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El lenguaje en Ser y tiempo

De la filosofía del lenguaje a la topología del ser

Daniel Leserre[1]

La relevancia de Ser y tiempo para la reflexión filosófica del siglo XX y su continuación hasta la actualidad es señalada renovadamente: “Sin Ser y tiempo y su igualmente única influencia mundial no se puede entender ni la filosofía del siglo XX ni la discusión filosófica internacional del presente a comienzos del siglo XXI” (Rentsch, 2001: VII). En el marco de una investigación desarrollada desde la publicación de la obra, la interpretación de Ser y tiempo aún está en discusión y es susceptible de nuevos enfoques; particularmente a la luz del despliegue de la influencia de la obra que incluye: la interpretación de la misma, el que ella sirva como punto de partida o base para el desarrollo de posiciones filosóficas propias y la confrontación con (entre otros): distintas posiciones filosóficas, ciencias humanas, ciencias cognitivas, psicoterapia y psicoanálisis.[2] Mientras el desarrollo aún en curso de la detallada exposición que comprende la ontología fundamental en Ser y tiempo como “fenomenología hermenéutica del Dasein” (Herrmann, 1987: IX) muestra que el análisis, despliegue e interpretación de Ser y tiempo en el marco de su propio horizonte conceptual es una tarea aún vigente, varios enfoques apuntan en otras direcciones. Así, p. ej., los orientados al análisis de conceptos nucleares de la obra y su contraste metódico con la tradición filosófica sobre la que se han construido o los que apuntan a su reinterpretación y discusión con otras posiciones actuales. Todo ello contribuye a formas renovadas de comprensión, evaluación y proyección de la filosofía de Ser y tiempo. La reflexión sobre el lenguaje, a su vez, muestra de manera ejemplar tal influencia y repercusión de Ser y tiempo. Conectada con la hermenéutica y la metafísica desde la recepción inicial de la obra hasta la interrelación con la filosofía analítica en la última parte del siglo pasado la comprensión del lenguaje desarrollada en ella se proyecta y es actuante también hasta la actualidad. En ese contexto este trabajo propone el análisis del diseño de una línea de argumentación en Ser y tiempo como forma de respuesta a aspectos centrales de la discusión actual sobre el lenguaje en Heidegger.

I. El diseño de la argumentación respecto del lenguaje
en Ser y tiempo

La reflexión heideggeriana sobre el lenguaje ha dado lugar a diferentes elaboraciones; un mínimo recordatorio incluye, al menos lo siguiente. La tendencia a la interrelación que retoma cuestiones centrales de la elaboración heideggeriana con proyecciones propias puede ser ya identificada en las obras de Gadamer, Apel, Rorty y Brandom. El comentario de Dreyfus a la primera sección de Ser y tiempo[3] ha mostrado en detalle el carácter holístico de la concepción heideggeriana del “ser en el mundo” y, a partir de ello, proyectado un enfoque en interrelación con la investigación cognitiva. Sobre esta base Dreyfus criticó el programa de investigación de la inteligencia artificial, argumentando que los seres humanos siempre nos hallamos en situación en la cual nos encontramos con “cosas con significado” (Kiverstein, 2012: 2). The Space of Meaning[4] es un ejemplo de la proyección de la reflexión sobre el lenguaje de Ser y tiempo en la filosofía del lenguaje actual. En ella se muestra, precisamente, la posibilidad de proyección y desarrollo de la reflexión sobre el lenguaje en Ser y tiempo luego del denominado giro lingüístico. La investigación de Haugeland, a su vez, propone una detallada nueva conceptuación del proyecto de Heidegger y su significación para la filosofía en el presente. Ella apunta no tanto o no sólo a los filósofos dedicados a Heidegger sino a aquellos cuyos intereses centrales pueden ser puestos en paralelo con dicho proyecto; por lo cual su obra considera en detalle las implicaciones para el análisis filosófico de los conceptos de intencionalidad y significado.[5] La influencia del pensamiento de Heidegger y, particularmente, de su reflexión sobre el lenguaje a partir de Ser y tiempo se extiende a varios ámbitos, entre ellos la psicoterapia y el psicoanálisis. Así, se identifica un “psicoanálisis heideggeriano” (Varela, Thompson, Rosch, 2017: 178) como una visión de la psicopatología (diferente tanto del enfoque freudiano como el de la teoría de las relaciones objetales) desarrollada por Jaspers, Binswanger y Merleau-Ponty “basada en la filosofía de Heidegger” (Varela, Thompson, Rosch, 2017: 179); visión que apunta a una concepción de los desórdenes psicopatológicos basada en el “ser en el mundo” como un modo de ser global e integral. Asimismo, la hermenéutica del “ser en el mundo” ha sido vista recientemente como una contribución al psicoanálisis en tanto busca “iluminar por la interpretación las estructuras de significado [DL] que organizan los mundos de experiencia” (Stolorow, 2011: 2). Estas rápidas menciones confirman la posibilidad de identificar tendencias en la recepción e interpretación de la reflexión sobre el lenguaje en y a partir de Ser y tiempo, las cuales incluyen: el desarrollo de las intenciones teóricas expresamente declaradas por Heidegger, la discusión con la tradición filosófica previa a Ser y tiempo y su interpretación por parte de Heidegger, y la interrelación de la obra con otras posiciones filosóficas, ciencias humanas, ciencias cognitivas o formas discursivas que dan pie a la variada recepción y discusión de la misma. Esta recepción así identificada sugiere una justificación para la reconsideración del lenguaje en Ser y tiempo.[6] Por un lado, la recepción actual retoma las ideas de Ser y tiempo conectándolas con nuevos intereses y finalidades y, por el otro, precisamente por ello, renueva la comprensión e interpretación de la obra.

Esta interconexión entre la propia posición de Ser y tiempo respecto del lenguaje que se elabora en contraposición con la concepción configuradora de la filosofía del lenguaje, por un lado, y la recepción actual de dicha posición, caracterizada por su interpretación y proyección en función de cuestiones actuales constituye el ámbito específico del presente trabajo. El objetivo del mismo consiste, entonces, en, a la luz del interés de la recepción en el presente por proyectar la obra heideggeriana en discusiones filosóficas actuales, reexaminar el diseño de la argumentación heideggeriana respecto del lenguaje desplegada en Ser y tiempo siguiendo la línea de su elaboración de los conceptos de significado y sentido. Con el análisis de las nociones de sentido y significado se indica la respuesta heideggeriana al núcleo conceptual de la filosofía del lenguaje en el siglo XX y, asimismo, al mostrar que estas nociones están enraizadas en el habla como “ser en el mundo” se señala cómo dicha respuesta alcanza las perspectivas sobre el lenguaje características del siglo actual, en las que se destaca la de las ciencias cognitivas. Esta argumentación puede ser identificada como un trayecto que parte de la recepción crítica por parte de Heidegger de la tradición filosófica sobre el lenguaje (o también filosofía del lenguaje en un sentido amplio) en el marco de su “destrucción de la historia de la ontología”, se desarrolla temáticamente en Ser y tiempo como ontología del habla y, finalmente, se proyecta, sobre la base establecida ya en la obra misma, como una propuesta de comprensión del lenguaje cuyo último horizonte es brindado por la topología del ser. En consonancia con ello el presente trabajo propone que las posibles relaciones de la filosofía expuesta en Ser y tiempo con otras líneas o posiciones filosóficas deben comprenderse desde el propio horizonte conceptual de la obra. Dicho en forma de tesis, la relación con otras posiciones, sea en la comparación directa, sea por vía del análisis temático de cuestiones desde distintas orientaciones, debe incluir la reconstrucción del horizonte conceptual propio, diseñado en y por Ser y tiempo. Precisamente este carácter interrelacional que identifica tanto a la obra como a su recepción lleva a que esta reconstrucción de la posición de Heidegger sea argumentativa.[7]

