El policial y las mujeres amontonadas:
Rubem Fonseca, Luiz Alfredo Garcia-Roza, Patrícia Melo
La novela de la violencia en el Brasil puede ser identificada en autores como Rubem Fonseca, Luiz Alfredo Garcia-Roza, Patrícia Melo y otros, cuya novedad se puede percibir a través de la transformación de su estructura narrativa, aunque basadas en la incorporación de algunas formas de la novela del enigma y de la novela negra. Sus territorios son las ciudades de Río de Janeiro y de São Paulo (Tavares-dos-Santos, O romance da violencia, 2020). En lengua portuguesa, hubo una inicial presencia del modernista Fernando Pessoa, tanto como novelista como crítico literario, en los años de 1910[1].
La novela policíaca en el Brasil data de principios del siglo xx[2]. Un analista perspicaz pudo concluir sobre la literatura policial en Brasil que, si bien la mayoría de los protagonistas de la literatura policial brasileña son, de alguna manera, policías, la crítica a la policía es una constante en esta literatura (Reimão, 2005, p. 36). Karl Erik Schøllhamer realizó un interesante análisis de la literatura brasileña actual, basado en la idea de que el crimen es fundamental para la modernidad (Schøllhamer, 2013, p. 13). Jaime Ginzburg, con el fin de “contribuir a la narrativa de una historia de la literatura brasileña desde la perspectiva de la violencia […] [que] propone la articulación de las categorías autoritarismo, violencia y melancolía como referencias para sistematizar el estudio” (Ginzburg, 2012, p. 13). Ginzburg utiliza el concepto de antagonismos formales para explicar cómo se articulan el tema de la violencia y las formas literarias (Ginzburg, 2012, p. 135). Ginzburg encuentra en Dalton Trevisan y Rubem Fonseca relatos en los que los narradores son responsables de actos de violencia, aunque es difícil atribuir una motivación clara a los actos violentos (Ginzburg, 2012, pp. 450-451). En suma, hay una importante crítica literaria de la novela policial en Brasil.[3]
La novela de violencia en Brasil se puede identificar, de modo precipuo, en autores como Rubem Fonseca, Luiz Alfredo Garcia-Roza, Patrícia Melo, entre otros, cuya novedad se percibe por la transformación de su estructura narrativa, aunque basada en la incorporación de algunas formas de narrativa, la novela enigma y la novela policíaca. Sus territorios son las ciudades de Río de Janeiro y São Paulo.
La obra de Rubem Fonseca, del policial a los márgenes de la violencia, se caracteriza por ser expresión de un feroz realismo, un violento neorrealismo o brutalismo literario (cf. los críticos literarios Bosi, 1999; Candido, 2007)[4]. Además, hay referencia a una inmensa cultura literaria universal y, más de cerca, en la novela americana moderna, de Faulkner a Hemingway. En sus cuentos y novelas se llega a un centenar de autores a los que se hace referencia ocasionalmente, además de pintores y compositores. Su escritura es oscura y valiente, llena de violencia y contenido sexual, que sucede en la vida cotidiana urbana. Combina el formato convencional de misterio con una prosa directa y elegante. Rubem Fonseca marca el género de la novela de la violencia, y quizás el trabajo sociológico sería anotar su alcance en ámbito de la literatura latinoamericana.
Rubem Fonseca comenzó a publicar durante la dictadura militar (1964-1985), habiendo sido incluso víctima de la censura por su libro Feliz Ano Novo (contos, 1975)[5]. Su escritura es oscura y valiente, llena de violencia y contenido sexual, lo que sucede en la vida cotidiana urbana. Es decir, una violencia implantada socialmente, incluso después del autoritarismo político: evidencia un autoritarismo implantado socialmente (Pinheiro, 1977).
Los temas y personajes a menudo se ocupan de la violencia debajo de la superficie de la vida cotidiana, incluido el arte, el sexo, la violencia y la moral, además de temas como escuadrones de la muerte, asesinos profesionales y asesinos disfrazados de empresarios. Combina el formato convencional del misterio con una prosa directa y elegante. La figura del narrador es permanente en sus escritos. La narrativa, muy directa, está marcada por personajes que son criminales y detectives, policías, algunos corruptos, élites involucradas en actividades delictivas, delincuentes astutos, mujeres.
El mundo de las novelas de Rubem Fonseca es la violencia en la gran ciudad. Su ambiente favorito es la comisaría y los ricos departamentos de la Zona Sur de Río de Janeiro. El foco del trabajo es la violencia, aunque los delitos no siempre son reales (Figueiredo, 2003, p. 18; Silverman, 2000, p. 120).
La figura del narrador es permanente en sus escritos. La narrativa, muy directa, está marcada por personajes que son criminales y policías, algunos corruptos, que revelan la experiencia de la crueldad, tipos sociales perversos.
Presenta algunos personajes recurrentes: el policía Raúl, el abogado Mandrake, el escritor Gustavo Flávio; Paulo Morel, artista plástico, acusado de matar a su amante, Joana; Vilela, abogada (El caso Morel, 1973); el narrador protagonista, Mandrake, abogado, detective, intelectual, mujeriego, conocedor de puros y vinos finos, pone en práctica el arte de la venganza (El gran arte, 1984): un salvaje doble asesinato, el banquero Thales de Lima Prado; Zakkai, Iron Nose, enano, negro, deformado.
Otros personajes son el inspector Colombo; el narrador protagonista es Gustavo Flávio, novelista; la mujer, Delfina, hermosa, aparece muerta; su esposo es Delamare (Bufo y Spallanzani, 1985), y están el comisario Matos y el personaje Alice (Agosto, 1990). Ya la novela Vastas emociones y pensamientos imperfectos (1988) es la búsqueda de Babel del romance perdido. El tema central de Y de la mitad del mundo de la prostituta solo me quedé con mi puro (1997) es la literatura misma.
