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4 El poder suave de China en América Latina y el Caribe durante el COVID-19: influencia en México y la CELAC

Priscila Magaña-Huerta[1]

Introducción

El ascenso económico de China es el fenómeno que ha venido a cambiar el orden internacional del siglo XXI. Si bien el fin de la Segunda Guerra Mundial estableció las condiciones para que Japón y los llamados tigres asiáticos modernizaran sus modelos de desarrollo económico, no hubo elite política en los gobiernos de Corea del Sur, Japón o Singapur capaz de resolver la conversión de una potencia emergente a una gran potencia internacional con la capacidad económica y política de transformar las estructuras institucional y normativa del orden global fincado por Estados Unidos al terminar la Guerra Fría.

A tan solo dos décadas de que China entrara a la Organización Mundial del Comercio (OMC), el país se ha consolidado como la segunda economía y ha acelerado la transición del centro de la economía global del Atlántico al Pacífico acompañada de nuevas potencias asiáticas. Según el análisis prospectivo del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial[2], en 2024 China desbancará a Estados Unidos como la primera economía y en el grupo de los siete estas potencias estarán acompañadas de India, Japón, Indonesia, Rusia y Alemania. Este suceso marcará un hito en la historia contemporánea al tener en la cúspide a una potencia no occidental. Aunque hubiera sido improbable en el imaginario del colectivo social hace cincuenta años, este fenómeno ya había sido advertido en la literatura geopolítica occidental desde el siglo pasado. En obras como El problema de Asia[3] o El gran tablero mundial[4] los padres de la geopolítica estadounidense escribieron sobre las implicaciones que para la hegemonía americana tendría el expansionismo de Rusia y el ascenso de China como gran potencia. La sorpresa la daría China en menos de tres décadas de modernización económica e industrial.

Hoy en día la dinámica de los conflictos internacionales se ha complejizado y las guerras son tan militares como económicas, tecnológicas y narrativas, por lo que la concentración del poder económico en Asia establece nuevas condiciones que China debe considerar en su estrategia de ascenso. Entre ellas destaca la formulación de una política de poder suave. Tras el acelerado y sostenido crecimiento económico que el país venía experimentando desde la década de 1990, al iniciar el siglo XXI grandes acontecimientos en el concierto internacional hicieron que la elite del Partido Comunista de China (PCC) tuviera la imperiosa necesidad de construir una imagen positiva del país que, por una parte, familiarizara y atrajera a la audiencia internacional a la historia de China, y por otra, contrarrestara los efectos de las restricciones hegemónicas de Estados Unidos y la narrativa antichina que acompañaban su protagonismo económico.

Además de su entrada a la OMC, entre los acontecimientos que impulsaron el interés de la cúpula china por el poder suave destacan tres más: (1) el reconocimiento que Goldman Sachs le hizo a la economía china de ser uno de los mercados emergentes determinantes en el orden económico; (2) la elección de Beijing como sede de los Juegos Olímpicos de 2008; y (3) los ataques terroristas perpetrados en Estados Unidos el 11 de septiembre de 2001. Todos ellos definieron la tendencia irreversible del posicionamiento de China como potencia cultural y económica, así como la necesidad de evitar ser posicionado como la potencia revisionista. En este contexto surgió el interés de los dirigentes chinos por elevar a política gubernamental el ejercicio del poder inmaterial, con el propósito de fortalecer la geoestrategia del reposicionamiento pacífico como potencia global.

Nye y el poder suave de China

Según Joseph S. Nye[5],

el poder suave es la habilidad de lograr lo que queremos mediante la atracción, en vez de recurrir a la coerción o a sanciones económicas. Para los países la capacidad de atracción surge, principalmente, de la cultura, de sus ideales políticos y de sus políticas. Si en la opinión de otros las políticas de un país se consideran legítimas, entonces se fortalece su poder suave.

Esta definición corresponde a la primera etapa del proceso epistemológico por el cual ha transitado el concepto a lo largo del trabajo de Nye. Aunque esta definición corresponde a un enfoque estatal y conductual, en el que el poder suave es desplegado por los gobiernos de los Estados-nación y el ejercicio está enfocado en la conducta y no en el agente, el profesor emérito de Harvard ha extendido la agencia del poder suave a actores no gubernamentales. En este sentido, Nye y sus seguidores consideran como poder suave la capacidad de atracción de empresas; universidades o iconos culturales como: Disney, el basquetbolista Yao Ming, Harvard; el Massachusetts Institute Tech (MIT); Bollywood; la Alianza Francesa, Apple o la música pop.

En 2008, China albergó la vigesimonovena edición de los Juegos Olímpicos. Esta sería la primera gran plataforma de exposición mediática internacional desde que el concepto fuera integrado a la narrativa oficial del PCC en 2007. Nye[6] analizó el fenómeno empleando su concepto a raja tabla y expuso los límites autoimpuestos del poder suave chino. Con el tiempo, el experto seguiría cuestionando la naturaleza gubernamental de este poder suave, aunque reconocería la larga data del ejercicio del poder de atracción de China desde tiempos imperiales. Si bien Nye[7] dio el espaldarazo para que su teoría fuera usada para estudiar el caso de China, en este proceso de evolución epistemológica que mencionamos párrafos arriba, él y otros autores del grupo dominante, como Bonnie Glasser[8], Christopher Walker y Jessica Ludwig[9], han cuestionado la legitimidad de China para ejercer poder suave. Su argumento sostiene que la naturaleza autoritaria de su sistema político impide el libre ejercicio del poder de atracción para actores no estatales, sujetos clave en el ejercicio del poder de atracción de un país. Con este redireccionamiento, los expertos estadounidenses han limitado el catálogo de actores estatales legitimados para ejercer poder suave a aquellos sujetos dentro del marco del orden liberal, lo que de facto implica la exclusión no solo de China, sino también de Rusia. Esta corriente en los estudios de poder suave promueve el concepto de sharp power, traducido al español como poder afilado[10].