II. La ontología del habla: enfoque y momentos de la argumentación

Desde un punto de vista relacionado con las discusiones actuales acerca del lenguaje Ser y tiempo da lugar a un múltiple interés que puede ser desarrollado de variadas formas. Una de ellas, como acabamos de sugerir, radica en identificar y reconstruir el diseño de su argumentación. En la introducción de Ser y tiempo, después de haber determinado la tarea correspondiente a la “destrucción de la historia de la ontología” (Heidegger, 1977: 27) señala Heidegger el lugar que en la misma ocupa la tradición conceptual referida al lenguaje: “el sentido fundamental de lógos es habla (Rede)”. Agrega que esta traducción literal sólo será plenamente válida a “partir de la determinación de lo que quiere decir habla” (1997: 43). Con ello se tiene también una guía para la identificación de la posición de Ser y tiempo respecto de la comprensión del lenguaje en la tradición filosófica y de la filosofía del lenguaje. La siguiente afirmación puede servir como síntesis de dicha posición: “La investigación filosófica deberá renunciar a la ‘filosofía del lenguaje’ para preguntarle a las ‘cosas mis­mas’” (Heidegger, 1977: 221). En ella se ve tanto la crítica a la concepción filosófica tradicional del lenguaje, encapsulada en la expresión “filosofía del lenguaje”, como la indicación del propio itinerario teórico heideggeriano desarrollado en Ser y tiempo como ontología fundamental del habla. Precisamente, el desarrollo de la perspectiva ontológica del lenguaje desde la ontología fundamental implica la renuncia a la comprensión de la filosofía del lenguaje para preguntarle a las “cosas mis­mas”. El horizonte ontológico de comprensión desde el cual la visión filosófica y su derivación en formas de comprensión científica del lenguaje determinó a este como objeto resulta, para Ser y tiempo, insuficiente. Brevemente, tal comprensión ontológicamente estrecha puede ser identificada como orientada por el enunciado y por la subsunción de la gramática a la lógica; filosofía del lenguaje y teoría del significado derivan de y se basan en esta comprensión del lenguaje. Frente a la filosofía del lenguaje la perspectiva ontológica, puesta de manifiesto en el análisis del fundamento ontológico-existencial del lenguaje, esto es, del habla (Rede), específicamente se orienta con la siguiente pregunta guía para la investigación: ¿cuál es el modo de ser que le conviene al lenguaje? (Heidegger, 1977: 221). Desde ella, asimismo, se debe enfocar la cuestión central de la filosofía del lenguaje: “La teoría del significado tiene su raíz en la ontología del Dasein” (Heidegger, 1977: 220). Este enfoque es desarrollado temáticamente en primer lugar en el § 34. Precisamente su primer párrafo indica del habla: “De este fenómeno hemos hecho uso permanentemente en la interpretación, hasta el momento, del encontrarse, del comprender, de la interpretación y del enunciado; pero, al mismo tiempo lo elidimos del análisis temático” (Heidegger, 1977: 213). En el marco del “análisis preparatorio” del Dasein (Heidegger, 1977: 307) el propósito del análisis del fundamento ontológico-existencial del lenguaje llevado a cabo en el § 34 radica en señalar, desde el punto de vista de la ontología fundamental, el “lugar” del habla en la constitución del Dasein (Heidegger, 1977: 221). En ello pueden identificarse al menos los siguientes tres objetivos: 1) determinar y exponer la estructura ontológica del “habla”, fundamento del “len­guaje”; 2) confrontar los resultados de tal análisis con la comprensión filosófico-cien­tífica del lenguaje y proponer una nueva perspectiva ontológica en la consi­deración del mismo; y 3) fijar las bases sobre las cuales ella puede desarrollarse en la medida que el habla sea considerada en relación con la “temporalidad” y el “ser”, esto es, lograr una nueva determinación ontológica del lenguaje. Al cumplimiento de estos objetivos tiende la argumentación respecto del lenguaje que puede ser identificada en Ser y tiempo siguiendo su análisis temático. En este análisis temático del habla es posible identificar, en forma esquemática, tres momentos principales. En primer lugar, el habla es comprendida como un existenciario constituyente, conjuntamente con la comprensión y la disposicionalidad o encontrarse, del “ser en el mundo” (§ 34). En segundo término el habla es analizada en conexión con la autenticidad o propiedad, por un lado, contrapuesta a la inautenticidad o impropiedad, es decir en tanto el habla se realiza en alguno de los modos en los cuales el Dasein se comporta respecto de las posibilidades que es (§ 35 y §§ 55-60). En tercer lugar el habla es analizada a partir de la temporalidad (§ 68d) y (§ 69c).

III. La articulación de sentido y significado: el habla

La ontología del habla desarrolla una argumentación respecto de lo que han sido los conceptos centrales de la filosofía del lenguaje: sentido y significado. Ello forma parte de lo que puede identificarse en Ser y tiempo como respuesta al reto planteado a la obra desde la discusión actual. El núcleo de esta argumentación se halla, precisamente, en la concepción del habla como articulación de sentido y significado, en primer término, como dijimos, en el § 34. El inicio mismo del análisis temático establece una distinción que está lejos de ser mera o secundariamente terminológica: mientras “len­guaje” (Sprache) designa el fenómeno como tal, “habla” (Rede) designa el fundamento del lenguaje en tanto es su condición ontológica de posibilidad. En este sentido se afirma que el habla es “el fundamento ontológico-existenciario del lenguaje” (Heidegger, 1977: 213). El habla es definida por ser la “articulación de la comprensibilidad” (Heidegger, 1977: 214), la cual se configura por lo “articulable” y lo “articulado”. En el primer caso se trata del sentido (Sinn), mientras que en el segundo del significado (Bedeutung), o del conjunto o ensamble de significaciones (Bedeutungsganze). Tal articulación es pues considerada desde esta doble perspectiva: en tanto posibilidad y virtualidad de articulación o en su configuración efectiva. El sentido es lo “articulable”, el conjunto de significados lo “articulado”. El habla en tan­to articulación de la comprensibilidad implica entonces una suerte de transposición, realización o efectivización del sentido en significados. El sentido es explicitado a partir de la comprensión, la cual se refiere a la estructura “esencial” de la existencia humana, el “poder ser” (Heidegger, 1977: 191). La comprensión es el “ser existencial mismo del ‘poder ser’”, constituyente de la existencia (1977: 192), “proyecto” en tanto es entendi­da como estructura existencial (1977: 193). El proyecto es, a su vez, concebido como la constitución existencial del ser propia del espacio de juego (Spielraum) donde se desarrollan las posibilidades fácticas de la existencia. El proyecto primario, por su parte, puede ser comparado a la primera movida de un juego que tendría la peculiaridad de crear simultáneamente las reglas dentro de las cuales el mismo puede y debe desarro­llarse. El proyecto instituye los fundamentos de la apertura de la existencia concreta en tanto esta es siempre una manera de poder ser, de mo­do tal que los entes que forman parte del mundo son “descubiertos”; es decir, ubicados dentro de las coordenadas trazadas por la comprensión, pasando a for­mar parte integrante de la estructura de sentido “abierta” por el “ser” de la existencia. El sentido es aquello donde “se sostiene la comprensibilidad de al­go” (1977: 201), es la estructura formal a partir de la cual todo ente deviene “comprensible” y puede entonces ser caracterizado como la condición de po­sibilidad de la inteligibilidad del ente. Es la estructura formal del proyecto que, orientándolo en una determi­nada dirección, posibilita que algo sea entendido “como” algo (1977: 201). “Sentido” designa precisamente el límite mismo de la posibilidad de toda comprensión, no siendo como tal determinable en la medida en que es condición de toda determinación por la comprensión. El sen­tido, al tener su raíz en la misma posibilidad existencial, es como tal posibili­dad, virtualidad; visto en relación con el significado, aquello que puede ser articulado en todo y cada acto de producción de significado.

