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5 Pensando los cambios en el nivel eidético

5.1. Has retomado unas formulaciones de Yuval Harari, en las cuales se establece un paralelismo entre las características de los memes replicativos y la vida de los sistemas eidéticos. Si no entendí mal, con la introducción de esta analogía buscaste llamar la atención sobre el hecho de que las ideas viven y se reproducen siguiendo unas pautas que no necesariamente tienen que ver con lo que hagan o dejen de hacer conscientemente los individuos o cerebros huéspedes o portadores. De ello pareciera desprenderse que convendría concebir a los sistemas eidéticos como seres vivos que despliegan estrategias específicas de auto-propagación…

Me parece una buena concepción o una buena formulación de las cosas, aunque sería mejor referirse a Richard Dawkins, en cuyos aportes se ha inspirado Harari. Del mismo modo que los naturalistas hablan de “estrategias” en las especies animales o vegetales, atribuyéndoles una suerte de “inteligencia” en la lucha por la vida, puede concebirse a algunas entidades eidéticas como seres vivos que se asocian, se simbiotizan con los seres humanos, para un supuesto mutuo beneficio. En la evolución (y no se entienda evolución como progreso, necesariamente), nada importa que en la relación entre la abeja y la planta con néctar haya una especie más antigua que la otra; o que la simbiosis sea entre especies de diversas familias, muy alejadas genéticamente; en ambos casos se va produciendo un encuentro.

Hemos dicho que existen ciertas formas zoo-culturales, relevantemente aunque no de modo único en los primates. Las entidades eidéticas son tan antiguas (¿o más?) que los seres humanos o, al menos, que el sapiens-sapiens. Entonces ¿quién ha creado a quién? En todo caso, las entidades eidéticas no han creado a los sapiens como parte de un plan, como decisión preestablecida, ni los humanos han creado las entidades eidéticas, como tampoco las partes han planeado conscientemente una estrategia de simbiosis. Ello es parte de un largo proceso evolutivo.

Esto interesa porque conduce a visualizar que cualquier decisión relativa al cambio de las entidades eidéticas a las cuales se adhiere o se usa o se adscribe, etc. sólo es posible a partir de otras entidades eidéticas en o con las cuales se ha estado antes. En ese sentido la noción “usar un sistema eidético para defender intereses” puede ser válida, salvo para aquel sistema que me permite discriminar cuáles son mis intereses. La visión utilista-herramentista proviene de una racionalidad instrumental, que en este caso no corresponde aplicar. La racionalidad instrumental se entiende como una aproximación practicista de medios a fines que está determinada por una decisión previa, consciente, de minimización del esfuerzo para la obtención de un objetivo.

Para ilustrar este asunto suelo acudir a dos formulaciones. Una, que a mi juicio no procede, es la expresión de Mark Bevir (2003) en su, por otra parte muy interesante trabajo sobre la teosofía y el Congreso Nacional Indio. Allí escribe: “Annie Besant, como Hume y Sinnett, usó la teosofía para resolver la crisis victoriana de fe, después que ella pasara cierto tiempo investigando los fenómenos espiritualistas espiritistas”. No se “usa” una fe para reemplazar otra, no se “usa” un sistema eidético implantado desde la más tierna infancia, para reemplazar otro, sino que se “alcanza” o se “llega” o se descubre o se inventa y, en todo caso, se va resolviendo oscuramente, a tanteos, orientándose y extraviándose. Pero en ningún caso puede imaginarse como un proceso equivalente al de la racionalidad instrumental, que decide ocupar una herramienta para realizar un objetivo, como clavar un clavo, bombardear un puesto enemigo, realizar una encuesta o una campaña publicitaria. De nuevo, formular las cosas en tales términos sería no conocer las profundas dudas, crisis existenciales y angustias que significan para las personas los cambios de sistema eidético.

El segundo ejemplo muestra una expresión más feliz. Se trata de una formulación de Raquel Sánchez García (1999, 305), quien señala que “uno de los periodos más interesantes en la evolución del nacionalismo ruso son precisamente los años en que tuvo que convivir con el sistema comunista, años en los que contemplamos desde la simbiosis entre ambas ideologías (dando lugar a productos teóricos bastante peculiares) hasta la separación y diversificación de las mismas tras la muerte de Stalin. El interés de este periodo histórico viene dado por la relación determinante que se establece entre nacionalismo y poder político, relación que se ha conformado en toda la historia de Rusia como un juego de interdependencias y sutiles manejos, alianzas y justificaciones ideológicas”.

5.2. En cierto momento introdujiste la imagen según la cual los sistemas eidéticos se apropian de los cerebros. Más allá de su valor retórico, una afirmación así ¿no dificulta pensar los cambios en el nivel eidético? Quiero decir: la imagen es fuerte, y ayuda a visualizar algo que es relevante, pero quizá no ayuda a entender del todo cómo tienen lugar las transformaciones de las ideas, los márgenes de maniobra de quienes trabajan con ellas…

Para entrarle a esta cuestión, pienso que es clave distinguir las entidades eidéticas que se encuentran en simbiosis con sociedades, que generalmente provienen de larga trayectoria cultural con aportes de muchas personas nónimas y anónimas, de aquellas otras que son creaciones de individuos o pequeños grupos. En otras palabras, distinguir ente las entidades eidéticas que se han hecho cultura social y las que no han alcanzado ese nivel. Por cierto, no todas lo alcanzarán.

Que sea imposible pensar un estado de tabula rasa absoluto, no quiere decir que sea inconcebible la existencia de razonamientos que modifiquen (que cuestionen, que relativicen) parcialmente esa misma entidad con la cual se está en simbiosis.

También cambian (se reemplazan y hasta mutan) los microorganismos de la flora intestinal, sea por cambios en la alimentación, por cambios en el medio ambiente en general, por tratamientos médicos, por modificaciones de la edad y la salud. Lo hacen, por supuesto, sin ninguna conciencia.

Es decir, no pueden concebirse las entidades eidéticas ni los ecosistemas como completamente cerrados y clausurados para siempre. Si no se concibe cierta “apertura” del sistema no es posible pensar cambios (mutaciones) en éste. En el nivel eidético, muchos cambios no involucran la gestión consciente. Las catástrofes, por ejemplo, inducen, motivan, provocan cambios en las ideas de las colectividades afectadas, que no son conscientes-programados, ni fruto de la actividad de un único individuo o de un think tank.

Toda entidad eidética tiene al menos dos aperturas: la primera alude a que, dada su complejidad, está sujeta a interpretaciones que no son únicas ni unívocas; la segunda concierne a que hay situaciones que no cubre o que no explica. Cuando las personas experimentan situaciones no previstas por una concepción, pueden hacerle agregados o correcciones (mutaciones) que hagan posible explicar (dar cuenta de) esos nuevos hechos. De modo que el sistema va cambiando por agregados, modificaciones, adaptaciones, ampliaciones, parecido como una casa a la cual se agregarían o modificarían partes para responder a nuevas necesidades, o mejor, como ocurre con la tecnología que va creando nuevos recursos, a partir de los que posee, pero recibiendo desde afuera nuevos aportes de inventiva, de acuerdo a desafíos que antes no habían sido abordados.

Por cierto, estas entidades también, y principalmente, mutan por los cruzamientos con otras, en muchas oportunidades, completamente al margen de la decisión de quienes las hospedan.

Las entidades muy cerradas enclaustran y ahogan a las personas; las personas de sensibilidad e inventiva débil se dejan atrapar por las entidades en-con las que viven.

5.3. Las dos fuentes de cambio que señalaste recién –posibilidad de distintas interpretaciones y aparición de situaciones no previstas y no explicadas– autorizan una puesta en relación con las nociones de bricolaje o gestión consciente y de contextualidad. Se trata de nociones en relación con las cuales vienes desarrollando un intenso trabajo polémico. Quisiera que desarrollaras con mayor amplitud estos puntos y algunas de sus implicaciones.

