Presentación
Desde su aparición, el uso de dispositivos tecnológicos en la infancia generó interrogantes y controversias entre padres, madres, docentes e investigadores. Actualmente, la confianza en la potencialidad educativa de estas herramientas coexiste con cierto temor sobre su impacto negativo en etapas iniciales del desarrollo.
Diversos estudios encontraron que el uso excesivo de dispositivos tecnológicos a edades tempranas se asocia a mayores riesgos de sobrepeso y obesidad (Cox et al., 2012; Wen et al., 2014) y a menos horas de sueño por noche (Cespedes et al., 2014). Otras investigaciones encontraron que ver televisión en exceso podría asociarse a dificultades socioemocionales y del desarrollo del lenguaje, probablemente debido a que el uso excesivo de pantallas disminuye o sustituye el tiempo de interacción social con pares y adultos (Madigan et al., 2019; Schmidt et al., 2008; Tomopoulos et al., 2010; Zimmerman et al., 2007).
En este marco, la Academia Americana de Pediatría (AAP) ha publicado una serie de recomendaciones destinadas a pediatras, padres y madres sobre el correcto uso de estos dispositivos a edades tempranas (AAP, 1999; 2011; 2013; 2016). Clásicamente se ha sugerido evitar el uso de pantallas en niños menores de un año y medio y limitar el tiempo a no más de una hora diaria en niños de entre 2 y 5 años. En estas recomendaciones se ha destacado la importancia de construir espacios y momentos libres de pantallas, y que su empleo no desplace ni sustituya el ejercicio físico, las horas de sueño, el juego y la interacción social. Asimismo, se ha enfatizado que los niños utilicen estos dispositivos con acompañamiento y supervisión de un adulto que mediante el diálogo e interacción ayude a comprender y relacionar lo que observan con el mundo que los rodea. También se destaca la importancia de evitar contenido violento, programas acelerados y aplicaciones con elementos distractores que los pequeños no comprenden, optando por contenido adecuado a su edad y de tipo educativo.
En esta misma línea, la Organización Mundial de la Salud (OMS), en el marco de una serie de lineamientos sobre la actividad física, el comportamiento sedentario y el sueño en niños menores de 5 años, enfatizó la importancia de limitar el uso de pantallas en esta franja etaria (OMS, 2019). Considerando que la primera infancia es una etapa caracterizada por un rápido desarrollo físico y cognitivo, en que se conforman hábitos tanto en el niño como en las dinámicas familiares, la OMS recomienda sustituir el tiempo que el niño permanece sedentario y en soledad frente a una pantalla por actividad física, situaciones de juego y lectura con un adulto, preservando las horas de sueño necesarias para su edad.
En el contexto local, la Subcomisión de Tecnologías de la Información y Comunicación de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) también sugiere limitar el uso de pantallas en niños pequeños (Melamud y Waisman, 2019; SAP, 2017). En consonancia con las recomendaciones internacionales, desaconseja su uso antes del año y medio de vida, sugiere limitar el tiempo de uso a no más de una hora por día en menores de 5 años y destaca la importancia de la supervisión de un adulto para evitar la exposición a contenidos inapropiados para la edad o en horarios que afecten el sueño o la interacción social del niño con miembros de su familia.
Cabe aclarar que estas sugerencias referidas al uso recreativo de tecnologías experimentaron ciertas modificaciones a raíz de la pandemia por COVID-19. El aislamiento social, preventivo y obligatorio condujo a que los dispositivos tecnológicos fueran el medio privilegiado para sostener actividades sociales y educativas, lo que aumentó las horas de pantalla, por lo que en tiempos de pandemia se enfatiza la necesidad de supervisar la calidad del contenido y el contexto en que los niños emplean estas herramientas, y no solo el tiempo de uso (SAP, 2020).