La relación que media entre el sentido y el significado puede ser comprendida como la que va de la virtualidad a la efectividad. El significado es lo ya articulado, lo que dejando de ser pura posibilidad se determina en una estructura de relaciones que adquieren una determinada configuración y con ello una cierta efectividad. Sólo mencionando las instancias articuladoras del significado (significatividad, mundanidad, significado como tal y estructura de significados) importa subrayar el mencionado carácter de efectividad que el significado adquiere en tanto es visto desde la virtualidad del sentido. El conjunto de significados o, sencillamente, el significado, resulta entonces una estructura intermedia entre la pura potencialidad del ha­bla en tanto constituida por el sentido y la efectividad fáctica del lenguaje. La “significatividad” (Bedeutsamkeit) constituye la “condición ontológica de posibilidad” que permite al Dasein articular significaciones que por su parte “fundan” la palabra y el lenguaje (Heidegger, 1977: 117). En el recorrido que va de la condición que funda al fenómeno fundado pueden entonces señalarse hasta el momento las si­guientes etapas: el habla como existenciario constituyente del “ser en el mundo”, el sentido como lo articulable en el habla, el conjunto de significados, los significados. En este punto de la secuencia de fundamentación aparece el lenguaje en sentido específico. La virtualidad del sentido constituyente de la com­prensibilidad del “ser en el mundo” adquiere determinación en la medida que se constituye en significados y, a partir de ello, se vuelve efectiva en la medida en que los significados se vuelven efectivos en palabras; con ello el habla “tiene un propio ser mundano” (1977: 214). El habla es una estruc­tura de sentido anterior, previa y, en este sentido, independiente de la palabra. El lenguaje a su vez, definido por respecto a ella, es su realización por medio de la expre­sión en la medida en que esta posibilita el conjunto de los significados que se precipitan en el sonido y es caracterizado por la cualidad de haberse expre­sado ya siempre en palabras: “La exteriorización (Hinausgesprochenheit) del habla es el lenguaje” (1977: 214). Pero este pasaje del habla al lenguaje no debe ser entendido como manifestación de la interioridad que saldría fuera de sí al hablar, se trata antes bien, de una suerte de cambio de registro por el cual el sentido, constituyente de la arquitectura del mundo, se articula en significados que, siguiendo una analogía química, se precipitan a su vez en palabras. Este pasaje se basa en el carácter, propio del Dasein, de estar “arrojado y remitido al mundo” (Heidegger, 1977: 214) por lo cual el ha­bla deviene lenguaje y llega a ser efectivamente existente en el mundo como “ente intramundano”. El lenguaje resulta así la posible articulación del sentido en el habla, determinado en un conjunto de significados, que se expresa por medio del sonido. El sentido así precipitado adquiere un ser fáctico equiparable al de un instrumento efectivamente existente. La relación de fun­dación ontológica señala entonces una suerte de arco o recorrido que va desde el proyecto originario, momento inicial del sentido, hasta la existencia fáctica del lenguaje. El polo del proyecto representa la máxima virtualidad y posibi­lidad de determinación, mientras que en el otro extremo, la lengua se caracte­riza por ser efectividad (incluso basta llegar a ser “lengua muerta”), determi­nación, diferenciación en la estructura de significados y máxima concreción del sentido en el sonido. Con ello la estructura ontológica existencial es identificada con la misma posibilidad de articular la comprensión; es decir, la acción básica de poder hablar no debe ser reducida o circunscripta a la exteriorización en palabras en el sentido dicho. Esta acción básica puede llevarse a cabo en una gama de realizaciones que incluyen el hablar efectivamente en la articulación exteriorizada del sonido en palabras, el oír y el callar. La comprensión ontológica del lenguaje expuesta en el concepto de habla, no implica, como se ve, la expresión en palabras. “Callar” y “oír” forman parte del habla en tanto estas acciones ponen en acto el sentido.

IV. De la espacialidad del significado a la temporalidad del sentido

Entre las preguntas con que se cierra el análisis del habla en el § 34 figura la de si es por azar que los significados “sean a menudo predominantemente ‘espaciales’” (Heidegger, 1977: 221). Una respuesta sumaria a la cuestión específica de la espacialidad del significado es: la espacialidad del significado tiene su base en la espacialidad propia del Dasein. El Dasein no ocupa una parte del espacio a la manera de una cosa real o de un útil, el Dasein ocupa espacio en el sentido de que al existir ya ha dispuesto y ordenado siempre un espacio donde moverse (Cf. 1977: 486); el Dasein es “espacial en cuanto cuidado, es decir, en cuanto existir fáctico cadente” (1977: 485). Una respuesta más desarrollada a la pregunta por la espacialidad del significado se despliega como una argumentación que muestra la sustentación del significado en la temporalidad del sentido. La fundamentación ontológica del concepto de significado parte, entonces, del primer momento del análisis del habla y continúa en su reiteración en la segunda parte de Ser y tiempo hasta desembocar en la mostración de la base del significado en la génesis temporal del sentido. El desarrollo de esta génesis ontológica comienza ya en el análisis del habla llevado a cabo en el § 34. Este análisis muestra que el habla, en tanto estructura ontológica existenciaria, es comprendida como la acción misma de poder hablar, es decir, de articular la comprensión. Tal posibilidad de articular la comprensión se da también en el oír [Hören]. Esta equivalencia desde el punto de vista de la ontología del Dasein es señalada expresamente en el texto a través de las expresiones: “poder hablar” (Redenkönnen) (Heidegger, 1977: 34) y “poder oír” (Hörenkönnen) (1977: 217). “Callar” (Schweigen), a su vez, es otra “posibilidad esencial del hablar” (1977: 217). Para poder callar hay que poder hablar (1977: 217) y quien calla al dialogar “da a entender” (1977: 218). “Al lenguaje en tanto habla le son propias como posibilidades oír y callar” (1977: 214); ambas forman parte del habla en tanto ponen en acto el sentido. De modo tal que la condición ontológica de posibilidad del fenómeno, el ha­bla, está constituida como un conjunto de posibilidades básicas de articulación de la comprensión: hablar, oír, callar. De este modo, la ontología del habla abre una base para la reflexión sobre fenómenos como el silencio y el oír la voz de la conciencia moral.[8] Ello lleva al análisis de la prevalencia del ser posible frente a las realizaciones efectivas y, en este sentido, a lo que aún no ha sido o puede ser dicho frente a lo ya comprendido y expresado.

Ello establece, entonces, ya en el primer análisis temático del habla en el § 34 una transición hacia el segundo momento del análisis del habla. Con la integración de los fenómenos del oír y callar en la misma estructura ontológica del habla se abre la consideración de ella en relación con la autenticidad o propiedad (Eigentlichkeit) y la inautenticidad o impropiedad (Uneigentlichkeit). El habla se analiza desde la perspectiva de los “modos” en los cuales el Dasein puede comportarse respecto de su “poder ser” (§ 35 y § 55), es decir los “modos” en los cuales el Dasein puede comportarse respecto de las posibilidades que él es. Con ello la ontología del Dasein anuda el habla a la comprensión en tanto esta es el ser mismo del poder ser (Cf. 1977: 191). “Posibilidad” como característica del Dasein, designa la determinación ontológica “más originaria y posi­tiva” del Dasein, su determinación última como existenciario (1977: 190s). Desde esta determinación el habla queda orientada hacia lo que puede ser comprendido y dicho de un modo distinto a las formas de comprensión y decir establecidas como dadas. A través de la modificación existenciaria del “uno” al “sí mismo”, el significado se conforma desde este ser uno mismo. Con ello, al asumirse simultáneamente el carácter de lo posible como tal, es planteada la posibilidad de volver a configurar los significados establecidos, es decir, la posibilidad de reconfiguración del orden de los significados en virtud del dinamismo propio del sentido. El significado es el resultado de una forma estabilizada del sentido y muestra, en tanto el sentido es desde el punto de vista de la ontología del Dasein posibilidad, que el significado puede ser otro, diferente al establecido.

