La estrategia teórico-metodológica implementada resulta de la articulación entre: 1) los estudios sobre las relaciones entre el saber y el poder de Foucault (1992, 2002, 2008); 2) las epistemologías y los estudios feministas sobre la ciencia y la tecnología (Alaimo y Hekman, 2008; Barad, 2014; Buikema, Griffin, y Lykke, 2012; Fausto-Sterling, 2006; Fox Keller, 2000; Haraway, 1995; Harding, 1997; Lykke, 2012); 3) los Estudios Sociales de la Ciencia y la Tecnología (Ariza, 2012, 2014, 2016; Latour, 2001, 2008; Law, 2004, 2015; Mol, 2002, 2013; Mol y Law, 2004).
La estrategia metodológica puesta en práctica en esta tesis se relaciona con el siguiente supuesto: la realidad circundante, en general, y específicamente la realidad de los procesos médicos y corporales, no está dada a priori, no es resultado de procesos, entidades y sustancias regulares dadas de antemeno. Por el contrario, sugiero que la realidad, plural, semiótica y material de los quehaceres médicos y de los procesos corporales, se moldea de manera localizada en entramados específicos conformados por agentes humanos y no-humanos, artefactos epistemológicos, prácticas socio-materiales y la proliferación de ontologías múltiples. La conformación de esos entramados conlleva la disolución del estatus ontológico diferencial entre sujetos y objetos. Implica también el reconocimiento de la productividad de las relaciones entre humanos y no-humanos, así como de la capacidad de agencia de éstos últimos.
A continuación, voy a desarrollar las coordenadas generales en las que se inscribe el supuesto recién presentado y, luego, voy a detallar las decisiones y procedimientos metodológicos específicos que se han puesto en práctica en esta tesis.
Coordenadas generales
Los aportes de Foucault serán fundamentales para el análisis de la dimensión epistemológica de la ginecología, urología y sexología médica. En tanto “órdenes de saber”, estas especialidades establecen enunciados específicos que se articulan configurando regímenes de verdad, es decir, conjuntos de procedimientos que permiten pronunciar “enunciados que se considerarán verdaderos” (Foucault, 2012a, p. 77). Al definir su campo, cada disciplina médica elabora una serie de categorías que lo constituyen y delimitan como tal. Éstas, a su vez, intervienen en la conformación de los objetos clínicos específicos con los que trata. Por ejemplo, como veremos en el capítulo uno, la tocoginecología define su especialidad por “el abordaje de la salud integral de la mujer”. Como objeto clínico, “la salud de la mujer” adquiere consistencia y veracidad en su pertenencia al campo ginecológico y en relación con las herramientas clínicas y terapéuticas de esta especialidad.
El saber produce lo enunciable y lo visible a través de la puesta en marcha de distintos mecanismos de poder (Foucault, 1992, 2012a). Tal como señala Foucault, “no hay ejercicio del poder posible sin una cierta economía de los discursos de verdad que funcione en, a partir de y a través de esta dupla [poder/verdad]” (Foucault, 2008a, p. 28). Un ejemplo de “mecanismo de poder” son los controles ginecológicos. Su eficacia radica en los efectos de veracidad de su funcionamiento. Las mujeres cis no sufren coerción para realizárselos. Los controles, identificados con el cuidado y la prevención, prácticas que se corresponden con lo que se espera de una mujer, forman parte de las decisiones que toman las mujeres cis.
Cada dominio, en el caso de esta investigación los campos de la ginecología, urología y sexología médica, requiere de la elaboración de instrumentos específicos que permitan “poner de relieve (…) la interfaz del saber y el poder, la verdad y el poder” (Foucault, 2012a, p. 73). Las relaciones saber/poder, verdad/poder que tienen lugar en las distintas especialidades médicas no pueden ser captadas a partir de una teoría o metodología general porque éstas se despliegan de manera múltiple y específica en cada uno de estos campos. Los instrumentos analíticos deben fabricarse intentando destacar manifiestaciones, objetos, zonas estratégicas del funcionamiento de las relaciones que tienen lugar dentro y entre los campos médicos analizados. Esas manifestaciones u objetos, a su vez, están determinados por los instrumentos, en relación con ellos (Foucault, 2012a).
