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Prólogo

Claudio Benzecry, en su fantástico texto “El fanático de la ópera” (2012) reproduce las palabras de uno de sus entrevistados buscando conocer y comprender las razones de la obsesión por la ópera, éste le responde “Por qué ustedes los sociólogos siempre preguntan si vamos a la ópera para que nos vean, para conocer gente, para ver amigos, para alcanzar un estatus profesional más alto y nunca se les ocurre preguntarme si voy a la ópera porque me gusta o, simplemente, porque la amo”. Esa es la razón: el apego al cual el autor explica recurriendo a la metáfora del amor que supera una mera ligazón amorosa. De tal modo los objetos culturales –desde ese análisis– “Implican un sentido del compromiso más grande con el sí mismo del actor que la cognición lisa y llana” (p. 267).

Tal vez algún lector, acostumbrado y formado en la denominada academia, pueda pensar en lo absurdo de comenzar un prólogo de un texto científico apelando a imágenes y explicaciones que se vinculan con el arte. Sin embargo, la filósofa húngara Agnes Héller al proponer su teoría de la vida cotidiana refiere, entre las características de su estructura, aquella que denomina “homogenización” que le permite –a la autora– recurrir a su maestro Georg Lukács cuando en su estudio sobre La Estética, se refería con las palabras de “hombre entero”. Es a partir de esta contingencia que los individuos pueden tener su posibilidad de superar los requerimientos que se centralizan en su particularidad y colocar en el centro la especificidad y en ella, el papel del arte, la ciencia y las ideologías, asevera Héller, es esencial. Quizá el nudo de esa especificidad pueda tener en su centro al pensamiento el cual no implica resolver problemas. Slavoj ZiZek en su ensayo “Pedir lo imposible” (2014) afirma que el verdadero pensamiento no implica la reproducción de expertos sino animarse a plantearse preguntas tales como “¿es esto realmente un problema? ¿Es ésta la manera correcta de formular un problema? ¿Cómo llegamos a esto? Esta es la capacidad que necesitamos que tenga el pensamiento” (p. 62).

Para quienes desarrollamos nuestras actividades académicas en las ciencias sociales –en particular– las palabras constituyen la herramienta fundamental, tanto en su expresión oral como en la escrita. Ivonne Bordelois en su ensayo “La palabra amenazada” (2003) propone al comienzo de su texto apelando a la expresión “Al que se arriesga a leer”, el “redescubrimiento de la energía de la palabra, clave de conocimiento, placer y conciencia crítica”. Allí comienza su maravillosa invitación –apelando a Lacan– quien expresa que “el sujeto se constituye a través de la trama del lenguaje y gracias a éste” (p. 37) en tanto el lenguaje nos “singulariza como individuos”.

Si coincidimos en que las palabras deben tener música, la música debe apelar a imágenes y éstas tienen luz, es sencillo deducir que la ecuación debería conducir a que lectores, oyentes y espectadores puedan desarrollar aquel apego del que nos hablaba Benzecry cuando se refería a los “fanáticos de la ópera”. La pregunta consecuente podría ser: ¿es posible hallar tales características en un ensayo científico? Algunos ortodoxos de la llamada academia –la mayoría por cierto– dirán que aquello es imposible. Sin embargo –a fin de resolver la cuestión– podríamos coincidir que los discursos son diferentes: tanto el científico como el artístico tienen sus particularidades propias y distintivas por cierto pero el “artefacto” –si se me perdonase la impertinencia en denominar de tal manera a las palabras– es común a ambos discursos. Si se buscase atrapar al lector desde el inicio de la trama, entonces ¿cuál sería la razón de maltratar al lenguaje y correr el riesgo que dicho lector nos abandone en la primera línea del texto? Si se busca tal sentido para un texto literario ¿por qué razón no habríamos de aguardar lo mismo para los científicos, que el lector no nos abandone huyendo ante un discurso hermético que se puede tornar tedioso, aburrido y hasta presuntuoso?

