Una reflexión sobre el Departamento Topográfico mendocino a partir de las trayectorias de sus miembros (1853-1887)
Lucía Cortez
1. Introducción
En mayo de 1853, se creó en Mendoza, mediante un decreto del gobernador, una comisión topográfica que tendría como principal misión la regulación del ejercicio de la agrimensura y la delineación de calles y caminos en la ciudad de Mendoza[2]. En ese sentido, recientes investigaciones han demostrado que, a mediados del siglo xix, los gobiernos provinciales advirtieron la necesidad de conocer el territorio en el que actuaban ya que el registro administrativo de la tierra los dotaba de un capital informacional que habilitaba una incidencia material y simbólica sobre el territorio y una mayor capacidad de transformarlo (Garavaglia y Gautreau, 2011; D’Agostino, 2012; Maizón, 2013; Canedo, 2014; Álvarez Correa, 2014; Pesoa Marcilia, 2017; Bressan, 2017; Mazzitelli Mastricchio, 2018; Molina, 2018, 2019). Sin embargo, más allá de la convicción, por parte de las autoridades locales, de la necesidad de contar con una agencia de estas características, la consolidación del Departamento Topográfico en Mendoza significó un camino sinuoso que estuvo marcado, principalmente, por la escasez de recursos y la intermitencia de las personas que asumían su dirección.
A partir de la lectura de fuentes originales conservadas en el Archivo General de la Provincia de Mendoza (AGPM), proponemos para este capítulo, por un lado, la presentación de las distintas etapas atravesadas por el departamento desde su creación en 1853 hasta el año 1887, cuando, luego de un reordenamiento de tipo administrativo, pasó a depender del recién creado Ministerio de Obras Públicas, y, por el otro, la reconstrucción de las trayectorias de algunos de los sujetos que desplegaron sus saberes en el marco de esa oficina estatal y cumplieron el rol de director. Creemos que, a partir de ello, contaremos con una serie de datos e información que aportarán a la reflexión acerca de la personalización que, en reiteradas ocasiones, caracterizó a esta agencia estatal, y a sus relaciones con el proceso mismo de institucionalización de la oficina. Es decir, la identificación del Departamento Topográfico con quien, en determinados momentos, estuvo a cargo de su dirección, y el modo en que esto contribuyó o no en la consolidación burocrática de la agencia.
Partimos de una perspectiva vinculada con el estudio del Estado y sus agencias a partir de recientes investigaciones que han configurado y enriquecido este campo historiográfico (Bohoslavsky y Soprano, 2010; Morresi y Vonmaro, 2011; Plotkin y Zimmermann, 2012; Soprano y Di Liscia, 2017), pensando al Estado en cuanto relación social (Jessop, 2017). Un Estado que creemos puede estar personalizado en esas agencias, aquellas que, para este caso, fueron portadoras de un saber que legitimó su intervención en el territorio y en el control social de una población determinada, en un contexto de despliegue y consolidación de una burocracia incipiente en un lugar y tiempo específico: Mendoza entre 1853 y 1887.
2. El sinuoso camino del Departamento Topográfico
Teniendo en cuenta la necesidad de los gobiernos decimonónicos de conocer con mayor profundidad el territorio para poder incidir activamente en él, el caso mendocino no representa ninguna excepción. Como mencionábamos en el apartado anterior, en mayo de 1853, el gobernador de ese momento, Pedro Pascual Segura, dispuso la creación de una Comisión Topográfica (luego referida también como Departamento Topográfico) en el marco del proceso de construcción y posterior consolidación de un aparato estatal de dimensión provincial, sustentado en la Constitución provincial de 1854, que incluía, a su vez, la implementación de reformas y dispositivos territoriales con el objeto de legitimar el nuevo orden político comandado por una élite que, si bien, en términos generales, se caracterizaba por su cohesión, no dejaba de fraccionarse ante situaciones coyunturales, tal como los escenarios electorales o el tratamiento de una ley particular (Bragoni, 2010; García Garino, 2016; Fucili, 2019). Asimismo, y tal como plantean los estudios encarados desde la perspectiva de la historia económica regional, Mendoza transitaría durante el periodo abordado el pasaje de un modelo productivo basado en la ganadería comercial con agricultura subordinada (1850-1880) hacia un modelo agroindustrial centrado en la vitivinicultura, proceso que estuvo signado por un afianzamiento del capitalismo y el traspaso de la influencia de la oligarquía modernizadora que habría dominado el poder político y económico hasta que este último, a partir de la década de 1870, habría pasado a manos de una burguesía de origen inmigratorio (Richard Jorba, 2010: 20-26).
