El caso monte nativo en la provincia de Córdoba
Adrián Koberwein
Introducción
Durante el último mes del año 2016 y los primeros del 2017 en la Provincia de Córdoba, Argentina, un heterogéneo y multitudinario movimiento logró frenar la reforma de la Ley Provincial de Ordenamiento Territorial de los Bosques Nativos (Ley 9814) que había sido sancionada en el año 2010. El intento de reforma fue llevado adelante por legisladores oficialistas en alianza con sectores vinculados a la producción agropecuaria comercial de la Provincia que se agrupan en la Confederación de Asociaciones Rurales de la Tercera Zona (CARTEZ)[1] y otras asociaciones de productores. Desde el primer momento, los grupos opositores a la reforma consideraron que, bajo la engañosa apariencia de preservar el bosque nativo connotada en la consigna conservar produciendo, el proyecto pretendía legitimar el desmonte en función de ocultos propósitos: la especulación inmobiliaria, el avance de la frontera agrícolo-ganadera, y la legalización de recientes desmontes ocurridos en infracción a la ley vigente.
En este trabajo, analizo la manera en que se generó la fuerza política necesaria para frenar esta iniciativa de los sectores dominantes —la elite gobernante y los grandes propietarios de tierras— que pensaban, hasta pocos días antes de la primera y multitudinaria marcha, que tenían el camino allanado para imponer algo que, a los ojos de una gran cantidad de sectores de la Provincia de Córdoba, fue visto como un avasallamiento de los derechos del pueblo. Argumentaré que la fuerza política del movimiento estuvo basada en el hecho de que el conflicto y los procesos que lo sostuvieron, resultaron en la creación de una totalidad que involucró no sólo cuestiones jurídico-políticas, como es de esperar cuando tratamos con dinámicas legislativas, sino también económicas, culturales, cognitivas, morales y estéticas. Inspirado en el pensamiento de Marcel Mauss (1971, 1972) afirmo que el movimiento en defensa del bosque nativo logró incorporar el conflicto por la reforma de la ley —un conflicto concreto, específico y circunscrito— dentro de una totalidad que puso en juego, en forma imaginaria pero también concreta y efectiva, a la sociedad en su conjunto. Así, el conflicto se nos revelará como un proceso social total; afirmo que allí reside la fuerza política que le imprimió su particular dinámica al conflicto.
Luego de la presentación oficial del proyecto de reforma en la Legislatura el día 7 de diciembre de 2016, una gran cantidad de agrupaciones de toda la provincia se organizó en una “Coordinadora en Defensa del Bosque Nativo”. Fundada en una alianza entre diferentes sectores como movimientos campesinos, grupos involucrados en temas ambientales, organizaciones indígenas, estudiantes universitarios, científicos, personalidades de la cultura, partidos políticos y legisladores opositores a la reforma, la Coordinadora encabezó una serie de reclamos y manifestaciones públicas organizadas en forma paralela y simultánea en gran cantidad de puntos dispersos de la provincia, que resultaron en masivas convocatorias a diferentes marchas realizadas durante estos convulsionados meses. La primera fue realizada el 28 de diciembre de 2016 en la Ciudad de Córdoba, mientras transcurría la última sesión legislativa del año durante la cual los promotores de la reforma pretendieron sancionar el proyecto como una nueva ley.[2] El resultado de esta marcha y de las sucesivas manifestaciones, fue evitar la apurada sanción de este proyecto que había sido significado, por muchos, como la ley del desmonte y, por otros, como la ley del ecocidio. La magnitud de la participación en el movimiento de oposición a la reforma logró frenar la sanción del proyecto, abriendo además nuevos espacios institucionales de negociación para la Coordinadora. A partir de allí, sus reclamos fueron escuchados por políticos y funcionarios del poder legislativo y ejecutivo nacionales: en febrero de 2017, una comitiva de la Coordinadora fue recibida por el Presidente de la Comisión de Asuntos Ambientales del Senado, opositor al oficialismo gobernante; también por un diputado oficialista, y por el Ministro de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación.
“Por la vida, no a la ley del desmonte” y “somos el monte que marcha” fueron las consignas que orientaron el trabajo de una gran diversidad de agrupaciones civiles e instituciones de la Provincia de Córdoba para preparar, coordinar y organizar una multiplicidad de eventos de protesta en forma simultánea y en gran cantidad de puntos dispersos de la provincia. Radios abiertas, charlas y conferencias ofrecidas por científicos y técnicos, intervenciones informativas en los cruces de calles y rutas, marchas y movilizaciones en la capital de Córdoba y otras ciudades, reuniones con legisladores, y un estado de asamblea permanente, se transformaron en espacios desde donde se produjeron sentidos en torno a las reivindicaciones de estos amplios sectores. De esta manera, el movimiento de oposición a la reforma de la ley fue sostenido por una multiplicidad de consignas, demandas y objetivos políticos. Entre éstos, se destacan los siguientes:
- Frenar el avance del desmonte y destacar a la importancia de proteger la vegetación nativa frente a los intereses económicos de los grandes productores que destruyen la naturaleza y que avanzan violentamente sobre la agricultura familiar campesina;
- Evitar que se repitan las muertes y la destrucción de viviendas e infraestructura como resultado de las violentas inundaciones ocurridas en febrero de 2015 en la región de Sierras Chicas
- Visibilizar la connivencia entre el Estado y los grandes terratenientes que se benefician de los subsidios a los campos inundados debido a su propia negligencia que los llevó a desmontar y arrasar con el bosque nativo, el principal y único regulador hídrico natural.