Son cuestiones clave para los estudios eidéticos. Se trata de avanzar en la explicación de cómo surgen nuevas ideas, cómo aparecen, y por qué mutan. Las preguntas sobre la génesis remiten a una zona donde intersectan las ciencias cognitivas y los estudios eidéticos. En cuanto a por qué mutan las ideas, hay disponibles distintos tipos de explicaciones. Uno destaca la mayor capacidad de las nuevas ideas para explicar la realidad, los nuevos problemas que eventualmente se detectan, en ocasiones, esto tiene que ver con lo decíamos sobre las catástrofes. Otro pone de relieve que las nuevas ideas expresan mejor el espíritu de la época. Otro llama la atención sobre el hecho de algún poder está forzando su presencia.

Parafraseando a Lucien Goldmann, un sistema eidético supera o reemplaza a otro cuando logra dar cuenta de hechos que el anterior no contemplaba, una teoría, que logra explicar lo que la anterior no explicaba. Por otra parte, los cambios se dan dentro de las posibilidades de las entidades eidéticas existentes y de los “formatos” de los cerebros comprometidos.

Una vez más, esto puede ser gestionado conscientemente o no. Hay que recordar que, históricamente, la mayoría de las sociedades no contaban con intelectualidades “profesionales” que se plantearan la necesidad de resolver este tipo de problemas teóricos. Estos problemas se resolvían en los diálogos cotidianos, a nivel coloquial, colectivo. Frente a la erupción de un volcán, no se reunía un grupo de geólogos para explicar las razones del suceso.

Una cosa que vengo pensando es que las entidades eidéticas crecían, en una medida importante, en los sueños. La no-vigilia ha jugado, y juega, un papel central aquí. Es muy razonable pensar que los pre sapiens soñaron, y tuvieron miedos y deseos, antes de hablar, o al mismo tiempo en que se iban conformando las proto-lenguas. De ahí derivaron mandamientos trasmisibles.

No se me oculta, no obstante lo dicho, que numerosos elementos culturales y, entre ellos, algunos eidéticos son reemplazados por la presencia y la presión de poderes de diversos tipos. La adopción de las maneras de vestir y las formas llevar el cuerpo cambian en las colonias por el deseo de mimetizarse con el colonizador, por ascender socialmente, por recibir aceptación y aprobación, para participar mejor de la información y los negocios, por destacarse entre los demás colonizados, por asumir el “buen tono”, entre otras razones.

5.4. ¿A dónde apunta exactamente la referencia a lo onírico?

Me interesan los sueños como aportes a la constitución de las entidades eidéticas, especialmente de las más básicas: breves historias, mitos y relatos cosmogónicos. Me pregunto en qué medida los estados de no-vigilia pudieron dar forma, en esa confusión del consciente y del inconsciente que los caracteriza, a entidades que se iban constituyendo con múltiples fragmentos para dar luego forma a un relato. En ese nivel parecieran expresarse de manera más vívida o más clara que en la vigilia los deseos y los temores, la tensión entre deseable e indeseable. Hay que recordar que muchos pueblos concibieron a los sueños como mensajes de proveniencia superior y por tanto más atendibles que los mensajes del nivel consciente, con mayor razón si venían luego de ceremonias cargadas con alucinógenos, capaces de radicalizar los estados de ánimo.

Se trata, por una parte, de productos de un cerebro (no necesariamente de la conciencia) previamente formateado por la cultura y, especialmente, por el idioma. Estos nuevos productos, por otra parte, se alojaban (o instalaban, o cargaban) nuevamente o reforzadamente en el cerebro como marcos (o programas) y como posibilidad y exigencia (como semilla que podía y “quería ser” árbol frondoso), como instrumento y como obsesión, como fantasía de lo deseado. [10.6-10.11]

5.5. Es cierto que en el nivel abisal al que vienes aludiendo es difícil imaginar a un intelectual profesional-diferenciado urdiendo conscientemente un sistema eidético con determinadas características, persiguiendo ciertos fines. Reconocido esto, es también indudable que el intelectual profesional-diferenciado o gestor consciente de eidas es una figura realmente existente, y especialmente importante en los últimos siglos en sociedades como las nuestras…

Acepto plenamente lo que dices, pero entendamos esto en la larga y en la “larguísima” duración. Las entidades eidéticas ancestrales, por lo general simplísimas (formuladas seguramente como tabúes, slogans o mandamientos), fueron creadas inconsciente y aleatoriamente por diversos clanes pre-sapiens o de sapiens recientes, apareciendo unos sistemas eidéticos mejores y otros peores (en vistas al proceso de hominización), unos más simples y otros más complejos, unos capaces de articular más información y otros con menor capacidad y, por cierto, todo esto asociado a la capacidad de manejar lenguajes orales.

Debe imaginarse el tremendo salto que puede significar para una sociedad el asumir que el centro de la existencia, por decirlo de alguna manera, reside en el “corazón” (esta cosa que parece dotada de vida propia, más allá de la conciencia, del sueño, de los golpes, de la inercia del cuerpo), y no en la mano, ni en el colmillo. Que sea el “corazón” el que piensa, siente y organiza la existencia, es un salto tremendo en la capacidad de un clan de erectus, neandertal u otro pre-sapiens o de una sociedad de sapiens-sapiens para asumir la importancia del conocimiento. Un sistema eidético centrado en el colmillo o en la mano era muy inepto para dar importancia al conocimiento y a la selección social por conocimiento y capacidad de comunicación.

En un momento, seguramente por ensayo-error, aparecen personas que asumen la posibilidad, ahora consciente, de modificar los sistemas eidéticos existentes, mejorando los juicios existentes y/o las capacidades para transmitirlos. Así, de productores-productos inconscientes de entidades eidéticas los seres humanos se fueron transformando en gestores más conscientes de estas entidades, probablemente en primer lugar respecto a asuntos de contenido empírico, luego más abstractas, acerca de las maneras de medir distancias o calcular la construcción de una pirámide, y luego, desde Aristóteles, en asuntos formales, acerca de manejar las reglas del pensar. Este proceso de modificación y de toma de conciencia de lo que son las entidades eidéticas permitió a la gente irse transformando desde criaturas a creadoras de entidades eidéticas y luego imaginar un quehacer programado de modificación y creación de nueva entidades. Mientras más recientes y de creación más individual son, más pueden ser concebidas como productos y hasta como miembros ortopédicos, aunque esta visión tampoco dé cabalmente cuenta de su carácter.

No conozco estudios que nos muestren cómo apareció la figura intelectual individual. Puede que los estudios bíblicos nos proporcionen información acerca de figuras, con nombre propio, particularmente los profetas, figuras que fueron identificadas como quienes formulaban juicios autónomos, relativamente “desviados” de la tradición, que innovaban en relación a lo que se asumía como “creencia”.

5.6. Estas afirmaciones me parecen de la mayor importancia, por varias razones, en particular, porque vuelven a situar tu planteamiento “en las aguas de la Historia”, si cabe la expresión. Entre otras cosas, me llevan a preguntarte en qué medida y en qué sentido piensas que tus reflexiones acerca de los sistemas eidéticos ancestrales y su condición de creadores de humanidad (“hominidad”) pueden ser productivas para abordar sistemas eidéticos más contemporáneos, los cuales pueden ser considerados en una clave más consciente, programada, incluso utilista-herramental, es decir, productos de la labor de los bricoleurs profesionales-diferenciados o gestores conscientes. Me llevan a preguntarte, también, si no puede ser que, en ciertos casos, afirmaciones como la de Mark Bevir, a quien recién aludiste, tengan sentido. De hecho, hay a nuestro alrededor gestores conscientes de las ideas que trabajan sobre y con ellas para conseguir determinados fines; tanto, que a veces nuestro mundo da la impresión de ser “el reino del herramentismo”…  

Pienso que las reflexiones que se sitúan en el nivel en que venimos conversando pueden ser productivas en varios sentidos. Sobre todo, ayudan a tener en cuenta que esas dimensiones no han desaparecido, sino que continúan vigentes. Y ello conduce a preguntarse en torno a las maneras cómo se imbrican con las fórmulas de más reciente aparición.

