Ambrosio Velasco Gómez[2]
Introducción
El exilio en América no solo transformó la vida de los republicanos españoles que tuvieron que salir de España a raíz del golpe de Estado de Franco consumado en 1939, sino que también transformó su quehacer filosófico. Fue en el exilio, en tierras americanas, donde los republicanos exiliados descubrieron la existencia de una centenaria tradición humanista y republicana común a España, a México y en general a Iberoamérica. Al respecto, el historiador exiliado Juan Antonio Ortega y Medina señala:
[…] la presencia de Gaos en México le sirvió a este para comprender que la lucha del hombre hispanoamericano por la libertad y por la emancipación política era la misma que la España liberal habría estado sosteniendo desde tiempo atrás, aunque sin éxito, por independizarse de sí misma (Ortega y Medina, p. 238).
Otros filósofos del exilio español como Joaquín Xirau, José María Gallegos Rocafull y Adolfo Sánchez Vázquez también se percataron en el destierro en México de la persistencia de una centenaria tradición humanista y republicana común a España, a México y a toda Latinoamérica. Gallegos Rocafull señala que los orígenes de esta tradición están precisamente en los grandes críticos del imperialismo español del siglo XVI que conformaron la Escuela de Salamanca. En el exilio pueden apreciar que esta tradición humanista ha sido la principal fuerza de constitución de las naciones hispanoamericanas y de su independencia de la España imperial. Pero, a diferencia de las naciones latinoamericanas, esta fuerza emancipadora del pensamiento hispanoamericano no se ha logrado realizar en España y por ello José Gaos afirma que “España es la última colonia de sí misma, que permanece colonia de sí misma, la única nación hispanoamericana que del común pasado imperial queda por hacerse independiente, no solo espiritual, sino también políticamente” (Gaos, 1990, p. 40).
Adolfo Sánchez Vázquez percibe con claridad que esta tradición de pensamiento iberoamericano, de carácter republicano y emancipador, se ha desarrollado en constante conflicto con proyectos e ideologías imperialistas y fascistas. Es una tradición humanista, crítica, utópica, quijotesca, “que a lo largo de los siglos desde Luis Vives y Bartolomé de Las Casas hasta Antonio Machado ha tratado de liberarse una y otra vez –la guerra civil ha sido su último y frustrado intento– de su carroña espiritual y su miseria material” (Sánchez Vázquez, 2002, p. 598).
Joaquín Xirau también plantea que este humanismo se remonta al Renacimiento español del siglo XVI que tiene proyectos políticos de gran aliento, a diferencia del humanismo italiano que es marcadamente apolítico. Desde entonces el humanismo español ha orientado la historia iberoamericana, incluyendo la formación de repúblicas independientes y una confederación de naciones hispanoamericanas como lo planteaba el Conde de Aranda: “está presente en Vives, Vitoria, Jovellanos, las cortes de Cádiz. Es el espíritu de Hidalgo, de Morelos, Bolívar, Riego Martí, Pi y Margall, Giner” (Xirau, 1942, p. 153). Este humanismo republicano, plural, incluyente ha estado desde sus orígenes en una lucha agónica contra una ideología y proyecto imperial autoritario que trata “de imponer al orbe el contenido de una Verdad cuasi-geométrica y unitaria […] Un mundo gobernado desde el centro nacional del Imperio” (Xirau, 1942, p. 154).
Al descubrir esta tradición humanista antimperial y republicana común a España y a sus excolonias en América, varios filósofos del exilio republicano español dieron un giro a su trabajo filosófico hacia el cultivo y enriquecimiento de la filosofía hispanoamericana cuyo rasgo distintivo es su carácter crítico de las circunstancias sociales y políticas imperantes y su compromiso libertario. En este trabajo nos referiremos especialmente a las contribuciones de Gaos, Gallegos Rocafull, Sánchez Vázquez y Carmen Rovira.