- Denunciar el avance de la agricultura comercial por sobre la agricultura familiar campesina.
- Hacer público el estado de crisis socio-ambiental que vive la Provincia de Córdoba.
El caso presenta varias y potenciales aristas para analizar los conflictos ambientales contemporáneos en términos de fenómenos sociales totales, en virtud de que revela aspectos políticos, jurídicos, económicos, estéticos, morales y cognitivos. Ahora bien, no es una novedad que muchos conflictos ambientales observen, simultáneamente, todas estas dimensiones. La literatura sobre el tema ya lo ha demostrado, aún cuando rara vez se apele a aquella noción elaborada originalmente por Mauss. Sin embargo, queda mucho por decir respecto de cómo es que un fenómeno social total de este carácter se produce: ¿de qué manera específica se amalgaman dimensiones supuestamente separadas tales como la política, la ciencia, la cultura, la economía, cargándose asimismo de componentes estéticos y morales cuando tratamos con este tipo de conflictos?
La totalidad como hecho y proceso
La pluridimensionalidad es la característica más conocida de los hechos sociales totales. Para Mauss, sin embargo, se trata de algo más complejo que la evidencia de la articulación de diferentes órdenes de la vida social. En rigor, esta es su definición heurística (véase Gofman 1998 y Passeron 2011); por tal razón, es la que tomo aquí como punto de partida. Pero las reflexiones de Mauss en torno a este concepto tienen un alcance mayor, dado que se trata de fenómenos que ponen en juego a la sociedad toda: un hecho social total “anuda el conjunto de relaciones que una sociedad es capaz de tejer entre los individuos y los subgrupos que la componen” (Karsenti 2009, 49).
Un elemento clave del tratamiento que Mauss le daba a la totalidad era la necesidad de una estrategia de pasos sucesivos de aproximación analítica hasta lograr una visión del conjunto, una visión total. La totalidad no es abarcable en un sólo movimiento, sino a través de múltiples acercamientos y cambios en la posición de la mirada. Uno puede comenzar desde los aspectos económicos de la vida social, o de los jurídicos, no importa el punto de partida. Aunque es cierto que Mauss no problematizó la naturaleza construida de los hechos por parte del investigador, su pensamiento anticipa la posibilidad de pensarlos de esta manera (cf. Kasuga 2010). Si la totalidad es una construcción analítica, también los hechos sociales totales deberían serlo. Pero, en definitiva, los hechos sociales así como la totalidad (y por ende los hechos sociales totales) observaban, para Mauss, una existencia positiva aunque obscura, y de allí la necesidad de una sociología o una antropología que los devele; y esto es posible dado que, en ciertas circunstancias, la totalidad se nos presenta a la observación erudita (es decir, luego de la implementación de una serie de aproximaciones analíticas sucesivas) como hechos o fenómenos en donde
[…] todo queda mezclado, todo cuanto constituye la vida propiamente social (…) [Se trata de fenómenos en los cuales] se expresan a la vez y de golpe todo tipo de instituciones: las religiosas, jurídicas, morales —en éstas tanto las políticas como las familiares— y económicas, las cuales adoptan formas especiales de producción y consumo o mejor de prestación y de distribución y a las cuales hay que añadir los fenómenos estéticos a que estos hechos dan lugar, así como los fenómenos morfológicos que estas instituciones producen”. (Mauss 1971, 157)
Este es uno de los pasajes de la obra de Mauss más citados cuando se quiere definir los hechos sociales totales. Se trataría de fenómenos que combinan y amalgaman lo que, en nuestra sociedad, se presentaría —aparentemente— como separado. Para Mauss, sin embargo, un hecho social total es algo más complejo que la evidencia de la articulación de diferentes instituciones u órdenes de la vida social que hay que abordar de determinada manera. De lo que no se trata, sostenemos enfáticamente, es de encontrar en todos los hechos sociales una totalidad. Es decir, no todos los hechos sociales serían totales, aunque Mauss advirtiera que un buen principio de método es tratarlos a todos como si lo fueran.
El concepto de hecho social total se mueve, además, en diferentes planos y niveles de generalidad, atrapando en un sólo movimiento lo real-concreto y lo general-abstracto. Un elemento clave en el plano de lo concreto es la noción de alianza, y con ello la idea de que un hecho social total sólo es aprehensible en el “movimiento vital” de la sociedad; es decir, en torno a la acción de seres humanos concretos y socialmente situados en su mutua relación, independientemente de si se trata de relaciones cooperativas o competitivas (o cualquier otro dualismo típico que se nos ocurra), dado que son simultáneamente lo uno y lo otro. Al mismo tiempo, esta idea de alianza va mucho más allá de la noción elemental de contrato, y pretende incorporar un elemento clave que la noción durkheimiana de cohesión social no ofrece: el de la intencionalidad de actores concretos, brindándonos así la posibilidad de pensar que un hecho social total no es algo dado, sino socialmente producido. Aún cuando Mauss no lo haya puesto en estos términos, su pensamiento nos permite avanzar en este sentido.