En China también ha habido un proceso de evolución epistemológica que, en cierta medida, la desvincula de la influencia académica estadounidense y reivindica la aportación del pensamiento chino a las relaciones internacionales. El concepto de soft power que aquí utilizamos es el propuesto por Yan Xuetong[11]. Esta aproximación teórica corresponde a uno de los varios enfoques sobre poder suave formulados por la academia local. Una de sus principales características es la relación con la estrategia de ascenso del país en virtud de su objetivo: atraer a otros, crear vínculos y aumentar la interdependencia internacional, para mitigar la contención que el hegemón estadounidense ha diseñado para frenar el reposicionamiento de China como gran potencia global.

Tal como lo muestra la guerra comercial declarada por el gobierno de Donald Trump a China, la cláusula antichina del T-MEC, las estrategias Build Back Better World y Global Gateway o el boicot diplomático a los Juegos Olímpicos de Invierno Beijing 2022, el ascenso de China ha sido objeto de restricciones, por lo que en su calidad de potencia en ascenso la prioridad de los líderes del PCC ha sido maximizar las condiciones no bélicas en el contexto internacional que le garanticen un entorno estable. A poco más de una década de que entre la academia china fuera difundido el concepto de poder suave, con la traducción al putonghua[12] de la obra Bound To Lead: The Changing Nature Of American Power escrita por Nye (1990), en 2004 el PCC sentó los antecedentes doctrinales para la práctica del poder suave en el gobierno chino. Durante el mes de mayo, en la decimotercera sesión de estudio grupal del politburó del PCC, el concepto fue discutido y se establecieron los lineamientos del pensamiento oficial sobre poder suave. De los escritos publicados con la racionalidad del Partido, la élite hizo pública una definición. El poder suave fue concebido como “la atracción internacional de la cultura, los valores, el sistema social (o el sistema político) y el modelo de desarrollo de una nación”[13].

Sin mayor desarrollo teórico, estos lineamientos bastaron para que el gobierno de Beijing definiera el curso de una estrategia internacional de atracción y construcción de imagen. Meses después, en 2004 el primer Instituto Confucio fue inaugurado en Seúl tras el instituto piloto establecido en Tashkent. Poco a poco la estrategia fue complejizada y, con bombo y platillo, Hu Jintao[14] institucionalizó el concepto como parte de la estrategia nacional, incluyéndolo en su Informe al XVII Congreso Nacional del Partido Comunista Chino.

La diferencia entre el marco conceptual chino sobre poder suave y la teoría desarrollada por Joseph. S. Nye está en los detalles. A diferencia de lo teorizado por el profesor de Harvard, la noción china incluyó el componente cultural en la denominación conceptual que el gobierno chino usó para bautizar la estrategia. En China, la noción de poder intangible es referida como poder suave cultural. Otra diferencia está en la naturaleza de este tipo de poder, ya que el poder suave chino tiene una fuente gubernamental y funciona para atraer a otros dentro y fuera del país. Al interior, para consolidar la cohesión nacional mediante el fortalecimiento de los valores y la ideología. En la escena internacional, el poder suave funciona como elemento de poder nacional para maximizar la capacidad de competir por influencia global con el hegemón y otras potencias en un contexto en el que el país está en la antesala de ser el coprotagonista de la economía internacional.

Como parte de esta última acepción, Sheng Ding[15] argumenta que el poder suave de China forma parte de la estrategia de ascenso proyectada por el gobierno con la premisa de construir un orden internacional deseado. Según el autor, esta aproximación forma parte del nuevo pensamiento de China sobre cómo construir su creciente poder nacional en un contexto de modernización, con el propósito de proyectar una buena reputación y hacer sus intenciones fácilmente predecibles, transformando su política exterior con la inclusión de las ideas de la filosofía tradicional china.

Corrientes de pensamiento chinas sobre poder suave

Más que la extensión teórica del concepto formulado por Nye, la cúpula del PCC ha construido en la práctica una noción alternativa conforme al interés nacional, que satisfaga sus necesidades y coadyuve a consolidar la identidad dual del país como potencia en ascenso y gran potencia global.

Aunque el gobierno de Beijing no ha abandonado del todo lo teorizado por Nye, sí se ha decantado por describir su práctica de poder suave conforme las necesidades que el proceso de ascenso le ha planteado. En concordancia, entre la academia internacionalista local ha predominado el ánimo por debatir sobre la naturaleza y la funcionalidad del poder suave como parte de la reconversión de China como potencia global. Según Glaser y Murphy[16], a principios del siglo XXI surgieron en China dos corrientes de pensamiento en el contexto más amplio de los debates académicos sobre las políticas local y exterior del país. Ambas escuelas tuvieron como punto de partida el planteamiento teórico de Nye, aunque privilegiaron una visión estatocéntrica en la que el poder de atracción surge de los recursos de poder inmaterial del Estado-nación. La primera de las corrientes es la Escuela cultural, liderada por Yu Xintian, profesora y exdirectora emérita del Instituto Shanghái de Estudios Internacionales. La segunda es la llamada Escuela política, encabezada por Yan Xuetong, profesor de la Universidad de Tsinghua y uno de los internacionalistas más influyentes en el mundo.

En consonancia con el discurso dominante de la élite del PCC, entre los trabajos de la corriente cultural ha surgido el concepto de poder suave cultural para representar el poder de la ideología y los valores pregonados en la cúpula política china. En nuestra perspectiva, la cultura es representada por estos pensadores como un instrumento de poder para generar cohesión social al interior del país y como símbolo del bagaje cultural que China puede ofrecer al mundo en su papel de potencia civilizatoria. Como parte de una estrategia de competitividad internacional que atienda la consolidación del Estado desde adentro, evitando el colapso del gobierno-partido, el despliegue estratégico del poder suave cultural está contextualizado en términos de la cultura política china, en la que el apoyo interno y la legitimidad del gobierno es una cuestión de gestión ideológica. En este sentido, el poder suave es una estrategia para atraer a otros, no solo fuera de las fronteras, sino dentro, de lo contrario difícilmente el país podría tener la capacidad de influir con valores, ideas e instituciones inoperantes para su propia población[17].