El contexto que operaba como telón de fondo estaba, a grandes rasgos, signado por las características referidas, a las que hay que sumarle una dinámica cultura política que no dejó de poner en evidencia disputas que llevaron a hacer trastabillar la estabilidad de los gobiernos locales. En ese marco, el gobierno provincial fue creando una serie de agencias que buscaron fortalecer, cuando no crear, las condiciones que habilitaban el efectivo gobierno del territorio que estaba en pleno proceso de construcción. El Departamento Topográfico fue una de aquellas, y estuvo vinculado precisamente con la persecución de este último fin en una doble dimensión, por un lado, porque era la oficina que regulaba lo referido a la gestión de la espacialidad (delineación de calles y carriles por donde circulaba el agua, normas para la construcción de casas particulares y edificios públicos, creación y rectificación de caminos) y, por el otro, porque era la repartición encargada de habilitar el ejercicio de los agrimensores mediante una evaluación que constatara la posesión de un saber que era el que, a su vez, contribuía a dar forma a ese territorio.
Desde su creación en 1853 hasta el año 1887, cuando pasó a estar absorbido por el recién creado Ministerio de Obras Públicas y sus labores fueron reducidas, la historia del Departamento Topográfico no fue lineal. Con el objetivo de atender a las prácticas singulares de cada etapa, como también a las posibles continuidades a lo largo del período, hemos elaborado una periodización con fines estrictamente analíticos, aunque sustentada en acontecimientos que afectaron directamente la vida interna de la oficina. En ese sentido, una primera etapa es aquella en la cual el Departamento empezó a organizarse y abarca el período que inició en 1853, cuando un decreto provincial estableció su creación, hasta el año 1861, fecha del terremoto que provocó, entre otras cosas, la pérdida del espacio físico en el que la oficina funcionaba. La segunda etapa refiere al momento en el que el Departamento experimentó una existencia particular como oficina itinerante, durante los años 1861 a 1870, cuando se estableció un nuevo lugar para desarrollar las actividades y se le asignaron más recursos de los que había dispuesto hasta ese momento. Por último, la tercera etapa comenzaría en 1870, fecha en la que es posible ubicar la reactivación y consecuente consolidación del departamento como agencia estatal especializada en la gestión del territorio mendocino, hasta el año 1887, cuando, luego de una reorganización administrativa, dejó de figurar como dependencia autónoma.
3. La puesta en marcha de la oficina (1853-1861)
Según lo que establecía el decreto de mayo de 1853, la Comisión Topográfica debía abocarse, en términos generales, a todo lo relativo a límites y distribución de tierras públicas y particulares, a la delineación de calles y caminos, al levantamiento de planos, a la formación, indicación e inspección de las obras públicas y, puntualmente, al control y la dirección de los agrimensores[3]. A partir de entonces, se volvió requisito obligatorio que estos presentaran en la oficina todos los planos confeccionados por ellos para que, luego de su examen y aprobación por parte de quien fuera director del departamento, se registrara y archivara una copia. Por último, se sumaban tareas más vinculadas a lo judicial en cuanto se planteaba la necesidad de “informar al Gobierno, Juzgados i Tribunales de Justicia sobre las mensuras practicadas” y en las cuestiones que se suscitasen “sobre propiedad territorial”[4], como también se le adjudicaban todas aquellas “funciones del Tribunal Topográfico en los asuntos contenciosos i juicios de la facultad”[5], es decir, eran los miembros de la comisión[6] los que debían intervenir y decidir en los conflictos que emergieran dentro de su órbita de acción y conocimiento, reconociéndoles de esa manera un saber especializado.
Las fuentes analizadas evidencian que, en esta primera etapa de la historia del Departamento Topográfico, los recursos eran escasos. Pensar en los recursos de los que realmente disponía nos permite elaborar una representación más cercana a lo que fue la realidad posible de la oficina, como también imaginar cuáles eran las potenciales capacidades de las que disponía para cumplir –o no– con los objetivos que se había propuesto. Como lo planteó Mariana Canedo para el caso de Buenos Aires, “nos permite profundizar la dimensión operativa del Departamento” (2014: 10).
Para graficar la materialidad de la oficina, en un plano aún más concreto, en noviembre de 1853[7], se le presentó al oficial mayor del Ministerio General un inventario de los “enceres” de la oficina; algunos de ellos eran
una mesa de 3 1/3 de largo y 1 ½ de ancho pintada de 3 cajones y tiradores amarillos; una docena de sillas de maderas pintadas al olio; tres reglas largas de álamo; plumas, lápices, esponja, obleas y papel; una tabla muestra pa la puerta del Departamento[8].