Para explorar estas cuestiones tomo como supuesto que aquellas imbricaciones características del hecho social total no existen a priori en el universo social más que como potencialidades. Por lo tanto, allí cuando nos encontramos con un hecho de este tipo, estamos indefectiblemente frente a un fenómeno socialmente producido. Así, el objeto del análisis no es la articulación en sí, no es la obviedad antropológica de que el mundo social está hecho de múltiples e imbricadas facetas, dimensiones, esferas, o como queramos llamarlas. En un sentido amplio, y bajo nuestro supuesto, el objeto de análisis se vuelve el proceso de producción de esa totalidad y de ese hecho social total. Por lo tanto, cabe en rigor hablar de proceso social total, más que de un hecho o fenómeno.
Un símbolo nodal: somos el monte que marcha
Existe un consenso respecto de que el concepto de hecho social total implica necesariamente fenómenos de orden simbólico, y que en dicho carácter reside un componente fundamental, aunque de ninguna manera exclusivo, de la explicación de su condición de “totales”. En este sentido, Passeron (2011) afirma que el interés del concepto reside en que nos asigna la tarea de identificar los valores, expresados en símbolos nodales, que desempeñan en la sociedad un papel privilegiado y que son “capaces de anudar de manera inteligible y coherente descripciones desarrolladas en niveles diferentes de la vida social, desde el más morfológico hasta los más complejos en los simbolismos de la abstracción o del imaginario”. (Passeron 2011, 441). Comenzamos nuestro análisis, entonces, ocupándonos del principal “símbolo nodal” puesto en juego en el desarrollo del conflicto: el monte o el bosque nativo.[3]
Imagen 1. Volante de convocatoria a las marchas
El movimiento en defensa del bosque nativo se nutrió de varios frentes: por un lado, de la alianza multisectorial antes mencionada. Por otro lado, de la apelación a múltiples códigos, significados y formas de comunicación para visibilizar la necesidad de impedir que el proyecto se transforme en ley, aspecto que implicó la construcción pública de la importancia del bosque nativo en el sistema eco-social de la Provincia y la consecuente necesidad imperiosa de protegerlo en el presente y para las generaciones futuras. Esta importancia o, como diría Graeber (2018), este valor, fue posible producirlo sobre la base de la creación de a totalidad multidimensional. En el plano más abstracto, esta totalidad implicó la construcción de una unidad entre sociedad y naturaleza que quedó expresada, por ejemplo, en la consigna “somos el monte que marcha”. Dicha consigna y sus diferentes modalidades de comunicarla a través de diferentes códigos, se constituyeron como el nudo imaginario y simbólico del movimiento, implicando la fusión entre humanidad y naturaleza. En este sentido, el monte se antropomorfizó y los seres humanos se transformaron en árboles, y esta fusión se expresó de diversas maneras, incluso en la misma acción.
Una imagen fue protagonista del gran despliegue visual que fue producido para hacer pública la importancia de defender el monte: en cada volante de las convocatorias a las marchas y manifestaciones, en cada informe de la Coordinadora, en cada comunicado, pudo apreciarse la representación de un bosque compuesto por brazos humanos que emergían de la tierra y que, con sus manos abiertas, se fundían en una misma amalgama con figuras de árboles cuya abundancia le daban forma al monte (Imagen 1). Además, esta imagen fue reproducida masivamente en forma de calcos para autos y, durante los meses del conflicto, pudo observarse por toda la ciudad pegada en la parte de la luneta trasera de los vehículos, en las paredes de los espacios públicos en forma de afiches, y en banderas durante las manifestaciones públicas.
Imagen 2. Representación y performance de un árbol caminante
Pero estos sentidos no se agotaron en imágenes o formas pictóricas. Durante las manifestaciones y marchas esta fusión entre ser humano y naturaleza se puso en escena a través de performances especialmente preparadas para tal fin: la primera marcha en la ciudad de Córdoba, y las sucesivas marchas en otras ciudades, fueron encabezadas por un grupo de niños a cargo de una maestra que, caminando siempre por delante de las columnas de manifestantes, sostenían en lo alto un gran símbolo de un árbol confeccionado en cartón, alambre y papel, (Imagen 2) denotando así la responsabilidad por el cuidado de los bosques para las generaciones presentes y futuras, fusionando no sólo diferentes dominios ontológicos, sino también diferentes escalas temporales en una misma representación. Algunos niños tomados de la mano de las ramas del árbol hechas de largas cintas verdes, otros rodeándolo y llevando imágenes de aves y consignas por la defensa del bosque, pusieron en escena aquella metáfora reiteradamente pronunciada: “somos el monte que marcha”.
Imagen 3. Representación y performance de una árbol
antropomorfizado y caminante
La figura antropomórfica de un árbol literalmente marchante fue también protagonista de las manifestaciones. Llevado como un disfraz de aquellos que se ven en épocas de carnaval, fue la imagen más precisa de este “símbolo nodal”. Conducida por una persona oculta en su interior, marchando codo a codo con el resto de los manifestantes y bailando al compás de los tambores que sonaban sin cesar, fue la expresión más vívida y dinámica del monte marchando por las calles de las ciudades. (Imagen 3)
Una alianza multisectorial: cuestiones legales, científicas, políticas y económicas
Unos meses antes de la presentación del proyecto de reforma se realizaron una serie de reuniones en el marco de una mesa de diálogo entre funcionarios, legisladores, federaciones ruralistas, una ONG y representantes del movimiento campesino. Las conversaciones entre estos diferentes sectores no lograron el consenso esperado y, cuando la mesa se diluyó, el diálogo tomó nuevas formas: se transformó en conflicto explícito, cruzó las fronteras institucionales y de los medios de comunicación, y comenzó a instalarse en la calle.
