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6 Redes intelectuales y circulación eidética

6.1. En un momento previo de estas conversaciones mencionaste al estudio de las redes intelectuales entre los aportes más importantes que han hecho los estudios eidéticos latinoamericanos [2.6; 2.25]. Tus contribuciones en este sentido fueron numerosas. Está, por ejemplo, el libro Redes intelectuales en América Latina, publicado en 2007 y reimpreso en 2014, donde reuniste intervenciones de distinta naturaleza relacionadas con esta temática, incluyendo estudios específicos –de las redes arielista, teosófica, cepalina–, así como perfilamientos de agendas para desarrollar “las fuerzas productivas intelectuales” (Devés, 2007a).
Ese conjunto textual está precedido por una Introducción, en cuyas páginas buscaste establecer parámetros conceptuales y metodológicos. Allí definiste las redes intelectuales como “un conjunto de personas ocupadas en la producción y difusión del conocimiento, que se comunican, en razón de su actividad profesional, a lo largo de los años”. Seguidamente propusiste una metodología para estudiarlas, centrada en la consideración de distintas formas de comunicación y en el establecimiento de la frecuencia y densidad de los contactos. También señalaste que la categoría se revelaba útil para complementar otras, como “influencia”, “generación”, “campo”.
Pregunto, en primer lugar, qué balance haces de aquella propuesta, tanto de sus términos como de su deriva ulterior, es decir, si la consideras vigente, si la has visto fructificar de alguna manera. En segundo lugar, si tu enfoque ha ido incorporando nuevos conceptos o temas de interés asociados a la problemática de las redes intelectuales.

Redes intelectuales es un concepto vigente, que ha tenido una recepción amplia y favorable. Es un concepto amplio y hasta laxo. Ello permite que distintas personas acudan a él desde diversos intereses de trabajo. Esta laxitud ha llevado al extremo de que cualquier agrupación de académicos se denomine red intelectual, en cualquier sentido. Las palabras van mucho más allá de sus definiciones iniciales. Las personas las dicen coloquialmente, no siempre se preocupan que sean las consistentes, críticamente.

Por otra parte, revisando Google puede percibirse que muchas personas han realizado tesis y artículos en los últimos años, donde debe destacarse el trabajo de colegas y discípulos, especialmente quienes han trabajado este tema con Marta Casáus y Teresa García Giraldez, con quienes yo mismo he trabajado. En particular, el concepto ha sido importante en los trabajos del grupo de Mendoza, especialmente en el caso de Claudio Maíz y de Alejandro Paredes. Otras personas cercanas, con las cuales dialogamos, han hecho aportes: Ricardo Melgar Bao, Fernanda Beigel, Paola Bayle, entre muchas.

En verdad, este concepto ha venido a satisfacer una necesidad: la de referirse, en términos amigables y proyectivos, al quehacer intelectual. Digo amigables en contraposición al concepto “campo”. De hecho, las redes intelectuales pueden ser pensadas como campo intelectual o como agentes del campo intelectual. Pero la especificidad de la noción es que acentúa más la colaboración y la cooperación entre los intelectuales que las disputas y los conflictos, sin negar por supuesto su existencia.

Digo “proyectivos” porque el concepto permite hablar hacia el futuro en términos de colaboración programática. Otra gente habla de “comunidades intelectuales”, de “comunidades epistémicas” o de “el intelectual”. Quizás éstas son nociones menos amigables. Redes e intelectualidad son conceptos femeninos. Esto no es baladí.

Carlos Tulio Medeiros ha organizado, en el seno de la Internacional del Conocimiento, unas jornadas sobre redes intelectuales, no como investigación histórica o sociológica acerca de las redes, sino como programación de actividades en el seno de las mismas. Esto también ha sido pensado como lugar de “negocios académicos”, para dar a conocer proyectos y establecer formas de asociación. Me ha tocado participar en dos ocasiones de estas jornadas, ambas tuvieron lugar en Colombia. Hugo Biagini también ha cultivado la noción en este sentido más proyectivo, en el marco del Corredor de las Ideas.

Pese al éxito del constructo, los trabajos recientes sólo muy limitadamente han logrado conectar los estudios del pasado con las coyunturas del presente y menos aún con los desafíos de nuestras intelectualidades en el espacio global.

Existe un déficit de intención de trabajo que nos facilite capitalizar la experiencia de las redes. Si se me permite una analogía con los estudios económicos, en ese ámbito cada día se nos informa sobre las posibilidades, los altos y los bajos, las performances y las deficiencias, las inversiones y las mejoras, para decirnos: “Si usted quiere que le vaya bien, tenga en cuenta tales y cuales factores”. Respecto del conocimiento y de quienes lo acompañamos no existe algo ni remotamente similar que nos permitiera ser más eficientes, más reflexivos, que nos permita aprovechar lo que está ocurriendo, manejar opciones. Así y todo, muchos estamos convencidos de la importancia del conocimiento y de su gestión para la vida. Pero los estudios eidéticos no están contribuyendo todo lo que podrían al desarrollo eidético en Suramérica. Esta es una cuestión sobre la que deberíamos conversar más [7].

6.2. De tu esfuerzo de definición tengo anotadas algunas características clave de las redes intelectuales: perdurabilidad, densidad, internacionalidad…

Para que haya redes intelectuales tiene que haber tiempo acumulado, años transcurridos. No cualquier grupo de gente que se reúne es una red. Una red supone relaciones de confianza y reconocimiento.

La cuestión temporal, la necesidad de los años, es decisiva para distinguir los contactos esporádicos o casuales, de la real constitución de una red, que requiere la frecuencia o la densidad en la comunicación. La densidad permite entender cuáles son los núcleos más activos de la red, así como los momentos de mayor o menor vitalidad.

A nivel nacional se puede hablar también de redes. Sin embargo, como mis estudios han buscado comprender espacios grandes, que trascienden los estados nación, me ha interesado más estudiar redes internacionales. Claramente, las redes nacionales me han interesado menos. Entendiendo que hay países que son enormes, mundos en sí mismos, como China, India o USA, entre otros.

A propósito de esto, he intentado graficar las redes de personas e instituciones, de modo parecido a las cartografías de relación, recepción y emisión de las que conversamos antes [5.8] [Véase el Anexo 3].

6.3. ¿Qué podrías decir con respecto a la segunda parte de la pregunta con la que abrimos este capítulo? ¿Qué nuevos conceptos o temas asociados a la problemática de las redes intelectuales has ido incorporando últimamente? Te he escuchado hablar de redificación intelectual, de circulación eidética…

Separaría estas nociones. Redificación es un concepto que apunta a expresar la acción de constituir redes. Fácilmente puede convertirse en verbo: “redificar”. Creo que es mejor que otras expresiones como forjar redes, construir redes e, incluso, tejer redes. Además de esto, la noción me ha servido para avanzar en la idea de que es necesario “redificar la intelectualidad suramericana” que, además de señalar la necesaria articulación de personas que trabajan en regiones distantes del continente, alude indirectamente a una labor de edificación, de construcción, dada la cercanía idiomática. Claro está, las redes intelectuales tienen mucho que ver con la circulación de las ideas.

6.4. También te he escuchado hablar de difusión eidética, incluso en estas mismas conversaciones y, también, y más en particular, de “estrategias de difusión de las entidades eidéticas”.