Además de una serie de planos de distintas zonas de la provincia, había un conjunto de cuadernos destinados a recolectar apuntes y memorias, copias de la correspondencia mantenida con otras agencias y autoridades superiores, presupuestos y registro de los trabajos presentados por los agrimensores para su aprobación. Es posible advertir que no contaban con herramientas de trabajo especiales ni otros objetos de valor, algo que se repite a lo largo de estos años ya que una lista de similares características elaboró José Galigniana, quien ocupó el cargo de director en reiteradas ocasiones, en octubre de 1854[9], e, incluso, hay múltiples pedidos a autoridades superiores para poder disponer de una suma de dinero para poder comprar herramientas de trabajo y no depender exclusivamente de que los agrimensores pusieran a disposición las propias[10]. Esa escasez de recursos materiales podría haber estado vinculada con lo que menciona García Garino en torno a la existencia de “un problema endémico de esta década y las siguientes: la falta de fondos, que hacía tan difíciles las sanciones de leyes de presupuesto e impuestos” (2016: 99).
La mayor parte de las tareas que se concretaron en esta primera etapa estuvieron relacionadas con las necesidades del momento, las cuales justificaron la creación del departamento; quizás la más importante fue la de levantar el primer plano topográfico general de la provincia, el cual pasó a ser uno de los baluartes de los sucesivos inventarios del departamento[11]. También fue en los primeros años en que quienes ocuparon el cargo de director comenzaron a perfilarse como los agentes dedicados, por un lado, a establecer vínculos con otros agentes territoriales del gobierno local con el fin de recaudar información sobre trabajos que debía asumir el departamento y, por el otro, a dedicarse personalmente a ejecutarlos. En ese sentido, ese doble rol sirvió, fundamentalmente, para conocer en profundidad cuál era el verdadero estado de los caminos que conectaban a las distintas localidades mendocinas y las problemáticas que aquejaban a los habitantes de ellas.
Por ejemplo, en el año 1854, el director de ese momento, Carlos M. Rivarola, visitó la Villa de La Paz y, a partir del relevamiento que hizo, pudo dar cuenta de la mala conservación del antiguo camino real. Según él, “la causa de este mal es un pedazo pequeño de terreno rodeado de médanos”[12], con lo cual dejaba, al mismo tiempo, constancia de las condiciones geográficas del territorio. Sin embargo, tal vez lo más interesante de este informe fuera el intercambio con otro agente estatal, el decurión Pedro Benavides, quien le comentó “el poco miramiento con que se le trata por algunos vecinos al dar cumplimiento de sus deberes”[13]. Rivarola aprovechó una comunicación con el ministro de gobierno para posicionarse como un agente intermediario entre este y el decurión de La Paz, ya que insistió en “la penosa situación en que se encuentra para hacer cumplir sus funciones, hallándose desprovisto del medio de hacer respetar las disposiciones tanto en personas a quien mandar”[14], dejando entrever la cercanía que mantuvo con autoridades superiores.
Como forma de dar un orden interno a la oficina, José Galigniana, aparte de mencionar la necesidad de confeccionar un reglamento que regulase la actividad del departamento[15], se dispuso a crear un archivo compuesto por planos, croquis, comunicaciones oficiales, trabajos de agrimensores, mensuras y delineaciones, entre otras cosas, organizados en una serie de libros y cuadernos, que podrían haber buscado la estandarización del trabajo y la homogeneización de los métodos (Garavaglia y Gautreau, 2011), pero que también daban cuenta de la relevancia de los archivos para la acumulación del conocimiento público (Molina, 2020b). Por otro lado, una de las actividades que el Departamento Topográfico asumió luego de su creación fue la de examinar a los postulantes para recibir el título de agrimensor de número y, en caso de aprobación, otorgar el título. En ese sentido, el rol que empezó a tener como institución habilitante del ejercicio de la agrimensura le permitió centralizar las decisiones y los criterios de trabajo (Molina, 2020a).
Las tareas concretas y principales que se ejecutaron en esos años estuvieron vinculadas con la reparación del camino a Chile, con esa paradoja de la existencia de ciénagas en medio de un territorio de clima árido, las cuales complicaban el transporte, y con la construcción del canal del norte (Prieto, Abraham y Dussel, 2008; Martín, Rojas y Saldi, 2010; Molina, 2019). Con respecto a esta última obra, Galigniana sostenía:
Es de esperar que el Exmo gobierno no desestime la construcción de otro cauce, pues en la garantía de la salud recuperada y de la nueva existencia con que anima la agricultura y nuevos trabajos que aparecen sobre las tierras que han resucitado[16].
