en el que puede observarse cierta homogeneización grupal. Las madrinas socializan e integran a las más jóvenes como travestis/trans y como migrantes, contribuyendo a que se inserten en la sociedad receptora como tales. Ellas asumen un doble papel: por un lado, se constituyen como polo dominante y, por el otro, como agentes o medios que favorecen la asimilación social. Ambos papeles se vinculan y contribuyen a consolidar la dependencia de las travestis/trans en un vínculo caracterizado por diferentes asimetrías.
En otras ocasiones (Perez Ripossio, 2018b), se señaló que las relaciones entre las madrinas y las hijas son vínculos atravesados por la dominación social. Según Weber (2014), la dominación implica la probabilidad de encontrar obediencia en un mandato que involucra a dos o más personas. Esta dominación entreteje lazos materiales y simbólicos. Por eso, Vartabedian (2012) señala que el vínculo entre las madrinas y las hijas se encuentra atravesado por distintos factores que se asientan en la legitimación de un poder simbólico que trasciende las fronteras de los beneficios económicos. De este modo, las madrinas suelen otorgarles alojamiento a las travestis/trans recién llegadas y les brindan protección cuando ejercen la prostitución/trabajo sexual. Si bien no puede reducirse el papel de las madrinas a las garantías y cuidados otorgados en el ejercicio de esta actividad, esta dimensión resulta clave en los proyectos migratorios de las entrevistadas y estas personas cumplen una función primordial porque los recursos que obtienen se deben a la apropiación económica que generan las hijas en el contexto del ejercicio de la prostitución/trabajo sexual.[19]
Las migrantes travestis/trans sudamericanas recién llegadas aprenden los códigos necesarios para poder entablar vínculos con otras travestis/trans, con los clientes, con las fuerzas de seguridad y con la sociedad civil en general. Según Álvarez Broz (2018), las madrinas y las travestis/trans sudamericanas inexperimentadas constituyen familias entre pares desde lo que Josefina Fernández (2004) denomina pupilaje y cuya función primordial, según la autora, radica en otorgarles a estas migrantes recién llegadas una socialización anticipante (Goffman, 1989) que articula la introyección de los códigos culturales de la sociedad receptora y códigos propios de la población travesti/trans. Con fundamento en López Murcia (2015), las madrinas les enseñan a las primerizas las características de la prostitución/trabajo sexual, los principales requerimientos de los clientes, los modos de vestir y expresarse corporalmente y, mediante un saber trans, los modos de usar hormonas.
Dentro de los numerosos relatos de madrinas, se exponen y se analizan aquellos que permiten abordar las dimensiones en profundidad.
—La mayoría de las personas que te llevan siempre coordinan con la familia que tiene allá. Porque, de esa manera, ellas respaldan y aseguran que el pasaje no lo vas a perder. No van a invertir, como decir, para pérdida.
—¿Y para que invierten?
—Porque ellas invierten para poder beneficiarte, si es que es una muy buena amiga, y en mayoría de las chicas te llevan para la explotación. Como decir: “Bueno te voy a dar tanto del costo del viaje y vos me vas a pagar el doble de lo que salió”. Eso no sucedió en mi caso. En la mayoría de los casos de las chicas pasa eso. Lo digo porque constantemente he visto chicas que han salido de aquí a Europa y allá lo pagan el doble y lo pagan en euros. Ni en dólar, ni en pesos, en euros (Sandra, peruana, 43 años).
Este relato permite vincular el papel de las madrinas al ejercicio de la prostitución/trabajo sexual con el fin de garantizar la apropiación de recursos económicos. Se destaca que dicha actividad es la principal y casi exclusiva para la supervivencia de esta población, y, en este contexto es que las madrinas intervienen para socializar e integrar a sus hijas. En concreto, las madrinas ejercen un papel que se encuentra asociado al ejercicio de la prostitución/trabajo sexual. Si bien no es pertinente reducir su función únicamente a ello, la migrante advierte haber observado situaciones de ese tipo, incluso, en personas travestis/trans que se encontraban en tránsito hacia Europa.
La fórmula que relata Sandra es simple: proveer el costo del pasaje para que una travesti/trans migré y luego incrementar ingresos económicos mediante mecanismos que, según ella entiende, son de explotación. La entrevistada poseía una posición política respecto de este tema y consideraba que la explotación sexual era una de las funciones de las madrinas, aunque, al relatar su experiencia, como se observará más adelante, matizó estas definiciones y pudo aportar otros aspectos. Tanto Pelúcio (2009) como Vartabedian (2014) sostienen que las travestis/trans, en otros contextos, no perciben como abusivo el trato de las madrinas ni consideran que su accionar se vincule con la explotación sexual o la trata de personas. Sin desprestigiar estas producciones, esta investigación considera necesario relativizar estas afirmaciones de acuerdo con los relatos que han aportado las entrevistadas.
Con base en Álvarez Broz (2018), en el lazo madrina-hija, se constituyen vínculos familiares que la autora denomina familias entre pares. En otras palabras, son pares por su misma identidad de género y vivencias compartidas, aunque no iguales porque se entretejen relaciones sociales asimétricas en las que rigen el poder y la dominación. En definitiva, si el capital social de las travestis/trans recién llegadas resultó erosionado como consecuencia de haber asumido y expresado la identidad de género y producto del distanciamiento de las familias de origen, al migrar, se reconstituyen lazos familiares ligados a estos vínculos, que las proveen de un nuevo capital social necesario para reconquistar recursos económicos y constituir el proceso de asimilación en la sociedad receptora.
Para fundamentar estas teorizaciones, se presentan descripciones de entrevistadas en las que se relatan las condiciones de vida en el marco de las familias entre pares.
Nevó ese día y me puse a llorar porque encima la casa no tenía… Donde me trajo mi amiga, era como que tenían techo nomás, pero entraba aire por todos lados y me quería regresar, pero no tenía más mi pasaje porque recién estaba empezando más o menos a saber trabajar todas esas cosas y, aparte, la chica esta me cobraba absolutamente de todo; exageradamente, me cobraba de todo, pero uno como no sabe, se aprovechan, viste, y nada. Ella era peruana también y, por llevarte a la parada, también te cobraban una suma de dinero. Ponele que yo te diga: “Te llevó ahí conmigo y vos estas ahí”. Bueno, te pagaban a medida… Bueno, también es lógico, ¿no? Pero en la avenida te voy a cobrar una parte que se yo, un porcentaje de lo que para que tengas tu lugar. “Bueno, está bien digo” por querer trabajar, obvio, ¿qué vas a decir? Y tenía que estar cagándome de frío; cuando podés trabajar en un privado y yo agarre y me fui a trabajar en un privado. Estuve trabajando en un privado. Como le decía que como se llama que mi amiga me cobraba exageradamente la habitación y la comida y de todo eso me cobraban mucho, yo prácticamente pagaba todo. El tipo del privado era un policía. Me dijo que si yo quería me podía quedar a dormir en el privado porque solamente ahí se trabajaba hasta las 10 de la noche, todo el día. Así que comencé a vivir ahí (Ariadna, peruana, 34 años).
Sí, tienes que tener una buena madre que te ayude; gracias a dios siempre tuve comida y un techo donde dormir, comer y trabajaba en una buena zona (Amaia, peruana, 34 años).
Las malas condiciones de vida en las que se encontraba Ariadna provocaron que decidiera ponerle fin al vínculo con su madrina y empezara a ejercer la prostitución/trabajo sexual en un departamento privado[20] que gestionaba un policía bonaerense en el partido de Quilmes. Cabe destacar que ellas convivían en el marco de esas condiciones habitacionales deficientes. La madrina había tenido una causa por venta de estupefacientes y se encontraba también en una situación de vulnerabilidad. En suma, Ariadna y sus amigas, que también fueron entrevistadas, relataron experiencias similares y describieron aspectos del vínculo que excedían el simple hecho de la sustracción de recursos económicos mediante el ejercicio de la prostitución/trabajo sexual. También les cobraba los alimentos y la vivienda de una manera desmedida, lo que provocaba que sus recursos económicos se vieran deteriorados. De esta manera, un factor recurrente reside en el desmembramiento de las familias entre pares como consecuencia de actitudes que se consideran abusivas y también producto de competencias y rivalidades entre ellas.
Amaia, a diferencia de Ariadna, relata que las condiciones de vida dependen de la calidad en los lazos que se tejen con las madrinas. Ella aseguró que nunca le faltó nada y pudo ejercer la prostitución/trabajo sexual en condiciones favorables. En este caso, es posible observar las dimensiones ligadas al sostenimiento de la supervivencia (alimentación y vivienda) y el control del espacio en donde se ejerce dicha actividad. Además, comienza a emerger una categoría nativa denominada ayuda para referir a los apoyos que proporcionan las madrinas para que las hijas puedan vivir en mejores condiciones. Es decir, vuelven a presentarse los múltiples matices que contempla la evidencia empírica, ya que, en algunos casos, las madrinas pueden observarse como actores abusivos y, en otros, facilitar los procesos de asimilación social.