La antropología y la arqueología han discutido ampliamente acerca del difusionismo de ciertas ideas o prácticas, aunque no conozco en profundidad esa discusión. Las ideas simples –la idea de rueda, de hacha o de arco de flechas– se difunden en primer lugar por la simple observación de la cosa. Los procedimientos de fabricación y del mejor uso derivan en cambio de un aprendizaje relativamente elaborado. A una persona, para entender una ruca, casi le basta con mirar una ya hecha. Con la idea de rueda ocurre algo muy parecido, se difunde, en primer lugar, con solo verla funcionando. Muchas ideas de cosas o de procedimientos se trasmiten así, por solo verlas, así como las breves melodías se trasmiten con solo oírlas. Las representaciones de cosas son simples y no pueden elaborar estrategias de difusión. La idea de rueda no es un sistema eidético, aunque pueda formar parte, como metáfora, de diversos sistemas. Sólo las inteligencias pueden difundirlas.

Las entidades eidéticas no son representaciones de cosas, no son deícticas, son conceptuales, referidas a cuestiones “invisibles” (aunque en ocasiones se vean, en tanto que operantes, en sus derivaciones), y para transmitirse necesitan de otros métodos. En gran medida, necesitan de las lenguas y de los conceptos, aunque no siempre sea así y puedan existir fragmentos que se transmiten con solo verlos, pero esta es la excepción; por ejemplo, un tatuaje o una ceremonia funeraria pueden transmitirse con solo verse, pero van casi vacíos de significación eidética.

El nivel más básico de reproducción remite a que las entidades eidéticas ya modificaron o domesticaron a los humanos y a las comunidades (incluso en niveles pre sapiens) en forma tal que unas y otros no pueden funcionar sin dichas entidades. Funcionar sin éstas sería el retorno a la animalidad pre-clánica, como ocurre con los niños lobos y, en cierto modo, con los chimpancés en cautividad. Privados de tales sistemas, esos individuos se encuentran incapacitados para la vida en sociedad. Sus capacidades cerebrales innatas se han atrofiado, al no “enactarse” oportunamente. Por tanto, diremos que las sociedades humanas y las agrupaciones pre sapiens clánicas se han hecho adictas a esta simbiosis con las entidades eidéticas, no pudiendo funcionar socialmente sin ellas.

De este modo, las entidades eidéticas han generado mutaciones en los sapiens. Esto es muy difícil de probar, aunque es muy fácil probar que han producido inmensas mutaciones en la organización de las sociedades. En todo caso este “innatismo” no debe entenderse de modo esencialista. Ciertas enfermedades y los niños lobos son el mejor antídoto contra eso. Los cerebros son inmensas potencialidades que deben ser “activadas” o “enactadas” por la comunidad de los mayores para que funcionen; de otra manera, esas inmensas potencialidades se atrofian. Para decirlo de un modo conciso: sin simbiosis, humanos, chimpancés o cánidos pueden existir como individuos biológicos, pero morirían en tanto seres zoociales o sociales.

Asumido lo anterior, es decir, que no puede haber sociedades o clanes sin entidades eidéticas de algún tipo, cabría sostener que una primera estrategia de reproducción/difusión de dichas entidades consiste en servir, en algún modo, a las comunidades hospederas. Ofrecerles interpretaciones, filtros y hermenéuticas de la información, criterios, consuelos, satisfacciones, otorgarles sentido, entre otros beneficios posibles. De esta manera, si entendemos que muchas entidades eidéticas están normalmente en simbiosis con las comunidades humanas en las cuales viven, su instancia más frecuente de reproducción es por la transmisión de los mayores hacia los menores, en la cotidianeidad, lo cual remite al crecimiento vegetativo.

Es así como se difunde la inmensa mayoría de las entidades eidéticas que no han incorporado la “dimensión proselitista”, y que poco y nada se interesan en difundirse hacia otras comunidades, más allá de la transmisión vegetativa, de modo “espontáneo” y “no programado”. Su propia dinámica evolutiva las llevará a reproducirse mejor si son exitosas en permitir la ampliación cuantitativa de su sociedad hospedera. Si permiten funcionar bien a sus sociedades, éstas prosperan, si no, éstas se debilitan y hasta desaparecen y, con ellas, tales entidades. El tabú que prohíbe la exogamia es el caso más claro en este sentido.

6.5. Pero, ¿puede haber entidades eidéticas que se reproduzcan y difundan sin prestar ningún tipo de “beneficios”?

Han existido y existen entidades eidéticas que operan sólo como “parásitas”. Simplemente viven como la caspa o la sarna, se reproducen en individuos y comunidades, y mutan para reproducirse mejor, sin aportar beneficios, sino solo siguiendo su propia racionalidad reproductiva. Los aportes de Dawkins han sido fuertes en este sentido. Los memes son egoístas y pueden reproducirse sin beneficiar al hospedero, incluso destruyéndolo progresivamente, aunque no tan rápido que no permita a la propia entidad eidética reproducirse y contagiar a otros. Los computadores y la inteligencia artificial muestran elocuentemente este tipo de memes destructivos y altamente replicantes.

También puede haber entidades beneficiosas en el corto plazo y nefastas en el mediano o largo plazo. Por ejemplo, una entidad eidética que comprende el tabú que prohíbe la exogamia puede tener efectos socialmente cohesionadores en el corto plazo, pero, con el tiempo, acabará extinguiendo a la sociedad hospedera. Ahora bien, sistemas eidéticos dadores de sentido que no reporten beneficios de algún tipo no parecen concebibles.

Las entidades eidéticas tienden a su reproducción como cualquier ser vivo que lanza sus esporas y que requiere de vectores directos (como personas-hospederas), o indirectos (como periódicos, servicios de correos, vehículos que transporten libros, entre otros además de energizadores que impulsen esa circulación, como lo hace la energía del viento o de los insectos con las esporas). Las semillas de las plantas necesitan de vectores como animales, vientos, aguas corrientes, entre otros. Muchas plantas coadyuvan a esto, recubriendo sus semillas de pulpas dulces, invitando a que los animales las coman y las deyecten en otros lugares. En todo caso, solamente pueden difundirse las entidades que están implantadas en inteligencias, cuando tienen vida activa. Las que se encuentran en latencia no pueden hacerlo. Existen estrategias de difusión “directa”, que operan a la manera de las semillas. Existen estrategias que llamaré “indirectas”, que consisten en modificar los terrenos de modo que la propia especie eidética pueda prosperar mejor. Ello, por cierto, hará el terreno más fértil también para otras entidades que requieran de terrenos similares.

6.6 Me da la impresión que hasta aquí has tratado únicamente el nivel espontáneo, y más básico, de reproducción/difusión eidética. Entiendo que hay otros niveles. Convendría desarrollarlos más ampliamente.

Algunas entidades eidéticas, además de servir a sus comunidades huéspedes, contribuyendo a su reproducción y supervivencia, establecen estrategias específicas de difusión, para ir a otras comunidades, migrando de unos a otros ecosistemas de pensamiento. Es decir, algunas entidades también han descubierto procedimientos “proselitistas”, el principal es ofrecer, a quienes las transporten, gratificaciones de sentido: –Si me difundes, te haré sentir que eres bueno y te haré sentir realizado por esta acción, además serás un héroe para quienes conviertas, pues te considerarán su salvador. Estas entidades descubrieron y acentuaron la vocación “altruista” que comprenden los sapiens (y seguramente también los  humanos anteriores), y se aprovechan y fomentan esto para su difusión. Por cierto, esa vocación altruista debe ser entendida en relación dialéctica con el egoísmo: me reproduzco mejor si soy altruista que si soy egoísta; a la larga, el egoísmo puro sería mal negocio. El altruismo puro también, salvo en sociedades donde la eida “sacrificio por una causa” ha logrado tal hegemonía que puede solicitar el sacrificio radical (la muerte) de algunos por la colectividad, ofreciendo una inmensa recompensa por ello a los inmediatos (parientes cercanos, compañeros de tarea, etc.). Esto podría ser muy ancestral, como ha tratado de probarlo Romero de Solís en el sugerente artículo sobre religión y moral en los chimpancés (2003).

