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5 Las prácticas sindicales de Suteba BB en relación con los procesos de lucha

Introducción

Las prácticas sindicales fueron fundantes en Suteba BB de un modelo sindical con características particulares y constituyeron una forma de hacer sindicalismo docente en términos participativos, democráticos y apelando a la construcción desde y hacia la base. Las practicas contribuyen al reconocimiento de la realidad, a partir de la conjunción entre teoría y observación de la realidad, lo cual conforma un elemento necesario en la formulación de una estrategia (Marín, 2009, p. 21). En términos organizativos, las prácticas y estrategias puestas en marcha por Suteba BB sirvieron como herramientas de organización interna, pero tambien hacia el sector sindical estatal más general, y posibilitaron la concreción de diversos repertorios de acción para canalizar el descontento de los docentes por escuelas.

La tradición más combativa dentro del sindicalismo docente bahiense emergió en la década de 1990 y se vinculó a un sector de docentes jóvenes con experiencias de trabajo político en organizaciones de izquierda, con acompañamiento al movimiento de Derechos Humanos y participación en los conflictos de desocupados y trabajadores. Estos docentes se movilizaban como delegados del sindicato o acompañando las acciones de autoconvocados. A partir de 2001, formaron un sector activo dentro del mundo laboral estatal y participaron directamente de los procesos de lucha dentro del campo popular (Becher, 2018b).

En este capítulo, se observan los procesos de participación político- sindical como espacios de producción de sentidos y pertenencias desde y hacia los establecimientos educativos. Para ello, se subraya la importancia del papel de los docentes que no militan en una organización, pero se involucran en los problemas de su institución educativa, para identificar los componentes que llevan al activismo. Teniendo en cuenta el elevado grado de contribución de las trabajadoras mujeres dentro del ámbito docente, en este capítulo se explican brevemente las relaciones laborales mediadas por la pertenencia de género en la cultura docente (Korol, 2017) y se analiza cómo repercute el feminismo en el sindicato, en el entramado de su organización y en las experiencias de participación de las mujeres. En otro apartado, se plantean las alianzas establecidas por Suteba BB durante el período de análisis, tanto como alternativa provincial a la Lista Celeste como también de la unidad con otros sindicatos a nivel local y regional para enfrentar al Gobierno de la Provincia de Buenos Aires.

En síntesis, este capítulo se divide en seis secciones vinculadas a las dimensiones que les dieron sentido a las prácticas sindicales. Estas son las siguientes: la militancia y las trayectorias en común de los participantes dentro del sindicato; la relación entre prácticas y organización sindical; los efectos de las huelgas en las prácticas de conflictividad; la incidencia de los feminismos en las relaciones gremiales; y, por último, las transformaciones de Suteba BB a partir de las alianzas sindicales establecidas.

Militancias y estilos de trabajo sindical

Cuando la Lista Granate obtuvo la conducción del sindicato en 2003, se encontró «con un sindicato desmantelado, vaciado y sin papeles», con problemas que «se arrastraban, sin solución para los afiliados y sin balances de nada» comentó R. L., exmiembro de la CD de Suteba BB. Los nuevos integrantes tenían un desconocimiento importante del trabajo gremial, y la situación se daba en medio de enormes dificultades administrativas:

Los primeros días fueron bravos en lo administrativo… el tema de licencias y otras cuestiones; fueron intensos […]. Integrantes de Suteba La Matanza nos ayudaron en todo momento, y fue muy importante el abogado del gremio en la enseñanza de los derechos gremiales […]. Así fuimos poniendo contenido al sindicato con mucha militancia: eran mínimos los compañeros que podíamos tener licencias gremiales para atender el sindicato —porque se daban pocas, tres o cuatro—, por lo que contamos con un montón de compañeros que iban absolutamente de forma voluntaria (entrevista a R. L., 14 de octubre de 2019).

E. G., referente y representante de la dirigencia docente en la actualidad, también refirió:

Fue una fortísima decisión de los primeros meses conformar un cuerpo de delegados más representativo, más democrático, más plural y que se reuniera una vez por mes…, cosa que no pasaba. Eso como línea de intervención básica: un sindicato que recogiera el mandato del 2001 de la defensa de la escuela pública, de confrontar en el plano de las reivindicaciones político‑gremiales, pero también de las políticas educativas […] y darle mucha importancia a la cuestión de los derechos humanos, a la cuestión de la memoria, la verdad y la justicia, por los crímenes de la dictadura (entrevista, 18 de julio de 2019).

La importancia de lograr una concepción del sindicato, más allá del plano «economicista, reivindicativo y corporativo», como una herramienta integral de la clase, fue uno de los trabajos fundamentales de la conducción sindical y del cuerpo de delegados. El sentido político de las prácticas sindicales se lograba con la praxis, y esto generó un tipo de intervención de parte de Suteba BB, que lo convirtió en un polo de resistencia, incluso de espacio de reunión («de puertas abiertas») y de solidaridad con otras luchas obreras en la ciudad.

La vinculación de Suteba BB con prácticas ligadas a la democracia de base y a la horizontalidad en las relaciones posibilitó un proceso fundante de una organización pluralista que intentó dar respuesta al conjunto de trabajadores, independientemente de las organizaciones partidarias, y de carácter contestatario, algo diferente al modelo vigente en muchos sindicatos y centrales sindicales (Battistini, 2010; Montes Cató y Ventrici, 2016). Estos principios funcionaron como cimientos de mecanismos de decisión basados en la democracia asamblearia, la libre circulación de ideas, el respeto por la diversidad y la elaboración colectiva, dando fuerte legitimidad al cuerpo de delegados.

Como se ha observado en capítulos precedentes, las recorridas en cada establecimiento educativo significaron un incremento cualitativo de la presencia del sindicato en las escuelas, y eso se visibilizó en un aumento de las consultas gremiales y el acompañamiento en conflictos internos. La atención de consultas sobre aspectos legales, gremiales y de trámites jubilatorios, o la participación en concursos, comisiones de POF, movimientos y pases docentes fueron puntos esenciales para edificar un apoyo del trabajador docente, garantizando la atención gremial y la defensa de los derechos laborales a través de un sindicato abierto casi diez horas diarias.

Por su parte, la defensa de los Derechos Humanos fue una constante en las proclamas del sindicato, debido a la extensa militancia de varios de sus integrantes en años anteriores a la conformación de Suteba BB:

La primera reunión de delegados que tuvimos, invitamos a Celia [Jinkis de Korsunsky], madre de Plaza de Mayo. Era para nosotros el sello, la parte distinta de nuestra agrupación, junto con la democracia sindical, el tema de los Derechos Humanos… porque veíamos una cuestión declarativa, pero poca militancia… el local de Chiclana fue el lugar donde se armaron las reuniones para todas las movidas, agrupaciones de Derechos Humanos se reunían allí también […], pero nos diferenciábamos del kirchnerismo: nosotros pensamos que los organismos de Derechos Humanos deben tener independencia política, no ser partidarios ni parte de los gobiernos (entrevista a A. C., docente y Secretaria General de Suteba BB, 5 de diciembre de 2019).

La desaparición de Jorge Julio López, el asesinato de Carlos Fuentealba y la violencia institucional ejercida desde el Estado marcaron un antes y un después en el sindicato. La posibilidad de trabajar estos temas en el aula y vincularlos con los Derechos Humanos, con material propio elaborado desde el sindicato, también fue una práctica habitual con la docencia, con delegados y hacia la comunidad, así como la presencia y acompañamiento a cada acción de familiares de desaparecidos (particularmente en Bahía Blanca y la región). Asimismo, como se observó en el rastreo de las asambleas, fueron constantes las denuncias del gremio de casos de violencia institucional y de represión policial.

Entre las palabras claves que surgen de las narrativas de los entrevistados, aparece la idea del compromiso y de las militancias ligadas a acciones y prácticas como un «deber». Cuando se habla de «compromiso político», se relaciona con la participación responsable de determinados sujetos en torno a un objetivo específico o varios, sin ser privativo de una organización o ideología particular (Aiziczon, 2018). La configuración del militante definido en torno a prácticas, valores e ideologías, el atravesamiento de paradigmas y teorías que abordan a ese sujeto forman parte de un contexto histórico que dispone (pero no determina) ciertas pautas en donde se despliega esa militancia (Pudal, 2011). Siguiendo a Aiziczon (2018), la intersección entre sujeto, organización y forma de comprensión del compromiso político debe entenderse de un modo dinámico y, en muchos casos, manteniéndose en el tiempo frente a las subjetividades militantes emergentes. En este sentido, esta configuración en Suteba BB dio a diversas clasificaciones o variantes: la del militante de un partido político, que despliega su trabajo en el sindicato como un espacio de interacción con su lógica partidaria; la del activista trabajador u obrero, que responde a los criterios de su organización de base y a las reivindicaciones más cotidianas en su espacio de trabajo (escuelas), sin lazos partidarios; y la del gremialista en sentido estricto, que plantea su participación en torno a la lucha económica sindical, el respeto a los derechos y las condiciones laborales, a veces como funcionario dentro de la organización.

Dentro de la variante del militante político, aparecen varias lógicas ligadas a las formas en que los partidos entienden la militancia. En el caso de la conducción local (Lista Granate), se desarrolló el plano de la reivindicación política partidaria independiente, que ha sintetizado las demandas sindicales en torno a propuestas económico‑políticas generales, atendiendo a la particularidad de cada escuela, a partir del desencantamiento de las lógicas y prácticas de la izquierda trotskista. En esta variante se inscribe una generación para la cual las derrotas obreras y los retrocesos de la década de los noventa fortalecieron una fuerza moral de trabajo cotidiano desde la autonomía y el trabajo territorial, conectando con las bases obreras. Este sector desarrolló un ethos militante dentro de Suteba BB y participó en la conducción, utilizando su experiencia e influencia en otros sindicatos combativos y sus prácticas de militancia contrahegemónicas. Una militancia que se vinculaba al estudio, la lectura y el debate permanente sobre las cuestiones normativas, estatutarias y las políticas educativas, y que tuvo una importancia cabal en la formación de muchos de los docentes que encabezaron la Lista Marrón y posteriormente la Lista Granate.

Nosotros nos poníamos a estudiar y traíamos gente. Durante ese tiempo, conocimos a Silvia Barco, Alcira Argumedo, Susana Vior, todos esos compañeros que, como parte de su militancia, vinieron al sindicato a explicar qué era lo que iba a destruir esta ley [la LFE], y para qué destruía, porque tenía un objetivo claro: cambiar el sentido de la educación pública como la venía teniendo Argentina […]. En otro sentido, la relación con Neuquén fue muy importante también; nosotros nos conformamos a la luz de lo que sucedió en Neuquén porque fue una de las pocas provincias donde no se implementó la Ley Federal… teníamos una relación, íbamos mucho y, cuando estábamos, veíamos esas asambleas masivas. La Secretaria General era Liliana Obregón, de ATEN [Asociación de Trabajadores de la Educación de Neuquén]; en ese momento, vino acá en más de una ocasión, y fue uno de los sindicatos que luego sostuvo la lucha como parte de los desocupados en los piquetes. Los compañeros de Neuquén eran los únicos que pasaban por los piquetes, sosteniendo… nos conformábamos mirando a Neuquén, la participación activa, la incorporación de la comunidad; los docentes de Neuquén iban casa por casa llevando material para que no se implementara la Ley Federal […]. Nosotros estábamos vinculados con presencia activa, con compañeros yendo y viniendo, y fue —para quienes vivimos esta etapa— una experiencia que marcó cómo movernos dentro de un sindicato, y qué apuntar, y qué metodología; qué significaba el sindicato, qué significa una asamblea, qué significaba escuchar, no imponer, contar y criticar, pero no imponer… años después cuando tuvimos mil y pico de personas, recordaba esos años de experiencia (entrevista a G. D., 24 de septiembre de 2019).