Retomando los aportes de Foucault (2008a, 2012a), la estrategia teórico-metodológica de esta tesis asume un carácter situado. Los esfuerzos analíticos no se orientan al descubrimiento de una verdad oculta que preexiste a los métodos de investigación. Por el contrario, se dirigen al análisis de las conexiones entre las formaciones disciplinarias y las definiciones epistemológicas de la ginecología, urología y sexología médica, y hacia los mecanismos de poder que regulan las prácticas médicas y sus relaciones con las ontologías corporales, las cuales, como veremos, muchas veces se producen en términos de naturaleza y verdad.
Haciendo propios los aportes de epistemólogas feministas como Haraway (1995), Harding (1997), Fox-Keller (2000) y Lykke (2012), el carácter situado de esta propuesta metodológica consiste en la construcción localizada de los objetos de análisis. Esta estrategia supone la imposibilidad de aplicar categorías y metodologías universales sobre objetos singulares: los objetos y las categorías se producen en el proceso investigativo. Desde este posicionamiento, la objetividad es un proceso que se encarna, que tiene un lugar, que se puede ubicar. Supone una trayectoria pasible de ser repuesta. En palabras de Haraway (1995), “la objetividad feminista trata de la localización limitada del conocimiento situado, no de la trascendencia y el desdoblamiento del sujeto y el objeto. En caso de lograrlo, podremos responder de lo que aprendemos y de cómo lo miramos” (1995, p. 327).
También voy a recuperar de las epistemologías feministas la inquietud por los modos en los que el género, el sexo y la sexualidad se conforman como verdades que dan forma a los marcos disciplinarios de las especialidades médicas, a sus prácticas, así como a las ontologías corporales con las que tratan. Las definiciones disciplinarias de cada una de las especialidades que analizo suponen la configuración de objetos clínicos y terapéuticos modelados en relación con el binarismo sexual, el género como identidad y la heterosexualidad. Tal como señalan Lykke (2012) y Barad (2014; Tuin y Barad, 2012), las conformaciones disciplinarias se relacionan productivamente con la existencia material y ontológica de los procesos que definen. Un ejemplo de ello, es la conformación de la sexología médica como especialidad y de la sexualidad como un objeto clínico y terapéutico. Como veremos en el capítulo tres, buena parte de los quehaceres sexológicos se orientan por la resolución de las dificultades relacionadas al desenvolvimiento de la “función sexual”, objeto clínico y terapéutico de la sexología, y por garantizar la capacidad de los hombres y mujeres cis de llevar a cabo relaciones sexuales de penetración vaginal, fin último de la función sexual.
La estrategia teórico-metodológica de esta tesis también se inscribe en la propuesta de los Estudios Sociales de la Ciencia y la Tecnología. Como señala Ariza, éstos “se caracterizan por una aversión a las generalizaciones sobre los modos de funcionamiento del conocimiento o la ciencia, precisamente porque buscan estudiar las maneras concretas, situadas, locales del hacer ciencia/s y generar conocimiento/s” (Ariza, 2016a, p. 365). Por ello, en vez de definir una estrategia metodológica apriorística, pensada y diseñada por fuera de los objetos (Law, 2004, 2015), la trayectoria metodológica de esta tesis, es decir, el trabajo de campo, los materiales que he ido reuniendo y las categorías de análisis que he ido confeccionando, son resultado de su afectación con los entramados que tienen lugar en campos de la ginecología, urología y sexología médica. Esta perspectiva me ha permitido atender a los procesos investigados en su singularidad y diferencia, considerando la heterogeneidad de las conexiones o agenciamientos entre los diversos tipos de entidades en los que se constituyen (Law, 2007).
Un segundo aporte de esta perspectiva consiste en la dilusión de la diferencia apriorística entre sujeto/objeto y su reemplazo por el análisis de las relaciones productivas tramadas entre humanos y no-humanos, entendidos como simétricos en su capacidad de agencia (Callon, 1986; Latour, 2001, 2008). Voy a entender por no-humanos a un conjunto heterogéneo de materiales que en su disposición en el campo médico se constituyen como agentes, es decir, como entidades productivas, capaces de intervenir, de dar forma a las tramas de relaciones en las que se disponen.
El tercer aporte de los Estudios Sociales de la Ciencia y la Tecnología consiste en la importancia dada a los procesos materiales además de los semióticos (Ariza, 2014; Haraway, 1995; Latour, 2001; Mol, 2002). En esta investigación, para el análisis de las prácticas médicas y su relación con la conformación material de los cuerpos con los que tratan, voy a valerme de la naturaleza “praxiográfica” del ejercicio de la medicina señalada por Mol (2002). Es decir, del análisis de las maneras en las que las prácticas de exploración, control, manipulación de instrumentos e indicación médica tienen lugar en la construcción de los cuerpos con los que médicos y médicas interactúan. Tal como señalan Mol y Law (1993), la distinción de las cosas es contingente, no viene dada de antemano sino que se conforma en prácticas socio-materiales concretas y en las relaciones entre agentes humanos y no-humanos.
