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Poetas afrodescendientes
de la Costa Caribe nicaragüense

Identidad étnica y genérica, resistencia y utopía

Consuelo Meza Márquez

Resumen

En Nicaragua, en el período posterior a la Revolución sandinista que culmina en 1979, se establece un régimen de autonomía de las dos regiones de la costa atlántica de Nicaragua: la Región Autónoma del Atlántico Norte (RAAN) y la Región Autónoma del Atlántico Sur (RAAS). La Costa Caribe ocupa un poco más del territorio nacional, fue colonizada por los ingleses y aún existen pueblos indígenas autóctonos y afrodescendientes que conservan su identidad cultural y su lengua materna. En esta zona se encuentran los principales recursos naturales del país; sin embargo, es la región más subdesarrollada del país. En el territorio conviven mestizos, pueblos indígenas (ramas, sumo-mayangna y miskitos) y comunidades afrodescendientes creoles y garífunas. Yolanda Rossman señala la existencia de treinta mujeres poetas, que se unifican en el concepto de costeñas y en su obra confluyen en la afirmación de que la autonomía representa su utopía de mujeres comprometidas con el desarrollo de la realidad sociocultural de la Costa Caribe. Quince de estas poetas son de origen afrodescendiente, catorce creoles e Isabel Estrada Colindres, la única garífuna. Las creoles son: Carmen Andira Watson Díaz, Yolidia Paíz, Miss Emilia, Yolanda Rossman Tejada, June Gloria Beer Thompson, Erna Lorraine Narciso Walters, Déborah Robb Taylor, Carla R. James, Angela Chow, Grace Kelly Bent, Annette Fenton, Nydia Taylor, Lovette Angelica Martínez Downs y Brenda Elena Green Wilson. Las temáticas de su obra se refieren a la recuperación de una memoria y de una historia propia, a la conservación de las tradiciones culturales, a la reafirmación de la identidad étnica y al papel que las mujeres desarrollan en la preservación y reproducción de la cultura. En su mayoría, la escritura es un discurso híbrido que recupera el hablar cotidiano y que incorpora palabras en inglés, creole y/o español. La ponencia presenta una selección de la obra y un primer acercamiento analítico de diez de las poetas señaladas, de las que ha sido posible recuperar su poesía.

Palabras clave

Identidad étnica y genérica; resistencia y utopía.

Introducción

Los criollos hablantes del inglés originarios del Caribe son una presencia importante en Centroamérica desde fines del siglo XIX. Los inmigrantes afroantillanos llegaron contratados por compañías inglesas y norteamericanas para la construcción de las grandes obras de infraestructura, como el canal de Panamá y los ferrocarriles, y la agricultura comercial destinada a la exportación. Estos enclaves financieros se asentaron en la costa atlántica y el inglés y los lenguajes creoles basados en el inglés de los trabajadores de las islas caribeñas se constituyeron en las lenguas más habladas en esa región (Herzfeld, 2001: 361-364).

A mediados del siglo XX, la costa atlántica sufrió nuevas transformaciones debido a que los consorcios norteamericanos disminuyeron sus operaciones. Los gobiernos centroamericanos iniciaron esfuerzos para adaptar a las minorías de hablantes de creoles ingleses a la cultura nacional hispanohablante. Sin embargo, a pesar de los esfuerzos de los distintos gobiernos, la población creole ha conservado su lengua y sus costumbres como un elemento cultural que ha permitido la supervivencia de su identidad. En la actualidad, la mayoría de los hablantes de creole son ciudadanos de Honduras, Nicaragua, Costa Rica, Guatemala y Panamá. Hablan el español, el creole y el inglés (Herzfeld, 2001: 364).

La presencia de las escritoras afrodescendiente (creoles y garífunas) se visibiliza a partir de las últimas décadas del siglo XX y en el presente se constituye como un movimiento de resistencia cultural que recupera personajes emblemáticos, símbolos, imágenes, sueños e ideales que permiten la permanencia de la etnia en los distintos países y la relación con movimientos más amplios de la diáspora negra. El discurso poético surge de la experiencia de discriminación por etnia y género. Es un discurso sexuado femenino que trastoca la construcción identitaria femenina tradicional y muestra esa fragmentación de la conciencia como producto del conflicto entre la identidad nacional y la identidad étnica. En ese sentido, es un discurso político que propone una efectiva construcción de ciudadanía como mujeres y como afrodescendientes. Las temáticas se refieren a la recuperación de una memoria y de una historia propia, a la conservación de las tradiciones culturales, a la reafirmación de la identidad étnica y al papel que las mujeres desarrollan en la preservación y reproducción de la cultura, y a la transmisión de un linaje matrilineal como un bien simbólico privilegiado para el orgullo y sobrevivencia de la etnia.

