Este trabajo reconoce las profundas transformaciones en las formas de ser y estar en el mundo que manifiestan los sujetos preocupados y ocupados en la constitución de un ser saludable. En este sentido, se presentan los resultados de una investigación cualitativa que tuvo como objetivo explorar la cultura light a partir de las representaciones sociales y las pautas de consumo que presentan quienes llevan estilos de vida light en el marco de la estetización de la cotidianeidad. A propósito, la estetización de la vida cotidiana es un proceso paradigmático de la modernidad tardía que se caracteriza por la creciente individualidad, expresión personal y autoconciencia estilística de los individuos. La unidad de análisis es –precisamente– un sujeto interesado por el estilo y la estetización de su existencia, y en función de ello mantiene un profundo deseo por aprender y enriquecerse continuamente, por buscar nuevos valores y vocabularios: autoconstruye su cotidianeidad a partir del consumo de bienes y servicios simbólicos, y cree además que la vida estética es éticamente buena (Bourdieu 2006; Featherstone 2000).
La estrategia metodológica del trabajo de campo se diseñó a partir de a) la conformación de grupos de discusión que posibilitaron captar las imágenes compartidas vinculadas con la cultura light; b) la aplicación de entrevistas a informantes clave que facilitaron indagar temas pertinentes y descubrir aspectos significativos; y c) la recopilación y sistematización de material gráfico y audiovisual sumado a otras fuentes secundarias que permitieron triangular datos.
Tres nociones fundamentales sostienen teóricamente este trabajo. Primero. La expansión de la cultura de la imagen reconoce que la profesionalización y democratización del arte –antes reservado a las elites– es el momento clave a partir del cual la experiencia de los sujetos se estetiza y cierto ethos hedonista aflora invadiendo paulatinamente hábitos y patrones de consumo. Segundo. A diferencia de lo pensado, la posmodernidad no implica una liberación del control social sino que la manera de ejercerlo cambia: ahora la vigilancia se ejerce a través de la seducción, de una oferta diversificada tanto de objetos como de imágenes, hechos concretos o simulacros. Tercero. Los sujetos se constituyen a sí mismos a partir de las prácticas sociales de su tiempo histórico y de los discursos que circulan que asimismo colaboran a constituir. Sin embargo, aunque las prácticas están subordinadas a tecnologías recientes y sofisticadas, los discursos son herencias de prácticas ya permitidas o cuestionadas en el pasado. De modo que el choque entre las nuevas tecnologías y los léxicos heredados producen cierta fragmentación en los procesos de constitución e identificación subjetivos.