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2 El espacio estratégico
del crecimiento demográfico

Definiciones

Al final de un vasto proyecto sobre el descenso de la fecundidad en Europa, Ansley J. Coale[1] propuso, como un instrumento didáctico para la presentación sintética de los resultados, un diagrama que permite visualizar el espacio estratégico del crecimiento demográfico.[2] El gráfico contrasta la fecundidad y la mortalidad en las poblaciones observadas con un “mapa” de las diferentes combinaciones de fecundidad y mortalidad que producen tasas de crecimiento entre -1 % y 3,5 % anuales en las poblaciones estables. Las poblaciones estables son poblaciones teóricas, definidas por tasas de mortalidad y fecundidad constantes[3] a lo largo del tiempo (el crecimiento es, por ende, también constante), las cuales originan asimismo una estructura de la población por edades que no cambia, es decir, que se mantiene constante. Aunque las poblaciones estables fueron ya definidas por Euler en el siglo xviii, el desarrollo de su teoría se debe, como se indicó al final del capítulo 1, sobre todo a los trabajos de Alfred J. Lotka, Ansley J. Coale y Jean Bourgeois-Pichat.

El “mapa” de curvas de isocrecimiento que muestran los diagramas propuestos por Coale cubre toda la gama de situaciones posibles experimentadas por las poblaciones humanas que conocemos y para las cuales tenemos datos demográficos. Es sumamente instructivo comparar dicho mapa de posibilidades con las trayectorias reales de las poblaciones observadas; como veremos enseguida, las trayectorias de cada sociedad ocurren en espacios relativamente específicos, lo que lleva a pensar que estas son, en buena parte, el producto de presiones de condicionantes históricos, geográficos, culturales y ambientales.

La experiencia europea

La experiencia europea queda condensada en el gráfico 2.1 y se proveen muchos detalles adicionales a través de los casos de Inglaterra (gráfico 2.2) y de Suecia (gráfico 2.3). Antes de la transición, el espacio del crecimiento es reducido y se concentra en una zona en que la esperanza de vida al nacimiento oscila entre 20 y 35 años y la tasa global de fecundidad se mueve entre 4 y un poco más de 6 hijos por mujer en edad fértil;[4] en las poblaciones estables femeninas del modelo de mortalidad oeste,[5] las tasas intrínsecas de crecimiento[6] de dichas combinaciones de fecundidad y mortalidad varían entre menos del 0 % anual y un máximo del 1 % anual. El crecimiento de la población es, por ende, relativamente lento. Recuérdese, para fijar las ideas, que una población con un crecimiento anual del 1 % tarda 70 años en duplicarse.[7]

Gráfico 2.1. El espacio estratégico del crecimiento demográfico en 17 países europeos, siglos xix y xx.[8]

Gráfico 2.2. El espacio estratégico del crecimiento demográfico en Inglaterra y Gales, 1541-1966.[9]

Gráfico 2.3. El espacio estratégico del crecimiento demográfico en Suecia, 1800-1945.[10]

Durante la transición demográfica europea, el espacio estratégico del crecimiento se expande considerablemente, reflejando los cambios en la mortalidad y la fecundidad; al final de la transición, hacia 1980, el espacio se reduce notablemente, expresando la existencia de una esperanza de vida al nacimiento muy alta y una fecundidad muy baja. Las curvas de isocrecimiento acotan el espacio en forma significativa; durante la transición, el crecimiento aumenta desde menos del 1 % hasta casi el 2 % anual, pero nunca supera este último límite. De hecho, ya en la década de 1930 se observó una caída notable del crecimiento anual y de la fecundidad. Hacia 1980, cuando la transición ha finalizado, el crecimiento es nulo o negativo. Nótese, para una interpretación adecuada de los diagramas, que una tasa global de fecundidad de 2,1 significa, en poblaciones con baja mortalidad, que se llegó a la tasa de remplazo; es decir, que cada madre en la generación presente será remplazada por una madre en la generación futura; el crecimiento poblacional será, pues, nulo. Si la tasa global cae por debajo de 2,1, se estará por debajo del nivel de remplazo, es decir, la población disminuirá de tamaño.

Inglaterra y Gales (gráfico 2.2) y Suecia (gráfico 2.3) ilustran bien la secuencia temporal de la transición demográfica europea. En el caso inglés, se trata de series muy largas, que cubren desde mediados del siglo xvi hasta fines del siglo xx; en el caso sueco, las series se extienden durante un siglo y medio, a partir de 1800. Los espacios estratégicos del crecimiento demográfico son, en ambos casos, parecidos. A mediados del siglo xix, la trayectoria combinada de la mortalidad y la fecundidad se aparta de la zona pretransicional y se dirige sin vacilaciones hacia los espacios de la transición y la postransición. Los umbrales de una tasa global de fecundidad de 2,1 o menos y de una esperanza de vida al nacimiento de más de 60 años demarcan los nuevos espacios del crecimiento (o decrecimiento) demográfico.