Entre los activistas trabajadores de Suteba BB, se examinaron vínculos en términos generacionales, trayectorias laborales conjuntas (en torno a experiencias dentro de trabajo social, la enseñanza de educación especial, artística, educación física o de secundaria, entre otros niveles/modalidades), en espacios de formación educativa (en institutos o universidades) y los lazos surgidos en las escuelas donde se compartían labores comunes. Sin embargo, las razones político‑ideológicas, junto con el acompañamiento en los problemas cotidianos de las escuelas, fueron fundamentales para generar relaciones de respeto y compromiso, que luego se traducirían en participación dentro del sindicato. El análisis de las entrevistas realizadas a distintos integrantes de la entidad permite visibilizar el entrecruzamiento de redes de socialización, atravesadas por diferentes vínculos (afectivos, familiares, vecinales, militantes), que desbordó la propia participación en las organizaciones dentro del sindicato y entretejieron relaciones de fraternidad y respeto, aunque también de rivalidad, competencia y antagonismo entre ideas y actos.

En las diversas listas que han integrado el sindicato, tanto de organizaciones de izquierda como peronistas, las marcas de la dictadura militar, la militancia de los setenta y la lucha contra el neoliberalismo menemista dejaron una profunda huella en el trabajo y en el pensamiento político. En el caso de la Lista Marrón, se observó la relevancia de la participación colectiva, de la democracia sindical, del trabajo «a todo o nada», que implicaba horas de activismo, relegando toda otra tarea en pos de un objetivo político; la mirada de la transformación social como práctica permanente y la solidaridad sin sectarismos fueron algunas de las características de una militancia arraigada en años de resistencia, clandestinidad y trabajo paciente.

Con mi participación, aprendí un montón. Aprendí que la base es primordial, y la democracia sindical de cómo creemos nosotros que debe construirse un sindicato y esta cuestión que hasta ahora nos acompaña, que es una militancia entendida, que a veces nos cuesta en lo más jóvenes […] nos reuníamos los sábados sin falta, terminábamos de armar la lista a las doce de la noche, todos le metían, nadie tenía licencia gremial, no sé en qué momento del día recorríamos las escuelas y hablábamos con la gente… y la verdad, que sí, la mayoría de las cosas las aprendimos en ese momento; cuando entramos a Suteba, no había nada […]. Pero más quienes entraron con responsabilidad de conducción, respecto a lo gremial y lo sindical… se fue aprendiendo en la marcha (entrevista a A. C., 5 de diciembre de 2019).

A. C., trabajadora social y docente participante de la CD, expresó que la lógica de pensar el sindicato con independencia de los partidos políticos, las Iglesias y los Estados fue una marca importante desde la «refundación» de Suteba BB con la nueva lista, y que se extendió más allá de la conducción. En su discurso, la política sindical se comprende como la estrategia del sindicato. Ella misma aclara:

Es importante que «la bajada» no sea partidaria, que la política se construya en las reuniones de delegados, de asambleas, en las reuniones. La política del sindicato se debe hacer con los compañeros y compañeras y no desde los partidos…, a no ser que se diera un proceso de construcción como una herramienta política donde el conjunto de los trabajadores y trabajadoras generen o formen parte de esa conducción, que ellos son representantes y que se erigen desde ese lugar y que se llaman a formar parte del mismo (entrevista a A. C., 5 de diciembre de 2019).

Algunas de las particularidades del sindicato (no solo de la conducción) a la hora de pensar sus prácticas estuvieron relacionadas con los actos y valores que se asumieron como principios básicos: «no alejarse de los representados», no sentirse «con privilegios» y pensar la relación bases‑dirigencia como un diálogo permanente. La lógica fue la de estar en el trabajo diario de la escuela, atender las demandas y experimentarlas, sentir junto a sus compañeros de trabajo las singularidades del ejercicio en la enseñanza.

Una cuestión que sostuvimos desde el comienzo fue que el/la compañero/compañera que tuviera un cargo sindical fuera uno más en la escuela; no tenía que aparecer como alguien externo a la escuela. La segunda es la honestidad: lo discutimos y pusimos como norma que ningún compañero gane más por licencia gremial que lo que gana en su escuela […]. Eso implicaba no tener privilegios ni prebendas con mi cargo gremial […]. La idea siempre fue no quedarte con tu propio discurso, escuchar al otro, darle lugar para que pueda intervenir, tener un ejercicio de darle espacio a la oposición, para no correr el riesgo de ser un administrativo del sindicato, dejar la comodidad de lado […], no ser funcional al sistema (entrevista a E. G., 18 de julio de 2019).

La metodología de Suteba BB de «cómo hacer militancia gremial» ha estado relacionada con ciertas pautas basadas en la experiencia de trabajo político. Para que un docente comprenda y apoye las medidas colectivas, era esencial, primero, que se reconociera al militante sindical como un ejemplo de trabajo y compromiso y, segundo, que la mirada sobre su tarea superara lo meramente individual.

La metodología de la militancia tiene que ver con intentar convencer y no imponer, es algo que dentro de la militancia cuesta porque nunca ganás posiciones, sino que es poner, convencer y, por sobre todo, escuchar. Y siempre tener presente de ver con qué medida, con qué acción, de qué manera agrupamos al conjunto y que el conjunto se sienta involucrado en lo que nosotros estamos diciendo… eso implicaba trabajo en la escuela. Todos éramos delegados y éramos muy respetados como delegados, pero, sobre todo, como laburantes… eso fue una premisa de la Marrón y luego de la Granate […] y el tema de la paciencia en la construcción; a nosotros nos costó mucho acceder al sindicato […]. Fue una cuestión de mucha paciencia, de escuchar y nunca alejarnos de la base. Esa fue una premisa metodológica de intervención muy importante (entrevista a G. D., 24 de septiembre de 2019).

El trabajo sindical tiene como un objetivo específico el avance en la concientización del docente como parte de la clase trabajadora. Suteba BB proyectó y ejecutó diversas estrategias de aproximación, pero ha sido en la lucha misma donde el proceso cobró mayor magnitud. La caracterización del docente promedio como un sujeto sin formación política ha sido debatida por otras concepciones que valorizan el auge participativo y combativo que supieron tener docentes en determinadas coyunturas:

Yo creo que hay un sector importante de docentes que se creen de una clase superior, y otros te dicen que son de la clase media […]. Hay un sector docente que no está ligado a la producción material, y eso es difícil de verlo; vos en una fábrica ves al patrón y en la docencia cuesta […]. Es difícil que, en general, haya un sector que se identifique con los obreros, pero tiene que ver con las situaciones: hay veces que la conciencia te hace dar saltos y te lleva a repensar tu posición, y otras veces, no, te lleva a una antipolítica, que surge en los momentos de mayor quietud… eso es medio movible, cuando hay momentos de tensión y movilización, se sale más como trabajador (entrevista a I. M, docente de secundaria y militante del PTS, 17 de mayo de 2018).

Hay una cuestión que definir en la concepción ideológica del docente. Desde mi punto de vista —y Aníbal Ponce lo decía—, es un reproductor del sistema y, como tal, tiene una visión burguesa de la realidad. ¿Cómo se modifica eso? Lo que tratábamos de hacer es la cuestión de que el docente esté en el barrio. Esa experiencia es irremplazable; que reconozca los problemas en su comunidad, en los comedores, en las fábricas cercanas (entrevista a L. H., docente de base y exdirector de escuela, 21 de septiembre de 2020).

El problema sobre el trabajo pedagógico hacia el docente, considerando su trabajo cualitativo como un cuestionamiento —«al servicio de quién está, por qué y qué se hace con lo que se enseña»—, fue uno de los temas más controvertidos que los sindicatos docentes (provincial y local) no han logrado resolver. Si bien la discusión sobre las condiciones laborales, estatutarias y de políticas educativas siempre estuvo a la vanguardia de los temas considerados, la relación con lo didáctico y pedagógico se retrotrajo en los últimos años para reivindicar el sostenimiento de derechos económicos vulnerados:

De nada vale estar discutiendo cosas o hechos si no discutimos qué hacemos con nuestro trabajo, cosa que hasta hoy no se ha logrado hacer… nunca hubo una vocación política, ni del Gobierno, ni del sindicato, de hacer un trabajo de pensamiento, de formación con el docente… ¿Para qué quiero tener un docente que esté afiliado? ¿Para que después rechace a los sectores populares y sus saberes? Siempre está lo cualitativo que hace la diferencia; en ese sentido, retomar el sindicato para y por los maestros sencillos (entrevista a M. O., 4 de septiembre de 2019).

Algunos docentes protagonistas de aquel período expresan que una de las cualidades más importantes del sindicato en términos estratégicos fue su vinculación con el trabajo gremial desde lo político. Si bien algunos separan lo sindical (entendido como el reclamo estrictamente económico) de lo político, como si fueran espacios diferentes de actuación, dentro de Suteba BB, la vinculación con los afiliados tuvo otro tipo de significación, que ha repercutido en su funcionamiento, «dándole más respaldo y sustento a la conducción, pero a la vez brindando detrás de ese asesoramiento gremial un planteo político», como comenta R. L., exmiembro de la CD.

Sin embargo, la disyuntiva entre lo gremial y lo político, como si fueran esferas separadas, generó una tensión interna dentro de la Lista Granate, ya que, en algunos casos, las discusiones sobre el papel gremial y reivindicativo se proponían como un mero servicio si no estaban justificadas desde la discusión con el Estado y las demandas de clase. Para articular ambas cuestiones, se propuso un trabajo político en lo gremial muy sutil, con base en el acompañamiento y la concientización: «Lo que hacíamos era escuchar al compañero; tratábamos de dilucidar qué es lo que pasaba, de tratar de explicarle cómo lo íbamos a arreglar y pedirle la documentación… viajábamos a La Plata y resolvíamos muchos problemas» (entrevista a R. L., 14 de octubre de 2019). Para S. A., ex‑Secretaria de Salud del gremio durante muchos años,

Fue político empezar a tener por norma y costumbre que el compañero que llegaba con un problema de salud o de acompañamiento, o de asesoramiento, tuviera ese espacio de escucha, de acompañamiento […]; hay que ponerse en la piel del otro, y nuestra política siempre fue y es estar al lado del compañero (11 de octubre de 2019).

La participación del gremio como veedor institucional y administrativo en cuestiones de incumbencia sobre cargos docentes (contralores, POF, concursos, actos públicos, tribunales de clasificación, entre otros) fue, en su momento, resistida por un sector de la conducción de Suteba. Posteriormente, a partir de 2008 y 2009, la intervención en esos espacios derivó en discusiones que fueron solventadas por los resultados obtenidos: denuncias de maltrato a concursantes, garantías de trasparencia en la elección de directivas, respeto de instancias de control y protocolos y, por sobre todo, transparencia en el manejo de la información.

Los mecanismos de socialización y concientización de las problemáticas en torno al trabajo educativo en general dentro del sindicato pueden definirse como un conjunto de procesos inacabados y en permanente cambio que se generaron en distintas etapas y esferas de la experiencia social. En este sentido, las nociones estratégicas, los conceptos teóricos[1] y las identidades fueron aprehendidas por los miembros del sindicato, entremezcladas con las trayectorias personales heterogéneas y con los procesos de aprendizaje que fueron transitando, donde el conflicto social y las acciones colectivas jugaron un rol fundamental en la formación de sus ideas. Las diferencias de composición generacional[2] entre los integrantes de Suteba BB, las pertenencias de género y las contradicciones de clase revelan que, a pesar de las heterogeneidades existentes, emergieron un conjunto de rasgos comunes en un proceso histórico compartido que dio lugar a un sindicato con procesos de socialización colectiva y características particulares que lo hacen relevante como caso de estudio.