A pesar de las clásicas recomendaciones, en los últimos años numerosas investigaciones documentaron la presencia de dispositivos tecnológicos en los hogares y el uso cada vez mayor por parte de niños pequeños. En este sentido, organizaciones como Common Sense Media, de Estados Unidos, promueven el uso seguro de dispositivos tecnológicos y de contenido digital en niños y adolescentes. Entre otras actividades, evalúa y califica contenidos digitales, elabora recomendaciones y realiza capacitaciones dirigidas a familias y educadores. Esta organización, junto a otras organizaciones filantrópicas –como la Fundación Kaiser Family– realizaron numerosos estudios para indagar la tenencia y hábitos de uso de tecnologías en hogares estadounidenses (Holloway et al., 2013; Kabali et al., 2015; Lauricella et al., 2015; Rideout et al., 2003; Rideout, 2011; 2014; 2017; Vandewater et al., 2007). Estos estudios reportaron que en casi todos los hogares hay al menos un televisor, que la mayoría de los adultos tiene smartphone y tablet y que los niños interactúan con estos dispositivos desde su primer año de vida. Por ejemplo, Kabali et al. (2015) encontraron que la mayoría de los niños miraba televisión diariamente independientemente de su edad y que casi la mitad de los niños de un año usaba dispositivos móviles todos los días para jugar, mirar videos o usar aplicaciones. El uso de dispositivos móviles aumentaba significativamente con la edad y hacia los 2 años la mayoría de los niños utilizaba estos dispositivos todos los días. Además, hacia los 4 años la mayoría tenía su propia tablet y la mitad, su propia televisión. En cuanto a los hábitos de los adultos, la mayoría dejaba que los niños jugaran con dispositivos móviles y se los daban cuando tenían que realizar alguna actividad. Lauricella et al. (2015) encontraron que un mayor tiempo de uso de tecnologías por parte de padres y madres, y una percepción positiva sobre su utilización, se asociaba a un mayor uso por parte de sus hijos.
Estos resultados están en línea con los de estudios realizados en países europeos como España (Tena et al., 2019), Portugal (Brito, 2018), Francia (Cristia y Seidl, 2015), Holanda (Nikken y Schols, 2015) e Irlanda (Ahearne et al., 2015), que reportaron una tendencia creciente en el acceso y uso de dispositivos tecnológicos por parte de niños pequeños.
En Latinoamérica, si bien se cuenta con menor evidencia empírica a edades tempranas, algunos estudios también advierten y reflexionan sobre la fuerte presencia de estos dispositivos, como en el caso de Chile (Berríos et al., 2015), Ecuador (Álvarez-Cadena et al., 2020) y Colombia (Aristizábal-García, 2020).
Frente a la gran cantidad de investigaciones realizadas a nivel internacional, en la Argentina son escasos los antecedentes sobre el tema (Pedrouzo et al., 2020; Waisman et al., 2018). Por ejemplo, Waisman et al. (2018) reportaron el uso de pantallas en niños de entre 6 meses y 5 años en Río Cuarto (Córdoba). Encontraron que de manera similar a lo que sucede en otros países, los niños están expuestos a las pantallas desde muy temprano en sus vidas. Casi todos los hogares tenían televisión, una gran proporción computadora y la mayoría de los padres y madres tenían smartphone. La gran mayoría de los niños miraba televisión diariamente o varias veces a la semana, y más de la mitad utilizaba pantallas móviles con mucha frecuencia, aunque antes de los 2 años interactuaban en menor medida con pantallas táctiles.
En este marco, en el equipo de investigación adaptamos un cuestionario que indaga la tenencia, hábitos y percepción de uso de tecnologías en los hogares. En función de pruebas piloto y resultados preliminares (Raynaudo et al., 2017; Sartori et al., 2017), y dada la escasez de antecedentes en el contexto local, el estudio 5 presenta la investigación realizada en el marco de este trabajo.
Estudio 5
Tenencia, hábitos y percepción de uso de dispositivos tecnológicos en los hogares
El objetivo de este estudio fue indagar la tenencia, hábitos y percepciones de uso de dispositivos tecnológicos en padres, madres o adultos responsables de niños de hasta 8 años.
Método
Participantes: participaron 400 madres, padres y adultos responsables de niños de hasta 8 años.