Partiendo, entonces, de la comprensión de la modulación existencial autenticidad-inautenticidad como comportamiento del Dasein respecto de lo posible como tal, la existencia auténtica o propia puede ser considerada como la asunción por parte de este de la acción permanente del sentido, en tanto genera, gesta, suprime y supera los significados ya efectivamente establecidos. La consideración de las modulaciones existenciales en su relación con el habla permite enton­ces reinterpretar las nociones de autenticidad e inautenticidad. Heidegger mismo ha afirmado que el análisis llevado a cabo en la segunda sección de Ser y tiempo (Dasein y temporalidad) es guiado por un modelo fácticamente dado, en ella: “una concepción óntica de la existencia auténtica” subyace a la “interpretación ontológica de la existencia” (1977: 411). En esta se halla presente, especialmente en lo tocante al análisis de la conciencia moral, la tradición filosófico-teológica del cristianismo. Ella deja, por lo tanto, abierta la posibili­dad de una reinterpretación de las determinaciones conceptuales conformadas por dicho modelo desde y en conexión con otros contextos y perspectivas o modelos. La reconfiguración del orden de los significados en virtud del dinamismo propio del sentido en última instancia depende de la orientación del ser.

Luego de la exposición del habla como “articulación de la comprensibilidad”, previa en el orden de fundamentación a su posible sedimentación a través del sonido, y de la perspectiva abierta en el segundo momento el análisis del habla se reitera, en un tercer momento. El habla encuentra su sentido y horizonte de comprensión en la tarea fundamental del texto expresada como “interpretar de un modo ontológico-existencial y desde su fundamento el modo originario del Dasein fáctico en la perspectivas del existir propio e impropio” (1977: 575). Este fundamento y, por consiguiente, su sentido de ser como posible totalización se revela como temporalidad. Así, la ontología del habla revela el fundamento del habla y el significado en el sentido. En la medida en que el “fundamento ontológico originario de la existencialidad del Dasein es la temporalidad” (Heidegger, 1977: 311), se pone de manifiesto una nueva determinación en la consideración del habla. La reiteración de la analítica desde la perspectiva de la temporalidad muestra este estrato ulterior en el orden de fundación ontológica sobre la que se asientan sentido, significado y habla: la temporalidad (1977: 428-431 y 482-485). El habla, en tanto articulación sen­tido-significado resulta “en sí misma temporal” en la medida que la actividad de hablar se funda en la “unidad extática de la temporalidad” (1977: 462). Si hasta aquí se había puesto de relieve que la significatividad representaba sin más la “constitución ontológica del mundo” (1977: 482), se afirma ahora que: “Únicamente partiendo de la temporalidad del habla, es decir del Dasein como tal, puede aclararse el ‘origen’ del significado [DL] y hacerse ontológicamente comprensible la posibilidad de la formación de conceptos” (1977: 462). De esta forma la espacialidad del significado se funda en la génesis temporal del sentido. Mientras el significado, desde la perspectiva tradicional y desde su enfoque existencial como “caída” es espacial, el sentido introduce posibilidad, orientación y temporalidad. De forma tal, entonces, que la respuesta de la reflexión heideggeriana sobre el lenguaje al reto planteado desde la discusión actual incluye, en este punto crucial para la filosofía del lenguaje, que mientras el significado remite al espacio, su arquitectónica ontológica, el sentido, al tiempo.

V. Proyección de la ontología del habla en la reflexión sobre el lenguaje

De este modo, el concepto de habla, tal como es puesto de manifiesto en Ser y tiempo, reasume y proyecta un nuevo horizonte de comprensión ontológica del concepto de lógos. Tal como vimos, la noción de habla, así comprendida, representa el conjunto de acciones básicas de comprensión en relación con el lenguaje y, a partir de ello, la ontología existencial del lenguaje antes que una filosofía del lenguaje, heredera de la comprensión configurada en las mencionadas relaciones entre ontología, lógica y gramática, constituye una ontología fundamental del habla la cual, establece como base la conjunción entre estructura ontológica y acción básica de articulación del comprender. Desde este punto de vista se pueden indicar las posibles contribuciones de la ontología del habla a la reflexión actual sobre el lenguaje. A continuación se trata, brevemente, antes que nada de indicar posibles vías de convergencia, la primera referida a una tendencia predominante en la actual recepción de Heidegger, las ciencias cognitivas, la segunda relativa a la interpretación heideggeriana de la historia de la comprensión del lenguaje en el caso de Humboldt, la tercera a la relación con la filosofía del lenguaje de Wittgenstein.

Desde los enfoques surgidos de, o vinculados a, las ciencias cognitivas se ha puesto en primer plano el carácter holístico e integrador de la noción central de “ser en el mundo”. Por ello se subraya la perspectiva de Heidegger según la cual el mundo “más que ser simplemente una unidad compleja de objetos caracterizados por la substancialidad, la materialidad y la extensión es, en realidad, una red de significado [DL]” (Gallagher, Zahavi, 2008: 153). Al habla le corresponde la comprensión del concepto de mundo desplegada en Ser y tiempo. Ello conlleva que la unidad y totalidad que identifican la constitución fundamental de la existencia caracterizan al habla. De forma tal que la ontología del habla desarrollada en Ser y tiempo comprende, precisamente, el significado como formando parte y reproduciendo como tal este carácter holístico del “ser en el mundo”. Ello puede verse, precisamente, en que la actividad del habla, el hablar acerca de algo, pone en acto la virtualidad del sentido y, al hacerlo, genera redes u ordenamiento de significados configuradores de lenguas y discursos. Esta actividad es fenomenológicamente identificada por una conformación de rasgos o “caracteres existenciarios”, dentro de una totalidad sostenida en la “constitución de ser” del Dasein (Heidegger, 1977: 215). Caracteres que, en consecuencia, no son el resultado de una recopilación empírica sino exponentes de la estructura ontológica, condición de posibilidad del lenguaje. Es precisamente por ello que en la “configuración fáctica del lenguaje” (1977: 216) alguno de ellos puede no estar expresa y literalmente de manifiesto. Los caracteres existenciarios definidos como condiciones ontológicas de posibi­lidad constituyen el priori de toda lengua y se asientan, a su vez, en el sentido y “poder ser” constitutivos de la índole misma del Dasein. En primer lugar el habla se caracteriza por presentar un término o polo referencial en la medida que hablar es siempre “hablar acerca de algo” o “ha­blar sobre algo” (Worüber). Esta referencialidad del discurso no es equiparada a una propiedad exclusiva de la proposición, ni debe ser identificada con la referencia del enunciado en la estructura sujeto-predicado sino que funda a esta. Toda forma de discurso, la expresión de deseo, la orden, etcétera, tiene un acerca de qué cuyo fundamento se halla en la estructura misma del habla. De modo tal que en este carácter existenciario es puesta de re­lieve la estructura referencial del habla como tal. Referencia que bien puede ser constituida por un “objeto real” identificable en el mundo, pero que fundamen­talmente designa la situación considerada globalmente, en la cual se pone de manifiesto el carácter de “ser en el mundo” como tal del Dasein. Partiendo de este polo referencial se construye entonces aquello que es dicho en cuanto tal (Geredete) constituyendo el segundo momento de la estructura del habla. La tercera función propia de la estruc­tura del habla es la comunicación (Mitteilung) en la cual se vuelve explícito el carácter existencial del vínculo social. Finalmente, el cuarto momento se halla constituido por el expresarse (Sichausprechen). También esta característica debe ser entendida en su estricta intención ontológica. Al ser la “existencia” la “substancia del ser humano” (1977: 281) este se caracteriza, “antes” de toda intención de expresión y de toda posible relación entre “adentro” y “afuera”, por el estar “expuesto” en la vinculación social. “Expresarse” pone de manifiesto el carácter de “exterioridad” propio de la existencia, del cual, a su vez, resultan las posibles maneras de “encontrarse” o “disponerse afectivamente” que se indican explícitamente a tra­vés del tono, la modulación y la escansión del habla. Esta conformación existenciaria del habla da pues un marco para la elaboración de las interrelaciones respecto del lenguaje entre ontología del habla y ciencias cognitivas.

