Los libros tienen autoría pero las más de las veces son obras colectivas, que contienen un esfuerzo familiar y social invisible. Por esto, quiero agradecer a mi familia, Walter, Juan, Cata y Telma, que con paciencia hizo posible los tiempos que esta escritura demandó. A Melissa Bendersky por su entusiasmo y aliento para terminarlo y publicarlo. También a su detallado trabajo de corrección y sus bien atinadas sugerencias. A Laura Kropff por su siempre bien activada sensibilidad y compromiso social que nos movilizaron ─esta vez también─ a compartir diálogos, marchas y viajes.

A mis colegas y estudiantes de los proyectos de investigación sobre policía en la Universidad Nacional de Río Negro, que con consecuencia siguen el devenir del caso y demandan, a través de mantener la memoria viva, justicia por Lucas Muñoz. Finalmente, a Mariana Sirimarco por viajar al sur y comprometerse a pensar con nosotros las dimensiones antropológicas de los estudios policiales y por involucrarse sin peros en esta obra.