Para abordar el problema propuesto, es decir, la relación de la ginecología, urología y la sexología médica con las ontologías corporales, he escrito cuatro capítulos. Los tres primeros están dedicados a desmenuzar las particularidades disciplinarias de cada especialidad, las singularidades de los modos en los que definen sus objetivos, modulan su mirada, dan forma a su campo de injerencia, moldean sus objetos y organizan sus métodos clínicos y terapéuticos. En el capítulo cuatro, a diferencia de los tres primeros, apuesto a un análisis transversal, es decir, de aquellas conexiones compartidas, yuxtaposiciones y continuidades, pero también de las diferencias e inconsistencias que atraviesan a las relaciones entre los quehaceres de la ginecología, urología y sexología médica con las ontologías corporales.
En el capítulo uno titulado Condensaciones ginecológicas. Relaciones entre prácticas médicas, políticas sexuales y reproductivas y la materialidad de los cuerpos en el desempeño ginecológico, analizo las maneras en las que esta especialidad clínica se vincula con los procesos con los que trata. El capítulo está atravesado por las siguientes preguntas: ¿En qué consiste el abordaje de la “salud integral de la mujer”? ¿Cómo son los quehaceres frecuentes en los consultorios médicos?, ¿cómo es su relación con los procesos identificados como reproductivos y, especialmente, con los que atañen al llamado “aparato reproductivo”? ¿Qué sucede con esta especialidad frente a la demanda de hombres trans? Como veremos, la ginecología se define por el abordaje de “la salud integral de la mujer”, campo que suele reducirse a los procesos vinculados a lo reproductivo. A lo largo del capítulo analizo los modos en que “la mujer” opera como marco onto-epistemológico, es decir, como categoría que da forma a las prácticas médicas de la ginecología y, simultáneamente, a los procesos corporales con los que esta especialidad trata.
La formación y el campo clínico de la ginecología, a diferencia de las otras dos especialidades que se analizan en esta tesis, se conforma a partir de entrecruzamiento de diferentes y variadas políticas estatales que regulan tanto las residencias médicas como el campo de la salud sexual y reproductiva. Asimismo, esta especialidad se organiza numerosas asociaciones profesionales haciendo del campo ginecológico una arena compleja y particularmente intervenida. Esto, como veremos, supone un proceso de regulación diferencial e intensa sobre el quehacer ginecológico, así como sobre los cuerpos de las mujeres cis.
En el primer capítulo también analizo las maneras en las que las mujeres cis se convierten en pacientes ginecológicas, así como las formas en las que los quehaceres ginecológicos organizan sus procesos corporales en ciclos vitales diferenciados por lo que voy a llamar “hitos clínicos”. Estos hitos, como la menarca, las primeras relaciones sexuales de penetración vaginal, el embarazo, parto, así como el climaterio se articulan en lo reproductivo.
Por último, analizo los quehaceres ginecológicos en relación con la demanda por parte de hombres trans. Como veremos, la identificación productiva de la ginecología con “la mujer” se configura como límite onto-epistemológico de la especialidad. La demanda de hombres trans tiene efectos concretos en la reconfiguración de los basamentos, fronteras y límites disciplinarios, así como en las prácticas de esta especialidad.
En el capítulo dos, titulado La urología y las ontologías corporales. Un mapeo de composiciones clínico-terapéuticas en el campo urológico, analizo las particularidades del campo clínico terapéutico de esta especialidad. A diferencia de la ginecología, la urología es una especialidad quirúrgica que se enfoca en la atención y resolución de lo que define como “patologías frecuentes del árbol urinario”. Lo quirúrgico supone no sólo una alternativa terapéutica central para los quehaceres urológicos, sino que conforma lo que he denominado un “saber-hacer técnico-quirúrgico”, es decir, una matriz onto-epistemológica que organiza las estrategias clínicas y terapéuticas de la especialidad en términos resolutivos y los objetos clínicos de manera circunscripta, puntual y somática.
A diferencia de la ginecología, la urología no se caracteriza por el énfasis preventivo de sus prácticas. Por el contrario, buena parte de sus quehaceres consisten en el abordaje de los síntomas, a veces agudos, que motivaron las consultas de sus pacientes. Si bien la urología no es una especialidad que se defina por atender exclusivamente a hombres cis, son ellos quienes asisten con mayor asiduidad a los consultorios urológicos.
En el capítulo se mapean tres “composiciones urológicas”, es decir, los modos productivos en los que se disponen las distintas dimensiones, procesos y objetos que conforman el campo urológico. La primera composición tiene lugar en el abordaje de las demandas de hombres cis que presentan síntomas prostáticos y, especialmente en el diagnóstico y la atención del cáncer prostático. La urología dispone de tres tipos de análisis para contralar el estado de la próstata: el PSA, el tacto rectal y la ecografía. En el capítulo se analizan las características y las limitaciones de su implementación, así como las particularidades de la información que produce de cada uno de estos análisis o estudios.
