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Google inc.uba

¿Una nueva etapa en la política de intervención de los Estados Unidos?

Vanessa Oliveira

Resumen

El presente trabajo cuestiona la actuación de Google frente al proceso de normalización de las relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos, considerando el historial de intervenciones estadounidenses en Cuba, en el campo de las comunicaciones desde 1959. La primera visita de Google a la isla acontece en junio del 2014, seis meses antes del restablecimiento de las relaciones bilaterales en diciembre de 2014, después de 53 años de ruptura. Eric Schmidt, presidente de Google, junto con otros tres directivos presenta en Cuba la plataforma Google Ideas. Esta plataforma ofrece herramientas “en contra de la opresión” y a favor de la “libertad de expresión”, como se describe su sitio. El proyecto fue dirigido por el especialista en “antiterrorismo digital” Jared Cohen, quien ha sido consejero del Departamento de Estado de los Estados Unidos desde la gestión de Condoleezza Rice hasta la de Hillary Clinton. Después de las primeras incursiones en la isla, Google Ideas dejó de ser el proyecto más importante de la empresa en Cuba, y se abrió paso a colaboraciones como la que se pueden observar en el estudio KCHO-MOR, en el barrio de Romerillo, en La Habana, donde se garantiza a la población local una conexión wifi casi las veinticuatro horas al día. Romerillo fue el único sitio, hasta 2016, donde Google estuvo presente. Sostenemos en esta investigación que, por la manera como se articula, avanza o cambia de política, la presencia de Google puede significar la construcción de una nueva intervención política norteamericana en el campo de las comunicaciones.

Palabras clave

Cuba; Google; diplomacia digital; Estados Unidos; internet.

Introducción

El presente trabajo propone discutir la aproximación y eventual fusión entre grandes empresas de tecnología y comunicación y agencias/órganos gubernamentales encargados de la diplomacia de los estados-nación contemporáneos. Se busca un análisis de la política externa de Estados Unidos hacia Cuba en los sectores de la tecnología y de las comunicaciones a partir de la entrada de la multinacional Google a Cuba. El marco temporal del estudio abarca desde 2014, cuando los dos países restablecieron relaciones diplomáticas tras cinco décadas de ruptura, y hasta el fin de la administración de Barack Obama, en 2017. Evaluamos que mientras los discursos oficiales del presidente Obama proclamaban respeto a la soberanía cubana y el fin de las propagandas en contra del gobierno de este país, la actuación primera de Google ofrecía indicios de una actualización del intervencionismo estadunidense. Para desarrollar nuestro punto, nos concentraremos en la primera acción de Google en Cuba, en 2014, bajo el discurso del think tank Google Ideas –hoy Jigsaw– que, en aquel momento, prometía proteger a cyberdisidentes de posibles ataques hackers de sus gobiernos.

El director de Google Ideas (Jigsaw), Jared Cohen, fue consejero del Departamento de Estado estadounidense de 2006 a 2010 y responsable de una profunda reforma del Departamento respecto al uso de nuevas tecnologías para tratar conflictos geopolíticos. Desde esta experiencia, tuvo una importante actuación en los cambios de régimen durante la Primavera Árabe, por ejemplo. A partir de estos y otros antecedentes históricos, proponemos discutir cuáles son los desafíos y amenazas a la soberanía tecnológica y comunicacional cubana que presenta esta nueva configuración de la disputa global. De esta forma, organizamos esta reflexión a partir de tres puntos, para discutir los reflejos de este fenómeno en Cuba:

  1. Un recorrido histórico de las relaciones de Google y el Departamento de Estado de Estados Unidos.
  2. Cómo se configuró la presencia de Google en Cuba
  3. La naturaleza de sus acciones en la geopolítica.