Considero importante destacar que la gestión consciente o programada de las ideas no cubre la totalidad de lo que sucede en las sociedades actuales. Todos los niveles de agencia están presentes. Me tomo de la imagen del iceberg para decirte que si bien entiendo tu sugerencia y tus preocupaciones no pienso que este nivel haya suplantado a los otros, sino que alegremente convive con ellos, empinándose sobre sus hombros. Puedo aceptar que en numerosas sociedades actuales existe un nivel de “híper” conciencia-programación que consiste en pensar sobre el pensamiento, en general, y también pensar sobre el pensamiento consciente-programado. No es adecuado creer que la punta externa del iceberg es lo único que existe y todo lo bajo el agua no existe.

Por otra parte, este trazo de híper conciencia-programación no podría ser confundido con manipulación o simple herramentismo, en primer lugar porque este nivel está imbricado a todos los niveles anteriores y sólo es comprensible sobre dicha base; como también, porque el quehacer del pensamiento acerca del pensamiento no puede ser interpretado como una suerte de manipulación maquiavélica. Esto no únicamente porque el asunto de la ética está hoy más presente que nunca en la discusión acerca del quehacer científico e intelectual, sino además porque sería abusivo identificar conciencia o programación con perversión [9.23-9.26].

“Nuestro mundo es casi el reino del herramentalismo”, dices tú. Al menos, mi mundo es muy grande, variado y en él coexisten múltiples sociedades y, en estas y sus relaciones, múltiples niveles. Has sugerido que sería el predominio del herramentismo. No me convences a mí, pero a ver si convences al mundo islámico de eso, a los cristianos romanos o a los bosquimanos o a los quechuas ecuatorianos del sumak kausai. A ver si les convences que los mensajes transmitido por el Profeta son herramientas de algún grupo para manipularles por quince siglos. ¿Qué grupo sería el que logra organizar un complot por tanto tiempo para manipular a 1000 millones de personas?

Precisamente hemos hecho esta epojé para que tú no creas que el islamismo es una herramienta de alguien que manipula a 1000 millones. Y si la CIA ha creído que puede hacerlo le han salido mil tiros por la culata, muchos más de los que creyó Rubén Darío, cuando declamó acerca de los 1000 cachorros sueltos de león. Esto apunta a tomar en serio las ideas y precisamente no desvirtuarlas como simples herramientas de las cuales se sirve una consciencia transparente y “des-eidetizada”.

Por otra parte, asumo completamente el hecho de la herramentalidad, en algún sentido, y asumo también que los estudios eidéticos deben ocuparse de esto y este tema viene saliendo permanentemente en estas conversaciones que vamos sistematizando. Se trata de una palabra que no me es simpática por esto del utilitarismo, del uso y abuso, del cinismo que ello implica, pero más allá de eso, me interesa el asunto de la ingeniería eidética, nombre más elegante que “instrumentalismo”, “instrumentalización” o “herramentismo”. Me interesa mucho que conversemos sobre esta ingeniería, que es una de las maneras de reformular los estudios acerca de las ideas, tan anclados y acoquinados en lo historiográfico.

5.7. Has hecho referencia a la posibilidad, e incluso a la conveniencia, de concebir a los sistemas eidéticos (al menos, algunos de ellos) como compuestos por conceptos-nociones-eidas aproximadamente equivalentes a genes que les otorgan sus respectivas identidades [3.9; 3.19]. En tu perspectiva, esta analogía permitiría avanzar en una mejor comprensión de cómo se producen los cambios en el nivel eidético. Pero también es la que te ha permitido formular tu propuesta de una ingeniería (gen)eidética, en parte ligada al afán de promover el desarrollo eidético.

En efecto, la profesión del conocimiento consiste en producir ideas nuevas, en este sentido un profesional del conocimiento es un ingeniero geneidético. En un cruzamiento eidético, las eidas se combinan como moléculas o genes dando lugar a especímenes eidéticos modificados o inexistentes previamente.

Se suele definir esto como una “influencia”, una noción tan amplia como vaga, que deja contentos a quienes se conforman con poco, o carecen de mentalidad analítica. Los modelos del gen y de la molécula sirven particularmente para pensar la evolución de las ideas y para suplantar o mejorar esa noción tan básica e insuficiente como es la noción de “influencia”.

5.8. Mencionaste la palabra influencia… Hagamos, si te parece, un paréntesis para introducir tus puntos de vista sobre esta noción. Varias veces te he escuchado ponerla en cuestión, darle vueltas, utilizarla de una cierta manera, polemizar al respecto…

“Influencia” es una noción floja y vaga, aunque no por ello completamente desechable. En el empleo que se hace de esta palabra aparecen envueltas al menos tres ideas: el cambio en las ideas, la circulación de las ideas y, sobre todo, cómo se combinan las ideas. En el caso de la circulación, normalmente la noción de influencia se combina con “expansión” y “difusión”.

La noción influencia es tan amplia y vaga que pierde valor a la hora de realizar análisis finos, pues los juicios que la comprenden pueden pasar siempre por verdaderos, impidiendo discriminar casos específicos o delicados.

Sucede con ella algo similar a lo que ocurre con la noción “contexto” y “enfermedad”, noción ésta tan amplia y vaga que permite designar a un cáncer mortal y a un resfrío, a la infección de una mano y a la locura e incluso, en muchos lugares, la menstruación y la preñez de las mujeres. Sería ridículo que la medicina actual se refiriera a todos esos casos únicamente con el concepto enfermedad pues, permitiendo hacer juicios verdaderos, ellos son tan vagos, tan carentes de información, que no permiten entender la dolencia ni menos curarla. Así de ridículo es manejarse en nuestro ámbito apenas con la noción influencia.

Por otra parte, influencia es también “causa”, y para la confección de cartografías eidéticas es una noción que me ha sido decisiva. Una clave para confeccionar estas cartografías ha sido la flecha, la cual representa algún nivel de influencia entendida como origen-causalidad-proyección. He trabajado con este criterio por décadas; algunas cartografías han sido publicadas en mi libro sobre el pensamiento africano sudsahariano; pueden verse en Internet (Devés, 2008). [Véase el Anexo 2]

5.9. Retomemos el tema de los cambios. Me da la impresión de que, para robustecer la propuesta de los estudios eidéticos, sería fundamental contar con herramientas que permitan establecer con relativa claridad cuándo estamos ante cambios dentro de un determinado sistema eidético (ajustes, adaptaciones) y cuándo nos hallamos frente a un cambio de sistema eidético (desplazamiento, sustitución, fagocitación, mutación). A su vez, pareciera que un sistema eidético puede ser desplazado de una situación digamos hegemónica a otra menos protagónica sin ser completamente “borrado del mapa”, sino viendo reducida su centralidad y pasando a cumplir, eventualmente, nuevas funciones sociales, políticas o culturales.