A continuación, voy a presentar el conjunto heterogéneo de materiales que se han analizado en esta tesis. Su conformación guarda estrecha relación con los supuestos teórico-metodológicos recién presentados.
Acerca de los materiales analizados
En la tesis se analiza un conjunto de materiales heterogéneos, resultado de una selección de la totalidad de materiales que se han producido y recopilado durante los años 2012 y 2018, período en el que se llevó a cabo la investigación. La recolección de estos materiales no obedeció a un criterio de exclusión establecido a priori. Su recopilación estuvo guiada por una “atención etnográfica” (Ariza, 2016) que privilegió a aquellos documentos, objetos o instrumentos que aparecieron con mayor reiteración y/o intensidad durante el trabajo de campo.
Este conjunto de materiales se conforma por entrevistas, guías de prácticas clínicas, entradas en sitios webs de médicos y médicas, instrumentos clínicos como historias clínicas, programas de residencias, entre otros. Sus características singulares y sus formas de agencia específicas permitieron indagar en el carácter semiótico y material de los procesos examinados, así como en el funcionamiento particular de los distintos entramados relacionales entre agentes humanos y no-humanos de los que estos materiales forman parte.
En total, se han analizado ciento setenta y seis materiales. Los mismos han sido organizados en los siguientes grupos: 1) programas académicos (23); 2) entrevistas a estudiantes, médicos y médicas (37); 3) presentaciones en conferencias y jornadas médicas (12); 4) documentos diseñados para pacientes (9); 5) artículos científicos (38); 6) instrumentos de exploración clínica y para la elaboración diagnóstica (6); 7) guías de prácticas clínicas (29); 8) materiales de divulgación (5); 9) notas de campo (13); 10) Otros (4).
Estos materiales se encuentran consignados en las tablas que están ubicadas en el “Anexo” de la tesis. Salvo en el caso de las entrevistas, en las que se resguarda el anonimato, en el Anexo se indican los datos de referencia de los materiales: autores y autoras, título, fecha de publicación, tipo de publicación, enlace de ubicación en la web, entre otros.
A cada material se le ha asignado un código de referencia con el que será citado en la tesis. Este código también está indicado en las tablas del Anexo. En todos los casos, está formado por la letra “M” de material, un número correlativo que va del uno al ciento setenta y seis, palabras claves sobre su procedencia, por ejemplo, “entrevista a urólogo/a”, “residencia tocoginecología”, “médico/a en conferencia” y la fecha de publicación. En el caso de los artículos académicos, a la letra “M” y al número le siguen los apellidos de autores y autoras y la fecha de publicación. En el caso de los consensos y guías de prácticas clínicas, a la “M” y al número le siguen la institución de procedencia y palabras claves, por ejemplo, “FASGO, Infanto-juvenil” y, luego, la fecha de publicación.
El recorrido metodológico
Para dar cuenta de la estrategia metodológica asumida voy a organizar el recorrido del trabajo de campo en dos partes. La primera, se corresponde al momento inicial, etapa en la que me enfoqué en los procesos de formación en medicina, así como en la formación en ginecología, urología y sexología médica. En la segunda etapa, me dediqué al rastreo específico de las maneras en que se organizan y ponen en práctica los quehaceres médicos de las tres especialidades analizadas. Ambas etapas se han orientado por un análisis epistemológico y praxiográfico (Mol, 2002), es decir, por el intento de detectar las categorías y objetos que forman parte de los campos médicos y los modos en los que éstos se entrelazan y toman forma en prácticas concretas.
Primera etapa: la formación en medicina
Durante los dos primeros años de investigación, iniciada a fines de 2012, me enfoqué en el análisis de los procesos de formación en medicina. La exploración de este primer campo se basaba en el presupuesto de que a través del análisis de los procesos de formación médica podría conocer aspectos estructurales de la medicina y de su relación con los cuerpos, el sexo y la sexualidad.