La experiencia latinoamericana

Los casos de Costa Rica (gráfico 2.4) y Chile (gráfico 2.5) ilustran, con las series más largas de que disponemos, ejemplos latinoamericanos típicos. Las trayectorias difieren considerablemente en relación con los patrones europeos. La transición demográfica ocurre mediante una disminución constante de la mortalidad y una elevación de la fecundidad en las décadas de 1940 y 1950; el resultado es una trayectoria de la transición por zonas donde el crecimiento de la población supera con creces el 2 % anual y llega incluso, momentáneamente, al 3 % anual. Otro rasgo que llama la atención es que los niveles de la fecundidad latinoamericana son consistentemente más elevados que los europeos.

Gráfico 2.4. El espacio estratégico del crecimiento demográfico en Costa Rica, 1750-2050.[11]

Gráfico 2.5. El espacio estratégico del crecimiento demográfico en Chile, 1850-2050.[12]

Gráfico 2.6. El espacio estratégico del crecimiento demográfico en México, 1895-2050.

Gráfico 2.7. El espacio estratégico del crecimiento demográfico en Guatemala, 1880-2050.

México muestra (gráfico 2.6) con toda claridad un patrón similar al de Chile y Costa Rica, el cual también se puede observar en los casos de Guatemala (gráfico 2.7) y El Salvador (gráfico 2.8). La única diferencia significativa es que, en el caso guatemalteco, la fecundidad y la mortalidad caen bastante más tarde que en los casos de México, Chile, Costa Rica y El Salvador. Pero, observada desde 2010, la trayectoria de la transición demográfica guatemalteca es innegablemente convergente.

Aunque no disponemos de datos suficientes para presentar las trayectorias de Brasil, Perú, Ecuador, Colombia, Venezuela y Panamá, podemos aventurar la hipótesis de que su comportamiento es similar al de Costa Rica, Chile, México y El Salvador, constituyendo lo que denominamos en el capítulo 1 como el patrón latinoamericano típico de la transición demográfica. Guatemala, en cambio, con un descenso más tardío y lento de la mortalidad y la fecundidad, ilustra lo que llamamos “transición tardía”; podemos aventurar también la hipótesis de que Bolivia, Paraguay, Honduras, Nicaragua, Haití y la República Dominicana comparten posiblemente este patrón de una transición tardía.

Gráfico 2.8. El espacio estratégico del crecimiento demográfico en El Salvador, 1900-2050.

Argentina, Uruguay y Cuba, cuyas trayectorias se presentan en los gráficos 2.9, 2.10 y 2.11, respectivamente, ilustran con claridad lo que fue una transición temprana, con niveles de mortalidad y fecundidad mucho más parecidos a los ejemplos europeos. En los tres casos, el fuerte componente inmigratorio proveniente sobre todo de España e Italia, en el período 1870-1930 y retomado brevemente después de 1945, parece haber condicionado los caracteres básicos de dicha transición demográfica temprana. Algunos aspectos específicos de los tres casos llaman también la atención y merecen un comentario aparte. El modelo argentino muestra un descenso regular de la mortalidad y una declinación gradual pero oscilante de la fecundidad: expansión hasta 1922, caída sostenida en la década del treinta y prolongación suave hasta la década del sesenta; para aumentar luego brevemente hasta 1977 y volver a declinar, esta vez en forma vertical a finales del siglo xx y comienzos del xxi. En Uruguay, la fuerte caída de la fecundidad en las primeras décadas del siglo xx precede en realidad a la disminución suave de la mortalidad a partir de los años 20. En Cuba el descenso de la mortalidad y la fecundidad es gradual, con dos excepciones: la segunda sube momentáneamente en los primeros años de la Revolución, y luego cae verticalmente hasta llegar al 2,1 de la tasa global de fecundidad de remplazo mucho antes que cualquier otro país latinoamericano, hacia 1972. Desde la década de 1980, la fecundidad cubana se mantiene por debajo del nivel de reemplazo, mientras que la esperanza de vida al nacimiento se acerca a los 80 años; el fin de la transición demográfica parece estar ya bien consolidado. Comparando los tres casos, debe notarse el descenso muy temprano y relativamente fuerte de la fecundidad en Uruguay; en Cuba, un descenso parecido se observa mucho más tarde, cuando la esperanza de vida al nacimiento ha superado con creces los 60 años. En Argentina, en cambio, la declinación de la fecundidad y la mortalidad es gradual y paralela.