Google y el Departamento de Estado de Estados Unidos

La crisis financiera de 2008 –y la opción de las élites políticas por las llamadas medidas de austeridad económica como forma de reparar el sistema financiero– fue responsable de una exacerbación de la crisis de representatividad de las democracias liberales y provocó una serie de levantamientos populares en varias partes del mundo (Zizek, 2012). Aunque las revueltas espontáneas frente a crisis político-económicas profundas sean frecuentes en la historia, las rebeliones en el post-2008 tienen una particularidad sin precedentes: estuvieron permeadas por el uso de internet[1], lo que suscitó innumerables debates acerca del rol de las redes sociales en estas nuevas formas de protestas y de organización/jerarquización de los movimientos sociales (Castells, 2012; Harvey et al., 2013). Una movilización de tal magnitud en la base de la pirámide política no pasaría inadvertida por los organismos gubernamentales encargados de las relaciones internacionales de los grandes países (McCarthy, 2015; Carr, 2016; Mueller, 2010; Rosenau y Singh, 2002; Choucri, 2012; Drezner, 2004). Es dentro de este contexto que la administración de Barack Obama (2009-2017) intensificó su proceso de modernización de la diplomacia, difundiendo de manera amplia el uso de las nuevas tecnologías en su modus operandi (Nocetti, 2011).

En los años que sucedieron los levantamientos de 2008 y en el calor de los debates acerca del rol de las redes en estas revueltas, una serie de documentos filtrados por el Wikileaks, de Julian Assange, reveló una gran influencia de think tanks de empresas de tecnología durante estas movilizaciones políticas. Estas revelaciones llevaron el análisis a otro nivel: internet, la portabilidad de los hardwares, Twitter, Facebook, Google, Wikileaks, etcétera, consolidaron sus posiciones en el centro de las tensiones diplomáticas y, por consecuencia, de las disputas políticas internacionales (Morozov, 2009; Howard, 2015; Fuchs, 2014, Ezratty, 2016; Jacob, 2017). El control del espacio virtual y de sus herramientas se convertía en parte vital del llamado SoftPower[2] (Nye, 2008) de la administración de Obama:

(…) en un contexto de empoderamiento de la sociedad civil, de mundialización de la opinión y del desarrollo sin precedentes de nuevas tecnologías vinculadas a internet, la administración Obama busca devolver la “marca Estados Unidos”, su poder de atracción perdido con el aventurismo de la administración Bush. Mientras tanto, la cúpula estadounidense desarrolló una nueva metodología que transformó la web en una tecnología en conformidad con las normas y valores que los Estados Unidos buscan promover por el mundo (Nocetti, 2011: 157; la traducción es nuestra).

El gran poder de influencia del capital privado en la política, y sobre todo en la política externa de los países, no es un fenómeno nuevo, y se traduce en lobbies, financiamiento de la actividad política o la simple proximidad de clase entre miembros de gobiernos y de la élite económica. Desde una perspectiva histórica, son pocos los momentos en que la política externa de los Estados Unidos no estuvo fuertemente sujeta al capital privado. Este fenómeno, no obstante, gana nuevos contornos con el aumento de la importancia de las transnacionales de comunicación[3] (Martin, 2013; Barber, 2013), una vez que estas convirtieron aún más tenues las fronteras formales entre política de Estado y estrategia corporativa, como ya veremos a continuación. Frente a la explosión de la comunicación P2P (person to person, de individuo a individuo) y de sus consecuencias en la organización de movilizaciones políticas en la base de la sociedad, los gobiernos estuvieron obligados a actualizar su modo de operación. Grandes potencias, además de invertir fuertemente en tecnología (Mazzucato, 2014), firmaron nuevos acuerdos con grandes empresas privadas del sector moviendo los nuevos medios al epicentro de la actividad política y diplomática (Rioux, 2014). Nocetti señala que esta importante transición estuvo sostenida por un amplio repertorio de producción académica y/o ideológica con la conformación de varios think tanks, muy próximos al Partido Republicano[4].

