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Introducción

Presentación, objetivos y preguntas de investigación

El propósito del trabajo que aquí se presenta es analizar las estrategias discursivas implicadas en la experiencia de incorporación al peronismo de amplios sectores del movimiento estudiantil, durante la década del 60. Este fenómeno difícilmente podría ser explicado al margen de considerar el conjunto de dilemas abiertos con la caída del peronismo en 1955 y que alentaron diferentes ensayos de articulación con las luchas sociales, que se extendieron hasta la década posterior.

El presente estudio se centra, en términos generales, en la relación entre universidad y política en los años sesenta, pero incluye de manera más abarcativa el período abierto a partir del golpe de Estado que terminó con la experiencia del peronismo en el poder en 1955, y cerrado con su retorno en 1973. A su vez, toma como puntos de inflexión el nuevo golpe ocurrido en 1966 con la consecuente intervención a las universidades ordenada por el general Onganía, y las movilizaciones sociales y políticas de 1969 contra dicho régimen dictatorial, preludiando de alguna manera la radicalización política de la década posterior.

El período que se abrió con la destitución del peronismo fue una etapa de proscripción y prohibiciones que instauró la Revolución Libertadora, que en su versión más radical, puso en marcha un proyecto de “desperonización” de la sociedad, y también de la Universidad –éste último bajo el rótulo de “normalización universitaria”, que incluyó el desmantelamiento del aparato legal y discursivo heredado del gobierno derrocado, y la depuración del cuerpo docente–. En la literatura de la época y a través de los testimonios de sus protagonistas puede verse que la mayoría de los militantes estudiantiles compartía algunas políticas en base a diagnósticos afines acerca de lo que había significado el peronismo, en qué debía consistir la Argentina post-peronista, qué rol debía tener la Universidad, etc. Para algunas franjas intelectuales significaba la posibilidad de realización dentro del campo académico de ciertas ideas modernizadoras que habían madurado en esos años por fuera de la universidad oficial, el retorno de grupos desplazados durante el gobierno peronista, el aumento de la producción académica, pero también abrió el debate sobre el papel de la universidad como institución y de sus actores dentro del nuevo escenario político. Este proceso de “reconstrucción universitaria” se extendió hasta la intervención de Onganía y la Revolución Argentina, en 1966, que lo interrumpió.

Para el movimiento universitario, que en su mayoría se había pronunciado contra el gobierno peronista y había sido funcional al golpe que lo derrocó (e incluso había participado de la coalición que lo produjo), aquel proyecto significaba la recuperación de la actividad democrática, la autonomía universitaria, un momento de transformaciones dentro de la Universidad. En este período, sobre todo en los años posteriores, de la mano del frondicismo, comenzaría a conformarse lo que se llamó “isla democrática”, es decir, la universidad conservada como espacio democrático en medio de un contexto político de exclusión y proscripción. La crítica a ese modelo académico insular, desde ciertos sectores del movimiento estudiantil, se tradujo en la propuesta de un espacio universitario articulado con la realidad nacional.

Esto dio lugar a diferentes estrategias de aproximación y, entre ellas, a una modalidad que se diferenció cualitativamente del resto, y que consistió en el proceso de “peronización” del estudiantado. Aquí tomamos como exponente del mismo la experiencia del Frente Estudiantil Nacional, definido originariamente como un grupo nacional y popular, que en sus inicios se consideraba marxista pero que comenzaba a acercarse al peronismo.

En este sentido, proponemos rastrear y analizar las herramientas conceptuales y argumentativas por medio de las cuales la agrupación construyó su identidad peronista a través del discurso, y las prácticas sociales y políticas resultantes. Asimismo, intentaremos establecer los matices y complejidades de este proceso de “peronización”.

El objetivo general de este trabajo consiste en analizar cómo se construyó discursivamente el proceso de inserción del Frente Estudiantil Nacional en el dispositivo peronista, definido en términos de los actores como “peronización” o “conversión al peronismo”, atravesado por estos sectores del movimiento estudiantil a lo largo de la década del sesenta.[1]

De manera que en esta etapa de la investigación tenemos, como objetivos específicos de trabajo, relevar: las categorías utilizadas en los análisis del FEN acerca de la realidad política, la lectura que la organización hace de la clase obrera y del peronismo, su análisis acerca de la universidad, del rol de los intelectuales, de la situación de las ciencias sociales, su concepción de Pueblo, y cómo insertan al FEN dentro del campo popular, la definición del Otro y, en su versión más radical, la construcción del Enemigo imaginado que aparece en el discurso. Pretendemos, además, establecer si las herramientas conceptuales fueron cambiando y, en caso afirmativo, cómo fueron modificándose a lo largo del período bajo análisis, y, por último, determinar los argumentos con los cuales el FEN justificaba y legitimaba su identidad peronista.

