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Prólogo

Bits y políticas para el desarrollo local

Ricard Faura i Homedes

La creatividad es una mente salvaje y unos ojos disciplinados.
Dorothy Parker

Me gustaría empezar esta pequeña reflexión, provocada por la lectura del trabajo realizado por el equipo coordinado por Susana Finquelievich, intentando buscar una relación entre tecnología, innovación y políticas públicas. Todos estos conceptos, tan utilizados y referenciados en estos últimos tiempos y, a su vez, tan alejados muchos de ellos y poco relacionados entre sí. Cuando hablamos de innovación, todos imaginamos algo muy distante del concepto de políticas públicas. Soy un convencido de que el futuro de la administración pública y, por extensión, de las políticas públicas, pasa sí o sí por innovar y cambiar el cómo abordamos los retos y resolvemos las problemáticas que preocupan al ciudadano.

Esta necesidad de innovar por parte de todas las administraciones públicas del mundo, en muchos casos, ha acabado en propuestas de mejora de procesos internos. No podemos confundir este ejercicio de mejorar el funcionamiento y los procesos ligados al día a día de las administraciones públicas con propuestas de verdadera innovación con todo lo que comporta y cuestiona nuevas propuestas innovadoras que ataquen la esencia misma de las políticas públicas. Cuando se producen, pocas, pero por suerte cada vez más, experiencias de innovación en este ámbito, en su inmensa mayoría, no pasan de simples pilotos que quedan en anécdotas, si no somos capaces de sistematizar, visualizar y socializar todas estas experiencias. Es necesario utilizar todo este conocimiento para cambiar la manera de dar respuesta a las necesidades que nos plantean los ciudadanos.

Es en este sentido, que me gustaría destacar uno de los intentos más recientes con vocación de tener un fuerte impacto en políticas públicas, el caso del Ris3. RIS3[1] es el acrónimo, de “Research and Innovation Strategy for Smart Specialisation“. En español resulta algo más largo: Estrategia de Investigación e Innovación para una Especialización Inteligente. Si Europa quiere ser competitiva frente a sus competidores, tienen que serlo sus regiones. La reflexión que hizo en su día la Unión Europea fué: ¿Tienen todas las regiones que investigar e innovar? La respuesta fue, a poder ser, sí, pero no cada región en todos los campos, sino que cada una debe focalizarse en sus ventajas comparativas y competitivas. En definitiva, cada región tiene que especializarse en los ámbitos de la economía del conocimiento en los que pueda competir globalmente. Y la determinación de esos ámbitos no puede hacerse por una simple decisión política. Tiene que basarse en la realidad regional y en sus potencialidades diferenciales, mediante un proceso continuo y participativo, de la sociedad y sus agentes, de descubrimiento de las fortalezas y oportunidades regionales. Es aquí donde aparece una clara evolución en la propuesta de innovación, el paso de la llamada triple hélice[2] a la cuádruple hélice[3]. El modelo de innovación de cuádruple hélice hace referencia aquella en la que la sociedad se une junto a las empresas, academia y administración pública para dirigir los esfuerzos en innovación que de forma independiente no podrían alcanzar. La novedad es la incorporación del ciudadano en el sistema de innovación, hasta ahora, mero observador, testeador u objetivo final.

En Cataluña[4], gobierno en el que vengo desarrollando mi labor profesional desde hace casi 20 años, la Estrategia de investigación e innovación para la especialización inteligente (RIS3CAT)[5], establece las prioridades de las políticas públicas de investigación, desarrollo e innovación (I + D + I) y las actuaciones que tendrán el apoyo del Programa operativo del FEDER[6] Cataluña[7] 2014-2020, de acuerdo con cuatro objetivos estratégicos, que se corresponden con cuatro ejes de actuación,

Eje 1. Ámbitos sectoriales líderes

Eje 2. Actividades emergentes

Eje 3. Tecnologías facilitadoras transversales

Eje 4. Entorno de innovación

El Objetivo estratégico es mejorar globalmente el sistema innovador catalán, reforzar la competitividad de las empresas (especialmente, de las pymes) y orientar las políticas públicas hacia el fomento de la innovación, la internacionalización y la emprendeduría. Para mejorar el ecosistema de innovación, la RIS3CAT se focaliza en las políticas públicas que inciden más en la calidad del entorno de innovación. Toda esta estrategia se está desarrollando a partir de las líneas de actuación que se despliegan en cada uno de los ejes.