La segunda escuela de pensamiento está compuesta por expertos en política y relaciones internacionales que consideran que el poder político del Estado y la capacidad que un gobierno tenga para movilizar la influencia internacional y el apoyo interno son el corazón del poder suave[18]. Yan Xuetong es el principal exponente. Según su obra[19], el poder suave puede entenderse como el poder de atracción internacional de un país, tal como lo establece Nye, pero enfatiza el comportamiento de los líderes políticos como el principal recurso de poder intangible.

Yan Xuetong[20] propone un enfoque con características chinas en el cual enfatiza cómo son usados los recursos de poder suave, argumentando que para reforzar el poder suave de China un asunto esencial es fortalecer su poder político. Los cambios hechos por el intelectual al enfoque de Nye están encaminados a dar respuesta a las necesidades gubernamentales del PCC y a su política de ascenso, por lo que al analizar el poder suave de China con el enfoque de Yan Xuetong debemos considerarlo como un concepto de análisis susceptible de transitar por un proceso de evolución epistémica. A diferencia de los seguidores de la corriente cultural, los intelectuales en esta corriente de pensamiento sostienen que el poder suave de China es evidente en su política exterior cuando el Estado chino es capaz de construir instituciones internacionales, influir en la agenda internacional, diseñar coaliciones, y en general cuando es capaz de cumplir los objetivos que coadyuvan al ascenso del país como potencia global[21].

Después de una década de profundización teórica, Yan ha desarrollado un nuevo planteamiento sobre la transición del poder internacional focalizándose en el ascenso de China como un supuesto determinante en la reestructuración del orden internacional. Al desmitificar el declive del poder hegemónico como la causa concluyente en un proceso de reordenamiento global, el profesor de la Universidad de Tsinghua enriquece la construcción de una teoría china sobre la transición de poder vinculando su hipótesis sobre el liderazgo político con su enfoque de poder suave. En su obra Liderazgo y el ascenso de grandes poderes, Yan[22] complejiza la idea de poder suave, entendido ahora como el poder de atracción de un país cuyo elemento central es el liderazgo político, más que los valores políticos. Según el autor, el atractivo de un país se basa en las acciones de los líderes más que en su cultura o valores políticos.

Sabemos que Yan Xuetong ha adaptado el concepto de soft power a la naturaleza del sistema político chino que enfatiza la acción y proyección de los líderes políticos, sin embargo debemos decir que su definición hace eco de lo ya planteado por Joseph S. Nye respecto a la relación entre el liderazgo y el poder suave[23]. Nye sostiene que, en la práctica, el liderazgo efectivo requiere de una mezcla de habilidades de poder suave y duro, al que llama poder inteligente. Para el intelectual, mientras que los líderes en países autoritarios pueden usar la coerción y dar órdenes, los políticos en las democracias deben confiar más en una combinación de incentivos y atracción. En la teoría de Nye, esto hace que el poder suave sea un elemento básico de la política democrática cotidiana[24]. Pero si nos remontamos a la historia de la política china, esto ya sucedía desde tiempos imperiales en la relación confuciana entre gobernante y gobernado. En tal relación, el vínculo de atracción entre los seguidores y los líderes políticos dependía de que estos cumplieran con el mandato gubernamental, es decir, su legitimidad dependía de que el mandatario lograra satisfacer las necesidades de la población. En este principio de la filosofía ética confuciana está contextualizada la práctica del liderazgo en la política china. Entonces, es viable argumentar que, tal como sucede en sociedades occidentales y occidentalizadas, la propuesta de Yan considera que el líder chino también usa una combinación de recursos para hacer que otros hagan lo que él quiere, solo que la propuesta china, en lugar de enfocarse en la combinación de incentivos y atracción, privilegia los logros de los líderes, entendidos como el cumplimiento de las obligaciones del mandato gubernamental. Al estudiar la relación entre el liderazgo y el poder suave en la teoría de Nye y la propuesta de Yan, la cuestión es el enfoque.

Tras el primer año de la pandemia de COVID-19, China fue el único país en el mundo capaz de hacer crecer su economía y perfilarse como actor responsable desde el inicio de la crisis sanitaria. China abasteció a diferentes países alrededor del mundo con material sanitario y vacunas contra el COVID-19. Estos hechos le valieron para que durante los primeros dos años de la pandemia proveyera al mundo con bienes públicos globales como salud y seguridad. Estas acciones robustecen el enfoque de la Escuela política sobre las fuentes del atractivo internacional de China y su capacidad de movilización política. Para que otros actores en el concierto internacional quieran emular o respalden las ideas y las acciones de China, es necesario que sus líderes sean capaces de influir a través de sus relaciones estratégicas[25]. Al proveer de material sanitario y vacunas a los países considerados como socios estratégicos, el gobierno de Beijing reforzó la interdependencia con países cuya acción exterior considera determinante para sus intereses.

El poder suave de China en América Latina y el Caribe durante el COVID-19

En un contexto de guerra comercial y tecnológica entre Estados Unidos y China impregnado por la ralentización económica global a raíz de la pandemia de COVID-19, una buena parte de los proyectos de la Iniciativa de la Franja y la Ruta (IFR) en América Latina y el Caribe (ALC) han tenido contratiempos. No obstante, el posicionamiento de China en la región continuó gracias al despliegue de la diplomacia de la salud a lo largo de los primeros 19 meses de la gestión de la crisis. Ya sea mediante la diplomacia de las mascarillas, la diplomacia de las vacunas o los acuerdos derivados de la IFR, China se acercó a una región que cada vez más alza la voz en contra del intervencionismo de Estados Unidos. Esta tendencia ha sido advertida por la xiplomacia para construir un orden internacional en el que el crecimiento estable y pacífico de China sea el resultado de una serie de ambientes concatenados, geoestratégicamente diseñados para trazar coaliciones, agendas o instituciones que mejoren la reputación del país y consolidan los intereses chinos frente a los del hegemón estadounidense en esta parte del mundo.