El tipo de recompensa por promesa de reproducción de los genes biológicos: “Si te sacrificas por el clan, este ofrecerá seguridad y mayores chances reproductivas a tus parientes”, es menos radical que la segunda formulación notoriamente más abstracta: “Si te sacrificas por el propio sistema eidético, serás premiado en ultratumba”. Esta fórmula inhibe generalmente toda capacidad reproductiva del individuo hospedero, cuyos genes no van a reproducirse, pues no copulará, reservando todo su esfuerzo a la difusión de la entidad eidética y además morirá pronto, sacrificándose por la entidad que ha logrado convencerlo que así hace el mejor negocio posible, pues su sociedad lo exaltará como lo ha hecho con otros que le antecedieron en la misma tarea y, sobre todo, que en ultratumba recibirá el ciento por uno de lo que ha entregado como sacrificio. Esto han querido parcialmente replicarlo entidades eidéticas que no contemplan la eida “recompensa divina en ultratumba” y han sido notoriamente menos exitosas en lograr sacrificio por la difusión, porque, en dicho marco, los hospederos no tienen derecho a esperar recompensa tan magnífica al sacrificarse por estas entidades eidéticas. No es equivalente el ofrecimiento a “sentarse a la diestra del Padre que está en los cielos”, al de “contar con una fotografía en blanco y negro en el salón del comité central del partido”. Ambas recompensas son demasiado desiguales a cambio de entregar la vida para la difusión de la entidad eidética hospedada.

En todo caso, se trata de un juego maestro de la entidad eidética que puede exigir el sacrificio total del hospedero, aunque el asunto debe ser manejado por esta entidad con buen criterio, pues si “se le pasa la mano” podrían desaparecer todos sus hospederos en una poco eficiente fiebre sacrificial. La entidad eidética no debe explotar (parasitar) demasiado a sus hospederos a riesgo que éstos se den cuenta o a riesgo que se suiciden todos llevando con ellos a la extinción a la entidad descriteriada.

La estrategia es parecida a la de las plantas que dan frutos comestibles. Claro, estas plantas no son altruistas queriendo alimentar a los animalitos, sino que los seducen con la pulpa de sus frutos para que estos siembren después el cuesco-semilla que va disfrazado dentro de la pulpa. Los expertos en frutales le han “torcido el cuello” a la estrategia de la planta: la han manipulado para que produzca una deliciosa pulpa y la han castrado de su capacidad reproductiva directa, pues hasta las semillas le han quitado.

El mejor ejemplo de la estrategia proselitista a nivel eidético me sigue pareciendo el que remite a la diferencia entre judaísmo y cristianismo, tema que ya hemos mencionado [3.32; 5.15]. Siendo dos sistemas que comparten inmensa cantidad de su código geneidético, el cristianismo protagonizó la tremenda mutación que consiste en la incorporación del proselitismo, la eida: “difundirás esta entidad eidética”. Ello constituye un salto evolutivo con un tremendo impacto de difusión (no se entienda evolutivo como positivo, salvo que se mida por la cantidad de adherentes o, en otros términos, por la replicación de sus memes: la diferencia en la cantidad de adherentes es de uno a mil, o poco menos). Esto supone igualmente mutaciones de otras eidas asociadas: la eida “pueblo de Dios” en el cristianismo pierde el sentido étnico.

Sistemas eidéticos que han incorporado la eida proselitista deben ofrecer también retribuciones para sus portadores-difusores: inmediatas, la realización personal que supone estar haciendo lo correcto; mediatas, las grandes recompensas que obtendrás en ultratumba, gracias a tu esfuerzo actual.

6.7. ¿Existen, desde tu punto de vista, innovaciones eidéticas equivalentes en radicalidad a la incorporación del componente o, mejor dicho, dispositivo “proselitismo” por parte del sistema eidético cristiano, fenómeno al que hiciste referencia hace un momento?

Me parece que no hay ninguno tan radical. Un caso interesante es el de cristianismo evangélico, que integró el dispositivo de autoayuda. También lo hemos mencionado [3.32]. En parte, se trata de mutación eidética por hibridación o asociación, aunque también vale aquí la imagen de la semilla que se recubre con pulpa dulce, para ser así tragada y mejor difundida. En este caso, el dispositivo une sus fuerzas al proselitismo.

El proselitismo no es el único procedimiento empleado por las entidades eidéticas para difundirse. Otro procedimiento muy eficiente es el prestigio que otorgan al portador por llevarlas, como si se tratara de una joya, que no presta utilidad “práctica”, como lo hace un cuchillo o un paraguas, sino que simplemente cumple funciones de ornato o distinción. Ello ocurre paradigmáticamente con las entidades eidéticas que se llenan de frases efectistas y de vocablos altisonantes que sirven a los necios para lucir cierta erudición y buen tono. Ello puede complementarse con lo que ocurre con la “marca país”. Si una entidad eidética consigue ser llevada en libros, por autores o escuelas de pensamiento asociadas a Francia, se beneficia de la “marca país”. Opera como un toque de distinción. La cultura francesa, entre unas pocas más, ha logrado ganar un prestigio del que se benefician las entidades eidéticas que consiguen asociarse a ella, y que pueden hacerlo, no tanto por convicción, sino instrumentalizándolo como quien se pone una joya, mientras Francia, por su parte, utiliza a todos los portadores para difundir sus ideas, cultura y su propia marca país.

6.8. Volvamos al tema de la redificación y la circulación eidética. Pareciera que redificación conecta naturalmente con el tema del desarrollo eidético… Pero dijiste que circulación aludía a otra cosa.

Efectivamente, la redificación puede ser un instrumento del desarrollo eidético, uno de los principales. Por su parte, la circulación es un problema distinto. Es un tema que se articula al de las redes, puesto que uno de los canales privilegiados para estudiar la circulación eidética es considerando las redes intelectuales. Por ejemplo, recientemente he querido mostrar la importancia de una red estudiando el caso de la Ecumenical Association Third World Theologians (EATWOT) y su papel en la circulación de la teología latinoamericana hacia África, Asia y Oceanía.

6.9. ¿Cuáles fueron las principales conclusiones de esa aproximación desde el punto de vista de la relación entre redes intelectuales y circulación eidética? ¿Existen otros canales para estudiar la circulación eidética aparte de la consideración de las redes intelectuales?

Claro que sí, y muchos. Las redes intelectuales constituyen un “medio” o un “vehículo” de circulación o de propagación de las ideas, pero éstas y su circulación son muy anteriores a la constitución de redes intelectuales propiamente tales, que son relativamente recientes.

Aquí nuevamente se hace necesario distinguir los tipos de entidades eidéticas para hablar con mayor propiedad de la circulación. Las cosmovisiones, las teologías y sus ritualidades han circulado hace decenas de miles de años, en los encuentros entre clanes y etnias, las guerras y las capturas de esclavas y esclavos, con sus respectivos idiomas y concepciones, las rutas comerciales, la circulación de embarcaciones comerciales desde hace 7 mil u 8 mil años, fueron vehículos que circularon entidades eidéticas normalmente sin que fuera su designio.