Desbrocemos un poco el asunto para entrarle mejor. La pregunta por qué surgen las ideas no es la misma que acerca del procedimiento como surgen, ni la misma acerca de por qué se hacen hegemónicas, dicho de otra manera, la pregunta por la génesis de la idea, no es la pregunta por la hegemonía. Una cosa es explicar por qué ocurren los cambios y otra diferente es explicar el proceso de mutación eidética propiamente tal. La mutación eidética es por reemplazo de eidas y antes por incorporación o reemplazo de componentes de las eidas. El origen y la mutación son dos problemas que van muy pegados. No se trata tanto de la búsqueda de un punto cero, sino de la aparición de mutaciones, del proceso de cambio. Las ideas nuevas se van formando sobre la base de las antiguas como los árboles, que se ramifican o se van recubriendo cada año de nuevos anillos. Una idea in nuce comienza a ser desarrollada, ramificada, elaborada o se van deduciendo nociones que, a la manera de corolarios, pueden derivarse desde allí.

El asunto de la mutación es un elemento clave para los estudios eidéticos. Se trata de determinar qué significa mutación y cuáles son los procesos internos que se generan (y los externos con los cuales se acentúa, ralentiza o re-orienta) y que dan cuenta de ello. Las entidades eidéticas están mutando permanentemente en inmensa variedad de formas. Cada nuevo ejemplar reformula, agrega, recorta, cruza, elementos eidéticos. Otra cuestión muy distinta consiste en indagar cuáles lograrán replicarse de manera masiva por las sociedades, y todavía diferente a esto es preguntarse por qué tales lo lograron y otros no, en lugares y momentos específicos.

5.10. Pero lo cierto es que las ideas siempre mutan en alguna relación con los seres humanos y con las realidades no eidéticas…

Las entidades eidéticas mutan en relación con los seres humanos. Sin embargo, cuando se trata de las mutaciones eidéticas debemos estudiarlas en el plano propiamente eidético, sin menoscabo de mostrar conexiones con elementos no eidéticos, pero nunca reemplazando lo propiamente eidético con no eidético. Puede decirse que el chiismo ha mutado en las últimas décadas del siglo XX en relación a los procesos de descolonización y ello puede ser verdadero. Sin embargo, esa afirmación nada nos dice sobre las mutaciones del chiismo como sistema eidético y por tanto es cuasi irrelevante para quienes se ocupan de los estudios eidéticos. Mientras no se explicite qué elementos cambiaron, cuales fueron reemplazados por otros, cuales disminuyeron y cuales aumentaron, qué elementos procedentes de otras entidades eidéticas fueron incluidos en el o los nuevo(s) chiismo(s), entre otras cosas, la afirmación acerca de los procesos de descolonización es completamente abstracta desde el punto de vista de este ámbito disciplinar.

La relación de lo eidético con lo no-eidético puede ser pensada a partir de considerar los distintos niveles no-eidéticos implicados:

  • Órganos de producción y recepción de ideas y órganos de alojamiento y reproducción de ideas: lo corporal, neuronas, cerebros, recepción: oídos, ojos…
  • Modulaciones de las lenguas para expresar estas ideas, cambios en las lenguas, referencias en éstas, todo lo que tiene que ver con dar cuenta de las situaciones específicas de expresión: imágenes, símbolos, evolución de las lenguas, significaciones, por las asociaciones, géneros de lenguas, posibilidades y limitaciones para expresar tales ideas…
  • Soportes y medios físicos a través de los cuales se expresan y difunden las ideas: papel, tinta, imprenta, prensa, electrónicos…
  • Ecosistemas y nichos en que se alojan y desarrollan tales ideas: instituciones, agrupaciones, redes, organizaciones, corporaciones, pueblos, sectores sociales, clases, estados, organismos internacionales, regiones del mundo, en unas épocas más que en otras…
  • Motivaciones (biográfico-psíquicas-etc) de los seres humanos para alojar-circular tales ideas: militancia, convicción, intereses económicos, afanes de poder…
  • Temas no-eidéticos de los que se ocupan las entidades eidéticas: explicarse cuestiones naturales, sociales, acerca de la ciudad, del calentamiento global, de la lucha de civilizaciones, del origen del universo, de por qué sale el sol…
  • Personas-sectores y situaciones históricas que son consideradas protagonistas-promotoras de lo positivo y de lo negativo: el campesinado, la Revolución Mexicana, el Estado, el empresariado…
  • Personas que recepcionan la obra favorablemente y las que no: los medios de comunicación del empresariado, el público japonés…
  • Energizadores que aportan energía, dinero, recursos para la circulación de las ideas: corporaciones, iglesias, partidos, estados, instituciones, agrupaciones, gremios, empresas, fundaciones, organizaciones, organismos, reparticiones públicas, municipios…
5.11. En América Latina ha habido varias aproximaciones al tema de cómo pensar los cambios en el nivel eidético. Las mismas fueron elaboradas desde la filosofía, la crítica literaria, la historia. En un sentido importante, las distintas posiciones parecen remitir a concepciones diversas sobre la “biología de la cultura”, para emplear libremente una noción introducida por André Reszler (1984, 77ss.), en particular, a cómo caracterizar nuestra cultura periférica, a cómo entender las implicaciones de esa condición. Está la clásica polémica entre Salazar Bondy y Zea, próxima a cumplir medio siglo; está el texto, también clásico, de Roberto Schwarz sobre las ideas fuera de lugar (que en los últimos años ha sido revisitado, recuperado y debatido, en particular por Elías Palti, dando lugar a intercambios polémicos); está el aporte de Bernardo Subercaseaux, que en los años ochenta contrapuso lo que llamó el “modelo reproductivista” al “modelo de la apropiación cultural”, reproduciendo en otra clave aspectos de la polémica entre Salazar Bondy y Zea y de las implicaciones de la formulación de Schwarz…
El listado podría ampliarse. Entiendo que estás, al igual que yo mismo, identificado con el modelo de la apropiación cultural, esto es, con Zea y con la segunda variante de Subercaseaux, así como con aquella implicación, resaltada por Palti, según la cual ninguna idea está, en sentido estricto, fuera de lugar, sino que todas están en su lugar, debiendo indagarse cómo es que ello va produciéndose en cada circunstancia…

En parte, me he dedicado a los estudios del pensamiento de la América del Sur por un disgusto con un mimetismo eidético pedante, vacío e incapaz de conectarse con la realidad. Así una de mis tareas ha consistido en la denuncia del mimetismo, de la alienación, de la esquizofrenia de parte de nuestras intelectualidades, cosa que advertí particularmente en los reductos de la filosofía.

Sin embargo, esto no lo inventé o descubrí yo obviamente. Debe constatarse que en nuestra región es algo bastante aceptado que repetimos y copiamos ideas mucho más de las que inventamos y de lo que otros nos copian. Es un tópico de la cultura latinoamericana: hemos inventado poco y copiado mucho. En términos eidéticos es algo relevante. Se ve también en los nombres de los sistemas eidéticos. Por mucho tiempo, y todavía hoy, se han pensado las entidades eidéticas con nombres europeos: liberalismo, positivismo, marxismo. Es más difícil ver estudiosos hablando de arielismo, cepalismo, etc. Por otra parte, en cualquier ecosistema intelectual se pueden dar las dos cosas. Son antagónicos como modelos, no como realidades. Y es probable que no se trate tanto de optar cuanto de trabajar sus dinámicas y combinaciones.  

No creo en el “contextus ex-maquina”, que pretende que un libro o una idea por llegar a otro lugar automáticamente se acriolla. Sería suponer que no existe alienación, ni esquizofrenia, ni tampoco la pedantería de decir aquí cosas prestigiadas en los centros y hacer recomendaciones basadas simplemente en el efecto demostración o, en otras ocasiones, recomendaciones pagadas por quienes se benefician con esas opiniones, pertenezcan o no a los imperios. Todo eso existe, al menos eso nos dice el sentido común, aunque me parece de la mayor importancia determinar por qué, entre los libros de tal figura, se leyeron en tal parte unos y no otros y por qué, en algunos lugares o momentos, tuvieron más éxito unos que otros.