De esta manera, dejaba expuesto que el impacto en la vida cotidiana que las obras realizadas por el Departamento Topográfico reflejaban tenían como resultado una mejora en la calidad de vida de los habitantes de Mendoza en cuanto garantizaban salud, economía de distancias, mejor comunicación entre localidades y la reactivación del mercado laboral. Como cierre de su informe, y a modo de evaluación de las labores realizadas, expresaba: “El infrascrito se felicita al terminar el presente año como igualmente el periodo gubernativo de su excelencia dejando trabajos practicados e igualmente iniciados otros de no menos conveniencia pública”[17].
Hacia el final de la década de 1850, Jenaro Abasolo se hizo cargo de la dirección del Departamento Topográfico y elaboró una primera versión del reglamento de agrimensores[18], “cuya formación de ha ocupado esta oficina con objeto de metodizar el ejercicio de estas funciones”[19]. Siguiendo esa línea, la literatura sobre los Departamentos Topográficos advierte que en Buenos Aires, cuyo primer ensayo fue en 1825, “la administración intentó definir el rol de estos particulares agentes, [los agrimensores], mediante la emisión de reglamentos y prácticas diarias” (Garavaglia y Gautreau, 2011: 64), los cuales suponían llenar esa vacancia respecto del papel que debían cumplir los agrimensores. En tal sentido, lo mismo sucedía en otras provincias. Los agrimensores de Entre Ríos, por ejemplo, contaron con un primer reglamento a partir de noviembre de 1862, que estableció sus funciones y decretó que eran los “únicos jueces de la mensura” (Mazzitelli Mastricchio, 2018: 11), mientras que en Córdoba se creó el Departamento Topográfico en diciembre de 1862 con la misión de dar a los agrimensores “las instrucciones necesarias para realizar sus actividades” (Page, 2005: 154), y un año después ya contaban con el primer corpus reglamentario para estos practicantes del oficio (Maizón, 2013: 94).
4. El Departamento Topográfico, agencia itinerante (1861-1870)
En 1861 la ciudad de Mendoza fue destruida por un terremoto que diezmó a un tercio de la población urbana. En este sentido, las consecuencias de ese cataclismo a nivel infraestructural, demográfico y económico fueron de tal envergadura que implicaron, entre otras cosas, el traslado de la traza urbana principal (Cirvini, 1986, 1989), empresa en la cual tanto el Departamento Topográfico como los agrimensores por este habilitados para el ejercicio de su profesión tuvieron mucho que aportar. La reconstrucción citadina significó un gran problema para los gobernantes de ese momento, ya que la cuestión no se limitaba únicamente a decidir cuál era la zona más próspera y la adecuación física para ello, cuestión en la que numerosos geólogos fueron consultados (Ponte, 1986; García Garino, 2016), sino que también implicaba, por un lado, la lógica delineación y mensura de los terrenos ubicados en la nueva sede y, por el otro, la inspección de los antiguos terrenos convertidos en escombros y las rectificaciones necesarias para prevenir derrumbes y otros accidentes.
Según lo expresado en las fuentes históricas disponibles para estudiar esta segunda etapa de la oficina, es posible advertir una serie de cuestiones. En primer lugar, luego del terremoto, el puesto de director quedó vacante y la situación de acefalía se prolongó hasta julio de 1862, cuando, por medio de un decreto del gobernador, José Galigniana fue nombrado nuevamente “Jefe del Departamento Topográfico”[20], lo que dio inicio a un período caracterizado, principalmente, por la personalización en la gestión de la oficina, ya que, durante todos esos años, fue él quien la encarnó en sus proyectos y ejecuciones. No hubo durante este tiempo recambio de autoridades ni reconocimiento a otros agrimensores como miembros del departamento; se trató, además, de una agencia itinerante porque el terremoto también destruyó la sede física de la institución y muchos de los documentos e instrumentos que en ella se hallaban.
Galigniana, en enero de 1868, envió una carta al ministro de gobierno a partir de la cual ha sido posible reconstruir el funcionamiento de aquella desde la perspectiva de uno de los protagonistas. Según él, el terremoto había destruido el espacio donde funcionaba la oficina, pero, además, había muerto el agrimensor Pescara, por lo que todo había quedado “reunido” en su persona[21]. Es decir que se hizo cargo de las labores asignadas a quien fuera agrimensor de ciudad y también de las que le correspondían al director del Departamento Topográfico, cuestión que hace aún más difícil conocer cuál era la supuesta diferenciación entre uno y otro ya que, en este período, ambos puestos fueron ocupados por la misma persona. Asimismo, como otros documentos lo demuestran, a Galigniana lo nombraban indistintamente de una u otra manera e, incluso, cuando en esa misma carta reclamaba un aumento de estipendio y que se le pagara a un secretario para alivianar su tarea, él mismo mencionaba:
En cuanto al título con que me denomine me es indiferente, el que se me quiera darme para que en nada lo estimo y solo me contacto para que su Exelencia me allane el pago de amanuense que esta en servicio y que sin el no puedo operar en campaña particularmente[22].