Recordemos por otra parte que hay hasta la actualidad sociedades en que la noción de una intelectualidad profesional casi no existe o es rudimentaria y donde la circulación de las ideas, de algunas ideas, funciona por medios de comunicación, por migraciones laborales u otras formas “no-profesionales”.

Respondo algo desordenadamente pues la pregunta es demasiado amplia y si desglosamos la respuesta sería demasiado larga. Pero lo que interesa destacar es que las redes obviamente no agotan el tema de la circulación eidética.

6.10. Si nos restringimos a las sociedades actuales, ¿cómo caracterizarías lo que acontece?

Insisto en que hay hasta la actualidad sociedades en que la noción de una intelectualidad profesional casi no existe y en que éste no es un fenómeno exclusivo del pasado. Tampoco debe olvidarse que existen entidades/sistemas eidéticos que no se difunden a través de la labor de “intelectualidades académicas articuladas en redes”. Piénsese en educadores populares, pastores, predicadores, divulgadores de cotidianías…

Las ideologías se difunden simultáneamente en los medioambientes académicos y sus redes, aunque principalmente a través de medios de comunicación en soporte papel o electrónico. Las ideas asociadas a asuntos científicos y académicos se difunden a través de las instituciones de educación y las más recientes a través de la educación superior. Allí las personas que van recibiendo, alojando, tales o cuales ideas, suelen articularse en grupos, círculos y en redes internacionales, que son importantes medios de circulación de ese género de ideas.

Por cierto, no pueden separarse del todo estos niveles, pero ciertamente existen énfasis en las formas de circulación de tales y cuales entidades eidéticas y por cierto estas aprovechan en diversos momentos históricos unos medios u otros para difundirse, creando innovaciones propiamente eidéticas como utilizando simplemente las tecnologías y formas de organización o gestión disponibles.

6.11. Me gustaría preguntarte cómo conceptualizas al intelectual, al académico/a, al pensador/a. Por momentos me parece que los empleas como sinónimos; por momentos, que tus desarrollos están atravesados por matices no explicitados a este respecto. ¿Hay diferencias entre estas figuras? Además, ¿qué opinas de la figura del intelectual librepensador, solitario, francotirador?, ¿todavía existe esa figura?

Mi convicción es que la mayor parte de quienes se incluyen en la intelectualidad se gana la vida en la universidad, sin menoscabo que sus ingresos puedan provenir también de otras fuentes: medios de comunicación, función pública, organizaciones no gubernamentales, otras instituciones culturales (públicas o privadas). 

Por otra parte, lo que se ha llamado tradicionalmente “intelectualidad”, es decir, el conjunto de personas que ejerce cierta conciencia crítica, interviniendo en la discusión pública, normalmente no lo hace de manera constante ni a lo largo de toda la vida. Hay personas en la academia que en ciertos momentos participan activamente en debates públicos, y en otros momentos no. No veo una diferencia sustantiva suficientemente clara entre ambos grupos, intelectuales y académicos. Vería esto más como funciones distintas, no como personas distintas.

En cuanto a la noción de “el intelectual” clásico, de los siglos XVIII y XIX europeos, a la Emile Zola, es, en primer lugar, una figura machista y, en segundo lugar, refiere a una proporción mínima de quienes participan de la discusión pública y de la producción eidética en sentido amplio. Ahora bien, esto que señalo no es homogéneo en todas las sociedades ni en todos los momentos. No lo es tampoco en las sociedades estrictamente actuales. Esta figura, la del intelectual, pudo por caso tener relevancia en América Latina durante las dictaduras de hace algunas décadas, puesto que el trabajo en las universidades públicas les estaba vedado. Pero actualmente, para ser intelectual es cada vez más importante contar con credenciales universitarias, con posgrados, salvo que uno tenga medios económicos propios, lo que constituye un caso más bien excepcional.

En América Latina se desarrolló con fuerza una intelectualidad inserta en los llamados think tanks o centros académicos independientes. Por lo general, sus participantes no estaban del todo divorciados del medio universitario. En el caso del Cono Sur de América Latina, se vio manifiestamente como, terminadas las dictaduras, esas personas se volcaron, en su gran mayoría, a las universidades. Otras personas se fueron a la función pública, abandonando, en gran medida, su quehacer intelectual. De más está decir que los think tanks siguen existiendo, especial, aunque no exclusivamente, en la derecha.

6.12. Hace un instante afirmaste que el concepto clásico de “el intelectual” es un concepto machista. ¿En qué sentido lo dices?

Primero, porque se refiere a “el intelectual”. Segundo, porque es un concepto que aparece en una sociedad en un momento donde la mujer no tiene participación pública, salvo contadísimas excepciones. Lo público está restringido además a pocos hombres, que tienen poder y acceso a la palabra. Las discusiones son eminentemente “entre pares”, a través de la “prensa seria”, aunque esta convive con el pasquín satírico y de denuncia. Se trata de personas próximas al poder de las instituciones. Tercero, hoy sería casi una agresión decir: “el papel del intelectual”, a una comunidad universitaria predominantemente femenina, en tantos lugares. Éstas son las razones por las que prefiero hablar de intelectualidad. Todavía esta noción suena un poco elitista. La noción de redes intelectuales parece mejor. Aunque entiendo que, a veces, los afanes pragmáticos van en desmedro de la capacidad y de la precisión analítica asociada al concepto.

6.13. Da la impresión de que acercas hasta casi confundir las nociones de intelectual o intelectualidad al ámbito de la universidad.

No sólo a las universidades sino al amplio mundo de las profesiones del conocimiento, gente que se dedica profesionalmente a la generación y transmisión de ideas y conocimientos, gente que opina desde la experticia, gente que asesora a las entidades ciudadanas y organismos internacionales, gente que propone modelos de sociedad. Esto en sociedades con profesiones y actividades diferenciadas socialmente.

Octavio Paz o Mario Vargas Llosa, reconocidos como intelectuales importantes de nuestro medio suramericano, son personas demasiado excepcionales, por su talento, por su legitimación, por los medios económicos de que disponen. Asociados a ellos han trabajado personas con algo menos de reconocimiento como Enrique Krauze o Hernando De Soto, en el marco de fundaciones, centros de investigación y grupos editores apadrinados por los primeros. En general, este tipo de personas circulan también por la universidad, salvo cuando tienen edad avanzada y pueden prescindir de hacerlo. Pero la excepcionalidad recién señalada permite pensar el fenómeno intelectual en Suramérica precisamente por contraste, más aun teniendo en cuenta la longevidad de algunas de aquellas figuras de referencia, que ya no podrían estar en la actividad académica en las últimas décadas de sus vidas.

Algunas de estas figuras han creado y sostenido equipos, revistas y centros de investigación y opinión sobre cuestiones públicas. Hernando de Soto, por ejemplo, creó, junto a otras personas, el think tank “Libertad y Democracia”, de gran producción eidética y de enorme incidencia. Es un tema muy relevante de estudiar, en la medida que esos think tanks producen ideas con financiamiento de grandes empresas y de la internacional neoliberal.

6.14. Intentemos avanzar unos pasos más en la conceptualización…

Esto no es una cuestión puramente técnica, como podría serlo elaborar un modelo de circulación, de recepción de las ideas. Son conceptos de la vida cotidiana culta, en la discusión académica, en los medios de comunicación. No me interesa tanto proponer definiciones rígidas. Entiendo que hay énfasis que es necesario tener en cuenta. No es fácil consensuar plenamente sobre todos los componentes involucrados en las definiciones, menos en sociedades de alta circulación movilidad social y cambios rápidos.