Materiales: cuestionario denominado “Tecnologías en los hogares y su uso por parte de niños (0-8 años) en Argentina” (Sartori et al., 2017). Este consiste en una traducción y adaptación del cuestionario utilizado por A Common Sense Media (Rideout, 2013). La adaptación implicó que algunas preguntas fueran eliminadas, otras fueran agregadas y otras, modificadas. El cuestionario consta en su mayoría de preguntas cerradas de elección múltiple y de escala Likert, y también de algunas preguntas abiertas. El instrumento está compuesto por 33 ítems distribuidos en cuatro apartados que indagan:
- Datos demográficos: quién contesta, edad y nivel de estudio alcanzado, ocupación, ciudad y provincia en que vive, género del niño y con quién vive.
- Tenencia de dispositivos tecnológicos en el hogar: qué dispositivos tienen, a cuáles tiene acceso el niño, qué tipo de celular tiene el adulto, si conoce qué son las aplicaciones, cuántas descargó en su smartphone o tablet, cuántas fueron descargadas para el niño y si alguna es educativa.
- Hábitos de uso por parte de adultos y niños: actividades que el niño realiza en smartphone o tablet y frecuencia semanal con que niños y adultos realizan determinadas actividades que implican el uso de tecnologías.
- Percepción de los adultos sobre el uso de dispositivos tecnológicos en la infancia: se presentan frases controversiales y los adultos deben indicar su grado de acuerdo entre cinco opciones de respuesta: completamente de acuerdo, de acuerdo, ni en acuerdo ni en desacuerdo, no acuerdo y completamente en desacuerdo.
Procedimiento: distribuimos una versión impresa del cuestionario en diversas instituciones educativas ubicadas en las localidades de Empalme Villa Constitución, Villa Constitución y Rosario (Santa Fe, Argentina). El cuestionario también se distribuyó virtualmente mediante un formulario de Google, con la finalidad de ampliar la muestra y acceder a otras provincias del país.
Resultados
Características de los participantes: el cuestionario fue contestado por mamás (83,60%), papás (13,80%) abuelos y tíos (2,60%). En cuanto a su edad, tenían entre 18 y 63 años, la mayoría de los cuales tenía entre 25 y 35 años (49,60%). Respecto a la educación formal, el 60,80% tenía estudios terciarios o universitarios; el 36% tenía estudios secundarios y el 3,20%, estudios primarios. En cuanto a su ocupación, el 82,75% trabajaba en sus profesiones u oficios, el 15,25% trabajaba exclusivamente en las tareas del hogar y cuidado de los niños y el 2% no contestó.
La mayoría de las personas que respondieron eran de la provincia de Santa Fe (73,50%). También se obtuvieron datos de Buenos Aires (11%), Entre Ríos (8,80%) y Córdoba (3%). El 3,70% restante era de las provincias de Neuquén, Río Negro, Chubut, San Luis, La Rioja, Santiago del Estero, Tucumán, Salta y Jujuy.
En cuanto a los niños por quienes se respondió el cuestionario, el 50,80% eran niños y el 49,20%, niñas. Respecto a su edad, el 38,60% tenía hasta 3 años, el 44,90% entre 4 y 5 años y el 16,50% entre 6 y 8 años. Con relación a con quién vivían, el 41,80% vivía con la mamá y el papá; el 41%, con la mamá, el papá y los hermanos; el 5,50% vivía solo con la mamá; el 3%, con la mamá y los hermanos; el 3,30%, con la mamá y su familia extendida (abuelos, tíos); el 2,80%, con la mamá, el papá y la familia extendida; el 0,80%, con la mamá y la pareja de su mamá; el 0,80%, con la mamá, la pareja de la mamá y los hijos de la pareja; el 0,50% vivía con el papá; y el 0,50% no contestó.