Filosofía hispanoamericana, inmanentismo y crítica al poder
Uno de los más influyentes filósofos del exilio republicano español fue José Gaos. Se desempeñó como Rector de la Universidad Central de Madrid a partir de 1936 y desde el comienzo de la Guerra Civil fue un defensor incansable de la República Española en diferentes foros académicos internacionales. Además, era miembro del Partido Socialista y destacado discípulo de Ortega y Gasset, el filósofo más reconocido en la España de aquel tiempo, a quien mucho admiraba y seguía filosóficamente, pero no políticamente. El programa filosófico que Gaos desarrolló en México surge precisamente del contacto con los filósofos y humanistas mexicanos más destacados como Antonio Caso, José Vasconcelos, Samuel Ramos, Alfonso Reyes, entre otros, que estaban desarrollando reflexiones filosóficas sobre México y Latinoamérica. Sin lugar a dudas estos filósofos y temas mexicanos son determinantes para el giro hispano americanista y en particular mexicanista de la filosofía de Gaos que antes de su transtierro no había trabajado. A lo más había iniciado una defensa de la filosofía en español de tendencia europeizante.
Como señala Juan Ortega y Medina, es en el exilio donde Gaos y otros republicanos españoles descubren la persistencia en México de una tradición humanista común a España y las naciones americanas que fueron sus colonias. A partir de este descubrimiento y el diálogo con los filósofos mexicanos mencionados, Gaos emprendió un programa filosófico centrado en el pensamiento hispanoamericano y la filosofía mexicana que constituye la mayor y mejor parte de su obra filosófica y de su magisterio filosófico en México
Gaos hace una prolija caracterización del pensamiento hispanoamericano, que si bien tiene remotos antecedentes en la Edad Media y el Renacimiento, es un pensamiento moderno que se desarrolla a partir del siglo XVIII tanto en España como en sus colonias americanas “como un movimiento único de independencia espiritual y política, por respecto a una vieja Hispanoamérica imperial y una, de una plural Hispanoamérica nueva, con una constitutiva ideología ochonovecentista, democrática, liberal, republicana, antiimperialista” (Gaos, 1990, p. 40). En América este movimiento desemboca en las independencias de las colonias respecto de España, pero Gaos reconoce que España se ha quedado rezagada frente al movimiento intelectual y político hispanoamericano y “permanece colonia de sí misma, la única nación hispano-americana que del común pasado imperial queda por hacerse independiente, no sólo espiritual, sino también políticamente” (Gaos, 1990, p. 40). El mayor impacto político del pensamiento hispanoamericano en América convierte a esta en una nueva Hispanoamérica liberal, democrática y republicana que contrasta con la vieja Hispanoamérica que todavía persiste en España a causa de la derrota de Segunda República. Gaos tiene la esperanza de que la nueva Hispanoamérica ayude a la vieja a independizarse espiritual y políticamente. De ahí la importancia política de cultivar la filosofía hispanoamericana desde México y, como parte de ella, la filosofía mexicana: “La vieja España existía tanto en las colonias como en la metrópoli: como en aquella, también en ésta puede sustituirla una nueva […] las naciones americanas de Hispanoamérica pueden influir decididamente sobre el desenlace en este punto” (Gaos, 1990, p. 51).
Además de esta característica principal del pensamiento hispanoamericano de ser una fuerza intelectual republicana de independencia y democratización, Gaos reconoce otros importantes rasgos distintivos como el uso de la lengua española y el cuidado literario de la expresión con sentido estético, ético, pedagógico y político, que se manifiesta preferentemente en el ensayo personal sobre problemas humanos concretos; del más acá, no del más allá; inmanentista, no trascendente. Por eso se acerca más, en la terminología de Dilthey, a las filosofías asistemáticas y metafísicas, que incluso se confunden con la literatura. “De la historia de la filosofía forman parte de hecho y de derecho las filosofías asistemáticas, ametafísicas, literarias […] no podrá negarse al pensamiento hispanoamericano contemporáneo el nombre de filosofía, sin que por ello deje de merecer el nombre de literatura” (Gaos, 1990, p. 5).