He estado dándole muchas vueltas al asunto de esta dependencia intelectual que he pretendido relacionar con cuestiones psíquicas y de psicología social, expresadas en el concepto “dependencia afectiva” y en el concepto manejado por muchos de sentimiento o complejo de inferioridad intelectual, que tratan de ahondar y explicar esto.

5.12. Quisiera hacerte un par de preguntas adicionales sobre esta cuestión. La primera, sobre el esquema que introdujiste en El pensamiento latinoamericano en el siglo XX. Un esquema exógenamente determinado de ciclos en los que alternaron disposiciones identitaristas y centralitarias. Es una propuesta que publicaste hace ya buen tiempo y que, en algún sentido, podría ser objeto de tu propia crítica al contextualismo. ¿Qué piensas a este respecto? Más en particular, ¿cómo recuperarías esta propuesta en el marco de los que venimos conversando sobre cómo conviene pensar los cambios en el nivel eidético?

Con respecto a los ciclos, introduje elementos propios de la dinámica eidética y otros de carácter no-eidético, especialmente asumiendo lo que he denominado grandes acontecimientos puntuales, asumidos como “catástrofes” (guerras, revoluciones, invasiones, grandes crisis económicas) que descolocan o desconciertan a las intelectualidades, dejándolas sin respuesta ante tales acontecimientos y que hacen parecer no-válidas las propuestas existentes hasta ese momento. Pero ello precisamente no desvirtúa la presencia de elementos no-eidéticos, sino que por su especificidad les otorga todo el sentido. Mi observación no apunta a destruir la noción de impacto de lo no-eidético en lo eidético sino a situarlo en su medida y sobre todo a especificarlo y mediarlo teniendo en cuenta el elemento “sensibilidad” (algo de lo que no hemos hablado en estas conversaciones), que es lo que he querido hacer, superando la noción vaga de “contexto”.

Mi crítica al contextualismo ex-maquina o perezoso es radical porque éste pervierte, con su vaguedad o indeterminación, las relaciones entre lo eidético y lo no eidético, que son múltiples y en principio determinables, como lo hemos visto antes. Los cambios en las ideas, cambios entendidos como reemplazos, están relacionados con lo no-eidético de muchas formas. Por ejemplo, los cambios en los ecosistemas intelectuales muchas veces tienen que ver con la alternancia generacional, los cambios en la sensibilidad de las nuevas generaciones, la búsqueda de voz y su posicionamiento en los ecosistemas, tienen que ver con las diferencias entre las clases, tienen que ver con importantes cataclismos bélicos, sociales o naturales, que impactan sobre la sensibilidad de las intelectualidades, tienen que ver con las invasiones y las migraciones de personas provenientes de otras culturas, tienen que ver con programas  organizados por los imperios, los estados o ciertos grupos de poder, tienen que ver con las formaciones económicas y las formas de trabajo. En otro sentido los cambios tienen que ver con diversas dimensiones de la cultura material y simbólica, la evolución de las lenguas por cierto, y seguramente mucho con las mutaciones del cerebro… Si todo esto se llama contexto, o una de estas cosas es contexto, o la segunda y la cuarta o la primera y la quinta, entonces es un concepto que carece completamente de valor analítico. Esto no significa, de ninguna manera, descalificar a quienes, en nombre de un contextualismo bien entendido, se esmeran en articular realidades sociopolíticas y entidades eidéticas, y en particular algunos sistemas, artefactos, dispositivos. A lo que apunto es a que tal vez convenga abandonar una palabra que conduce a más equivocaciones que a esclarecimientos a estas alturas del conocimiento.

5.13. La segunda pregunta tiene que ver con tu presentación en las Jornadas de Talca de 2016, sobre la que ya hablamos en una sección previa [2.22-2.24]. Abordaste allí el tema de la elaboración eidética acudiendo a elementos de la teoría de la recepción de textos literarios, aunque tomando justa distancia de ella, en virtud de que se trata de dinámicas distintas. El tema de la elaboración consciente, tratado allí, tiene evidentemente relación estrecha con los cambios en el nivel eidético.

Hace ya mucho tiempo que me pregunto por el cambio a nivel eidético, el cambio como reemplazo o suplantación de un sistema eidético por otro y, más recientemente, el cambio al interior de las entidades eidéticas. Entiendo que son dos cosas muy distintas, aunque se den juntas o simultáneas en  ocasiones.

Sobre el cambio como suplantación me interesó explicar cómo se produjo por ejemplo el cambio desde un identitarismo culturalista (el arielismo) por un identitarismo social (el aprismo indigenista) hacia 1920, poco antes poco después. Qué se produjo para que esto ocurriera, qué fue necesario, cuáles fueron causas y condiciones. Se trata de un problema espinoso y que requiere precisión. Por ejemplo, creo que la revolución mexicana y la soviética jugaron un papel pero no bastan para explicar y quizás ni siquiera fueron “necesarias”. El protagonismo social venía claramente manifestándose antes en movimientos de campesinos y sobre todo de artesanos y obreros, pero estas revoluciones no sólo les animaron sino que además les permitieron a ellos y a la sociedad tomarlos más en serio. Por otro lado, ello supuso un cierto recambio generacional. Pienso además que el cataclismo de la Primera Guerra Mundial trastocó de tal manera algunas convicciones que permitió espacios donde instalarse las nuevas ideas, dejó obsoletas o descolocadas a personas…

Sobre este trabajo que me preguntas. Lo focalicé en la reelaboración de la teología de la liberación en Sri Lanka, por parte de Aloysius Pieris, pero el objetivo no era la cuestión teológica propiamente tal sino el proceso por el cual un miembro de la intelectualidad profesional, con un corpus consciente de ideas, recibe y reelabora un nuevo corpus que procede desde fuera de su ecosistema intelectual. Para esto elaboré un modelo con cinco momentos y varias operaciones, que copiaré, pues punteado es más didáctico (Devés, 2017).