Mi primer campo de investigación fue la Carrera de Medicina de la UBA que, en términos de cantidad de graduados, es el principal centro de formación de médicos y médicas del país[1]. Esta Carrera se organiza en dos grandes ciclos: el biomédico, correspondiente a los tres primeros años de cursada, y el clínico, correspondiente a los segundos tres años de cursadas teóricas y de entrenamiento práctico. El primer tramo tiene lugar en el ámbito de la Facultad, mientras que el segundo en Unidades Docentes Hospitalarias emplazadas en distintos hospitales públicos y privados, sobre todo de la Ciudad de Buenos Aires, aunque no exclusivamente.
Entrevisté a veinticinco estudiantes, entre cuatro y cinco por cada uno de los seis años de la Carrera. Para realizar las entrevistas diseñé un cuestionario orientado a la obtención de relatos descriptivos respecto de los modos en los “el sexo” y “la sexualidad” eran abordados en las diferentes instancias teóricas y prácticas de la Carrera. En un primer momento, la principal dificultad en la realización de las entrevistas fue el entusiasmo con el que los y las estudiantes ofrecían sus opiniones respecto de los procesos que describían. El sexo y la sexualidad conforman un campo temático inquietante frente al cual puede resultar difícil mantenerse indiferente. Como entendí posteriormente, ese entusiasmo no era tan distinto a las emociones y los prejuicios que atraviesan a quienes ejercen clínicamente la medicina. La diferencia es que los y las estudiantes los ponían de manifiesto de manera más enérgica, sin mayores especulaciones sobre las posibles consecuencias de sus palabras y sin los efectos aplanantes propios del desgaste de la rutina profesional.
Un aspecto de esta etapa del trabajo de campo que enriqueció el proceso de investigación, y que no había sido previsto, fue el rol de los y las estudiantes como informantes clave respecto de aquello que médicos y médicas realizaban en los hospitales donde realizaban sus actividades de formación clínica. De esta manera, pude aproximarme a ciertas prácticas que tienen lugar en las salas de internación y en los consultorios hospitalarios que difícilmente hubiese podido conocer a partir del relato de profesionales experimentados que describen lo que hacen.
Durante esta etapa también ubiqué y organicé los programas de las materias que componen la currícula de la Carrera de Medicina. Con el correr del análisis fui seleccionando las asignaturas en las que se abordaban de manera explícita temas relacionados al sexo y a la sexualidad. En casi todos los programas aparece, de alguna forma, la diferencia sexual, lo femenino y lo masculino. Sin embargo, sólo en pocas materias el sexo y la sexualidad conforman explícitamente objetos y procesos clínicos protagónicos. Entre éstas, se ubican la ginecología y la urología, campos a los que me aproximé por primera vez de manera específica por medio de los programas curriculares de la Carrera de Medicina. A través de estos materiales pude identificar que la ginecología y la obstetricia forman parte de las “especialidades clínicas básicas” mientras que la urología forma parte de las “especialidades quirúrgicas”. Asimismo, puede entender que la sexología guarda cierta distancia con la formación en medicina. El análisis me fue mostrando que cada una de estas especialidades conformaba un campo sumamente complejo, internamente jerarquizado y que los objetos que cada especialidad define y trata son heterogéneos y disímiles.
En paralelo a ese trabajo, durante el 2013, asistí a las “Charlas abiertas a la comunidad” a cargo del Servicio de Ginecología del Hospital Italiano de Buenos Aires. Me enteré de su existencia por un volante que encontré en la sala de espera cuando iba a realizarme un control ginecológico. En esas charlas se abordaban cuestiones como el climaterio, la educación sexual para adolescentes, Infecciones de Transmisión Sexual, entre otros temas. En una oportunidad se anunció la realización de las Jornadas Interdisciplinarias de Sexualidad, también a cargo del servicio de Ginecología. Asistirían médicos y médicas de distintas especialidades para debatir sobre los obstáculos en el abordaje clínico de “la sexualidad”. Allí estuve. Si bien las jornadas eran abiertas al público en general, la mayor parte de los asistentes eran médicos y médicas. A lo largo de la actividad se discutieron distintos procedimientos clínicos, se presentaron experiencias, se compartieron reflexiones y se debatió en torno a “los prejuicios” y se hicieron chistes.