A diferencia de Gaos, que centró su atención en la influencia de la filosofía moderna en Hispanoamérica a partir del siglo XVIII y su significación en los procesos de independencia de las colonias españolas en América, especialmente en México, Gallegos Rocafull enfocó sus investigaciones en la filósofa hispanoamericana de la Conquista y del siglo XVII. Su libro El pensamiento mexicano en los siglos XVI y XVII es una obra señera en reivindicar la importancia del pensamiento teológico, jurídico, filosófico y político hispanoamericano en las disputas en torno a la conquista y al imperio español sobre América. Gallegos Rocafull vio con claridad el surgimiento de una cultura y un mundo iberoamericanos a raíz del “choque” civilizatorio entre Europa y América del cual “sale vencida y muerta la cultura autóctona, pero a su vez la triunfadora queda fuertemente matizada por la recia originalidad de las nuevas tierras, que la asimilan y viven a su modo” (Gallegos Rocafull, 1951, p. 5).
Como resultado de este choque civilizatorio y de la resistencia de los indígenas se forjó una cultura profundamente diversa, ecléctica, que algunos como Bolívar Echeverría y Carlos Fuentes han denominado barroca: se marcaba una profunda diferencia entre la América multicultural y una Europa moderna cada vez más homogénea, cautivada por un racionalismo cientificista excluyente de la diversidad de saberes, incluyendo las humanidades, e incluso ortodoxa en el caso de España. Estas culturas barrocas constituyeron el núcleo de la identidad de las naciones latinoamericanas.
Gallegos Rocafull, a diferencia de Gaos. que enfatiza el estilo asistemático y ametafísico de nuestra filosofía, señala la profunda fundamentación teológica y iusnaturalista de la filosofía hispanoamericana, que incluye desde luego grandes sistemas filosóficos como el de Francisco Suárez, de amplia influencia en la filosofía moderna y contemporánea y portador de un proyecto civilizatorio alternativo a la Modernidad de la Europa del Norte. Coincide con Gaos en el espíritu republicano y anti imperialista que es fuente de emancipación de las naciones hispanoamericanas.
Gallegos Rocafull, junto con José Gaos y algunos historiadores del exilio republicano español como Ramón Iglesia, José Miranda y Juan Antonio Ortega y Medina, impulsaron una nueva perspectiva historiográfica filosóficamente ilustrada que se proponía articular las relaciones entre cultura, sociedad y política en las diferentes naciones del mundo hispanoamericano de los dos hemisferios, las cuales comparten un proceso histórico global de recíproca interdependencia, en una constante tensión agónica entre homogeneización imperial y diversidad republicana.
Adolfo Sánchez Vázquez pertenecía a la generación joven del exilio. Llegó a México por el puerto de Veracruz, cuando tenía escasos 24 años. Era el año 1939 y había pasado los últimos tres en el frente de batalla, defendiendo los ideales republicanos y resistiendo hasta el final la amenaza dictatorial del fascismo. Su decisión de tomar las armas para defender la república española lo había apartado de sus estudios de literatura en la Universidad Central de Madrid.
El humanismo inicial de Adolfo Sánchez Vázquez se desarrolla a través de la creación poética, como respuesta a la dramática realidad que vivió desde su más temprana juventud, luchando contra el franquismo a favor de la república. Nos dice Sánchez Vázquez que el panorama de aquellos tiempos era sombrío y trágicamente angustiante. En estas circunstancias defendió con las letras y las armas a la Republica, alternando la creación poética con el fuego de las trincheras. Como en las grandes tragedias, se trata de una “poesía de guerra” para resistir hasta la muerte la embestida fascista. “Elegía a una tarde de julio” es una de sus poesías más dramáticas, realistas y conmovedoras:
Millones de corazones inocentes,
nadando van hacia la muerte.
Piélagos de rosas, horizontes de trigo limpio,
aguas transparentes
se mancharán de sangre, de barro y de ceniza.
Millones de metros de tierra viva
Esperan ya las tumbas.
Y hay millones de brazos esperando
La inmensa embestida de la muerte… (Sánchez Vázquez 2006, p. 19)
Después de la derrota militar y la caída de la República, Sánchez Vázquez buscó en el exilio la realización de los mismos ideales de su lucha libertaria. Pero ya no con las armas ni con la poesía, sino a través de la filosofía.
Sus primeros trabajos filosóficos fueron sobre estética y política, empezando con su tesis de Maestría en Filosofía, Conciencia y realidad en la obra de arte (1956), que posteriormente dio lugar a uno de sus libros más importantes: Las Ideas Estéticas de Marx (1965). La idea central de este influyente libro es:
El arte se presenta, pues, cualesquiera que sean sus formas históricas concretas, como una expresión de la capacidad creadora del hombre (Sánchez Vázquez, 2002, p 36).