Como era de esperar, uno de los principales frentes de la lucha fue el jurídico. El rol de los abogados fue clave en este sentido, y las estrategias legales estaban en el orden del día de cada asamblea. Así, por ejemplo, el 26 de diciembre de 2016, uno de los abogados que participó activamente del movimiento ofreciendo su expertise, montó un “despacho” en una plaza pública a metros de la Legislatura. La idea fue elaborar y enviar cartas documento a, al menos, 35 de los 70 legisladores provinciales advirtiéndoles que, de aprobar el proyecto de ley, estarían incurriendo en incumplimiento de deberes de funcionario público. El abogado, en colaboración con biólogos, redactó la carta y se comprometió profesionalmente con los firmantes (a razón de uno por carta) frente a una posible respuesta intimidatoria de algún legislador. Mientras se imprimían, firmaban y enviaban las primeras cartas, los legisladores estaban en plena sesión tratando el proyecto y algunos de ellos, opositores a la reforma, se acercaban de a ratos a la oficina callejera del abogado para dar parte de las últimas novedades. Uno de estos legisladores pidió que le explicaran en detalle lo que estaba ocurriendo con la iniciativa de las cartas documento. Cuando le explicaron, propuso que no se mandaran cartas sólo a los promotores de la reforma, y que algunos legisladores opositores recibieran también la notificación para poder contestarla y así legitimar lo que en ella se afirmaba, votando en consecuencia por la negativa a la aprobación del proyecto de ley.
Una dimensión central del conflicto fue la cognitiva, y la ciencia fue, en este sentido, protagonista. Junto con el derecho y la política (en el sentido de actividad legislativa), la ciencia también fue parte activa, y ello en relación directa con las cuestiones económicas y ambientales. Conservar produciendo fue la consigna de CARTEZ durante el conflicto. La Confederación de Asociaciones Rurales justificaba esta idea apelando a estudios científicos que, desde su perspectiva, la confirmaban: se podía producir conservando el monte. Se pretendía así argumentar científicamente lo que a los ojos de la Coordinadora era una disminución histórica en el nivel de protección de los bosques como resultado del avance de la frontera agrícola, fenómeno cuya existencia también era apoyado por la evidencia cienctífica. El Foro Ambiental Córdoba, cuyos miembros son principalmente profesionales de la ciencia, hizo circular un informe colectivo en el cual se afirmaba lo siguiente:
[…] ante el expreso objetivo de distintos sectores ruralistas encabezados por CARTEZ de reducir la superficie con Categoría de Conservación I (Rojo), (…) vemos la necesidad de refutar una serie de afirmaciones. (…) Desde CARTEZ, el marco teórico a partir del cual se plantea que la Categoría II (Amarillo) es mejor que la I (Rojo) para la conservación, se basa en el modelo de Estados y Transiciones aplicado al bioma chaqueño. (…) [D]icha interpretación se sostiene en un modelo de Estados y Transiciones para el Chaco Árido de Córdoba (…), pero este modelo no está sustentado por datos, ni por ningún tipo de evidencia empírica. (…) [C]ontrariamente a lo postulado en dicho modelo, numerosos trabajos científicos indican que el bosque chaqueño tiene una notable capacidad de recuperarse tras un disturbio (remoción de biomasa) si el suelo no se ha perdido, si hay semillas en el paisaje circundante y si se remueve la presión de dichos disturbios. (Kopta et. al, 2016)
Así, gran parte del conflicto giró en torno al conocimiento científico sobre el ambiente, específicamente en lo relativo a la importancia o el valor del bosque y el monte nativo. En este campo, los científicos y técnicos fueron los principales protagonistas, aunque no los únicos.[4] Como vimos, el conocimiento sobre la importancia del monte fue también traducido en forma de consignas y performances estéticas que sintetizaban estas múltiples dimensiones. Otra de las consignas del movimiento fue la ciencia sale a la calle, uniendo simbólica y prácticamente lo que, en otros escenarios sociales, se presenta como separado. En este sentido, “la calle”, o las manifestaciones y la actividad política, no serían el ámbito “natural” de la ciencia; aquí, los protagonistas del movimiento estaban explícitamente remarcando esta situación atípica, y planteando la fusión de estos diferentes mundos. Al comenzar su charla parado en medio de una de las peatonales más transitadas de la Ciudad de Córdoba, el biólogo que había sido convocado para hablar sobre la situación del monte nativo en la Provincia, declaró lo siguiente:
Agradezco que me hayan invitado, porque muchas veces los que somos investigadores, realmente tenemos poco contacto con la gente y con los medios, que muchas veces los trabajos que hacemos quedan un poco enmascarados (…) y es bueno que también de vez en cuando uno pueda llegar a la gente que ha estado tan interesada por (…) los bosques de la Provincia de Córdoba.
Su presentador, al terminar la charla, reforzó esta idea:
Bueno, los científicos no son de aparecer en público, son siempre de perfil bajo, así que un agradecimiento enorme de mi parte por haberme hecho caso y venir, y haberlo metido en semejante rosca.