En ese mismo evento me enteré de la existencia de los distintos cursos en “Sexología” que se dictan en el Hospital de Clínicas en el marco del programa de extensión universitaria de la Facultad de Medicina de la UBA. Primero ubiqué el programa académico del curso de posgrado en Sexología Clínica, dirigido a médicos, médicas y profesionales del campo psi. Luego, en el segundo cuatrimestre del 2013 asistí al curso de Sexología Educativa dirigido a psicólogos, psicólogas, profesionales de las ciencias sociales y docentes en general (al finalizarlo obtuve mi certificado de formación). El equipo docente de ambos cursos estaba compuesto por médicos y médicas psiquiatras, urólogos, ginecólogos y psicólogos, staff a cargo del Servicio de Sexología Clínica del Hospital de Clínicas, dependiente del Área de Urología del mismo hospital.
A partir de allí, me fui sumergiendo en el mundo de la formación en “médico especialista” en ginecología, urología y sexología. La aproximación a las distintas maneras en las que se disponen y organizan las instancias de formación de estas tres especialidades fue un modo de conocer características de sus campos clínicos. De las tres especialidades, el Estado interviene sólo en la formación en ginecología. A través de un Documento Marco, el ex Ministerio de salud de la Nación estipula el encuadre general de las residencias. Señala, por ejemplo, que la formación debe orientarse a la tocoginecología, es decir, a especialistas en ginecología y obstetricia. Posteriormente ubiqué los programas de las Residencias en Tocoginecología elaborados por los Ministerios de Salud de la Ciudad y de la Provincia de Buenos Aires.
El programa general de las residencias en urología no ha sido confeccionado por ninguna instancia ministerial, sino por la Sociedad Argentina de Urología. Este documento estipula las bases académicas de las residencias, la organización de sus diferentes años, los contenidos y las distintas habilidades que un urólogo o uróloga debe adquirir durante su formación. Además, define a la urología como una especialidad clínico-quirúrgica y establece que el primer año de la residencia es compartido con la Residencia en Cirugía General.
En el caso de la sexología, la formación no se encuadra en un esquema de residencias ni en instancias de formación exclusivas para médicos. La sexología conforma una especialidad clínica cuya formación se imparte a través de cursos de posgrado dictados por la Sociedad Argentina de Sexología Humana, por organizaciones médicas privadas y por algunos programas de hospitales públicos. A lo largo de la investigación he ubicado los programas de varias de estas instancias.
Segunda etapa: el ejercicio profesional
La segunda etapa del trabajo de campo coincidió con mi creciente interés en las distintas prácticas médicas que tienen lugar en los campos de la ginecología, urología y sexología médica, así como en los efectos materiales disímiles de sus quehaceres en los cuerpos con los que tratan.
Durante 2014 asistí a dos eventos médicos focalizados en “la salud transgénero”. Uno de ellos fue realizado en el Hospital Durand, ubicado en la Ciudad de Buenos Aires, a cargo del Grupo de Atención a Personas Transgénero (GAPET). Ese grupo está conformado por un conjunto de médicos y médicas especializados en ginecología, urología, cirugía estética, endocrinología, psiquiatría. El otro evento se realizó en la Ciudad de Rosario y estuvo a cargo del equipo de Urología que funcionaba en el Hospital del Centenario. En ambas instancias se debatió sobre el abordaje de la llamada “salud transgénero”, en la primera desde “una perspectiva integral” y en la segunda focalizando en aspectos quirúrgicos de un tipo de intervención llamada vaginoplastía.
Desde mediados de 2014 hasta mediados de 2016 he realizado entrevistas a veintisiete a médicos y médicas especializados en ginecología, urología y sexología médica y también a médicos y médicas de otras especialidades que trabajan de manera complementaria con las especialidades investigadas. Basándome en la información recopilada hasta entonces, confeccioné guías de entrevistas específicas orientadas a las particularidades de cada especialidad. Parafraseando a Ariza, a través de las entrevistas no buscaba develar esquemas de comprensión del mundo ocultos en los discursos de los entrevistados/as, sino más bien “explorar la constitución de regímenes técnico-normativos tal cual ocurren en la superficie de las prácticas” (Ariza, 2014, p. 177. Destacadas en el original). Para eso, se pidió a los entrevistados y entrevistadas que describan los tipos de consultas más frecuentes, así como los métodos de abordaje exploratorios, diagnósticos y terapéuticos implementados con mayor frecuencia en sus quehaceres cotidianos.