De todos modos, Rubem Fonseca, en este mundo que transformó el sueño romántico en mercancía, todavía afirma que el amor existe, aunque a través de relaciones efímeras, del goce de los cuerpos. Desprovisto de afecto, sin dioses, sus novelas demarcan una dimensión trágica en la vida cotidiana urbana (Figueiredo, 2003, p. 166). Sus personajes viven en un mundo de pérdidas, en el orden de trascendencia y eclipse de razón explicativa, espacios de opacidad. Se abre un paso para contemplar la nueva tragedia de la modernidad tardía.
Los personajes no tienen heroísmo, bandidos en un nuevo orden delictivo. Sin embargo, incluso en esta simbolización de la violencia, a veces aparece en el sujeto un residuo romántico, una sensibilidad. Este es el caso de la novela O Caso Morel, de Rubem Fonseca, en la que se nota la presencia de la melancolía (Schøllhamer, 2013, p. 129).
En sus cuentos y novelas evoca a un centenar de autores citados ocasionalmente, además de pintores y compositores, en una amplia polifonía.
En el último libro de cuentos, Carne Crua (2018), la crudeza de los asesinatos, las traiciones, los amores imposibles y las desigualdades sociales, con sus efectos, quedan:
Fue muy difícil organizar cualquier actividad. Todos decían que el país atravesaba una crisis muy grave, que el porcentaje de desempleados aumentaba a diario […]. Tenía dos opciones: suicidarme o convertirme en ladrón, asaltante. Elegí ser un atracador. Mi vida apestaba, pero no quería morir. Me llevo bien. Tengo mis dientes. Compré ropa. También compré un revólver para agredir a hombres y mujeres de todas las edades […]. Conseguí una novia. Alquilé otro apartamento en Leme. Me gusta ver el mar. En este país los ladrones se llevan muy bien (Rubem Fonseca, Carne Crua, 2018, pp. 58-59).
Sin embargo, hay historias de amor, algunas con final feliz –los cuentos “The Square, Love y otros prolegómenos”, “Cojidas excusas”, “Me gusta ver el mar”, “Great Love”, “Nossa Senhora da Penha”–, otras marcadas por la fugacidad o desfiguración del tiempo de las personas, y erotismo brutal. A lo largo de la prosa, se revelan algunas novedades: internet, correos electrónicos, el celular, la computación en la nube y WhatsApp.
El autor retoma las referencias literarias y filosóficas: Shakespeare, Camões, Freud, Jung, Agatha Christie, Asimov, Fielding. Siempre hay personajes femeninos para darles a los contrahéroes bienvenida y amor. Sin embargo, Rubem Fonseca señala los cambios en el cargo de la mujer: “La delegada es una mujer, de hecho, el jefe de policía es una mujer, las mujeres van ganando puestos de mando y poder. Creo que eso es bueno” (Rubem Fonseca, Carne Crua, 2018, p. 28).
Reaparecen el asesino profesional y el justiciero (Carne Crua, 2018). El brutalismo en varios rostros también regresa:
Siempre me gustó comer carne cruda […]. Llevé los cuerpos a la casa y comí su carne. La carne de perro es deliciosa, pero la de humanos, hombres, mujeres, niños, lo es aún más. Lo sé porque últimamente es la única carne que como (Rubem Fonseca, Carne Crua, 2018, pp. 31, 33).
Hace muchos años, el escritor escribió sobre las celebraciones navideñas. Volviendo al tema, nuevamente por un asesino:
Odio la Navidad, el Año Nuevo, estas estúpidas celebraciones […]. Te lo diré: trabajé matando gente, fui un asesino profesional. En esa época del año maté mucho a Papá Noel, de hecho, me gustaba matar a Papá Noel, maté a muchos, a muchos, pero eso ya lo dije (Rubem Fonseca, Carne Crua, 2018, pp. 105).
Los personajes y temas de Rubem Fonseca reaparecen en varias historias. La serie completa llegaría a más de sesenta: asesinos, asesinos a sueldo, la venganza, el resentimiento por las desigualdades sociales, las traiciones o muertes recurrentes. Lo falso y lo verdadero se nos revelan, ambivalencias a poblar la condición y la mente humana.
El conjunto de novelas de Luiz Alfredo Garcia-Roza (1936-2020)[6] se ubica en la ciudad de Río de Janeiro, en algunas zonas: en el centro, en Lapa, en Copacabana, en los barrios de Peixoto y Leme. Publicó su obra novelística (además de sus libros de teoría psicoanalítica) entre 1996 y 2019, es decir, en el contexto de la nueva democracia brasileña (1985-2016), llegando a expresar la violencia en la vida cotidiana.
Viaja por el submundo de ciudad maravillosa, poblado por habitantes de galerías de agua de lluvia, huérfanos, travestis, vagabundos y delincuentes que constantemente les roban a los turistas. La trama de las novelas está marcada por conflictos psicológicos, muertes y posibles asesinos.
El narrador es el inspector Espinosa, jefe de la 12.a Comisaría de Policía de Río de Janeiro, ubicada en Copacabana, zona sur de la ciudad. A menudo, en medio de las tramas, Espinosa intenta separar lo real de lo fantástico, teniendo como guía únicamente la convicción de que la muerte no es una farsa. Tampoco es posible concluir claramente si algunas personas murieron de muerte natural o fueron asesinadas. El autor reconstruye las motivaciones de la mente y su esfuerzo por reescribir el pasado, identificando las circunstancias, a veces fortuitas, que configuran a un asesino. En las distintas novelas hay una reflexión sobre las relaciones familiares, la culpa y la soledad. El narrador pregunta: en esta vida, ¿qué es la realidad y qué está pasando en el mundo de los sueños?
Las novelas de Garcia-Roza revelan el crimen como un poder interno del hombre. Entonces, aparecen las paradojas policiales: por un lado, Espinoza y sus policías procedimentales; por el otro, la corrupción y la banda podrida, un grupo de policías corruptos y los narcotraficantes.
En las novelas de Garcia-Roza, existe una antinomia entre la razón y la imaginación, trabajando con evidencia o fantasía. Por tanto, la imaginación empieza a ocupar un lugar central en la historia. La otra antinomia está entre la razón y la sinrazón.