La relación entre prácticas y organización sindical

El proceso asambleario de Suteba BB

El estatuto de Suteba BB dispuso, desde su constitución hasta la actualidad, que el mecanismo de organización y decisión más importante dentro del sindicato es la asamblea (Estatuto Docente Suteba, 2018). En ese sentido, reflexionar sobre esta como un órgano de debate y toma de decisiones permite desmenuzar las prácticas sindicales y la organización de la protesta. A lo largo de varias entrevistas y de las observaciones de las actas asamblearias del sindicato y de la CD, se establecieron algunos parámetros importantes para describir su funcionamiento y sus principales objetivos.

Las acciones de protesta y la organización de las prácticas sindicales fueron dos procesos que estuvieron acompañados de forma entrelazada. G. D. indicaba que el estilo político que se presentaba en las asambleas del gremio «consistía en introducir los debates políticos nacionales e internacionales, pero con una bajada desde los problemas de la escuela: cómo afectaba el salario, en la escuela, cómo lo reivindicativo estaba relacionado con el FMI y el ajuste estatal» (entrevista a G. D., 24 de septiembre de 2019).

Otra acción emblemática realizada por delegados y militantes sindicales fue la «recorrida de escuelas». En cada establecimiento, se intentaba «dialogar, tratar de convencer, contrastar opiniones, para no refugiarnos en los que opinábamos nosotros, con paciencia, bancando y escuchando al compañero, recibiendo sus problemas que silenciaban por miedo a los directivos» (entrevista a M. M., 4 de octubre de 2019).

Como se observa en la literatura sobre sindicalismo de base, la hiperfragmentación del colectivo de clase en los lugares de trabajo (Varela, 2016) implicó en muchos casos que los representantes directivos o docentes por escuela reivindicaran demandas en torno a su fracción en particular y no por el conjunto. Para evitar esta lógica de interés individual, Suteba BB apeló a la resolución conjunta en asambleas y reuniones de delegados posibilitando una estrategia que involucrara la participación colectiva en la resolución de los problemas generales. Esta lógica implicó un mayor protagonismo del «sindicato en la base» a través de sus activistas y referentes (Spaltenberg, 2012). Las asambleas y las reuniones del cuerpo de delegados eran reivindicadas como órganos democráticos del sindicato. A. C. comentó:

Hubo momentos donde las asambleas se podían hacer en las escuelas, y nos juntábamos con los sectores de distintos barrios, junto a la comunidad; lo llamábamos «los nucleamientos», donde dos o tres escuelas del mismo sector se reunían en una asamblea todas juntas… después con el tiempo costó volver a hacerlo […]. Nosotros siempre criticamos el método de consulta porque muchas veces se hicieron para dividir o levantar medidas de lucha o dejar de participar en asambleas (entrevista, 5 de diciembre de 2019).

Para F. F., los nucleamientos fueron herramientas de organización que ampliaron las demandas de las escuelas hacia el sindicato. Se lograba desarrollar asambleas en los horarios de trabajo, «y el objetivo era lograr mayor participación de la gente, ver las problemáticas de los sectores, permitir diferentes propuestas de acción y organización» (entrevista virtual a F. F., 26 de septiembre de 2020). Una de las lógicas de los nucleamientos era la participación «ampliada» de la docencia (incluido al sector que no concurría a las asambleas que se realizaban en la sede del sindicato), (re)conocer su opinión y ampliar los espacios de discusión:

En los nucleamientos, se trataba de ubicar una escuela específica junto con las escuelas primarias o secundarias de alrededor y los jardines; todas las escuelas cercanas, unificarlas en un espacio áulico… armar una asamblea más ampliada entre esas escuelas para volcar las decisiones en una asamblea general. Se hicieron para poder llegar a gente que no era capaz de ir a una asamblea… era fundamentalmente tocar temáticas específicas de cada uno de esos lugares, escuchar la voz de las personas que no se animaban a hablar en las asambleas… En las asambleas, éramos siempre los mismos los que hablábamos, no se animaban, y eso sigue pasando (entrevista a M. M., 4 de octubre de 2019).

Se hacían nucleamientos por escuelas; tuvo diferentes modalidades. En una época, participaron los padres… La comunidad docente debe participar, y, a veces, ellos empujan, tiran para delante nos apoyan… también los padres pueden ser invitados por algún puntero político para ir a romper… tratamos de involucrar a la comunidad entendiendo que los problemas no son exclusivos de la docencia, sino que son problemas del movimiento obrero en general y, además, explicando que nosotros teníamos ciertas ventajas de un gran sector del movimiento obrero sin grandes represalias, más allá del descuento… Y teníamos un sindicato donde se podía ejercer la democracia sindical y donde podíamos hacer acciones sin una represalia muy drástica por parte de la patronal… gran parte del sector obrero no lo tiene (entrevista a A. M., docente de CEFOL y militante trotskista, 24 de septiembre de 2019).

Los motivos que derivaron en la convocatoria a las asambleas de las que se tiene registro fueron diversos y pueden ser agrupados en cuatro grandes temas: 1) la discusión de la propuesta salarial y la elevación de mandatos a CTERA o a Suteba Central; 2) la elaboración colectiva de un plan de lucha o medidas de acción; 3) el balance de las medidas y los informes de participación en instancias de plenarios o de encuentros con la oposición; y, por último, 4) temas particulares de la docencia, con informes desarrollados sobre distintas cuestiones. Entre estos, se destacan los de salud (por problemas con la prestataria, la obra social IOMA, entre otros); relacionados con las reformas y políticas educativas; organización de acciones, debates sobre las acciones del Estado (CE, UEGD, ANSES, Municipio, HCD, Jefatura de Inspección, DGCYE, Tribunal de Clasificación, SAD, etc.); y aquellos relacionadas con los procesos de conflictividad de las diversas ramas (que implicaron cierres y fusiones de cursos, problemas de infraestructura, condiciones de trabajo, reformas del estatuto, entre otros). Un dato no menor fue la continuidad de las asambleas ordinarias como instancias de evaluación y devolución a los afiliados de los balances de las secretarías, de las finanzas y gastos, de la política gremial del CES y también una puesta en consideración de las políticas gremiales del propio sindicato.

Gráfico 13. Temas tratados en las asambleas de Suteba BB (2003‑2015)

Fuente: elaboración propia basada en datos de asambleas Suteba BB (2003‑2015)

El gráfico 13 recoge la importancia relativa de cada grupo de motivos durante el período bajo análisis. La práctica de escuchar al otro, sensibilizar las opiniones, detenerse en el punto exacto entre la convicción pasional y la empatía real respecto a lo que les sucede a los docentes en sus escuelas fue un aprendizaje que maduró en las propias acciones sindicales. En ese sentido, el trato de Suteba BB no comenzaba en la propia organización, sino en las escuelas y se fundamentaba en las asambleas, en la participación en la calle y en los paros. «Hacer buenos balances» también se convirtió en una práctica coherente que implicaba detenerse durante o después del proceso de lucha para reflexionar acerca de los medios y los resultados, acerca de «dónde se estaba parado».

Yo creo que todo el mundo sabe que nosotros vamos de frente con nuestras convicciones, erradas o no, que no las vamos a entregar, que no somos estafadores, y además que nos tienen de compañeros en las escuelas… me tienen trabajando con ellos… Yo tengo compañeras que participan de vez en cuando, y tienen una cercanía con nosotros, como de confianza, de docentes comunes […], y un gran acierto fue esto de escuchar, escuchar a la mayoría, no quedarnos con lo que nosotros pensábamos, sino escuchar… decodificar lo que pasaba en la base… y también tener debates y afrontar las criticas (entrevista a Y. R., docente de especial y delegada sindical, 18 de octubre de 2019).

Sin embargo, las críticas a las formas en que se desarrollaban las asambleas implicaron un debate interno sobre su significado como herramienta gremial de lucha y representatividad docente. La discusión principal era cómo lograr una participación efectiva y real de la docencia en las asambleas. Sobre este punto, si con los nucleamientos se atendió ese problema emergente, nunca se pudo generar un punto de quiebre que amplificara la participación para una concurrencia masiva y continua:

Las asambleas son democráticas, pero no hay democratización total de la palabra, yo creo, por una cuestión de formación de la base; no se animan a hablar los docentes, siempre hablan los mismos de siempre, militantes que hablan de términos superestructurales, que hablan de política, y hay gente que no se anima, prefieren cuchichear al costado, hablan entre ellos… el cuerpo de delgados es más minoritario, pero participan muchos más, aunque no participan tantos delegados… en delegados falta hacerse más protagonistas, que tomen más decisiones organizativas, porque terminan siendo voceros de sus escuelas, hacen catarsis, llevan la información de vuelta a la escuela […]. Cuesta darle protagonismo a los delegados, a veces se tiran propuestas interesantes, y después queda en manos de la Comisión Directiva, que se recargan de tareas también por eso […] la centralización de tareas hace que la base no se comprometa tanto (entrevista a V. T., docente de secundaria y ex‑Secretaria de Derechos Humanos de Suteba BB, 31 de octubre de 2019).

Si bien el análisis de las actas asamblearias demuestra que la participación de docentes enrolados en listas político‑sindicales fue prácticamente constante (llegando a formar parte del 80 % de las intervenciones en actas), el porcentaje de participación de la base fue representativo, en comparación con otros sindicatos. Otro punto de debate ha sido la ejecución y efectividad de las propuestas asamblearias. En ese sentido, «votar en una asamblea la realización de otra asamblea» o «votar la realización de propuestas utópicas» desmotivaba la participación.

A veces se daban en algunos períodos los estados «de asamblea permanente». Los llamábamos así porque hacíamos una asamblea cuyo resultado era llamar a otra asamblea… en su momento, la asamblea se había convertido de una herramienta de lucha, para convertirse en una herramienta de medida de fuerza y empezó a generar no solo rechazo de la cúpula de DGCYE, sino de los propios compañeros… tenías asambleas en donde un montón de gente iba y se daba cuenta que se iba a votar otra asamblea, entonces a la siguiente asamblea no iba… O se daban los casos que se veían tan presionados por votar medidas que votaba una medida que después no cumplía (entrevista a R. L., 14 de octubre de 2019).

Una crítica muy extendida ha sido la vinculación de la asamblea con la militancia partidaria. Si bien la conducción del sindicato planteaba la relación de las demandas por escuela con las problemáticas políticas del Estado como un eje importante de discusión, las diferencias partidarias trasladas a la asamblea obturaban la posibilidad de un debate acotado y práctico sobre cuestiones concretas y cotidianas de los docentes. Algunas frases recopiladas en las entrevistas son elocuentes al respecto:

Yo, personalmente, en algunos momentos, pensaba que la asamblea era una tribuna política […]. Terminaban siendo panfletarias, hablando de conflictos de trabajadores que la mayoría de los docentes desconocía… era como que era un discurso armado, y, en el medio de todo eso, se metía el tema de la asamblea […] y tratar de proponer opciones superadoras a lo que proponía la Comisión Directiva, lo cual, si te negabas, era como ponerte a la derecha de ellos… Nosotros proponíamos algo más moderado y consensuado; proponer una opción superadora hacía difícil realizar lo consensuado […]. Lo que nos abrumaba más era la merma de la participación activa en la asamblea… todo el mundo sabía quién iba a participar y qué iba a hacer, y nosotros terminamos siendo funcionales a eso porque era parte de un mecanismo, estábamos presos: consignas y respuestas, consignas y respuestas… para nosotros fue una encrucijada porque no podíamos salir de ese estado asambleario constante que veía que iba desgastando […] proponiendo cosas que no se cumplían o que no se podían cumplir, y echándonos la culpa a nosotros de que no se cumplían (entrevista a R. L., 14 de octubre de 2019).