Gráfico 2.9. El espacio estratégico del crecimiento demográfico en Argentina, 1870-2050.

Gráfico 2.10. El espacio estratégico del crecimiento demográfico en Uruguay, 1895-2050.

Gráfico 2.11. El espacio estratégico del crecimiento demográfico en Cuba, 1900-2050.

Gráfico 2.12. El espacio estratégico del crecimiento demográfico en algunos países de América Latina, 1900-1905.[13]

Además de las trayectorias temporales, resulta útil considerar el espacio del crecimiento demográfico teniendo en cuenta períodos específicos. Un primer corte hacia inicios del siglo xx (gráfico 2.12) nos muestra los puntos que identifican la mortalidad y la fecundidad en una elipse bastante concentrada, con esperanzas de vida al nacimiento entre 30 y 40 años, y una tasa global de fecundidad que varía entre 5 y 7 hijos por mujer; solo Uruguay se aparta de esta zona, gracias a una mortalidad considerablemente más baja. Los rombos identifican los promedios latinoamericanos medio siglo y un siglo después; son muy útiles para determinar la dirección de las transformaciones futuras. Observando este gráfico y los anteriores, uno podría afirmar que, a comienzos del siglo xx, la transición demográfica está, excepción hecha de Uruguay, apenas comenzando.

Gráfico 2.13. El espacio estratégico del crecimiento demográfico en América Latina, 1950-1955.[14]

A mediados del siglo xx (gráfico 2.13), la transición demográfica alcanza todos los países del subcontinente. Como era de esperar, la dispersión de los puntos es muy grande, pero se distinguen tres grupos de países. Uruguay, Argentina y Cuba configuran el grupo de transición temprana, con una mortalidad y una fecundidad ya muy bajas. Honduras, Nicaragua, la República Dominicana, Bolivia, Haití, Guatemala, y seguramente también Paraguay están apenas iniciando la transición, con niveles de fecundidad muy elevados (superiores a 6 hijos por mujer en edad fértil) y una esperanza de vida de alrededor de 40 años.[15] El tercer grupo, integrado por México, Costa Rica, Brasil, Colombia, Venezuela, Chile, El Salvador, Panamá, Ecuador y Perú, incluye a los países en plena transición, con una mortalidad en franco descenso y tasas de fecundidad todavía elevadas.

Gráfico 2.14. El espacio estratégico del crecimiento demográfico en América Latina, 2005-2010.[16]

El gran cambio demográfico ocurrido en la segunda mitad del siglo xx se puede observar bien en el gráfico 2.14, donde se expresa la situación entre 2005 y 2010. La dispersión de los puntos es mucho menor; todos los países tienen esperanzas de vida al nacimiento bastante mayores a los 60 años (aunque se observa un cierto retraso en Bolivia y Haití), y la fecundidad ha descendido en forma generalizada. Interesa notar los países que exhiben niveles de fecundidad por debajo o apenas por encima del nivel de remplazo: Cuba, Chile, Costa Rica, Brasil, Argentina, Uruguay y México. Estos son, sin duda, los países más avanzados en el proceso de transición demográfica. Perú, Colombia, Ecuador, Venezuela, Panamá, Nicaragua y la República Dominicana tienen todavía un camino corto que recorrer en el descenso de la mortalidad y la fecundidad. Más larga es, en cambio, la distancia que les faltaría alcanzar a Guatemala, Honduras, Paraguay, Bolivia y Haití. La magnitud del salto es evidente cuando se observa la nube de puntos en 2005-2010 con respecto al promedio latinoamericano hacia 1950-1955: una esperanza de vida al nacimiento de 50 años y un nivel de fecundidad apenas por debajo de 6 hijos por mujer en edad fértil. Medio siglo después, la esperanza de vida al nacimiento ha aumentado más de 20 años y la tasa global de fecundidad apenas supera los 2,1 hijos del nivel de remplazo. Observando los promedios regionales, la consolidación y el próximo fin de la transición demográfica parecen inevitables.

Dos trayectorias convergentes

Se pueden resumir ahora, en un gráfico simplificado (gráfico 2.15), las trayectorias de la transición demográfica en Europa y América Latina. En Europa, la mortalidad descendió gradualmente, y en algunos países cruzó el umbral de los 60 años de esperanza de vida al nacimiento antes de 1930. La fecundidad partió de niveles apenas superiores a una tasa global de fecundidad de 5 y descendió gradualmente, aunque con oscilaciones, y quedó debajo del nivel de remplazo hacia 1980. Los ritmos de crecimiento anual nunca alcanzaron el 2 %. La transición demográfica europea se desenvolvió así en un espacio de crecimiento demográfico gradual y moderado. La latinoamericana, en cambio, partió de niveles de fecundidad muy elevados, los cuales subieron notablemente entre 1920 y 1960, precisamente en paralelo con el descenso gradual de la mortalidad. El resultado fue, obviamente, un crecimiento explosivo, con tasas superiores al 3 % anual. El descenso de la fecundidad, después de la cima de los años sesenta, fue rápido y pronunciado, llegando a niveles próximos al remplazo en menos de 50 años.

