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Prólogo

Julio C. Durand

Durante los meses de abril y mayo de 2016 tuvimos el privilegio de contar con el Prof. José María Barrio Maestre como investigador visitante en la Escuela de Educación de la Universidad Austral, aprovechando su sabático.

Se recogen en esta obra algunas notas de su riquísimo magisterio durante esas semanas, que justamente comenzaron con una conferencia sobre interdisciplinariedad y el sentido del quehacer universitario.

Releyéndolas para esta edición, he tomado conciencia de las muchas referencias que nos hizo al ritmo un poco (o un mucho) atolondrado que caracteriza nuestra ciudad, y que tanto contrastaba con el clima calmo y pausado de su exposición, la actitud de escucha y diálogo que se generaba en cada encuentro. “No se puede contemplar a toda prisa, o quince cosas a la vez. La palabra «estudio» (studium) apunta al cuidado, la atención, el esmero” (Cap. 3). Y a esto quería referirme brevemente, porque lo experimento también como una necesidad personal: para seguir haciendo la universidad que soñamos, necesitamos estudiar más, cuidar nuestro tiempo de reflexión personal, atender a lo que es importante y esmerarnos en escuchar a alumnos y colegas.

Para muchos, quizás demasiados, de los que trabajan en la gestión de los sistemas de educación superior, esto se considera ‘tiempo perdido’ o ‘no productivo’. Sin embargo es la ‘clave’ del trabajo universitario y la condición necesaria para la innovación: “cuando uno estudia despacio se le ocurren ideas nuevas. El problema es que con tanta cosita estudiamos cada vez menos” (Cap. 1).

Esto se ha propuesto incluso en el mundo corporativo y empresarial. Manfred Kets de Vries, Profesor de INSEAD, una escuela de negocios con liderazgo mundial, sagazmente proponía esta receta en un paper titulado “Doing nothing and nothing to do: the hidden value of empty time and boredom”[1]. En boca de Hélène, una de sus alumnas, decía: “A lo largo de los años he aprendido por el camino duro que a veces la tecnología lleva a las personas a confundir los negocios con la eficacia” y seguía él: “a muchos les vendría mejor hacer menos cosas y reflexionar más. Quizás el mayor problema que tenemos hoy no es que hagamos poco sino intentar hacer demasiado. No es difícil quedar atrapado en este atolladero. La sociedad contemporánea ofrece amplias oportunidades de estar muy ocupado, pero muchas de esas ocupaciones, cuando uno las mira de cerca, tienen muy poca substancia. Y entonces resulta que uno queda prisionero de ellas en lugar de ser realmente productivo”.

Barrio Maestre se muestra en esta pequeña obra en un tono más atrevido y crítico del que habitualmente adopta en su reflexión. Manifiesta agudamente el malestar que le produce el clima rancio y decadente de la universidad europea actual, atrapada por el pragmatismo utilitarista de un lado y la mordaza intelectual (y policíaca) de lo políticamente correcto por otro.

Por eso me parece importante esta propuesta que es una invitación a la ‘rebelión’, siempre moderadamente como su atildado estilo lo exige, pero sin medias tintas ni tibiezas: “Si uno es capaz de distinguir una vida lúcida de una vida estúpida, entonces está en condiciones de entender que hay cosas cuyo valor no estriba en valer para algo” (Cap. 4).

Podemos decir que es mucho lo que está en juego. No se trata de cuestiones técnicas y obtusas que unos pocos especialistas se ingenian para mantener vigentes y lucrar con su dominio, en connivencia con burocracias científico-académicas de gris chatura. La cuestión de la interdisciplinariedad nos enfrenta al sentido real del quehacer universitario: la sabiduría como ideal que compromete toda la existencia humana[2]. “Para un universitario la verdad es muy importante. La verdad no es «lo que vende», o «lo que vence». Una cosa es la esperanza, razonable, de que la verdad acabe abriéndose camino, o de que finalmente triunfe, y otra muy distinta la convicción irracional de que verdadero es lo que vence o convence” (Cap. 6).

En otra obra fruto de su estadía entre nosotros, Homo adulescens[3], nos ha dejado muy ricas reflexiones para nuestra tarea educativa. Como me han comentado muchos, su palabra y su diálogo, les han servido para recobrar ánimos y renovar su ‘vocación’ docente y filosófica. Espero que podamos seguir contando con su presencia en los próximos años, y que todos tengamos más tiempo para ‘perder’, y que nos atrevamos a pensar y soñar en una universidad y en una sociedad más humana y humanista.


  1. Kets de Vries, M. (2014) “Doing nothing and nothing to do”. INSEAD Working paper No. 2014/37/EFE. http://papers.ssrn.com/sol3/papers.cfm?abstract_id=2432964 Agradezco al P. Gustavo Frías y al Prof. Patricio Fay que me hayan comentado y enviado este texto tan interesante, y además en el oportuno momento de preparar esta presentación.
  2. Agradezco a la Prof. Ana María Amarante que me haya recomendado la lectura del muy interesante artículo de J. Manuel Rubio (2013) “Interdisciplina e integración del saber”. Consonancias, Buenos Aires: UCA. http://www.uca.edu.ar/uca/common/grupo32/files/2013-Consonancias-Interdisciplina-integraci-n-del-saber.pdf
  3. Barrio Maestre, J. M. (2016). Homo Aduslescens: elementos para una teoría antropológica de la educación. Buenos Aires: Teseopress. https://www.teseopress.com/adulescens/


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