Ello se reafirma, a su vez, desde el punto de vista de la metodología de la ontología del habla. En este sentido, el carácter holístico e integrador de la noción de “ser en el mundo” se ve en el concepto de “isoriginariedad” (Gleichursprünglichkeit) (1977: 241); concepto metodológico central específicamente en el análisis del “en” del “ser en el mundo”. Ya la forma de escritura en el texto (Da-sein), común a los títulos de los tres parágrafos[9] de la estructura del “en” (Da), es una indicación de que encontrarse, comprender y habla son comprendidos desde el ser del Dasein como formas ontológicamente isoriginarias de este. De este modo el Da es abierto de modo totalizador y unitario en la apertura del “ser en el mundo”. En este sentido, p. ej., el texto afirma que encontrarse y comprender “son determinados por el habla de manera isoriginaria” (1977: 177). Ello implica que: a) las tres dimensiones son formas de ser del Dasein del mismo rango ontológico, b) cada una cubre la totalidad de la apertura del “ser en el mundo” y c), en este sentido, se recubren respectivamente. La identificación del habla como “articulación de la comprensibilidad” muestra la unidad, ontológicamente isoriginaria, entre encontrarse o disposición afectiva, comprender y habla como momentos del “ser en el mundo”; unidad desde la cual la ontología fundamental del Dasein comprende conceptos centrales de las tradiciones filosóficas y científica, como los de afectividad, inteligencia y lenguaje. Esta manera de comprender dicha relación constituyente, previa a una distinción entre tipos de entidades, parece ofrecer una ventaja frente a los intentos de comprender de forma holística la existencia humana que proceden sumando aspectos, propiedades, disciplinas o enfoques. El concepto metodológico de isoriginariedad se sustenta en la unidad fundamental entre existencia y mundo desvelado en el texto por el concepto central de “ser en el mundo”. Este parece, entonces, representar aún hoy una perspectiva significativa a tener en cuenta cuando se intenta comprender la relación entre existencia y mundo como total y totalizadora e, inscripta en ello, el lenguaje.

La consideración de Humboldt constituye una referencia estructural de la posición heideggeriana respecto del lenguaje y es un caso ejemplar de su interpretación de la historia de la comprensión del lenguaje. La posición de Heidegger respecto de Humboldt se desarrolla en conexión con su análisis de la espacialidad. La espacialidad existencial, propia del Dasein, se pone explícitamente de manifiesto respecto del lenguaje. Heidegger se refiere a la indicación de W. v. Humboldt (Heidegger, 1977: 159) según la cual hay lenguajes que expresan el “yo” por medio de un “aquí”, el “tú” por un “ahí “y el “él” por un “allí”, es decir, que expresan los pronombres personales por adverbios de lugar. Desde el punto de vista de la ontología existencial los adverbios de lugar se relacionan con el yo en cuanto Dasein. “Aquí”, “allí” y “ahí” no son determinaciones locales del ente intramundano que está en ciertos lugares del espacio, “sino caracteres de la espacialidad originaria del Dasein” (1977: 159). De forma tal que en este respeto los adverbios de lugar “son determinaciones del Dasein, tienen primariamente significado existencial y no categorial” (1977, p. 159) y este significado “es anterior a la distinción entre adverbios de lugar y pronombres personales” (1977: 159). “Cuando el Dasein se refiere explícitamente a sí mismo diciendo yo-aquí, esta determinación local de la persona debe ser comprendida desde la espacialidad existencial del Dasein.” (1977: 159). Esta referencia al yo-aquí no se refiere a un punto privilegiado del espacio, el ocupado por la “cosa yo”, sino que se comprende como una forma de “ser en el mundo”. Con ello volvemos al enfoque. Precisamente, la “asunción del horizonte filosófico dentro del cual W. v. Humboldt planteó el lenguaje como problema no es suficiente” (1977: 220). Con ello la cuestión de la espacialidad del significado es reconducida a su base en la ontología del Dasein: el habla. La posición de Heidegger aquí respecto de Humboldt muestra en primer plano el señalamiento desde el punto de vista del interés de la ontología fundamental de la limitación de la concepción de Humboldt. Ahora bien, ambas posiciones no resultan por ello incompatibles. Antes bien, el análisis heideggeriano parece no excluir, que precisamente la perspectiva de Humboldt no pueda ser reasumida en el horizonte la ontología del Dasein. Dicho afirmativamente, parece posible y legítimo aceptar ambas posiciones. Esto es, señalar el límite de la comprensión ontológica del lenguaje en Humboldt y, al mismo tiempo, acordar con la posibilidad de su inscripción en el marco de la nueva interpretación ontológica desvelada en la ontología del habla. Es decir, la concepción fundamental de que el lenguaje no es érgon sino enérgeia, podría ser reasumida en el nuevo contexto del horizonte de la ontología del Dasein. Más aún, la interpretación del habla como dinámica de la transformación del sentido en significado parece ser uno de los resultados de la conservación de esta concepción. Esto permite, a su vez, conectar la reflexión heideggeriana sobre el lenguaje con las varias proyecciones de la concepción de Humboldt en el siglo XX.

La comparación y el contraste con Wittgenstein es ya un capítulo per se de la investigación sobre Heidegger, particularmente distintivo de la reflexión filosófica en el siglo XX.[10] En tal contexto quisiera sólo señalar brevemente un aspecto de las posibilidades de desarrollo presentadas por la filosofía del lenguaje de Ser y tiempo que aparecen potenciadas, precisamente, en tanto ella es considerada en interrelación. El análisis del habla visto muestra, tal como vimos, como el habla en tanto estructura ontológica existenciaria, es identificada con la misma acción básica de poder hablar, lo cual quiere decir: poder articular la comprensión. Centrar el habla en ello pone de manifiesto que oír y callar también son formas equivalentes de articular la comprensión, si bien con distintas relaciones con el sonido. Esta determinación del habla como articulación de la comprensibilidad y, consecuentemente, la apertura a estas formas de relación con el sonido como el callar y el oír, permite la ampliación del análisis a una di­mensión del lenguaje que no se hallaba en el horizonte habitual de com­prensión en el cual se movían tanto las disciplinas lingüísticas, como buena parte de las orientaciones en filosofía del lenguaje. Con ello, con la guía del concepto de comprensión, la filosofía del lenguaje de Ser y tiempo ofrece, por un lado, un posible desarrollo conceptual integral frente a tales posiciones y, por otro, una vía de análisis frente a la conclusión del Tractatus en la célebre proposición 7.

VI. El lenguaje y el horizonte conceptual de Ser y tiempo

Lo desarrollado hasta aquí ha seguido la argumentación de la ontología del habla en tanto el texto la presenta como análisis temático, esto es, directo y explícito. Pero la investigación sobre el lenguaje en Heidegger ha subrayado hace ya tiempo que la significación del fenómeno “lenguaje” en la arquitectura de Ser y tiempo es mucho más importante que lo que su tratamiento explícito permite suponer.[11] Esto implica pasar de la consideración del análisis temático del lenguaje, que nos permitió identificar una argumentación en tres momentos, a una reconsideración del lenguaje en Ser y tiempo desde el punto de vista de la cuestión que articula teóricamente la obra, la pregunta que interroga por el sentido de ser, y conduce a apreciar la ontología del habla desde este punto de vista unificador. La cuestión que articula teóricamente la obra determina su horizonte conceptual y lleva a poner en el centro de la interpretación el fenómeno fundador ontológicamente de apertura o estar abierto (Erschlossenheit).