Su última novela, La última mujer (2019), presenta al personaje Ratto, un proxeneta de Lapa, en Río de Janeiro, quien, acompañado de su pareja, Japa, logra hacer una pequeña fortuna todos los meses. Cuando un policía violento decide chantajearlo, Ratto necesita desaparecer y encontrar una manera de sobrevivir. Refugiado en Copacabana, conoce a Rita, una prostituta joven e inteligente que había visto a su protegida:
“Era una observadora, siempre atenta a quien se le acercaba y tenía una inteligencia que lo sorprendía. Sin que Ratto preguntara, empezó a cuidar su cuerpo y sus afectos” (Garcia-Roza, La última mujer, 2019: 10).
Los otros personajes son Zilda, Japa, el policía corrupto Wallace, el investigador Welber, el policía Rodrigues y el policía Espinosa:
Espinosa terminó de desayunar y bajó los tres tramos de escaleras que separaban su departamento de la entrada al edificio en el barrio de Peixoto. Un pequeño enclave en el centro de Copacabana, el barrio de Peixoto parecía una ciudad medieval con sus edificios en círculo formando un muro alrededor de la plaza donde jugaban los niños (Garcia-Roza, La última mujer, 2019, p. 39).
El jefe Espinosa, que conoce a Ratto de sus días como inspector del 1.er DP, en el Centro, se ve obligado a ingresar al caso cuando las mujeres muertas –Morena, Silvia, Sueli, Zilda– comienzan a emerger con crueldad. Ratto también fue encontrado muerto. Con la ayuda de los inspectores Welber y Ramiro, Espinosa necesita entender quién es la mente detrás de crímenes tan brutales para evitar que Rita sea la próxima víctima. ¿O era ella la asesina?
La novela policial, desde el siglo xix, ha estado marcada por el descubrimiento de un enigma, generalmente un asesinato en las primeras páginas. Sin embargo, el final de la narrativa en las novelas de Garcia-Roza está marcado solo por la solución parcial del enigma. A veces se descubre al asesino; la confesión o identificación del asesino por parte de Espinoza es más frecuente, pero la culpabilidad del asesino siempre permanece abierta: muere, se suicida o tiene un brote psicótico. Es decir, los enigmas a menudo quedan sin desenlace. El epílogo permanece abierto en la obra novelística de Garcia-Roza.
Las novelas de Patrícia Melo (1962) siguen el tema de vidas en infiernos de traficantes a menudeo, matanzas y cuerpos de mujeres amontonados[7]: presentan una prosa centrada en la muerte y la violencia, desde los actos físicos hasta las dimensiones psíquicas de los personajes, desde los habitantes de la favela hasta las clases medias.
Nuevamente se trata de un contexto de violencia incrustado en la vida social, que trae personajes del narcotráfico, jóvenes que matan y son asesinados, reproduciendo el escenario urbano en el que la muerte es casi inevitable. Pero, poco a poco, introduce el tema de la violencia contra las mujeres y el feminicidio, cristalizando un momento en el que la negación de los derechos sociales difusos se expande en la sociedad brasileña. Vamos a comentar algunas de sus obras.
En la novela El matador (1995), el personaje Máiquel, un joven vendedor de autos usados de las afueras de São Paulo, ve cambiar su vida cuando pierde una apuesta relacionada con el fútbol. Para pagar la deuda, tiene la obligación de teñirse el pelo de amarillo. Cuando es insultado por Suel, un colega del bar, le propone un duelo, que decide tomarse en serio a la hora de decidir apretar el gatillo. Es el narrador de la novela: “Ele foi a primeira pessoa que matei. Até isso acontecer, eu era apenas um garoto que vendia carros usados e torcia para o São Paulo Futebol Clube” (Patrícia Melo, 2009, p. 18).
Después del primer asesinato, empieza a recibir regalos de personas anónimas y saludos de la policía. Máiquel comienza a cazar individuos que cometen pequeños delitos para sobrevivir a un sistema que los desprecia. En seguida, por intermedio de un dentista que le cura los dientes a cambio que mate al estuprador de su hija Gabriela, adicta, que va a buscar drogas con el, el doctor habla: “Depois que levei um tiro na perna virei lombrosiano, o senhor sabe quem foi Lombroso? Lombroso inventou a teoría do criminoso nato. Um gênio, o Lombroso. O sujeito já nasce com aquilo, aquela tendencia para o crime, entendeu?” (Patrícia Melo, 2009, p. 18).
Máiquel tiene sus comparsas, Robinson, Marcão, Zé Galinha y Enoque. Al haber matado ya ocho personas, son los poderosos los que vienen a conocerle, lo invitan a cenar y a beber, en sus casas, ven la oportunidad de tener un asesino a sueldo. En medio de todo esto, hay dos mujeres en su vida, formando un triángulo amoroso: se casa con Cledir, y tienen una hija, Samanta. Mas Erica vuelve y se tornan amantes. Mientras se desarrollan escenas de sexo y pasión, Érica va al pastor Marlênio en busca de ayuda espiritual. Pero Máiquel viene a matar a Cledir. La narrativa solo sigue la mente de un criminal en formación: hechos casuales –dolor de muelas, admiración por una tienda departamental, un malentendido en un bar– que llevan a Máiquel a convertirse en “El asesino de la Zona Sur”:
…eu vou te matar porque, a partir de agora, eu sou o matador. Eu sou a grade, o cachorro, o muro, o caco de vidro afiado. Eu sou o arame farpado, a porta blindada. Eu sou o Matador. Bang. Bang. Bang” […] Até matar o primeiro a gente pensa que existe essa historia de aprender a matar. Aprender a matar é como aprender a morrer, um dia você morre e pronto (Patrícia Melo, 2009, pp. 109-110).
Así, un joven suburbano se convierte en un asesino profesional, con derecho a una firma, secretaria y coche de lujo, obteniendo acceso a clientes ricos y poderosos que le proporcionarán una vida de riqueza y estatus. El comisario Santana le propone establecer una firma de seguridad privada, denominada Ombra, la cual llegará a tener cuarenta hombres. Y se vuelve rico. Recibe el premio Ciudadano del Año de la Comunidad. Todo sucede en el suburbio de São Paulo.
