El contrabando en la Colonia del Sacramento en la segunda mitad del siglo XVIII
Paulo Cesar Possamai[1]
La Colonia del Sacramento fue fundada en 1680 por los portugueses en la orilla norte del Río de la Plata, obedeciendo a intereses económicos y expansionistas de la Corona. Sacramento fue el principal foco de tensión entre portugueses y españoles en la América meridional hasta la firma del Tratado de Santo Ildefonso (1777), por el cual fue cedida definitivamente a la Corona española. Hasta ese momento la Plaza de guerra había sido tomada cuatro veces por los ejércitos españoles y tres veces devuelta a los portugueses por sucesivos tratados de paz (Possamai, 2014).
Tras la primera destrucción de Sacramento, bajo las órdenes del gobernador de Buenos Aires -en el mismo año de su fundación- la fortaleza fue repoblada en 1682, siendo conocida desde entonces en la documentación como Nueva Colonia (del Sacramento). Cinco leguas al norte de la Plaza, en las márgenes del río San Juan, el gobernador bonaerense instituyó un puesto militar cuya misión era ahuyentar el ganado salvaje de las proximidades del establecimiento de los portugueses, impedir su contacto con los indígenas y vigilarlos. Aunque fuera creada con el objetivo de aislar a los lusitanos, esa guardia también sirvió como centro de contrabando y de refugio a los desertores de Sacramento (Riverós Tula, 1959).
Los portugueses volvieron a Colonia en 1716, tras abandonarla en 1705 durante la Guerra de Sucesión de España. En 1735 empezó una nueva guerra entre portugueses y españoles por el dominio de la Banda Oriental que terminó sólo en septiembre de 1737. El bloqueo de la plaza por los españoles no la llevó a caer por el hambre gracias a los constantes refuerzos de gente, municiones y alimentos enviados desde Portugal y Brasil. La situación fue arreglada por el Tratado de París, donde las potencias aliadas de las coronas portuguesa y española -Inglaterra y Francia respectivamente- garantizaron la paz con el mantenimiento del satus quo.
De hecho, de 1737 a 1777, el cotidiano devenir de los habitantes de la Colonia del Sacramento estuvo marcado por el bloqueo constante al que los españoles sometieron al poblado, lo que llevó a un historiador uruguayo a compararlo a la también estratégica posición de Gibraltar (Riverós Tula, 1959), posesión inglesa en la costa sur de España.
Figura 1. “Croquis del Nuevo Campamento y Cordón que forman las Guardias avanzadas según y conforme al que ocupaban después del Armisticio del año 1737”. Anónimo, c. 1738, Archivo General de Indias, Sevilla, MP-Buenos Aires_53, https://bit.ly/2wD4erB.
Pero si los españoles consiguieron contener la expansión portuguesa en el actual territorio uruguayo por medio del Campo de Bloqueo, no consiguieron acabar con el contrabando en definitivo. Según la afirmación del gobernador Sebastião da Veiga Cabral: “para que los castellanos puedan impedirnos el comercio no basta que les convenga y lo deseen impedir, es necesario que lo puedan hacer” (Cabral, 1965). Esto era una realidad indudable, aún más cuando se percibe un equilibrio entre los intereses en las dos orillas del Plata. Según Fernando Jumar:
A los habitantes de Colonia del Sacramento les corresponderá la tarea de ser los intermediarios entre el río y el Atlántico en todo lo relacionado con la provisión de productos europeos y brasileños destinados a ser comercializados en fraude en los territorios españoles. Pero, sobre todo, deberán abstenerse de explotar los bovinos de la Banda Oriental. Los cueros, junto con los metales llegados desde el interior español serán los medios de pago que los habitantes de Buenos Aires utilizarán para equilibrar sus cuentas con los portugueses (Jumar, 2004).
Fabricio Prado también sigue esta línea de raciocinio al decir que en la segunda mitad del siglo XVIII Colonia, Buenos Aires y Montevideo formaban un complexo portuario el cual, más que competir se complementaba, creando un espacio poroso donde portugueses y españoles cooperaban en muchas maneras, no solo en el comercio como también desarrollaron conexiones religiosas y familiares (Prado, 2015).