Tenencia y hábitos de uso de dispositivos tecnológicos en el hogar: en cuanto a la presencia de dispositivos en el hogar, el 85,80% tenía Smart TV o Led y el 83,50% notebook, netbook o computadora de escritorio. Asimismo, el 85,30% tenía servicio de internet y el 84,50% contaba con servicio de cable. El 68,30% tenía televisor de tubo; el 60,30%, tablet; el 55,80%, DVD; el 30,30%, MP3; el 28% tenía consola de video juegos (Xbox, PlayStation o Wii); el 9,50% tenía grabador digital de video; el 6%, videojuegos portátiles y el 4,80%, e-reader. Además, el 48,50% de los niños tenía su propia TV en su habitación.
En cuanto al tipo de celular, el 96,30% de los adultos tenía un smartphone; el 3,20%, un celular clásico (solo para llamadas y mensajes) y el 0,50% no tenía celular. La mayoría (86,70%) sabía qué son las aplicaciones, el 11,50% indicó no estar seguro y un 1,80% refirió no saber en qué consisten. Al indagar cuántas aplicaciones habían descargado en su smartphone, la mayoría (69,30%) refirió que descargó entre una y nueve, un 11,30% indicó que ninguna, un 11,10% indicó que entre 10 y 19, un 5,40% indicó que más de 20 y el 2,90% no sabía o no contestó. Al consultarles cuántas aplicaciones habían descargado en su tablet (en caso de tener), el 38,30% había descargado entre una y nueve, el 38,30% no había descargado aplicaciones, el 14,10% entre 10 y 19, el 4,20% más de 20 y el 5,10% no sabía o no contestó. Al preguntarles si alguna de estas aplicaciones era de tipo educativa para el niño, el 39,80% respondió que sí, el 37% que no y un 23,30% no contestó. Al indagar cuáles eran, las respuestas más frecuentes refirieron a que se trataba de aplicaciones para aprender letras, números y colores, así como rompecabezas y juegos de memoria.
En relación con los dispositivos tecnológicos a los cuales tenían acceso los niños, el 88,20% tenía acceso a la TV (común, Led o Smart TV), el 58,80% al smartphone, el 51,60% a la tablet, el 41,60% a la computadora, el 13,60% a consola de video juegos (Xbox, Playstation, Wii), el 4,80% al MP3, el 2,80% a videojuegos portables y el 1,50% al e-reader. La Tabla 10 muestra la distribución de estas frecuencias en función de las edades de los niños. Para ello, consideramos los cuatro dispositivos a los que más acceso tenían: TV, smartphone, tablet y computadora.
Tabla 10. Acceso a dispositivos tecnológicos en función de la edad de los niños
Dispositivos | Edad del niño | Total | ||
Hasta 3 años | De 4 a 5 años | De 6 a 8 años | ||
TV | 33,50% | 39,80% | 14,90% | 88,20% |
Smartphone | 22,20% | 27,80% | 8,80% | 58,80% |
Tablet | 15,40% | 25,60% | 10,60% | 51,60% |
Computadora | 11,60% | 20,70% | 9,30% | 41,60% |
Al indagar qué actividades realizaban los niños en dispositivos móviles, como smartphone o tablet, el 87,20% refirió que miraban videos, el 61,60% jugaba, el 33,50% miraba televisión, el 19,70% usaba aplicaciones, el 8,30% leía o le leían libros y el 4,60% no interactuaba con estos dispositivos. La Tabla 11 muestra la distribución de estas frecuencias en función de las edades de los niños.
Tabla 11. Actividades con dispositivos móviles en función de la edad de los niños
Actividades con dispositivos móviles | Edad del niño | Total | ||
Hasta 3 años | De 4 a 5 años | De 6 a 8 años | ||
Mirar videos | 34,20% | 39,20% | 13,80% | 87,20% |
Jugar | 15,30% | 33,20% | 13,10% | 61,60% |
Mirar TV | 11,60% | 15,60% | 6,30% | 33,50% |
Usar apps | 6,80% | 8,60% | 4,30% | 19,70% |
Leer o que le lean | 2,30% | 3,50% | 2,50% | 8,30% |
Ninguna | 2,80% | 1% | 0,80% | 4,60% |
En relación con los hábitos semanales de los niños, el Gráfico 5 muestra la frecuencia con que: 1) miraban TV; 2) jugaban con juegos educativos en smartphone o tablet (por ejemplo rompecabezas o juegos de memoria); 3) utilizaban aplicaciones solo para divertirse en smartphone o tablet; 4) utilizaban aplicaciones creativas (por ejemplo para dibujar, componer música y crear videos) en smartphone o tablet; 5) miraban videos o TV en smartphone o tablet; 6) los adultos les leían por medio de una tablet u otro dispositivo; 7) los adultos les leían en soporte papel.