En marzo de 1869, la situación no parecía haberse modificado, ya que, en una carta dirigida al jefe de la oficina de Estadística, José Galigniana contaba:
Después del terremoto no ha quedado en mi antecedente ninguno, ni he podido hasta hoy formar oficina, pues todo el personal del Departamento está reducido a mí, teniendo que andar diariamente sobre el caballo en la ciudad i la campaña, atendiendo a la formación de edificios y reforma de calles en cuanto a su ensanche y rectificación, amás de varias operaciones anexas a mi empleo.
A partir de estas palabras, pensamos en la idea de una oficina itinerante, que cobra materialidad solamente cuando su representante y sus instrumentos de trabajo se presentaban en el territorio en el cual se inscribían sus labores.
5. Situación política estable… ¿Consolidación del departamento?
Durante las décadas de 1870 y 1880, la situación política mendocina estuvo signada por “una estabilidad institucional inédita dando lugar a un ciclo de prosperidad material sin precedentes” (Bragoni, 2015: 95). Más allá de las disputas intraélites que emergían ante coyunturas particulares, las facciones que en ella se expresaban abrazaban un consenso liberal y sus diferencias nunca fueron lo suficientemente insalvables como para poner en cuestión los pilares sobre los que se asentaba el proceso hacia la consolidación del Estado (García Garino, 2016).
A diferencia de la etapa anterior, entre 1870 y 1887 la oficina alcanzó cierta consolidación en cuanto que las tareas emprendidas continuaban su curso más allá de quien fuera el que estuviera al mando en el Ejecutivo provincial.
En abril de 1871, el ingeniero Emilio Godoy fue el encargado de elaborar el proyecto de ley “dando nueva forma al Departamento Topográfico y replanteando deberes y atribuciones”[23]. En primer lugar, se estipulaba que este cuerpo de ingenieros y agrimensores dependientes del Ejecutivo provincial incorporaba a más personas en el equipo; así, pasó a estar compuesto por un jefe/director, dos aspirantes y el celador encargado de la limpieza de la oficina. Las tareas que implicaban el trabajo de campo del personal del departamento serían las de “completar el levantamiento topográfico de los terrenos cultivados de la provincia con la misma apariencia”[24], dibujar la línea de las calles de la ciudad para ordenar la construcción de casas y edificios, e inspeccionar y denunciar a quien correspondiera “el estado ruinoso de murallas, edificios i demas construcciones de uso público o particular” para que se decretase “su delineación o reparación”[25], atribuciones similares a las que dieron origen en 1853 a esta oficina, tal como ya hemos marcado.
Sin embargo, la novedad que el nuevo reglamento planteaba radicaba en aquellas atribuciones que el departamento debía asumir y que, al mismo tiempo, eran las que le adjudicaban un nuevo perfil a la oficina. Más allá de los trabajos técnicos recién enumerados, el Departamento Topográfico pasó a ser la agencia estatal dedicada a organizar, auditar e informar las licitaciones a privados para la ejecución de obras públicas. Este nuevo rol consolidó una tendencia que también venía ocurriendo en el resto de las provincias que contaban con una agencia de similares características. En las últimas décadas del siglo xix, “las obras públicas que [tomó] a su cargo el Estado fueron el instrumento que contó el gobierno para llevar a cabo su progreso” (Page, 2005: 145). Como consecuencia de ello, las tareas que el departamento debía asumir se iban complejizando a partir de que, por un lado, se disponía de nuevas tecnologías y herramientas que lo habilitaban y, por otro lado, porque el territorio sobre el cual se suponía debía incidir era de mayores proporciones gracias, entre otras cosas, al avance del gobierno provincial sobre los territorios de frontera (Sabato, 2012; García Garino, 2016; Fucili, 2019).
Sin duda, una de las notas de esta etapa es que el Departamento Topográfico desplegó, como nunca antes, los saberes técnicos con los que los agrimensores e ingenieros contaban para realizar las obras y los trabajos que emprendieron. Esto podría explicarse también como una consecuencia de que, a partir de la década de 1870, en los documentos oficiales se consideraba al departamento como una oficina técnica y, como tal, comenzaron a destinarse un porcentaje mayor del presupuesto provincial al de años anteriores para dotarlo de instrumentos cada vez más profesionales. Por otro lado, hubo también una clara intención por parte de los miembros del departamento de estandarizar las medidas y de que la provincia adhiriera al sistema métrico decimal, tal como se estaba haciendo en otras partes del país[26], lo cual confirma la tendencia hacia la normativización de la tarea realizada y por realizar (Garavaglia y Gautreau, 2011: 75).