El interrogante principal que planteamos en esta investigación es: cómo se dio esta identificación de tales sectores con el peronismo y cómo construyeron su identidad como peronistas, a través de su discurso y la práctica militante en él implicada.

Es decir, algunas de las preguntas que guían nuestra investigación son: ¿Cómo surge esta visualización diferente con respecto a períodos anteriores? ¿Qué mecanismos operaron para provocar esta vinculación? ¿Qué motivaciones personales, familiares, culturales, sociales, políticas llevaron a esta decisión? ¿Qué acontecimientos, debates, discusiones y quiebres llevaron a un nuevo abordaje teórico y a un nuevo acercamiento práctico al fenómeno del peronismo? ¿Qué consideraban que significaba “ir hacia” el peronismo? ¿A través de qué estrategias de acercamiento? ¿Mediante qué tipos de participación? O bien ¿qué cambios implicó en los modos de participación política? ¿A través de qué lectura de esa realidad nacional e internacional? ¿A través de qué mirada hacia el peronismo? ¿Qué concepción del movimiento obrero y del peronismo subyacía en el imaginario del movimiento estudiantil, y del FEN en particular? ¿Cuándo consideraron que ya estaban dentro del peronismo? ¿Qué había cambiado en ellos, en sus formas de organización, de participación, en su análisis de la realidad, en su discurso, en sus prácticas? ¿Cómo legitimaban o justificaban su pertenencia al peronismo? En fin, ¿cómo se construyó el discurso de la peronización como legitimación de su entrada al peronismo?

Breve introducción del actor colectivo

El Frente Estudiantil Nacional (FEN) fue una agrupación universitaria de orientación marxista, pero que se definía a sí mismo como grupo “de pasaje al peronismo”. Estuvo liderado por Roberto Grabois, en ese momento, estudiante de Sociología en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires.[2]

El FEN provenía de dos agrupaciones de izquierda no tradicional germinadas durante el gobierno de Illia en esa facultad: la Línea de Izquierda Mayoritaria y la Tendencia Antiimperialista Universitaria, léase LIM-TAU. Ambas corrientes se unieron en el Frente Antiimperialista Universitario, el cual resultó ser el grupo de izquierda con más fuerza dentro de la Universidad (por fuera del Partido Comunista) a pocos meses del golpe de Onganía, y luego se convirtió en FEN, cuando comenzó a extenderse y a incorporar a sectores provenientes de procesos similares, de otros lugares del país: como los centros de estudiantes de Medicina de Córdoba, de Ciencias Exactas de Rosario, y posteriormente Mendoza.[3]

Más adelante, la agrupación fue muy importante en el proceso de crecimiento cuantitativo de Guardia de Hierro hacia fines de los sesenta, cuando comenzaron a confluir diversas organizaciones dentro del movimiento de trasvasamiento.[4] Éste se vinculaba a la consigna del “trasvasamiento generacional” lanzada por Perón para impulsar a las nuevas generaciones a desplazar a la dirigencia sindical peronista que en los primeros años de la Revolución Argentina le disputaba el poder.[5]

El FEN llegó a ser una de las organizaciones más amplias y reconocidas dentro del movimiento universitario a nivel nacional. Para 1969 había extendido su influencia a Córdoba y Santa Fe, más tarde a Mendoza, Tucumán, Bahía Blanca y Mar del Plata, a partir de la absorción de organizaciones provenientes de experiencias similares, de “tránsito hacia el socialismo nacional”. El “socialismo nacional”, “izquierda nacional” o “camino nacional al socialismo” era considerado por estos grupos como la modalidad que debía adoptar el socialismo en estas tierras, que pasaba indudablemente por el peronismo. Según Omar Acha, la izquierda nacional “es la política de izquierda que amparándose en la teoría marxista procura inscribirse en el firmamento de las alianzas nacional-populares y antiimperialistas definidas por la aparición del movimiento peronista”. (Acha, 2009: 204) En el caso del FEN, más que una alianza con el movimiento nacional y popular, se buscaba una inserción legítima en el mismo.