Según Vogel (2009), esta ambigüedad entre los intercambios económicos y afectivos es una característica de estos vínculos. En síntesis, los lazos familiares no pueden aislarse de las retribuciones económicas que supone el ejercicio de la prostitución/trabajo sexual, pero, a la vez, intervienen otros aspectos que lo exceden y en el que se desarrolla una afectividad, convivencia, protección y conductas abusivas que pueden caracterizarse como positivas o negativas, según la experiencia de cada una de las entrevistadas. Al respecto, Zelizer (2013) sostiene que en la intimidad y las relaciones afectivas se encuentran atravesadas por transacciones económicas. De esta manera, la autora señala lo siguiente: “… ninguno de nosotros vive en esferas divididas por barreras infranqueables entre nuestras relaciones personales y nuestros vínculos económicos” (Zelizer, 2013: 95). Por eso, es pertinente caracterizar la relación social entre las madrinas y las hijas mediante una óptica que comprenda que el dinero y los intercambios monetarios son parte constitutiva de la vida familiar y, en el caso de las travestis/trans, más allá de sus particularidades, también se encuentran presentes. El interrogante principal es qué significado adquiere el dinero en el intercambio entre las madrinas y las hijas teniendo en cuenta que las madrinas sustraen ingresos económicos a las recién llegadas, pero aportan recursos como vivienda, alimentos y costos de traslado que forman parte de esos intercambios. Se trata de intercambios y reciprocidades que exceden a las racionalidades utilitaristas y se asientan en cadenas de favores y ayudas. Por eso, Pedone (2006) refiere a las reciprocidades que se entretejen entre vecinos y amistades de los potenciales migrantes que, en ocasiones, puede contribuir a reforzar relaciones de poder. En el caso de las madrinas, se observan dos caras: cadena de favores, ayuda e intercambios y verticalidad vinculada al dominio.
Por otra parte, la edad resulta una variable clave para entender el lazo entre las madrinas y las recién llegadas y, más aún, si se la vincula a las características de la prostitución/trabajo sexual. Se asume que, en el campo de esa actividad, la composición y volumen del capital erótico (Hakim, 2012) resulta primordial los modos de constituirlo y expresarlo. Según Hakim (2012), el capital erótico es multidimensional y se compone de la belleza y del atractivo sexual, en gran medida, adquirida mediante diversas manipulaciones faciales y corporales asociadas a las modas, habilidades sociales como el encanto, el sentido del humor y la persuasión; de igual manera, la vitalidad asociada a la expresividad corporal; además, contempla lo referido a la presentación social como la indumentaria, el perfume y los adornos, y, por último, involucra las capacidades que hacen al despliegue de ser un “buen amante”, es decir, la satisfacción sexual del compañero o de la compañera.
En la prostitución/trabajo sexual, las dimensiones antes mencionadas se juegan con el objetivo de acceder a una importante cantidad de clientes y elevar la remuneración que estos proporcionan. Según Hakim (2012), dado que, en los varones, prevalece un déficit sexual, es decir, la impresión de que no se tiene suficiente sexo, es probable que esta actividad represente una estrategia de supervivencia redituable desde el punto de vista económico, en la medida en que la prostitución/trabajo sexual permite paliar tal déficit. Sin embargo, las migrantes entienden que, a medida que envejecen, el mercado sexual las excluye hasta tal punto que esta actividad termina siendo una estrategia inefectiva de apropiación de recursos económicos. Pudo observarse que los indicadores del capital erótico que más aprecian los clientes se vinculan a la juventud, la belleza física y el desempeño de un papel activo de parte de ellas.
De acuerdo con lo aportado por las migrantes durante el desarrollo de la investigación, existen tres formas posibles de recomponer el capital económico perdido: vender estupefacientes (cocaína); controlar el espacio y la cantidad de clientes que poseen otras travestis/trans, con el fin de sustraerles recursos económicos a sus compañeras, o bien constituir capital social en organizaciones políticas con el fin de llevar a cabo otras estrategias laborales. Sin embargo, como se describió en el anterior capítulo, esto no quiere decir que estas sean las únicas estrategias de reproducción social; por el contrario, se han descripto algunos casos que demuestran que es posible acceder al estudio y al trabajo formal, aunque suelen ser estrategias que ocurren de manera inusual. En resumen, la figura de las madrinas representa un resultado de la dinámica que adquiere la prostitución/trabajo sexual y los proyectos migratorios de una población que ha experimentado diferentes hostilidades y discriminaciones.
Algunas entrevistadas proporcionan descripciones que se diferencian de las anteriores y permiten establecer otras propiedades respecto de las madrinas.
Sería como una figura materna, o algo parecido. Yo soy hija de ella para que no te toquen, pero hay distintos tipos de madres y algunas lo usan como un medio polémico y otras no. Por ejemplo, y hablo por mí, porque yo pase por un montón de cosas que no me gustaría que otras chicas pasen, y yo las ayudo, les doy plata, para sus tetas, tu cuerpo, para esto, e independízate. Una amiga me trajo y me recomendó con otra amiga que era mucho mayor que yo, que siempre la veía por Perú, y siempre me pegaba, y cuando yo vi que era esa chica estaba asustadísima porque pensé que me iba a pasar lo mismo. Y me dijo: “No, las cosas han cambiado”. Y la verdad es que fue como una madre para mí, porque me dijo cómo era todo, me dio dos semanas para que me acomode y, si no, vemos que hacemos. Yo comencé a trabajar bien al cuarto, quinto, séptimo día y ya me empezó a pagar (Luna, peruana, 38 años).
En este caso, una característica común del relato de Aldana es la sustracción por parte de las madrinas de recursos económicos que provienen del ejercicio de la prostitución/trabajo sexual de las hijas. Sin embargo, es posible afirmar que hay distintos tipos de madrinas. Esta clasificación establece una diferencia entre la apropiación de recursos económicos y la protección y el cuidado. Al finalizar la entrevista, Luna afirmó que “lo polémico” hacía referencia a la apropiación de esos recursos mediante el ejercicio de la prostitución/trabajo sexual de otras travestis/trans sudamericanas. La protección es una propiedad que se observa al principio del relato cuando se asocia el lugar de las madrinas al de una figura materna. Si el capítulo anterior demostró que la mayoría de las familias expulsan a las travestis/trans a edades tempranas y estas migran ante la imposibilidad de expresar sus identidades, es lógico que, al llegar al destino migratorio, las madrinas, en ocasiones, ocupen un papel materno destinado a la protección, la enseñanza, el cuidado y la asimilación social.
Si las familias de origen representan una institución encargada de llevar a cabo una socialización primaria, las madrinas cumplen una función similar. Para García Vieira (2009), lo que se observa en estos lazos es la necesidad de retribución de las propias madrinas, es decir, ayudar a las demás como las han ayudado a ellas. De esta manera, el relato de Luna es complejo porque, si bien considera que hay distintas maneras de ejercer el papel de madrina, entiende que debe ayudar a las más jóvenes para que puedan transitar sus vidas en mejores condiciones. De alguna manera, se encuentra presente la intención de desempeñar un papel como madrina que sea superador de los anteriores mediante una ayuda que no represente conductas abusivas. En concreto, estos lazos expresan asimetrías, pero también habilitan posibilidades y favorecen la asimilación de las migrantes recién llegadas a la sociedad receptora.
A diferencia de la concepción de Fernández (2004) sobre la socialización anticipada que quedaba circunscripta a la prostitución/trabajo sexual, lo que rige en estos lazos es una socialización diferenciada. Esto se debe a que las familias de origen llevaron a cabo algún tipo de función socializadora, puesto que las travestis/trans habían incorporado algunas normas y valores en las sociedades emisoras. A partir del viraje biográfico que implicó asumir y expresar sus identidades de género y migrar, adquirieron nuevas normas y valores en las que se interceptan aspectos ligados al grupo y, de manera más amplia, al contexto de la sociedad receptora. Por eso, las madrinas son actores clave en los procesos de asimilación social de las migrantes novatas y recién llegadas. La diferenciación en los procesos de socialización significa que los códigos sobre el ejercicio de la prostitución/trabajo sexual en la sociedad receptora son incorporados mediante las enseñanzas y consejos que proporcionan las madrinas.
Por otra parte, la entrevistada describe la manera en que comenzó el vínculo con su madrina en relación con el ejercicio de la prostitución/trabajo sexual. Luego de una breve adaptación, ejerció dicha actividad en una parada. La entrevistada afirmó: “Al quinto, séptimo día comenzó a pagarme”, ya que la madrina se apropiaba de un porcentaje de acuerdo con la cantidad de clientes que tenía por día. Luna relató durante la entrevista que se definía como madrina, aunque se diferenció de las demás, porque sostenía que les proporcionaba lo necesario a sus hijas para que vivieran acorde con sus necesidades, contribuyendo a que pudieran experimentar mejores condiciones de vida. La última palabra que menciona la entrevistada es independizate, lo que es muy importante porque implica que, dentro de sus expectativas, se encuentra la posibilidad de quebrar un lazo de dependencia. Y las características del lazo madrina-hija consisten en una dependencia que involucra diversas esferas de la vida, entre ellas, la económica. Luna posee una trayectoria de militancia en una organización política[21] a la que describía de la siguiente manera.
—Apoyo a (…) [se refiere a una organización de travestis/trans] y a otras organizaciones; trabajo como apoyo, solamente para las marchas y para que se cuiden con el HIV y ayudar a chicas porque no tienen donde vivir; si las conozco, les doy un tiempo para que vivan en mí casa.
—¿Y se quedan un tiempito acá? (en referencia a su departamento).
—Sí, pero, si son chicas que no conozco, las mando al ATA o al Gondolin para que las organicen (Luna, peruana, 38 años).
A partir de la interpretación de estos fragmentos, se consolida la concepción de madrinas protectoras, en las que se conjuga la ayuda recibida con la convivencia y con el cuidado de la salud. La sociabilidad de las travestis/trans sudamericanas suele limitarse a los vínculos ligados a la prostitución/trabajo sexual y la soledad puede ser una regularidad en estas trayectorias biográficas. Por lo tanto, la llegada de una travesti/trans con la que se poseía una amistad o vínculo reconstruye lazos de sociabilidad que se habían erigido en las sociedades emisoras (Perez Ripossio, 2018a). El papel protector que se les asigna es fiel a su denominación y, de alguna manera, simboliza, ante la ruptura con las familias de origen, poseer una figura social que desempeñe el papel materno. La protección y el cuidado son los principales elementos que favorecen la asimilación social de las migrantes, lo que posibilita que las recién llegadas experimenten mejores condiciones.
Otros relatos introducen matices y profundizan en la dimensión ligada a la protección durante el ejercicio de la prostitución/trabajo sexual y a la apropiación de recursos económicos que pueden resultar significativas.