Sin acceso a la campaña debido al campo de bloqueo español, Colonia se dedicaba ahora exclusivamente al contrabando. El 23 de febrero de 1738 el gobernador de Buenos Aires escribía que “la Colonia del Sacramento sirve de almacén, no solo para el comercio de estos, sino también para el de las naciones extranjeras, especialmente la inglesa”. Decía que aún en tiempo de guerra las embarcaciones menores de los navíos de asiento de negros entraban y salían del puerto de Colonia y que, después de la paz -para evitar las fragatas españolas ancladas en Barragán- descargaban sus mercancías en Sacramento antes de dirigirse a Buenos Aires para desembarcar los esclavos (Correa Luna, 1931).
El jesuita Florián Paucke, en 1749, así describió el bloqueo que los españoles imponían al poblado:
A mí me parece que los Portugueses viven tan estrechados y son mantenidos por los Españoles tan entre barreras como actualmente los judíos en nuestros países. Yo mismo he visto los centinelas en derredor de la ciudad; me pareció como si la ciudad estuviera bloqueada de continuo. No es posible que desde el lado de la tierra pueda colarse alguna cosa si -bien entendido- los centinelas no son pillos e intermediarios. Yo no sé si tal cosa ocurre pero es probable [que] sea así (Paucke, 1992).
El jesuita estaba cierto en su sospecha, pues el campo de bloqueo español, al contrario de impedir, a su manera, contribuyó para el desarrollo del contrabando entre los súbditos de Portugal y España. La limitación del uso de la campaña al pequeño espacio permitido por el Campo de Bloqueo impidió la reanudación de la producción agrícola y pecuaria por parte de los habitantes de la Colonia del Sacramento, que tuvieron que buscar el abastecimiento entre los españoles. La búsqueda de los productos alimenticios en Buenos Aires justificaba la presencia constante de embarcaciones portuguesas en la ciudad, que la mayoría de las veces transportaban mercancías ilícitas. También era frecuente el pasaje de abastecimiento y contrabando a través de la guarnición responsable por el mantenimiento del bloqueo.
El bloqueo se estrechaba según las vicisitudes políticas en Europa o por el empeño de un gobernador más consciente de su rol administrativo que interesado en los lucros del contrabando. Durante las demarcaciones del Tratado de Madrid el Campo de Bloqueo se aflojó, pues estaba previsto el cambio de los Siete Pueblos de las Misiones por la Colonia del Sacramento. El 10 de marzo de 1752 el gobernador del Río de la Plata, D. José de Andonaegui, escribía a todos los militares y las autoridades bajo su jurisdicción que “no se pongan impedimentos entre la comunicación entre españoles y portugueses en el real servicio y que se les dé todo auxilio posible” (Correa Luna, 1931).
Dos años después el marqués de Valdelirios, responsable por la comisión demarcadora española en el sur, autorizó al vecindario de Buenos Aires la visita a Colonia y allá “comprar bienes muebles y de raíces en aquella población por los precios que se ajustasen con sus vecinos, lo que pueden ejecutar exceptuando en esta la venta de géneros de comercio”. (Correa Luna, 1931). También disponía que los residentes de la plaza que querían podrían quedarse, tornándose vasallos del Rey Católico. De hecho, en mayo de 1757 el marqués fue consultado por el comandante del Campo de Bloqueo “sobre si tenía algún inconveniente en que se les permitiese a los portugueses de la Colonia hacer sementeras en nuestras tierras con el pretexto de que quieren quedar vasallos del rey nuestro señor” (AGN, Buenos Aires, sala IX, 04-03-01, 202).
Pero la situación iba a cambiar cuando los españoles se dieron cuenta de que los portugueses no estaban muy interesados en abandonar la Colonia del Sacramento. D. Pedro de Cevallos, escribía a la Corte el 3 de octubre de 1758 que, a causa de haber el marqués de Valdelirios franqueado licencias para el intercambio entre Buenos Aires y Colonia, aumentó mucho el comercio ilícito entre las dos orillas del Plata. Decía que los muebles que los españoles compraban en Sacramento no eran de los vecinos de Sacramento pero nuevos, fabricados en Rio de Janeiro para este fin (Correa Luna, 1931).