Se trata de una estética humanista que constituye el punto de partida de su más importante contribución filosófica que fue el tema de su tesis doctoral, dirigida por Gaos, y que dio origen al libro Filosofía de la Praxis (1967). Esta obra, a mi juicio, representa la contribución más importante en el mundo iberoamericano de una filosofía radicalmente pragmatista, tan importante como la John Dewey o William James, pero fundamentada en una estética, una epistemología y una política de inspiración marxista.
Para Sánchez Vázquez la praxis es una actividad creadora que se funda en la teoría, pero la trasciende en virtud del imperativo político y epistémico de transformar las situaciones de profunda injusticia del mundo capitalista. De acuerdo tanto con las tesis de Marx sobre Feuerbach, como con el inmanentismo gaosiano y el humanismo renacentista, Sánchez Vázquez sostiene que la justificación epistémica de la teoría está en función de su efectividad práctica para transformar la realidad circundante, de acuerdo con los valores de justicia, libertad y democracia. Consecuentemente, hacer filosofía “significa cierta relación con un mundo que no nos satisface y, con ella, la aspiración, el ideal o la utopía de la transformación” (Sánchez Vázquez, 2002, p. 63).
Así pues, la filosofía de Sánchez Vázquez ha de verse como una versión marxista del humanismo republicano iberoamericano radicalizado. La praxis filosófica y en general humanista de este autor es una de las expresiones recientes más valiosas de la tradición centenaria que México comparte con España y con todo el mundo iberoamericano.
Como Adolfo Sánchez Vázquez, Carmen Rovira llegó exiliada a México en su temprana juventud, en 1939, con la triste y dramática experiencia de la guerra y la persecución con apenas quince años. La trayectoria filosófica de Carmen Rovira es en primer lugar fiel expresión del compromiso de los filósofos del exilio español como Gaos y Gallegos Rocafull por conocer y valorar la filosofía mexicana. Carmen Rovira ha desarrollado una perspectiva de investigación original, innovadora y rigurosa que, si bien se originó en sus estudios con Gaos, ciertamente se ha enriquecido, ampliado y mejorado. Especialmente en lo concerniente a tres aspectos: la mayor importancia del contexto social, cultural y político para comprender los textos filosóficos, la centralidad de las controversias y disputas entre filósofos y la auténtica originalidad de la filosofía mexicana que no puede reducirse a imitación o adaptación creativa de otras filosofías (Rovira, 2020). A diferencia de su maestro Gaos, Carmen Rovira reconoce una auténtica originalidad en la filosofía mexicana, de igual valía que la europea.
El tema central de las investigaciones de Rovira gira en torno a la dominación de España sobre América, tema que no es prioritario en la mayoría de los filósofos del exilio español. Ella encuentra una constante de la filosofía mexicana del siglo XVI a principios del siglo XIX que es un humanismo crítico que se convertirá en el fundamento intelectual de la independencia de México. Esta interpretación sobre la independencia de México enriquece y amplía la tesis sobre el origen del pensamiento independentista, propuesta por su maestro Gaos y su compañero de banca Luis Villoro, quienes circunscriben los fundamentos intelectuales de la independencia de México a la Ilustración criolla y en general hispánica del siglo XVIII (Villoro, 1981). Carmen Rovira, al igual que Gallegos Rocafull, considera que la filosofía crítica de la Escuela de Salamanca, en especial de Vitoria y Alonso de la Veracruz, tiene una influencia determinante en el proceso de Independencia de México, a través de los jesuitas expulsos del siglo XVIII y de teólogos como Pérez Calama, profesor de Miguel Hidalgo (Rovira, 2012).