Este gran cambio de paradigma que emprende el RIS3 en la Europa comunitaria, no será inmediato ni fácil pero no hay vuelta atrás en estos nuevos planteamientos.

Para llevar a cabo estas nuevas apuestas, ligadas con las nuevas maneras de innovar, el primer gran reto es la creación de metodologías comunes y, como consecuencia de estas metodologías, sus indicadores asociados, no solamente con visión económica, sino, con una clara vocación de medir el impacto social de estas metodologías. De manera mucho más urgente, es necesario consensuar un mismo lenguaje entre todos los actores que participen en el llamado sistema de innovación abierta[8], unido de manera imprescindible con la apuesta por la llamada cuádruple hélice.

Otra de las necesidades derivadas de la aplicación de estos nuevos sistemas de innovación que nos estamos planteando en Cataluña, es la creación de la figura de los responsables locales de innovación. Es muy difícil trasladar esta nueva visión a todo el territorio si no tenemos profesionales que sean capaces de interpretar y aplicar estas metodologías y, a su vez, interactuar con sus iguales en todas las partes del país. La transferencia de conocimiento es mucho más fácil si hablamos y utilizamos el mismo lenguaje. Estamos trabajando en estos momentos pues, en materiales didácticos para facilitar la formación y el empoderamiento de lo que llamamos agentes de innovación local, que va más allá de los clásicos dinamizadores de telecentros y los agentes de promoción económica territoriales.

También estamos planteando el diseño y creación de un sistema universal de innovación, donde cualquier ciudadano tenga la posibilidad de proponer, participar y profundizar, en una propuesta, reto o proyecto, que necesite de la colaboración de diferentes componentes de la denominada cuádruple hélice. Esta propuesta lo equipararía a nuestro sistema universal de atención primaria sanitaria[9] donde interactúan agentes públicos y privados para ofrecer una sanidad de calidad al ciudadano. Este diseño no excluye las “viejas” estructuras ya existentes (telecentros o centros de acceso público a Internet, oficinas de promoción económica, viveros de empresas, etc.) que han jugado un papel muy importante en diferentes propuestas, como el impulso económico y la cohesión territorial y la lucha contra la brecha digital. Necesitamos transformar y evolucionar estas estructuras para que complementen otras que están naciendo y que cada vez jugarán un papel más importante, como son los llamados Labs, los Coworkings, los FabLabs, los Maker Spaces, los LivingLabs, los Colaboratorios, … Es con este objeto que el gobierno de la Generalitat de Cataluña, lanzó el programa Catlabs en noviembre del 2016[10], con el siguiente enunciado:

“El programa Catlab promueve la articulación de una red catalana de innovación digital, social y colaborativa, que implique el conjunto del tejido económico y social del país en los procesos de innovación, según el modelo de la cuádruple hélice (sistema de I + D + I, empresas, administraciones públicas y usuarios de la innovación).”

Es por todo ello, que vivo en primera persona, la necesidad de contar con propuestas como la que tenemos el privilegio de tener en nuestras manos, como un ejercicio de vital importancia donde el esfuerzo intelectual y el análisis, complementa los grandes déficits que tienen las políticas públicas, y mucho más, las que se relacionan con la aplicación de las TIC. En este tipo de políticas, muchas veces se considera la inversión en tiempo de investigación y reflexión, una pérdida en tiempo de ejecución y de posible aplicación de propuestas y soluciones.

Para los gobiernos, la aparición de actores tan importantes para el futuro del bienestar de los ciudadanos, como son las ciudades y las grandes organizaciones territoriales alrededor de estas ciudades, plantean nuevos paradigmas que la mayoría de los estados todavía, no solamente no han resuelto, sino que en su mayoría no se han planteado. Difícilmente desde las estructuras gubernamentales, se plantearán como atacar este nuevo reto, aquí subyace la importancia de los investigadores universitarios.

Estoy seguro de que las nuevas incógnitas y oportunidades que las TIC nos ofrecerán en un futuro inmediato, como serán las relacionadas con la llamada Internet de la Cosas, la Inteligencia Artificial y el Big Data, enriquecerán y potenciarán aún más trabajos de tanto nivel como los que nos ofrecen Susana Finquelievich, Fernando Bordignon, Lucila Dughera, Patricio Feldman, Ulises Girolimo, Silvia Lago Martínez. No es pues, seguro, una obra cerrada: estamos delante del “primer capítulo” de una trepidante reflexión.

Barcelona, abril del 2018




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