China y los países de ALC deben trazar un nuevo plan para nuestro esfuerzo conjunto en el marco de la Iniciativa de la Franja y la Ruta y abrir un camino de cooperación a través del Océano Pacífico que […] marque el comienzo de una nueva era en las relaciones China-ALC[26].

Considerando la doctrina America First y todas las implicaciones del nacionalismo exacerbado durante el mandato de Trump para la política latinoamericana de Estados Unidos, es viable argumentar que los líderes de Beijing han advertido un espacio de oportunidades en el contexto de la pandemia COVID-19 para aumentar su presencia en América Latina, sin agravar de manera directa la ya conflictiva relación con Estados Unidos. China se acercó a los países latinoamericanos y caribeños para posicionarse como una potencia benévola que pregona hacer de su vacuna un bien público global.

Tal como han observado Malacalza y Fagaburu[27], junto a Estados Unidos, India, Rusia y la Unión Europea, China es una de las cinco principales potencias productoras de vacunas contra el COVID-19. Como señalan los autores, en lo que va de la pandemia al momento de escribir este texto, China y Estados Unidos han concentrado más de la mitad de la capacidad tecnológica global de producción de vacunas. Sin mayor competidor, la potencia asiática ha sido el principal exportador, y ha desplazado a India como proveedor principal de países de ingresos medios y bajos. Según Karásková y Blablová[28] la razón es geopolítica. Para no chocar directamente con vacunas producidas por Pfizer/BioNTech o Moderna, destinadas en su mayoría a países desarrollados, las vacunas chinas fueron primero ofrecidas a sus vecinos, al mundo en desarrollo y otros países de la semiperiferia. En esta lógica, la diplomacia de las vacunas chinas ha estado direccionada a los países en desarrollo.

Tal como sucedió en Asia durante la crisis económica de 1997-1998, la cooperación brindada durante la pandemia le ha valido al gobierno de Beijing para consolidar la confianza política, aumentar la interdependencia y su capacidad de movilización internacional entre los países receptores. Los gobiernos del Caribe han sido una de las audiencias de poder suave que mayores dividendos le ha generado. Acorde con la información recabada por el Duke Global Health Institute[29], entre marzo y septiembre de 2021, China donó más de un millón de dosis de vacunas contra el COVID19 a Antigua y Barbuda, Bolivia, Cuba y Venezuela, países que junto a otros receptores de la diplomacia de las mascarillas, como Dominica, Granada, Nicaragua y Surinam, han abogado por China en foros internacionales, como el Consejo de Derechos Humanos de la Organización de Naciones Unidas (CDH). El 22 de junio de este año, este grupo de países caribeños expresó su apoyo a China ante el CDH junto a otros sesenta países, en contraposición a las acusaciones hechas por Estados Unidos y sus aliados mediante la declaración conjunta sobre la situación de los derechos humanos en Xinjiang[30].

Argumentando que los temas relacionados con Hong Kong, Xinjiang y Tíbet corresponden a asuntos internos de China, los países signantes usaron los principios de soberanía, independencia y no interferencia en asuntos internos de los Estados para sostener su postura. Meses antes, en una reunión entre China y los países del Caribe con los que tiene relaciones diplomáticas, los países también miembros de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) habían reafirmado su compromiso con el principio de “una sola China” y el apoyo mutuo con China en asuntos que involucraran sus intereses y preocupaciones[31].

La diplomacia de las mascarillas y la diplomacia de las vacunas desplegadas mediante mecanismos de cooperación Sur-Sur han sido algunos de los recursos de poder suave con los cuales China ha construido coaliciones de facto, para hacer frente a conflictos no bélicos mitigando los obstáculos que Estados Unidos ha destinado para contrarrestar su influencia. La cuestión de los valores es el eje con el que China ha logrado convertir la confianza invertida en la diplomacia de la salud. Estados Unidos iza la bandera de los derechos humanos para condenar a China y esta responde enarbolando la soberanía y proveyendo de bienes públicos globales.

A pocos meses de celebrarse los Juegos Olímpicos de Invierno en Beijing, Estados Unidos impulsó un boicot diplomático justificado en lo que calificó como “genocidio y crímenes contra la humanidad que persisten en Xinjiang”. Acompañado de sus aliados —Canadá, Reino Unido, Nueva Zelanda y Australia—, la potencia americana comenzó una nueva campaña de desprestigio de cara a la mayor exposición positiva de la imagen de China y Xi Jinping durante la pandemia. Sin delimitar bloques de aliados, China echó a andar su maquinaria diplomática en América Latina. El Foro China-CELAC se convirtió en la plataforma para desplegar la influencia política que entre sus pares en la región tiene el país. De forma unánime, los miembros de la CELAC manifestaron su apoyo a China para hospedar los Juegos Olímpicos de Invierno comprometiéndose a enviar a sus equipos deportivos para participar en esta y otras competencias internacionales celebradas por cualquiera de las partes[32]. Ocho naciones latinoamericanas participaron en la edición invernal y de ellas los gobiernos de Argentina y Colombia se pronunciaron expresamente contra el boicot, exaltando la paz, la unidad, la amistad y la recuperación frente al contexto de pandemia[33]. El máximo resultado de la diplomacia de las vacunas china se da en el caso argentino. El presidente Alberto Fernández no solo participó en la inauguración de los Juegos Olímpicos junto a otros líderes, como el secretario general de la Organización de Naciones Unidas (ONU), el director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS) o Vladímir Putin. Fernández también firmó el acuerdo por el cual Argentina fue incorporada a la Iniciativa de la Franja y la Ruta.