  • Primer momento: Recepción a partir del filtrado externo, previo, a la recepción por parte del ecosistema en estudio. Aquello que fue disponibilizado por agentes exteriores al ecosistema, aquello que había sido editado, traducido, enviado, distribuido, circulando en las redes. Operación de lectura de obras previamente traducidas donde se expresa el sistema eidético en cuestión. Operación de recepción de un canon establecido en el ecosistema emisor, donde se establecen las obras claves del sistema eidético, las que serán eventualmente republicadas, antologadas y traducidas. Operación de incorporación a redes establecidas que, inicialmente al menos, no dependen del ecosistema intelectual receptor. Operación de incorporación a la institucionalidad y programas de formación a los cuales pueden concurrir personas del ecosistema receptor.
  • Segundo momento: Recepción por filtrado interno y proactivo para la recepción-selección-aproximación de acuerdo a criterios provenientes del ecosistema receptor. Este es el primer nivel de apropiación con un “horizonte de experiencias-expectativas”. Operación de lectura selectiva de aquello que es más aprovechable, de acuerdo al horizonte de expectativas, a partir de sistemas eidéticos ya instalados en el ecosistema. Operación de búsqueda de contactos, traducción de otras obras, creación de contactos y hasta aprendizaje de lenguas partir de la iniciativa del receptor.
  • Tercer momento: De elaboración simple, de aprovechamiento de las ideas de manera más inmediata y sin que medie creación conceptual. Operación de lectura del sistema eidético recepcionado a partir de las categorías pre-existentes en el ecosistema de recepción, partiendo por lo más amigable y familiar. Operación de reinterpretar la realidad y la historia de la propia sociedad y más allá con el sistema eidético recepcionado. Operación de asociar el nuevo sistema eidético a las disyuntivas del ecosistema intelectual.
  • Cuarto momento: De reelaboración compleja y creación conceptual. Operación: De detección en la realidad de problemas susceptibles de ser interpretados (privilegiadamente) con el sistema eidético recepcionado, ello en tensión con el tercer momento, de recepción ingenua, podía parecer que toda la realidad era interpretable con el sistema eidético importado. Operación de creación de conceptos inspirados en el sistema eidético recepcionado, para entender fenómenos específicos que no estaban en la versión originaria-importada, porque no era relevantes para el ecosistema en el cual fue plasmado. Operación de cruzamiento es decir, de encuentro y articulación de nociones de diversas procedencias, sean ancestrales del propio ecosistema y/o provenientes de otras importaciones recientes, con elementos del sistema eidético en proceso.
  • Quinto momento: De bautizo, articulación, crítica y agenda, donde se apunta a una nueva denominación, que se alcanzar en la articulación, fusión o cruzamiento entre componentes del sistema eidético arribado (y eventualmente otros foráneos) y uno o más de los presentes en el ecosistema de recepción, en la crítica al sistema eidético arribado como insuficiente y en la formulación de una agenda de trabajo coherente con esta novedad. Operación de denominación de bautizo del nuevo sistema eidético. Operación de crítica y detección de insuficiencias y limitaciones del sistema eidético recepcionado para entender la realidad de quienes recepcionan, en ruptura explícita con la ingenuidad primera que lo adoptaba como paquete y panacea. Operación de elaboración de categorías de articulación o de síntesis que permitan el encuentro, fusión o cruzamiento entre elementos de sistemas eidéticos diversos. Operación de formulación de una agenda del nuevo sistema eidético como expresión de su novedad.
5.14. Me interesa retomar el tema del intelectual, entendido como el profesional diferenciado que trabaja con ideas, en tus palabras, gestor consciente –¿elaborador?–. En algún momento de nuestra conversación dio la impresión de que este trabajo de bricolaje o gestión consciente se sitúa en niveles superficiales. Sin embargo, también hemos admitido que la elaboración eidética consciente, e incluso profesional, es crecientemente importante. De hecho, de ese tipo de trabajo, de sus frutos, es de lo que tratan mayor, aunque no exclusivamente, los estudios eidéticos realmente existentes, si me permites utilizar esta expresión. Lo que deseo plantear es lo siguiente. Si bien es cierto que a nivel teórico y epistemológico interesa tomar conciencia de que los estudios eidéticos realmente existentes se ocupan de un segmento limitado del mundo eidético que se rige por “leyes” particulares, también lo es que se impone la pregunta por la pertinencia y el sentido actual del énfasis colocado sobre el nivel de las estrategias reproductivas de los sistemas eidéticos por sobre el nivel de la elaboración consciente de sistemas eidéticos por parte de los intelectuales. ¿Qué es lo que podemos “ver” gracias a ese énfasis que de otro modo nos perderíamos?

No me gusta “superficial”, como reciente, en términos de la larga duración eidética. Y la respuesta anterior precisamente se focaliza en el quehacer de un intelectual profesional, que trabaja con  bibliografía y cuya tarea explícitamente es producir y reelaborar ideas. Por tanto quiero despejar dudas respecto de este asunto.

Se trata de considerar un ámbito disciplinar que trasciende con mucho las maneras de hacer de nuestra comunidad de especialistas. Por señalar otros espacios, lo que ha hecho y con tanto reconocimiento Mircea Eliade o en Suramérica, Miguel León-Portilla o Rodolfo Kusch y que ha sido recogido en antologías sobre la filosofía América. Tenemos gente que trabaja en otras líneas de investigación aunque a sí mismo no se consideren cabalmente parte de la historia de las ideas, la intelectual o la conceptual, que parecen ser las más explícitas en las últimas décadas.

5.15. Un tema de gran relevancia aquí es la política. Me refiero a las condiciones o límites políticos para la enunciar o, mejor dicho, para que prosperen o no determinados sistemas eidéticos. Por ejemplo, para que prosperen sistemas eidéticos asociados a la idea de revolución se requirió de ciertas condiciones políticas; hoy, la idea de revolución sigue viviendo, pero de una manera distinta a la vida que tuvo medio siglo atrás. Otro ejemplo, más reciente, es el neo-desarrollismo. Este sistema eidético tuvo una centralidad notoria en Nuestra América en torno a 2010, momento en el cual pareció tornarse una suerte de centro gravitacional en Brasil, en Argentina y en otros espacios; no obstante, con la crisis política brasileña y otros cambios a nivel regional, parece haber perdido no sólo centralidad, sino también consistencia. Quizá siga viviendo, pero en otras condiciones. En suma, lo que sucede en la política parece imponer ciertos límites o parámetros para que prosperen o no los sistemas eidéticos, al menos ciertos tipos de sistemas eidéticos. ¿Cómo se puede pensar esta problemática sin caer en las limitaciones del contextualismo mal entendido? En otro sentido, ¿qué sucedió con esos sistemas eidéticos, por qué sus estrategias reproductivas se revelaron ineficaces?

Quiero decirte en primer lugar, que es una de las preguntas más importantes de los estudios eidéticos, tan fundamental para la disciplina como difícil de responder. Distingamos para comenzar el por qué aparecen del por qué prosperan.

No soy capaz de responderte cuáles son las condiciones para que prosperen los sistemas u otras especies eidéticas. Se han elaborado hipótesis estudiando casos específicos, sin poseer creo suficiente información y sin realizar una distinción básica y cuestionable… entre las entidades eidéticas de larga duración y las “domésticas”. Porque no se explica de la misma forma que los cocodrilos hayan prosperado 500 millones de años y que los caniches prosperaran en la corte de Luis XV de Francia. Esta distinción clave no la hacen los historiadores intelectuales que creen que los caniches (o en todo caso los animales domésticos) representan la realidad de todas las especies.

No se puede pretender explicar cómo han prosperado los mitos de la exogamia de la misma manera que explica por qué ha prosperado el neoliberalismo. No es lo mismo preguntar por qué un sistema eidético prospera a lo largo y ancho de siglos y sociedades como lo ha hecho el Islam que interrogarse por qué ha prosperado el neoliberalismo en Chile durante 25 años, como política económica. Distinguir las preguntas es clave para dar buenas respuestas. Me parece que la bibliografía ni se ha formulado bien el problema para responderlo adecuadamente.

Voy a intentar dos respuestas diferentes: las ideas prosperan porque generan buenos métodos de replicación, las ideas prosperan porque establecen simbiosis provechosas con sus sociedades hospederas.

Los mejores casos son los del cristianismo y del islamismo e incluso del budismo, quizás en algo menor grado. El judaísmo nos sirve de testigo para esta argumentación. He señalado que una innovación clave del cristianismo, luego heredada por el islamismo, fue incorporar el dispositivo “proselitismo” como parte del sistema eidético [3.32]. El método “replicativo-proselitista” le otorgó una forma de difusión tremendamente superior al sistema “replicativo-vegetativo” de otros sistemas eidéticos. Sin ese dispositivo, el judaísmo, aun perteneciendo a una matriz geneidética muy similar al cristianismo y al islamismo, ha prosperado por mayor cantidad de siglos pero reducido a una etnia-cultura, aunque con una variada diáspora por el mundo.

