Fragmento de “Noticias diversas”
Edmond Duranty
Madame Bovary, novela de Gustave Flaubert, representa la obstinación de la descripción. Esta novela es de las que recuerdan con detalle el dibujo lineal, casi hecho con compás: calculado, trabajado, recto en todos los ángulos y, en definitiva, seco y árido. Dicen que llevó muchos años hacerlo. En efecto, los detalles se cuentan uno a uno, con el mismo valor; cada calle, cada casa, cada habitación, cada arroyo, cada brizna de hierba se describe por completo; cada personaje, cuando entra en escena, habla de antemano de una multitud de temas inútiles y poco interesantes, que sirven únicamente para mostrar su grado de inteligencia. Como consecuencia de este sistema de descripción obstinada, la novela transcurre casi siempre por gestos; no se mueve ni una mano ni un pie ni un músculo del rostro sin que la descripción se extienda por dos, tres o más líneas. No hay emoción, ni sentimiento, ni vida en esta novela, sino una gran potencia aritmética que ha calculado y recogido todo lo que puede haber de gestos, pasos o accidentes del terreno en los personajes, acontecimientos y países dados. Este libro es una aplicación literaria del cálculo de probabilidades. Hablo aquí para aquellos que han podido leerlo. El estilo tiene alturas inigualables, como ocurre en todo hombre que escribe artísticamente sin sentir: a veces pastiches, a veces lírica, pero nada personal. Lo repito: siempre descripción material y jamás impresión. Me parece inútil ingresar al punto de vista de la obra en sí, a la que los defectos mencionados le quitan todo interés. Antes de que esta novela haya aparecido, la creíamos mejor. Mucho estudio no reemplaza la espontaneidad que viene del sentimiento.
[1857]