Gráfico 2.15. Trayectorias de la transición demográfica en Europa y América Latina.

Hasta ahora hemos considerado la transición demográfica observando los indicadores de mortalidad y fecundidad y el crecimiento de la población. Para completar el estudio, se requiere considerar los cambios en la estructura de la población por edades. Esta será la tarea del próximo capítulo.


  1. Coale, Ansley J. y Cotts Watkins, Susan (eds). The Decline of Fertility in Europe. Princeton: Princeton University Press, 1986., pp. 2-7.
  2. Como se indicó en el capítulo 1, la denominación de “espacio estratégico del crecimiento demográfico” fue propuesta por Livi Bacci. Ver Livi Bacci, Massimo. Historia mínima de la población mundial. Trad. Pentimalli, Atilio. Barcelona: Ariel, 1990., pp. 33-37.
  3. Para el cálculo de una población estable, se necesita definir la mortalidad y la fecundidad por edades; en la década de 1960, Ansley Coale construyó un repertorio de tablas de mortalidad a partir de los datos disponibles para los siglos xix y xx, definió también patrones típicos de fecundidad por edad y calculó las poblaciones estables correspondientes a los distintos niveles de mortalidad y fecundidad. De estos trabajos se publicaron dos ediciones: la primera, en 1966, y la segunda, en 1983. Las curvas de isocrecimiento de los diagramas se tomaron de las poblaciones estables femeninas con una mortalidad tipo oeste. Ver Coale, Ansley J., Demeny, Paul George, y Vaughan, Barbara. Regional model life tables and stable populations. 2.º ed. Nueva York: Academic Press, 1983.
  4. La tasa global de fecundidad es una medida sintética que calcula la descendencia total de cada mujer en edad fértil (de 15 a 49 años).
  5. Si se adoptara otro modelo de mortalidad, el sur, norte o este, de las tablas de Coale y Demeny, las curvas de isocrecimiento tendrían la misma forma y se desplazarían levemente; para los fines de la comparación, el cambio en el modelo de mortalidad sería insignificante.
  6. Las tasas intrínsecas de crecimiento son las tasas de crecimiento de las poblaciones estables, las cuales se mantienen constantes a lo largo del tiempo.
  7. Un cálculo aproximado del tiempo de duplicación se obtiene dividiendo 70 por la tasa de crecimiento anual expresada en porcentajes.
  8. Coale, The Decline of Fertility in Europe., p. 27. Los países incluidos en el estudio dirigido por Coale fueron Austria, Bélgica, Dinamarca, Inglaterra y Gales, Finlandia, Francia, Alemania, Hungría, Italia, los Países Bajos, Noruega, Polonia, Rusia, Escocia, España, Suecia y Suiza.
  9. Datos de Wrigley, Edward Anthony y Schofield, Roger. The Population History of England, 1541-1871. A Reconstruction. Cambridge: Harvard University Press, 1981. hasta 1871; a partir de esa fecha de Keyfitz, Nathan y Flieger, Wilhelm. Demografía: métodos y modelos estadísticos. Trad. Cambiaggio, Stella. Buenos Aires: Marymar, 1975.
  10. Datos de Keyfitz y Flieger, Demografía: métodos y modelos estadísticos., pp. 106-109.
  11. Pérez Brignoli, Héctor. La población de Costa Rica, 1500-2000. Una historia experimental. San José: Editorial Universidad de Costa Rica, 2010.
  12. Los datos de los gráficos 2.4 a 2.11 fueron estimados mediante la inverse projection hasta 1950; a partir de esa fecha, se utilizaron las estimaciones del CELADE. Para detalles sobre las fuentes y métodos, véase el anexo 2.
  13. Estimaciones utilizando la inverse projection; datos del anexo 2.
  14. Datos del CELADE.
  15. Sobre los datos de Paraguay, ver la nota 11 en el capítulo 1. En los gráficos 2.13 y 2.14, se respetan los datos de CELADE, pero es obvio que una esperanza de vida al nacimiento de más de 60 años, en 1950-1955, que ubicaría a Paraguay en el mismo nivel de mortalidad que Argentina y Uruguay, es simplemente inverosímil.
  16. Datos del CELADE.


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