Es que ahora ni tanto, pero anteriormente se usaba mucho las madres para que tú trabajes para ellas, y, si tú no trabajabas así, era mucho más jodido (Marta, peruana, 28 años).
Le pagabas por cliente, por semana, por mes. Fue un solo pago y ellas me dejaban pararme. Tengo contacto con una de ellas, pero no volvería, porque, aparte de que se aprovecharon en ese sentido, se fueron por lo sexual me entiendes.
—¿Se fueron cómo?
—Por lo sexual.
—¿En qué contexto?
—Porque tomaban, se emborrachaba, y buscaban problemas; ya después se iban y te querían sacar problemas, yo lo hice una vez (Catalina, ecuatoriana, 31 años).
Las entrevistas en los dos primeros relatos describen y asocian con frecuencia el papel de las madrinas a la organización de la prostitución/trabajo sexual y a la protección que brindan porque, como sostuvo Marta, la presencia de ellas puede protegerlas de potenciales agresiones. El balance que establece la migrante ecuatoriana respecto del vínculo que tuvo con madrinas peruanas es negativo. Las madrinas, a las que también denominó en determinados momentos de la entrevista como amigas, le indicaron en qué calles del barrio de Constitución podía “pararse”. Ella aseguró que la protección que le habían prometido nunca se la otorgaron. Además, realizó una acotación que pudo ser comprendida en mejores condiciones al finalizar la entrevista. En este caso, las madrinas le sustraían recursos económicos para ejercer la prostitución/trabajo sexual callejero o en la vía pública y la presionaban para que tuviera relaciones sexuales con ellas. Catalina no profundizó en detalle, pero está claro que el sexo en este caso se trataba de un acto de dominación ubicado en un vínculo asimétrico. Según relató, se trataba de un intercambio sexual y económico con el que ella no se sentía cómoda y valoraba de manera negativa. Las características de este vínculo refuerzan de manera clara que estos vínculos son relaciones sociales de dominación y la sexualidad puede representar uno de los vectores que los favorecen.
Por último, una de las dimensiones que se encontró en menor medida fue la relacionada con los consejos y técnicas sobre cómo transformar y presentar el cuerpo.
No, la madre es la que te apoya o te da la parada. Te da la ayuda para poder operarte; te da un préstamo y después te va cobrando de a poco (Luz, paraguaya, 24 años).
Los relatos de algunas entrevistadas ilustran el apoyo y las concesiones ligadas al ejercicio de la prostitución/trabajo sexual y estas vuelven a hacerse presentes. Sin embargo, se introduce también la cuestión de las transformaciones corporales. Las madrinas les enseñan a las más jóvenes a realzar sus atributos físicos para verse femeninas. En el caso de las migrantes sudamericanas que residen en el AMBA, se observa que las madrinas les otorgan préstamos a las hijas para que puedan transformar sus cuerpos. Además, suele ser común la instrucción en los primeros montajes tanto en relación con la indumentaria como en el embellecimiento mediante técnicas de estilismo y cosmética.
En otro orden de ideas, y con la intención de sintetizar los sentidos que engloban a estas familias entre pares, la literatura brasileña considera que, sobre el papel de las madrinas, la ajuda[22] (Piscitelli, 2008, 2011) es un concepto fundamental en estos vínculos. Según la antropóloga Vartabedian (2012: 75):
Estas afilhadas travestis, en general, no consideran como abusiva la “ayuda” que reciben para viajar, es decir, las deudas que contraen para llegar a Europa no son vistas como explotación (Piscitelli, 2008; Teixeira, 2008). Cuantas más afilhadas ha enviado una mae a Europa, mayor reconocimiento tendrá entre las propias travestis. Poder, dinero y prestigio sintetizan el mantenimiento y la reproducción de estos madrinazgos.
Aunque las consideraciones de las antropólogas que se han desempeñado en el Brasil son pertinentes, es necesario matizar algunas de sus definiciones. Para empezar, la ajuda brindada en algunos casos puede transformarse en tributos (Carrijo, 2011). Es cierto que, por lo general, las migrantes travestis/trans no consideran que estén siendo explotadas sexualmente bajo redes de trata por parte de sus madrinas, pero también es necesario destacar que los procesos ligados a las jerarquías y conductas abusivas se encuentran naturalizadas y, en algunas oportunidades, resulta complejo poder identificarlas. Vartabedian (2012: 285) reconoce que “… existe una presión muy grande para que las travestis devuelvan cuanto antes su deuda”. Por eso, la ajuda en tanto reciprocidad puede derivar en la necesidad de pagar tributos, es decir, imposiciones de retribución económica en las que pueden observarse conductas abusivas. En conclusión, la ajuda es un concepto pertinente a la hora de complejizar las dinámicas ligadas con la prostitución/trabajo sexual que, según el Protocolo de Palermo, solo pueden entenderse como trata de personas o explotación sexual. Sin embargo, este concepto se desestabiliza para explicar la relación social entre las madrinas y las hijas, debido a que las reciprocidades se constituyen en escenarios atravesados por el poder y por las desigualdades.
Por otra parte e interpretando el papel de las madrinas como una estrategia de reproducción social, estas personas, al poseer una edad avanzada y no poder valorizarse en el ejercicio de la prostitución/trabajo sexual, construyen fuentes de capital económico mediante medios coercitivos y cohesivos como consecuencia de haber constituido un capital simbólico. El respeto y reconocimiento que le otorgan las hijas es producto de la historia, de disputas y conflictos que han tenido y de los que han resultado triunfantes. El envejecimiento y, por ende, el deterioro del capital erótico dificultan que la prostitución/trabajo sexual sea una estrategia de reproducción social redituable. Las madrinas, al constituir familias entre pares, adquieren capital social y, en determinadas prácticas, ejercen el poder con el fin de constituir un capital simbólico que legitime el lugar en donde se encuentran. Ese capital simbólico se materializa en una serie de rituales que permiten que las entrevistadas les atribuyan a las madrinas cualidades ligadas al carisma y el enaltecimiento.
Según Fernández y Fernández (2013), el capital simbólico representa uno de los conceptos más complejos de la obra del sociólogo Bourdieu. Cualidades como el prestigio, el carisma y la legitimidad son componentes de capital simbólico, además de permitir los distintos capitales acumulados a modo de reconocimiento. En palabras del sociólogo francés, “el encanto y el carisma designan de hecho el poder que posee un agente social para apropiarse del poder que detentan otros agentes sociales (individuos o colectividades) y para apropiarse de su propia verdad” (Bourdieu, 1986: 188).
Para que las madrinas puedan ejercer su función, es necesario que posean legitimidad y constituyan un poder de manera simbólica. Al respecto, una entrevistada introduce algunas sutilezas que permiten comenzar a percibir cómo ocurre este proceso.
Cuando a veces me veo con ella, para tener un diálogo o algo, expresa constantemente que soy su hija, que soy su primera hija que trajo acá a la Argentina. Después, se llenó de hijas (Sandra, peruana, 43 años).
De nuevo, el relato de esta migrante, que se articulará con el análisis del apartado relacionado con los vínculos entre las migrantes, demuestra que la lealtad entre las hijas y las madrinas se ratifica en el tiempo y expresa un modo de naturalizar esa relación social de dominación. La entrevistada establece, además, el importante papel en la cadena migratoria que tuvo esta madrina al posibilitar su adaptación en el AMBA, como así también de una importante cantidad de migrantes. Como se puede observar, las madrinas edifican cadenas migratorias y poseen una diversidad de características.
En línea con estas interpretaciones, a continuación, se presenta un apartado en el que se profundiza en el papel de las madrinas, aunque también se hace referencia a los vínculos que resultan diversos de las entrevistadas y pueden asumir diferentes características.
4.5. Tipo de vínculos entre las travestis/trans
Este apartado avanza sobre las características de los vínculos entre las travestis/trans (sudamericanas y nativas) durante el ejercicio de la prostitución/trabajo sexual. Aunque sin desconocer que los vínculos entre ellas trascienden a esta actividad, se profundiza la manera en que las madrinas ejercen y concretizan el ejercicio del poder. Dicho de otro modo, con anterioridad se destacó que las madrinas se desempeñan como agentes que contribuyen a edificar cadenas migratorias; sin embargo, su papel no se limita de manera exclusiva al aporte de los medios necesarios para que el viaje se concrete ni a las garantías vinculadas con las condiciones de subsistencia. También son influyentes en aspectos vinculados con la transformación del cuerpo, la afectividad ligada al convivir transitando experiencias de vida similares y al control, y la gestión de los espacios en donde se ejerce la prostitución/trabajo sexual.
Las migrantes travestis/trans sudamericanas poseen distintos tipos de vínculos que pueden involucrar a una pluralidad de personas y se expresan en diversos ámbitos, a saber:
- En los venues, por ejemplo, se entretejen lazos de amistad, compañerismo, indiferencia y competencia.
- En reuniones y eventos de carácter privado, que se presentan como espacios en donde se entablan vínculos con personas desconocidas, varones y mujeres cisgénero, y otras personas travestis/trans, en ocasiones, nativas.
- En determinados barrios, como Constitución, en donde se trenzan sociabilidades diversas que, en algunos casos, conjugan la vecindad con otro tipo de vínculos.[23] Algunas de sus características pueden representar indicadores de discriminación, pero también se presentan sociabilidades en bares y restaurantes de esa zona que refieren a interacciones mínimas y conversaciones sobre la cotidianidad.
- En el ejercicio de la prostitución/trabajo sexual, se establecen una serie de relaciones, entre las cuales se efectivizan algunos aspectos de los vínculos entre las madrinas y las hijas.