Durante todo el desarrollo del conflicto, y principalmente en los momentos de manifestaciones en espacios públicos, existió la sensación generalizada de una suerte de dislocación de lo cotidiano, específicamente en lo que refiere a que acciones, cosas y pensamientos que normalmente van “separados”, aquí se estaban uniendo, juntando, articulando y fundiendo. Un estudio jurídico en medio de una plaza pública, una exposición científica en una peatonal, un árbol caminante tomado de la mano de los niños o la realización de una asamblea el día de navidad, fueron sólo algunas de las expresiones de esta gran multiplicidad de órdenes conjugados.
Las cuestiones económicas y sociales, principalmente aquellas ligadas a la desigualdad y al poder, también tuvieron su protagonismo. Durante la planificación de una de las marchas, se propuso que representantes de las comunidades indígenas y campesinas, consideradas como las que históricamente han sido las víctimas directas del avance de la frontera agrícola, marcharan a caballo al frente de la columna. Esto fue rápidamente desestimado por cuestiones de seguridad, y el lugar que finalmente ocuparon los jinetes durante la marcha fue atrás, cerrando la manifestación; sin embargo, cuando la cabecera de la manifestación había llegado al escenario preparado para las diferentes intervenciones artísticas y manifestaciones políticas en las cercanías de la Catedral de la Ciudad, un operativo de seguridad le abrió paso a los jinetes evitando que, quienes estábamos de a pie, nos cruzáramos frente a ellos, y así pudieran galopar hacia el frente, saludando con sus sombreros en alto a la multitud que los acompañó con vítores y aplausos.
En ese mismo escenario, pero durante una marcha anterior, un campesino había leído una carta dirigida al gobernador. Luego de describir las actividades en el monte para producir leña, carbón, cabritos, etc., y haciendo énfasis en lo que desde el lenguaje ambiental serían prácticas “sustentables” (aunque no usó esta palabra), sentenció:
Y con todo esto, para el gobierno, nosotros no somos productores. Nos dicen holgazanes por salir en defensa de nuestro bosque, por salir a la calle, por mostrar y por decir basta de tanto pisoteo, ninguneo, que nosotros somos los que destruimos el monte y la fauna. Esos improperios contra nosotros lo dicen señores que viven en countries o en barrios privados, que tienen un montón de empleados que les trabajan y les engrosan la fortuna. Y no saben de frío, ni de calor, ni de hambre, ni de necesidades. Que por otra parte no ponen el lomo ni para dormir. Y en la puerta de su casa les espera una 4×4 con chofer para decidir los caminos que debe transitar nuestra Argentina.
Así, la fuerza del movimiento de oposición a la ley de bosques se fundó en una alianza multisectorial hecha de múltiples y variadas dimensiones: políticas, jurídicas, económicas, morales, culturales, cognitivas y estéticas.
La “cultura” tiene también algo para decir
En la Argentina, y en estos contextos de manifestaciones públicas masivas, es muy común que en el escenario preparado para las concentraciones luego de las marchas se preparen números artísticos de diversa índole, principalmente musicales. En ocasiones, como también sucedió aquí, los mismos artistas marchan como cualquier otro manifestante, y luego suben a los escenarios para aportar lo suyo al desarrollo de la manifestación, compartiéndolo con el público. “Monte es libertad” fue, como dijo José Luis Aguirre, su autor,[5] una canción nacida durante las luchas para proteger el monte nativo en Córdoba, dedicada a todos quienes marcharon para defender la vida. Fue una de las tantas canciones folclóricas que se compusieron durante estos meses de lucha y que, junto a otras ya compuestas con anterioridad, fueron cantadas en los escenarios preparados para cada convocatoria. Durante la marcha del 28, “Monte es libertad” fue cantada por su autor, acompañado por “Raly” Barrionuevo, uno de los artistas populares más aclamados de la actualidad. Durante uno de estos festivales musicales, sentados tomando algo y escuchando a un artista cantándole al bosque y a los pájaros al ritmo de zamba, alguien dijo: en los ‘70, el folclorista que le cantaba a los pájaros y al paisaje era un conservador… y alguien mas agregó: ¡Cómo cambian los tiempos!
Otro de los artistas que tuvo una fuerte participación fue el aclamado humorista cordobés José Luis Serrano, mejor conocido como “Doña Jovita”, su célebre personaje.[6] Serrano no sólo ofreció su arte desde el escenario, sino que también encabezó por momentos varias de las marchas, atrayendo la mirada de todos, y en especial la de los medios de comunicación. Pero el lugar de la cultura y de los artistas no se agotó en estas cuestiones comunes a gran cantidad de manifestaciones y reclamos en la Argentina, pues fueron protagonistas centrales de la preparación de las manifestaciones desde el momento en que ofrecieron su imagen y su voz para amplificar las convocatorias a encuentros, asambleas, marchas y festivales.
El compromiso de los artistas con la lucha por el monte nativo fue tal, que se involucraron en las controversias científicas antes mencionadas, siendo por ello objeto de impugnaciones y reacciones diversas por parte de sectores promotores de la reforma de la ley de bosques. Una semana después de la primera marcha, y como respuesta a la fuerte participación de aquellas personalidades de la cultura, La Confederación de Asociaciones Rurales hizo circular un comunicado, firmado por su presidente, desde el cual se increpó a todos los artistas, y principalmente a Barrionuevo y a Serrano, ponderando su participación en virtud de una supuesta atracción hacia el “aplauso fácil” de un “público condescendiente” que desconocería el fundamento mismo de la realidad a la que se estaría oponiendo. Acusados de emitir “juicios de valor que generan confusión en la opinión pública” y de llevar el “foco de la discusión al ámbito de las ideologías extremas”, los artistas no tardaron en responder, multiplicando los apoyos y los aplausos de gran cantidad de periodistas, políticos, colegas, y militantes. José Luis Serrano, además, se vio involucrado en un pleito judicial con Andrés Carpio, periodista de la radio “Cadena 3”. El humorista llamó públicamente “embustero” al periodista, dado que había afirmado que la protesta había sido “por nada”, y que había convocado sólo a 300 (trescientas) personas, cuando las cifras indicaban que de la marcha habían participado alrededor de 10000 (diez mil).