Por su vez, el 13 de julio de 1759, el comandante del Campo de Bloqueo escribía a D. Pedro de Cevallos que:
Este bloqueo solo mantiene el nombre sin ninguna formalidad de tal, habiéndose introducido varios abusos con título, me parece, de la buena correspondencia encargada, juzgando también que la Colonia se había de entregar, procurando con esto agradar y atraer a sus vecinos para que se quedaran en el caso de efectuarse la evacuación de dicha plaza, y como este tiempo aún no llegó, quedaron los inconvenientes en pie de la esperada posesión de aquella (Correa Luna, 1931).
El 4 de junio de 1760 el comandante del Campo de Bloqueo escribió al gobernador de Colonia diciéndole que las embarcaciones portuguesas solamente podrían buscar víveres en los puertos del Riachuelo y de Montevideo según el acuerdo hecho por los gobernadores en 1748. Pero eran frecuentes los viajes de embarcaciones portuguesas a la costa, desde San Isidro hasta Santa Fe, llevando mercancías y esclavos que cambiaban por plata, cueros y demás frutos del país, lo que pedía empeño del gobernador en dicho impedimento (Correa Luna, 1931).
En el día 24 del mismo mes se firmó una real orden a Cevallos y a Valdelirios para que los indios retomasen sus posesiones y que los portugueses volviesen a sus antiguos límites, pues el Tratado de Madrid quedaba sin vigor (Correa Luna, 1931). En diciembre de 1760, desde las Misiones, Cevallos recibió un real orden que retomaba las peticiones de la real cédula del 23 de agosto de 1757 para que no permitiese la extracción de leña y víveres para la Colonia (Correa Luna, 1931).
La situación iba a cambiar mucho con la llegada de D. Pedro de Cevallos desde las Misiones en febrero. Él reforzó el Campo de Bloqueo y trasladó su sede de la guardia de San Antonio para un sitio más cercano a la Plaza y al río, en una localidad “que además de ser muy ventajosa está en buena proporción de sostener en cualquier incidente las guardias avanzadas” (Correa Luna, 1931). Después de cinco días de establecido el nuevo campo, llegó una protesta del gobernador de Sacramento, pero Cevallos la ignoró así como prohibió que saliesen de la Plaza carretas para cargar leña en el campo y venderles cien vacas según una licencia que tenían desde 1748 (Correa Luna, 1931).
Figura 2. “Plano del Nuevo Campo del Bloqueo, atrincherado, sobre el terreno que estuvo Antiguamente”. Autor: Antonio Aymerich Villajuana, 1761, Archivo General de Indias, Sevilla, https://bit.ly/3dtxm5o.
Don Pedro de Cevallos escribió al secretario de Marina e Indias, D. Julián de Arriaga, que a la licencia dada por el gobernador Don Miguel de Salcedo de cortar leña en las islas de Martín García y de las Dos Hermanas a los portugueses se siguió la ocupación de las mismas, “siendo ambas unos almacenes de géneros de comercio ilícito de donde con más comodidad que de la Colonia los introducen en nuestro país”. Decía que “dejándoles salir de la Plaza a buscar leña y ganado vacuno se les abre una puerta franca para sus contrabandos, haciéndose de este modo inútil el Bloqueo de la Colonia” (Correa Luna, 1931).