Sin embargo, a lo largo del texto, es el panorama mundial de guerras, racismos y violencias que Máiquel acompaña por la televisión y los periódicos. Así como la música funk y las novelas policíacas que el padre le contaba. La violencia pasa a primer plano, se trivializa, le da prestigio social y económico. La violencia se vuelve continua en el trabajo, perdiendo el control y volviéndose banalizada, común, normal en el mundo de Máiquel. Acaba llevando al personaje a la criminalidad y a la vida de un asesino (más de treinta, dice). Pero fue preso al ser denunciado por el asesinato de un joven de las clases altas, mas paga a los carceleros y huye. Va a matar al comisario Santana, que había encomendado su muerte en la cárcel, y al doctor Gustavo.
Eu não queria saber de nada do que estava acontecendo, quería deixar tudo para trás, ir em frente até encontrar um buraco e me meter nele, no buraco, me esconder, no buraco, até o frio acabar, até chegar a hora de sair (Patrícia Melo, 2009, p. 239).
Como asesino tendría un doble salto en la vida: recibiría respeto y admiración por eliminar a las personas consideradas delincuentes y también recibiría una compensación económica de la alta sociedad con la que estaba involucrado. Para que todo esto sea posible, la violencia se convierte en algo natural, legitimado por la sociedad. Máiquel se va, el matador desaparece, viviendo su impunidad, habiendo aprendido a vivir en el medio de traiciones y muertes. Una novela de aprendizaje de la violencia.
La trama de la novela Inferno (2000) se desarrolla en un barrio pobre de Río, centrada en José Luis “Reizinho” Reis, un niño pobre que comienza a trabajar para el narcotráfico a los 11 años y se convierte en el líder de la favela.
La vida de Reizinho es similar a la de muchos niños que viven en barrios marginales. Hijo de Alzira, una trabajadora doméstica que cree en la violencia como método de disciplina, se escapa de la escuela y se convierte en un trabajador de chapuzas. La hermana del niño, Carolaine, no escapa al destino de muchos adolescentes pobres: convertirse en madre soltera.
Coisas ruins aconteciam a toda hora. Meninas estupradas. Meninas gravidas. Meninas que se envolviam com os traficantes. A pior coisa do mundo era ter uma moça em casa. Virgem. Varreu a sala, o banheiro. Um inferno, ser mulher. Os homens, bando de animais (Patrícia Melo, 2010, p. 27).
Ya sea dando vueltas por los callejones o parado en su puesto en lo alto de la colina, el niño da rienda suelta a su imaginación y fantasea con una serie de situaciones, como el encuentro con el padre que dejó a la familia antes de poder conocerlo. Poco a poco, Reizinho se sumerge en el mundo de las drogas, se convierte en un drogadicto y acaba involucrándose cada vez más en la delincuencia:
Os maconheiros eran os mais fáceis de ser reconhecidos, tranquilos, disciplicentes, muito diferentes dos cocainómanos, estes sim tensos e só menos apressados que os usuarios de crack e drogas mais pesadas. […]. Se você quer ser um traficante de verdade, fique longe do crack, da erva, do pó e de tudo gostoso que vendemos aquí (Patrícia Melo, 2010, p. 13).
Conflictos con la policía y facciones rivales, traiciones de pandilleros, muertes por venganza y la adrenalina constante de quienes viven al margen de la sociedad son algunos de los elementos presentes en Infierno de Río de Janeiro:
Pavão Pavãozinho, metralhadoras, escopetas e granadas, trinta homens. Ladeira dos Abacates, quarenta homens, fuzis AR-15 e HK-47. Morro da Maria da Penha, líder Creudão, cinquenta homens, armamentos importados. Morro da Baiana, noventa homens, pistolas, escopetas, líder Feinho. Salvação e Tucano, dois morros, oitenta homens, fuzis automáticos, líder Zé Boléu. Rato Molhado e Jacarezinho, cento e vinte homens (Patrícia Melo, 2010, p. 18).
Surge la pasión por Suzana, novia de Miltão, el jefe del tráfico. Una relación amorosa fuerte empieza con Marta, hija del otro jefe, Zequinha Bigode. A cada capítulo, el instinto de supervivencia de Reizinho se agudiza, mientras que lo que queda de la inocencia infantil desaparece. Desarrolla una amistad con Leitor: “Ninguém se importava com as teorías do Leitor, nem com os libros que ele lia e citava sem parar […]. Escuta Miltão, eu leio muito a Biblia” (Patrícia Melo, 2010, p. 18).
Conoce la violencia policial muy de cerca, así como a los policías corruptos, como Romeu y otros; además, registra la intervención militar en las favelas:
Gritos e correrías. Pedradas.Tiros. Mata. Pega. Crash. Tome cão. Fora daqui. Paus. Pedras. Reizinho acordou com o barulho lá fora, pulou da cama e foi atrás da avó. Na rua, os moradores se empoleiravam nos portões e muros, ativaram paus e pedras nos policiais que corriam, revólveres e granadas nas mãos, com uma multidão de favelados nos seus calcanhares. […]. Toda vez que a policía sobe no morro atrás dos traficantes, é uma guerra. Chegam batendo em todo mundo. Dando pancadas (Patrícia Melo, 2010, p. 75).
Llega a ser empleado en el escritorio del patrón de su madre, el Dr. Rodrigo. Conoce el padre, viviendo en la calle, a quien muchas veces ayuda y con quien conversa. Pronto, Reizinho se va a la calle, viviendo de quehaceres y tráfico de menudeo. El personaje simplemente ve la violencia como justa y actúa como excusado por el destino. La violencia pasa a primer plano y da un indicio de cuál será el trabajo:
Reizinho mirou a cabeça de Duque e disparou. Errou o primeiro tiro. Foi só naquele momento que o garoto olhou de verdade para a sua vítima. […]. O segundo disparo acertou na bochecha de Duque e fez um buraco do tamaño de um tomate. Pronto. O negócio estava feito (Patrícia Melo, 2010, p. 115).
