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Prólogo

Teresa Mozejko

Encontrar un enfoque diferenciado y, por lo mismo, original, para el abordaje de la obra de un autor prestigioso y muy leído como Martín Kohan no es tarea fácil. Sin embargo, María Angélica Vega lo ha logrado en este trabajo.

Siguiendo el hilo que traza la idea central y que organiza los diferentes capítulos, la autora sostiene que las obras literarias, como cualquier producto de la actividad humana, son el resultado de una serie de opciones realizadas por un agente que, desde un lugar social variable a través del tiempo, elige entre diversos posibles tanto discursivos como no discursivos. Se instala así un esbozo de explicación de las prácticas —la obra literaria de un autor concreto, en este caso— a partir de un principio de coherencia entre el lugar social y las características de la obra.

María Angélica Vega lee cuatro novelas de Kohan, producidas entre 2002 y 2010, probablemente la etapa de mayor reconocimiento, hasta ahora, del autor: Dos veces junio, Museo de la revolución, Ciencias morales, que mereció el premio Herralde, y Cuentas pendientes.

¿Cómo construir esta relación entre el lugar social del agente y las características del producto, de manera no arbitraria ni infundada, sobre la base de un enfoque interdisciplinario que vincula la sociología con el análisis del discurso?

El trabajo que presentamos esboza una trayectoria del agente durante la cual va acumulando recursos que, poco a poco, configuran su competencia. Así, la incorporación de valores en el ámbito familiar, tales como la importancia acordada a los procesos de educación y, especialmente, a la lectura, unidos a la condición económica y ético-religiosa de sus padres, condiciona las opciones del agente. Y esto sucede no sólo por una asimilación inconsciente y acrítica sino que opera como espacio de posibles ante los cuales el agente realiza opciones, elige, en el marco del lugar que delimita sus posibilidades, con cierta libertad y va perfilando algunos rasgos: toma distancia con respecto a las normas del judaísmo, valora la educación de excelencia y accede al colegio secundario quizás de mayor prestigio en la Argentina, el Colegio Nacional de Buenos Aires. Termina cursando la carrera de Letras de la Universidad de Buenos Aires.

Las que realiza no son las únicas opciones posibles; no se trata de una articulación determinista entre las condiciones en las que se mueve el agente y sus opciones: otros colegios eran posibles y, de hecho, su madre lo orientaba hacia la carrera de abogacía y no la de letras, para asegurarle una mayor seguridad económica.

Las consecuencias de estas decisiones, no necesaria ni totalmente conscientes, aparecen con nitidez en la trayectoria posterior del agente: gracias a la educación secundaria recibida se vincula con un pasado prestigioso y una versión de la historia nacional que mantendrá en algunas de sus obras. El Colegio Nacional fue refundado por Bartolomé Mitre y albergó a varios próceres de la historia argentina. Martín Kohan aparece en la lista de estudiantes ilustres del Colegio.

Por otra parte, la carrera universitaria le permite adquirir un saber específico sobre el campo literario, una habilidad particular en el manejo del discurso y en su lectura crítica, acceso a instancias de legitimación y consagración, entre otras competencias constitutivas de su trayectoria. Licenciado y doctor en Letras, escribe su tesis sobre San Martín, dirigido por Josefina Ludmer; también se vincula con Beatriz Sarlo. Ambas son figuras prominentes, con “poder consagratorio”, que inciden de manera clara en la notoriedad de Kohan.

Existen, además, hechos históricos de enorme importancia que orientan las opciones de los escritores de fines del siglo XX y comienzos del XXI. La dictadura militar y la guerra de Malvinas, seguidas por el retorno a la democracia, guardan relación con una temática particular que Kohan retoma. Sus novelas se inscriben en el conjunto de textos que abordan estos tópicos aunque proponen una visión diferenciada. Kohan se inscribe en una genealogía de autores ya reconocidos tomando distancia con respecto a enfoques de personajes y acontecimientos. Se vincula pero, a la vez, se aleja construyendo así su identidad diferenciada y, por lo mismo, su existencia social y las condiciones de su reconocimiento y prestigio.

Aparece aquí, subyacente, una noción fundamental: el lugar que ocupa el actor social condiciona sus opciones pero deja un margen para la gestión de la propia competencia, gestión orientada hacia un mayor reconocimiento y una consecuente mejora en su propia posición. Esto no garantiza eficacia en la estrategia ni involucra acciones necesariamente conscientes sino que hace visible el espacio de relativa libertad del agente. Como dice María Angélica Vega, Kohan se mueve “entre la regla y la estrategia”, entre la tradición que le da prestigio y la distancia crítica que lo diferencia de los demás.

¿En qué lugares del texto se registran las marcas de estas opciones del agente? La primera respuesta que surge es abarcadora: todos los elementos del texto son su resultado. Sin embargo, ante la necesidad de restringir los alcances de este trabajo, la autora señala algunos, tales como la elección del género novela y el valor acordado al testimonio, las temáticas seleccionadas, el modo como se construyen los personajes en contrapunto con los héroes tradicionales, intertextualidad con las obras de autores reconocidos. A ello se agrega un cuidadoso trabajo del agente en la construcción del enunciador, entendido éste como la representación textual del yo que dice. Se trata del abordaje de la enunciación implícita y la enunciada, característica de las novelas de Kohan. Y éste constituye un aporte particular de este libro a la lectura de las obras del escritor.

Kohan se presenta como un enunciador particularmente competente dado su conocimiento y su participación en una genealogía histórica y literaria prestigiosa pero también porque se erige como figura crítica de esa genealogía. Y toma distancia en, al menos, dos dimensiones: por una parte, en las relaciones intertextuales propone un enfoque diferenciado de hechos y personajes; por otra, incorpora alusiones metadiegéticas mediante las cuales introduce una visión distante de la de los personajes de la diégesis. Este doble vínculo, con el canon y con los actores del enunciado, instaura un enunciador cuya figura contribuye a la construcción de la competencia diferenciada del agente y, por lo mismo, de su identidad social. Kohan es presentado aquí como un agente que va acumulando competencias para escribir, a lo largo de su trayectoria, en el marco de una red de relaciones que lo condicionan pero no determinan, al mismo tiempo que su propio discurso le permite una autoconstrucción que apunta a incrementar su reconocimiento.

La escritura, como práctica en la que un agente realiza opciones posibles según el lugar que ocupa, se convierte también en uno de los ámbitos que le permite gestionar su competencia orientándola hacia el mejoramiento o, al menos, la conservación de ese lugar social.



1 comentario

  1. dianalapampa 16/02/2023 01:10

    FElicitaciones Angie, leeré con gusto tu libro. Un abrazo, Diana Moro

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