La reivindicación de la asamblea y de los cuerpos de delegados como órganos democráticos del sindicato no estaba exenta de la posibilidad de una baja participación por la propia dinámica de la protesta. Sin embargo, también se señalaba como un factor excluyente la responsabilidad de la militancia político‑partidaria (tanto de integrantes de la conducción como de otras listas) en el traslado de las disputas internas al encuentro entre docentes:

La asamblea permite dialogar, escuchar, pero a veces eso es un vicio de la militancia de izquierda, cuando en una intervención mezclan todo lo que sucede en todos lados… pretenden dar un salto muy alto para lo que desea el compañero momentáneamente…, pero el propósito es correcto, encaminarnos no solo en lo económico, sino tomar en nuestras manos lo político […]. En asambleas siempre aparecen intervenciones de gente que se repite, pero también la asamblea es abierta, y hay que promover que todos hablen, no hay que hacer censura de quien hable ni nada de eso, pero, bueno, también puede ser embolante, más que una sugerencia, la asamblea es el único lugar donde uno puede hablar de estas cosas (entrevista a A. M., 24 de septiembre de 2020).

Por último, y como parte de todas las discusiones planteadas en torno a las asambleas, surgió una crítica generalizada hacia el uso de la licencia gremial —establecida en el artículo 115, inciso b3 del Estatuto Docente— para participar en las jornadas del sindicato (en horario de clase) y permitir la participación ampliada del conjunto docente:

El 115 b3 se utiliza en muchas partes; en Bahía se convirtió en foco de conflicto porque, si bien es un derecho estatutario, cuando se masifica y se banaliza, empieza a perder interés y genera un halo de sospecha […]. Cuando se llevaban «papelitos» para repartir a los compañeros, te das cuenta que no sirve; es un tema conflictivo (entrevista a E. U., docente de técnica y ex‑Secretario de Comunicación de Suteba BB, 21 de septiembre de 2020).

El cuerpo de delegados en los procesos de construcción gremial

El cuerpo de delegados adquirió mayor protagonismo y amplitud a partir de 2004, con elecciones periódicas a mitad de año. Su crecimiento estuvo vinculado a la extensión de la masa afiliada y al trabajo del sindicato en la participación en asambleas.

En los primeros tiempos, teníamos cien delegados en turno mañana y cien en turno tarde, más un remanente en vespertino que no funcionó con el tiempo, pero que juntaba veinte personas…; sin embargo, a partir de 2011, hubo una baja en la participación de los delegados (entrevista a F. F., 26 de septiembre de 2020).

La cantidad total de delegados[3] pasó de 187 en 2007 a 157 en 2013, y continuó en baja en los años posteriores. El mayor crecimiento del cuerpo de delegados se dio en los niveles secundarios y de adultos, pero en los restantes hubo una baja significativa, producto de las jubilaciones de antiguos delegados y militantes del gremio (véase tabla 6).

Tabla 6. Cantidad de delegados por niveles/modalidad (2010‑2014)

Fuente: elaboración propia basada en datos de Suteba BB (2003‑2015)

La acción de los delegados, por una parte, implicaba la recuperación de la visión del sindicato en los lugares de trabajo y viceversa, a través de mandatos votados en escuelas. Por otra parte, se planteaba como una herramienta de organización, circulación de información y defensa de los derechos laborales, que funcionara como «los ojos del gremio en la escuela y los ojos de la escuela en el gremio» (entrevista a R. L., 14 de octubre de 2019).

El delegado lo que tiene que hacer es llevar al sindicato las propuestas o el estado de situación en que está la escuela, cómo están los compañeros, más allá de que sean afiliados o no, y llevar eso al sindicato… y a su vez bajar las propuestas de la CD a los compañeros, un ida y vuelta…, pero no es lo mismo: yo soy representante de mis compañeros, no de la CD […]. Además, un delegado tiene que saber el estatuto… No necesariamente hay formación política, a veces puede ser el más activo… te vas mechando con tus compañeros, viendo la dinámica, los delegados participan en asambleas, y eso ayuda a crecer (entrevista virtual a P. J., 19 de septiembre de 2019).

Esta función dual de los delegados asegura la representatividad de los trabajadores y una efectiva acción gremial. Su mandato tiene un año de duración con posibilidad de reelección y puede ser revocado por una asamblea de afiliados, por los órganos sindicales o por un 10 % de los representados. Como atribuciones, los delegados tienen la obligación de verificar la aplicación de las normas y de participar de las inspecciones de las autoridades, presentar reclamos, reunirse y contar con el amparo de la tutela sindical.

Sin embargo, la idea de que el delegado fuera una simple «correa de trasmisión» entre el sindicato y las escuelas (llevando y trayendo información) derivó en debates asiduos que consideraban que cumplía dos roles diferenciados: el de un formador político más allá de lo gremial y el de un activista con incumbencia en los intereses de su propio espacio laboral.

En primer lugar, para generar cambios, hay que poner el cuerpo y dando el ejemplo, lo que decía el Che: deben ser el primer ejemplo de laburante. No solo la cuestión del laburo puntual, sino poniendo el cuerpo frente a situaciones que consideren injustas, como cuando un directivo maltrata a una compañera. Si vos ves que hay algo injusto, tenés que decirlo, no podés no decirlo […]. Eso también es reivindicativo, aunque no es un arreglo del aula, porque tiene que ver con la dignidad humana; somos laburantes, no somos esclavos… a veces la organización de la educación estructural es tan vertical que el directivo se cree que es patrón de estancia […]. Lo que tenía como práctica como delegado era que todas las posiciones que tenía con mis compañeras, trataba de discutirlas antes con ellas, antes de llevarla a la asamblea […]. Es importante hablar con los compañeros y llegar a un consenso… no es un tipo solo, sino que es el colectivo (entrevista a L. H., 11 de septiembre de 2020).

Entonces, los delegados, ¿constituyeron un sujeto formado en lo político, o fueron adquiriendo esa formación a partir de la experiencia? ¿Trasmitieron los mandatos de manera delegativa o asumieron su propia postura? ¿Cómo resolvieron su vinculación partidaria o su militancia en otras organizaciones, y cómo compatibilizaron las demandas de sus compañeros de trabajo? ¿Cómo reaccionaron ante la contrariedad o las posturas «divisionistas»? ¿Cómo podían mediar entre un planteo absolutamente partidario y abstracto, alejado de la realidad docente, y un reclamo ligado exclusivamente a la vida cotidiana en las aulas?

Lo que sucede es que a veces mucha gente quiere hablar en las asambleas de su problema con la directora y nada más, y eso está mal porque hay que formarse y discutir política. Pero, en el otro extremo, estaban los que querían solo hablar del no pago a la deuda externa, por darte un ejemplo, y claro, muchos delegados no querían venir más… es importante armonizar, muchos decían «yo no vengo a esto». La reunión de delegados tiene que tener un componente informativo y luego una parte de política general, que no tenía la Celeste… Eso se nos hizo difícil… lo gremial era difícil en algún momento discutirlo, porque lo político invadía toda la asamblea, y muchos delegados empezaron a abandonar, y nos encontramos hoy con un cuerpo de delegados lleno de militantes (entrevista a F. F., trabajadora social y docente, miembro de la CD, 26 de septiembre de 2020).

Algunos entrevistados coinciden en señalar que han surgido algunos «mitos» en torno a la figura de los delegados, asociados a la idea de militantes «heroicos o románticos», al «describirlos como un trabajador ejemplar, cuando se termina eligiendo porque ningún otro quiere»; o la idea de asignarles un nivel de conciencia superior, cuando, en realidad, termina siendo «un simple vocero de los problemas en su escuela, sin llegar a generar una formación colectiva y política» (entrevista a L. H., 11 de septiembre de 2020).

Entre las críticas a las prácticas internas dentro de la organización, surgen una serie de apreciaciones significativas. Una de ellas se relaciona, como mencionaba V. T., con la dedicación que se le da a la formación interna:

Estamos constantemente militando, es el «luchismo» permanente, sin balances, solo acciones que se realizan, y se terminan repitiendo las personas todos los años. Nos cuesta formar nuevos jóvenes, que se interesen por el sindicato; estamos estancados […]. Otro gran debate es la entrega del «papelito gremial», deslegitimando las medidas sin generar conciencia política (entrevista a V. T., docente de nivel superior y adultos y ex‑Secretaria de Derechos Humanos, 31 de octubre de 2019).

La urgencia por resolver «lo inmediato», como también el hecho de ser conducción sindical y no una agrupación opositora dentro del gremio, implicaba restarle tiempo a la discusión interna y a lograr un incremento en la participación y la formación de jóvenes en la línea del sindicato. El mantenimiento de un número relativamente constante de afiliados, con varias estrategias acertadas en medio de coyunturas difíciles, ha sido la razón principal por la cual se ha logrado la continuidad de la conducción granate en Suteba BB. Sin embargo, para algunos exmiembros de la CD, el sindicato se vio debilitado de participación debido a la coyuntura política y económica y las oscilaciones del propio movimiento docente, pero también por la falta de un recambio generacional, en un contexto donde el sindicalismo no ha resultado representativo para los «jóvenes docentes». Según R. L.,

Ese tratar de fortalecer la agrupación hace que ese perfil no sea el perfil del docente indignado, y quizás se reconozca más un perfil militante de izquierda, donde encuentra el nicho para desarrollar sus actividades, que el del docente preocupado por su situación y de la situación de sus pares… ese docente sigue estando. No ha desaparecido, pero no elige el sindicato como forma de participación. Lo hace de forma individual, lo hace con sus pares en su escuela, hasta donde le da el cuero, y ve el sindicato como un límite, porque es evidente que el sindicato cambió […]. Hay un recambio generacional y la militancia sin experiencia y sin cambio hace que sea un problema (entrevista con R. L., ex‑Secretario General, 4 de octubre de 2019).

Otra de las cuestiones discutidas por varias listas opositoras a la Lista Granate es la participación real de la minoría dentro de la CD, y las formas en que se desarrollan las asambleas. Si bien estas se han destacado por desarrollarse en un marco democrático, su funcionamiento operativo y ejecutivo colisiona con los discursos extensos sobre diversos temas que no atañen al trabajo docente. Esta elección agiliza los debates, pero implica la pérdida de la riqueza de los argumentos. D. R., participante de Tribuna Docente, comentó:

Hay muchas diferencias… en las asambleas, la Granate se queda con la posición más cómoda y se dirigen, no a la vanguardia, sino al sector más cómodo docente… nosotros buscamos generar conciencia y dirigirnos a ese sector de vanguardia, no a la retaguardia que critica los discursos de izquierda y tienen posiciones más retrasadas […]. Una de las más importantes diferencias es la definición de independencia política de los partidos no patronales, como el Frente de Izquierda, lo cual hace que tengan una indefinición de dónde se encuentran parados políticamente (entrevista a D. R., delegada sindical y referente del PTS, 12 de noviembre de 2019).