Gráfico 5. Hábitos semanales de los niños
En cuanto a los hábitos de los adultos, indagamos la frecuencia semanal con que realizaban determinadas actividades que implicaban darles dispositivos tecnológicos a los niños. El Gráfico 6 muestra la frecuencia con que: 1) daban al niño su smartphone u otro dispositivo como forma de entretenimiento cuando estaban fuera del hogar y estaban ocupados; 2) daban al niño algún dispositivo como forma de entretenimiento cuando realizaban alguna tarea dentro del hogar; 3) miraban el celular u otro dispositivo mientras jugaban con el niño; 4) miraban junto al niño programas de TV para adultos.
Gráfico 6. Hábitos semanales de los adultos
En lo referido a los hábitos en los hogares, el Gráfico 7 muestra la frecuencia con que: 1) la TV estaba prendida, incluso cuando nadie la miraba; 2) el niño utilizaba más de un dispositivo a la vez.
Gráfico 7. Hábitos en los hogares
Percepción adulta sobre el uso de tecnologías en la infancia: se presentaron frases controversiales sobre la utilización de dispositivos tecnológicos en la infancia y los adultos debían indicar su grado de acuerdo, seleccionando entre cinco opciones de respuesta. El Gráfico 8 muestra las percepciones de los adultos ante las afirmaciones: 1) “el uso de tecnología es imprescindible para el desarrollo intelectual y escolar de los niños”; 2) “la tecnología afecta el tiempo que pasamos en familia”; 3) “los niños no tendrían que utilizar dispositivos tecnológicos”; 4) “los niños tendrían que jugar con materiales concretos y no con dispositivos tecnológicos”; 5) “el uso de tecnología provoca dificultades o daños psíquicos, emocionales e intelectuales”; 6) “los niños de hoy en día saben utilizar las tecnologías intuitivamente mejor que los adultos”; 7) “las tecnologías sirven únicamente para entretener al niño y no tienen potencial educativo”.
Gráfico 8. Percepción adulta sobre el uso de dispositivos tecnológicos en la infancia
Análisis multidimensional de datos
El análisis multidimensional de datos, a través de las técnicas de análisis factorial y de clasificación, permitió considerar simultáneamente todas las variables en estudio y construir perfiles o grupos de participantes con características similares, en función de sus hábitos y percepción sobre el uso de tecnologías. Para este análisis, se excluyeron aquellos cuestionarios que tenían cinco o más preguntas sin responder. Así, trabajamos con una muestra constituida por 375 casos.
Del total de variables en estudio seleccionamos como variables activas la edad del niño y aquellas relativas a la tenencia, hábitos y percepción de los adultos sobre el uso de tecnologías. Las variables ilustrativas fueron la edad del adulto y el género del niño.