Fueron ineficaces las súplicas de su madre Alzira al pastor Walmir, enriquecido y después asesinado por el jefe del tráfico. José Luis, “Reizinho”, se transforma en un líder del tráfico del Berimbau, organiza su equipo: Fake –su brazo derecho–, Lobo, Negaço, Mário y Leitor. Pasa a asumir la administración de los conflictos de los habitantes de la favela, un ritual que se repetía todos los lunes. Asimismo, establece contactos con reclusos de los presidios, alargando su poder. Por otra, mantiene los conflictos armados con otros bandos, diseminándose las muertes por todas las favelas.
Retoma sus encuentros con su padre, Francisco, ayudándole incluso a salir de su alcoholismo. Asume el rol de patrón de una escuela de samba y un americano viene hacer una película sobre él. Reconocimiento en el narcotráfico, contactos con los representantes de los colombianos y en el mondo social de la periferia de Río de Janeiro. Encarcelado, mas al costo de corromper, huye y se enfrenta con Marta, ahora una patrona del tráfico. Reizinho se va a Roraima, después vuelve a Río de Janeiro. Quizás, todo iría a recomenzar. La narrativa se delínea como novela de aprendizaje, de cómo vivir en un territorio lleno de traiciones y de muertes (bildungsroman).
En la novela Fogo-Fátuo (2014) aparece el personaje del detective problemático, un delito que se confunde con el suicidio y un aparato policial tan burocrático que acaba obstaculizando la investigación. La protagonista es Azucena Gobbi, coordinadora del Sector de Pericia de la Central Paulista de Homicidio. Una hermosa rubia con el pelo cortado en un estilo moderno. Su padre, Damaso, delegado aposentado, es un apasionado de la ópera; su madre Jandira; Giulia, su hermana; Ana, la hermana del medio. El marido Luís Sorengo, que la ha traido con la hermana Giulia.
A lo largo de las páginas, marcadas por referencias a personajes de óperas famosas, a escritores clásicos –Dante Alighieri, Shakespeare, La Rochelle, Emily Dickinson, Saint Exupéry–, pintores –Munch, Andy Warhol– y cantores –João Gilberto– nos impulsa la crisis familiar que vive Azucena: madre de dos niñas, está en proceso de separación y sigue siendo responsable de padres y hermanas seniles, uno alienado y el otro poco ético.
La experta también sabe que no es una mujer corriente: “Hablar con los muertos es su mayor habilidad. Un talento inversamente proporcional al de comunicarse con los vivos”.
En el departamento, Azucena enfrenta lentitud procesal, corrupción policial y la frustración de investigaciones que deben pararse o terminarse apresuradamente según la presión de los medios. Y siente la discriminación y la misoginia:
Quando entrou para a corporação, quase não havia Mulheres fazendo o seu trabalho. Os homens tratavam as profissionais como imbecis. Certa vez, um perito chegou a lhe oferecer a mão para atravesar a rodovia Fernão Dias. A situação agora é diferente, as mulheres ocupam posições importantes, humanizam os departamentos policiais, mas o mundo policial continua machista e misógino (Patrícia Melo, Fogo Fátuo, 2014, p. 70).
Ela vê as coisas de um jeito diferente: machismo puro. Deixaram-na de fora – apesar de ela própria ter dado um alerta sobre a utilização dos dados das centrais com fins criminosos – como se ela fosse incapaz e precisasse ser protegida (Patrícia Melo, Fogo Fátuo, 2014, p. 235).
Sin embargo, tiene amigos, como Jair, el fotógrafo; el comisario Tenorio; el perito Vininho; Washington, comisario retirado; Leandro Vargas, delegado-general, adepto a la teoría de las ventanas rotas. Y registra la corrupción de policías, en tratas con el crimen organizado. Sobresalen las críticas de la prensa a la ineficacia de los policías, los grupos de exterminio, la llegada de las milicias en los barrios periféricos de las grandes ciudades y la lentitud de la justicia:
Quando lecionava na Academia de Polícia, costumava assustar seus alunos com estatísticas. Oitenta por cento dos homicidios no Brasil não são apurados, ela dizia. Na hora de cometer o seu crime, siga estas regrinhas simples: não mate brancos, mate no escuro e evite o flagrante. Agindo assim, o risco de pagar pelo que cometeu não chega a 5 por cento (Patrícia Melo, Fogo Fátuo, 2014, p. 192).
En la novela, el caso principal que enfrenta el experto es la muerte de Fábio Cássio, un actor de éxito en la televisión y en el teatro que se dispara en la cabeza durante una escena. ¿Suicidio o asesinato?
El misterio sobre quién cargó el arma gana fuerza a medida que nos presentan la vida de Fábio Cássio, autor de teatro; Claudio, el productor; Cayanne, su mujer; Olga, la madre sobreprotectora; Telma, la tía con la que el actor tenía una extraña relación; Melanie, garota del programa. La muerte de Fábbio fue teatral:
O público não se surpreendeu quando Fábio Cássio tirou o revólver do armario e, sentado no chão de seu quarto, de costas para a platéia, estourou os miolos. Veio o bleclaute final e os aplausos começaram. Muitos espectadores ficaram impressionados com a realidade da cena, ‘cheguei a ver o sangue jorrando’, declarou uma vendedora de marketing. Foi uma senhora sentada no meio da primeira fila quem acionou o alarme (Patrícia Melo, Fogo Fátuo, 2014, p. 17).
El personaje, André Luís Salvador, confiesa el crimen, pero identifican su enfermedad. Otro personaje es el fotógrafo Márcio Abreu, y un pedófilo, Djavan, que es apuntado como el asesino. Sin embargo, empiezan a aparecer las escenas de violencia contra la mujer, y el deseo de venganza:
Ela diz: ‘Veja isso’, e abre a sequencia de fotos que mostra uma adolescente assassinada na serra da Cantareira (Patrícia Melo, Fogo Fátuo, 2014, p. 65).
Gostaria de ser como certas mulheres que investigou no pasado. Gente que, ao ser traída, se vinha a bala (Patrícia Melo, Fogo Fátuo, 2014, p. 98).
