Esta tesis no hubiese sido posible sin el apoyo de una amplia red formada por distintas instituciones, grupos, personas y no-humanos. Quiero empezar agradeciendo al Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) por el otorgamiento de la Beca Doctoral durante el período 2012-2017. Sin la beca no hubiese sido posible realizar esta investigación.
Quisiera agradecer también a las autoridades del Doctorado en Ciencias Sociales de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, a los y las docentes con quien tuve la posibilidad de cursar, intercambiar y aprender. También a los y las no docentes, por el cariño, compromiso y dedicación con la que realizan su labor.
Quiero agradecer especialmente al Dr. Mario Pecheny y a la Dra. Lucía Ariza por su orientación en esta etapa. He aprendido mucho trabajando con ambos y ahora, llegado el final, puedo decir con profunda satisfacción y alegría he tenido la suerte de sentirme parte de un equipo.
Agradezco a Mario, por su enorme generosidad, por su cadencia para acompañar, guiar y enseñar distintas cosas, todas importantes. Por la confianza, el apoyo y el aliento a lo largo de las diferentes etapas de este proceso. Voy a atesorar lo aprendido como parte de un acervo de herramientas teóricas, metodológicas y éticas a las que seguramente eche mano en más de una oportunidad en el futuro.
A Lucía, por la generosidad, el compromiso y la dedicación con la pacientemente acompañó durante largos años el proceso de reflexión que hay detrás de esta tesis, incluyendo sus múltiples desvíos. Me resulta difícil transmitir cuánto le debe este trabajo a Lucía. Junto con las invaluables conversaciones, intercambios y aportes bibliográficos, con Lucía aprendí un modo de investigar, aprendí a aprender de las cosas y de los procesos, a investigar dejándome desafiar y sorprender por ellos. Esa apertura ética y metodológica es otro de los tesoros que me deja el proceso de elaboración de esta tesis.
Quiero agradecer también a la Dra. Ana Lía Kornblit, por haberme acompañado en la primera etapa de la formación doctoral y a la Dra. Karina Bidaseca, por su orientación durante el final de la Licenciatura en Sociología y durante la beca doctoral.
También quiero agradecer a los y las participantes del Área de Salud y Población del Instituto de Investigaciones Gino Germani y a quienes forman parte del equipo UBACyT dirigido por Mario Pecheny. Ellos y ellas han sido interlocutores muy importantes de los primeros borradores de esta tesis.
Quiero agradecer especialmente a Anahí Farji Neer, amiga, compañera y generosa interlocutora. Buena parte del trabajo de campo fue realizado en cercanía y complicidad con ella. Gracias por las lecturas dedicadas de distintos borradores que precedieron a este trabajo y por las oportunidades para madurar ideas y reflexiones juntas.
Al Centro de Documentación e Información del Instituto de Investigación Gino Germani, especialmente a Ignacio Mancini por el asesoramiento y la infalible búsqueda bibliográfica.
Agradezco también a Gabriela D´Odorico y a Patricia Digilio. Tuve la suerte de haber conocido a ambas, en el marco del Doctorado, durante el Taller de Tesis I. Desde entonces nos hemos encontrado en distintos espacios. Con Gabriela en el marco del Seminario Abierto del Grupo de Estudio sobre Biopoder, Tecnociencia y Subjetividad y con Patricia en el Taller de lectura dirigida “Una lectura bioética de la biomedicina”.
Quisiera agradecer también a la Dra. Claudia Fígari quien, en el marco del Taller de Tesis II, me ayudó a armar un primer esqueleto de esta tesis. Al Dr. Juan Pedro Alonso y a la Dra. Jimena Mantilla, por lo aprendido durante el seminario “Transformaciones actuales en el campo de la salud: ciencia, biomedicina y sociedad”. También a la Dra. Gabriela Irrazábal por sus enriquecedores y generosos comentarios y aportes bibliográficos en la instancia de revisión del Plan de Tesis.
A quienes forman parte del Departamento de Salud del Centro Cultural de la Cooperación, especialmente a Brenda Maier y a “mi sister” y compañera de la vida, Luci Cavallero.
Quisiera agradecer también al grupo de lectura de “Mil Mesetas”, especialmente a Sergio Tonkonoff, Camilio Ríos Rozo, Sebastián Stavisky, Luci Cavallero. La lectura colectiva y afectiva de esos sábados por la mañana aún resuena como ecos en mis pensamientos. A Gastón Sena y de nuevo a Seba, por haber insistido con la hermosa combinación de los sábados de amistad y lectura, en este caso, de los libros de Canguilhem.
A mis compañeros y compañeras de activismo y militancia. Porque, sin dudas, lo que veo, pienso y siento se fue forjando a lo largo de los años en los diálogos y quehaceres compartidos. A mis excompañeras y compañeros de la organización Lesbianas y Feministas por la Descriminalización del Aborto. Especialmente a Verónica Marzano, a quien llevo en la memoria y en el corazón.
A María Luisa Peralta, amiga y compañera entrañable, entusiasta libertaria, gracias por la generosidad, la complicidad y el cariño. A mis compañeras y compañeros del MTD Lucha y Libertad (FOB), especialmente a Eugenia Lara y Carla Thompson, y a mis compañeras y compañeros del Área de Salud: Pato, Caro, Germán, Eva, Gilma, Salva, Lau, Eli y, especialmente, a Daysi. Gracias por insistir con la posibilidad de construir otros mundos.
A las personas que forman parte del Grupo Nzinga de Capoeira Angola, “mi segunda familia”: Jaz, Juli, Magui, Analí, Pauli, Lauri, Gra, las Flor, Lian, Suyi, Sil, Romi, Valen, Siro, Bia, Anajú, Azu, Dani, Fabi, Rodo, Giu, Iru, Jeka, Lu, Jime, Shajo, Luci, Noe, Cande. Y a mi mestra orientadora, de capoeira y de la vida, Janja. A la Jo, amiga adorada y cuidadora del Centro Cultural La Sala, “mi segundo hogar” y escenario de tantos encuentros y fantasías.
A mis compas de la Columna Orgullo en Lucha.
A los amigos y amigas que acompañaron con paciencia y amor.
A mi mamá, por todo su amor, apoyo y confianza. A mi Papá por su cariño y apoyo. A mi hermana María, por el cariño, aliento y confianza incondicional. A mi hermana Manuela, por el brillo que aporta a mi vida. Gracias, porque por más que estemos lejos desde hace tantos años, están siempre conmigo. A mis tías y tíos, a mi primo y primas y a mi sobrina Juana, gracias por el cariño.
A la Ema y el Membrillo, por su amor gatuno e infatigable compañía y tareas de armonización durante los últimos intensos meses de escritura. A mis plantas, por enseñarme de paciencia y observación.
Y, finalmente, a Fer Carvajal. Su apoyo, confianza, cuidado y amor han sido, sin dudas, condición de posibilidad de este proceso de pensamiento y escritura. A su lado aprendí y me animé a muchísimas cosas. En esta ocasión voy a mencionar una: a ver y a afectarme por la sutileza de los trazos y texturas. Gracias por todo eso.