El análisis factorial permitió observar la asociación de las variables y categorías. En el factor 1, se proyectaron variables relativas al acceso y frecuencia de uso de tecnologías por parte de los niños. Se observó una clara oposición entre variables y categorías. Por un lado, aparecieron vinculadas aquellas que refieren al acceso y uso elevado y/o diario (por ejemplo: el niño tiene acceso a la tablet, usa aplicaciones, mira videos, tiene su propia TV en su habitación, etc.), y, por otro lado, aquellas que indican que los niños no utilizan tecnologías (por ejemplo: el niño no tiene acceso a dispositivos, no mira TV, no usa aplicaciones). En el factor 2, se proyectaron variables referidas a la percepción de los adultos sobre el uso de tecnologías y variables referidas a la frecuencia de uso por parte de los niños. Por un lado, aparecieron vinculadas categorías que expresan una percepción negativa (por ejemplo: “estoy completamente de acuerdo en que los dispositivos tecnológicos generan en los niños aislamiento y dificultades en la socialización” y en que “el uso de tecnología provoca dificultades o daños psíquicos, emocionales e intelectuales”) y un uso diario de tecnologías (por ejemplo: el niño a diario mira videos en dispositivos móviles y usa aplicaciones para divertirse), y por otro lado aparecieron vinculadas categorías que no expresan acuerdo ni desacuerdo sobre el uso de tecnologías (por ejemplo: “ni acuerdo ni desacuerdo con que el uso de tecnología provoca dificultades o daños psíquicos, emocionales e intelectuales”) y expresan una menor frecuencia de uso (por ejemplo: el niño mira TV hasta tres o cuatro veces a la semana).
De manera complementaria al análisis factorial, la técnica de clasificación condujo a la conformación tres grupos de participantes.
Grupo 1. Aceptación y uso bajo
Conformado por 151 casos, constituye el 40,27% de la muestra. Este grupo se asoció a un nivel educativo universitario de los padres y a la edad de niños, en su mayoría, de hasta 3 años. Según informaron sus padres, se trata de niños que no tenían acceso a tablets, smartphones ni computadoras. Por tanto, no utilizaban aplicaciones, softwares ni sitios virtuales. En cuanto a la tenencia de dispositivos en el hogar, se trata de familias que en su mayoría no tenían tablet, DVD ni consola de videojuegos.
Los adultos en general tenían una percepción negativa sobre el uso de tecnologías. Si bien no expresaron acuerdo ni desacuerdo respecto de las frases “el uso de tecnología provoca dificultades o daños psíquicos, emocionales e intelectuales” y “jugar con tecnologías también es jugar, solo es una nueva forma de hacerlo”, estuvieron completamente de acuerdo con que “los niños tendrían que jugar con materiales concretos y no con dispositivos tecnológicos”. Acordaron con que “los niños no tendrían que utilizar dispositivos tecnológicos”. Asimismo, no acordaron con que “el uso de tecnología es imprescindible para el desarrollo intelectual y escolar de los niños”.
Grupo 2. Aceptación y uso moderado
Conformado por 152 casos, constituye el 40,53% de la muestra. Este grupo no se asoció a un nivel educativo en particular de los adultos y los niños en su mayoría tenían entre 4 y 5 años de edad.
Se trata de niños que tenían acceso a dispositivos móviles, como tablets y smartphones. Utilizaban aplicaciones, software y sitios virtuales, con fines de entretenimiento y educativos hasta cuatro días a la semana. Además, jugaban habitualmente con juguetes interactivos (muñecos que hablan, peluches con luces y sonido), tenían acceso a la televisión, a consola de video juegos y a la computadora.
En cuanto a la tenencia de dispositivos tecnológicos, se trataba de familias que en su gran mayoría tenían Smart TV y cable y los niños tenían televisión en su habitación. Respecto a sus hábitos, los padres informaron que entre uno y dos días a la semana les daban auriculares a los niños para que miraran videos cuando realizaban actividades que requirieran silencio. Además, entre cinco y seis días a la semana les daban dispositivos tecnológicos cuando tenían que hacer actividades en el hogar. También informaron que les leían libros tanto en formato papel como electrónico hasta tres o cuatro días a la semana.
Grupo 3. Aceptación y uso alto
Conformado por 72 casos, constituye el 19,20% de la muestra. Este grupo se asoció a un nivel educativo secundario de los adultos responsables, y no se asoció a franja etaria alguna de los niños.