El segundo criterio consiste en la feliz simbiosis que potencie a ambas partes. Estos sistemas eidéticos (y téngase en cuenta que dentro del cristianismo y el islamismo ha habido numerosas tendencias y bifurcaciones, no todas igualmente exitosas) han potenciado a sus sociedades impulsándolas a florecer y desenvolverse en vez de maniatarlas o inhibirlas como otros sistemas eidéticos que las ahogaban con tabúes o les imponían tantas obligaciones que las agotaban o les mentían tan descaradamente que no había manera de llevarlos en medio de las contingencias y protestas de la realidad. Cuando digo que eran simbiosis beneficiosas lo digo pensando en la ampliación poblacional de las comunidades, en la eficiencia en el trabajo, en la apertura a las innovaciones e hibridaciones en diversos planos, en la afirmación de la identidad, en la destreza para defenderse y ampliarse. Entre paréntesis, debe señalarse que las intelectualidades periféricas se han preguntado insistentemente acerca de estos asuntos. La pregunta: ¿por qué nuestras sociedades han sido arrasadas por la expansión europea?, ha sido la pregunta por la validez de las ideas en-con las cuales estamos o nos desenvolvemos en nuestras relaciones con otras sociedades, si tales ideas nos potencian o son camisas de fuerza y en qué dimensiones. Es decir, ello no significa que estos sistemas eidéticos sean completamente benéficos y que algunas o muchas de sus gen-eidas no puedan ser (o transformarse en) “nocivas” (como contrario a “aptas”) para esas sociedades, en nuevas situaciones.

La consideración de estos sistemas eidéticos de larga duración y amplia expansión permite elaborar buenas teorías globales. Ello es así, aunque la mayoría, no la exclusividad, de las entidades eidéticas que nos interesan son las actuales de corta duración y a veces amplia expansión y frecuentemente localizadas en las intelectualidades no acopladas a las sociedades, en la forma de mitos, mentalidades, ideologías hegemónicas, etc. Esta variedad casi no permite establecer teorías sino casuísticas, por lo que es mejor establecer una tipificación abstracta. Por ejemplo, los sistemas eidéticos pueden prosperar porque:

  • Permiten expresar la oposición al poder, como el marxismo en África colonial.
  • Son sostenidos sistemáticamente por el poder, pasando desde los grupos dominantes a amplios sectores sociales a lo largo de las décadas, como el neoliberalismo en Chile de Pinochet o el marxismo en la versión Cuba.
  • Son apoyados por poderes coloniales, como el cristianismo en condiciones de colonización. Desde aquí se deriva otra pregunta: ¿por qué algunos sistemas eidéticos se mantienen luego de la desaparición del colonialismo?
  • Satisfacen necesidades explicativas mayores que otros: las teorías científicas, y las sobre cuestiones naturales más que sociales, aunque todas en cierta medida. La relatividad versus Newton, es el ejemplo clásico para este género. Ocurre algo similar con las ideologías, que son frecuentemente testadas por sus opositores (y por la población en general) por no ser capaces de alcanzar los objetivos que se proponen. Es decir se testean por resultados de análisis y sobre todo de logro de objetivos, más que por su capacidad explicativa.
  • Sus representantes o difusores reciben sistemático apoyo externo, en recursos humanos o materiales y porque dan beneficios directos o prestan servicios indirectos la población. Es el caso de misiones de diversas religiones y particularmente claro el caso del mormonismo.
  • Ofrecen una opción fácilmente asimilable y que parece coherente con los tiempos: el cepalismo.
  • Representan intereses y ofrecen identidad a grupos intelectuales con baja consideración: el liberalismo en la Suramérica de primeras décadas y mediados del XIX, el socialismo en la Europa de la segunda mitad el XIX y primeras décadas del XX.
  • Permiten a pequeños sectores intelectuales posicionarse en un nicho al interior de ecosistemas, expresando valores y oposición a otros y satisfaciendo también los requerimientos de pequeños sectores sociales disidentes: esto se ve en el trotskismo, en sectas del cristianismo, en grupos que cultivan religiones orientales en regiones no-orientales, entre otros.
  • Llegan figuras proselitistas con suficiente carisma para sembrar algunas semillas y cuidar sus plantas por algún tiempo, sean misioneros de sistemas eidéticos religiosos, de las ciencias (naturales, sociales y humanidades) o de ideologías.

Por otra parte, podría distinguir, en términos más abstractos, tres tipos de explicación: la evolucionista, que pretende explicar por cierta selección natural entre las entidades eidéticas; la funcionalista-contextualista, que explica los cambios atendiendo a la capacidad de satisfacer funciones o necesidades de una sociedad, y la instrumentalista-herramentista, que explica los cambios por la acción del poder (propaganda, armas). Por cierto, cualquiera de estas explicaciones aceptará combinaciones y casos excepcionales. Las dos últimas apuntan a explicar las ideas como productos de las sociedades y se refieren en general a entidades eidéticas de breve duración y localizadas en espacios pequeños, como la elite en el poder en alguna capital de un país dependiente.

El contextualismo mal entendido es aquel perezoso que no pretende explicar específicamente sino que se satisface con la palabra “contexto”, sin tener que dar razón de lo específico. Por cierto, puede haber un intento completamente honesto y mal logrado, por ejemplo por carencia de información y sobre todo por carencia de finura en las distinciones necesarias, llevando a confusiones que distorsionan.

En todo caso, gran cantidad de realidades no-eidéticas inciden sobre lo eidético y por cierto, ello no se reduce a lo político. Un gran cataclismo natural o de causa humana, como la detonación de bombas nucleares, afecta enormemente a las sociedades. Los paradigmas se desarman, y se buscan desesperadamente alternativas. Otro ejemplo: el éxito económico de un Estado que hasta hace poco era atrasado motiva una revisión de las teorías económicas, revisión que no habría ocurrido si todo hubiera seguido igual. Otro ejemplo: la existencia de un gran poder geopolítico, militar y cultural generará acciones de difusión de sus propuestas a la vez que provocará admiración en muchas personas. En esto es muy manifiesto el caso de la URSS, que llegó a ser un fenómeno internacional, más que político, motivando, financiando, inspirando partidos comunistas por tantos lugares, que luego declinaron con su implosión.

Notoriamente menos frecuente en la actualidad es la explicación individual-psicológica, que pretende tener en cuenta la condición de quienes piensan, del “sujeto” pensante y de las maneras en que éste quiere o decide posicionarse en el escenario intelectual, buscando su propio nicho, y las dinámicas psicológicas de reacción inconsciente, por ejemplo, de las generaciones jóvenes contra las mayores, buscando “espacio bajo el sol”.

5.16. A diferencia de quienes se centran en el estudio de los intelectuales en tanto intelectuales, de las redes o de los condicionamientos impuestos o sugeridos por las distintas materialidades, siempre me ha interesado –sin negar la importancia de lo anterior– poner de relieve el trabajo que un determinado pensador realiza con la materia eidética, la trabajosa forja, la orfebrería de las eidas. De hecho, la mayor parte de mis estudios han sido sobre autores considerados en singular, aunque en relación con un tema más amplio. Mi libro La Argentina como desilusión aborda la obra de cinco intelectuales. Otro de mis libros, La idea de América en el historicismo mexicano, tres. También estudié a fondo otras figuras, aparte de las consideradas en esos volúmenes, es el caso, por ejemplo, de Carlos Pereyra. Actualmente estudio a Darcy Ribeiro. Incluso en estudios donde he intentado pensar en términos de momentos o de procesos seguí siendo tributario de esa predisposición filo-biográfica.
Como fruto de habitar tanto tiempo ese modo de trabajar, me inclino a ver el trabajo con las ideas por parte de cada intelectual como una suerte de epopeya asociada a la trabajosa forja de “algo para decir”, generalmente con derivaciones parenéticas. Así, visualizo en cada intelectual a un elaborador bricoleur definido por una unidad de propósitos, que va disponiendo y re-disponiendo los materiales con los que cuenta, sobre sucesivos telones de fondo o contextos. Nociones como las de forjarse un nicho, posicionarse, etc. juegan un papel aquí, por cierto. También la idea de raigambre bajtiniana según la cual una obra, cualquier obra, es ante todo, un diálogo de múltiples voces y, paralelamente, una ecuación inestable, cambiante, desgarrada por tensiones, entre ellas, la muy crucial entre la mentada unidad de propósitos y el incesante fluir histórico, el cual presiona, por así decir, hacia la volubilidad. Estas disposiciones me ubican a relativa distancia de quienes tienden a borronear la figura del autor, bajo el supuesto según el cual los autores son algo así como muñecos de ventrílocuo, hablados por discursos o por dinámicas estructurales que los rebasan.