En Primera Plana aparece definido como una federación de grupos universitarios identificados con el marxismo y que será el primer grupo que se declara peronista después de 1966[6], más precisamente, con posterioridad a golpe de Estado del 28 de junio, que derrocó al gobierno constitucional del presidente Arturo Illia y dio lugar a la Revolución Argentina. Entre las medidas que ésta llevó adelante, fue intervenida la universidad (en algunas facultades de la Universidad de Buenos Aires, bajo la modalidad de la irrupción policial que desalojó a estudiantes y docentes, lo que se conoció como la Noche de los Bastones Largos”), fue prohibida la actividad política de los centros de estudiantes en todo el país, ya que el gobierno la consideraba como un “reducto comunista”. Fue una etapa de gran convulsión política, radicalización y violencia, cuyo punto más alto fueron las movilizaciones ocurridas en 1969 en varias ciudades del país, generalizadas bajo el nombre de Cordobazo, seguidas por el Rosariazo, Tucumanazo, etc. En 1970 Onganía fue reemplazado por el general Levingston, y desde 1971 a 1973 gobernó el general Lanusse, encargado de preparar el terreno para volver a un gobierno civil y de intentar una especie de “peronismo sin Perón” a través de su fallido proyecto conocido como Gran Acuerdo Nacional (GAN) (O’Donnell, 1982; Rouquieu, 1978; Potash, 1984; Anzorena, 1998).

Durante esos convulsionados años, el FEN comenzó a vincularse con algunas ramas del peronismo, en concordancia con su definición como grupo de “tránsito”, principalmente con el “Peronismo Revolucionario” de John William Cooke y también con la CGT de los Argentinos –sector combativo de la organización de trabajadores peronistas– liderada por Raimundo Ongaro.

Se trata de una época en la que la militancia en una determinada organización tenía fronteras bastante difusas y dinámicas, en el sentido de que había un continuo entrecruzamiento de las trayectorias de muchos de sus miembros, así como vínculos personales entre ellos, independientemente de la organización en la que participaran, idas y venidas, o incluso la participación simultánea en varias agrupaciones. A su vez, estas características de la militancia tienen que ver con experiencias generacionales (como la Revolución Cubana, la radicalización política y la movilización antidictatorial posterior al golpe de Estado de Onganía en 1966, el surgimiento de la CGT de los Argentinos, el Cordobazo, etc.), trayectorias políticas similares (como la militancia universitaria, para pasar posteriormente a la militancia en otros espacios, tanto sindicales, como ámbitos ligados a la iglesia, o en barrios obreros y villas de emergencia, a partir de la vinculación con el peronismo) y referencias culturales compartidas (películas como La hora de los hornos o La Batalla de Argel eran un referente para la juventud de la época, la lectura de las obras de Mao, Che Guevara, Régis Debray, Lenin, entre otros) (James, 2003; Cataruzza, 1997; Hilb y Lutzky, 1984; Anguita y Caparros, 1998). Por otra parte, de estas experiencias compartidas iba surgiendo una solidaridad, reforzada por las características de la militancia en un contexto dictatorial, que se acentuaba aún más entre los jóvenes que se acercaban al peronismo, con la construcción de nuevas identidades en el seno de ese movimiento. Salas (1990) define este proceso en términos de una “marca de origen” constituida por la represión, que dotó a la “nueva” identidad peronista de una gran fuerza y de un carácter reactivo.

Cuando el avance del FEN hacia el peronismo empezó a plantear la necesidad de legitimar ese ingreso, su líder viajó a Madrid en dos oportunidades (en junio y agosto de 1971) como delegado del Frente Nacional Estudiantil (FNE), agrupación de organizaciones vinculadas al FEN, para presentarle a Perón el punto de vista de la línea “dura” del peronismo[7]. Estos sectores eran aquellos que se contraponían a los sectores “paladinistas” (llamados así por Jorge Paladino, en ese momento delegado de Perón, y líder del sector del sindicalismo proclive a lograr acuerdos con el gobierno en el marco del GAN. Tal como los identifica Gonzalo de Amézola, entre estos grupos “duros” se encontraban, FEN, GH, junto a la OP 17 de Octubre de la UOM, la Coordinadora Rebelde liderada por Alberte, y JAEN, que en general apoyaban a las Organizaciones Armadas Peronistas (OAP), y se acercaban a los sectores sindicalistas “combativos”, por lo que se oponían al GAN (De Amézola, 1999: 109).