Se trata de niños que utilizaban dispositivos tecnológicos, interactuaban con smartphones y tablets y miraban televisión todos los días, sea como forma de entretenimiento o con fines de aprendizaje. En cuanto a la tenencia de dispositivos tecnológicos en el hogar, se trata de familias que tenían tablet y consola de videojuegos y los niños contaban con televisión en su habitación. Respecto a sus hábitos, los adultos señalaron que todos los días leían libros a sus niños en dispositivos tecnológicos. Además, diariamente miraban su smartphone mientras jugaban con sus niños y les daban este u otro dispositivo cuando tenían que realizar alguna actividad fuera o dentro de su hogar. Asimismo, señalaron que en su hogar siempre estaba la televisión prendida, incluso cuando nadie la mira, y por tanto los niños siempre utilizaban más de una tecnología a la vez.
Se trata de adultos que expresaron una percepción positiva sobre el uso de tecnologías. Estuvieron completamente de acuerdo con las frases “los niños de hoy en día saben utilizar las tecnologías intuitivamente mejor que los adultos” y “jugar con tecnologías también es jugar, solo es una nueva forma de hacerlo”. Acordaron con que “el uso de tecnología es imprescindible para el desarrollo intelectual y escolar de los niños”. Además expresaron desacuerdo con que “la tecnología nos hace pasar menos tiempo en familia” y estuvieron completamente en desacuerdo con las siguientes frases: “el uso de tecnología provoca dificultades o daños psíquicos, emocionales e intelectuales”, “los niños tendrían que jugar con materiales concretos y no con dispositivos tecnológicos”, “los niños no tendrían que utilizar dispositivos tecnológicos”, “los dispositivos tecnológicos generan en los niños aislamiento y dificultades en la socialización” y “comprender algunos aspectos de las tecnologías es una tarea dificultosa para los niños”.
Discusión
Este estudio tuvo por objetivo indagar la tenencia, hábitos y percepciones de uso de dispositivos tecnológicos en padres, madres o adultos responsables de niños de hasta 8 años. Para ello, adaptamos un cuestionario implementado en Estados Unidos (Rideout, 2013), que denominamos “Tecnologías en los hogares y su uso por parte de niños (0-8 años) en Argentina” (Sartori et al., 2017).
El cuestionario fue respondido mayormente por mamás y en menor medida por papás, abuelos y tíos. Si bien contamos con información de diversas provincias, la mayoría de los participantes vivía en el centro del país.
Los dispositivos tecnológicos más presentes en los hogares fueron la TV, la computadora y la tablet. Además, la gran mayoría de los adultos tenía smartphone y utilizaba frecuentemente diversas aplicaciones. Al igual que en otras investigaciones (Lauricella et al., 2015; Waisman et al., 2018), los cuatro dispositivos a los que más tenían acceso los niños eran la TV, el smartphone, la tablet y la computadora. Además, casi la mitad de los niños tenía su propia TV en su habitación.
Un resultado interesante fue que, considerando los niños que tenían acceso a estos dispositivos, la mayoría tenía entre 4 y 5 años, mientras que los de entre 6 y 8 años eran los que menos los utilizaban. Estos resultados entran en tensión con el estudio de Kabali et al. (2015) y con la idea comúnmente aceptada de que el uso de dispositivos aumenta con la edad, y podría vincularse tanto a la percepción de los adultos sobre el uso de tecnologías como a la edad y nivel educativo del niño. Los más pequeños, de hasta 3 años, utilizan en menor medida estos dispositivos probablemente debido a que los adultos advierten el riesgo que su uso implica en etapas iniciales del desarrollo; mientras que entre los 4 y los 5 años se incorporarían como herramientas de juego o entretenimiento, y entre los 6 y los 8 años su uso disminuye nuevamente por el inicio de la escolaridad primaria.
En relación con los hábitos de los niños, encontramos que la gran mayoría miraba televisión todos los días o varias veces a la semana. Además, utilizaban dispositivos móviles para mirar videos o TV y jugar, y en menor medida para usar aplicaciones y que les lean libros, siendo más frecuente la lectura en formato papel. Asimismo, la mayoría de los adultos daba algún dispositivo al niño, dentro o fuera de su hogar, como forma de entretenimiento al menos una o dos veces por semana. Por tanto, el uso de estos dispositivos fue mayormente con fines lúdicos o de entretenimiento y no educativos.