Desde el punto de vista teórico-metodológico, la categoría construida es tipo de vínculos entre travestis/trans y posee tres subcategorías cooperación/solidaridad, competencia/hostilidad e indiferencia, y las propiedades son, para cooperación/solidaridad, la ayuda económica, compartir información, protegerse de clientes, fisuras[24] y policías potencialmente violentos. En el caso de la subcategoría competencia/hostilidad, las propiedades son agresiones verbales y físicas, acciones destinadas al control del espacio, celos vinculados a lo afectivo, y, en el caso de la indiferencia priman actitudes de apatía, desidia y falta de comunicación hacia otras personas travestis/trans. Las dimensiones se vinculan con la intensidad en la que aparecen estas manifestaciones vinculares: fuertes, moderadas o leves, y a la frecuencia del contacto, que también puede variar desde alta frecuencia hasta media y baja. Es importante destacar que tal categoría puede representar una manera de aproximarse a las relaciones interculturales porque las descripciones de las entrevistadas dan cuenta de procesos en los que la diferencia cultural es central.
Tabla n.° 7: Categoría tipo de vínculos entre travestis/trans según subcategorías, propiedades y dimensiones
Categorías | Subcategorías | Propiedades | Dimensiones |
Tipo de vínculos entre travestis/trans | Cooperación/solidaridad | Ayuda económica, compartir informaciones, protección, exigir el cumplimiento de derechos, defenderse ante situaciones de violencia | Intensidades (fuerte, moderada y leve) Frecuencia (alta, media y baja) |
Indiferencia | Falta de comunicación, decidía y apatía | ||
Competencia/hostilidad | Agresiones verbales y físicas, acciones destinadas al control del espacio, celos vinculados a lo afectivo |
Fuente: elaboración propia.
El análisis se profundiza de acuerdo con los relatos de experiencias concretas de ejercicio del poder por parte de las madrinas y en el marco de la realización de la prostitución/trabajo sexual. Las propiedades que refieren a la subcategoría indiferencia no se registraron en las entrevistas, pero se destaca que, durante el trabajo etnográfico, pudo observarse que las migrantes travestis/trans, en ocasiones, no se comunican entre ellas como expresión de una actitud activa. El no saludarse, tanto en las paradas como en otros ámbitos (venues, bares y espacio público), representa un modo de relacionarse que se vincula a conflictos pasados o latentes. Además de la apatía y de la falta de comunicación entre ellas, también se registró la desidia, sobre todo, ante la violencia de los clientes, las fuerzas de seguridad y los fisuras, ya que el no entrometerse en conflictos supone una manera de vincularse indiferente ante las demás en situaciones que pueden implicar un riesgo para la vida.
4.5.1. Protección/ayuda económica
La protección y la ayuda económica es una propiedad que se encuentra presente en los agentes que favorecen la integración social. De acuerdo con lo que han aportado algunas entrevistadas, una vez que la migración se ha efectuado y las travestis/trans han alcanzado cierto nivel de adaptación, el papel de las madrinas se concretiza en diversas instancias, entre ellas, el ejercicio de la prostitución/trabajo sexual. En los apartados anteriores se demostró que se trata de agentes de socialización y asimilación que cumplen diversas funciones en los proyectos migratorios de las entrevistadas. Para que las madrinas puedan ejercer el poder y se constituyan como polo dominante en el contexto de la relación social con sus hijas, es necesario que lleven a cabo una serie de procesos de carácter coercitivos y cohesivos que les otorgan legitimidad y naturalizan la dominación social que implica la legitimación de su investidura.
De esta manera, se recupera el relato de una entrevistada en el que describe aspectos del ejercicio del poder de su madrina, que, si bien también pueden referir a la violencia, el análisis se centra en la propiedad “protección”.
Se denominaba madre, como una protectora, entendés, como una trans protectora, que trae a una nueva indefensa, que no sabe cómo defenderse todavía, a que venga otra a atacarla. Y eso pasó conmigo [relata un episodio de violencia entre madrinas]. Hubo distintas peleas; una de ellas ahí le avisó, se agarró, no llegaba ni un taxi, decí que no pasó nada, decía yo. Que ella no genere violencia. Y dicen las otras: “No, no, no, no”, las otras llegaron atrás. “Que mirá, ella le tiró esto, que esto, que no sé cuánto, que está en tal lugar”. Vamos. Agarraron y se fueron entre cuatro, y ella andaba también con una cadena, porque ella siempre andaba con su cadena, porque ella siempre estaba expuesta a la violencia de los fisuras que venían a robarles y ellas lideraban la zona. Se aprovechaban mucho los fisuras en ir a las trans, indefensas, todas, inocentonas, les quitaban, le robaban. Y, cuando ella estaba parada ahí, nadie se acercaba, porque se enfrentaba con ellos. Era como una sobreprotectora. No por dinero, porque nunca cobró nada. Nunca. Yo fui la primera hija que ella trajo, digámoslo así, en el lenguaje de un trans que se usa, su primera hija que ella trajo. Nunca a mí me cobró ni un peso. Lo único que yo hice, fue devolver de mi voluntad lo que ella invirtió para cuidarme (Sandra, peruana, 43 años).
Sandra posee una vasta trayectoria migratoria y asegura que el AMBA se presentó con matices y claroscuros: dolor y felicidad conforman un dualismo que atraviesa su biografía y su proyecto migratorio. El relato de la entrevistada involucra un conjunto de aspectos. En primer lugar, la migrante hace referencia a la propiedad protección[25], ya que establece que las madrinas son protectoras por excelencia, con lo cual la asociación a la figura materna de la infancia vuelve a presentarse. Ahora bien, esta protección posee un doble carácter: por un lado, esa madrina protegía a sus hijas de los fisuras[26] y, por el otro, protegía a sus hijas de otras travestis/trans que intentaban imponerse en el espacio. Sandra dejó en claro que, a pesar de esta protección, su madrina nunca le sustrajo ningún recurso económico. Además, la retribución a modo de ayuda económica se encuentra presente porque la entrevistada afirmó haberle otorgado remuneraciones económicas como señal de agradecimiento. Ahora bien, ¿a qué responden esas retribuciones? Queda claro que no pueden caracterizarse como tributos desde una óptica que implique la mera imposición, puesto que pueden observarse indicadores de lealtad.
Con base en Fernández (2004: 95), se sostiene que “es ese mismo consumo [en relación con la prostitución y con el consumo de drogas], el que, al cabo de un tiempo, impedirá a algunas travestis ejercer la prostitución y que las conducirá a encontrar entonces en sus compañeras más jóvenes una oportunidad para conseguir el dinero que necesitan”. Sin embargo, vincular el pupilaje con la obtención de capital económico de manera exclusiva resulta acotado. La entrevistada hizo referencia a que su madrina jamás le cobró y ella decidió retribuirle de manera voluntaria como símbolo de agradecimiento, por lo que pueden ser otros los capitales los que se encuentran en juego en estos vínculos. Para la madrina, el presentarse como una persona fuerte capaz de imponer orden y respeto de acuerdo con sus reglas le otorgó reconocimiento. Lejos de ser una actitud benevolente hacia la migrante y despojada de interés, se trató de una imposición de respeto y demostración de fuerza, con implicancias en la gestación del vínculo marcado por el carisma, el encanto y el reconocimiento.
En otros análisis, Vásquez Haro (2014), por ejemplo, establece una distinción entre transfiola, madrina y activista. Para la autora, la transfiola controla las paradas, las madrinas son descriptas como aquellas que aportan los medios necesarios para consumar la migración de las más jóvenes y las activistas son las que luchan por la reivindicación de los derechos. También las etnografías brasileñas suelen denominar a las transfiolas como cafetinas y estas suelen proporcionar departamentos privados para ejercer la prostitución/trabajo sexual o permiten que dicha actividad se practique en la calle con mayor seguridad y en determinados momentos y espacios (Vartabedian, 2012). Es pertinente establecer que algunas autoras, al observar mecanismos de sustracción económica que provienen del ejercicio de la prostitución/trabajo sexual, consideran que no debe utilizarse la denominación madrinas. Por ejemplo, Prada et al. (2012: 133) sostienen que “… tales figuras no suelen coincidir con las llamadas madres, con quienes prevalece el tono de rivalidad y cuyo papel en sus vidas tiene un significado similar al del proxeneta común en los ambientes de prostitución”. Este escrito considera que no es pertinente establecer tal diferenciación, debido a que, en algunas oportunidades, las madrinas pueden controlar los espacios en donde se ejerce la prostitución/trabajo sexual cobrándoles tributos a las más jóvenes y las activistas pueden ejercer la función de madrinas resignificando el sentido que le otorgan y favoreciendo el proceso de integración social. Entonces, se observa una superposición de funciones, al menos en los proyectos migratorios de las entrevistadas en el contexto de esta investigación.
En relación con el relato de la migrante, Sandra continúa describiendo las características del papel de las madrinas en el marco de la prostitución/trabajo sexual. En este caso, profundiza en el papel de estas durante el ejercicio de tal actividad en el espacio público.
—La mayoría de las mujeres trans que llevan, como decir, sacan de un país y te llevan a otro lugar, te llevan para otras ciudades. Sí o sí ellas tienen paradas. Son líderes, como decir, líderes que se ganaron esa esquina y esa zona por el tiempo de trayectoria que estuvieron en esa esquina. Y porque se enfrentaron a la violencia de los fisuras, se enfrentaron a la policía, se enfrentaron a la violencia de otras trans que querían, como decir, quitarles la parada. Y prevalecieron ahí, defendieron esa parada, como decir, con violencia. Y ella tiene también ciertos cortes de las palizas que se agarraron y que padeció con fisuras, con nuestras propias pares, con la misma policía. ella no se dejaba vencer, siguió y prevaleció y creo que muchas lo hacen así. Por eso que dicen que es “mi zona”. Y por eso muchas dicen que “es mi zona, ella no se para”, entendés. La cultura en la cual se vive el mundo trans/travesti, esa es la cultura.
—Y vos me decías… ¿ella tenía una pareja que vivía con ella? ¿Con ustedes?