Perdona la interrupción, pero el herramentismo alude, en buena medida, al ventrilocuismo, aunque no sean sinónimos.

5.17. Puedo admitir perfectamente que no todo aquí es “gestión consciente” y, sin embargo, esta forma de mirar me ha permitido perfilar periodizaciones específicas, que no siempre se ajustan a los grandes panoramas, sino que más bien los matizan, y a veces los cuestionan. Situándonos en este nivel, hay diferimientos, resonancias, obstinaciones y otros fenómenos que constantemente parecen conducirnos a minar los esquemas de los manuales, los cuales son, con todo, imprescindibles, porque son los que permiten identificar los intersticios, las grietas.
En principio, no creo que radicalizar la disyuntiva autor o discurso (o sistema eidético) conduzca a algo demasiado interesante; pienso, más bien, que es una cuestión de acentuación; personalmente, me llama más la atención qué hace alguien con todo eso, cómo resuelve los conflictos y dilemas morales, cómo reformula la ecuación. Las ideas tienen una vida, pero sólo a través de, sólo en, quienes las hacen vivir. Tú mismo hablaste hace un momento de desgarramientos, de crisis existenciales. Claro que todo esto también es algo histórico, es decir, el intelectual profesional-diferenciado es un producto histórico, que existe solamente en algunas sociedades…
Digo todo esto para introducir dos cuestiones. La primera, en qué sentidos esta manera de entender las cosas puede intersectar con la propuesta de los estudios eidéticos. Es decir, qué lugar hay para el autor y su epopeya en esta propuesta.

Existe la obra de autores reconocidos por su nombre, años y circunstancias a partir de cierta época, que se va identificando con la aparición de la escritura en las diversas sociedades. No entiendo cuál sería el problema. Muchas entidades eidéticas tienen fecha de creación y autor-a. No obstante, los ismos, las ideologías contemporáneas se reconocen en general como tendencias de pensamiento en las cuales han ido incidiendo numerosas personalidades. Claro, los técnicos en estas materias establecemos un canon de figuras, y me ha interesado mucho hacerlo, realizamos distinciones, fijamos sub-escuelas, determinamos fechas claves en su constitución.

Me han interesado los grandes movimientos eidéticos como también casos muy específicos, por su carácter representativo. Por ejemplo, el identitarismo de la América del Sur, desde Argentina a México, distinguiendo momentos y figuras. No dudo de la importancia de las figuras y cada vez más hacia el presente, donde una carrera académica se afirma en la posibilidad de hacer aportes innovadores, y más todavía en la literatura y en la plástica.

En relación a la importancia del autor en la gestación de entidades eidéticas, he hablado de la posibilidad de psico-eidética, en equivalencia con la psico-lingüística, y hacer esto me parece totalmente razonable, aunque no sea mi experticia ni mi afinidad y sí puede ser la tuya. Aunque me interesa determinar un espacio disciplinar, creo que debe serlo muy abiertamente, por eso el multi-perspectivismo, porque estamos tratando de constituir un campo sobre la base de una inmensa cantidad de trabajos reconocidos como válidos por nosotros mismos, y cuya unidad está dada por un reconocimiento de los y las pares, no por la adscripción a un método específico y menos a un paradigma.

En esto de la psico-eidética, sería particularmente importante trabajar en conexión con las ciencias cognitivas y con el estudio de lo inconsciente. No lo digo únicamente en sentido psicoanalítico. Me refiero a que continuamos trabajando intelectualmente mientras dormimos y que el cerebro trabaja “intelectualmente” o “académicamente” al margen de la conciencia o de nuestras decisiones. En el cerebro poseemos muchos archivos de los cuales no somos conscientes. Cuando le hallamos la punta a la madeja comienzan a desenredarse y a emerger, permitiéndonos escribir en esa clave. Esto lo asumen particularmente quienes escriben novelas y guiones, que deben ponerse en la mente de diversos personajes que no son ellos mismos.

5.18. La segunda cuestión tiene que ver con un racimo de ideas que perfilé en un estudio reciente. Allí aparecen algunas imágenes o metáforas –no sé si equivalentes a lo que tú llamas modelos– que intentan apresar aspectos orientados a caracterizar la vida de las ideas yendo quizá “más allá” de la voluntad particular de los intelectuales. Me refiero, en concreto, a las nociones de sagas simbólicas y de estaciones culturales.
Con la primera noción, quise llamar la atención sobre la persistencia o, mejor, la aparición/recreación recurrente, en nuestra historia cultural, de determinados motivos o tópicos: la saga de Shakespeare (Ariel/Calibán/Próspero); la saga de Hegel; la saga de Marx (Marx y Bolívar); la saga de Las Casas; la saga del barroco; la saga onomástica, y podrían agregarse otras. Aquí sí pareciera tratarse de sistemas eidéticos con vida propia…
Con la segunda noción, que no se refiere a la estación en sentido meteorológico sino ferroviario, he intentado poner de relieve que, considerando un determinado tema o cuestión, hay momentos clave en los cuales se entrecruzan intelectuales, significados, símbolos, temporalidades.
Como sé que conoces estos intentos, porque me has oído exponer sobre ellos, y como sé que llamaron de alguna manera tu atención, me gustaría escuchar tus reflexiones al respecto. La idea sería avanzar unos pasos en desentrañar qué relación guardan o podrían guardar con una propuesta como la de los estudios eidéticos. A sabiendas, claro, de que estas imágenes no tienen, al menos por ahora, grandes pretensiones teóricas; son apenas tentativas de alguien habituado a trabajar en un plano filo-biográfico por ir unos pasos “más allá” de ese registro. A sabiendas, también, de que estamos hablando de cuestiones menos abisales que la del origen de la especie, muy contemporáneas, donde lo consciente y lo herramental juegan, como lo venimos resaltando, un papel importante.

La propuesta del multi-perspectivismo abre la posibilidad de cantidad de entradas a un campo disciplinar y si, por una parte, estas múltiples perspectivas contribuyen a mirar de modo más completo y complementado un objeto, por otra parte, abren la vía a un relativismo perezoso. Para evitar este relativismo, cada mirada debe mostrar su validez, sus aportes a la discusión al interior del campo, en diálogo con personas que trabajan desde otras perspectivas.

Dicho esto, lo que has propuesto me ha parecido interesante, menos en lo de “apresar” porque los estudios eidéticos pretenden “liberar”, formando parte de las epistemologías libertarias, si enhorabuena las hubiere.

Lo que propones puede contribuir a conceptualizar problemas que desde otras perspectivas no habían saltado a la vista. En un sentido la cuestión de las sagas, podría emparentarse a la propuesta de Lovejoy: temas de larga duración que van apareciendo y reapareciendo en la discusión intelectual y que constituyen una trayectoria al interior de un ecosistema intelectual o más ampliamente de una cultura. El conjunto de estos asuntos va creando cierto espesor, como sucesivas capas de sedimentos o anillos.

Lo de las estaciones en sentido ferroviario me parece una analogía imaginativa, que puede ser fructífera. Digo más, expresiones como estas pueden convocar reinterpretaciones de fenómenos eidéticos que releven nuevas dimensiones y permitan hacer otras lecturas de fenómenos que han sido casi pasados por alto. Creo que ya lo hemos conversado, pero la cuestión de las ideas fuera de lugar es uno de estos asuntos que ha vendido siendo tratado y vuelto a tratarse y que puede asumirse parte como saga, parte como estación. Es una cuestión que otorga, por ello mismo, consistencia y trayectoria a un quehacer.



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