Buena parte de estas entrevistas se llevaron a cabo en los consultorios de los y las profesionales entrevistados. Otras tantas, tuvieron lugar en salas u oficinas de los hospitales o centros de salud donde trabajaban. Muchas veces, las entrevistas se convirtieron en ocasiones para observar los ámbitos de desempeño clínico, es decir, la ubicación de los consultorios y los servicios en el contexto hospitalario, su señalización, el mobiliario disponible en salas de espera. Cuando las entrevistas se realizaron adentro de los consultorios pude observar la disponibilidad de distintos objetos e instrumentos técnicos con los que médicos y médicas contaban -y con los que no contaban- para realizar su labor. Me refiero, por ejemplo, a camillas, escritorios, sillas, computadoras, colposcopios, caja de guantes, réplicas plásticas de partes del cuerpo, láminas en la pared, armarios, cajas con materiales descartables. En algunos casos me encontré con consultorios luminosos y espaciosos. En otros, con espacios chicos, encerrados e instalaciones precarias. Esta diferencia no se ajustó cabalmente a la distinción público/privado. En algunos casos, las locaciones públicas me sorprendieron por su nivel de confort.
A partir de su mención en las entrevistas, empecé a detectar la relevancia de otro tipo de actor: las sociedades profesionales. Estas sociedades se encargan de difundir información sobre, por ejemplo, los programas y cronogramas de las residencias y cursos de formación, consensos, protocolos y guías de prácticas clínicas, información sobre congresos y jornadas, información sobre legislaciones que afectan al quehacer médico específico. También suelen tener a su cargo la publicación de revistas especializadas las cuales funcionan como órganos de difusión e intercambio de experiencias entre los y las profesionales de esos campos médicos a nivel local y regional. Cada sociedad administra sitios web de donde obtuve, principalmente durante 2017 y 2018, buena parte de los materiales que se analizan en esta tesis.
El campo ginecológico cuenta con diversos tipos de sociedades profesionales. Algunas, como la Sociedad de Obstetricia y Ginecología de Buenos Aires (SOGIBA), se organizan por el alcance de su representación geográfica. Otras, como la Asociación Médica Argentina de Anticoncepción (AMADA), se nuclean por temas de especialidad. El sitio web del que he obtenido la mayor cantidad de materiales del campo ginecológico es el de la Federación Argentina de Sociedades de Ginecología y Obstetricia (FASGO), organización que reúne a buena parte de las sociedades de Argentina. Su sitio web me remitió en numerosas ocasiones al sitio del ex Ministerio de Salud de la Nación, más específicamente, al Programa Nacional de Salud Sexual y Procreación Responsable.
El campo de la urología se organiza principalmente en dos organizaciones profesionales: la Federación Argentina de Urología (FAU) y la Sociedad Argentina de Urología (SAU). Ambas organizaciones administran sitios web en los que se difunde información sobre residencias, cursos de formación, así como materiales académicos y clínicos. La actividad de la SAU es más prolífera que la de la FAU. La SAU es responsable de la Revista Argentina de Urología, publicación que articula buena parte de los resultados de investigaciones clínicas y quirúrgicas que se llevan a cabo en el país. En su sitio web también se difunden protocolos y consensos de relevancia para el ejercicio clínico de la urología. La SAU se organiza en diferentes “comités” dedicados a temas específicos. Cada uno organiza actividades académicas y publicaciones. Entre ellos se encuentra el comité de “disfunciones sexuales”. Este grupo ha promovido publicaciones en las que participan urólogos y urólogas, pero también médicos y médicas de otras especialidades dedicados a la sexología.
El campo de la sexología clínica se organiza a través de una organización profesional llamada Sociedad Argentina de Sexología Humana (SASH). La SASH lleva adelante cursos de posgrado en sexología clínica, así como otros tipos de cursos en torno a la sexualidad y su abordaje clínico. Esta organización publica un boletín digital periódico en el que se difunden artículos académicos e información sobre distintas actividades en torno al ejercicio de la sexología clínica en el país.
Por último, a lo largo del trabajo de investigación, especialmente durante la segunda etapa, fui confeccionado distintos registros o notas de campo. Desde un principio, estas notas fueron pensadas como un relato descriptivo y desestructurado, en el que se consideraron sensaciones y percepciones. Asumiendo que se trata de un registro distinto, pero no por ello menos válido, he incorporado algunos fragmentos de estos documentos en los cuatro capítulos de la tesis como notas de pie de página.