A partir de las duras medidas tomadas por Cevallos terminó un período de gran desarrollo del comercio ilícito, facilitado por la cooperación entre portugueses y españoles durante las demarcaciones del tratado. Isabel Paredes, en su estudio sobre el contrabando entre Colonia y Buenos Aires, verificó que los principales agentes entre 1744 y 1762 eran los pulperos (17%), los lancheros (16%) y los militares, entre oficiales, guardas y soldados (16%). Los pedidos de víveres entre 1749 y 1759 en general eran hechos en nombre del hospital y para la mesa del gobernador de Colonia, lo cual consumía más que toda la población a ver por las proporciones de sus pedidos, lo que indica que servía al comercio además de la manutención del mismo. Lo confirmaba el propio gobernador portugués que decía que “la abundancia de harina propia es tal que se abastece no sólo Río de Janeiro, sino los demás dominios del Rey”. Además de telas de procedencia europea, entraban en Buenos Aires productos de Brasil como tabaco, azúcar y aguardiente y salían trigo, maíz, aves y frutas (Paredes, 1996).
En principios de 1762, la actitud de Ceballos era ya ofensiva, incluso antes de declarada la guerra, que regresaría al sur de América en el mismo año como consecuencia de la Guerra de los Siete Años, en la cual los Borbones se enfrentaron a la mayor parte de las demás coronas europeas. El 15 de junio España declaró guerra a Portugal. En la misma fecha se envió una real orden al virrey del Perú para “que se den patentes a los particulares que se quisieren armar en corso para aprehender, apresar o tomar los navíos, embarcaciones y efectos pertenecientes al Rey y súbditos de Portugal”. (Correa Luna, 1931). D. Pedro de Cevallos desembarcó con las tropas de Buenos Aires en la Banda Oriental en principios de septiembre y, a finales de octubre de 1762, conquistó la Colonia del Sacramento.
Pero el artículo 21 del tratado de paz, firmado el 10 de febrero de 1763, decía que: “se volverá todo a poner en el mismo pie en que estaba, y conforme a los tratados anteriores que subsistían entre las cortes de España, Francia y Portugal antes de la presente guerra” (Cantillo, 1843). Por eso los portugueses volverían otra vez al Plata. Cevallos firmó la entrega de la Plaza de la Colonia del Sacramentopero no estuvo presente en la ceremonia, de la que fue encargado D. José Nieto.
Este, después de la entrega de la Plaza pasó al Campo de Bloqueo donde hizo publicar un bando en que condenaba a la muerte cualquiera que comerciara con los portugueses. El gobernador de Buenos Aires ordenó que se abriera un foso de la playa norte a la playa sur y determinó un bloqueo marítimo, no permitiendo ni la aproximación de barcos pequeños de pesca. Según Cevallos “si Portugal quería conservar Colonia no sería con los géneros de España” (Apud Rego Monteiro, 1937).
En agosto de 1766 D. Pedro de Ceballos pasó el gobierno del Río de la Plata a D. Francisco Bucareli y Ursua y luego reaparecieron las noticias sobre el contrabando. Un anónimo español escribió en el mismo año que “el promedio de negros introducidos a partir de Colonia del Sacramento nunca era inferior a 600” (Santos, 2005). Entonces un esclavo era vendido en Colonia entre 100 y 120 pesos, mientras en Buenos Aires un esclavo contrabandeado costaba entre 180 y 200 pesos y un vendido legalmente valía entre 300 y 500 pesos (Prado, 2015). Un famoso viajero francés que pasó por Río de Janeiro en el año siguiente, escribió que allí el tráfico de negros era intenso con los españoles. Según él, “ocupaba al menos treinta embarcaciones de cabotaje entre la costa del Brasil y del Plata” (Bougainville, 2008).
El 20 de diciembre de 1775 fue enviada al gobernador Francisco José da Rocha una “Representación de los moradores de la Plaza”, donde se quejaban del grave problema de la huida de esclavos: “que de aquí se pasan para el Campo de Bloqueo, adonde el comandante del mismo Campo les da libertad, de suerte que seducidos y atraídos con este injusto indulto, son cotidianas y frecuentes las deserciones de los esclavos” (Kühn, 2011). Algunos registros de eso hemos encontrado: en enero de 1768, huyeron de la Plaza Isabel Gomes -esclava del capitán D. José Gomes- y el esclavo Ventura Rodrigues Carneiro (AGN, Buenos Aires, sala IX, 04-03-01, 202).
