Una pregunta fundamental recorre todos los ámbitos académicos en los cuales se trata las relaciones entre la filosofía y las humanidades en general con la medicina: ¿hasta qué punto esta ciencia puede aplicarse a la curación del paciente individual y concreto en completa autonomía? O bien, ¿hasta qué punto el médico debe curar exclusivamente un órgano enfermo sin tomar en consideración a la persona que sufre de ese órgano enfermo? Podría, incluso, reformularse desde otro ángulo, el del propio enfermo: ¿hasta qué punto el paciente debe contribuir, y de qué modo, a su propia curación?
La amplitud de estos interrogantes exige también respuestas amplias, que pueden ser formuladas desde diversas aproximaciones surgidas todas en el fértil campo de las humanidades médicas, que tienen el propósito de fortalecer la práctica de la medicina desde las más diversas disciplinas, que incluyen tanto la literatura como antropología, y tanto la filosofía como el arte. Es en esta diversidad de perspectivas que la preguntas serán respondidas y que surgirán incluso nuevos cuestionamientos. Algunas de esas respuestas las ofrece este libro. En él se han reunido trabajos de varios especialistas en el tema que se desempeñan en universidades nacionales y privadas de Argentina como así también en organismos de investigación convocados a fin de exponer, desde sus propios campos de estudio, algunas reflexiones sobre la temática.
En varios casos, los trabajos toman como punto de partida los escritos de autores pertenecientes a épocas muy alejadas de la nuestra: la Antigüedad y la Edad Media. No se trata de una mera curiosidad histórica o interés erudito. Lo que se pretende es encontrar en esos textos elementos que puedan ayudar de una manera u otra a comprender la relación existente entre la salud y la enfermedad y ampliar el horizonte de comprensión de estos conceptos en la medicina contemporánea. Es esta una tarea posible. Seguramente no se encontrarán, y no es esta la intención de los autores, nuevos procedimientos terapéuticos o drogas desconocidas, pero sí es posible enriquecer lo que ya se conoce y lo que ya se aplica, sencillamente porque la naturaleza humana es una constante que permanece a través de los siglos. Los innegables avances de la ciencia médica no implican un bloqueo a la sabiduría milenaria que, desde siempre, buscó sanar al hombre enfermo. Y es justamente esta posibilidad la que estudian los autores de algunos de los capítulos del libro.
En otros casos, las propuestas abordan reflexiones desde perspectivas que toman en cuenta aportes de autores contemporáneos, ordenados siempre a responder los interrogantes que planteamos al comienzo. En definitiva, el punto de convergencia permanece constante: de qué manera la filosofía y la labor del filósofo contribuye a facilitar la delicada tarea del médico en relación con su paciente.
Rubén Peretó Rivas