Tengo claro que mi propósito central no es hacer una sociología de los intelectuales. Me ocupo de las personas que trabajan en el ámbito de las ideas y el conocimiento, que no son nociones completamente equivalentes. Alguna vez hablé de los “profesionales del conocimiento”. Reconozco que pensador/a e intelectual no son sinónimos; tampoco lo son científico e intelectual; tampoco, profesor/a e intelectual, al menos no necesariamente. Por otra parte, estos conceptos, por ser de uso común en ambientes cultos, tienen significación diferente según los países o momentos. El significado de la noción maestro/a, y profesor/a varía de ambiente en ambiente.

Un punto interesante, que nunca ha dejado de preocuparme, es el siguiente: si se trabaja con una noción demasiado restringida de intelectualidad, se haría una sociología centrada en el estudio de muy pocos casos, con lo que pierde significación. En este plano, la consideración de la excepcionalidad distorsiona más de lo que aclara. Retomando lo que decíamos hace un momento: Octavio Paz no es un ejemplo de la intelectualidad latinoamericana, es la excepcionalidad completa.

Por momentos he introducido la idea de redes intelectuales y académicas, intentando captar la enorme cantidad de personas, que debe contarse por miles, que se dedican a estas actividades, incluyendo a los estudiantes, al menos a los de posgrado, o a los que han decidido seguir la carrera académica. Un cálculo estimativo arrojaría un millón de profesores/as en educación superior y cien mil investigadores/as en América Latina. Esas personas llevan adelante proyectos, organizan actividades, circulan. ¿Cómo los denominamos? ¿Qué les decimos?

Me resisto a pensar que intelectuales son solamente Emile Zola o, para América Latina, Octavio Paz, Mario Vargas Llosa, Eduardo Galeano. Si pensamos que intelectuales son solamente Umberto Eco y Noam Chomsky, estamos operando con una noción demasiado restringida. Hay casos, como estos últimos, o como el de Wang Hui en China o Yuval Harari en Israel, que son académicos, intelectuales y pensadores, al mismo tiempo.

Reconociendo que hay diferencias, que hay matices, que hay énfasis, insisto en que es conveniente contar, en este plano, con conceptos inclusivos. Sin olvidar lo ya dicho sobre que conviene prestar atención más a las funciones que a las personas. En otras palabras, una misma persona puede, a lo largo del tiempo, jugar más de un papel.    

En este sentido, redes intelectuales es, más que un concepto estrictamente analítico, un concepto funcional, con finalidad proyectiva, apuntando a ofrecer agendas de articulación, de acción, de quehacer hacia el futuro. En este sentido, no me interesa entrar en disquisiciones muy finas que perdería vigencia demasiado pronto. Parcialmente, me auto-concibo también como un gestor o, mejor dicho, como un redificador. Para esto, el concepto redes intelectuales es muy pertinente.

Resumiendo. En la actualidad, la noción “intelectual” comprende de manera primordial a quienes ejercen la investigación y la docencia a nivel superior, incluyéndose también en numerosas oportunidades a escritores, políticos, diplomáticos, profesionales liberales y líderes sociales que, por su trabajo, son reconocidos como pares al interior del campo. La determinación de quién es, de quién no, y de quiénes componen redes intelectuales, es parcialmente histórica, pues, dependiendo del grado de profesionalización del quehacer intelectual, se aceptará con mayor o menor facilidad la integración de ciertas personas. Como noción para trabajar hacia el futuro tiene la ventaja de ser amplia y colaborativa, enfatizando la comunicación entre profesionales del conocimiento, permitiendo conectar el quehacer propiamente intelectual con las actividades  en el espacio público.

En todo caso, me interesa privilegiar la noción “intelectualidad”. Esta categoría no lleva una connotación elitista, machista, apegada al soporte papel, y en consecuencia, se opone a la noción “el intelectual”, no estando tampoco marcada por “la maldición afrancesada” del affaire Dreyfus.

6.15. Recién aludiste de alguna manera a tu propia autopercepción en la escena. Dijiste que tiendes a pensarte como gestor y redificador. ¿Esas figuras son parte de la intelectualidad? ¿Hay otras formas de ser intelectual? ¿Cuál sería la especificidad del gestor y redificador frente a otras figuras? ¿Se trata de un rol, papel o función que puede variar a lo largo de un itinerario?

Has cuestionado y no sin razón mi falta de precisión en esto de hablar de la intelectualidad. Si te entiendo bien, mi versión sería hasta algo “populista”, como hablar del pueblo sin aludir a las diferencias de clase. Esto es especialmente sensible, en estas conversaciones, habiendo hecho tal cantidad de clasificaciones, enumeraciones y distinciones respecto a otros asuntos.

Reconozco distinciones dentro de las profesiones del conocimiento, reconozco roles y cambios. Hemos hablado en numerosas oportunidades de intelectualidades de sociedades “orales” versus sociedades con escritura. Esta distinción es decisiva y tiene que ver con la cultura urbana y con la institucionalidad. Quizás la distinción más fuerte, aunque casi no la hemos abordado, es el énfasis en la investigación-docencia en educación superior versus énfasis en la discusión pública. Se alude al “intelectual” como énfasis en la segunda opción. Pero esto no sería válido para la imagen colectiva y masiva de “la intelectualidad”, que en su amplitud o vaguedad, pretende superar esa tensión.

Otra tensión puede advertirse entre figuras de trabajo aislado versus formadoras de equipos y redificadoras. Hemos hablado mucho de redes, sin aludir a estas diferencias. Otra tensión todavía se advierte entre quienes viven de institucionalidad estatal versus el trabajo en ONGs, fundaciones e instituciones privadas. Por cierto, pueden señalarse otras tensiones posibles, en relación a institucionalidad, financiamiento, roles, tipo de sociedad, género y etnia. Este es un tema que aborda una sociología de las intelectualidades, la academia y la universidad y que se topa por muchos lados con la historia intelectual, la circulación de las ideas, la historia de las ideas, la sociología del conocimiento.

6.16. En más de una ocasión te he escuchado referirte a la necesidad de avanzar en el establecimiento de criterios para evaluar el éxito/fracaso de las redes intelectuales. ¿Podrías desarrollar este punto?

Me interesa que la investigación pueda ser útil al proceso de “redificación” de las intelectualidades. Como dijimos, la noción red intelectual posee una doble dimensión. Por un lado, se crea como unidad de análisis para estudiar la realidad eidética, intelectual y cultural y la circulación de las ideas. Por otro, se emplea como noción para organizar e imaginar el quehacer del mundo académico hacia el futuro. Los estudios existentes sobre redes intelectuales constituyen en general estudios de casos particulares, sin ocuparse de teorizar sobre el asunto, ni menos de entender de qué maneras mejorar o potenciar el quehacer de dichas redes.

Destaco cuatro criterios para ello:

  • Potenciación de la actividad intelectual
  • Organización y gestión
  • Interconexión con el medio
  • Recursos

Las redes intelectuales son muy importantes por varias razones. Son claves en la circulación de conocimientos e ideas, en la producción y difusión de los saberes y en la innovación del conocimiento y, por cierto, en las relaciones entre intelectualidad y sociedad. Su estudio es de la mayor importancia para entender mejor estos asuntos, así como para entender el funcionamiento de las propias redes intelectuales, haciéndolo más fluido. En consecuencia es necesario evaluar el “desempeño” de las diversas redes y la necesidad de una reflexión que mejore su funcionamiento. Por cierto, el discurso acerca de la “internacionalización” es clave en la administración y en el quehacer de las universidades, y el protagonismo de las redes en este proyecto de internacionalización, que no se reduce a la intelectualidad presente en la academia, sino también en think tanks, ONGs, organismos internacionales, partidos políticos y otros nichos donde se aloja.