Fabrício Prado nos informa que la pérdida de las tierras donde se desarrollaba la agricultura llevó a una transformación de la población de Colonia, que se transformó de un centro de poblamiento blanco a un pueblo predominantemente negro -58% de la población era compuesta de esclavos en 1760- que no tenía antiguas conexiones con los vecinos y probablemente servía de mercancía con los españoles cuando el contrabando era posible (Prado, 2015).
El 8 de noviembre de 1770 el gobernador de Buenos Aires escribía a la corte de Madrid que:
El Gobernador de la Colonia del Sacramento consiente, fomenta y mantiene en continuo trato [una] porción de Sumacas de la que poco ha [sic] se perdieron dos en el Río de Solís, junto a Maldonado, donde se hallaban contrabandeando, recogiendo cueros y vendiendo sus efectos. Han tenido varios combates con nuestras Corsarias, enarbolando su Bandera Portuguesa y burlándose de nuestras fuerzas por la superioridad de las suyas (Correa Luna, 1931).
Francisco Millau, en su Descripción del Río de la Plata, de 1772, escribió sobre la existencia de una fuerte empalizada construida por los españoles, que, de una playa a otra, confinaba a los portugueses en la península ocupada por la Colonia del Sacramento. En el cordón de aislamiento estaba siempre disponible un destacamento de tropa que hacía parte de la guarnición de Buenos Aires acampado a media legua de Colonia. Sobre el abastecimiento decía que:
Se halla esta Plaza reducida a excepción de algunas carnes que se les permite comprar en las inmediaciones a su Gobernador para su [uso] diario y el de alguna otra gente principal, a recibir sus mantenimientos por el mar, que les traen de Río Janeiro o Santa Catalina (Millau, 1947).
Pero en el puerto se veían muchas más embarcaciones que las necesarias para el abasto de la población. Millau decía que los buques portugueses fondeaban en las bocas de los ríos de Pando y Solís Chico -que están entre Maldonado y Montevideo -donde venía la gente de las estancias vecinas con sus carretas a cambiar cueros, trigo y grasa por aguardiente, tabaco y otras mercancías que traían los navíos. Por su vez el trato entre Colonia y Buenos Aires ya no era como antes buscado por los portugueses en las islas y en el delta del río Paraná, pero por los porteños que, en pequeñas embarcaciones a remo -con el fin de huir de las lanchas corsarias españolas- frecuentaban el puerto de la Colonia del Sacramento. Agregaba que:
La gran ganancia de los que logran llegar bien con su carga, que les cuesta poco por ser de géneros baratos del País, como cueros, trigo, sebo y grasa, y venden allí por su mucha estimación, tres veces más o por lo menos el doble de su valor, los anima a proseguir y a otros a emprender lo mismo para conseguir igual utilidad (Millau, 1947).
Figura 3. “Planta da Praça da Colonia do Sacramento no Rio da Prata, tomada pelos Espanhóis em 1777”. Anónimo, c. 1777, Biblioteca Nacional, Rio de Janeiro. ARC.025,02,026 – Cartografia, https://bit.ly/3boAcXj.
Tenemos más informaciones de las mercancías traficadas por los portugueses en la primera mitad del siglo, objeto de mi estudio anterior, pues se han conservado muchas de las cartas que el comerciante José Meira da Rocha escribía a sus proveedores en Río y en Lisboa. Aunque las telas fuesen, de lejos, el principal producto vendido en Sacramento, otras mercaderías también proveían de elevadas tasas de lucro a los comerciantes como el tabaco, el aguardiente y los esclavos (Possamai, 2011).
Una nueva guerra entre España y Portugal, esta vez sin la participación de sus poderosos aliados europeos -respectivamente Francia y Gran Bretaña- posibilitó la reconquista de Sacramento por los españoles en 1777. Sin la ayuda de los británicos, los portugueses no pudieron asegurar su retorno al Río de la Plata, de manera que el Tratado de San Ildefonso, firmado en octubre de ese mismo año, mantuvo Colonia en poder de España, situación que sería ratificada por el Tratado de El Pardo, firmado en marzo del año siguiente.