Además de construir frentes de respuesta y alianzas institucionales para mitigar los efectos de las restricciones impuestas por Estados Unidos a la presencia china en la región, la diplomacia de la salud entre los países de América Latina y el Caribe tiene otro objetivo: transformar percepciones en audiencias geoestratégicas. Como señalamos más arriba, en un contexto internacional en el que las guerras son económicas y discursivas, el poder suave de China, con su cooperación Sur-Sur y la diplomacia de la salud, es diseñado por las elites del PCC para crear un orden internacional deseable, uno en el que la aún coprotagonista de la economía global reduzca el dominio que Estados Unidos tiene en sus esferas de influencia. Durante los primeros meses de la pandemia, la cooperación entre México y China para gestionar los estragos de la crisis sanitaria fue emblemática. El punto de comparación tiene referente en el patrón ambivalente con el que han sido caracterizadas las relaciones bilaterales de las últimas décadas[34].

A pesar del generalizado patrón de contradicciones en la relación sino-mexicana, la cooperación en periodos de crisis es una constante. Este patrón coadyuvó a que el gobierno mexicano comenzara con el pie derecho a gestionar la relación con China en uno de los periodos de mayor incertidumbre en la historia contemporánea. El gobierno de Andrés Manuel López Obrador reprodujo el código de cooperación que entre las dos naciones se ha suscitado en tiempos convulsos.

Tal como ocurrió en 2017, los gobiernos desplegaron acciones de apoyo mutuo. En septiembre de aquel año, en un clima de zozobra social, debido al devastador terremoto que asoló a México, el gobierno chino envió ayuda humanitaria de emergencia destinada a la reconstrucción de las zonas afectadas. Según la Embajada de China en México[35], con el fin de expresar su afecto con el gobierno y pueblos mexicanos el gobierno chino decidió ofrecer un millón de dólares, 7 millones de dólares en cuatro lotes de materiales de apoyo para damnificados y reconstrucción y la donación de 100 mil dólares por parte de la Cruz Roja china a su homóloga en México. Estas ayudas fueron la asistencia que el gobierno liderado por Xi Jinping envío al país en el marco de la Asociación Estratégica Integral.

En el discurso que acompañó tanto a la donación como a la recepción de la ayuda, los gobiernos a ambos lados del Pacífico simbolizaron la relación y los sentimientos que de esta evocaron las partes. La Embajada de China en México caracterizó la relación como una de amistad representada con sentimientos como la solidaridad, el afecto y la gratitud. El eco que la parte china encontró en el receptor está simbolizado en el vínculo que la parte mexicana hizo entre los sentimientos que acompañaron la acción de ayuda y la institucionalización de la relación en el marco de la diplomacia de asociación:

el subsecretario Carlos de Icaza González expresó, en nombre del gobierno mexicano, su agradecimiento por la ayuda oportuna y valiosa de China, la cual muestra el profundo sentimiento de la parte china a la mexicana y también refleja el alto nivel de las relaciones mexicano-chinas[36].

Para la cúpula de política exterior china en México los sentimientos evocados en el proceso de socialización están intrínsecamente vinculados con la estructura institucional en la que se desenvuelven las relaciones bilaterales, por lo que es viable argumentar que en este diálogo las percepciones con las que se comprende la relación tienen el propósito de construir y reafirmar imágenes que representen la identidad del uno y del otro, para constituir pilares que identifiquen oportunidades o amenazas y establezcan suposiciones que produzcan hábitos o parámetros de conducta deseables en la relación que, a su vez, incidan en el proceso de toma de decisiones en dos tiempos. Primero, cuando esa imagen o tipología del actor representa un atajo mental con el que se comienza a procesar una decisión. Luego, cuando esa imagen o tipología del actor incide en una evaluación más racional[37].

En consonancia, el gobierno mexicano ofreció su ayuda a China durante los primeros meses de la pandemia de COVID-19 en ese país. El efecto fue positivo. Cuando el gobierno mexicano necesitó de la ayuda de sus pares en China encontró una oportunidad para satisfacer las necesidades que enfrentaba debido a la crisis sanitaria. La cúpula mexicana negoció con éxito la institucionalización del Puente Aéreo México-China, mecanismo para transportar los insumos y equipos médicos necesarios para abastecer a las instituciones de salud. La narrativa que acompañó este episodio de la relación de amistad sino-mexicana muestra la reciprocidad como el eje que definió la postura entre las partes. Así lo representa la declaración del entonces embajador chino Zhu Qingqiao:

jamás olvidaremos que fueron los primeros que colaboraron en la pandemia de COVID-19 […] hoy México se encuentra en fase crítica por COVID-19, situación que China comprende mucho. Se está haciendo lo posible para fortalecer el puente aéreo para la adquisición de insumos médicos[38].

Después del emblemático episodio de cooperación mutua, el gesto vendría de parte de la Presidencia de la República. En mayo de 2021, el presidente López Obrador ofreció disculpas a la comunidad china en México por agravios históricos cometidos por la sociedad civil y actores gubernamentales a principios del siglo XX[39]. La vinculación entre este acto de perdón del Estado mexicano y el agradecimiento al gobierno chino por su apoyo durante la pandemia fue expresada tácitamente durante la ceremonia[40]. En este sentido sostenemos que el sentimiento de fraternidad ha enmarcado la relación de cooperación entre China y México durante la pandemia de COVID-19. No obstante, esta relación debe entenderse bajo el espectro de una relación aún más compleja: la relación de conflicto entre Estados Unidos y China. Tal como el movimiento antichino estadounidense de finales del siglo XIX influyó en el proceso de toma de decisiones de la política migratoria en México, en este momento histórico la guerra comercial y narrativa de Estados Unidos también ha tenido efectos en nuestro país.