El conjunto de obras ejecutadas y dirigidas por el Departamento Topográfico mendocino entre 1870 y 1887 superó la cantidad de proyectos emprendidos en las dos etapas anteriores. Algunos de los más importantes fueron la inspección en la construcción de edificios gubernamentales y aquellos destinados a iniciar un incipiente registro de la propiedad, elemento clave en el fortalecimiento del control territorial material y simbólico de los Estados provinciales (Cacciavillani, 2021).
Una ley sancionada en abril de 1887 estableció: “…el Departamento Topográfico e Irrigación, constituirán en adelante uno solo con la denominación de Departamento de Irrigación y Obras Públicas, bajo la dependencia general del Ministerio de Gobierno”[27]. Según la nueva disposición, el departamento pasó a estar organizado en ocho escalafones[28]. De esta manera, se cristalizaba la relevancia que el gobierno del agua debía tener para las autoridades de Mendoza, cuestión que ya se perfilaba a partir de los trabajos realizados por el Departamento Topográfico en las décadas anteriores (Martín, Rojas y Saldi, 2010; Molina, 2019a), pero que, a partir de ahora, quedaba explicitada al priorizar tales tareas sobre el resto.
6. ¿Un departamento por cada director? El problema de la personalización
A lo largo de las tres etapas que abarcan el período iniciado en 1853 y finalizado en 1887, fueron varias las personas sobre las que recayó la responsabilidad de dirigir el departamento. En el apartado anterior, fue posible atender al hecho de que cada agrimensor o ingeniero que ocupaba el cargo de director le daba una impronta particular y priorizaba algunas líneas de acción sobre otras posibles. Por ejemplo, mientras que Rivarola en la primera etapa buscó afianzar el rol del jefe del departamento como agente interlocutor entre otras agencias gubernamentales y las autoridades, otros directores buscaron organizar internamente al departamento, dotarlo de recursos y regular su tarea, como también establecer las pautas del ejercicio de la agrimensura en la provincia.
Más allá de que no siempre prosperaron o se materializaron, la regularidad, a lo largo de esos años, en la iniciativa de diversos agentes por confeccionar esos reglamentos nos da la pauta de que estos veían necesario diferenciar y, por lo tanto, especificar cuáles eran las atribuciones de los agrimensores y darles sistematización a sus procedimientos. Esta cuestión podría estar vinculada con la coincidencia, en términos weberianos, entre la configuración estatal y la formación de cuadros burocráticos. Para pensarlo en términos ideales, se trataba de un conjunto de personas que contaban con una calificación profesional, recibían un estipendio a cambio del trabajo realizado y realizaban esa tarea como principal actividad, tenían ante sí una posible carrera ascendente y estaban sometidas a un riguroso control y disciplina. Claro está que, según el caso que acá analizamos, estaríamos ante una burocracia incipiente, pero que, sin embargo, parecía iniciar un camino en esa dirección.
Cuadro 1. Directores/jefes del Departamento Topográfico
entre 1853 y 1887
Director/jefe del Departamento Topográfico | Período |
Carlos M. Rivarola | 05/1853 – 02/1854 |
Gerónimo Galigniana | 02/1854 – 03/1854 |
Carlos M. Rivarola | 03/1854 – 08/1855 |
José Galigniana | 08/1855 – 07/1858 |
Fernando Berghman | 07/1858 – 10/1858 |
Jenaro Abasolo | 10/1858 – 01/1859 |
Eusebio Galigniana | 01/1859 – 04/1859 |
Fernando Berghman | 04/1859 – 03/1861 |
José Galigniana | 07/1862 – 07/1869 |
Bouquet | 07/1869 – 06/1871 |
Emilio Godoy | 06/1871 – 11/1871 |
Bigi | 11/1871 – 08/1872 |
Rafael Aranda | 08/1872 – 12/1872 |
Eleodoro Estrella | 01/1873 – 12/1880 |
Julio Balloffet | 01/1881 – 1887 |
Fuente: elaboración propia a partir del análisis de los documentos de las carpetas n.° 34 y n.° 35 de la sección Independiente del Archivo General de la Provincia de Mendoza.
En los primeros años, la intermitencia fue la característica que marcó la durabilidad del cargo de director. Fue recién a partir de 1870 cuando las direcciones alcanzaron mayor estabilidad, independientes de las temporalidades propias de la administración política. Es decir, si cambiaba el gobernador o, incluso, el ministro de gobierno del cual dependía la oficina, esto no necesariamente incidía en el nombramiento de una nueva persona como director, cuestión que había caracterizado a esta oficina desde su creación.