Por situarse en una región de frontera, la Colonia del Sacramento era un importante centro contrabandista. Pero esta particularidad no representaba solamente oportunidades de buenos negocios, sino que también significaba el peligro de confiscaciones efectuadas durante los frecuentes períodos de conflicto bélico, así como facilitaba la fuga de esclavos y la deserción de los soldados. A pesar de estos problemas, la Colonia del Sacramento se erigía en uno de los más rentables emporios comerciales portugueses durante el siglo XVIII. Más allá de la posibilidad de intercambiar, con mucha ventaja, productos coloniales brasileños y telas europeas por cueros y plata, el comercio realizado en Colonia tenía la ventaja de ser generalmente hecho al contado, al contrario de lo que ocurría en el resto de la América portuguesa, una vez que el carácter ilícito de las relaciones comerciales entabladas entre portugueses y españoles en la región platina impedía la creación de un eficiente sistema de crédito.
Fuentes manuscritas
Archivo General de la Nación, Buenos Aires, sala IX, 04-03-01, 202.
Fuentes impresas
Bougainville, L. (2008). Voyage autour du Monde. Paris, Chez Saillant e Nyon.
Díaz Buschiazzo, M. (2016). Atlas de la Antigua Colonia del Sacramento. Montevideo
Cabral, S. (1965). Descrição Geográfica e Coleção Histórica do Continente da Nova Colonia da Cidade do Sacramento. Revista del Instituto Histórico y Geográfico del Uruguay, XXIV.
Cantillo, A. (org.), (1843). Tratados, convenios y declaraciones de paz y de comercio que han hecho con las potencias estranjeras los monarcas españoles de la casa de Borbón. Desde el año de 1700 hasta el dia. Madrid: Imprenta de Alegría y Charlain.
Correa Luna, C. (Dir.) (1931). Campaña del Brasil – Antecedentes Coloniales. Buenos Aires: Archivo General de la Nación
Millau, F. (1947). Descripción de la Provincia del Río de la Plata. Buenos Aires: Austral.
Paucke, F. (1992). in: Barros-Lémez, A. (comp.). V Centenario en el Río de la Plata: Pioneros, Adelantados, Caminantes, Fundadores. 2.ª ed. Montevideo
Bibliografía
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Kühn, F. (2011). Clandestino e ilegal: notas sobre o contrabando de escravos na Colônia do Sacramento. 5º Encontro Escravidão e Liberdade no Brasil Meridional. Porto Alegre, Disponible en línea: https://bit.ly/3dw0NUb
Paredes, I. (1996). Comércio y contrabando entre Colonia del Sacramento y Buenos Aires en el periodo 1739-1762. Tesis de Licenciatura, Universidad Nacional de Luján
Possamai, P. (2014). Colonia del Sacramento: vida cotidiana durante la ocupación portuguesa. Montevideo: Torre de Vigía
Possamai, P. (2011). El contrabando en la Colonia del Sacramento en la primera mitad del siglo XVIII. Disponible en línea: https://bit.ly/3bp6SQz
Prado, F. (2015). Edge of Empire. Atlantic Networks and Revolution in Bourbon Río de la Plata. Oakland: University of California Press.
Rego Monteiro, J. C. (1937). A Colônia do Sacramento. Porto Alegre
Riverós T. A. (1959). Historia de la Colonia del Sacramento, 1680-1830, Apartado de la Revista del Instituto Histórico y Geográfico del Uruguay, XXII.
Santos, C. (2005). Negros e tabaco nas relações hispano-lusitanas do Rio da Prata. Actas do Congresso Internacional ‘Espaço Atlântico de Antigo Regime: poderes e sociedades’. Lisboa. Disponible en línea: https://bit.ly/3ak5KxC
- Universidad Federal de Pelotas, Brasil. paulocpossamai@gmail.com.↵
Enlace para el libro: La vida cotidiana en la Colonia del Sacramento: https://wp.ufpel.edu.br/nphr/files/2017/08/COLONIA-DEL-SACRAMENTO-VIDA-COTIDIANA.pdf