Entre paréntesis. Hemos hablado poco del protagonismo y la agencia de las intelectualidades y las redes. Una de las ideas más fuertes, en la actualidad, al interior de lo que algunos llaman la “comunidad científica” es que para hacer “ciencia” en el sentido de “actividad intelectual programada” es clave la conexión a las redes. Otra idea fuerte es que la presencia del conocimiento en la sociedad deriva de la asunción de cierta agencia protagónica de las redes en la opinión pública global.

Prácticamente ninguna actividad humana puede ser evaluada de manera cerrada, sobre la base de un criterio único y de una sola vez. Incluso los objetivos explícitos, siendo decisivos, no bastan por sí mismos en la larga duración. Sea como fuere, una empresa es exitosa si produce dinero para quienes la crean, un partido político si obtiene votos, un equipo deportivo si gana competencias y/o permite enriquecer de modo ilícito a quienes lo gestionan, un artículo científico si tiene un buen índice de impacto. Pero ¿qué permite evaluar el funcionamiento de una red intelectual?

Antes de proseguir, conviene distinguir dos tipos extremos de redes intelectuales. De un lado, existen redes intelectuales “espontáneas” que se acercan al club de amistades y que no se han “fundado” oficialmente ni se han dado objetivos explícitos y cuya vida consiste simplemente en conversar y circular información. De otro lado, existen redes más “programadas”, que se formulan sobre la base de objetivos, se dan denominaciones y se piensan a sí mismas. Dentro del primer caso puede ubicarse al círculo de la negritud, en el París de los años treinta del siglo XX; dentro del segundo, la Unión Democrática Centroamericana en el México de los años cuarenta.

Aquí nos interesan, sobre todo, las segundas, aunque se subentiende que los límites entre ambas puede ser difusos e ir mudando con el tiempo. Ahora bien, en tanto que red intelectual, existen objetivos necesarios y otros que quedan excluidos por principio, aunque no sean declarados o negados: la promoción del quehacer intelectual en cierto plano es algo necesario, la aniquilación de todo quehacer intelectual es algo contradictorio, porque reduciría la red intelectual al silencio y a sus participantes al suicidio intelectual.

Los criterios para evaluar el desempeño de las redes intelectuales debieran manejarse con elasticidad, de acuerdo a las condiciones de cada una, pues no estando instituidas por alguna normativa no deben cumplir condiciones para existir, salvo las que implica su definición, muchas veces no consciente entre quienes participan. Por lo demás, siendo una agrupación difusa y poco diferenciada, tanto más difícil será evaluar su desempeño, por lo que los criterios ofrecidos deben asumirse solo como indicaciones hacia una evaluación.

A modo de ejemplo puede señalarse que una red constituida con el fin de propiciar los estudios futurológicos o prospectivos podrá considerarse exitosa si lo logra, aunque siendo esto algo vago y progresivo, si persevera en el tiempo, si crece en cantidad de nodos y sinapsis, si logra poner mayores recursos en pos de sus objetivos, si aumenta la cantidad de quienes reciben sus productos, si acrecienta y diversifica su oferta académica, si abre programas, si crea publicaciones, si éstas reciben contribuciones y son leídas entre otras muchas cosas más (o algunas menos).

Insisto en la importancia de distinguir entre aquellas redes intelectuales con objetivos declarados y aquellas otras redes “de hecho”, sin objetivos, considerando toda la gama intermedia. Las primeras, por un extremo se acercan a una organización como una sociedad científica, las segundas a un círculo de estudios y hasta un grupo de amigos.

Debe distinguirse también red intelectual de círculo de estudios, siendo este último menor y compuesto apenas por un puñado de personas y normalmente de breve duración. De más está decir que estos conceptos se emplean de maneras elásticas, máxime cuando se trata de traducciones y desplazamientos temporales. Un caso célebre es el círculo de Praga.

Aunque una red intelectual no se gestiona de manera exactamente igual que una empresa, ni que un servicio público, ni que una ONG, ni siquiera como una universidad u otra institución educacional o de investigación, existen elementos y un lenguaje en común para medir su éxito o su fracaso, su eficiencia o su impotencia. El carácter altamente descentralizado y no piramidal de una red necesita de elasticidad extrema para hacerla exitosa. Puesto que los beneficios son mediatos e intangibles, no monetarios ni de poder o sólo indirectamente, sino académicos y de relaciones, ello obliga a un tratamiento diferente de las redes intelectuales respecto de agrupaciones con otros fines, que ofrecen beneficios inmediatos y por tanto pueden colocar exigencias de otro orden, garantizando adhesión con salarios, además de tantas prestaciones suplementarias, como en el caso de las universidades.

6.17. Sé que te ha interesado avanzar en el delineamiento de una tipología de modelos de gestión para las redes intelectuales.

Existen modelos de gestión de tipo autocrático, que son de imposible aplicación en las redes intelectuales, en razón de que no hay coerción posible, ni por premios suculentos ni por garrotes equivalentes.

Una forma suavizada podría ser el modelo semi-autocrático o populista-clientelar, donde los nodos poseen una cantidad de bienes a repartir, asociados al cariño y la transmisión de saberes. Esto ocurre con frecuencia en universidades organizadas sobre la base del sistema de “titulares de cátedra”, con auxiliares, adjunt@s, ayudantes, becari@s y otras formas de trabajo semi-servil.

Mejor procede el modelo de apoyo, fórmula mitigada del modelo clientelar, que opera entre personas de diverso estatus, donde las más jóvenes reciben-heredan prestigios y saberes a cambio de trabajos y homenajes.

Por su parte, el modelo colegiado-igualitario opera entre los nodos principalmente, compartiéndose decisiones y responsabilidades y de cuya comunicación, consenso y buen sentido, depende el funcionamiento de la red. Aquí opera la comunicación, el consenso y la democracia inter pares, basada en claves de solidaridad. Los nodos (figuras articuladoras) principales de la red no dependen, en general, de designaciones ni elecciones, sino de disposición-capacidad-reconocimiento. Ello, a diferencia de una designación o de una elección, les condiciona una legitimidad de otro carácter, estando sujeta a la capacidad-voluntad de mantenerla.

6.18. Me gustaría que recordásemos las fortalezas/debilidades que has formulado para cada criterio: potenciación de la actividad intelectual; organización y gestión; interconexión con el medio; recursos. Puede ser pertinente hacerlo aquí; la propuesta se acerca bastante al diseño de un sistema de indicadores, con base en el cual se podría construir una suerte de índice.