Este debate ha producido varios nuevos conceptos en una zona interdisciplinaria entre las ciencias de la comunicación y las relaciones internacionales: “E-diplomacy”, “tecnodiplomacia” o “diplomacia digital” son algunos de los términos que buscan entender procesos diplomáticos, mediados o efectivamente producidos por empresas de comunicación y tecnología (Lichtenstein, 2010; Assange, 2014; Hanson, 2012).

¿Cómo se configuró la presencia de Google en Cuba?

El junio de 2014, seis meses antes de la normalización de las relaciones entre Cuba y los Estados Unidos, el CEO de Alphabet, el holding de Google, Eric Schmidt, llegó a Cuba, con Jared Cohen, presidente del think tank Google Ideas. La visita, además de temprana, si pensamos en los términos estadunidenses para visitas de negocio en Cuba, llevó algunos elementos muy interesantes; Cohen fue funcionario del Departamento de Estado de los Estados Unidos desde la gestión de Condoleezza Rice y fue consejero de la demócrata Hillary Clinton hasta 2010.

Cohen dejó el Departamento de Estado de Estados Unidos para integrar las oficinas de Google, donde, desde el principio, fue responsable del comando de Google Ideas. La plataforma, en 2014, declaraba garantizar proteger a cyberactivistas de sus gobiernos autoritarios. El fundador de Wikileaks, Julian Assange, afirmó que el grado de intervencionismo en esta época era tan alto que Cohen llegó a recibir el apodo de “director de cambio de régimen”; Assange menciona acerca de una serie de mails: bajo Cohen, el directorio parecía traspasar las funciones de relaciones públicas y las “responsabilidades corporativas”, adentrando, por medio de la intervención corporativa activa, un espacio generalmente reservado a los estados. Los emails revelaban que él tentaba influenciar algunos de los principales eventos históricos de Medio Oriente contemporáneo.

(…) Cohen estuvo en Afganistán en 2009, intentando convencer a cuatro empresas de telefonía a mover sus antenas a bases militares de Estados Unidos. En el Líbano trabajó para establecer un rival intelectual y clerical al Hezbollah, la “Higher Shia League”. Y en Londres ofreció a ejecutivos de películas de Bollywood fondos para la inserción de contenidos anti-extremistas en sus películas, prometiéndoles conectarlos con Hollywood (Assange, 2014: 21-22; la traducción es nuestra).

Basado todavía en esta serie de e-mails, Assange detalla y contesta ampliamente las relaciones entre Google Ideas, el gobierno estadunidense y organizaciones ultraconservadoras, como Foreign Policy Initiative[5] o Next Gen Foundation[6], que tiene a Jared Cohen entre sus miembros ejecutivos. Tales asociaciones crearán una nueva dosis de desconfianza acerca de los reales objetivos de las modernas empresas del Sillicon Valley (Champeau, 2014) y el rol de ellas en la política externa de Estados Unidos. En febrero de 2016, las intenciones de Google Ideas se confirman cuando el think tank se convirtió en una “incubadora tecnológica de la empresa Alphabet para enfrentar a problemas geopolíticos” (Schmidt, 2016).Todavía bajo la supervisión de Cohen, su misión ganaba aires de agencia de gobierno.

La naturaleza de las acciones de Google en la geopolítica

Abundan los ejemplos de la relación de Google con instituciones conservadoras y de derecha, pero nos quedaremos con el ejemplo del 21 de marzo de 2012 en una conferencia en la sede de la conservadora Heritage Foundation, organizada por la Fundación y por Google Ideas en sociedad con el Partido Republicano. Para hablar de libertad y acceso a internet en Cuba, el think tank Google Ideas también invitó al republicano Marco Rubio, quien mantiene sus convicciones a favor del embargo a Cuba e hizo acuerdos con Donald Trump en las primarias de su partido[7].