Um estupro seguido de morte chama sua atenção. A moça foi encontrada num prédio abandonado. Fotos mostram marcas de canibalismo no seio e nas costas (Patrícia Melo, Fogo Fátuo, 2014, p. 114).
Por término, un sociólogo que Azucena escucha en la radio trae una profunda observación sobre el Brasil:
Esse é o grande diferencial da epidemia corrente, ele diz, infantes assassinos. Vítimas recém-nascidas. Agora matamos bebês, ele repete três, quatro vezes. Aos 10,12 anos já estamos armados, prontos para matar. Matamos criancinhas de colo, grávidas, cegos, idosos, agora é assim, o homicidio faz parte da nossa tenra infancia. Que tipo de país é o Brasil, ele pregunta, que transforma seus meninos em assassinos cruéis? (Patrícia Melo, Fogo Fátuo, 2014, p. 270).
El último libro de Patrícia Melo, Mulheres Empilhadas (2020), cuenta la historia de una joven abogada paulista que, tras el fin de una relación abusiva, en la cual fue agredida durante una fiesta por su novio, Amir, decide pasar una temporada en Acre, en el norte del Brasil, para acompañar a un grupo de trabajo que está a cargo de juzgar casos de mujeres asesinadas, a menudo por hombres conocidos como esposos, novios, padres, tíos y abuelos.
Los personajes son varios: la narradora, abogada; Bia, compañera del bufete de abogados. Así se inició la trama:
Voce não imagina que um cara como este, que estuda Wittigenstein e pratica ioga, vai acabar enfiando a mão na sua cara no banheiro de uma festa de fim de ano de advogados. Mas as estatísticas mostram que isso é comum. E que muitos não se contentam em apenas dar um tabefe. Preferem mesmo é matar (Patrícia Melo, Mulheres Empilhadas, p. 9).
La estructura de la obra se monta por dos caminos: la primera parte son relatos periodísticos sobre casos de violencia contra la mujer, a título de 12 epígrafes a lo largo de la narrativa; el segundo, la prosa romancesca.
El primer epígrafe:
1. Morta pelo marido. Elaine Figueiredo Lacerda
Sesenta e um anos,
Foi abatida a tiros
Na porta de sua casa,
Num final de tarde de domingo
(Patrícia Melo, Mulheres Empilhadas, p. 9).
Sobre la región, solamente conocía los libros de Euclides da Cunha. En la ciudad de Cruzeiro do Sul, estado de Acre, llega al hotel y conoce a Marcos, hijo del dueño, Juan. Empieza a conocer el caso:
A foto mostra três rapazes sorridentes –o mais velho não devia ter vinte e cinco anos–, encostados num SUV preto enlameado. Figuras másculas […]. Nada dalí antecipava a psicopatía do trio que estuprou, torturou e matou uma adolescente da aldeia Kuratawa […]. Tapira era seu nome (Patrícia Melo, Mulheres Empilhadas, p. 32).
Escucha a la fiscal Carla Penteado; conoce a su novio, Paulo; Robson, el abogado de la defensa y las testigos: la hermana de la víctima, Janina; José Agripino Ferreira, el trabajador de la estación de servicio que denuncia los tres jóvenes como asesinos; Marcos, un ecologista.
La narradora tuvo a su madre asesinada por su propio padre:
O que eu sou é meu pai ter matado minha mãe. A norte da minha mãe era mais do que a mina identidade. Era um colete de bombas grudado ao meu corpo. […]. Sua mãe morreu por causa desse silêncio. Essas Mulheres morreram porque não conseguiram falar. Não falar – disse ela – é uma tragedia (Patrícia Melo, Mulheres Empilhadas, p. 45).
Conmocionada por la violencia que la rodea, la protagonista se encuentra insertada en una cultura donde la impunidad prácticamente se impone como ley. Conoce la bebida alucinógena en la aldea Ch’aska, por Zapira:
[…] Zapira me explicou que a bebida nos abria muito olhos, não olhos iguais aos nossos, que veem pedras e homens e bichos, são outros olhos, disse ela, olhos que veem o que está escondido, o avesso o invisível, olhos que veem dentro do grão, do pensamento, dentro do céu, do buraco da noite, e também gente morta e espíritos… (Patrícia Melo, Mulheres Empilhadas, p. 65).
Al descubrir los rituales ancestrales de los pueblos indígenas de la Amazonía, su pensamiento comienza a ir y venir en el tiempo, mezclando realidad y pesadilla, pasando de la razón a la ilusión.
Intercalados con la narrativa principal, con tono realista, Patrícia Melo construye capítulos de carácter onírico. En ellos, la narrativa está inspirada en la leyenda de los icamiabas, una tribu de guerreras amazónicas que luchan contra la opresión masculina. En este mundo imaginario, la abogada y las icamiabas confluyen en una sociedad de mujeres que persiguen, juzgan y matan a los asesinos de mujeres que escapan a la justicia en la vida real.
En el proceso, su búsqueda personal termina alimentando otras tragedias, de las cuales solo puede rescatar su propio enigma. Llega temprano a una conclusión:
… nos mulheres, morremos como moscas. Vocês homens, tomam porre e nos matam. Querem foder e nos matam. Estão furiosos e nos matam. Querem diversão e nos matam. Descobrem nossos amantes e nos matam. São abandonados e nos matam. Arranjam uma amante e nos matam. São humilhados e nos matam. Voltam do trabalho cansados e nos matam. E, no tribunal, todos dizem que a culpa é nossa (Patrícia Melo, Mulheres Empilhadas, p.72).
Las muertes se suceden: la periodista Rita, que denunció el asesinato en el periódico local, fue asesinada.
Intercalados con la narrativa principal, con un tono realista, Patrícia Melo construye capítulos de ensueño, con la llegada de la #Mujer de las piedras verdes”: “Só então percebi que o que elas traziam nas mãos não eran tochas de fogo, mas armas de guerra, que cintilavam sob o luar” (Patrícia Melo, Mulheres Empilhadas, p. 94).