Esto tampoco significaba que el Departamento Topográfico se mantuviera totalmente ajeno a la coyuntura política, por supuesto que la prioridad que se le daba a una u a otra tarea tenía que ver, principalmente, con las demandas del contexto y con las capacidades que ese Estado en formación iba acumulando para concretarlas.
La estructura interna de la oficina no sufrió demasiadas modificaciones hasta 1883, cuando a la recién mencionada se le sumó el reclutamiento de un encargado de la oficina de avalúo, un primer ayudante agrimensor, tres aspirantes y “un maestro conservador de las obras de agua potable”[29]. Unos años antes, precisamente en mayo de 1881, cuando asumió Balloffet la dirección del departamento, se estableció la figura del “segundo jefe”, el cual tenía las mismas atribuciones que las del director.
Para comprender cabalmente al Estado, Pierre Bourdieu aconseja prestarle atención al funcionamiento específico del microcosmos burocrático, es decir, a la estructura de agentes que, entre otras cosas, crean los discursos performativos que hacen ser al Estado (1993). En ese sentido, al igual que como lo planteó Mariana Canedo para el caso de Buenos Aires, las mismas personas ocupaban los distintos puestos y, muchas veces, las dinámicas de ascenso respondían a lógicas internas tales como contar con más experiencia o formación técnica que sus pares, o la ausencia intermitente de alguno de los miembros, ya que parecía ser que el cargo de empleado del Departamento Topográfico no era la única alternativa para ellos (2014: 25). En otras palabras, el conjunto de agrimensores que el Estado provincial, a través del Departamento Topográfico, habilitaba para ejercer la profesión circulaba dentro de la oficina ocupando los cargos vacantes según lo que las distintas coyunturas proponían.
7. Consideraciones finales
La creación del Departamento Topográfico en 1853 y su continuidad se inscriben en una tendencia que los gobiernos provinciales, durante la segunda mitad del siglo xix, venían experimentando. Como hemos mencionado en este capítulo, se trataba, por un lado, de la necesidad de contar con un capital informacional sobre el cual diseñar políticas efectivas de control y gobierno del territorio que aún estaban configurando y, por el otro, de la intención de centralizar la regulación del ejercicio de un saber especializado, la agrimensura, que incidía directamente en la configuración de ese territorio que gobernar.
A lo largo de los años comprendidos en este capítulo, esta agencia estatal experimentó distintas etapas, las cuales estuvieron caracterizadas por diversas prácticas y, especialmente, por diferentes niveles de institucionalización. Al hablar de institucionalización, lo hacemos desde un lugar que nos permita imaginar un estado de cosas en el que, por ejemplo, la dotación de recursos tienda a la estabilidad más allá de coyunturas específicas que puedan afectarla. La reflexión que nos propusimos para este capítulo estuvo dirigida a pensar la relación entre la personalización y la institucionalización desde una perspectiva histórica. Es decir, haciendo hincapié en la trayectoria del Departamento Topográfico mendocino en un período de años determinado.
A partir del análisis documental, ha sido posible advertir que, puntualmente en la década de 1860, la continuidad de la actividad del Departamento Topográfico se alcanzó por la labor realizada por José Galigniana, quien, pese a no contar con apoyo material por parte del gobierno provincial, continuó ejecutando una serie de tareas que le correspondían a la oficina. Sin embargo, su fallecimiento no implicó la desaparición del Departamento Topográfico. Lejos de eso, comenzó un período en el que la organización interna de este se complejizó a partir de la disposición de mayores recursos materiales y, principalmente, el crecimiento de su aparato burocrático. De esa manera, es posible pensar que aquella institucionalización, producto de la conformación de una burocracia más estable, estuvo estrechamente vinculada con el proceso de configuración estatal que venía produciéndose y que, en las décadas de 1870 y 1880, acabadas las rebeliones internas y contando con la cohesión de las élites en torno a un programa liberal, se fue consolidando (Bragoni y Míguez, 2010).