La configuración de esta conferencia, las relaciones progresivas de la compañía con otros grupos ultraconservadores y la propia premisa de Google Ideas –un think tank dispuesto a actuar en conflictos entre gobiernos y sus disidentes, con fuertes lazos con el Departamento de Estado estadounidense –, y los todavía activos programas de “promoción de la democracia en Cuba” (Whitney Jr., 2016) lanzan dudas acerca del compromiso de la empresa con la promesa hecha por Obama en 2014, cuando habló de no imponer cambios a la isla, ni en su manera de hacer política ni en su sistema económico[8].

Entre los años 2014 y 2017, sin embargo, Google no ha establecido un acuerdo que abarque todas sus intenciones en Cuba propuestas por Google Ideas ni que revele con claridad la relación entre empresa y el gobierno de los Estados Unidos y Cuba. Sin embargo, ha hecho acuerdos importantes con ETECSA (empresa de telecomunicaciones del Estado cubano), tiene una presencia muy publicitaria en el museo orgánico Kcho Romerillo (proyecto cultural/artístico de la municipalidad de Playa, La Habana) y sigue en comunicación con el Estado cubano; lo que ofrece mucho material de análisis para este momento.

Es importante decir que el proceso de informatización en Cuba tiene lugar en un momento mundial de tensión entre el internet comercial y los defensores de un uso democrático de la red. Nunca internet fue un espacio de tanta distopía, por así decirlo, como es ahora. Un espacio en donde todo lo que se añoraba de él en términos de creación de puentes, de “ágora del siglo XXI” se ha convertido en muros: donde el flujo de información es controlado y tasado por las políticas de protección de derechos autorales; los usos son limitados por las empresas propietarias de las plataformas o de los dispositivos y el intercambio entre personas y países (de venta, amistad, informaciones y acciones políticas) está controlado por monopolios que no solo almacenan, sino que venden datos de sus usuarios que, además de no recibir nada por el contenido que generan y que genera rendimientos a estas plataformas, se ven perfilados bajo la promesa de una “mejor experiencia de navegación en la web”.

Conclusión: amenazas y desafíos para la política cubana

Para concluir, es cierto que Obama atendió en 2014 a una demanda histórica por el relajamiento del bloqueo, proceso que también abre espacio al desarrollo de mercados de los cuales Cuba se ha visto necesitada. Sin embargo, estas necesidades estructurales en el campo de la informática se convierten rápidamente en un terreno fértil para estas corporaciones de extenso historial de actuación política y que además de eso –hay que acordarse– son especialistas en modificar drásticamente los mercados donde actúan, una vez que tienen desarrollada la expertise de utilizar vacíos regulatorios para extender los límites de las legislaciones económicas locales[9], lo que puede ser dañino a largo plazo.

Es importante atender al hecho de que estos espacios dominados por determinadas empresas tienen un lugar ideológico bien definido, con distintas relaciones entre discurso y práctica en sus actuaciones hacia lo que llaman el tercer mundo o los países subdesarrollados.

Cuba tiene todavía un espacio simbólico en este escenario y llega a la ampliación de estos proyectos tecnológicos en un momento en que la crítica más compleja de especialistas está volteada a no dejar de hacer acuerdos con estos monopolios, pero preparando a la población y el Estado para no necesitarlos de manera fundamental, garantizando la alfabetización informática de su pueblo sin que esta educación pase por los parámetros de estas empresas. Natalia Calderón Beltrán, investigadora de la Universidad París-8, en Francia, cuestiona en un artículo de 2016:

una vez que la informática es presentada como herramienta que permite la emancipación y la democratización del saber y de la práctica, como podemos entender el hecho de que esta mismas empresas que alzan este discurso como bandera son las que bloquean a sus usuarios en la práctica y en el uso de los dispositivos.

La idea de soberanía tecnológica, el fomento a la producción local de tecnología, la educación crítica de los usuarios y la demanda consciente por un web que sea de hecho un espacio de intercambio y no apenas de consumo debe estar en la lista de prioridades no solo en Cuba, sino en Latinoamérica, en un esfuerzo de actualización de nuestras estrategias.