Desde este punto de vista orientado por una visión de conjunto de Ser y tiempo, la interpretación del concepto fundamental de Dasein experimenta una transformación radical que “conduce a una nueva comprensión de la empresa de la ontología fundamental que debe ser elaborada siguiendo el camino de la analítica del Dasein” (Herrmann, 2008: 13). De acuerdo con esta nueva perspectiva de interpretación “Al concepto de ‘Dasein’ le pertenecen, en tanto este significa el ‘ser’ (Sein) del ‘ahí’ (Da), el ‘ser’ (Sein) y el ‘ahí’ (Da)” (Herrmann, 2008: 13). Este “ser” (Sein) apunta, central y básicamente, sólo a la existencia; mientras que “ahí” (Da) no quiere decir ni aquí (Hier) ni allí (Dort), así como tampoco “presente” (Anwesend), sino que quiere decir sólo la apertura (Erschlossenheit) en tanto la cualidad de lo que queda abierto (Aufgeschlossenheit). Así es que ser del ahí significa ser de la apertura o estar abierto, y cuando este ser denomina la existencia (Existenz) “ser ahí” quiere decir: existir en el estar abierto (Erschlossenheit) como cualidad de lo que queda abierto (Aufgeschlossenheit) de la apertura o estar abierto (Erschlossenheit) del ahí. ¿Qué es abierto en este abrir? En primer lugar la existencia (Existenz) misma con su constitución fundamental del ser en el mundo en sus existenciarios. Ahora bien, el estar abierto no está limitado a la existencia y a lo que ella conforma; la existencia (y los existenciarios en los cuales se articula) no está sólo, ni centralmente, dirigida hacia sí misma, sino que, más allá de ello, “está abierta extáticamente en la apertura horizontal” (Herrmann, 2008: 14). En esta apertura horizontal, abierta para la comprensión de quien existe desde el “ser en el mundo”, el mundo está abierto así como el ser de todo ente que no es de la forma de ser del Dasein o “ser ahí”. Cuando el “ser en el mundo” es comprendido de este modo, el “ser en” y su sentido no tienen su “lugar esencial” o “lugar de ser” (Wesensort) más allá del ahí, sino que el ser que existe en este ahí ofrece simultáneamente esta doble dimensión: la dimensión existencial del ahí dirigido hacia sí mismo y la dimensión horizontal que se diferencia de él. Es decir, el “ahí” del “ser ahí” o Dasein se mueve conjuntamente en la doble dimensión de la apertura dirigida hacia sí mismo y en forma extática en la apertura horizontal. Esta dimensión del ahí horizontal conlleva en tanto tal la totalidad del ente que no es de la forma de ser del Dasein o “ser ahí” de forma tal que esta totalidad sea comprensible como ente para el ente que comprende el ser. Ello posibilita ver al Dasein o “ser ahí” no sólo a la luz de los dos pasos de la analítica existencial efectivamente desarrollada en Ser y tiempo, o sea las dos partes de la obra publicada, sino que también es el terreno para el desarrollo de la respuesta a la pregunta fundamental por el sentido de ser “en tanto tal”, es decir “más allá del” ser en tanto existencia. La cuestión fundamental de Ser y tiempo permanece dentro del “ahí”, pero primariamente mira en su dimensión horizontal, en la cual el tiempo horizontal (la temporaneidad)[12] es abierto, a partir del cual recibe su sentido relativo al tiempo todo ser categorial que no tiene la forma del “ser ahí”. En todos los existenciarios la apertura existencial se abre no sólo dirigida hacia sí misma, sino que conjuntamente con esta, se abre la dimensión horizontal, (en la cual ciertamente se abre la apertura extática dirigida hacia sí misma del sí mismo existente), pero ella lleva y en ella sobresale y predomina el sí mismo comprensor del ser. Ciertamente el “ser” a partir del “ser ahí” denomina la existencia y el “ahí” como “ahí” existenciario está dirigido hacia sí mismo como existencia, pero en tanto “ahí” horizontal, por así decir, sobresale por encima de la existencia y orienta el sí mismo comprensor del ser. Todo lo que se abre en el ahí existenciario dirigido hacia sí mismo es de la forma de ser de la existencia. Por el contrario lo que es abierto en el ahí horizontal, no es él mismo de la forma de ser de la existencia, sino que sobrepasa la existencia.[13] De forma tal que el “ser ahí” o Dasein existe no sólo en sentido existenciario sino también en sentido ontológico fundamental. El ente existente en tanto comprensor de ser significa “ser ahí” o Dasein “porque él, en y con su existencia, mantiene abierta no sólo la apertura existenciaria dirigida hacia sí mismo, sino porque, más allá de ello, simultáneamente también mantiene abierta la apertura horizontal” (Herrmann, 2008: 15). Esta interpretación de la noción de Dasein pone de manifiesto el posible alcance de la noción misma de “ahí” (Da) en tanto muestra una compatibilidad de raíz con los pasos centrales posteriores del pensamiento de Heidegger. Asimismo, sobre tal base, posibilita poner de relieve la conexión entre el análisis del habla y la intención ontológica de Ser y tiempo, sintetizada en la pregunta orientadora de la obra.

VII. El espacio del sentido

La remisión del fenómeno lenguaje a su condición de posibilidad, el habla, se continúa entonces en una serie de relaciones de fundación que conducen, en la consideración temática, hacia la temporalidad. A su vez, esta serie de relaciones de fundación en conjunto remite a la conjunción entre la temporalidad como característica ontológica peculiar del Dasein y el ser en tanto referencia (Bezug) básica de este. De este modo, si bien el habla designa el fundamento ontológico que posibilita el lenguaje, el pleno sen­tido de la reflexión acerca de este sólo puede ser alcanzado en la medida que sea explícitamente considerado desde la estructura temporal del Dasein y su re­ferencia al ser. En este sentido también en Ser y tiempo puede identificarse una forma de argumentación trascendental. Ella consiste en un tipo de argumen­tación que establece respecto del fenómeno tratado la remisión a la conjunción teórica entre ser y tiempo. La “apertura” del ser en tanto este tras­ciende todo ente es “conocimiento trascendental” (Heidegger, 1977: 51 y 276). Con ello los análisis localizados del concepto de habla como articulación de la comprensión en sentido y significado están remitidos al motivo fundamental y orientación unificadora de la argumentación de Ser y tiempo: la reiteración de la “pregunta por el sentido del ser” (1977: 3). Esta conexión queda establecida, precisamente a través de la noción de “sentido”. En esta reiteración sus elementos constituyentes, puestos en juego desde el comienzo, van mostrando sus determinaciones y la articulación de sus interrelaciones. Al comienzo del análisis “El planteamiento explícito y transparente de la pregunta por el sentido del ser exige una previa y adecuada exposición de un ente (Dasein) respecto de su ser” (1977: 10), pero ello articula el itinerario completo de la investigación: la “analítica del Dasein tiene que […] permanecer en la pregunta por el ser” (1977: 23) y, en consonancia con ello, el acceso a este ente y la forma de interpretarlo deben ser configuradas de tal modo que “este ente, a partir de sí mismo, pueda mostrarse en sí mismo” (1977: 23). De ello resulta que “su ser encuentra su sentido en la temporalidad” (1977: 27) o también que “el sentido del ser del ente que denominamos Dasein se presenta en la temporalidad” (1977: 24). Desde la perspectiva de la pregunta por el ser, dado que el Dasein se muestra así mismo desde sí mismo, se pone de manifiesto el ulterior elemento constituyente incluido en la pregunta: el sentido. El posterior análisis del sentido desarrollado en la analítica se despliega también desde esta perspectiva configurada ya en la pregunta por el ser misma. Es precisamente esta perspectiva la que permite mantener la identificación del concepto de sentido desde una “interpretación fundamentalmente ontológico-existencial” (1977: 201). Sentido o sin-sentido expresa entonces una determinación ontológica de un tipo de ente en particular. Por ello, cuando “preguntamos por el sentido de ser, la investigación no se torna por eso profunda, ni intenta alcanzar […] algo que estuviera detrás del ser, sino que pregunta por el ser mismo en tanto que está en la comprensibilidad del Dasein” (1977: 202). Ello, por un lado, no implica pasar por alto la complejidad de la tarea, sino lo contrario: “ni siquiera conocemos el horizonte a partir del cual deberíamos captar y fijar el sentido” (1977: 7). Además, por otro, marca el carácter de la argumentación y su exposición: “Puesto que el ser es solo captable con respecto al tiempo, la respuesta a la pregunta por el ser no puede hallarse en una proposición aislada” (1977: 26). La conciencia de este desarrollo argumentativo como tal puede ser vista, precisamente, en el parágrafo final de Ser y tiempo cuando sostiene Heidegger que “Las estructuras que en un comienzo sólo habían sido ‘mostradas’ han recibido ahora su ‘fundamentación’ a partir de las posibilidades de temporización del tiempo originario, que hemos analizado” (1977: 575). En la diferencia que va del mostrar al fundamentar se halla el despliegue temático de la pregunta por el sentido de ser. En ello, pues, se hallaría la tan extrema como peculiar consistencia argumentativa desplegada en Ser y tiempo: explicar “la interpretación del sentido de ser” (1977: 20). La reafirmación de la pregunta como tal al concluir la obra subraya, entonces, el carácter articulador que la pregunta por el sentido de ser tiene de la estructura teórica de la obra en su conjunto: “la exhibición de la constitución de ser del Dasein sigue siendo tan sólo un camino. La meta es la elaboración de la pregunta por el ser en tanto tal” (1977: 575).