La imagen de China en México durante la pandemia

En el mundo de las percepciones, allí donde también se libra la batalla por el reordenamiento internacional, China ha logrado contener, en buena medida, los efectos negativos que en México ha ocasionado el discurso antichino estadounidense durante la pandemia. En este ejercicio de análisis hemos realizado un estudio que explora las percepciones que de China han sido construidas en la prensa mexicana en Internet en el periodo temporal que corresponde a la etapa más dinámica del despliegue de la diplomacia de la salud de China en México. En sintonía con lo expuesto por Haro, Ramírez y Hernández[41], consideramos que en el proceso de construcción de percepciones mexicanas sobre China, las imágenes discursivas de los medios de comunicación tienen un papel fundamental. Los meses de marzo de 2020 a febrero de 2022 fue el rango temporal en que se estudiaron las representaciones sobre China en poco más de un centenar de notas periodísticas de 16 rotativos mexicanos en Internet que cubrieron el ejercicio de la diplomacia de las mascarillas y de las vacunas de China en el país.

En el proceso de construcción de la base de datos, el principal criterio de selección de los medios digitales y las notas periodísticas es la correspondencia de los titulares con el proceso de negociación, precompra, llegada, suministro y/o aplicación de insumos y vacunas chinas en México. Los medios de comunicación digitales de los que fueron compiladas las noticias son: La Jornada; Informador.Mx; El Financiero; Forbes México; Reforma; Milenio; El Universal; Televisa News; El Sol de México; Animal Político; Debate; El Heraldo de México; Excélsior; Expansión; Proceso y El Sol de Hidalgo. Al respecto cabe destacar la subjetividad de la interpretación de los valores. La asignación de la tipología y el sentimiento, positivo o negativo, sobre la imagen de China corresponde al sentido del planteamiento redactado por el emisor de la nota. Por ejemplo, la nota titulada “CanSino: la vacuna sin resultados claros que no quieren los mexicanos” fue catalogada con la tipología que describe a China como potencia degradante y con sentimiento negativo. Para el caso del titular “Se amplía contrato con China hasta 22 millones de dosis de vacunas: Ebrard”, el sentimiento es positivo y la imagen interpretada es la de socio.

En México, país que alguna vez fue considerado como zona natural de influencia de Estados Unidos, la población ve con buenos ojos a China. No obstante, es importante mencionar que, aunque los mexicanos aún no tienen una opinión consistente respecto a la relación de México con China que la distinga fehacientemente entre socio y amigo, la imagen entre los mexicanos de a pie es cada vez más positiva[42]. El propósito de realizar el estudio exploratorio sobre las percepciones de China durante el despliegue de su diplomacia de la salud en México es presentar resultados preliminares que nos permitan vislumbrar el éxito o el fracaso temporal de esta estrategia de poder suave.

La evidencia indica que la imagen final representada en los medios es positiva (ver Ilustración 1). Sin embargo, es importante advertir ciertas tendencias. Pese a que durante los primeros meses la diplomacia de las mascarillas logró posicionar la imagen de China de forma positiva, entre otras cosas, gracias a la cobertura del Puente Aéreo y la llegada de los insumos de China a México, la tendencia positiva fue disminuyendo. Es viable argumentar que entre las causas se encuentra el discurso antichino promovido por la campaña estadounidense para culpar a China del origen del virus.

Durante el periodo temporal estudiado, los medios de comunicación incluidos en el análisis han percibido y reproducido una amplia gama de imágenes sobre China. Entre la minoría, y en casi la misma proporción, China fue considerada como amigo y amenaza. En mayor medida, los medios reprodujeron la imagen de actor cooperante y socio. Considerando los años de 2020 y 2021, que es el espacio temporal que contiene la mayor muestra de datos, la imagen más representada de China en los medios digitales mexicanos contemplados en el estudio es la de una potencia degradada. De todas las tipologías, la de un actor degradado es la principal (ver Ilustración 2).

Ilustración 1. Tipología de la imagen de China
en los medios digitales mexicanos

Fuente: elaboración propia.

Si bien el análisis de los titulares y el contenido de las notas periodísticas digitales nos permiten afirmar que China es representada en los medios de comunicación como una potencia con la capacidad de producir en tiempo récord y en condiciones sin precedentes el material sanitario necesario para gestionar la pandemia, también es pertinente resaltar que los medios mexicanos reprodujeron una serie de cuestiones que degradaron aquella calidad. Entre ellas están: (1) las dudas sobre la efectividad de las vacunas; (2) el cuestionamiento sobre la cientificidad del proceso de desarrollo de las inmunizaciones; (3) la corrupción en los procesos de compra por parte del gobierno mexicano; (4) la baja calidad de los insumos; y (5) la falta de reconocimiento de las vacunas chinas por parte de Estados Unidos y sus aliados, hecho de gran importancia si consideramos la movilidad migratoria entre México y Estados Unidos. A pesar de estos episodios, en general es posible afirmar, como muestra la Ilustración 3, que de forma contundente, la cooperación concertada entre México y China forjó una imagen positiva durante el primer año de la pandemia. No obstante, esta imagen fue eclipsada de forma drástica en 2021, cuando surgieron, como indica la muestra, los cuestionamientos entre la población mexicana relacionados con la efectividad de las vacunas chinas frente a otras y con el (in)cumplimiento de los protocolos clínicos correspondientes a la aprobación en México de su uso de emergencia. Estos eventos incidieron en gran medida en que una pequeña parte de la población interesada en protegerse contra el COVID-19 rechazara las vacunas chinas.

Ilustración 2. Sentimientos sobre la imagen de China
en los medios digitales mexicanos

Fuente: elaboración propia.

En este proceso de construcción de imagen, las tipologías que representan los sentimientos negativos sobre China son las imágenes de actor degradado y la de amenaza. El 43% del total de las notas periodísticas analizadas corresponden a percepciones negativas. Como muestra la Ilustración 3, de este porcentaje solo cuatro notas reprodujeron la imagen de amenaza. Los hechos que registran las notas periodísticas clasificadas con esta tipología corresponden a los casos de muertes asociadas a la aplicación de alguna de las vacunas. Esta causa es la única condición por la cual China fue representada en los medios con tal tipología.