Estos resultados muestran una tendencia similar a los reportados en Estados Unidos (Lauricella et al., 2015; Rideout, 2017), Europa (Ahearne et al., 2015; Cristia y Seidl, 2015; Nikken y Schols, 2015; Tena et al., 2019), Latinoamérica (Álvarez-Cadena et al., 2020; Aristizábal-García, 2020; Barrios et al., 2015) y la Argentina (Pedrouzo et al., 2020; Waisman et al., 2018). Sin embargo, en el presente estudio la presencia y uso de estas herramientas se encontró en menor proporción que en las investigaciones mencionadas.
En cuanto a la percepción de los adultos, si bien la mayoría advirtió que el uso de tecnologías afecta el tiempo compartido en familia y que los niños deberían jugar más con materiales concretos, en términos generales expresaron una percepción positiva sobre su implementación. En su mayoría, no acordaron con que los niños no deberían utilizar estas herramientas, y reconocieron su potencial educativo. La gran mayoría señaló que los niños saben utilizar las tecnologías intuitivamente mejor que los adultos. Esta creencia radica en que la interfaz de los dispositivos tecnológicos es muy intuitiva y fácil de manipular, lo que conduce a la idea de que los niños comprenden fácilmente las imágenes proyectadas, y podría explicar el hecho de que los niños utilicen estos dispositivos generalmente solos, sin la guía o ayuda adulta (Sheehan y Uttal, 2016; Strouse et al., 2013; Troseth et al., 2016).
Otro resultado interesante fue el evidenciado por el análisis factorial. Por un lado, encontramos asociadas variables y categorías que expresan un uso diario de tecnologías, las cuales se opusieron a aquellas que señalan que los niños no utilizan estas herramientas. Por otro lado, encontramos vinculadas variables y categorías que expresan una percepción negativa y un uso diario de tecnologías, las cuales se opusieron a aquellas que no expresan acuerdo ni desacuerdo sobre el uso de tecnologías y reflejan una menor frecuencia de uso. Estos resultados advertirían que una posición crítica frente a las tecnologías no necesariamente se vincula a un menor uso por parte de los niños, pudiendo incluso asociarse a un uso cotidiano.
A partir del análisis multidimensional de datos, encontramos tres perfiles de participantes, claramente diferenciados, en función de sus hábitos y percepción de uso de tecnologías. Uno de los grupos se caracterizó por un bajo uso de tecnologías y se trató de adultos que expresaron una percepción negativa sobre la implementación de estas herramientas a edades tempranas. Este grupo apareció asociado a niños que en su mayoría tenían hasta 3 años de edad y a adultos con estudios universitarios. Estos resultados confirman los análisis descriptivos, según los cuales los niños de esta franja etaria utilizan dispositivos tecnológicos en menor proporción. Un segundo grupo de participantes se caracterizó por un uso moderado de tecnologías y se asoció a niños de entre 4 y 5 años, aunque no se asoció a algún nivel educativo en particular por parte de los adultos. En contraposición al primer grupo, el tercero se caracterizó por utilizar diariamente dispositivos tecnológicos y los adultos expresaron una posición positiva sobre dicho uso. Este grupo no apareció asociado a alguna edad en particular de los niños, pero se asoció a un nivel educativo secundario por parte de los padres.
Así, el análisis factorial y la construcción de estos tres perfiles evidenciaron que, tal como en otros estudios (Brito, 2018; Lauricella et al., 2015), la percepción y actitud de los adultos se asocia al uso que tanto ellos como sus niños hacen de los dispositivos tecnológicos. Además, aquí encontramos que el uso de tecnologías por parte de niños también se asocia a su edad y al nivel educativo de los adultos.
En suma, estos resultados muestran que, a pesar de las clásicas recomendaciones sobre evitar o limitar el uso de pantallas (AAP, 2016; OMS, 2019; SAP, 2017), los dispositivos tecnológicos están fuertemente presentes en la vida cotidiana de los niños.