Aclaraciones respecto de las entrevistas
La mayor parte de los y las profesionales entrevistados se desempañaban simultáneamente en el ámbito público hospitalario y en consultorios privados. La menor parte lo hacía sólo en uno u otro. En sus relatos, entrevistados y entrevistadas no han señalado diferencias determinantes en relación con los quehaceres cotidianos en los consultorios privados y públicos. Sí ciertas tendencias, especialmente respecto a los hábitos de control en salud: estos suelen ser más frecuentes en los ámbitos privados que en los públicos. Con esto no quiero decir que no haya mayores diferencias entre un ámbito y otro. Simplemente quiero explicitar que tal distinción no formó de antemano parte de las preguntas y que en las respuestas no se destacaron diferencias cruciales.
Al igual que los y las estudiantes, la mayor parte de los y las profesionales fueron contactados a través de la técnica “bola de nieve”. Sólo una parte minoritaria fue contactada de manera directa a través de los correos electrónicos indicados en publicaciones académicas.
Por último, quisiera señalar que los y las estudiantes, así como los médicos y médicas entrevistados han sido, salvo entre quienes se dedican a la urología, la mitad hombres y la mitad mujeres cis. En el capítulo dos, dedicado al análisis del campo urológico, se introducen algunas consideraciones respecto a la disparidad de hombres y mujeres cis en el ejercicio de esta especialidad médica en el país.
Salvo en el capítulo dos, durante el análisis de las entrevistas, se omitirá indicar si se trata de un o una entrevistada. Esa omisión se debe, por un lado, a la preservación del anonimato de quien se cita. Por otro lado, a dos decisiones teórico-metodológicas: 1) En el análisis no se han priorizado las trayectorias singulares de los y las entrevistadas, sino los aspectos comunes de un hacer disciplinario, es decir, se les ha dado énfasis como voces de un campo y no en términos de un “yo”. Para ello, no sólo se ha omitido la identidad de género, sino también el ámbito específico en el que esos y esas profesionales se desempeñan.
2) La presente tesis se propone mostrar el funcionamiento de las relaciones entre las prácticas médicas y sus efectos ontológicos, así como los modos en los que esas relaciones se regulan por normas sexo-genéricas. Las normas sexo-genéricas tienen más de un efecto en el campo médico: no sólo dan forma a las prácticas médicas y la producción ontológica de los cuerpos, también introducen un registro moral que demanda una verdad respecto del cuerpo, aunque esta verdad no tenga relación estricta con los procesos de salud y enfermedad. Suspender la marca genérica en el análisis de las entrevistas fue una manera de experimentar, desde la escritura, una forma de no reproducir esa demanda de verdad respecto al sexo, la identidad de género del “yo” de entrevistados y entrevistadas.
Consideraciones éticas
Salvo una entrevista que, con consentimiento del profesional entrevistado, fue realizada junto con la Dra. Anahí Farji Neer, todas fueron personales y realizadas por quien escribe esta tesis. Todas las entrevistas fueron grabadas con el consentimiento del entrevistado o entrevistada. Posteriormente fueron transcriptas y enviadas ofreciendo a profesionales y estudiantes la posibilidad de editar la transcripción. Solamente un médico realizó modificaciones.
Los y las profesionales entrevistados firmaron un consentimiento informado en donde se les presentaba la pertenencia institucional en la que se inscribió esta investigación, así como sus objetivos. A través de este consentimiento accedieron formalmente a colaborar con la investigación. Como señalé anteriormente, todas las entrevistas han sido codificadas con el objetivo de preservar el anonimato de entrevistados y entrevistadas.
Respecto del análisis
El proceso analítico se fue configurando en relación con los antecedentes bibliográficos, el trabajo de campo y, específicamente, con las particularidades de los distintos materiales que fui recolectando. En términos generales, el proceso estuvo orientado por la exploración de los modos en que estos materiales configuran y se configuran en relación con los siguientes pares: mujer/hombre, trans/cis, normal/anormal, biológico/adquirido, naturaleza/artificio. Asimismo, atendí y me focalicé en las maneras en las que se confeccionan sentidos y prácticas en relación con el sexo, la sexualidad y lo reproductivo. También he indagado en los modos en los que se organizan las distintas etapas de la atención clínica, es decir, la exploración semiológica, el establecimiento diagnóstico y la indicación de tratamientos, prestando especial atención a las categorías utilizadas, la valoración médica de los resultados y de las demandas y respuestas de los y las pacientes, así como en los distintos objetos e instrumentos que intervienen en esas etapas.