Ilustración 3. Descripción de la imagen negativa de China
en los medios digitales mexicanos

Fuente: elaboración propia.

A pesar de los esporádicos eventos negativos que durante el periodo de inoculación fueron asociados a las vacunas chinas, el estudio muestra que las dos ideas principales con las que la prensa digital mexicana representó a la potencia asiática en este proceso de socialización son las de potencia tecnológica y la de actor degradado. Estas dos tipologías son coherentes entre sí y concuerdan con el reconocimiento de potencia que los mexicanos han reafirmado de forma continua desde hace poco menos de una década[43]. La oscilación entre estas dos imágenes está relacionada con una cuestión de legitimidad mermada por la narrativa antichina fomentada por los prejuicios que los mexicanos aún tienen sobre China, y por el discurso antichino promovido por los gobiernos estadounidenses contextualizados en el conflicto por el reordenamiento internacional. Es así como la tendencia positiva que impregna la percepción de China entre los mexicanos es ambivalente.

Si bien es cierto que el carácter de potencia tecnológica es la imagen positiva predominante en los medios de comunicación analizados en este estudio de caso, a esa potencia se la ve más como socio que como amigo. Aunque se la considera una potencia cooperante, las acciones de China durante la pandemia no han permitido que la calidad de amigo permee en la forma con la que su imagen es construida en la psique de los mexicanos. Como muestran los resultados del estudio, antes que amigo China fue representada como una amenaza en la prensa nacional digital durante la campaña de vacunación.

A finales de diciembre de 2021, el presidente mexicano hizo una declaración sobre el ascenso comercial y económico de China y sus repercusiones para la región de América del Norte. En la Cumbre de Líderes de América del Norte, Andres Manuel López Obrador afirmó que

las proyecciones son que en 2050, si no hay un fortalecimiento de la economía de América del Norte y de América, China va a tener el dominio económico comercial del mundo y esto no consideramos que sea conveniente […] no es conveniente una hegemonía de ningún país, independientemente de la cuestión económica-comercial como se advierte en el caso de China. […] Esto se trata de fortalecer la economía regional[44].

Tal posicionamiento simboliza la narrativa ambivalente con la que las elites políticas en México han direccionado las relaciones con China durante décadas.

Reflexiones finales

El ascenso de China es el fenómeno que ha redefinido el orden global. Según la información recabada por el Centro de Investigación Pew, para los mexicanos no hay lugar a duda de que la potencia asiática reemplazará a Estados Unidos como superpotencia. Y en consonancia la confianza y la admiración hacia China es contundente, sobre todo en el grupo poblacional de entre 18 y 49 años. No obstante, la rotunda mayoría considera que para el país es más importante tener fuertes lazos con Estados Unidos que con China. Aunque los avances tecnológicos y científicos sean el único elemento de poder suave chino que entre los mexicanos cause una rotunda admiración[45], China no logró consolidar una imagen enteramente positiva durante los primeros dos años de la pandemia en la que desplegó su diplomacia de la salud.

Considerando aquellos datos y los resultados preliminares del estudio aquí presentado, es posible argumentar que la diplomacia de la salud no ha logrado contrarrestar del todo los efectos en México del discurso antichino difundido por los gobiernos de Estados Unidos y sus aliados en el concierto internacional. En México, la imagen de China como amenaza ha sido sustituida por la de una potencia internacional degradada. Es importante señalar que existe otro factor que ha incidido en este cambio de trayectoria. Como efecto colateral de la política de acoso a México y los mexicanos del entonces presidente de Estados Unidos, Donald Trump, China se convirtió en una nueva prioridad para la población mexicana[46].

Los nuevos retos para la estrategia de poder suave de China en México estarán relacionados con la transición de una imagen de socio a amigo de México y la consolidación de la recepción positiva de los logros alcanzados por sus líderes entre los mexicanos. Es cierto que la potencia asiática fue considerada por la Presidencia de la República como un aliado durante los primeros meses de la pandemia[47]. Empero, en el contexto internacional de pugna por el reordenamiento internacional, la cúpula política mexicana se ha alineado con Estados Unidos. A pesar del despliegue de la diplomacia de mascarillas y la diplomacia de las vacunas, la diplomacia de la salud china no ha reproducido entre los tomadores de decisiones el cambio de percepción que sobre China impera entre la población en general. En este contexto, el gran mérito para el poder suave chino en el país es que a China se la ha dejado de ver como una contundente amenaza.

En un Estado con un incipiente sistema democrático, como el mexicano, la participación de la sociedad civil es un elemento importante en el análisis del proceso de toma de decisiones en la relación sino-mexicana. En este sentido, la tendencia positiva de la percepción sobre China en México puede ser determinante para acercar o alejar la relación bilateral en el largo plazo. El mejor ejemplo de incidencia de la opinión pública y la sociedad civil organizada es la cancelación del proyecto Dragon Mart en Cancún. De ahí que uno de los retos más importantes en el estudio de la estrategia de poder suave de China en México esté en el enfoque teórico que sea empleado en el análisis. El caso de la cooperación sino-mexicana durante la pandemia ofrece elementos para refutar la aplicación exclusiva del enfoque de Nye, el del gobierno chino o el de alguna de las corrientes locales de pensamiento. Al hacer un análisis holístico que contemple todos ellos es factible tener un panorama integral del fenómeno chino de atracción y movilización política internacional. Si consideráramos unilateralmente solo alguno de los enfoques, aumentamos la posibilidad de estudiar solo una fracción del fenómeno.

Respecto al proceso particular de construcción de la imagen de China en México, es factible argumentar que el gobierno del PCC tiene importantes desafíos. Las acciones de cooperación en tiempos de crisis han tenido efectos ralentizados. En un contexto de interdependencia con Estados Unidos, mientras en México la población siga percibiendo a China como una potencia fácil de descalificar, a pesar de la evidencia, la confianza hacia la potencia asiática será un sentimiento difícil de construir.