En tanto el lenguaje se funda en el habla y esta en la estructura ontológica del Dasein, quien se constituye como tal por su referencia al ser, también habla y lenguaje están referidos al ser. A su vez, en el plano del análisis los conceptos elaborados en el texto (significado, sentido, habla, lenguaje) se reunifican en el eje teórico de la obra: la reiteración de la interrogación por el sentido de ser. Toda posibilidad existencial se halla ligada a una “comprensión de ser” (1977: 429), la cual se traduce en la articulación de la comprensibilidad producida en el habla. En todo acto de producción lingüística se halla presente y entrelazada una cierta comprensión de ser; p. ej., en un juicio, el “es” adquiere, junto a y en su valor lógico de existencia, predicación o identidad, un valor ontológico propio resultante de dicha comprensión. El proyecto primario, estructurado en últi­ma instancia por su orientación respecto al ser, asigna una determinación del sentido trazando las coordenadas ontológicas desde las cuales “algo” puede o no ser incluido en el orden del sentido: “Tomado estrictamente sentido quiere decir la orientación hacia que constituye la base (Woraufhin) del proyecto primario de la comprensión del ser” (Heidegger, 1977: 429). El punto focal que articula el sentido es entonces el ser tal como es abierto en el proyecto primario. El sentido resulta, consecuentemente, en última instancia, según el texto, del vínculo ser-proyecto constituyente del espacio de juego (Spielraum) en el cual se articula el conjunto de significados. Desde esta perspectiva poder hablar es poder decir o mostrar lo que es. En el habla, tal como hemos visto, una dimensión constitutiva del Dasein, se manifiesta aquello a lo cual el hablar está en referencia (Bezug): el ser. En ello se vuelve claro el “ahí” (Da) como lugar de o para el ser. Expresamente remite Heidegger la conceptuación del lenguaje a la elaboración de la pregunta por el ser. En tanto la enunciación y la comprensión de ser son posibilidades existenciales de ser del Dasein,

El “es” y su interpretación, sea que “es” se halle explícitamente expresado en forma lingüística, sea que esté indicado en la terminación verbal […] tiene su lugar en el contexto de los problemas de la analítica existencial. La elaboración de la pregunta por el ser (cf. 1 Parte, 3 Sección) volverá a encontrar este característico fenómeno de ser que aparece dentro del lógos” (1977: 212).

El análisis del habla, entonces, a partir de su articulación como sentido remite a la pregunta por el sentido de ser y muestra que el sentido del que se trata en el habla refiere al ser y que este es, en última instancia, lo que conforma el espacio de sentido que se abre en y comprende como “ahí” (Da).

VIII. Topología del lenguaje en Ser y tiempo: una indicación

Ya la temprana ocupación de Heidegger con la cuestión del ser en relación con la disertación de Brentano sobre Aristóteles se halla anudada al lenguaje, precisamente en tanto ella se plantea a partir de los múltiples significados (Bedeutungen) del ente. Ello puede ser tomado como punto inicial de la reflexión de Heidegger sobre el lenguaje.[14] Esta recorre una trayectoria en la cual, tomando como guía Ser y tiempo, puede reconocerse: la recepción crítica de la filosofía del lenguaje, el desarrollo de una posición propia bajo la idea de una ontología del habla y, con y desde ello, la proyección de una comprensión del lenguaje en el horizonte de la topología del ser; comprensión que, en este sentido puede ser identificada como una topología del lenguaje. Ser y tiempo sigue siendo la entrada esencial al pensamiento de Heidegger; es la presentación integral de su primera filosofía (antes de 1930) y una vía necesaria desde la perspectiva del desarrollo posterior de su pensamiento.[15] Tal como confirma el mismo Heidegger, un cuarto de siglo más tarde en la nota preliminar a la séptima edición: “su camino sigue siendo todavía hoy un camino necesario, si la pregunta por el ser ha de poner en movimiento nuestra existencia” (Heidegger, 1977: VII). Se ha sostenido que Ser y tiempo se orienta a la articulación del sentido del ser en términos del tiempo y, a su vez, a la comprensión del tiempo a través de la unidad extática de pasado, presente y futuro en términos de posibilidad y dirección u orientación. Asimismo se ha indicado que, con posterioridad a Ser y tiempo ya no se encuentra la misma predominancia de pensar la idea de presencia en su relación específica con la temporalidad (como presencia en el presente).[16] Sí, en cambio, se mantiene en el centro de atención la comprensión de la presencia en términos de la idea de apertura (Erschlossenheit). La reinterpretación de la noción de Dasein presentada[17] subraya, en un paso más, precisamente la conjunción de apertura y unidad extática temporal en la referencia al “ser” (Sein) en el “ahí” (Da) del “ser ahí” (Dasein). De modo tal que sería posible hablar de una inscripción topológica ya en Ser y tiempo, la cual es, al menos compatible y consistente con la topología en el sentido propio de la tercera y última fase de la reflexión heideggeriana.[18]

En una mirada retrospectiva a su itinerario teórico, Heidegger denomina a su tercera y última fase “topología del ser” y la caracteriza como la “pregunta por el lugar del ser” (Heidegger, 1986: 335). Allí reitera que en Ser y tiempo la cuestión del ser es no qué es el ente sino qué es “es”. La dificultad inmediata que se plantea es comprenderlo como la siguiente aporía: ente o cópula vacía en el juicio. La perspectiva adoptada para salir de ella es la de investigar la apertura de ser presupuesta en “es”, es decir, investigar desde el sentido de ser. Ello se hace comprensible a partir del ámbito del proyecto (Entwurfsbereich): “‘Sentido’ debe ser comprendido a partir de ‘proyecto’, que se explica por ‘comprender’” (Heidegger, 1986: 335). Ahora bien:

… este planteo tiene de inadecuado que da demasiado lugar a comprender el “proyecto” como una producción o rendimiento (Leistung) humano; por consiguiente el proyecto puede ser tomado solamente como estructura de la subjetividad, lo que hace Sartre en tanto se apoya en Descartes (1986, p. 335).