Creemos que en este proceso la fusión con GH fue un momento decisivo, porque puso de manifiesto todas las dificultades que implicaba este pasaje, los replanteos operados, la sensación de cierta amenaza hacia la identidad del grupo como tal, precisamente porque estaba transformándose en otra cosa, la percepción de cierta inadecuación o incomodidad, más allá de que la organización desde el comienzo se presentó como un grupo de tránsito al peronismo, y más allá de que con el tiempo esas dificultades fueran superadas. Es decir, permitió la entrada al mundo interior de los protagonistas, una instancia en que el discurso de la peronización que los actores habían ido construyendo se concretizó en prácticas de adecuación, de esfuerzo, de aprendizaje. Creemos, en este sentido, que atravesar la experiencia del trabajo en los barrios fue una práctica decisiva para articular y consolidar la nueva identidad del grupo como peronistas.

Sin embargo, entendemos que resultaría simplificador acotar ese proceso a esta única instancia. Y por otro lado, si bien reconocemos el valor de los testimonios, y el acceso, a partir de ellos, al universo de percepciones y representaciones de los actores, hacemos hincapié aquí en la interpretación de la configuración de discurso a partir del trabajo con documentos de archivo, que nos permiten un abordaje diferente a este proceso, una mirada desde las prácticas discursivas, desde la construcción de sus objetos, temas y tópicos recurrentes, personajes de la escena enunciativa, anclajes argumentativos, etc., de lo cual intentaremos dar cuenta en los capítulos siguientes.


  1. Este trabajo consta de dos etapas, que hemos ajustado a los requerimientos de las instancias de Maestría y Doctorado. En un primer momento, acotado a la tesis de Maestría, proponemos rastrear y analizar las herramientas conceptuales y argumentativas por medio de las cuales el Frente Estudiantil Nacional construyó su identidad peronista en el discurso y en las prácticas sociales. En una segunda instancia, correspondiente al Doctorado, se intentará abrir el abanico de heterogeneidades, sobre todo a partir de la experiencia de sus militantes dentro del grupo. Entendemos que ambas instancias están impregnadas por la construcción de la memoria que los actores realizan en torno al proceso de peronización, tanto a través de su discurso y sus prácticas sociales y políticas como de sus relatos. Ambas etapas se abordarán de manera diferente: en la primera se recurrirá a fuentes documentales, mientras que en la segunda se acudirá a fuentes testimoniales.
  2. Contaba, además, entre sus miembros más reconocidos, con Hernán Pereyra, Rody Vittar, Jorge Rachid, José Tagliaferri, Caíto Ceballos, Miguel Linber, entre otros. Sobre la historia del FEN, los datos fueron aportados por entrevistas a algunos de sus militantes, realizadas en el marco de una investigación anterior, así como los recuerdos de Horacio González en Anguita y Caparrós (1998) y Tarruella (2005).
  3. Hay algunos testimonios, sin embargo, que sostienen que el FEN comenzó a gestarse en 1965 en la Facultad de Ingeniería de Rosario, con la Agrupación Reformista de Avanzada Universitaria (ARAU) creada por estudiantes de izquierda, quienes se contactaron con algunos líderes estudiantiles de Buenos Aires para unificar el grupo en todo el país.
  4. Las mesas de Trasvasamiento se organizaron a mediados de 1971, bajo el liderazgo de Roberto Grabois, Dardo Cabo y Alejandro Álvarez, y se implementaron a lo largo de todo el país para transmitir que el Trasvasamiento generacional era la visión estratégica de Perón. (Tarruella, 2005: 147)
  5. En palabras de Perón: “Hemos hablado de la necesidad de un Trasvasamiento generacional. Ello emerge de la necesidad insoslayable de mantener el estado juvenil del Movimiento. Se trabaja normalmente, para el futuro, y ese futuro, por fatalidad histórica y biológica, diremos así, corresponde a las generaciones jóvenes. Un movimiento que sea, o que represente, una revolución trascendente, difícilmente puede ser realizado por una generación, sino por varias de ellas (…) Es indudable que esto da un derecho a la juventud, es el derecho de intervenir en el quehacer actual, preparando el cambio generacional. Si no los movimientos envejecen y mueren, lo que se trata es precisamente de hacer ese cambio generacional a fin de que se remoce el movimiento, se perfeccione y se adapte a las nuevas etapas.” Transcripción de un extracto de la película “Perón: actualización política y doctrinaria para la toma del poder”, Grupo Cine Liberación, 1971.
  6. Esta conceptualización del FEN como “federación” de grupos de trayectorias similares, aparece en la revista semanal Primera Plana, 3 al 9/06/ 1969, Nº 336, p. 14-17.
  7. Así lo plantea la revista Primera Plana, en el Nº 438, del 22/06/71.


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