Múltiples determinaciones
El conflicto por la ley de bosques condensó y articuló una serie de otros fenómenos que ocurren en forma relativamente independiente en Córdoba, pero que fueron considerados como parte de una misma crisis socioambiental: el problema de los ciclos de escasez y sobreabundancia de agua en las sierras; las inundaciones en la región agrícola; los incendios forestales durante las épocas de sequía; el desplazamiento forzado de comunidades campesinas; el desarrollismo inmobiliario; las formas en que se sancionan las leyes, y los derechos de la ciudadanía a participar en las decisiones políticas, entre tantos otros que, por cuestiones de espacio, no podemos desarrollar aquí, pero que se encontraron condensados y articulados durante todo el conflicto.
Un tema concreto nos permite abordar una gran cantidad de estos aspectos mencionados: las cuestiones alrededor del agua, estrechamente vinculadas con el problema de la vegetación nativa que, según afirman los biólogos, es el principal regulador hídrico. De hecho, algunas zonas como las Sierras Chicas sufrieron, entre 2007 (aprox.) y 2014, una profunda crisis hídrica signada por la falta de agua. En 2015 esta crisis se transformó en una catástrofe debido a las violentas crecidas en los ríos y arroyos que provocaron víctimas fatales, destrucción de infraestructura y viviendas, aislamiento de localidades y caseríos. Las consecuencias de esta tragedia se viven aún hoy muy de cerca. Menciono esto dado que, durante el período de escasez de agua, se había instalado la idea de que la crisis hídrica era el resultado de la mala salud de las cuencas. Es decir, de la ausencia de una cantidad adecuada de vegetación nativa. La vegetación nativa, como regulador hídrico, produce lo que se conoce como efecto esponja: retiene el agua en la tierra y evita su rápido escurrimiento hacia los valles o las zonas bajas, y así mitiga tanto las consecuencias de la escasez de agua proveyendo formas de retención natural, como las consecuencias de la sobreabundancia, conteniendo gran parte el fuerte, violento y repentino aumento del caudal de los ríos y arroyos serranos en la época de lluvias. Este conocimiento, que proviene de la ciencia y que fue generalizándose como explicación de la sostenida crisis hídrica, es hoy un conocimiento instalado en gran parte de la población.
En las zonas serranas de Córdoba existe una gran cantidad de reservas y espacios de protección ambiental que reflejan esta preocupación por la vegetación nativa y el agua. Muchas de ellas son de carácter municipal y/o comunal, y fueron creadas como resultado del trabajo y las iniciativas de ONG y vecinos, en ocasiones con el apoyo de políticos y funcionarios locales. Otras reservas responden a la órbita provincial, y algunas pocas caen bajo administración nacional. Las reservas son, actualmente, parte de un objetivo social más amplio que implica mantener sanas las cuencas hídricas. Si bien muchas se encuentran en proyecto, todas ellas son parte de iniciativas que llevan adelante diversos actores y agrupaciones que interpelan al Estado para que delimite nuevos espacios de protección para contar así con un marco legal que regule el uso de la tierra y, por lo tanto, el uso del recurso hídrico, frenando de esta manera el avance de la especulación inmobiliaria y el consecuente desmonte.
Esta preocupación por preservar y conservar implica una forma de temporalidad característica de las discusiones sobre los problemas ambientales, en las cuales las escalas espacio-temporales que se ponen en juego son amplias, incorporando el compromiso con el presente y, sobre todo, con las generaciones futuras. En este sentido, y como afirma Harvey (2004), no hay proyecto ambiental que no sea, al mismo tiempo, un proyecto de sociedad. Esta preocupación por el uso del espacio, la conservación y la preservación de la vegetación nativa está y estuvo acompañada desde hace tiempo por demandas a los funcionarios y políticos de todos los niveles. Las advertencias de científicos y organizaciones sociales respecto del impacto de la falta de vegetación en el ciclo hidrológico es de larga data: desde tiempo antes de las inundaciones de febrero de 2015, y durante el período crítico de casi una década de falta de agua, circulaba la información de que los habitantes de las sierras se enfrentarían cíclicamente a condiciones de escasez de agua y a situaciones de sobreabundancia. Aquellas inundaciones, los muertos y la destrucción de viviendas e infraestructura, confirmaron tales pronósticos. Por lo tanto, existe hoy un pensamiento colectivamente esgrimido, que es el siguiente: la tragedia del 15 de febrero de 2015 se podría haber evitado de haber sido escuchadas las advertencias en torno a la mala salud de las cuencas. Por tal razón, las consecuencias de la inundación fueron entendidas por muchos como un ecocidio.