—Sí. Siguen viviendo. Tienen años y siguen viviendo. Bueno, y te comentaba de esta violencia de esta mujer trans brasilera. Se agarraron los flacos a matarse. Esta brasilera salió con un sable así… yo no fui, porque no me gusta la violencia. Viví tanta violencia en mi infancia que para mí la violencia me pone mal. Entonces trato siempre de evitar el estar presente cuando hay violencia. Entonces ella se fue con una cadena, la otra con un sable, y se agarraron las dos. Y bueno ella la agarró y le dio duro a la otra y le dijo “con mi hija no te metas”, “a mis hijas no las vas a venir a golpear”, “vos la tocas a mi hijita y te la vas a ver conmigo”. Fueron las palabras de ella y bueno ahí hubo un cierto respeto también.
—Claro. La otra también tenía cierto liderazgo.
—También, cierto liderazgo. Entonces entre líderes se agarraron, bueno, porque ella rompió códigos de maltratar a la hija de una líder (Sandra, peruana, 43 años).
En este caso, la entrevistada relata un episodio de rivalidad y enfrentamiento entre dos migrantes travestis/trans sudamericanas en el escenario de la actividad prostibular. Hubo un episodio confuso en el que intervinieron varones y, a partir de allí, se desató una pelea entre ellas. La madrina de la entrevistada se enfrentó, haciendo uso de la fuerza física, a una travesti/trans brasileña que intentaba controlar el espacio. Según el relato de la migrante, dejó en claro que no podía golpear a sus hijas, en una clara apropiación de sus subjetividades y demostración de protección física. Dicho de otro modo, ejerció la violencia física en un acto de mantenimiento de su capital social y simbólico. Además, hubo una ruptura en los códigos establecidos por el grupo; es decir, el campo se rige por determinadas reglas y como consecuencia de las “[…] luchas que ocurren en el campo ponen en acción al monopolio de la violencia legítima (autoridad específica) que es característico del campo considerado, esto es, en definitiva, la conservación o subversión de la estructura de la distribución del capital específico” (Bourdieu, 1990: 2). En concreto, las madrinas hacen uso de la fuerza física como una forma de mantener posiciones de poder dentro del campo de la prostitución/trabajo sexual, que es de donde obtienen recursos económicos.
Otra manera de ganar reconocimiento consiste en enfrentarse a la policía, que, de manera usual, las detiene, lleva a cabo requisas y las aleja del espacio público mediante la represión. La entrevistada describió que la madrina tenía en su cuerpo marcas y cicatrices corporales producto de peleas con fisuras, otras travestis/trans y con la policía. Destacó que ella prevaleció, ante todo, como un indicador que permitía establecer su enaltecimiento y adjudicación de cualidades ligadas al liderazgo y la protección. Esas cicatrices representan “trofeos” que constituyen un capital simbólico necesario para obtener reconocimiento y efectuar el ejercicio del poder, puesto que se trata de indicadores inscriptos en el cuerpo imborrables que ilustran una historia atravesada por enfrentamientos asumidos con valentía.
Dado que la legitimidad es un componente esencial en el lazo madrinas–hijas, en este caso, los aportes de Bourdieu (1999) sobre el capital simbólico son pertinentes, debido a que las madrinas poseen un soporte de reconocimiento e investidura que se sostiene mediante un poder con características simbólicas que consiste en la creencia de legitimidad.
El poder simbólico como poder de constituir lo dado por la enunciación, de hacer ver y de hacer creer, de confirmar o de transformar la visión del mundo, por lo tanto, el mundo; poder casi mágico que permite obtener el equivalente de lo que es obtenido por la fuerza (física o económica), gracias al efecto específico de movilización, no se ejerce sino él es reconocido, es decir, desconocido como arbitrario (Bourdieu, 1999: 4).
En síntesis, el poder de las madrinas conjuga elementos de coerción y consenso, y es la legitimidad un aspecto esencial que sostiene su investidura. Con anterioridad, se observaron las diversas funciones y se evidenciaron aspectos abusivos y violentos, pero también de protección, ayuda, acompañamiento y cuidado. Esta articulación, que evidencia un costado que favorece la asimilación social y otro que se asienta en la dominación necesaria para la apropiación de recursos económicos, es el resultado de la creencia en las madrinas como actor social legítimo que, en diversas instancias, se refuerza y se lo reconoce como tal de manera naturalizada. Respeto, lealtad y liderazgo representan aspectos imbricados porque las hijas, de manera obsecuente, definen a las madrinas como líderes y les brindan respeto y lealtad mediante diferentes tributos, como retribuciones de índole económica que refuerzan el sostenimiento de un poder simbólico asentado en la legitimidad de enfrentamientos en los que se conquistan victorias.
A continuación, se presenta la propiedad que refiere a la violencia, las agresiones y los celos. Esto no significa que la violencia no se haya observado, pero, en este caso, se enfatiza mediante determinados relatos.
4.5.2. Violencia/agresiones/celos
La violencia, las agresiones y los celos son aspectos comunes de los vínculos entre las migrantes travestis/trans sudamericanas. Aunque durante el ejercicio de la prostitución/trabajo sexual es cuando más se presenta, también puede observarse en los venues y en los tránsitos cotidianos en el contexto de algunos barrios de la ciudad de Buenos Aires, como, por ejemplo, Constitución. Las violencias entre ellas implican modos de legitimar posicionamientos en el contexto de proyectos migratorios que naturalizan estos procesos porque la hostilidad ha sido parte de sus trayectorias biográficas desde la niñez.
Una entrevistada realizó apreciaciones sobre cómo impactó en su subjetividad desarrollar vivencias enraizadas en el habitus del grupo.
Lo que para este yo era tan delicada, yo acá me hice fuerte; era como que tú decías… y yo ya me ponía a llorar. Era muy sensible; entonces mi amiga me dijo: “No tienes que ser así” y me confrontaba con chicas con las que yo no había dicho nada, para ver como yo me comportaba, y me decía: “No, peléate, porque, si no, yo te pego”. Y yo más por miedo a ella, aprendí a pelear.
—¿Y tuviste peleas?
—Sí, tuve peleas muy fuertes.
—¿Por el espacio?
—Por el espacio o por rivalidad, o porque quería trabajar bien, o porque le gustaba un chico y el chico estaba conmigo. Había mucha rivalidad (Luna, peruana, 38 años).
Sí, después vinieron las que comandaban y me decían: “Bueno, vos te vas a parar acá y allá están las peruanas, y acá las argentinas. Vení desde las 11 de la mañana 5 de la mañana si querés quedarte” (Luna, peruana, 38 años).
Muchísima, las argentinas eran durísimas. Te mandaban a pegar. Yo cuando empecé a trabajar me mandaron a pegar muchas veces, a robar, a cortarme el cabello. Me he peleado mucho con otras chicas. Agarran y te dan con la botella y listo. También vienen estás hijas de puta que te roban por atrás y te maltratan. A mí me pasó una vez cuando estaba trabajando de noche (Marta, peruana, 28 años).
La madrina de Luna le aclaró las reglas desde el comienzo del vínculo. Ella sabía que cada una controlaba tres cuadras del espacio público. El contexto que describió fue a fines de la década del noventa, cuando las travestis y trans irrumpieron en el espacio público y se visibilizaron en barrios de la CABA, como, por ejemplo, Palermo (Boy, 2015; Álvarez, 2017).
Como se había descripto en el apartado anterior, la entrevistada volvió a padecer la violencia de la madrina, que la amenazaba con golpearla si no se enfrentaba a otras travestis/trans que pretendían irrumpir en la parada. La violencia física representa para ellas un modo de controlar los espacios de ejercicio de la prostitución/trabajo sexual para disuadir a los fisuras y evitar que otras travestis/trans predominen en el mercado sexual ejercido, en este caso, en el contexto de la prostitución callejera. El método de aprendizaje era simple: si no golpeaba, la golpearían a ella. Por eso, la madrina practicaba una pedagogía de la violencia en la que debía enfrentarse a otras travestis/trans de manera obligatoria.
De esta manera, Luna afirmó que aprendió a hacerse fuerte. Con anterioridad, se presentaron otros fragmentos de la misma entrevistada, en los que ella afirmaba entender el pupilaje de otra manera. Es un dato importante que la migrante afirmara que esos códigos que su madrina ejercía con ella ya no son válidos y que, estando vinculada con una organización política, se resignificó la figura de la madrina en consonancia con otros valores. La entrevistada afirmaba proveerles condiciones para que las travestis/trans más jóvenes se independizaran y para darles consejos para que se cuidaran de las enfermedades de transmisión sexual (ETS).
Algunas autoras desarrollaron el supuesto de que “[…] tales mujeres mayores entablaban lazos de solidaridad con las recién llegadas, a quienes adoptaban a manera de ‘hijas’ y les ayudaban a insertarse en las dinámicas de la calle” (Prada et al., 2012: 132). Estas interpretaciones son complejas porque la solidaridad y la cooperación ocurren en contextos de alta vulnerabilidad social, en donde las estrategias de supervivencia se inclinan por garantizar la supervivencia mediante la violencia y el enfrentamiento. Esto no quiere decir que tal solidaridad no se encuentre presente, pero los resultados de esta investigación han encontrado que, por lo general, ocurre lo contrario. De todas maneras, Prada et al. (2012) entienden que la violencia representa un mecanismo de regulación para las madrinas que responde a dinámicas de control del espacio y a estrategias de reproducción social, que, como se mencionó, indican el deterioro de las condiciones de vida de aquellas que han alcanzado edades avanzadas.
Otro aspecto reside en situaciones de celos con sus parejas. Es frecuente que las migrantes travesti/trans sudamericanas intenten seducir al marido de otra con quien se posee algún conflicto. En suma, rara vez se trata de un interés afectivo, sino que es un modo de plantear una “revancha” por alguna disputa pasada. En determinados casos, este tipo de conflictos deriva en situaciones de violencia física que terminan con el fallecimiento de algunas de ellas o de sus parejas.[27] Es pertinente destacar que este aspecto rara vez se presenta con las madrinas; por el contrario, los celos son parte de vínculos simétricos u horizontales.