En el largo plazo, entre los objetivos de toda estrategia de atracción y movilización política debe considerarse la transición hacia una imagen más benévola. De socio a amigo y de amenaza a potencia benigna. Bajo esta consideración advertimos que la complejidad de la estrategia del poder suave de China en México está siendo robustecida, en gran medida, debido al crecimiento económico de aquel país. Después de todo, tal como sucede en otras partes del mundo, la vida cotidiana mexicana está normalizando los beneficios de la presencia china, mediante su socialización con empresas transnacionales como Alibaba, TikTok, Huawei, Xiaomi o Shein. A pesar de los deseos del PCC de privilegiar una estrategia gubernamental de poder suave, el dominio de las empresas chinas en el mercado global podría llegar a ser el principal recurso de atracción internacional.

Preguntas guía

1. De acuerdo con el planteamiento del Partido Comunista de China, ¿qué es el poder suave?

2. Según el enfoque teórico de Yan Xuetong, ¿cuál es el principal recurso del poder suave de China?

3. ¿Cuál es la relación entre el poder suave de China y la imagen internacional del país?

4. ¿Cómo se vincula el poder suave de China y su estrategia de ascenso?

5. ¿Cuál es la diferencia entre la diplomacia de la salud y la diplomacia de las mascarillas y de las vacunas?

Fuentes

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  1. La autora expresa sus agradecimientos a Francisco Javier Haro Navejas, por los comentarios hechos durante el seminario interno en el que fueron presentados los avances de esta investigación. De igual forma, extiende su gratitud a Alejandro Sánchez Zárate, por sus comentarios sobre la construcción y análisis de la base de datos que utilizamos para elaborar este texto. Los agradecimientos son también para Marcela Danae Moreno Gómez por su colaboración en la construcción de la base de datos del estudio de caso aquí presentado. Por supuesto, lo expuesto en este documento es responsabilidad exclusiva de la autora.
  2. Katharina Bucholz. “Continental Shift: The World’s Biggest Economies Over Time”, en Statista, 15 de agosto de 2020. Consultado en https://www.statista.com/chart/22256/biggest-economies-in-the-world-timeline/; Fondo Monetario Internacional (FMI). Perspectivas de la economía mundial: un largo y difícil camino cuesta arriba, IMF Publicaciones, Washington, D.C., 2020.
  3. Alfred Thayer Mahan. The problem of Asia: Its Effect upon International Politics, Routledge, Nueva York, 2003.
  4. Zbigniew Brzezinski. El gran tablero mundial: la supremacía estadounidense y sus imperativos geoestratégicos, Paidós, Buenos Aires, 1998.
  5. Joseph S. Nye. Bound to Lead: The Changing Nature of American Power, Basic Books, Nueva York, 1990.; Joseph S. Nye. El poder suave. La clave del éxito en la política internacional, Universidad Iberoamericana, México, 2016.
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  10. Idem.
  11. Xuetong Yan. Leadership and the Rise of Get Powers, Princeton University Press, Nueva Jersey, 2019.
  12. Huning Wang. “文化作为国家力量:软实力” (La cultura como fuerza nacional: el poder suave), Fudan Journal (edición de ciencias sociales), 1993.
  13. Hongyi Lai. “Introduction: The Soft Power Concept and a Rising China”, en Lai, Hongyi y Lu, Yiyi. China’s Soft Power and International Relations, Routledge, Nueva York, 2012, pp. 1-20.
  14. Jintao Hu. Informe al XVII Congreso Nacional Del Partido Comunista de China “Mantenga en alto la gran bandera del socialismo con características chinas y luche por nuevas victorias en la construcción de una sociedad moderadamente próspera en todos”, Beijing, 2007. Consultado en https://bit.ly/3mlNsah.
  15. Sheng Ding. The Dragon’s Hidden Wings. How China Rises with Its Soft Power, Lexington Books, Washington, 2008.
  16. Bonnie Glasser y Melissa Murphy E. “Soft Power with Chinese Characteristics”, en Carola McGiffert (ed.), Chinese Soft Power and its Implications for the United States, Washington, 2009, pp. 10-26. Consultado en  http://csis.org/files/media/csis/pubs/090310_chinesesoftpower__chap2.pdf.
  17. Guozuo Zhang. Research Outline for China’s Cultural Soft Power, Springer, Singapur, 2016.
  18. Bonnie Glaser y Melissa Murphy E. “Soft Power with Chinese Characteristics”, op. cit.
  19. Xuetong Yan. Leadership and the Rise of Get Powers, op. cit.
  20. Xuetong Yan. “The Path for China to increase its ‘Soft Power’”, en China and World Affairs, vol. 2, núm. 1, 2006; Xuetong Yan. Leadership and the Rise of Get Powers, op. cit.
  21. Bonnie Glaser y Melissa Murphy E., op. cit.
  22. Xuetong Yan. Leadership and the Rise of Get Powers, op. cit., p. 13.
  23. Joseph S. Nye. The Powers to Lead, Oxford University Press, Reino Unido, 2008.
  24. Joseph S. Nye. op. cit., p. 29.
  25. Bonnie Glaser y Melissa Murphy E., op. cit.
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  39. Vale la pena mencionar que tal oleada de racismo y represión institucional encuentra sus antecedentes en los movimientos racistas de Estados Unidos durante la década de 1880, cuyo ejemplo más representativo es la Ley de Exclusión China de 1882.
  40. Presidencia de México. “Presidente ofrece disculpas a la comunidad china en México por agravios históricos; destaca fraternidad durante pandemia de COVID-19–Presidente de México, en Boletín Presidencia de la República, México, 2021. Consultado en https://presidente.gob.mx/presidente-ofrece-disculpas-a-la-comunidad-china-en-mexico-por-agravios-historicos-destaca-fraternidad-durante-pandemia-de-covid-19/.
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