Frente a esta interpretación, para conservar el significado de apertura que tenía “proyecto”, la expresión “sentido del ser” fue reemplazada por “verdad del ser” (1986: 335). A su vez, para excluir la falsa interpretación de la verdad como exactitud “verdad del ser” fue aclarada y explicada como “localidad (Ortschaft) del ser” y “verdad” como “lugar (Ortlichkeit) del ser”. Ello, por su parte, prosigue Heidegger, presupone ya una comprensión del “ser lugar del lugar. De allí la expresión topología del ser (Topologie des Seyns)” (1986: 335). Ahora bien, la topología del ser es la culminación de una intención actuante ya en Ser y tiempo, previa a su propio desarrollo explícito como tal: “El intento fundamental de Heidegger de fundar la ontología en la ontología fundamental, de superar la metafísica en una metafísica de la metafísica, llega a propiamente ella misma recién en la topología” (Pöggeler, 1972: 108). La reflexión heideggeriana sobre el lenguaje está entretejida en este intento, tanto en la medida que puede ser identificada en los momentos señalados de su despliegue teórico (ontología fundamental, interrogación por la “verdad del ser”, “topología del ser”), como en el hecho fundamental de que dicho despliegue está ya contenido en el núcleo mismo de este intento en tanto que en el pensamiento de Heidegger, desde su mismo comienzo, se trata del “decir del ser” (Sagen des Seins), “del problema ‘ser’, ‘lenguaje’, ‘ser y lenguaje’” (Pöggeler, 1972: 107). Esta perspectiva, claramente distintiva de la reflexión heideggeriana sobre el lenguaje posterior a Ser y tiempo puede ser identificada en la misma autocritica en las posteriores anotaciones de Heidegger a su propio ejemplar de la obra, conocido como el Hüttenexemplar. En dichas notas al margen leemos como anotación a que el significado funda la palabra y el lenguaje: “Falso. El lenguaje no se halla construido por niveles, sino que es la esencia originaria de la verdad como ahí” (anotación c a “fundan”, Heidegger, 1977: 117). Esta indicación busca superar la estratificación y muestra una forma de plantear la cuestión donde el análisis temático en los tres momentos señalados es tomado en su conjunto. A partir de ello “lenguaje” es concebido ahora como el fenómeno unitario y totalizador más allá de la diferenciación introducida como tal entre habla y lenguaje. Esta comprensión, así ganada, unificada y totalizadora, muestra que la ontología del habla, tal como es desarrollada como análisis temático en Ser y tiempo, es un momento que, desde la trayectoria en conjunto de la reflexión heideggeriana sobre el lenguaje, debe ser superado; pero al mismo tiempo pone de relieve que ella constituye un paso necesario como tal; paso compatible con dicha trayectoria en su conjunto.

Desde un punto de vista actual la reflexión sobre el lenguaje de Heidegger puede pues ganar en relevancia en tanto se pone en relación con otras posiciones (de pensamiento o formas de discurso).[19] Este aspecto de interrelación con otras posiciones ya fue destacado como una de las fortalezas de la reflexión heideggeriana. Para tratar con el pensamiento de Heidegger y aprender de él se ha indicado la siguiente estrategia: debe aplicarse a algo “a ser corregido, por ejemplo la fenomenología de Husserl o la filosofía lingüística de Austin” (Pöggeler, 1972: 142). La consideración de la reflexión heideggeriana sobre el lenguaje parece confirmar esta idea en tanto conduce, por un lado a mostrar la línea de argumentación sostenida en Ser y tiempo de un modo unificado en el marco de la interpretación actual de la obra y, por otro, a proponer vías de interrelación con otros enfoques distintos; vías que parecen poder resultar productivas en ambos sentidos.

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Martel, Ch. (2008) Heidegger’s Truths. Truth, Reference, and Being a Person in “Being and Time”/ Heideggers Wahrheiten. Wahrheit, Referenz und Personalität in „Sein und Zeit”. Berlin – New York: W. de Gruyter.

Pöggeler, O. (1972) “Heidegger’s Topology of Being”, en J. Kockelmans, On Heidegger and Language. Evanston USA: Northwestern UP, pp. 107-146.

Polt, R. (ed.) (2005) Heidegger’s Being and time: critical essays. USA: Rowman & Littlefield.

Rentsch, Th. (ed.) (2001) Martin Heidegger. Sein und Zeit. Berlin: Akademie Verlag.

Rouse, J. (ed.) (2013) Dasein Disclosed. John Haugeland’s Heidegger. Massachusetts USA: Harvard University Press.

Stassen, M. (1973) Heideggers Philosophie der Sprache in Sein und Zeit und ihre philosophisch-theologischen Wurzeln. Bonn: Bouvier.

Steinmann, M. (2008) Die Offenheit des Sinns. Untersuchungen zu Sprache und Logik bei Martin Heidegger. Tübingen: J. C. B. Mohr (Paul Siebeck).

Stolorow, R. D. (2011) World, Affectivity, Trauma. Heidegger and Post-Cartesian Psychoanalysis. New York: Routledge.

Varela F. J. y Thompson E. y Rosch E. (eds.) (2017) The Embodied Mind Cognitive Science and Human Experience. USA: MIT Press.

Wrathall, M. (ed.) (2013) The Cambridge Companion to Heidegger’s Being and Time. USA: Cambridge UP.


  1. Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, Centro de Estudios Filosóficos, ANCBA – Argentina.
  2. Todo ello forma parte de la recepción, interpretación y proyección de la obra. La atención que ha recibido es prácticamente continua; entre lo más reciente: Wrathall (2013).
  3. Cf. Dreyfus (1991).
  4. Cf. Crowell (2001).
  5. Cf. Rouse (2013).
  6. Ya el estudio de Kelkel (1980) ofrece una exposición de conjunto, comprensiva y detallada, de la reflexión sobre el lenguaje de Heidegger.
  7. La comparación, confrontación o diálogo entre posiciones requiere, al menos, un intento de tomar en cuenta en tanto tales las razones de la otra posición. Esta perspectiva respecto de la obra de Heidegger es claramente identificable ya en Apel (1973); más recientemente: Steinmann (2008).
  8. El análisis llevado a cabo en este punto por Heidegger se vincula con la tradición filosófico-teológica de raíz cristiana, especialmente San Agustín y Lutero; Cf. Stassen (1973: 68-109).
  9. § 29, § 31 y § 34, referidos respectivamente al encontrarse o disposición afectiva, la comprensión y el habla.
  10. Recordemos brevemente la atención que la comparación tiene, donde la reflexión sobre el lenguaje es central, por parte de Apel, Rorty, Taylor y Vattimo, entre otros.
  11. Cf. Stassen (1973: 7).
  12. Zeitlichkeit: temporalidad y Temporalität: temporaneidad, siguiendo a Escudero (Escudero, 2009: 160-161).
  13. Cf. Herrmann (2008: 14-15).
  14. Cf. Kisiel (1993: 6 y 227) y Pöggeler (1972: 109).
  15. Cf. Polt (2005: 12).
  16. Cf. Malpas (2012: 1-21).
  17. Cf. aquí: VI. El lenguaje y el horizonte conceptual de Ser y tiempo.
  18. Esta tercera fase se ubica luego de la inicial centrada en pregunta por el “sentido de ser” en la época de Ser y tiempo, a la cual sucede la orientada por la pregunta por la “verdad del ser” en el planteo de la historia del ser.
  19. La última reflexión de Heidegger sobre el lenguaje se vincula, no de manera excluyente pero sí claramente, con la meditación postmetafísica en relación con la poesía, el psicoanálisis y la filosofía de la religión; Cf. Friedman – Seppi (2017).


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