Asimismo, se critica duramente a la conducción por limitar la participación de militantes de partidos políticos en las asambleas, facilitando el discurso «contra la política» en términos generales. Como señala H. P. de la Lista Marrón,

Se ha visto en la conducción de Suteba BB un proceso lento pero constante de burocratización: en la rutina de toma de decisiones, en la presentación de los nombres de listas electorales, en la forma de organización y en la conservación de determinados puestos […]. Nuestra línea diferencia independencia política de los trabajadores, sin patrones ni burguesía, y ahí se genera mucho debate… todas las listas recuperadas deben tener representación mínima de la oposición, debe haber un espacio a las minorías, por eso pedimos reuniones abiertas […]. Por otro lado, en las asambleas hay una intención de que se expresen pocas ideas políticas en las asambleas. La misma dirección de la Granate tiene esa lógica de no politizar y eso cabe en un sector que pide que vaya rápido, que no hay mociones para discutir; los partidos no tienen espacios de propuesta (entrevista a H. P., delegado sindical y referente del PTS, 2 de octubre de 2019).

En torno a los conceptos de burocracia y burocratización, se han planteado debates académicos que distinguen la relación entre dirigencias y bases como un constructo complejo, delimitado por varios factores y procesos (Pérez Álvarez, 2010). Algunas de esas propuestas ponen en discusión el binomio dirigencias (como burocráticas) / bases (como siempre combativas) para repensar las relaciones que se tejen entre estos actores, desde un posicionamiento que supere el estereotipo peyorativo de la burocracia y la concepción de las partes involucradas como elementos binarios sin visibilizar las complejidades que se generan entre ambas (Ghigliani y Belkin, 2010). Es indudable que la visibilización de las prácticas y el eje democracia sindical versus centralismo jerárquico cobran una relevancia particular en la caracterización de un sindicato, pero, en las estructuras de tipo verticalista que definen a muchas organizaciones, las bases terminan generando consensos sobre las cúpulas, y en eso radica la complejidad del debate. Plantear la burocracia como un rasgo meramente administrativo formalizado en un sindicato representa la apreciación más simple sobre el asunto.

La discusión sobre si un sindicato se ha burocratizado o no obtura la complejidad del problema e ignora el proceso de formación de los intereses colectivos inmediatos de los trabajadores y cómo se canalizan mediante las direcciones sindicales. Estos son el resultado de un complejo proceso social, de construcciones sociales, donde siempre existen contradicciones y choques de intereses. Por lo tanto, lo que está en juego es el modo colectivo de organización y definición de los intereses obreros (Ghigliani y Belkin, 2010). Los sindicatos están materialmente determinados; en muchos casos, existen prácticas de representatividad acordes a su estructura. Por supuesto, en muchas oportunidades, prima el control político de las dirigencias, y son las organizaciones de izquierda, en general, las que bregan contra este tipo de relaciones, a partir de una lectura que enmarca a la democracia sindical en una batalla que debe darse y en un objetivo por conseguir. Aquí también aparece la idea romántica del sujeto de base como un luchador «nato y combativo». Pero la construcción del poder obrero trasciende la «crítica antiburocrática» que transforma la idea de democracia en un fetiche, reduciéndola en muchos casos a las formas liberales‑representativas. Como expresa Pérez Álvarez (2010),

… suponer que las dificultades de la clase obrera argentina para construir un proyecto alternativo al capitalismo se limitan a la necesidad de acabar con la burocracia sindical o a hacer llegar a dirigentes democráticos, es no salir de los límites del sindicalismo (pp. 82‑83).

El término burocracia se ha instalado en la militancia de izquierda para referirse a la falta de democracia sindical y al entramado de poder que las cúpulas de determinadas organizaciones han logrado generar para mantenerse en la conducción e impulsar medidas y negocios a su conveniencia. Sin embargo, en este caso de estudio, la Lista Granate como conducción ha sido proclive a replantear este término, con sumo cuidado en su tratamiento, para diferenciar diversos tipos de burocracia sindical, asignando una cualidad negativa a las prácticas donde predominan el verticalismo y acentuación de la violencia para imponer determinadas acciones o medidas. La burocracia se asimila entonces a un aparato alejado de las bases que construye su poder a partir de su capacidad de negociación y aplacamiento de la conflictividad.

Para Suteba BB, este tema fue un eje alrededor del cual se iniciaron varios otros debates, entendiendo lo metodológico y las decisiones de la vida política del gremio como imbricadas en los acuerdos y desacuerdos que manifestaran los afiliados:

En la Granate Unidad (con las agrupaciones de izquierda) se fueron profundizando las diferencias políticas y metodológicas, teníamos a veces coincidencia, por ejemplo, en torno a lo que era la burocracia sindical, pero el tema es dónde lo ubicás, si estaba dentro de lo que es tu enemigo, si es tu problema principal; lo que pienso particularmente es que la burocracia sindical es un obstáculo, pero tengo diferencias… la Celeste no creo que sea la burocracia sindical en sí, como la de Lorenzo Miguel, que te saca a los tiros; es una burocracia aggiornada… si vos te posicionás en una lucha por una cuestión reivindicativa o salarial o de condiciones de trabajo, vos cerrás filas y las cuestiones internas las dirimís en otros espacios. Esto genera un problema que a veces, a nivel provincial, al ser un sindicato de la línea de la Celeste, hace que no tengas una herramienta que necesitás para pelear con todo en la provincia. Eso nos ha pasado en la seccional; lo que hicimos fue unirnos a otras opositoras seccionales… ahora, es difícil construir cuando llamás «burocracia» a cualquier sindicato […]. Nosotros también queremos que se dé desde abajo, desde la base, pero también queremos que cada base y cada trabajador decida… nosotros no les tenemos que decir qué es un burócrata; ellos deben dar sus propias luchas y defensas (entrevista a A. C., 5 de diciembre de 2019).

A partir de la observación de los debates en asambleas y el análisis de los hechos de conflictividad, es posible categorizar las diferentes críticas de Suteba BB a la conducción provincial (Lista Celeste con Baradel como Secretario General durante todo el período de estudio), que derivaban en diversos cuestionamientos. En primer lugar, el principal planteo hacia Suteba central era el ideológico y su acercamiento favorable a las políticas del Gobierno (nacional y provincial). Esta situación facilitaba la contención del conflicto y los acuerdos salariales. En segundo lugar, se cuestionaban las dificultades derivadas de la representatividad sindical. Para Suteba BB y los distritos disidentes, la posibilidad de participar en las decisiones sobre la negociación colectiva se reducía a la participación del Plenario de Secretarios Generales. La correlación de fuerzas, siempre desfavorable a la oposición, implicaba que las decisiones de la Lista Celeste prevalecieran sobre los acuerdos paritarios. Según Suteba BB, la falta de consulta en las bases atentaba permanentemente contra la democracia sindical (Acta de Asamblea ordinaria, 27 de abril de 2004, T. 1, pp. 177‑196). En tercer lugar, se discutían las estrategias de lucha implementadas por Suteba central donde los mecanismos de consulta (Acta de Asamblea, del 4 de agosto de 2005, T. 2 B, pp. 86‑92), los paros pasivos y esporádicos y la necesidad permanente de acuerdos implicaban la carencia de un plan de lucha más amplio. De este modo, para Suteba BB, se participaba indirectamente con el ajuste en los presupuestos para educación y salud (Acta de la Asamblea extraordinaria, T. III, 7 noviembre de 2007, pp: 137- 143.).

En la mayoría de las asambleas ordinarias efectuadas por Suteba BB (una por año), la participación de la Lista Celeste fue intermitente, en general apoyando las resoluciones, balances y memorias emitidas desde Suteba central. Desde su posicionamiento, las decisiones de la sede central se planteaban en términos democráticos y con la participación del conjunto de representantes por distrito (entrevista a C. M., 23 de noviembre de 2019).

Huelgas docentes y su correlato con las prácticas

Como se explicó en otro apartado, las huelgas docentes se caracterizan por ser paros de actividades sobre un servicio social que adquiere relevancia para la economía doméstica y reproductiva, antes que para un sector económico particular en forma directa. La economía del cuidado y el circuito de relaciones que se generan alrededor de ella se ven afectados indirectamente en su normal desenvolvimiento cuando se producen diferentes acciones directas o huelgas. De esa situación, surge la importancia de acompañar desde el sindicato y el discurso docente con información y asistencia a las comunidades educativas y a las familias, con el objetivo de generar consenso, aceptación y comprensión sobre los paros.

El comportamiento huelguístico de los gremios docentes en general ha sido muy alto, aún en comparación con otros trabajadores (Chiappe, 2010). Si bien algunos estudios cuestionan la relación de la huelga y sus formas comunes de medición (tamaño, frecuencia y duración) como indicador del poder de los trabajadores (ya que se analiza este indicador como efecto) (Perrone, 1983), es posible retomar ese potencial disruptivo que tienen las jornadas y paros sin actividad en el entramado estratégico de la economía en general, pero también dentro de las luchas intersindicales. La posición estratégica[4] del sector docente deriva de su ubicación como agente social que influye indirectamente en el proceso productivo general y —como se expresó en capítulo 1 — de su relación con el entramado de la economía doméstica. Pero, más allá de esta posición objetiva, resulta relevante analizar los procesos de construcción gremial en donde los trabajadores, junto con el sindicato, definen sus estrategias en función de objetivos políticos, atravesados por tradiciones y experiencias acumuladas (French y James, 2007).

Las medidas distritales o jornadas de protesta desarrolladas por Suteba BB fueron acciones de paro a nivel local votadas en asambleas que tuvieron aceptación entre los docentes por el incremento del malestar con la conducción de Suteba central:

Las medidas distritales aparecen como necesidad de un plan de lucha porque en un momento es tal la connivencia entre la central y el Gobierno que no se podía, no querían convocar ningún tipo de medidas… quedábamos atados de pies y manos. Nosotros, cuando empezamos con las primeras medidas distritales que surgen como posibilidad, fuimos a los sectores estatales. Hubo mucho apoyo por la bronca que significaba no cobrar salarios y la posibilidad de perder el trabajo […]. Fueron contundentes (entrevista a F. F., 26 de septiembre de 2020).

Las llamadas «huelgas permanentes» o los «paros por tiempo indeterminado» fueron objeto de un debate continuo, fundamentalmente desde la izquierda partidaria y las listas que las representaban a nivel sindical. En ese sentido, algunos miembros de la conducción plantearon la situación de fricción que se generaba cuando se votaban medidas radicales sin una participación asegurada en la convocatoria, lo que a largo plazo generaba desgaste o apatía. Los argumentos contra este tipo de medidas se reflejan en frases como: «te corren por izquierda» o «nos apuran a votar medidas que después no se cumplen o desinflan». La huelga permanente constituía, para este sector y para la Lista Celeste, una definición teórica más que una realidad sostenible fácticamente. Las críticas hacia esta modalidad de lucha fueron recurrentes en las asambleas:

Es difícil trabajar con los partidos de izquierda, en los métodos, en las formas… ellos proclaman una cuestión de democracia, pero, en algún punto, usan las mismas formas que la democracia, de sacar algo porque ellos lo creen y no poder escuchar o hablar, no ver la cara de los compañeros; tienen que dar un discurso y no importa ni el cómo, ni nada […]. Terminan interviniendo con cosas muy alejadas de las cosas que le pasan al docente, que es tan particular… el tema de las huelgas permanentes también es complicado; hay que cuidar la escuela pública y ver si hay una base que acompaña… tal vez estoy equivocada, pero los paros sin acompañamiento tienen poco sustento (entrevista a Y. R., 18 de octubre de 2019).