Por razones de practicidad, quizá convenga presentar estas fortalezas/debilidades en forma de esquema, del modo siguiente:

  1. Fortalezas/debilidades en la potenciación de la actividad intelectual
  2. En tanto investigación
  3. En tanto publicaciones
  4. En tanto calidad de la docencia
  5. En tanto extensión y/o transferencia
  6. En tanto aportes a la discusión pública.
  7. Fortalezas/debilidades en la comunicación, organización y gestión
  8. En la densidad de comunicación entre sus participantes, cosa que redundaría en la densidad de las sinapsis
  9. En la creación de una institucionalidad, organización, medios de comunicación, equipos de trabajo
  10. Para elaborar un programa pertinente de trabajo que muestre-ofrezca un norte a sus participantes
  11. Para entender la realidad y aspiraciones (identidad, valores, intereses) de quienes participan y de la dinámica generada
  12. Para aprovechar todo el potencial de quienes participan, como individualidades y del conjunto
  13. El manejo de un lenguaje pertinente para el desarrollo de las redes intelectuales
  14. Para ampliar su radio de acción, incorporar a sectores más numerosos, intelectualidades emergentes.
  15. Fortalezas/debilidades en la interconexión con el medio
  16. Para ligarse a las instituciones de producción y difusión cultural, como universidades revistas sociedades científicas y otras
  17. Para asociarse a los organismos estatales e internacionales relacionados con la cultura, ciencia y tecnología
  18. Para acceder a los medios de comunicación, a la prensa, al mundo editorial, a las revistas masivas
  19. Para establecer conexiones con organizaciones sociales y políticas, de la sociedad civil
  20. Para captar o relacionarse con figuras intelectuales con alto capital social
  21. Para expresar una voz que represente el sentir de sectores de la intelectualidad, que satisfaga intereses o expectativas o necesidades, como la de internacionalizarse y publicar.
  22. Fortalezas/debilidades en los recursos
  23. En los recursos humanos con capacidad de gestión, difusión, comunicación, manejo de idiomas y otras destrezas
  24. En la obtención-generación y manejo del financiamiento.

Es clave realizar los estudios empíricos imprescindibles para determinar la validez y los alcances de esta pauta de evaluación. Esta pauta ha emergido desde mis propias investigaciones y labores en la práctica “redificadora”. Sin embargo, los casos estudiados son todavía muy pocos como para dar por sentada su validez y para plantearse la necesidad de ajustes o correcciones que puedan hacerla mejor.

6.19. Ha quedado suficientemente claro que redificación intelectual y circulación eidética son conceptos que apuntan a cuestiones diferentes. Hemos hablado bastante de redes; enseguida, cuando abordemos el desarrollo eidético, hablaremos más de redificación. En cuanto a la circulación, ¿hay aquí una nueva analogía con las ciencias de la vida?

En este caso, no hay analogía con las ciencias de la vida. Por el contrario, he querido instalar el neologismo circulacionista, precisamente para no confundir con circulatorio, que alude específicamente al flujo de la sangre dentro del organismo. Lo circulacionista alude a lo que se da fuera del organismo, aun cuando se trate de seres vivos, por ejemplo, migraciones animales, humanas.

6.20. Es claro que te interesa la circulación eidética. Pero también te has propuesto pensar la circulación en un sentido general, es decir, considerando esferas no eidéticas. ¿Cuál es exactamente el sentido de esta inquietud?

Propongo pensar la circulación eidética como clave para pensar la circulación de lo no eidético. Fíjate que la expansión europea generó reacciones semejantes en las intelectualidades de todas las partes que no eran el centro: la disyuntiva “ser como el centro” versus “ser nosotros mismos”. La constatación de esta similitud me permitió visualizar la unidad del mundo periférico. Lo eidético me abre a pensar los otros tipos de circulación a nivel global, de bienes, de personas. La expansión europea es un fenómeno de circulación que rebasa lo eidético, que constituye una periferia global. Todavía con mayor razón, podría decirse que la condición periférica es un producto de la circulación, más que de la modernidad.

En esta línea, he planteado que el sapiens es genéticamente circulacionista, es decir que existiría una propensión genética (nunca confundir “genética” con “esencia”, la genética muta, la esencia es fija) a circular, asociada a la curiosidad y al prejuicio (o presunción) que habría lugares mejores que este que habitamos. Rapa-Nui es el ejemplo extremo. Muchas especies no pudieron ir “más allá” en este sentido.

De ser otro el caso, sería difícil explicar cómo, en un lapso relativamente breve, el sapiens llegó a todos los confines del globo, echándose tantas veces a navegar en mares cuyas orillas del otro lado eran invisibles. El afán de conquista, de búsqueda, de recompensa, de reconocimiento, asociado a la capacidad de ilusionarse, de perseguir una promesa, de romper fronteras, parece ser distintivo de la especie.

Obviamente, aquí ya no estamos hablando de circulación eidética en sentido estricto. Algo que me ha interesado en los últimos años es el giro internacional en la historiografía y en la historia de las ideas. Se trata de algo que es post giro lingüístico, y que tiene que ver, entre otras cosas, con los aportes de David Armitage (2013). Un tema fascinante es de la relación circulación-difusión.

En varios trabajos he intentado abordar esta conexión más allá de las ideas propiamente tales: las redes, los viajes intelectuales, las instituciones energizadoras de la circulación, las relaciones entre los estudios de la circulación y las ciencias de la comunicación y del lenguaje (Devés, 2016).

El tema de las redes intelectuales en relación al de la circulación de las ideas ha sido clave para mí, en particular de la circulación de las ideas Sur-Sur, para ir llegando a la cuestión de la comunicación de emisores, receptores, antenas retransmisoras, viajes intelectuales, etc.

6.21. ¿Cuáles fueron tus fuentes de inspiración en relación con el desarrollo de estos intereses? Recién mencionabas a David Armitage, entiendo que se trata de una lectura más reciente.

He llegado a estas formulaciones a partir del estudio de los aportes de Leopoldo Zea, de su obra y de su vida, de su manera de hacer agenda intelectual, de sus redes, de las cuales soy hijo y parte, de sus maneras de estudiar el pensamiento e ir viendo las similitudes y los parentescos, las coyunturas y contextos donde florecían especies eidéticas similares con y sin circulación.

Quizá lo más importante de todo esto fue comenzar a concebir el pensamiento de Suramérica como emisor de ideas y no sólo como receptor. En tiempo de la obra de Zea, se pensaba que sólo recibíamos, uno de los grandes saltos desde allí ha sido mostrar que emitimos pensamiento y que lo hacemos desde hace décadas y que existen redes que articulan regiones y que circulan ideas desde dentro hacia fuera y, obviamente, desde fuera hacia dentro.

Se trató de ampliar la agenda. Estas ampliaciones han ido en muchos sentidos: mejorar la conceptualización para definir las tendencias eidéticas de nuestra región; buscar a través de los nombres la originalidad, los aportes, las innovaciones, las diferencias y similitudes con el pensamiento de otras regiones, Asia, África, USA, el mundo eslavo, Europa Occidental; unir las ideas con las redes intelectuales y con la institucionalidad; otorgar espacios a las emergencias: mujeres, indígenas, afrodescendientes, países insuficientemente representados, Brasil en especial, aunque también el Caribe y Centro América, Paraguay y Ecuador; avanzar mucho más en los paralelos entre las regiones periféricas, en lo que él maestro Zea ya había insistido, y en las circulaciones entre estas, para cuyo estudio no le alcanzó el tiempo. Armitage es un hombre joven. El texto a que he aludido es de 2013.

