El modelo socio político que se impuso fuertemente en la Argentina de los 90 implicó una profunda transformación, fragmentación y debilitamiento del empleo asalariado, retraimiento del Estado, crecimiento de la desigualdad, de la desintegración social y aumento de la pobreza. La “cuestión social” comenzó a definirse en términos de pobreza con una consecuente reformulación de los problemas sociales, de los modos de acción y de los actores involucrados. Creció la necesidad de dar cuenta de las nuevas formas de pobreza y en la perspectiva de las ciencias sociales, más que conducir a una instancia de discusión que posibilitara repensar las mismas condujo a la delineación y al perfeccionamiento de planteos teórico metodológicos particularizados y focalizados y de distintos instrumentos de medición, tendencia en la que influyeron los requerimientos de los organismos internacionales. Este viraje que solo parece hacer referencia a un simple dato instrumental cobra otra importancia, al constituirse en uno de los elementos que influye en lograr que prevalezca una visión cuanti positivista de la pobreza y una desvinculación de los procesos socio económicos, asociándola más directamente a características y subjetividades de las personas en situación de pobreza. Merklen (2010) habla de una “crisis de paradigmas” en la que el excedente de información y datos viene a colmar el vació dejado por la teoría, la ilusión empírica tiene un efecto tranquilizador, el científico puede, con respaldo de datos, responder a las solicitudes de los hombres del Estado sin recurrir a teorías ya enviadas al cajón de los recuerdos.
Así la Línea de Pobreza (LP), las Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI) y otros métodos integrados, se fueron convirtiendo en la manera de definir la pobreza, de hablar de ella y de establecer diferentes categorizaciones; un tipo de apreciaciones que suelen servir de base para justificar la necesidad de políticas especiales para cada grupo, y permiten también sostener una jerarquización de la pobreza, la que posibilita o demanda básicamente seleccionar a quiénes necesitan una respuesta más urgente. Si bien paralelamente se observa en ese momento un incremento de los estudios e investigaciones cualitativas, los mismos están centrados en la descripción y comprensión de las estrategias de vida de las personas pobres y en menor medida de sus subjetividades y de su auto percepción de la pobreza. Muchas veces responden también a la necesidad de ver cómo se describen las diferentes categorías de pobreza[1]. Paradójicamente, no ha tenido la misma importancia el abordaje de las características y subjetividades de los sujetos involucrados en la problemática y particularmente de los que participan en la Política Social, sujetos que significan sus prácticas, que tienen representaciones sobre las diferentes esferas de la vida social y también sobre los pobres y la pobreza, una situación que nos interesa y nos lleva a transitar este camino. Muchos podrían ser los factores intervinientes en este vacío analítico, entre ellos que algunas concepciones desacreditan el estudio de las representaciones de los agentes del Estado en tanto privilegian el peso de las estructuras en las definiciones de lineamientos y acciones, también lo que menciona Merklen (2010) es que en cuanto más se habla de los pobres, menos se escucha sobre las cuestiones societales y las relaciones de poder, e investigar a estos actores sería una de las posibles aproximaciones al análisis de estas relaciones de poder.
Nos encontramos aquí ante una problemática relevante, en tanto que consideramos que es primordial el estudio de las representaciones de las personas que intervienen en el diseño y la implementación de Políticas Sociales. Representaciones que de alguna manera están presentes en el diseño de los programas, en las acciones e intervenciones derivadas de los mismos, como en la conformación del “sentido común” que se despliega alrededor de la pobreza y la desigualdad. Los cambios introducidos a partir del 2003 en el país marcan una fuerte ruptura con el modelo anterior, produciéndose un alejamiento de la Política Social neoliberal (lo que podemos observar en la implementación de la Asignación Universal por Hijo, los cambios en la política laboral y previsional, etc.) sin embargo sigue manteniendo presencia, en algunos sectores, la línea más asistencial que en el neoliberalismo fue adquiriendo peso y constituyendo como central la transferencia de bienes y servicios a las personas que no eran absorbidas por el mercado de trabajo y la creación de fuentes de ingreso monetario alternativas al empleo, mediante programas dirigidos a esos grupos.
Pero a pesar del quiebre es necesario considerar que la Política Social además de algunas lógicas que se van reproduciendo institucionalmente, suele llevarse a cabo con actores, que en muchos casos poseen una trayectoria y han transitado un recorrido dentro del Estado, y que participan en el diseño como en la implementación de programas desde representaciones con cierto grado de cristalización. Así el análisis de las representaciones se constituye también en un aspecto relevante para comprender cómo se reproducen, se modifican y coexisten paradigmas dominantes y alternativos, y cómo se producen o perpetúan significaciones en relación a las personas pobres y a la pobreza. Representaciones no homogéneas, que en algunos casos implican la presencia de un imaginario en el cual se despliegan apreciaciones vinculadas con un marco más autónomo y emancipador de los pobres, mientras que en otros aparecen representaciones, más allá de los discursos formales que implican apreciaciones en un marco de características más conservadoras y tradicionales. Surgen así una cantidad de interrogantes que ameritan una investigación específica sobre el tema, interrogantes en relación a cómo se representan los planificadores e implementadores de Políticas Sociales posteriores al 2003, a las personas pobres y a la pobreza, de qué forma estas representaciones se hacen manifiestas y qué vínculo tienen con los paradigmas existentes. Nos preguntamos también qué tipos de presupuestos de Política Social están presentes en estos agentes y de qué manera influyen o gravitan en el diseño y la implementación de los actuales programas.