Julian Assange hace un alerta en su libro acerca de Google:

Si el futuro del Internet es ser Google, esto debe de ser una preocupación real de los pueblos del mundo –Latinoamérica, Asia, subcontinente indio, el Medio Oriente, África subsahariana etc.– para quienes el internet representa la promesa de una alternativa a la estrategia estadounidense de hegemonía cultural y económica. Porque un imperio del Don’t be evil (no seas malo) es todavía un imperio (Assange, 2014).

Bibliografía

Assange, J. (2014). When Google Met Wikileaks. Nueva York: OR Books.

Barber, B. (2013). Jihad vd McWorld: How Globalism and Tribalism Are Reshaping the World. Nueva York: Times Books.

Calderón Beltrán, N. (2016). “Souveraineté technologique: quelles possibilités d’émergence de pratique alternatives dans l’usage de l’informatique quotidienne?”, en Revue Hybrid, nº 3 “Culture Numérique: alternatives”.

Carr, M. (2016). US Power and the Internet in International Relations. Londres: Palgrave Macmillan UK.

Castells, M. (2012). Networks of Outrage and Hope: Social Movements in the Internet Age. Hoboken: John Wiley & Sons.

Champeau, G. (2014). “Le rôle diplomatique secret de Google dénoncé par Julian Assange – Politique”, en Numerama. Disponible en: <https://bit.ly/2kHr1N9>.

Choucri, N. (2012). Cyberpolitics in International Relations. Cambridge: MIT Press.

Cooper, D. (2011). Neoconservatism and American Foreign Policy: A Critical Analysis. Londres: Routledge.

Drezner, D. W. (2004). “The global governance of the Internet: bringing the state back in”, en Political Science Quarterly, v. 119, nº 3, pp. 477-498.

Ezratty, O. (2016). “Le numérique peut-il améliorer les démocraties? Partie 1”, en Frenchweb. Disponible en: <https://bit.ly/2f7M2Jy>.

Faris, D. M. (2012). “La révolte en réseau: le ‘printemps arabe’ et les médias sociaux”, en Politique étrangère, v. primavera, nº 1, p. 99.

Fuchs, C. (2014). Social media: a critical introduction. Los Ángeles: SAGE.

Hanson, F. (2012). “Baked in and wired: ediplomacy@ State”, en Foreign Policy, n. Brookings, p. 40.

Harvey, D. et al. (2013). Occupy: movimentos de protesto que tomaram as ruas. San Pablo: Carta Maior, Boitempo.

Howard, P. N. (2015). Pax technica: how the internet of things may set us free or lock us up. Londres: Yale University Press.

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Lichtenstein, J. (2010). “Digital Diplomacy”, en The New York Times, 16 de julio. Disponible en: <https://nyti.ms/2lJK8pY>.

Martin, B. (2013). Ethical Marxism: The Categorical Imperative of liberation. Chicago: Open Court Publishing.

Mazzucato, M. (2014). O estado empreendedor. San Pablo: Portfolio Penguin.

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Nocetti, J. (2012). “Russie : le Web réinvente-t-il la politique?”, en Politique étrangère, v. verano, nº 2, p. 277.

Nye, J. S. (2008). “Public Diplomacy and Soft Power”, en The ANNALS of the American Academy of Political and Social Science, v. 616, nº 1, pp. 94-109, 1 de marzo.

Obama, B. (2014). “Statement by the President on Cuba Policy Changes”. Disponible en: <https://bit.ly/2jOL72d>.

Rioux, M. (2014). “Multinational Corporations in Transnational Networks: Theoretical and Regulatory Challenges in Historical Perspective”, en Open Journal of Political Science, v. 4, nº 3, pp. 109-117.

Rosenau, J. N. y Singh, J. P. (2002). Information Technologies and Global Politics: The Changing Scope of Power and Governance. Nueva York: SUNY Press.

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Whitney Jr., W. T. (2016). “U.S. project of regime change in Cuba is still on. People’s World”. Disponible en: <https://bit.ly/2k7zdWy>.