Los descuentos y medidas disciplinadoras por parte del Estado implicaron un mayor uso de las licencias gremiales, que sirvieron para encuadrar las medidas de paro, pero que solo fueron herramientas organizativas y en muchos casos no propiciaron una participación consciente en términos políticos. Por este motivo, las medidas fueron paulatinamente perdiendo legitimidad y adhesión. La discusión sobre su realización fue importante en múltiples circunstancias asamblearias, luego de una evaluación del contexto y de la participación docente:

Para nosotros ir a la huelga es un medio para alcanzar una reivindicación. No es un fin en sí mismo sino un medio para alcanzar el objetivo. Entendemos que una lucha se construye buscando unir la mayor fuerza posible atendiendo todo el tiempo si nuestra fuerza crece o decrece si la patronal esta complicada por el costo político si la comunidad simpatiza es neutral o indiferente a nuestros reclamos. El análisis de estos elementos es parte de la responsabilidad de quienes conducen el sindicato. Porque una decisión errónea no daña personalmente a nadie sino al conjunto de la organización y no podemos darnos ese lujo luego de lo mucho que costo reconstruir este espacio y ligar el reconocimiento de nuestros compañeros («Unidad, protagonismo y verdad en la lucha», Lista Granate, 8 de noviembre de 2011).

A. C. explicaba este aspecto y destacaba otras cuestiones fundamentales:

La huelga puede ser una huelga importantísima si la toma el conjunto de los trabajadores, que puedan definir nuevas metodologías que lleven a discutir los resultados […] que no resulte contraproducente, desgastante y vaciada, una herramienta de lucha que no pierda sentido (entrevista, 5 de diciembre de 2019).

En este sentido, la posibilidad de pensar una huelga general sin el conjunto de los trabajadores y sin las centrales apoyando tal reclamo se puede volver «un eslogan impracticable». Las medidas distritales —ante la falta de propuestas de la central sindical— establecieron acciones significativas dentro de una estrategia ofensiva que intentó dotar de un contenido de lucha a los paros y movilizaciones locales. El objetivo de máxima, además de aportar a la discusión sobre la democracia sindical y la solidaridad con otros sectores, fue la idea de fortalecer el reclamo a nivel provincial y «empujar» a otros distritos a tomar medidas similares. De acuerdo con A. M.: 

Había que influir en los demás distritos, y que a nivel provincial no levanten un plan de lucha a cambio de una propuesta superadora e inconsulta, empalmar con otros sectores, como estatales o médicos, hacer el paro numeroso y visible (entrevista, 24 de septiembre de 2020).

Sin embargo, la dinámica de conflictividad establecía momentos de ascenso y descenso, y el inevitable reflujo planteaba momentos de negociación, balances o replanteos, lo cual dividía las aguas entre las medidas de continuidad y extensión en días de lucha o medidas contundentes con participación de la comunidad. Las críticas a las medidas distritales también se planteaban desde la imposibilidad de discutir lo pedagógico y didáctico, lo que pasaba en el aula, para «adecuarse a la pasividad del descanso o el paro matero» (entrevista a G. L., docente de base, 28 de septiembre de 2020).

La relación con la comunidad educativa no solo estuvo mediada por el encuentro cara a cara, sino también por la posibilidad de expresarse en los medios de comunicación. Al respecto, la lógica del sindicato fue «ofrecer una comunicación clara, amigable, explicativa de la realidad económica, política y social, que sobrepase la preocupación por lo salarial y lo corporativo para ganar simpatía y apoyo» (entrevista a E. U., 21 de septiembre de 2020). Teniendo en cuenta que, en todo el período, tanto los periódicos como las trasmisiones radiales y televisivas locales se posicionaron en contra de los paros y movilizaciones docentes (salvo cuando se identificaban contra el kirchnerismo), «se debía generar la convicción de que el laburo docente tenía dignidad y que los alumnos debían tener los mejores docentes: para ello había que sacar volantes para la comunidad, que formaran cambios de conciencia y de visión de la realidad» (entrevista a E. U., 21 de septiembre de 2020).

A su vez, las herramientas de difusión de las actividades y resoluciones del sindicato se impulsaron a través del correo electrónico desde 2004 y, en mayor medida, a partir de 2013 en las redes sociales. Hubo un período en que se constituyó un boletín docente, pero no tuvo continuidad debido a la falta de tiempo y de organización para sostenerlo. Por último, la publicación de los volantes siempre mantuvo una contradicción entre su contenido y la llegada real a los trabajadores docentes. Con el tiempo, se realizaron cambios en el diseño y la información de los volantes: se pasó de «panfletos consignistas, instrumentalistas y declamativos» a «volantes más sencillos con contenido informativo y datos concretos» (entrevista a E. U., 21 de septiembre de 2020).

Feminismos y prácticas disidentes

En un colectivo compuesto mayoritariamente por mujeres, han surgido planteos a la organización y las acciones sindicales desde diversas perspectivas feministas[5]. Históricamente, la enseñanza ha sido considerada como una extensión de las tareas de cuidado de niños, otorgando a las docentes la identidad de «segunda madre» fuera del hogar.

Muchas compañeras se les hace difícil participar en el sindicato… por los mandatos domésticos, por el cuidado de niños, por la relación con sus parejas… algunas compañeras fueron delegadas, y la perspectiva fue, en un momento, llegar a construir un sindicato donde las mujeres tengamos otra ocupación […]. En un momento, fuimos nosotras las que nos animamos a proponer un cambio, frente a varones con un enorme liderazgo y experiencia, con una impronta avasalladora […]. Pero, finalmente, acordamos como agrupación definir la Secretaría General, así como otros cargos importantes, que fueran ocupados por mujeres […]. Este avance del feminismo lo que hizo dentro del sindicalismo fue convencernos a nosotras de que teníamos que ocupar otros lugares, y también nos hizo darnos cuenta de que nosotras mismas nos relegábamos a esos espacios porque el patriarcado nos había convencido de que no éramos tan capaces como nuestros compañeros, que no éramos tan buenas (A. C., 5 de diciembre de 2019).

Hoy en día, en la conducción, hay mayor presencia de mujeres. Anteriormente, era bastante machista […]. Había liderazgos varones y la pelea de mujeres, que eran mayoría, no se tomaba en cuenta; se asumía que el sindicalismo era cosa de hombres […]. El tema de la maternidad fue un tema de discusión, ya que muchas militantes no podían acceder a cargos, no podían viajar a congresos o plenarios, y eso fue cambiando (entrevista a F. F., 26 de septiembre de 2020).

Las discusiones sobre los feminismos y su práctica concreta en la organización sindical comenzaron a tener mayor preponderancia desde 2013, aunque siempre estuvo latente el debate, tanto por la gran proporción de mujeres dentro del sindicato como por la presencia de militantes de organizaciones de izquierda, que, en diversos momentos de su historia, trajeron propuestas renovadoras, como la participación en los Encuentros Nacionales de Mujeres o planteos en el funcionamiento y la organización en el interior de las agrupaciones de izquierda (PCR, y Pan y Rosas ‑ PTS fundamentalmente).

En 2013, en la elección, se empezó a hablar que la dirigente más importante —por decirlo de alguna forma— tenía que ser mujer porque la mayoría somos mujeres… Ahí empezó el feminismo a entrar bien fuerte, y los compañeros ahí, acompañando todo esto… ahí nos pone otra cuestión, porque la mayoría de las compañeras son mujeres, pero tienen una visión conservadora y atrasada en cuanto a eso: les molesta el lenguaje inclusivo, les molesta lo otro, y nosotros ya estamos, no hay vuelta atrás… es un sindicato que está atravesado por el feminismo, y eso se ve en las asambleas, en las manifestaciones (entrevista a Y. R., 18 de octubre de 2019).

Los feminismos, dentro del conjunto sindical docente, abrieron la discusión acerca de la verdadera relevancia del tipo de tareas llevadas a cabo por las mujeres dentro del sindicato (algunas de ellas ligadas a lo administrativo y secundario), la vinculación con las diferentes concepciones de género y las disidencias sexuales (que permeaban los discursos y las acciones), y especialmente las posibilidades de crecimiento personal en un espacio donde el predominio masculino era la marca principal del sindicalismo tradicional. Por su parte, el debate sobre las formas de participación del conjunto de mujeres dificultadas por las actividades domésticas y el cuidado de personas también fue relevante en el interior del sindicato docente:

Yo no puedo hablar por todas, pero para mí fue imposible ocupar un espacio en la dirigencia teniendo chicos a cargo… de hecho, cuando asumo la Secretaría de Salud, quedo embarazada de la más chica, y la verdad, que tenía dos cargos en la escuela; con mi marido, decidimos dejar un cargo…, yo asumo la Secretaría sin dejar la escuela, entonces es como lo hablamos en CD, puse mi renuncia a disposición…, pero los compas decidieron que pudiera seguir […]. No quise dejar esa premisa porque eso fue así; el programa me generó contradicción, y, por eso, al segundo mandato me corrí… (entrevista a Y. R., 18 de octubre de 2019).

El reconocimiento de que el trabajo docente y el mundo sindical se enmarcan dentro de una sociedad patriarcal y de que el machismo como práctica social atraviesa todas las esferas sociales fue una revelación fundamental del movimiento de mujeres, que desnaturalizó algunas formas de relación basadas en la discriminación y la dominación varonil. Sin embargo, en las escuelas, los resabios autoritarios y las relaciones fundadas en jerarquizaciones por género continúan generando diferencias explícitas que se amplifican en las lógicas de actuación del sindicato, sin propiciar cambios más profundos:

En la escuela, aunque las propias mujeres pueden ser reproductoras del sistema, hay un sector interesado en modificar esas estructuras machistas naturalizadas; se está empezando a abrir, pero mayoritariamente se sigue manteniendo, desde cosas simples como la vestimenta de los estudiantes hasta la pelea por la ESI. Se han dado pasos por el tema de la discriminación de género, pero falta mucho: el tema de otras sexualidades o el lenguaje inclusivo… o la importancia de la ESI… En barrios periféricos, hay otros pesos, como la Iglesia Evangélica… veo muchas nenas con el tema antiaborto muy marcado, pero también experiencias de todo tipo […]. Dar ESI no significa dar una simple clase sobre educación sexual. La ESI es integral porque, desde que entraste en la escuela, implica relacionarse con una perspectiva de género, inclusive el lenguaje, aprender a respetar la ideología sexual, el tema de qué lugar ocupan varones y mujeres (entrevista a D. R., 10 de octubre de 2019).