Esta investigación, tiene entonces como objetivo general describir y analizar las representaciones de pobres y pobreza en el imaginario de planificadores e implementadores de Políticas Sociales en Argentina después del 2003, analizar las características de las mismas y considerar el tipo de relación de estas representaciones con el diseño y la implementación de programas. Centrarnos en esto no quiere decir que desconozcamos el marco socio económico y político en que se despliegan las Políticas Sociales o no consideremos la importancia fundamental del Estado nacional, sin el cual no podríamos hablar de Política Social, tampoco implica desconocer el peso en la definición y financiamiento de parte de los organismos internacionales, pero sí implica relevar un ámbito no suficientemente ponderado y poco explorado. Un ámbito relevante porque intenta dar cuenta de las representaciones de pobres y pobreza en actores sociales con poder de nombrar; analizando cómo las clasificaciones y definiciones, muchas veces consideradas objetivas por provenir de “técnicos”, tienden a volverse, como decíamos anteriormente, “sentido común”, o a cobrar un rol importante en la construcción de representaciones sociales y también en la definición de líneas y modos de acción. Desde esta perspectiva sostenemos que en la construcción y diseño de programas no interviene solo un discurso hegemónico y homogéneo que se impone desde fuera, sino personas concretas con sus historias de vida y experiencias, que siendo agentes del Estado, poseen diferentes discursos, y diferentes representaciones, que son individuales pero que paralelamente son resultado de construcciones y cosmovisiones sociales y que de una forma u otra están presentes en la forma que adquieren y se implementan los programas y la Política Social. Nos interesa entonces tratar de aproximarnos a las representaciones de planificadores e implementadores y considerar tanto sus características como el tipo de incidencia que tiene en el diseño y la implementación de los programas.
Dada la complejidad de esta primera aproximación a las representaciones de planificadores e implementadores, trabajamos en distintos niveles; consideramos así los diversos modelos de Política Social y su incidencia y/o gravitación en el diseño de políticas, a la vez que, seleccionamos programas sociales a nivel nacional, a nivel provincial (provincia de Buenos Aires) y a nivel municipal, dirigidos a personas pobres e implementados luego de 2003. Posteriormente entrevistamos tanto a informantes claves relacionados con la temática como fundamentalmente a planificadores e implementadores de la Política Social, lo cual nos ha permitido contar con información destacada para considerar en nuestro análisis. Teniendo en cuenta la naturaleza de la problemática planteada, el diseño del trabajo implicó recurrir a una metodología cualitativa, utilizando como herramienta central las entrevistas en profundidad. Esta metodología se inscribe en el marco del paradigma interpretativo, cuyo supuesto básico es la necesidad de comprensión del sentido de la acción social en el contexto del mundo de la vida, comprendido este por aspectos subjetivos, objetivos y sociales, en los que aparecen tanto instancias vinculadas con los significados subjetivos como con las condiciones objetivas de las mismas.
En el primer capítulo de nuestro trabajo esbozamos los cambios en las comprensiones históricas en relación a la pobreza, centrándonos en el modelo que introdujo el Estado de Bienestar y posteriormente el modelo neoliberal. Analizamos luego las concepciones y formas de intervención con respecto a la pobreza en la Política Social en Argentina, atendiendo especialmente las condiciones de pobreza en las últimas décadas. En el segundo capítulo presentamos visiones de la pobreza que diferentes paradigmas socio políticos incorporaron en los últimos siglos de la historia de occidente, y las comprensiones de la pobreza desde las ciencias sociales. Una forma de apreciación que nos llevó al abordaje de las Políticas Sociales y las representaciones de la pobreza existentes en los mismos. Paralelamente profundizamos nuestra propia comprensión del imaginario, las representaciones y las Políticas Sociales, resaltando la importancia de las representaciones, como construcciones individuales y sociales, y abordando fundamentalmente las representaciones de quienes tienen poder y autoridad de nombrar y clasificar a las personas pobres. En el tercer capítulo abordamos las representaciones de pobres y pobreza en planificadores e implementadores ligados a tres experiencias programáticas, para esto describimos esos programas y las visiones de los agentes en tanto, visiones de los “otros”, de las relaciones con esos “otros” y del programa en el que trabajan. A partir del análisis de estas visiones construimos, en el capítulo cuatro, una tipología de representaciones, constituida por tres tipos de representaciones, que intenta explicitar, de una manera sistemática, y de analizar los aspectos más relevantes de la cuestión. Finalmente, y a manera de conclusiones, llevamos a cabo reflexiones y comentarios teniendo en cuenta nuestros propósitos. Esperamos que esta aproximación pueda contribuir a una mayor y más profunda caracterización de las representaciones sociales en su vinculación con las políticas sociales.
- Para ahondar en la temática de las investigaciones sobre la pobreza consideramos interesantes dos estudios, el primero de Gunturiz (2010), el que analiza como la investigación social contribuye a crear y/o legitimar diferentes discursos, problemáticas y soluciones de política social, aportando a que, en el campo científico como campo de lucha, se configuren discursos y conceptos hegemónicos durante cierto tiempo. El segundo de Oyen (2002), el autor sostiene que podría decirse que la comprensión y el estudio de la pobreza ha pasado por tres fases: cuenta-cuentos (historias de vida); estudios enfocados en clientelismo e investigación sobre desarrollo; y, construcción de conocimiento sobre la reducción de la pobreza. Diciendo también que, se ha abierto una nueva etapa centrada en comprender los procesos de empobrecimiento. Procesos que continúan produciendo pobreza a medida que las estrategias que existen para poder reducirla no pueden siquiera competir con ellos. Proponiendo como reto evidenciar dichos procesos y colocarlos dentro de las agendas de investigación.↵