Por último, se analizan algunas propiedades que se ubican en la subcategoría cooperación/solidaridad.
4.5.3. Brindar informaciones/exigir el cumplimiento de derechos/defenderse de agresiones
Con el fin de establecer matices y no exponer solo las regularidades empíricas que refieren a la subcategoría competencia/hostilidad, es posible afirmar que las migrantes travestis/trans sudamericanas entablan lazos de solidaridad, cooperación y ayuda. En el trabajo etnográfico pudo registrarse que ellas, de manera mancomunada, se defienden de las agresiones que experimentan de clientes, fuerzas de seguridad y fisuras. Además, la ayuda económica entre las migrantes implica que, entablando amistades, se realizan préstamos para alcanzar diferentes objetivos, algunos de ellos duraderos, como pueden ser intervenciones quirúrgicas, pero otras hacen a la cotidianeidad y se tratan de intercambios simples, aunque no por eso de menor importancia.
En este caso se aborda un fragmento de una migrante travesti/trans militante que, desde el activismo, critica la competencia y la rivalidad al interior del colectivo.
La competencia es parte del revanchismo y nosotros como sociedad y nosotros como militante trans luchamos por el derecho de las trans y tratamos de ayudar en problemas de adicciones y cosas que pasan por la calle (Claudia, peruana, 46 años).
No, se quedó ahí. Otra también que me pasó es que no me iba a pagar un cliente y, cuando salí, me dijo: “Te voy a pegar” y yo le dije: “Bueno, afuera nos pegamos”. Vinieron mis amigas. Todas somos una; eso es lo bueno. Esperamos a que saque el coche y como salió con fuerza y mis amigas y yo le tiramos botellas en el coche y al final el coche se fue, pero con la rueda rota, así que lo que no gasto en pagarme va a pagarlo en el arreglo (Marta, 28 años, peruana).
Por último, es importante destacar que la categoría aquí analizada contempla vínculos asociados a la cooperación y a la solidaridad que pueden observarse tanto en el ejercicio de la prostitución/trabajo sexual como en las organizaciones políticas. En el caso de las madrinas, es claro que el constituir familias entre pares supone una serie de reciprocidades en las que la solidaridad se encuentra presente. Respecto del relato de Marta, queda claro que la organización por parte del espacio en donde se ejerce la prostitución/trabajo sexual se da de manera conjunta y, en determinadas ocasiones, accionan contra la violencia de los clientes o incluso de las fuerzas de seguridad.
En el contexto del activismo, también se orientan en función de la solidaridad. Sin desconocer que también se contemplan competencias, en el trabajo de campo realizado, pudo constatarse que las organizaciones brindan distintos apoyos (Cutuli, 2015) e, incluso, permiten que sus militantes consigan trabajos formales. Algunas organizaciones políticas son conscientes que las travestis/trans migrantes se encuentran atravesadas por particularidades contextualizadas en una matriz de dominación en donde la identidad de género incide en la condición migratoria. En efecto, las organizaciones intentan que la discriminación por la condición de migrantes no se reproduzca al interior de las organizaciones. Algunas de ellas, durante el trabajo etnográfico, relataron que dentro de las organizaciones pudieron revertir esas hostilidades a partir del intercambio y el conocimiento mutuo con las nativas. Las organizaciones sostienen que las migrantes experimentan una doble vulnerabilidad y suelen fomentar su participación, aunque pudo constatarse que rara vez adquieren puestos dirigenciales.
Por último, se presenta un apartado que permite profundizar en el segundo tiempo migratorio y que ha representado una categoría emergente. De este modo, la llegada efectiva al territorio ocurre luego de que las entrevistadas traspasan los controles y logran el ingreso. Pero, de manera analítica, se optó por describir las cadenas migratorias, puesto que representan una instancia transitoria y esencial en los tiempos migratorios. El lector debe advertir que los vínculos entre las travestis/trans representan un elemento posterior a la llegada, pero, al encontrarse en relación íntima con las madrinas, es que se ha decidido presentarlo con anterioridad.
4.6. La llegada al AMBA y la asimilación en la sociedad receptora
En los apartados anteriores se profundizó en la diversidad de nexos (actores, informaciones y medios) que resultan necesarios para poder constituir un proyecto migratorio en el AMBA. Al analizar estas cadenas migratorias, también se hizo referencia a las condiciones de vida una vez que se han instalado en el país y de acuerdo con las redes y cadenas que han constituido. Sin embargo, no debe asumirse la llegada al AMBA como una instancia dada; por eso, se abordaron algunos aspectos sobre las características que asumen las trayectorias biográficas de las entrevistadas una vez que se asientan en el destino migratorio. En la llegada se prueba la calidad de las cadenas migratorias, es decir, la fortaleza o debilidad de los vínculos de los que se dispone (Pedone, 2006). De esta manera, algunas migrantes poseen un capital social sólido en la sociedad receptora, mientras que otras poseen vínculos volátiles, se trata de amistades en común que apenas conocen o ni siquiera se han comunicado con anterioridad.
La cuestión de la integración o asimilación de los migrantes en las sociedades receptoras, ha representado una de las preocupaciones de los estudios migratorios. Autores como Solé et al. (2002) sostienen que el frecuente uso de integración y asimilación como sinónimos puede dar lugar a equívocos. En el desarrollo del apartado y capítulo se utiliza el concepto de asimilación, ya que la integración supone intercambio y reconocimiento de la alteridad. Según Monetti (2017) la OIM (Organización Internacional para las Migraciones) establece un conjunto de factores económicos, políticos, sociales educativos y culturales para referir a los procesos de integración social de los migrantes en las sociedades receptoras. En cambio, asimilación implica desigualdad en el proceso de participación de la alteridad. Asimilarse refiere a tener que aceptar la desigualdad y la exclusión social[28]. Cabe destacar que no se emplea el término en su sentido tradicional por las críticas que ha recibido como esencialista al considerar la asimilación de manera unilateral (Kleidermacher, 2015). Dicho de otro modo, los migrantes tendrían las responsabilidades de adecuarse a una sociedad receptora homogénea abandonando su cultura mediante un proceso que culminaría con la carencia de discriminación. Es por ello que no se asume esta perspectiva en estos términos.
Hecha esta aclaración, una de las categorías que emergió del relato de las entrevistadas se vinculó con el momento de la llegada al territorio. La llegada refiere a un aspecto difícil de caracterizar de manera teórica, aunque su relevancia y riqueza cualitativa es pertinente, debido a que en las entrevistas el proceso de llegar y afrontarse a la sociedad receptora fue recurrente. Tal instancia puede adquirir diversos significados, pero, por lo general, remite a una etapa que se extiende desde que apenas arriban al AMBA hasta los primeros tres días de estadía. A las entrevistadas se les solicitó que rememoraran el momento en el que llegaron al AMBA con el fin de poder rastrear la génesis de los proyectos migratorios. Una de ellas relató que, al comenzar a constituir su identidad de género, había migrado a Lima y trabajaba en un restaurante cuyas condiciones laborales eran desfavorables (jornadas extensas e informalidad laboral). Dado que tal situación le representaba un desgaste psicosocial, incursionó en la migración de manera no planificada y apresurada.
—¡No! Horrible. Yo no descansaba para nada, así que dije: “Mejor entonces me voy”. Mi amiga me dio el número de las dos amigas de acá, y ni siquiera el número de teléfono, claro me dio el número de teléfono del fijo, que ellas en ese tiempo se usaban el hi fi. Me dio el hi fi de una de sus amigas para tener comunicación, bueno me fui. Compre mi pasaje en bus, vine tres días de viaje, llegué a retiro y llamaba al número de la chica que me había dado y nadie me contestaba. Después entre a una cabina de internet, empezó a mandar mensajes hi fi a las personas que me iban a recibir y nada…
—¿Y qué hiciste?
—¿Qué hice? Me fui a once, me tomé un taxi y le dije: “Me podés llevar a once”, y fui a Once porque, supuestamente, por ahí cerca trabajaba ella y bueno… Me fui yo con una maletita más o menos de este tamaño. Ya eran las diez de la noche más o menos y no la llegué a encontrar. Me quede por ahí esperando a que se haga de día y después me pedí un hotel que estaba por ahí cerca de Once. Me acuerdo que, en ese tiempo, se pagaba más o menos veinte pesos la noche creo. Después me quedé en el hotel; habré estado quince días después apareció esta chica que supuestamente le habían cortado el teléfono algo así y que me andaba buscando. Qué sé yo. La cosa es que me encontró después ella. Vivía en Quilmes y nada en vine a vivir, me vine a vivir con ella y trabajábamos sobre la avenida la plata de Quilmes (Ariadna, peruana, 31 años).
Aldana migró al AMBA en el año 2007 y, al llegar, quedó expuesta la precariedad de los nexos y apoyos con los que contaba en el país. La debilidad de las cadenas migratorias se expresaba porque no poseía un nexo concreto y sus contactos eran volátiles. La entrevistada, al llegar al AMBA, luego de viajar durante tres días, experimentó la desolación y la extrañeza de estar en un ámbito desconocido. En esa época, la telefonía móvil comenzaba a desplegarse, pero ella solo disponía de un teléfono fijo. Al no poder comunicarse con su potencial madrina, decidió dirigirse a Once y deambuló por las calles durante toda una noche, sin lograr hacer contacto con ella.