6.22. Tratemos de establecer mejor el alcance del concepto. ¿Cuándo hay circulación?

Puede decirse que una idea ha circulado cuando se ha implantado en otro ecosistema, cuando sus semillas han echado raíces en nuevas tierras. Un conteiner lleno de libros de Mao puede llegar a Valparaíso y quedar allí, o distribuirse y nunca ser leídos. Diremos que los libros como cosas circularon, no las ideas, como si llegaran cuerpos muertos incapaces de vida y, por tanto, de reproducción. Es la diferencia entre importar carne de vacuno congelada o especímenes vivos, para su reproducción. Son las personas que leen quienes dan vida en acto a la circulación de las ideas. Si éstas faltan, aunque lleguen toneladas de libros o megabytes de mensajes, las ideas que traen nunca habrán llegado a destino. Los libros pueden haber llegado a muchas partes y echado raíces, pero también llegaron a otras donde no ocurrió lo mismo. Es quien lee que con su acto de lectura (recepción) y comunicación otorga vida a esas ideas que vivían sólo en latencia (en dormancia), quien otorga el espíritu, el agua y la tierra, a la semilla que llegó ensacada a un puerto y otorga nueva vida a las ideas cuando las expresa ante otras personas. Las ideas realmente tienen vida cuando se adhieren a las inteligencias naturales, no a las artificiales (por ahora), es decir, a la gente y sus comunidades. Todo ello, como conjunto, sería parte de la circulación de las ideas de Mao.

6.23. Insisto, ¿cuál podría ser exactamente el estatuto teórico del concepto de circulación?

Partamos por distinguir las nociones “circulación de las ideas” ampliamente referida en la bibliografía de la más amplia “circulación” a secas, que si bien guardan relación y en cierta forma una es parte de la otra, creo que tu pregunta va hacia la cuestión más comprehensiva.

En un sentido el concepto “circulación” funciona como teoría, en otros casos como dispositivo. En tanto que teoría, he querido elaborar una que supere la teoría de la modernidad-modernización, que ha sido tan exitosa entre las intelectualidades del mundo, como engañosa para las intelectualidades de las periferias. A propósito de esto diría tres cosas:

  1. La noción circulación apunta a entender grandes espacios y procesos, y ello desde el punto de vista de las periferias, de los correteados y expulsados que buscan mundos mejores, de los “circuladores” y los “circulados”. En relación a esto, pues permite articular fenómenos de diversas épocas históricas con la condición sapiens.
  2. Una teoría de la circulación debe ser capaz de asumir una multi-dimensionalidad, explicativa, que no se afirma en un elemento mono-causal, sino en un conjunto donde inciden cuestiones existenciales, genéticas, culturales, económicas y de información, en la medida que la circulación se afirma en nuestra condición humana.
  3. La circulación es movimiento y en consecuencia debe tener en cuenta como clave la energía y el espacio-tiempo. La circulación necesita la energía. La aceleración de la circulación implica mayor consumo de energía. Para lo cual debe obtenerse y moverse más energía, entrando en el círculo vicioso del calentamiento.

Sin embargo, el constructo circulación, carece de un objetivo meta-histórico, como la modernización. Salvo que se asuma la “circulación costo cero” como objetivo. Asumirlo para la cuestión económica y ambiental es posible, para la dimensión psico-vital es difícil o imposible, porque si los sapiens somos genéticamente circulacionistas necesitamos de grandes dosis de permanencia y estabilidad, incluso la requieren los pueblos nómades. Es decir, no puede suponerse una circulación con cero costo psíquico.

6.24. Todo esto es fascinante, pero parece que nos lleva bastante más allá de los límites de los estudios eidéticos. Recién decías que circulación eidética sería un “concepto-dispositivo”? ¿Qué quiere decir eso exactamente?

Cabe en primer lugar preguntarse si tiene valor alguna formulación que no sea una teoría. Se ha hablado de teorías de alcance intermedio, que tendrían menor nivel explicativo que las teorías a secas. ¿Qué otro constructo teórico, que no sea teoría, puede tener alguna validez explicativa (u otra)? En ocasiones, podría ser más provechoso elaborar un concepto que contribuya a esclarecer un problema, que mejore una teoría, a la manera de un dispositivo que aumente la eficiencia de una máquina. Si se acepta esto, circulación puede ser un dispositivo de esta clase. Así entendido, sería un concepto que podría tener un rango similar al de “hegemonía”. Un concepto útil, con pretensiones menores a las de una teoría. Claro que habrá que ver cuál sería su rol, qué factor podría mejorar, cuáles serían sus alcances. Por otra parte, parece muy fácil que un concepto de este tipo se transforme en “ex maquina”.

¿Cómo se construye un concepto como dispositivo? ¿Los conceptos “dialéctica” o “hegemonía” pueden ser ejemplos? Pueden pensarse, parcialmente, como similares a las teorías de alcance intermedio, y quizás hasta de menor alcance todavía. Gramsci reelaboró la noción “hegemonía” 80 años después de inventarse el marxismo.

El concepto “circulación” apunta a mejorar las interpretaciones de las teorías marxistas, estructuralistas, de la dependencia, del imperialismo y de la modernidad-modernización, quitándoles y poniéndoles. Ello porque permite articular fenómenos de diversas épocas históricas con la condición sapiens, por un lado. Por otro, permite establecer los quiebres históricos y las dimensiones de supervivencia con las económico-sociales y las psico-afectivas. En suma, el concepto puede asumirse como una suerte de dispositivo teórico de rango medio, que puede implantarse o combinarse con otros constructos (teorías, paradigmas).

6.25. ¿Cómo podemos relacionar el estudio y centramiento de las redes intelectuales con lo que conversamos en los capítulos precedentes acerca de los cambios en el nivel eidético y la simbiosis ideas-sociedad? ¿Has pensado conceptos que permitan tender puentes entre el estudio de la “vida autónoma” de las ideas o de las entidades/sistemas eidéticos (aproximación memética) y el estudio y proyección de las redes intelectuales?

Sí, claro. Por ejemplo, las ideas colonizan las redes intelectuales y a través de las redes van difundiéndose los memes, pues estas son lugares privilegiados de “contagio”. Las redes son aprovechadas por algunas entidades eidéticas para difundirse y circular. Las redes intelectuales pueden estudiarse como activas, “agentes” y como pasivas, “pacientes”, según la pregunta que se plantee.

6.26. Quisiera preguntarte sobre la relación entre redes y creatividad. Pareciera que el vínculo podría marchar bien dentro de marcos suficientemente plásticos, flexibles. Pero, ¿qué sucede con la rutinización, con la burocratización, que al parecer acompañan de manera inevitable a la institucionalización? La profesionalización y la institucionalización burocratizan; la burocratización puede sofocar, de hecho lo hace en numerosas ocasiones. En este sentido, no siempre la institucionalización puede ser “amiga” del desarrollo eidético ni, tampoco, de la creatividad.

No quisiera caer en una respuesta metafísica. Por cierto que la institucionalización tiene una tendencia a la rutinización, irse hacia la letra más que al espíritu, cumplir con las formalidades más que aquello que estarían indicando. Pienso que un peligro de la institucionalidad académica es ser devorada por la burocracia de los formularios, de cumplir condiciones que sean anotables por duplicado o triplicado, que ahogan y que van castrando a la actividad intelectual. Y no sólo eso, también permite que personas astutas cumplan con los requisitos e incluso manipulen los indicadores para aparecer con altos estándares sin producir nada de mucho valor.

Por otra parte, la actividad intelectual, académica, científica es cada día más fuerte: la producción de artículos, libros, papers, inventos, patentes, proyectos, equipos, coloquios, y esto no sería posible sin esta institucionalización, sin la administración de la actividad universitaria y científica y sin fórmulas de financiamiento transparente.

La  actividad intelectual es una actividad de masas, no de figuras selectas, aunque sigan existiendo las grandes figuras e inmensa cantidad de modestas figuras como nosotros. Es miope imaginarse la actividad académica contemporánea como la narración romantizada de lo que ocurría en tiempos de Newton, aunque algo de ello perdure y se haya reproducido mucho más allá de Cambridge y Londres. Todo esto es bastante obvio, pero vale la pena recordarlo en este lugar.



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