Yussef Becher, a través de un lenguaje cuidado y que estimula a la lectura, sin soslayar un profuso análisis de las categorías en cuestión, en éste –su primer ensayo científico en asomarse al mundillo académico– nos propone una agradable lectura para adentrarnos a un profundo recorrido por diversos aportes teóricos que buscan analizar desde una concepción de la subjetividad los diferentes modos de concepción históricos del sujeto de las políticas sociales en la Argentina. El texto es la resultante de su tesis de la Maestría “Sociedad e Instituciones” defendida durante el año 2016 en la Facultad de Ciencias Económicas, Jurídicas y Sociales de la Universidad Nacional de San Luis. Con aquel fin nos propone un recorrido por los modos en que han sido denominados, representados y concebidos los sujetos receptores de las políticas sociales en Argentina desde la década de 1980 hasta la que correspondió a la incluida durante los gobiernos kirchneristas.

La tesis comprende dos partes y la conclusión. En la primera de aquella describe al “beneficiario” de los programas sociales iniciando el análisis a partir de la oposición entre caridad vs. contrato y su situación en América Latina para luego continuar con el recorrido por las políticas neoliberales en Argentina durante los años de 1980 y 1990. A continuación se acerca a la concepción de los programas de transferencias condicionadas tanto en América Latina, Caribe y finaliza este apartado ubicando el tema en Argentina durante los años posteriores al 2000. Este último enfoque vuelve necesario detenerse en la encrucijada entre universalismo y focalización, análisis que no elude el autor recorriendo teóricamente tal dilema. En el último apartado de esta primera parte se detiene en la construcción del sujeto receptor de los programas sociales en América Latina y Argentina durante la última década pasada. Década –precisamente– caracterizada por la presencia en el continente de la Patria Grande, por la emergencia de gobiernos progresistas que –tomando expresiones de García Linera (2016) “desde los años 2000 [….] asistimos a un poderoso proceso de redistribución de la riqueza común, que mejora notablemente las condiciones de vida de la clase trabajadora sacando a millones de latinoamericanos de la extrema pobreza, y crea para las clases medias opciones objetivas de ascenso social” (p. 16). Por consiguiente, colocar en el centro de las políticas sociales el enfoque de derechos conduce rápidamente a la plena vigencia de los derechos humanos y construir de tal manera una subjetividad estrechamente ligada a un particular contexto sociopolítico que procura lograr el empoderamiento de los sujetos en la recepción de sus derechos.

En la segunda parte del texto Yussef Becher propone el análisis de tres programas sociales, justificando su incorporación a dicho análisis: “en dos motivos: i) el particular contexto en que fueron implementados esos programas; ii) la masividad y cobertura que lograron, sin precedentes en todo el territorio del país”. Dichos programas son el denominado Plan Jefas y Jefes de Hogar Desocupados (PJJHD); Asignación Universal por Hijo (AUH) y el Programa de Respaldo a Estudiantes Argentinos (PROGRESAR). El análisis que realiza se basa en los siguientes códigos que construye el propio autor para su tarea: “Beneficiario; Condicionalidades; Contexto; Crisis de 2001-2002; Decreto de necesidad y urgencia; Destinatario; Evaluación y monitoreo del programa; Exclusiones; Inclusión-Derechos; Institucionalidad social; Penalidades; Progresividad de la medida; Receptor-Usuario; Redes clientelares; Requisitos formales; Universalismo-Focalización”. Sobre cada uno de tales programas profundiza sus semejanzas y diferencias de sentido teniendo en cuenta el eje que surge a través de toda la tesis, cual es la presencia del contexto sociopolítico como condicionante de la construcción de la subjetividad. Sin lugar a dudas, este capítulo constituye el meollo y eje de toda la tesis por cuanto la meticulosidad y cuidado que ha tenido Yussef Becher en el tratamiento de las categorías y la rigurosidad en el análisis, permite al lector interesado/a en el estudio de las políticas sociales contar con un excelente material de lectura y consulta. Pero más allá de considerar la incidencia del contexto, un aspecto de no menor relevancia y donde se focaliza el análisis en definitiva es detenerse en el modo de denominación de quienes son receptores de los programas sociales: beneficiario; receptor-usuario; destinatario. Acá es donde el autor de la tesis se detiene e investiga la razón de cada una de aquellas denominaciones que por cierto no resultan sinónimos o equivalentes o similares para quienes se dedican al estudio de las políticas sociales. Así es como tras el recorrido de su investigación sistematiza las explicaciones teóricas y de concepción de sujeto que definen los modos semánticos en las maneras de nombrar a quienes –en cada tiempo histórico y político– han sido los destinatarios de las políticas sociales.