En ellos, la narrativa está inspirada en la leyenda de los icamiabas, una tribu de guerreras amazónicas que luchan contra la opresión masculina. En este mundo imaginario, la abogada y las icamiabas se unen en una sociedad de mujeres que persiguen, juzgan y matan a los asesinos de mujeres que escapan a la justicia en la vida real. Encuentran a los asesinos de la india muertos. Pero la fiscal Carla es asesinada también. En la trama, su búsqueda personal lleva a depararse con otras tragedias, de las que solo podrá rescatar su propio enigma, además no resuelto. La violencia, física y simbólica, es un personaje constante en este libro, siempre en torno a la muerte[8].
En suma, este libro, Mulheres Empilhadas [Mujeres amontonadas], narra la historia de una joven abogada paulista que, tras el fin de una relación abusiva, accede a pasar una temporada en Acre, en el extremo norte del Brasil, para acompañar a un grupo de trabajo que se encarga de llevar juicios de casos de mujeres asesinadas, la mayoría de las veces por hombres conocidos como maridos, novios, padres, tíos y abuelos. Conmocionada por la violencia que la rodea, la protagonista se encuentra inserta en una cultura donde la impunidad prácticamente se impone como ley. Y, al descubrir los rituales ancestrales de los pueblos indígenas de la Amazonia, sus pensamientos comienzan a ir y venir en el tiempo, mezclando realidad y pesadilla, pasando de la razón a la ilusión.
En el proceso, su búsqueda personal acaba impulsando otras tragedias, de las cuales solo podrá rescatar su propio enigma. Estas novelas expresan una racionalidad específica de la modernidad tardía, que incluye la cartografía cognitiva de la microfísica de la violencia.
- Fernando Pessoa (2016). Novelas Policiarias. Porto: Assírio & Alvim; Freitas, Ana Maria de (2016). O fio e o labirinto: a ficção policial na obra de Fernando Pessoa. Lisboa: Colibri.↵
- La novela policíaca en el Brasil data de principios del siglo xx. Su origen en la novela policiaca fue también el librito O Mistérios, de Afrânio Peixoto, Viriato Correia, Medeiros y Albuquerque y Coelho Neto, publicado en 1920 (Albuquerque, 1979, p. 206). La novela está marcada por la ironía y una parodia del sistema judicial y policial (Reimão, 2005, pp. 15-18). El detective era el mayor Melo Bandeira, un investigador torpe, que sucumbe a una sospecha y luego se suicida. Medeiros y Albuquerque, miembro de la Academia Brasileña de Letras, seguiría publicando dos libros de cuentos policiales: El asesinato del general, en 1926, y Si yo fuera Sherlock Holmes, en 1932 (Albuquerque, 1979, pp. 209). Asistimos al romance del enigma, en el que el personaje central es un descifrador de la realidad, como escribió Fernando Pessoa en sus novelas policiales.
Le siguieron algunos escritores, como Jerônimo Barbosa Monteiro (1909-1970), quien, bajo el seudónimo de Ronnie Wells, creó al detective Dick Peter, protagonista de diez novelas, que podría seguir desde 1938. Le siguieron: Anibal Costa, a partir de 1940, con las aventuras del detective Roberto Ricardo; en novelas como Roberto Ricardo en El parque de atracciones y la titulada Un jurado de familia. Luego vino Luiz Lopes Coelho, con el detective Doutor Leite, con tres volúmenes de relatos: La muerte en el sobre (1957), El hombre que mató cuadros (1961) y La idea de matar a Belina (1968) (Albuquerque, 1979, p. 211). Otros se sucedieron, con varias autoras: Lúcia Machado de Almeida, con O escaravelho do devil (1956); Sylvan Paezzo y su João Juca, un detective de Río (Albuquerque, 1979, pp. 211-218).
La escritora Maria Alice Barroso, autora de Quem matou Pacífico (1969), creó al detective Tonico Arzão, que mezcla la intuición y el misticismo con la razón (Reimão, 2005: 21). Le siguieron Fernando Whitaker da Cunha, A viagem (1970) y Consciência e Magia (1974); Carlos de Souza, Parada Proibida (1972); Atila de Andrade, Los 13 sospechosos (1974); W. Bariani Ortêncio, Muertes a pedido (1974) e Historias del crimen y el detective Waldir Lopes (1980). Otros escritores publicaron historias policiales para Mystery Magazine de Ellery Queen. También están Macedo Miranda, Abismo (1976); Paulo de Medeiros y Albuquerque, Una idea del doctor Watson (1977) (Albuquerque, 1979: 211-218). El escritor Carlos de Souza sería considerado un ejemplo del autor del roman noir brasileño, con el libro Parada Proibida (1972), porque la narración transcurre en el bas-fond carioca, tenemos la descripción de la violencia (Reimão, 2005: 28). La producción más reciente de novelas policiales en Brasil proviene de: Tabajara Ruas, con Una región sumergida (1981); Glauco Rodrigues Correia, Crimen en la bahía sur (1981) y Asesinato de pareja de ancianos (1985); Luís Fernando Verissimo, Ed Mort y otros cuentos (1979); Joaquim Nogueira, Información de la víctima (2002), Vida Pregressa (2003) y Homem ao Mar (2011); Jô Soares, Xangô de Baker Street (1995); de Tony Belloto, Bellini y la esfinge (1995), Bellini y el demonio (1997), Bellini y los espíritus (2005) y Bellini y el laberinto (2014); Raphael Montes, Suicidas (2017), Dias perfeitos (2014), Jantar secreto (2016) e Uma mulher no escuro (2019).