En síntesis, Carmen Rovira nos ofrece un amplio panorama del desarrollo histórico de la filosofía mexicana en estrecha relación con la historia intelectual y política de México desde la Conquista hasta principios del siglo XX, en el que podemos distinguir tres momentos de la filosofía mexicana. Un primer momento correspondiente a la época de la Conquista en donde predomina el humanismo de la Escuela de Salamanca como fundamento de la crítica a la Conquista y al proyecto imperial, así como de la defensa de los pueblos originarios. Un largo segundo momento que se desarrolla desde el siglo XVII a principios del XIX y culmina con la lucha de Independencia basada en un humanismo criollo, crítico y emancipador. Una vez consumada la Independencia se inicia un tercer momento en que la filosofía mexicana olvida su propia tradición hispanoamericana y libertaria para adoptar filosofías exógenas como el liberalismo y el positivismo en aras de un espíritu cientificista (positivismo) que termina por volver conservador al mismo liberalismo. Frente a esta decadencia del pensamiento hispanoamericano, Carmen Rovira ha dedicado su vida a enriquecer y desarrollar una historia de la filosofía iberoamericana iniciada por su maestro Gaos, como punto de partida para cultivar esa misma filosofía con su orientación crítica del poder.
Conclusiones
Los filósofos del exilio republicano español a quienes nos hemos referido toman conciencia de su pertenencia a una común tradición humanista iberoamericana a cuyo estudio dedican buena parte de sus trabajos. Lo que motiva a Gaos y a otros exiliados a estudiar el pensamiento iberoamericano y en especial la filosofía mexicana es sin duda un generoso sentimiento de gratitud y reconocimiento a su nueva patria que los ha acogido y en la cual algunos, como él, se sienten transterrados y otros, como Joaquín Xirau y Adolfo Sánchez Vázquez, desterrados, pero todos viven situaciones existenciales que exigen encontrar sus auténticas raíces en tierras mexicanas. En esta búsqueda descubren y reconstruyen esa tradición humanista común que los mismos mexicanos habían ignorado, fuese por un desdén personalista como el que sostenían Vasconcelos y Caso, o por una admiración desmedida a filosofías exógenas como mostró Samuel Ramos que, aunque exploraba la historia de la filosofía en México, no fue capaz de reconocer como los exiliados una auténtica filosofía mexicana, ni menos iberoamericana.
Lo más relevante de la filosofía del exilio español es que es descubre y recupera la tradición centenaria del humanismo iberoamericano como una filosofía republicana crítica del colonialismo del pasado y del presente, que ha tenido una significación importante en la defensa de los pueblos originarios frente a la Conquista de América, en la formación de las naciones latinoamericanas, en sus luchas de independencia.
A quinientos años de su surgimiento, el humanismo republicano iberoamericano mantiene hoy en día su vigencia frente al colonialismo interno y la opresión de los pueblos indígenas y sus descendientes en toda América Latina.
Referencias
Gallegos Rocafull, J. (1951). El pensamiento Mexicano en los siglos XVI y XVII, México: Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional Autónoma de México.
Gaos, J. (1990). “El pensamiento hispano-americano”. Pensamiento de lengua española. Pensamiento español, Obras Completas, Tomo VI, México: Universidad Nacional Autónoma de México, pp. 23-328.
Ortega y Medina, J. (1982). “Historia”. A.A.V.V, El Exilio Español en México. 1939-1982, México: Fondo de Cultura Económica-Salvat Editores, pp. 237-294.
Rovira, C. (2012). “Presagios de Independencia en el Seminario y Colegio de San Nicolás Obispo en Valladolid (México)”. A. Sánchez Cuervo y A. Velasco Gómez (coord.). Filosofía política de las independencias latinoamericanas. Madrid: Biblioteca Nueva, pp. 51-74.
____ (2020). “Sobre las categorías del Dr. José Gaos”. A. Velasco Gómez (coord.). Perspectivas hermenéuticas y enfoques metodológicos en la interpretación del desarrollo histórico de la filosofía mexicana. México: Coordinación de Humanidades, Universidad Nacional Autónoma de México, pp. 13-26.
Sánchez Vázquez, A. (1965), Las ideas estéticas de Marx. México: Grijalbo.
____ (1967). La Filosofía de la praxis. México: Grijalbo.
____ (2002). A tiempo y destiempo. México: Fondo de Cultura Económica
____ (2006), Trayectoria de un intelectual comprometido. México: Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional Autónoma de México.
Xirau, J. (1942). “Humanismo español”. Cuadernos Americanos, vol. 1, no. 1, Facultad de Filosofía y Letras: Universidad Nacional Autónoma de México, pp. 132-144.