América Latina atraviesa una segunda década del 2000 enfrentando serias y complejas dificultades económicas, políticas y sociales. Tras haber vivido una primera década con un importante descenso en los niveles de pobreza continúa siendo el continente con una amplia desigualdad social. Estas situaciones son heridas que preocupan, que laceran la dignidad humana y allí la implementación de adecuadas políticas sociales deviene urgente para dar soluciones a millones de ciudadanos de toda la Patria Grande. De allí la importancia de contar con investigaciones que estimulen el debate y pensamiento dejando atrás expresiones sin sentido ni formación que, –muchos medios hegemónicos y sus actores– pretenden transmitir distorsionando el verdadero sentido de las políticas sociales en el país. El tiempo histórico y político requiere contar con investigaciones que se efectúan desde las universidades públicas, realizadas con la rigurosidad que el tratamiento científico reclama no sólo para mostrar y compartir lo que se realiza desde tales universidades sino también el compromiso de jóvenes investigadores por detenerse en el estudio en profundidad de temas de la realidad argentina. Quizá sea el momento, como afirma Constanza Moreira (2016) refiriéndose a la actual situación de América Latina: “Y hoy, en un momento difícil de nuestro trayecto más reciente, debemos reconocer lo que nos une, lo que nos es común, más allá de la especificidad de cada proyecto histórico y nacional. Debemos latinoamericanizarnos nuevamente, en una región signada por los mismo fracasos y las mismas esperanzas” (p. 265).

Como directora de la Maestría Sociedad e Instituciones me produce una gran satisfacción invitar a los lectores y estudiosos de estos temas sociales a compartir las páginas de la tesis donde el lenguaje no se cubrió de hermetismos cientificistas y, sin abandonar un cuidado análisis teórico, resulta atrayente y motivador para futuras investigaciones.

Como amiga, al responder de modo sencillo a la propuesta del autor para redactar el prólogo, los sentimientos de orgullo abundan por ser testigo de un continuo crecimiento y desarrollo científico en su autor que augura futuros de aportes de calidad en las ciencias sociales.

 

Graciela Castro

Villa Mercedes (S.L.) junio de 2017

 

Bibliografía

Benzecry, C. E. (2012). El fanático de la ópera. Etnografía de una obsesión. Buenos Aires: Siglo XXI Editores.

Bordelois, I. (2003). La palabra amenazada. Buenos Aires: Libros del Zorzal.

García Linera, A. (2016) ¿Fin de ciclo progresista o proceso por oleadas revolucionarias? En Las vías abiertas de América Latina. Buenos Aires: Editorial Octubre.

Heller, A. (1985). Historia y vida cotidiana. Una aportación a la sociología socialista. México: Editorial Grijalbo.

Moreira, C. (2016). La porfiada voluntad de un proyecto: la izquierda uruguaya en la encrucijada latinoamericana. En Las vías abiertas de América Latina. Buenos Aires: Editorial Octubre.

Zizek, S. (2014). Pedir lo imposible. Madrid: Ediciones Akal.

 



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