↵ - Cf. Albuquerque, Paulo de Medeiros. O mundo emocionante do Romance Policial. Rio de Janeiro: Francisco Alves, 1979; ESTEVES, Antônio R. O romance histórico brasileiro contemporâneo (1975-2000). São Paulo: Editora da UNESP, 2010; GINZBURG, Jaime. Crítica em tempos de violência. São Paulo: Edusp, 2012; GINZBURG, Jaime. Literatura, violência e melancolia. Campinas: Autores Associados, 2013; MASSI, Fernanda. O Romance policial do século XXI: manutenção, transgressão e inovação do gênero. São Paulo: Editora da UNESP, 2011; REIMÃO. Sandra. Literatura Policial Brasileira. Rio de Janeiro: Jorge Zahar, 2005; SCHØLLHAMER, Karl Erik, Cena do Crime. Violência e Realismo no Brasil; SILVA, Dionísio da. Rubem Fonseca: proibido e consagrado. Rio de Janeiro: Relume-Dumará, 1996; SILVERMAN, Malcolm. Protesto e o novo romance brasileiro. Rio de Janeiro, 2000; VIEGAS, Ana Cristina Coutinho; PONTES JR, Geraldo; MARQUES, Jorge Luiz (Orgs.). Configurações da Narrativa Policial. Rio de Janeiro: Dialogarts Publicações, 2016.↵
- Los siguientes son algunos de los textos de Fonseca en español: El gran arte (Cal y Arena, 1983); Buffo & Spallanzani (Cal y Arena, 1986); Grandes emociones y pensamientos imperfectos (Cal y Arena, 1988); Agosto (Cal y Arena, 1990); Del fondo del mundo prostituto solo amores guardé para mi puro (Cal y Arena, 1997); Cuentos completos en tres tomos (Tusquets, 2018).↵
- Rubem Fonseca, nascido em Juiz de Fora, Minas Gerais, el 11 de maio de 1925 y faleció el 15 de abril de 2020, se graduó en Derecho, habiendo ejercido diversas actividades antes de dedicarse por completo a la literatura. En 1953, inició su carrera en la policía, como comisario, en el Distrito 16 de la Policía, en São Cristóvão, en Río de Janeiro; fue despedido en 1958. Fue a estudiar a Estados Unidos, administración de empresas en la Universidad de Nueva York. Tras dejar la policía, Rubem Fonseca trabajó en una compañía eléctrica, hasta que se dedicó de lleno a la literatura. Tuvo tres hijos. Obras: Os prisioneiros (contos, 1963), A coleira do cão (contos, 1965), Lúcia McCartney (contos, 1967), O caso Morel (romance, 1973), O homem de fevereiro ou março (antología, 1973), Feliz Ano Novo (contos, 1975), O cobrador (contos,1979), A grande arte (romance, 1983), Bufo & Spallanzani (romance, 1985), Vastas emoções e pensamentos imperfeitos (romance, 1988), Agosto (romance, 1990), Romance negro e outras histórias (contos, 1992), O selvagem da ópera (romance, 1994), Contos reunidos (contos, 1994), O Buraco na parede (contos, 1994), Romance negro, Feliz ano novo e outras histórias (contos,1996), Histórias de Amor (contos, 1997), Do meio do mundo prostituto só amores guardei ao meu charuto (novela, 1997), Confraria dos Espadas (contos, 1998), O doente Molière (novela, 2000), Secreções, excreções e desatinos (contos, 2001), Pequenas criaturas (contos, 2002), Diário de um Fescenino (contos, 2003), 64 Contos de Rubem Fonseca (contos, 2004), Mandrake, a Bíblia e a bengala (2005), Ela e outras mulheres (contos, 2006), O romance morreu (crônicas, 2007), O Seminarista (romance, 2009), José (romance, 2011), Axilas e outras histórias indecorosas (contos, 2011), Amálgama (contos, 2013), Histórias Curtas (contos, 2015), Calibre 22 (contos, 2017) y Carne Crua (contos, 2018).↵
- Luiz Alfredo Garcia Roza (Río de Janeiro, 1936-2020) fue profesor universitario en la UFRJ y autor de varios libros de teoría psicoanalítica. Su debut en la literatura de ficción con O Silêncio da Chuva (1996) le valió el Premio Jabuti. Escribió las siguientes novelas:
O silêncio da Chuva (São Paulo: Companhia das Letras, 1996); Achados e Perdidos (São Paulo: Companhia das Letras, 1998); Vento Sudoeste (São Paulo: Companhia das Letras, 1999); Uma Janela em Copacabana (São Paulo: Companhia das Letras, 2001); Perseguido (São Paulo: Companhia das Letras, 2003); Berenice procura (São Paulo, Companhia das Letras, 2005); Espinosa sem Saída (São Paulo: Companhia das Letras, 2006); Na Multidão (São Paulo: Companhia das Letras, 2007); Céu de Origamis (São Paulo: Companhia das Letras, 2009); Fantasma (São Paulo: Companhia das Letras, 2012); Um lugar perigoso (São Paulo: Companhia das Letras, 2014); A última mulher (São Paulo: Companhia das Letras, 2019).↵ - Patrícia Melo, dramaturga, guionista y escritora. Vive en Suíça. Ha publicada las siguientes novelas: Acqua toffana (Rio de Janeiro: Rocco, 2009 [1994]); O matador (Rio de Janeiro: Rocco, 2009 [1995]); Inferno (Rio de Janeiro: Rocco, 2000); Valsa Negra (São Paulo, Companhia das Letras, 2003); Mundo Perdido (São Paulo, Companhia das Letras, 2006); Jonas, o Copromanta (São Paulo, Companhia das Letras, 2008); Ladrão de Cadáveres (Rio de Janeiro: Rocco, 2010); Letras, 2006); Jonas, o Copromanta (São Paulo, Companhia das Letras, 2008); Ladrão de Cadáveres (Rio de Janeiro: Rocco [contos, 2011)]; Elogio da Mentira (Rio de Janeiro: Rocco, 2010); Fogo-Fátuo (Rio de Janeiro: Rocco, 2014); Gog Magog (Rio de Janeiro: Rocco, 2017); Mulheres empilhadas (São Paulo: LeYa, 2019).↵
- Magri, Ieda (2021). Nova descida ao inferno: “Patrícia Melo e as mulheres que matam” (Nuevo descenso a los infiernos: Patrícia Melo y las mujeres que matan). Estudos de Literatura Brasileira Contemporânea, 62, pp. 1-12; Dutra, Paula Queiroz. “Um réquiem pelas mulheres”. Revista Estudos Feministas, Florianópolis, 28(3): e70068; Losada Soler, Elena (2014). “Patrícia Melo. ‘Novela de favela’ y novela criminal. Género(s)”. Abriu, 3, pp. 9-27, Universidad de Barcelona.↵