La segunda composición tiene lugar en la demanda de hombres cis que solicitan la colocación quirúrgica de una prótesis genital, ya sea peniana o testicular. En general este tipo de demandas surgen a partir de la pérdida crónica de la función o de la morfología genital provocada por un accidente o enfermedad. En esta composición los quehaceres quirúrgicos se organizan en pos del “restablecimiento” ya sea de la morfología genital cis masculina, así como de la llamada función eréctil, es decir, de la reconstrucción de cierta “naturaleza” genital. Sin embargo, las colocaciones de prótesis no sólo restablecen, sino que reinventan las funciones genitales dejando marcas de artificialidad aparejadas a ese proceso.
La tercera y última composición urológica resulta en la demanda de mujeres trans que solicitan una cirugía llamada vaginoplastía. En esta composición, los quehaceres urológicos no se ponen en marcha para tratar una patología ni una disfunción, sino para dar respuesta a una demanda que se realiza a partir de la voluntad de transformar el propio cuerpo. Las vaginoplastías tienen lugar en un contexto local específico caracterizado por la Ley de Identidad de Género, regulación que garantiza el acceso a las tecnologías de modificación corporal por parte de personas trans.
En el capítulo tres, titulado La sexología médica y las ontologías corporales. Las estrategias médicas y el abordaje clínico de las disfunciones sexuales, examino las maneras en las que esta especialidad se configura y configura sus objetos clínico-terapéuticos. La sexología no conforma una especialidad estrictamente médica. Sin embargo, su ejercicio por parte de médicos y médicas supone una serie de singularidades respecto de los quehaceres de la sexología clínica practicada por no médicos, así como respecto de las maneras en las que la ginecología y urología abordan “lo sexual” o “la sexualidad”.
A lo largo del capítulo analizo las formas en las que dos “artefactos onto-epistemológicos”, a saber, la llamada “respuesta sexual” y la “función sexual”, moldean lo sexual en términos normativos, somáticos y mecánicos haciendo de los procesos allí englobados fenómenos asibles y mensurables para el quehacer de la sexología médica.
Los quehaceres de la sexología médica consisten en el diagnóstico de “disfunciones sexuales” y en el despliegue de estrategias terapéuticas orientadas a su resolución. En el capítulo analizo dos “desequilibrios prácticos” que tienen lugar en el campo clínico de la sexología médica. El primero se relaciona con la distancia e inconsistencia entre la elaboración de diagnósticos, que se proponen considerar la etiología multidimensional de las disfunciones sexuales, y la implementación de estrategias terapéuticas, las que apuntan a la resolución de los síntomas.
El segundo desequilibrio se configura a partir de los efectos diferenciales de los dos principales tipos de alternativas terapéuticas con las que cuenta la sexología médica: las psicoterapias y la terapia farmacológica. En relación con las terapias farmacológicas, las psicoterapias se conforman como menos eficaces, más dificultosas y lentas. Las disfunciones por las que consultan con mayor frecuencia los hombres cis, es decir, la disfunción eréctil y la eyaculación precoz, se tratan a través de medicamentos. Mientras que el “deseo sexual hipoactivo”, tipo de disfunción por el que más consultan las mujeres cis, sólo puede tratarse a través de psicoterapias. Como intentaré mostrar, ambas alternativas terapéuticas dan forma de manera diferencial a los diagnósticos, así como a las performances heterosexuales de los hombres y las mujeres cis.
Finalmente, en el capítulo cuatro titulado Univocidades y multiplicidades ontológicas. El sexo y la sexualidad y el quehacer médico vuelvo sobre la pregunta que inicia la tesis, es decir, al interrogante por las relaciones entre el quehacer de la ginecología, urología y sexología médica y las ontologías corporales. A lo largo del capítulo me pregunto cómo y qué son los cuerpos, el sexo, la diferencia sexual y la sexualidad en y para la medicina.
En la primera parte del capítulo analizo dos maneras en las que la medicina produce el sexo como realidad unívoca. La primera sucede a partir de la construcción del sexo como dato durante la “exploración semiológica”, especialmente en el uso de la historia clínica. La segunda tiene lugar a partir de dos investigaciones médico-clínicas que se interrogan por rol de las hormonas sexuales en el comportamiento y en la sexualidad. Luego, rastreo y analizo las distintas maneras en las que se configura la diferencia sexual en conexiones parciales y específicas entre los campos de la anatomía, fisiología y endocrinología y la ginecología, urología y sexología médica.
Por último, exploro las relaciones entre los quehaceres médicos, la producción de ontologías corporales y la hospitalidad, es decir, los cierres y aperturas que producen los distintos modos en que la medicina define y trata las realidades corporales, las verdades de sus procesos, lo normal y lo sano. Analizo a las prácticas médicas en relación con su capacidad para afectarse por los procesos con los que trata, de aprender y reconfigurarse a través de ellos.
En el apartado correspondiente a las conclusiones presento, primero, las que corresponden a cada uno de los cuatro capítulos de la tesis. Luego, una serie de conclusiones generales, que tuvieron lugar entre los capítulos. Finalmente, comparto algunos interrogantes que, si bien fueron elaborados a lo largo de esta investigación, su abordaje quedará pendiente para futuros trabajos.