Siguiendo a Centurión (2021), existen múltiples aspectos relevantes en esta doble dimensión entre ser militante sindical y mujer docente: las experiencias previas de socialización, las trayectorias laborales que se generan y la construcción política identitataria. En este sentido, ponen de manifiesto cómo la politización de muchas mujeres adquiere relevancia en las experiencias de formación y de trabajo en el aula, en espacios de sociabilización o en la participación política en diversos partidos (Centurión, 2021, p. 115). Un aspecto interesante de este estudio, y que se replica en la experiencia de Suteba BB, es la mirada sobre el acceso a los cargos sindicales. En el caso de las docentes de la Lista Celeste que fueron entrevistadas, aparece estrechamente relacionado con su trayectoria profesional, el acceso a cargos jerárquicos en el sistema educativo y de capitalización de sus conocimientos adquiridos en los procesos formativos; mientras que, en las docentes de la Lista Granate, Marrón o de Tribuna Docente, los acceso se vinculan a su relación con espacios políticos con ideologías de izquierda, y la relación entre carrera profesional jerárquica y cargo de conducción sindical es fuertemente cuestionada, en cuanto a que la conciben como una superposición entre el sindicato y la patronal, destacando el proceso de lucha y el movimiento de mujeres que logró incorporarlas

Para cerrar este apartado, se retoma una situación que marcó diversas posturas sobre el feminismo en los inicios de la conducción de la Lista Granate en Suteba. En una asamblea docente multitudinaria, el 31 de mayo de 2005, que trataba temas relacionados con la falta de infraestructura escolar y específicamente de calefactores en las escuelas, un comentario sexista hacia una directora por parte del Secretario de Actas de Suteba (militante de Tribuna Docente) derivó en un altercado y posterior sanción por parte de la CD local (Acta de CD de Suteba, 31 de mayo de 2005, L. 1, pp. 26‑33). Esa situación generó un malestar generalizado que inmediatamente repercutió, en primer lugar, en las compañeras de la mencionada directora, que juntaron firmas para pedir la renuncia del Secretario de Actas; y, en segundo lugar, en la propia CD de Suteba BB, que debió revisar la situación y enfrentarse a los militantes del PO, que apoyaban al referente:

En ese momento, hubo falta de respeto de un compañero sobre una compañera que generó una crisis muy importante, porque muchas de nosotras nos sentimos ofendidas y, encima, estaban las compañeras de la persona a la cual el compañero hace mención de una forma muy baja e irrespetuosa […], y eso generó una situación de crisis adentro de la [Comisión] Directiva; después repercutió en lo provincial, porque nosotros decidimos por mayoría suspenderlo de sus funciones en la Comisión Directiva, no suspenderlo como delegado, ni de Secretario… Ante esa medida se tomó como una afrenta, y vinieron varias veces la dirigencia nacional del PO para desistir de la sanción, frente al pedido de disculpas del compañero… nosotros nos mantuvimos firmes, pero la izquierda partidaria sostuvo, lamentablemente, esa posición, y eso deterioró mucho las relaciones entre quienes conformaban las relaciones dentro del sindicato, entre quienes conformaban la conducción, no a nivel personal. Ya lo metodológico se iba distanciando cada vez más, hasta el llamado Plenario de Delegados empezaba a tener estas medidas más constantes, que no iban a ningún lado […]. Eso terminó mal, fue muy intestina, producto de las tendencias de la izquierda orgánica, perdiendo de vista el lugar que tenían en el sindicato y para qué se estaba en un sindicato (entrevista a G. D., 24 de septiembre de 2019).

Posteriormente, en una nueva asamblea, del 1 de agosto de 2005, se plantearon varios de los puntos en discusión. En primer lugar, se expuso el problema: el origen de las sanciones fueron las palabras con carácter difamatorio vertidas por el compañero hacia una compañera docente. En la reunión de CD, se leyeron dos cartas: la que contenía el pedido de disculpas del Secretario de Actas y la enviada por las docentes de la EGB 11, maestras compañeras de la directora aludida, que solicitaban una sanción. El referente de Tribuna Docente sancionado pidió una revisión de la medida aduciendo «persecución política» y expuso en una carta pública los motivos por los que se oponía a la sanción:

En la asamblea del 31 de mayo en el marco del debate del plan de lucha, cometí un error que fue implicar a una compañera que no conocía en una denuncia, sin la intención de incurrir en la difamación, la injuria o la deshonra. Me retracto por medio de una carta. En los tribunales del derecho burgués el juez solicita la retractación. Si se retracta, se suspende la acción penalizada. Esto no sucede aquí, ya que me he retractado por todos los medios posibles, con la idea de recomponer la situación. Si hay una pena después de la retractación, se está sancionando el derecho a la palabra y a la réplica sobre la base de la ejemplificación. En las organizaciones sindicales pasa de todo. Lo vemos en cómo avanzan los derechos de los trabajadores frente al gobierno. Acá se ha mancillado el honor de una persona que se ha retractado. En los tribunales burgueses se impone una multa para recomponer el honor mancillado. En nuestras organizaciones el honor tiene que ver con los intereses de nuestra clase trabajadora y estas son los términos en que se tiene que sopesar la situación. Las soluciones en nuestras organizaciones tienen que ir en contra de un traidor, nunca contra un trabajador. De no ser así, considero que la sanción es de carácter político. Por eso consideraba que se iniciaba una fase represiva, porque se cancela el derecho a réplica y el derecho a retracción. Sanciones entre nosotros no corresponde dentro de organizaciones de trabajadores. Nosotros decimos «no a la judicialización de la protesta» y aquí estamos, judicializando la palabra. Esta es la situación y rechazar la sanción impide que nos atengamos a discutir sobre la sanción (Acta de Asamblea, 1 de agosto de 2005, T. 2 B, pp. 75‑80).

Durante la asamblea, se presentaron dos opciones: la de ratificar la medida o negarla. A la discusión sobre el hecho, se adicionó el debate sobre las publicaciones de Tribuna Docente, que acusaban a la Lista Granate de falta de libertad de ideas y de persecución. Finalmente, se impuso la moción de ratificación de la sanción, que consistió en seis meses de suspensión en el cargo de Secretario de Actas, manteniendo sus plenos derechos sindicales y su rol de delegado (Acta de Asamblea, 1 de agosto de 2005, T. 2 B, pp. 75‑80). Este hecho significó una bisagra en el gremio, no solo por lo que implicó en cuanto a la participación de las mujeres dentro del espacio sindical y laboral, y su reivindicación ante una injuria naturalizada como válida, sino también por la discusión que se abrió en torno a los sistemas de control y disciplinamiento por parte del propio sindicato sobre sus miembros.

Las alianzas sindicales de Suteba BB y su entramado relacional

Durante el período de análisis, hubo un marcado protagonismo de Suteba BB por generar alianzas con otros sectores opositores a la Lista Celeste y propiciar una alternativa a nivel provincial compuesta por agrupaciones disidentes. Sin embargo, los diversos encuentros y plenarios no significaron un avance cualitativo en ese sentido. Los frentes comunes comenzaron a gestarse en la denominada Intersindical Docente ya durante 2003. Posteriormente, hacia 2005‑2006, la participación en movimientos más amplios (como el Movimiento Intersindical Clasista [MIC], que no prosperó por las dificultades de aunar criterios dentro de la propia izquierda y la participación electoral, o el Plenario de Delegados de Agrupaciones Opositoras) tuvo como objetivo fortalecer los lazos con otras agrupaciones del movimiento obrero, pero también dentro del conjunto docente. Sin embargo, estos caminos desembocaron en experiencias frustradas que generaron críticas profundas hacia este tipo de encuentros. E. G. y M. G. comentaron desde diferentes posiciones estas iniciativas:

Desde la Granate, teníamos vínculos con las otras listas opositoras y en algún momento formamos una lista de varios colores…, lo que ocurría es que la constitución de la mayoría de estas listas, a diferencia de nosotros, estaban constituidas sobre la base de las militancias políticas de las agrupaciones de izquierda… eso era una diferencia y se va a notar después en lo que sigue… nuestra concepción de construcción más amplia, hacia abajo sobre la base, la no dependencia partidaria, no poner al sindicato en dependencia del partido, la independencia política marca un signo propio… y, lamentablemente, las dinámicas sectarias autorreferenciales de la izquierda docente en las intervenciones de esos sindicatos hace que se pierda las elecciones en la siguiente [2006]: Lomas de Zamora, La Plata y Sarmiento… son políticas donde la intervención política es tan fuerte en la línea del partido que está completamente determinada… y, como tiene que estar trasladada sí o sí al sindicato, hace que se empiece a reducir la participación de la base (entrevista a E. G., 18 de julio de 2019).

Se formó la Interdistrital, en donde estaban dirigentes provinciales, como Pedro Ponce y Astarita, nosotros desde Bahía, esto era algo diferente al MIC… nosotros tomamos la postura de una formación pura por agrupación, hasta ese momento en la construcción había sectores diversos de la izquierda. La encabeza Astarita a esta Intersindical, y tenían intereses antitrotskos, y constituyen una traba para el desarrollo de la oposición… nosotros fuimos muy críticos a este período […]: preferíamos que se reúnan las agrupaciones y que lleguen a acuerdos con los sindicatos, y no que los sindicatos excluyan a los partidos (entrevista a M. G., 21 de diciembre de 2019).

A partir de 2005, la conducción de Suteba BB (donde participaba la Lista Granate, Tribuna Docente y un sector del morenismo) participó de los encuentros periódicos efectuados por el Plenario de Delegados Opositores (a Suteba central). Esta iniciativa, que nació en 2003 a partir de la victoria electoral de varios distritos disidentes, tuvo una fuerte injerencia de los partidos de izquierda. En general, se manifestaron dificultades desde las agrupaciones para aunar posiciones y refrendarlas en las asambleas locales (Acta de Asamblea, 18 de agosto de 2005, T. 2 B, pp. 96‑105).

En varias asambleas y en entrevistas realizadas a los protagonistas del proceso, se han visibilizado diferencias significativas en las relaciones entre la Lista Granate (conducción mayoritaria de Suteba BB) y el Plenario de Seccionales Opositoras durante el período 2003‑2007. La Lista Granate expresaba que no podía acordarse

… en contenido y forma con los documentos de política gremial del plenario; en su formato no parece dirigirse al conjunto sino al «militante político» y en su contenido se percibían una serie de puntos auto‑proclamatorios con los que no se acordaba (Acta de la Asamblea ordinaria, 26 de abril de 2007, T. 3, pp. 31‑34).

Los integrantes de Tribuna Docente, el morenismo y sectores de docentes del PTS, impugnaban dichos argumentos, afirmando la necesidad de unir los reclamos con el conjunto de organizaciones opositoras provinciales y flexibilizar los mandatos, a fin de poder concretar medidas de mayor alcance y duración. Esta situación merece un análisis más profundo, ya que los argumentos de ambas partes implicaban una estrategia sindical‑política ambivalente y en disputa. Por un lado, de parte del sector vinculado a la Lista Granate, se rechazaban las prácticas y metodologías del Plenario de Delegados Opositores, ya que esbozaban acciones por encima de las decisiones de las bases docentes. Por otro lado, el arco de la oposición de los partidos de izquierda y sus listas sindicales proyectaban lo contrario: que se necesitaba un agrupamiento que direccionara a la masa docente, una «vanguardia» compuesta por delegados que proveyera los argumentos necesarios para realizar medidas de acción. Esta situación comenzó a tensar la relación interna con las agrupaciones de izquierda, con las cuales se generaban alianzas en la propia conducción, hasta la elección distrital de 2006 cuando finalmente se propició una ruptura[6].

Fue entonces cuando un conjunto de organizaciones opositoras a la Lista Celeste de Suteba conformaron una agrupación más amplia denominada Encuentro Colectivo. Este colectivo compartía criterios de organización y principios, «basados en la autonomía frente al Estado, los gobiernos, las patronales, los partidos políticos y las instituciones religiosas, el pluralismo, la organización de base, el clasismo, la renovación de cargos y el combate a la burocratización de las conducciones» (Blanco, 2010, pp. 6‑7)[7]. El Encuentro Colectivo significó la unidad entre diversos sectores de izquierda que no se sentían representados por las organizaciones trotskistas y se definían a favor de una alternativa provincial con base en el trabajo docente y no en los partidos.