Así, el conflicto por la ley de bosques está estrechamente relacionado con los conflictos en torno al agua en las sierras. No es casualidad que la Coordinadora haya sido impulsada por una gran cantidad de agrupaciones de las zonas serranas de la Provincia que habían tenido, no hace mucho, una fuerte visibilidad producto de los problemas y conflictos en torno a la catástrofe del 15F. Si bien el monte nativo en peligro inmediato por este proyecto no era, estrictamente hablando, el de las zonas serranas que sufrieron las inundaciones mencionadas, la historia reciente del evento y las muertes ocurridas en esa región en particular, sumada al trabajo acumulado de diferentes agrupaciones en torno al cuidado de las cuencas y la defensa del bosque nativo, fueron parte sustantiva necesaria, aunque no suficiente, de la fuerza política del movimiento a nivel provincial.
Las zonas de llanura también sufren las consecuencias de la ausencia del bosque. Las imágenes de campos inundados y los informes de pérdidas millonarias en cosechas no vendidas por los productores comerciales e impuestos no recaudados por parte del Estado, son noticias corrientes en Córdoba. Las pérdidas ocasionadas por inundaciones en los campos del sur de la provincia se calculan de a millones de dólares, y este aspecto estuvo presente también en el ritmo del conflicto: ¿por qué los propietarios de los campos reclaman o cobran efectivamente un subsidio frente a esta situación, si son los responsables de las inundaciones?, se preguntaban muchos que acompañaron la oposición a la reforma de la ley de bosques. ¡Si ellos desmontaron sus propios campos!
Pero el problema central y más urgente que puso en escena el conflicto, más allá de los campos de maíz y soja cubiertos por el agua, es aquél 3% – 5% de bosque nativo que aún queda en el Norte, y que está siendo amenazado por el avance de la frontera agropecuaria en las zonas de los faldeos bajos y en los llanos. Dadas las condiciones climáticas semi-áridas de la zona, la actividad agropecuaria no tuvo tradicionalmente atractivo para los grandes capitales, siendo realizada principalmente bajo formas de tipo familiar minifundista, aunque desde fines del siglo XX la presión del capital sobre los pequeños productores se comienza a sentir con fuerza.[7] El agua, que es ya de por sí un recurso escaso en la zona, es actualmente objeto de conflictos y disputas desiguales por su acceso y control (Paz 2019). El movimiento en defensa del bosque nativo ponderó estas dinámicas, dado que consideró que el proyecto de ley estaba en consonancia con la histórica presión sobre la economía familiar campesina, que viene siendo desplazada y marginalizada desde hace tiempo y bajo diversas modalidades, tanto directas como indirectas, especialmente en el noroeste de la Provincia de Córdoba. No es casual, entonces, que los campesinos fueran protagonistas centrales en los escenarios de las marchas, tal como hemos mostrado recién. Vale aquí recuperar otro fragmento de aquella carta escrita y leída por un campesino frente a miles de personas:
Seguimos haciendo el mismo laburo con cabras, chanchos, vacas, ovejas, pavos, patos gallinas, perros de caza, y nunca se acabó el monte donde vivimos. Porque hacemos un trabajo ancestral. Por ejemplo, en el verano no cortamos el monte verde, porque la savia está arriba. Después de las primeras heladas que suelen ser en abril, mayo, empezamos con el trabajo del monte verde. A veces suele pasar que caen una o dos heladas y vuelven a calentar; entonces dejamos de trabajar al mismo tiempo que sube la savia de vuelta, ¿no? Cuando la savia está alta, la madera no sirve ni para parrales, ni para alambrados, para nada sirve. Y si cortás un algarrobo con la savia alta, a veces no vuelve el monte, ¿no? El monte que se corta son árboles maduros, enfermos o secos. Antes de cortar el algarrobo grande, limpiamos el lugar donde va a caer, lo deschuncamos como se dice, ¿no? Cuando lo terminamos de picar queda un montículo de ramas en el lugar, el lugar limpio. Luego las cabras, las vacas, el caballo, aprovechan las hojas y la liguilla que queda en el monte, ¿no? Con el tiempo, esas ramas se degradan y sirven para contención del agua de la lluvia que no deja correr. Y le estaría dando fertilidad a la tierra. (…) somos los verdaderos defensores del monte. (…) no recibimos nada de parte del gobierno, y a los señores que les cayó una piedrita [de granizo] demás sobre la cosecha, el gobierno les declara emergencia agropecuaria y reciben un abultado subsidio.
Lo que en la jerga ambiental se conoce como el “manejo sustentable” del bosque nativo es también un reclamo de larga data de todos los sectores que participaron del movimiento de oposición a la ley. Así, la participación del Movimiento Campesino de Córdoba fue clave para dar visibilidad a la problemática específica del Norte de la Provincia. Su larga trayectoria en la lucha por el agua, la tierra y el monte fue central para alimentar la fuerza política de la oposición al proyecto de ley.