En este caso se observa la precariedad de las cadenas migratorias. Aunque por medio de una amiga que vivía en Lima logró hacer contacto con quien luego se transformaría en su madrina, al llegar al AMBA puedo experimentar la fragilidad de sus recursos materiales y simbólicos necesarios para poder edificar un proyecto migratorio. Durante la entrevista, también relató las dificultades que se experimentan al ejercer la prostitución/trabajo sexual con ausencia de capital social. De este modo, las madrinas pueden representar un nexo sólido para efectuar la migración y adaptarse en la sociedad receptora; en este caso, la entrevistada no conocía a esta persona, ni siquiera había logrado comunicarse telefónicamente. En definitiva, algunas migrantes relataron que la ausencia de amistades o madrinas entorpeció el proceso de integración social e incluso aspectos más sencillos, como, por ejemplo, tener un lugar en el que pudieran alojarse.
El pensamiento de Sayad (2010) permite entender la soportabilidad del migrante respecto de las condiciones en las que vive en el destino receptor, puesto que el recién llegado expone que es portador de ilusiones que dan lugar a representaciones sociales y a expectativas. La ilusión expresa disimulo y complicidad con la sociedad receptora ante condiciones hostiles en donde queda al descubierto la manera en que dicha sociedad se vincula con la alteridad. En la migración del universo de estudio puede observarse el desvanecimiento de las ilusiones respecto del destino migratorio, aunque al llegar se constituyen otras. Construir proyectos migratorios en el AMBA, para las entrevistadas, implica una tensión entre restricciones y posibilidades que se materializa en desilusiones y descubrimientos de alternativas y nuevos horizontes. En resumen, las representaciones sociales que construyen respecto del destino receptor comienzan a cuestionarse y modificarse.
Otros relatos también son ilustrativos de las condiciones en las que migran las travestis/trans sudamericanas. En algunos casos poseen escasas informaciones respecto de cómo desarrollarse y adaptarse a la lógica del AMBA y esto impacta en las condiciones en las que ejercen la prostitución/trabajo.
Yo cuando llegué a trabajar, llegué un 4 de enero y salí el 6 o el 7 no me acuerdo. No conocía las calles, no conocía ni el lugar ni por donde andaban. Menos mal que tenía unas amigas trans que me dijeron: “Bueno, estoy en Europa. Anda a lo de una amiga mía y que te de parada”, pero no estaba, y yo caminé, la espere una hora.
—Ah, o sea, que tenías que caminar.
—Sí, y un hombre me dice: “Sabes que vamos a mi casa y te pago”. Dale le digo yo; yo no sabía que nosotras no podíamos ir a las casas, porque hay unos homofóbicos que te pueden matar. Entonces él me dijo: “¿Tomamos un bondi?”. Y, cuando llegamos al bondi, fueron cuarenta o treinta minutos el recorrido. Toda la gente me miraba.
—Ah, fueron en colectivo…
—Sí, fuimos a su casa, quedaba en una villa, que al final cuando llegué me dijo que fuéramos a un callejón oscuro. Al final, ni me pago. Me quiso robar y salí disparada de esa villa y tenía que caminar como treinta cuadras hasta llegar a mi casa. Tenía cien pesos, por si estaba apurada; tenía cien pesos en mi corpiño, pero metidos, pero dije: “No voy a gastarme esos cien pesos en tomarme un taxi”. Me ganó la desexperiencia y caminé con el taco alto por treinta cuadras hasta llegar a mi casa, llorando, preguntando por dónde ir (Ailin, peruana, 26 años).
En relación con el relato de la migrante, algunas entrevistadas consideran que la fragilidad de las cadenas migratorias y redes vinculares, es decir, carecer de un vínculo con alguna amiga o madrina, puede favorecer procesos de violencia por parte de los clientes y de las fuerzas de seguridad, justamente, porque no poseen el proceso de socialización diferenciada que les permite conocer de manera anticipada situaciones que ocurren con cierta regularidad. En este caso, una amiga de la migrante que vivía en Europa le indicó que podía hacer contacto con una travesti/trans que se encontraba en el barrio de Constitución, aunque Ailin no logró hacer contacto con ella, experimentando una situación de hostilidad y violencia por parte de un cliente. Por eso, la construcción que las entrevistadas realizan del AMBA, como escenario menos hostil, se desvanece ante relatos que denotan situaciones diversas que conjugan posibilidades con rispideces propias de una sociedad receptora envuelta en contradicciones.
Las cadenas y redes migratorias desempeñan un papel preponderante y en la llegada queda expuesta su importancia. Más allá de que la migración no se realiza en “el aire” y la migrante contaba con un nexo que no se encontraba en el AMBA, la debilidad de los soportes vinculares provocó que su situación de vulnerabilidad se acentuara. Tanto Mateo (2005) como Restrepo Pineda (2017) sostienen que las redes migratorias son fundamentales para lograr la integración y aceptación social de los migrantes, ya que representan las principales fuentes de capital social. Además, tal capital social posibilita reducir los riesgos y los costos (Massey, et al., 1997; Zentero, 2000) que, en el caso de las migraciones de las travestis/trans sudamericanas, adquiere particularidades diferentes a las migraciones de personas cisgénero. Por ejemplo, en el caso citado, la ausencia de una madrina o amiga provocó que su inserción en la prostitución/trabajo sexual se produjera mediante una ausencia en el conocimiento de los códigos y dinámicas propias de esa actividad.
Sobre las especificidades de las cadenas migratorias de las travestis/trans sudamericanas se hizo referencia con anterioridad. Lo importante aquí es señalar la manera en que se presenta la llegada al AMBA cuando las redes vinculares son frágiles. Dado que el papel de las madrinas, en algunos casos, se encuentra demonizado por algunas entrevistadas, algunos proyectos migratorios demuestran las dificultades de no contar con redes de apoyo sólidas que garanticen las condiciones de subsistencia mínima y permitan ejercer la prostitución/trabajo sexual en condiciones menos inseguras. Sin embargo, ha podido constatarse que aquellas que logran migrar mediante organizaciones políticas desarrollan capitales culturales institucionalizados, alquilan viviendas en mejores condiciones y se encuentran preparadas frente a situaciones de discriminación y violencia. Las organizaciones políticas favorecen la asimilación social de las migrantes mediante la identificación de otras expectativas, que cruzan ayudas materiales, socialización de información y favorecimiento de estrategias laborales y educativas.
Uno de los factores fundamentales en los procesos migratorios radica en el proceso de asimilación de los recién llegados. En el caso investigado se han señalado diferentes actores que constituyen las cadenas migratorias y favorecen la asimilación de las travestis/trans sudamericanas en la sociedad receptora. La integración es un proceso social que, para el universo de estudio es primordial, ya que esto permite la consolidación de los proyectos migratorios en el AMBA como elemento constitutivo del viraje biográfico. Para alcanzar la integración social, es necesario contar con apoyo social debido a que se trata de un proceso complejo que posee un significado mediado por el acuerdo y el consenso que difiere de la mera asimilación (Maya Jariego et al., 1999). Integrarse implica la revalorización de una subjetividad inscripta por diferencias culturales y transgresiones de género y sexuales, a fin de cuentas, la posibilidad de reconocimiento y convivencia en un clima de diversidad intercultural y sexual.
Pero la sociedad receptora establece condiciones objetivas, como por ejemplo una legislación migratoria corrompida por DNU regresivos, dispositivos jurídicos como la Ley “de drogas” que criminalizan a las travestis/trans sudamericanas, la definición exclusiva sobre determinadas actividades laborales que deben realizar las migrantes como el ejercicio de la prostitución/trabajo sexual y representaciones sociales que observan la alteridad desde una concepción anclada en el crisol de razas en tanto mezcla europea, tal como se observará en el capítulo siguiente. Sobre estas condiciones objetivas y en función de aspectos subjetivos es que las migrantes travestis/trans llevan a cabo estrategias de reproducción social que se anudan de acuerdo con un habitus migratorio que les da estructura a diferentes particularidades. En conclusión, insertarse en la sociedad receptora no significa vivir de manera plena; implica bajo una serie de condicionantes el desarrollo de estrategias para mejorar la posición en el espacio social.
4.7. Comentarios finales
La migración interna y los desplazamientos regionales constituyen experiencias de distanciamiento familiar mediante las cuales, las migrantes travestis/trans sudamericanas constituyen las primeras experiencias en las que conjugan la construcción de la identidad de género con la condición migratoria. Esta instancia previa se encuentra presente en algunos proyectos migratorios, ya que, en otros, la migración hacia el AMBA ocurre de manera directa. En esa transitoriedad hacia el destino migratorio se llevan a cabo las primeras experiencias de construcción identitaria en donde se ensayan las principales características de lo que implica ser migrante y expresarse socialmente de acuerdo con una identidad de género transgresora de la hetero-cis-normatividad.
En los controles realizados por las instituciones correspondientes para acceder al AMBA, las experiencias relatadas por algunas de las entrevistadas evidencian mecanismos de control ligados al endurecimiento de la política migratoria y prejuicios asentados en la criminalidad y el delito. Las fronteras que deben atravesar son de carácter simbólico y cruzan lo jurisdiccional con las diferencias culturales, que son constituidas como amenazas bajo indicadores de sospecha y de peligrosidad que interceptan la condición migratoria y la identidad de género de las entrevistadas. Pero esas fronteras envuelven procesos de inclusión y exclusión, y no solo constriñen, sino que habilitan tácticas y estrategias para atravesarlas e, incluso, portarlas bajo un velo de encubrimiento y resignificación.