Las disputas entre las distintas organizaciones continuaron generándose y, en muchas elecciones, se presentaron divididas. En las elecciones de CTERA de 2007, la Lista Granate formó parte de la Lista Lila (oposición a la Lista Celeste a nivel provincial). El lema fundamental de la Lista Lila a nivel provincial era «independencia del gobierno en las decisiones y democracia en el funcionamiento interno». La contracara de las agrupaciones trotskistas era la Roja‑Gris (de Tribuna Docente y sectores del morenismo). Estas diferencias acentuaban la victoria de la Lista Celeste a nivel provincial y nacional y planteaban que la derrota de la oposición sería permanente si no se establecían articulaciones consensuadas. Finalmente, en 2013, se conformó en Bahía Blanca la Lista Granate Unidad, agrupando a varias listas opositoras entre sí (Lista Granate, Tribuna Docente, Agrupación 9 de abril, Lista Marrón [PTS] y el Partido Socialista de los Trabajadores Unidos [PSTU]). A nivel provincial, la Lista Granate Unidad adhirió a la Lista Lila‑Multicolor. Esta apuesta de la conducción de Suteba BB significó el inicio de una relación con los denominados «Sutebas Multicolor»[8] en el armado de una oposición provincial, junto a partidos de izquierda (como el FIT) y organizaciones de base con tendencia de centroizquierda[9].

Esta nueva conformación planteó la derogación de las nuevas leyes educativas, a partir de sus efectos fuertemente negativos sobre todo el sistema, denunciando la fragmentación y las múltiples desigualdades, así como el incremento en el grado de precarización laboral de docentes y auxiliares. En sus propuestas centrales, asignaba una importancia particular a la resolución de los problemas de infraestructura y a la asignación de las partidas presupuestarias necesarias para garantizar las condiciones básicas de enseñanza y aprendizaje.

Las reivindicaciones de esta alianza en la conducción de Suteba BB permiten visibilizar cuestiones concretas acerca de su política gremial, basadas en la valoración de un conjunto de prácticas de democracia sindical, independencia política de la organización, relevancia del cuerpo de delegados y de las asambleas como órganos de debate y organización, importancia de la formación gremial y política, y la participación en temas de Derechos Humanos y en cuestiones medioambientales. Por último, se volvió insoslayable un aspecto relacionado con la creciente participación de las mujeres en la CD, encabezando las Secretarías Generales y proponiendo la creación de una Comisión de la Mujer y Disidencias Sexuales, con el fin de visibilizar las violencias machistas y difundir los derechos de las mujeres trabajadoras, no solo en el sector docente, sino en general.

Este acuerdo significó la participación en la CD de Suteba BB de agrupaciones de izquierda, como Tribuna Docente, la Lista Marrón (PTS) y el PSTU, con diferentes secretarias, luego de la frustrada experiencia entre 2003‑2006, situación que implicó nuevas formas de trabajo sindical para la Lista Granate en la propia conducción. La alianza con la izquierda y no con la Lista Celeste expresaba el propio devenir de la lucha docente que, en el caso bahiense, ha tenido a Baradel como enemigo principal ante su política acuerdista con el Gobierno provincial.

Por último, la ampliación de las demandas y las alianzas con otros sectores sociales, estatales y privados implicó un reconocimiento del gremio más allá de la cuestión educativa, convirtiéndose en un actor clave en las reivindicaciones obreras y populares locales, y más aún cuando el sector docente que encabezaba el sindicato ganó las elecciones de la CTA en diversas oportunidades, durante el 2006, 2010 y 2014, con resultados favorables de más del 50 % de los votos[10]. Esta victoria política de Suteba BB, en el marco de alianzas estratégicas con el sector de trabajadores estatales, se interpretó como producto de la propuesta de la Lista Granate de unidad de los trabajadores como herramienta de lucha[11]. Esto derivó en la solidaridad con diversas causas locales y regionales y, fundamentalmente, en la cuestión de la precarización laboral como eje del reclamo a partir de 2010 en adelante.

El período 2012 y 2015 estuvo marcado por dos factores esenciales: un escenario de convulsión social y económica producto del ajuste fiscal y la baja presupuestaria en salud y educación (Mercatante, 2015) y un proceso de creciente conflictividad sindical estatal que dio lugar a la alianza entre sectores diversos, como médicos, docentes, auxiliares de educación y trabajadores de organismos públicos. Esta alianza, que derivó en movilizaciones masivas y acuerdos tácticos en los repertorios de acción colectiva, permitió un acercamiento a las comunidades desde un discurso unificado de defensa de la salud y la educación públicas, enmarcado en un contexto propicio para el alzamiento de las bases trabajadoras ante demandas como el tema de la infraestructura y un salario real en baja. El desarrollo de asambleas intersindicales, la proclama conjunta de acciones de conflictividad en conferencias de prensa y los repertorios de lucha que involucraban a los vecinos y las comunidades circundantes en abrazos simbólicos, marchas o concentraciones fueron una característica del período impulsado por el trabajo de Suteba BB.


  1. Aquí resulta necesario distinguir entre conocimiento y teoría. El conocimiento se refiere directa y específicamente a una realidad, mientras que la teoría orienta la observación y la reflexión sobre el conocimiento de esa realidad, señalando lo que considera sustantivo en ella (Marín, 2009, p. 21). Justamente, la aplicación de una teoría para elaborar el conocimiento de la realidad nos ayuda a elaborar una estrategia.
  2. En este sentido, se comprende la noción de generación no simplemente desde un punto de vista cronológico, sino en cuanto a los procesos históricos en que se sociabiliza una persona o un colectivo de sujetos. No alcanza con referirse a una mera coexistencia en un tiempo histórico común, sino que el vínculo generacional se construye como un efecto de subjetivación, ligado a una vivencia común a partir de la cual se crean principios de identificación entre sujetos (Lewkowicz, 2003). Por su parte, surge la idea política de que la generación también comparte un rechazo hacia un orden político dado (Vázquez, 2010).
  3. La cantidad de delegados en cada nivel se informa al Ministerio de Trabajo y a Suteba central, pero no se han podido encontrar más que datos parciales de la documentación respaldatoria del período 2010‑2014.
  4. Womack (2007) recupera el concepto utilizado por Dunlop (1978), otorgando centralidad a la posición estratégica (strategic position) en la que se encuentran los trabajadores, considerada en un sentido económico o técnico, de una rama o sector de la producción. A partir del análisis del conflicto, identifica indicadores que definen la posición estratégica y, de acuerdo con su perspectiva, el poder de los trabajadores: el número de trabajadores; la capacidad de coordinar acciones con sectores pertenecientes a otras ramas de actividad; la concentración geográfica; y la posición en la división técnica del trabajo.
  5. Entendemos feminismos de manera plural, como una perspectiva atravesada por distintas interpretaciones, movimientos y formas de pensamiento/acción (Korol, 2017). En el caso de Suteba BB, esas líneas se expresaron con mayor complejidad a partir del 2013 en adelante, en algunos casos relacionadas con diversos partidos políticos o de manera independiente.
  6. En 2006 se desarrollaron las elecciones provinciales y distritales de Suteba. Divididos en una fuerte interna, compitieron por el voto tres listas locales, y resultó ganadora la Lista Granate. Las otras listas que se presentaron fueron la Lista Violeta‑Rosa‑Roja (con apoyo de Tribuna Docente; la agrupación morenista; independientes; Opción, Unidad y Lucha [OUyL]), con Monserrat Gayone como candidata a Secretaria General, que obtuvo un 16 %; la Lista Verde‑Azul, con Mónica Oliver (PCR); y un sector de la Lista Celeste acompañado por Blanca Ferraro, que obtuvo un 19 %. La nueva comisión pasaría a estar integrada solo por miembros de la Lista Granate, sin apoyo de Tribuna Docente ni de otros partidos de izquierda, como el FOS (Eco Días, n° 155, julio de 2006), debido a diferencias en las formas de comprender el sindicalismo. La Lista Granate explicaba que, si bien comprendía la necesidad de generar una oposición provincial a la Lista Celeste, esa construcción no podía llevarse a cabo en conjunto con la Lista Violeta‑Rosa‑Roja (que se presentó como lista opositora a nivel provincial) debido a que «no coincidían con el tipo de construcción donde primaba el acuerdo entre agrupaciones políticas sin dar lugar a la base en la edificación de una fuerza opositora capaz de aglutinar a todos los que quieren construir un Suteba combativo y democrático». Por eso habían decido no unir la «boleta» local con la provincial, ni tener candidatos propios en esa lista (Volante de Elecciones, Lista Granate, 2006).
  7. «Declaración de principios del Encuentro Colectivo, 2006». Entre los primeros adherentes, firmaban la Lista Granate (Bahía Blanca); la Agrupación El Colectivo (La Plata); Lista Verde (Almirante Brown); Lista Bordó (Moreno); Agrupación Agreta (Merlo); Lista Marrón (Florencio Varela); Agrupación Tiza y Carbón (San Fernando); Lista Naranja (Avellaneda); Lista Naranja e Independientes (Lomas de Zamora); Vientos del Pueblo, y docentes de los partidos de La Matanza, Quilmes, Tres de febrero y San Martín.
  8. La conformación de Suteba Multicolor, constituido como oposición provincial, tuvo su antecedente en la histórica lista Violeta‑Rosa‑Roja que en 2003 había obtenido un 25 % de los votos provinciales y ganaba en seis seccionales. Gracias al empuje militante que impulsaba la izquierda independiente y la del FIT, junto con la representatividad de Romina Del Plá, Enrique Gandolfo y otros referentes, Suteba Multicolor obtuvo un triunfo electoral histórico en la provincia de Buenos Aires el 22 de mayo de 2013. Logró imponerse en 9 seccionales, incluida la gestión de dos de las denominadas estratégicas: La Plata y La Matanza, esto es, la seccional de la capital provincial y la más numerosa. A estas, se sumaron otras: Bahía Blanca, Ensenada, Quilmes, Berazategui, Tigre, Escobar, Marcos Paz. En todas ellas, Suteba Multicolor ganaba espacios y dirigía varias seccionales desde por lo menos 2003, pero era la primera vez que lograba imponerse en esas nueve seccionales en simultáneo (De Luca, 2017). Si bien los balances desde la izquierda pronosticaban un giro de los docentes hacia el clasismo, posiciones más moderadas acordaban en que la legitimidad del kirchnerismo estaba muy deteriorada.
  9. La propuesta presentada se basó en varios ejes importantes de demanda hacia el Estado provincial: un presupuesto único nacional educativo, definido por trabajadores de la educación, estudiantes y la comunidad educativa, que fuese financiado «mediante impuestos progresivos a las grandes ganancias empresarias del campo y la ciudad, gravando la renta minera y el lucro financiero, y con la suspensión de los pagos de la deuda pública, ilegítima y fraudulenta. Un presupuesto discutido desde las necesidades reales de cada escuela a partir de la reflexión sobre la práctica» (Volante electoral, Lista Granate Unidad, 2013).
  10. Véase en el anexo metodológico las notas 4 y 5 donde se realiza una comparación entre los hechos de conflictividad protagonizados por Suteba como organización sindical de nivel 1, y su relación con otros organizaciones de nivel 2 y 3. El protagonismo de Suteba BB superó las acciones de otros gremios y actores sociales en distintas etapas del período analizado.
  11. Luego de varios años de participación electoral, se obtuvo el triunfo ante el SPIQYP, encabezado por Adalberto Saade, que lideraba la CTA local. Esta conducción tuvo diversas críticas desde gremios estatales por su inacción y falta de democratización interna. Durante la elección, hubo denuncias por padrones desactualizados e irregularidades (como la inclusión de personas fallecidas y la imposibilidad de votar de docentes de las escuelas dependientes de la UNS). En esa elección de 2006, ATE participó, pero obtuvo un segundo lugar. La CTA local congregaba en ese momento a Suteba, ATE, ADUNS, SIPYQBB, AJB y Bancarios de Credicoop («El Sutera lidera», 2006, p. 8).


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