A modo de cierre
He argumentado aquí comenzando por las manifestaciones más abstractas de la producción de este “proceso social total”, como lo he llamado. Es decir, abstractas en términos de cómo sus protagonistas crearon y produjeron una totalidad. En este nivel, el bosque ofició como un símbolo nodal (Passeron 2011), que amalgamó los diversos valores esgrimidos en torno a él por parte de diferentes actores a través de la expresión de una unidad tanto política como ontológica: somos el monte que marcha. A niveles específicos, el aspecto total del proceso se revela en términos de un proceso de producción de alianzas entre diferentes sectores, pero también cuando aquella idea abstracta, simbólica, se transforma en acción concreta a través de la representación, es decir en su “puesta en escena”, tal como vimos en la situación de los niños que marcharon tomados de la mano de las ramas de un árbol hecho en alambre, cartón y cintas de papel. La pluridimensionalidad del proceso (jurídico, político, económico, cultural, estético y cognitivo) queda también evidenciada en la descripción de algunos de los acontecimientos, y sólo pueden comprenderse en su mutua interacción; sobre todo, porque los mismos protagonistas plantearon su imbricación desde el principio. Sin embargo, por más conexiones que se pudieran trazar y múltiples dimensiones que se logra identificar, ello no es suficiente para analizar un proceso en su carácter total, pues la noción no puede reducirse a la ingenua idea de que ‘todo está en todo’ (cf. Wendling 2010, 89; Passeron 2011, 440). Los hechos sociales totales suponen mucho más que conexiones y múltiples dimensiones. Suponen, como decía Mauss, congregaciones. Es decir, momentos extraordinarios de asamblea y reunión fundados en alianzas pre-existentes o alianzas que se producen ya sea durante estos momentos de asamblea y reunión, o durante el proceso mismo de su planificación. Sólo en estos momentos, la totalidad se expresa como un “resultado” y, así, los procesos sociales totales revelan su doble carácter de creados y creadores de, en este caso, formas alternativas de producción y reproducción social.
Bibliografía y fuentes consultadas
Gofman, Alexander (1998) “A vague but suggestive concept: the ‘total social fact’”, 63-70. En Marcel Mauss: a centenary tribute, Methodology and history in anthropology, editado por W. James y N. J. Allen. New York: Berghahn Books.
Graeber, David (2018) Hacia una teoría antropológica del valor. La moneda falsa de nuestros sueños. Mexico: Fondo de Cultura Económica.
Harvey, David (2004) Justice, nature, and the geography of difference. Cambridge, Mass: Blackwell Publishers.
Karsenti, Bruno (2009) Marcel Mauss. El Hecho Social como Totalidad. Buenos Aires: Antropofagia.
Kasuga, Naoki (2010) “Total social fact: Structuring, partially connecting, and reassembling”. Revue du MAUSS (36), 101-10.
Koberwein, Adrián (2018) “Ciencia, derecho, política y cultura en el conflicto por el bosque nativo en la provincia de Córdoba, Argentina.” Revista del Museo de Antropología 11(1), 217-228.
Legislatura de la Proincia de Córdoba. Ley Nº9814, 5 de agosto de 2010. Ordenamiento Territorial de Bosques Nativos de la Provincia de Córdoba. Boletín Oficial 10 de agosto de 2010. https://bit.ly/2OLbsiM.
Mauss, Marcel (1971) Sociología y antropología. Madrid: Tecnos.
Mauss, Marcel (1971b.) “Ensayo sobre los dones. Razón y forma del cambio en las sociedades primitivas”, 153-263 en Sociología y antropología. Madrid: Tecnos.
Mauss, Marcel (1972) Sociedad y ciencias sociales. Obras III. Barcelona: Barral.
Passeron, Jean-Claude. 2011. El razonamiento sociológ̤ico: el espacio comparativo de las pruebas históricas. Madrid: Siglo XXI.
Paz, Magali Luciana (2019) “Subordinación al capital en Unidades Domésticas campesinas de Córdoba: entre mediaciones y relaciones de producción comunitarias”. Cuadernos de antropología social 0(49).
Wendling, Thierry (2010) “Us et abus de la notion de fait social total”. Revue du MAUSS (36), 87-99.
- Creada el 2 de Julio de 1940 en la Ciudad de Rio Cuarto, “es una entidad de segundo grado, sin fines de lucro, integrada por asociaciones rurales primarias de las Provincias de Córdoba, La Rioja y Catamarca, que proponen el fomento y desarrollo de las actividades agropecuarias, así como también [de] aquellas afines y derivadas” (Fuente: http://www.cra.org.ar, consulta: 25/2/20).↵
- La Legislatura de Córdoba es unicameral y los tiempos de aprobación o desestimación de un proyecto de ley son ostensiblemente más dinámicos que en los casos de las Provincias con dos cámaras legislativas. En este caso, además, su tratamiento se habría acelerado aún más en virtud de la aprobación de una moción de preferencia que habilitaba su tratamiento durante la última sesión del año, el 28 de diciembre.↵
- Bosque y monte son utilizados aquí como sinónimos, respetando su uso contextual por parte de los actores protagonistas de los procesos analizados.↵
- Para una ampliación sobre el lugar de la ciencia y los científicos en el conflicto véase Koberwein (2018).↵
- Cantautor folclórico cordobés, ampliamente reconocido por el público a nivel nacional y por sus colegas artistas. Fue ganador del premio “revelación” durante el Festival Nacional de Folklore de Cosquín en el año 2010.↵
- “Doña Jovita es la encarnación de un personaje tradicional de la zona de Córdoba donde José Luis tiene su origen y en ella ha logrado capturar toda la idiosincrasia de una paisana del interior, con sus picardías, su lenguaje, su música, sus actividades…” Fuente: https://bit.ly/3jvOieG. ↵
- Durante las últimas tres décadas del siglo XX, el factor de cambios en la cobertura [vegetal] del norte de Córdoba estuvo dominado por la conversión de bosques en tierras agrícolas, siendo los departamentos de Ischilín, Tulumba, Río Seco, Cruz del Eje y Río Primero los de mayor superficie deforestada (Paz 2019).↵