El análisis de los materiales también estuvo orientado por las conexiones en las que éstos se desenvuelven. Por ejemplo, los programas de formación se analizaron en relación con los modos en los que se definen y organizan los objetos clínicos de cada especialidad, pero también en vinculación con las categorías específicas de cada campo, así como con las competencias clínicas que se esperan de la labor de médicos y médicas. Por ejemplo, la urología se define como una especialidad clínico-quirúrgica. Eso quiere decir que los ámbitos en los que se desempeña son los consultorios, pero también los quirófanos y salas de internación. Esta especialidad define su campo clínico por el abordaje de “las patologías que atañen al sistema urinario de la mujer y al sistema genitourinario del varón”. En el capítulo dos analizo las maneras en las que lo quirúrgico, competencia específica de esta especialidad, se relaciona con el modo en el que se define el campo urológico, así como con los diferentes objetos clínicos con los que esta especialidad trata.
En el caso de las entrevistas procuré identificar las prácticas clínicas frecuentes de cada especialidad, los modos en los que éstas se organizan, cómo se establecen prioridades, así como las posibilidades que abren y cierran cada uno de los métodos clínicos y terapéuticos que se utilizan. Por ejemplo, a partir de las entrevistas a ginecólogos y ginecólogas he podido analizar las maneras en las que llevan a cabo los “controles ginecológicos”, es decir, la realización de la toma de muestras para el Papanicolaou, la Colposcopía y el control mamario. Por medio de las entrevistas a sexólogos y sexólogas he examinado las prácticas que se ponen en juego en el abordaje de las “disfunciones sexuales”, así como el carácter “resolutivo” que orienta a las terapias sexológicas.
Cada material implicó un análisis singular que incluyó la elaboración de distintas conexiones entre materiales heterogéneos. Como veremos a lo largo de los capítulos, en el análisis se irán articulando y entretejiendo fragmentos de, por ejemplo, programas académicos y guías de prácticas clínicas, pasajes de entrevistas a profesionales y fragmentos de consensos clínicos, partes de entrevistas a estudiantes y pasajes de guías de prácticas clínicas. A través de estas conexiones intento aproximarme al entramado en el que las definiciones epistemológicas de cada campo, los tratamientos disponibles, las competencias clínicas, los objetos terapéuticos, los tipos de demanda, los procedimientos e instrumentos semiológicos se conectan y dan forma entre sí en el ejercicio médico.
El análisis consistió en la producción situada de categorías. Su elaboración resultó de un proceso poroso y reflexivo mediante el cual las categorías/herramientas fueron tomando forma al mismo tiempo que los objetos de estudio. El proceso estuvo orientado a la elaboración de conceptos cercanos y afectados por las especificidades de los campos, prácticas y objetos investigados, es decir, a las relaciones entre prácticas médicas y las ontologías corporales que tienen lugar en cada una de las tres especialidades médicas examinadas.
Por ejemplo, el análisis del campo ginecológico, campo vasto y sumamente complejo, me llevó a la elaboración de la noción de “condensaciones ginecológicas”. Las “condensaciones” refieren a entrecruzamientos densos entre las múltiples dimensiones y agentes que tienen lugar en el campo ginecológico. Me refiero a normas sexo-genéricas, regulaciones estatales, métodos anticonceptivos, programas ministeriales, guías de prácticas clínicas, espéculos, colposcopios, cuellos de útero, vaginas, ovarios, hormonas, salud sexual y reproductiva, salas de espera, cuerpos, deseos, procesos de salud y enfermedad, entre otros.
Durante el análisis del campo urológico confeccioné la noción de “composiciones urológicas”. Esta idea me permitió analizar las maneras disímiles en las que se disponen el saber quirúrgico, característico de esta especialidad, así como el carácter circunscripto con el que la urología da forma a sus objetos.
Al examinar el campo de la sexología médica he elaborado la noción de “desequilibrio práctico”. A través de ésta he indagado en las distancias e inconsistencias que tienen lugar en los modos en que esta especialidad diagnostica y trata.
Una categoría que ha sido transversal en el análisis de las relaciones de las tres especialidades con los cuerpos con los que trata ha sido la de “moldeamiento”. Esta noción remite al carácter procesual, gradual y continuo en el que las prácticas médicas dan forma a los objetos con los que trata, así como también, al modo en que esas prácticas se conforman en relación con esos objetos.
Por último, quisiera señalar las nociones de “univocidades” y “multiplicidades ontológicas”. A través de ellas he analizado las distintas conexiones, yuxtaposiciones e inconsistencias que tienen lugar en las relaciones entre los quehaceres de la ginecología, urología y sexología médica y las ontologías corporales.
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