Para finalizar, creemos importante detenernos en la “trampa” que puede traer aparejada el planteamiento de una reflexión en esos términos. Tal como está planteado, pareciera que el Departamento Topográfico osciló entre una forma y otra, o estaba personalizado en quienes lo dirigían, o trascendía esa personalización en sujetos concretos y alcanzaba la institucionalización. Pensado así, ambas situaciones parecieran incompatibles. No podría, de esta manera, una oficina estatal depender para su existencia y continuidad de quienes la encarnaban y al mismo tiempo alcanzar la institucionalidad. En ese sentido, nos preguntamos si es necesariamente dialéctica la relación entre el fenómeno de la personalización y la institucionalización. ¿No podría producirse una institucionalización vía la personalización? El caso del Departamento Topográfico mendocino analizado habilita esta última consideración en cuanto la etapa “itinerante” de Galigniana quizá fue la experiencia que permitió “sostener” la oficina en un contexto por demás adverso, consolidando y habituando desde la práctica cotidiana una gestión del territorio que, cuando las condiciones mejoraron, logró afincarse materialmente en el organigrama gubernamental.
Referencias bibliográficas y fuentes
Fuentes inéditas
AGPM, Sección Independiente, Carpeta 34, Documentos 2 al 86.
AGPM, Sección Independiente, Carpeta 35, Documentos 1 al 45.
AGPM, Sección Independiente, Registro Oficial, años 1853-1887.
Referencias bibliográficas
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- Este trabajo se enmarca dentro de una beca doctoral de Conicet (2020-2025), cuyo plan de investigación lleva por título “Trayectorias de instituciones y gestores vinculados al proceso de apropiación territorial del Estado provincial en Mendoza, fines del siglo xix y comienzos del siglo xx”, bajo la dirección de la Dra. Eugenia Molina. Cabe marcar que la beca se otorgó en el marco del Proyecto de Unidad Ejecutora de Conicet Convocatoria 2018 “El Estado Argentino y sus gestores: trayectorias, identidades y disrupciones, 1852/3-2010. De lo disyunto a lo complejo” (responsable científico: Dra. Beatriz Figallo. Código 22920180100003 CO. Periodo 2019-2023).↵
- 16/05/1853, Registro oficial, AGPM.↵
- Estas tareas y obligaciones están detalladas entre los artículos 2.° y 4.° del decreto de creación de la Comisión Topográfica: AGPM, In, Registro oficial, 16/05/1853, f. ii.↵
- 16/05/1853, Registro oficial, AGPM, Artículo 7, f. ii.↵
- 16/05/1853, Registro oficial, AGPM, Artículo 1, f. ii.↵
- Según los documentos consultados, era indistinto el uso de los términos “Comisión Topográfica” y “Departamento Topográfico”.↵
- 25/06/1853, AGPM, Carp. 34, Doc. 2, f. 9.↵
- 25/06/1853, AGPM, Carp. 34, Doc. 2, f. 9.↵
- 03/10/1854, AGPM, Carp. 34, Doc. 6, f. 6.↵
- 13/12/1855, AGPM, Carp. 34, Doc. 10, f. 10 y 24/10/1858, AGPM, Carp. 34, Doc. 42, f. 2.↵
- 23/12/1854, AGPM, Carp. 34, Doc. 6, f. 3 y 03/10/1854, AGPM, Carp. 34, Doc. 6, f. 6.↵
- 28/04/1854, AGPM, Carp. 34, Doc. 9, f.1.↵
- 28/04/1854, AGPM, Carp. 34, Doc. 9, f.2. ↵
- 28/04/1854, AGPM, Carp. 34, Doc. 9, f.1.↵
- 13/12/1855. AGPM, Carp. 34, Doc. 11, f. 2.↵
- 13/12/1855, AGPM, Carp. 34, Doc. 11, f. 3.↵
- 13/12/1855, AGPM, Carp. 34, Doc. 11, f. 5. ↵
- No hallamos el original de ese reglamento en el AGPM, únicamente pudimos tener acceso a la carta mediante la cual Jenaro Abasolo, director del Departamento, eleva una copia del mismo para que sea evaluado por autoridades superiores.↵
- 28/12/1858, AGPM, Carp. 34, Doc. 42, f. 3.↵
- 1/10/1862, AGPM, Carp 34, Doc. 48, f.1.↵
- 20/01/1868, AGPM, Carp. 34, Doc. 56, f. 2.↵
- 20/01/1868, AGPM, Carp. 34, Doc. 56, f. 2.↵
- 13/04/1871, AGPM, Carp. 35, Doc. 66, f. 1.↵
- 13/04/1871, AGPM, Carp. 35, Doc. 66, f. 2.↵
- 13/04/1871, AGPM, Carp. 34, Doc. 66, f. 3.↵
- 20/04/1872, AGPM, Carp. 34, Doc, 72b, f. 2.↵
- 11/04/1887, AGPM, Registro oficial, p. 166.↵
- 10/03/1887, AGPM, Carp. 35, Doc. 41, f. 1.↵
- AGPM, In, C 35, D 14a, 01-05-1883, f. ii. ↵