Para concretar la migración y constituir un proyecto migratorio, existe un conjunto de cadenas migratorias, a saber: familiares, amistades, maridos y madrinas. Estos actores se diferencian en sus modos de brindar apoyos con el fin de que se concreten tales proyectos. La asimilación social de las migrantes travestis/trans en la sociedad receptora es parte de un proceso fundamental y evidencia las desigualdades de capital social que poseen las entrevistadas. Se ha diferenciado entre aquellas cadenas que suponen relaciones sociales de dominación de las que se gestan en contextos signados por simetrías. Las madrinas, a diferencia de los maridos y otros vínculos sexoafectivos poseen un doble carácter: ejercen la dominación mediante la apropiación de los ingresos económicos que les proporcionan sus hijas y favorecen la asimilación de estas en la sociedad receptora, proporcionando ayuda, apoyos, consejos y soportes materiales. En relación con la cuestión de las cadenas migratorias (madrinas, maridos, amistades, familiares y organizaciones políticas), en todos los casos existe algún tipo de intercambio que cruza lo afectivo con lo económico. En suma, en algunos casos puntuales pudo observarse una concatenación de roles sociales, ya que las madrinas, por ejemplo, pueden favorecer el proceso de asimilación social constituyendo vínculos de intercambio asimétricos. Afectividad, compañerismo e intercambios monetarios son parte de una trama vincular que adquiere las especificidades descriptas.
Las perspectivas de género están revisando interpretaciones victimistas, por lo que es pertinente evitar caer en interpretaciones que victimicen a las personas travestis/trans menospreciando su capacidad de agencia. Dicho de otro modo, las migrantes travestis/trans sudamericanas que se han transformado en madrinas han experimentado un conjunto de vulnerabilidades y, como su edad tiende a ser más avanzada, la demanda de clientes en el campo de la prostitución/trabajo sexual disminuye; por lo tanto, su función implica una estrategia de supervivencia ante condiciones de vida deterioradas. Los intercambios que llevan a cabo con sus hijas pueden pensarse como ayudas o tributos, y su complejidad relaciona dominación con asimilación social.
En efecto, en el ámbito de la prostitución/trabajo sexual, las madrinas y las hijas despliegan diversas estrategias de reproducción social en el marco de una relación social de dominación. Estos vínculos que se expresan en el ejercicio de la prostitución/trabajo sexual evidencian que entre ellas existe competencia, envidia, revanchismo, cooperación y solidaridad, que expresan actitudes que pueden variar en grado e intensidad. También se ha podido observar que algunas activistas travesti/trans, en algunos casos, intentan resignificar el papel de las madrinas criticando sus aspectos abusivos. Además, se trabaja en relación con la cooperación y la solidaridad con el fin de trascender las diferencias ligadas a la nacionalidad y las identidades culturales.
En este capítulo se abordaron diferentes aspectos que adelantan la asimilación social de las migrantes en el AMBA mediante las características de la actividad que realizan con mayor frecuencia, como así también los vínculos y la manera de constituir los proyectos migratorios en función de las cadenas que han constituido. Ahora bien, en el próximo capítulo se describen aspectos de los proyectos migratorios de las travestis/trans vinculados a un segundo tiempo, en el que se presenta la violencia, criminalización y discriminación, derrumbando representaciones sociales que caracterizan el AMBA como contexto armónico y benevolente.
- La autora realizó una etnografía sobre procesos migratorios internos en el Ecuador.↵
- Al respecto, la autora señala que algunas travestis/trans migrantes ecuatorianas consideran que Buenos Aires representa un ambiente menos hostil y, por eso, suelen considerar el AMBA como un destino propicio para vivir con mayores libertades. ↵
- Condición migratoria, para este escrito, no refiere a la condición jurídica de las migrantes, aunque esta pueda ser importante. Hace referencia a que son migrantes, es decir, parte de una condición diferente a la de los nativos. Esto suele denominarse condición étnica-nacional, pero no se utiliza ese término porque pueden existir diferencias étnicas entre los nativos y migrantes. Además, la nacionalidad de las migrantes no las homogeniza, tal como se expondrá en el capítulo siguiente. ↵
- La autora menciona está noción en función del caso de una travesti peruana condenada por narcotráfico que se caracteriza en el próximo capítulo.↵
- En distintas investigaciones se ha podido sostener que la sociedad receptora establece una asociación entre colectivos migratorios y determinados tipos de delito. Al respecto, Perez Ripossio (2018) ha demostrado que los funcionarios del Poder Judicial construyen representaciones sobre los colectivos migratorios sudamericanos y el delito. También en distintos proyectos UBACyT citados en los antecedentes pudo demostrarse tal asociación.↵
- Tavernelli y González (2018: 85) amplían y detallas estas modificaciones al afirmar que el DNU establece: “… el plazo de la residencia precaria de 180 a 90 días; se incluye en el artículo 29 una reducción de las excepciones por reunificación familiar; se introduce la admisión excepcional a quienes den información a la justicia sobre algún delito de orden migratorio, reinstalando el aspecto delatorio de la ley Videla; se establece que si no se constituye domicilio o no existe tal persona en el mismo se considera que el migrante ha sido notificado en mesa de entradas de la DNM en el término de dos días así como también se autoriza que los medios electrónicos sean válidos para las notificaciones; se establece un endurecimiento en los motivos considerados para la cancelación de la residencia, se incorpora el artículo 62 bis en el que puede leerse que “el otorgamiento de la dispensa establecida en los artículos 29 y 62 de la presente Ley será una facultad exclusiva de la DNM, no pudiendo ser otorgada judicialmente”; se introduce (artículo 69) el “procedimiento especial sumarísimo” en materia de expulsiones eliminándose el recurso de reconsideración y alzada de la ley 25871, que describimos anteriormente. Finalmente, cabe destacar, la supresión del recurso de revisión que el artículo 90 de la ley 25871 originalmente establecía en casos de violaciones del debido proceso, arbitrariedad o bien frente a la existencia de hechos nuevos que pudiesen ser relevantes para el caso”↵
- Establece etapas para alcanzar la residencia permanente y el artículo 125 establece: “Ninguna de las disposiciones de la presente ley tendrá por efecto eximir a los extranjeros de la obligación de cumplir con la legislación nacional ni de la obligación de respetar la identidad cultural de los argentinos”. En este artículo, se observa una óptica asimilacionista. ↵
- Respecto de la exclusión de la clase social, en las conclusiones se propone como una posible línea de investigación a futuro. ↵
- Esta aclaración se relaciona con la anterior, puesto que el análisis interseccional exige la incorporación de la clase social y no se trata de una dimensión que recorra el núcleo central de análisis de la tesis. ↵
- Está claro que esta no es la única fuente de reconocimiento, pero el poder acceder al DNI puede representar ese refugio biopolítico del que carecen. ↵
- En el sentido de pasar desapercibidas performando, en estos, casos al género cis masculino. ↵
- En el desarrollo del capítulo se observará que las entrevistadas conforman familias entre pares, aunque en este caso sucedió lo contrario porque la migrante conservó lazos con su familia de origen. De todas maneras, ambas modalidades pueden vincularse, es decir, constituirse redes con familiares y amistades travestis/trans.↵
- Término que utilizan las entrevistadas para referirse al ejercicio de la prostitución/trabajo sexual. ↵
- En el capítulo anterior, en función de lo aportado por Sandra, se afirmó que consideraba que la prostitución/trabajo sexual denigraba su persona. Sin embargo, desde el punto de vista económico, relató que podía acceder a un importante número de clientes. ↵
- En estas organizaciones, además de socializar informaciones, se dictan talleres útiles en los que se enseñan habilidades para desempeñar en el ámbito laboral. ↵
- Antes de comenzar a ejercer la prostitución, Mariela realizó contactos en venues y entabló amistades. En alguna medida, se hizo conocida en el ambiente. Además, tal actividad siempre la realizó en su departamento mediante la publicación en sitios web. ↵
- El párrafo se refiere a los casos puntuales registrados durante la investigación. ↵
- López Murcia (2015), por ejemplo, señala que las madrinas les enseñan a las travestis/trans colombianas que migran a Italia estructuras simples del lenguaje para que puedan comunicarse con los clientes. Este ejemplo es cultural y se vincula con la necesidad de integrarse en la sociedad receptora. ↵
- Este planteamiento no asocia a las madrinas con el proxenetismo, ya que su papel contempla una importante complejidad. En todo caso, en el marco de una estrategia de supervivencia, les sustraen recursos a otras travestis/trans. ↵
- Denominación utilizada para referir a espacios en donde se ejerce la prostitución/trabajo sexual.↵
- El papel de Luna pudo constatarse, ya que una de las travestis que conocí en Constitución y con quién compartí distintos momentos del trabajo de campo, la tenía agendada en su celular como “madre”. Me contó que la había ayudado mediante consejos sobre cómo actuar en situaciones de la vida en general y que le tenía respeto.↵
- La traducción al castellano es “ayuda”.↵
- Las sociabilidades que tejen son más complejas porque las migrantes travestis/trans también poseen vínculos con personas cisgénero y heterosexuales, pero, en este caso, el apartado se concentra en los vínculos al interior del colectivo.↵
- Término usado para describir a personas, generalmente, varones, que les roban o golpean en el ejercicio de la prostitución/trabajo sexual. En algunas oportunidades, se debe a que las entrevistadas se niegan a darles droga. ↵
- En el mismo relato aparece también la cuestión ligada a la competencia y a la violencia, pero, en este caso, se aborda el relato desde la protección. ↵
- Los fisuras refieren a individuos o grupos de bajos recursos, algunos de ellos, en situación de calle, que, en determinadas circunstancias, les piden a las travestis algo de dinero o droga. En ocasiones, estas personas, actuando en grupo, les sustraen pertenencias y las agreden de manera verbal y física. ↵
- En “Cumbia, copeteo y lágrimas” (Berkins, 2007), algunas historias de travestis/trans exponen estos sucesos que hacen referencia a las agresiones que suceden entre ellas. ↵
- No se desconocen los debates en torno a la asimilación y/o la integración de los migrantes en las sociedades receptoras. Solé et al. (2002), por ejemplo, refieren a las críticas al modelo de asimilación que pude presentarse como adaptación, aculturación o inserción. También son pertinentes las diferenciaciones de Esser (1993) respecto de estos conceptos y la revisión que realizan Solé et al. (2002) sobre del modelo funcionalista de la integración y las críticas de Gordon a Parker respecto de la confusión entre integración y asimilación. ↵