Zizek, S. (2012). The Year of Dreaming Dangerously. Nueva York: Verso.


  1. Las protestas en contra los resultados electorales en Irán en 2009 bautizada de “Revolución Twitter/Facebook” (Morozov, 2009); los movimientos en contra de los régimenes árabes tuvieron lugar de la Tunisia al Egito, del Omán al Cazajastán, de Argelia à Jordania, al Djibuti (Faris, 2012) con un gran flujo de información pasando por internet; un supuesto fraude electoral en las elecciones legislativas rusas de 2011 dejó a Moscú muy agitada por dos años cambiando la manera como el gobierno lidiaría con internet (Nocetti, 2012).
  2. Entendemos por SoftPower a la capacidad de modelar las acciones de terceros sin el uso de la fuerza o de la coerción. Según Nye (2008), en la política, el SoftPower se expresa en la capacidad de un país o un grupo político de, a partir de la admiración por su cultura, autoridad moral o valores políticos, llevar a otros países y grupos a ceder a sus voluntades.
  3. Utilizamos aquí el adjetivo “transnacional” en lugar de “multinacional”, para llevar en consideración la problematización reciente del uso de estas terminologías, cuando son usadas para denominar las GAFAM (Google, Amazon, Facebook, Apple y Microsoft). Una vez que estas empresas transitan por varios países, pero llevan valores, componentes lingüísticos y culturales de su propio país, se convierten en empresas que actúan localmente con un conjunto de valores externos. Esta discusión, en estos términos aparece en los libros Ethical Marxism: The Categorical Imperative of liberation, de Bill Martin (2013) y en el best seller de Benjamin Barber, Jihad vd McWorld: How Globalism and Tribalism Are Reshaping the World (2013).
  4. “(…) think tanks conocidos por la proximidad al Partido Republicano de Estados Unidos contribuyeron ampliamente para el debate acerca de la interacción entre el web y la diplomacia pública. En 2010, la New America Foundation organizó una serie de eventos sobre el tema. Es posible mencionar “Does the Internet Favor Dictators or Dissenters?”, Washington, 21 de mayo de 2010; y “Decoding Digital Activism”, Washington, 15 de julio de 2010. Los centros de investigación de grandes universidades también están presentes en el debate, como por ejemplo el Berkman Center for Internet & Society (Harvard), el Institute for Public Affairs and Global Communication(George Washington University) y el Miller Center of Public Affairs (University of Virginia)” (Nocetti, 2011: 159; la traducción es nuestra).
  5. Think tank criado por William Kristol, Robert Kagan y Dan Senor en 2009 para garantizar el liderazgo de Estados Unidos (Cooper, 2011: 44).
  6. Assange, en su libro de 2014, escribe: “This foundation’s website says it is an ‘exclusive membership organization and platform for successful individuals’ that aims to bring about ‘social change’ driven by venture capital funding” (Assange, 2014: 26).
  7. El evento, llamado “Cuba Needs a (Technological) Revolution: How the Internet Can Thaw an Island Frozen in Time”, transcurrió en presencia del senador republicano de Florida Marco Rubio; del secretario de Estado adjunto Roger Noriega; del director de la radio y TV Martí, Carlos García Pérez; del co-director de Cuba Study Group, Carlos Saladrigas; y del director ejecutivo del Institut George W. Bush, James Glassman, además de Mauricio Claver Carone, director del US-Cuba Democracy PAC.
  8. “I’ve made it clear that the United States has neither the capacity nor the intention to impose change on Cuba. What changes come will depend du point the view of Cuban people. We will not impose our political or economic system on you” (Obama, 2014).
  9. Buen ejemplo de esto es la actuación de empresas como Uber y Airbnb, que reorganizaron el mercado local hotelero y de transporte sin tomar en cuenta las legislaciones de los países donde actuaban y, en diversos casos, fueron incluso capaces de imponer su visión mercadológica acerca de los proyectos económicos de los Estados.


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