Adicionalmente las escritoras, en ese proceso de autorrepresentación en el que utilizan metáforas, imágenes y lenguajes surgidos de subjetividades marcadas por la etnia y el género, se encuentran desafiando los cánones literarios construidos desde la tradición occidental. En su mayoría, la escritura es un discurso híbrido que recupera el hablar cotidiano y que incorpora palabras en inglés, creole y/o español. Muestra las dificultades de inscribirse en por lo menos dos órdenes simbólicos: el inglés y/o el creole –que representan su lengua materna (dos universos simbólicos transmitidos por las abuelas y las madres)– y el español, el lenguaje de la cultura hegemónica. Su posicionamiento como sujeto hablante en estos dos o tres órdenes simbólicos significa “que habrá de estar constantemente negociando sus alianzas con uno u otro de ellos” (Sánchez-Pardo, 1999: 214).

Esta incipiente pero importante tradición poética femenina afrocentroamericana tiene sus orígenes en Costa Rica con las poetas Eulalia Bernard (1935), Prudence Bellamy Richard (1935), Marcia Reid Chambers (1950), Shirley Campbell (1965) y Delia McDonald (1965). Le darán continuidad en Nicaragua June Beer (1935-1986), Erna Lorraine Narcisso Walters (1942), Grace Kelly Bent, Annette Fenton (1973), Yolanda Rossman (1961), Deborah Robb Taylor (1965), Nydia Taylor (1953) y Andira Watson (1977); y, más recientemente, en Panamá, Eyra Harbar y Lucy Chau[1].

Análisis y discusión de datos

La escritura de las poetas creoles en Nicaragua

En Nicaragua, en el período posterior a la Revolución sandinista que culmina en 1979, se establece un régimen de autonomía de las dos regiones de la costa atlántica de Nicaragua: la Región Autónoma del Atlántico Norte (RAAN) y la Región Autónoma del Atlántico Sur (RAAS). La Costa Caribe ocupa un poco más del territorio nacional, fue “colonizada por los ingleses y a diferencia del pacífico, donde los pueblos indígenas sucumbieron al mestizaje, en esta zona aún existen pueblos indígenas autóctonos y afrodescendientes, con su lengua materna y cultura” (Rossman, 2006 bis: 61), lo que genera una gran diversidad étnica, lingüística y multicultural. En esta zona se encuentran los principales recursos naturales del país; sin embargo, es la región más subdesarrollada del país.

En el territorio conviven pueblos indígenas y comunidades étnicas, como los ramas, sumo-mayangna, miskitos, creoles, garífunas y mestizos. Esta diversidad de pueblos y comunidades se unifican en el concepto de costeños y en esa utopía común de la autonomía como

el espacio que las y los costeños hemos encontrado para reconocer semejanzas y diferencias, aunando esfuerzos en pos de la utopía que representa encontrar un lugar libre de discriminación, racismo, expropiación y exclusión, elementos que han estado presentes en la historia de la Costa Caribe (Rossman, 2006: 54).

Las poetas costeñas afirman que la autonomía representa su utopía de mujeres comprometidas con su realidad sociocultural: “Desde la poesía, construimos ese lugar ideal que queremos, desbordamos la imaginación para sustentarla y creer en ella” (Rossman, 2006 bis: 26-27)[2]. Yolanda Rossman señala la existencia de veintiocho mujeres poetas en la Costa Caribe: once de la RAAN y diecisiete de la RAAS. En la RAAN se encuentran Ana Rosa Fagoth Müller, Brígida Zacarías Watson, Pilar Oporta y Margarita Antonio –miskitas–; Carmen Andira Watson Díaz, Yolidia Paíz y Miss Emilia –creoles–; Cristina Poveda Montiel –sumo-mayangna–; y Yolanda Rossman Tejada, Martha Hurtado Estrada y Mercedes Tinoco Espinoza –mestizas–. En la RAAS, las poetas creoles son la mayoría: June Gloria Beer Thompson, Erna Lorraine Narciso Walters, Déborah Robb Taylor, Carla R. James, Angela Chow, Grace Kelly, Annette Fenton y Nydia Taylor; Isabel Estrada Colindres –garífuna–; Eleonora Rugby y Cristina Benjamín –ramas–; Gloriantonia Henríquez, Lesbia Marina González Fornos, Irene Vidaurre Campos, Carmen Merlo Narváez (escribe en inglés y español), Yahaira Suyen Bolaños Chow e Ileana Vanesa Lacayo Ortiz –mestizas– (Rossman, 2006 bis: 72-73).

Lo anterior muestra que esa tradición literaria está siendo consolidada por mujeres. Las escritoras, señala Rossman, escriben desde sus lenguas maternas, son profesionistas, en su mayoría con maestrías, y trabajan en proyectos sociales, culturales y políticos. Cuentan con una fructífera producción literaria en la que plasman toda una gama de emociones, vivencias y esperanzas como mujeres y como etnias. La identidad cultural, ritos, tradiciones, costumbres, género, autonomía, conciencia social y el respeto por los recursos naturales son temas recurrentes en sus poemas y a pesar de su diversidad, confluyen en ese eje común: el proceso transformador que viven actualmente las regiones autónomas del Caribe nicaragüense (Rossman, 2006 bis: 54-58).

June Beer (1935-1986) es la primera y más destacada pintora primitivista de la Costa Caribe nicaragüense. Es la primera mujer poeta creole, escribe en creole y español. Se incluye en la Antología Poética de la Costa Caribe de Nicaragua y Mujeres de sol y luna. Poetas nicaragüenses 19702007 (2007). June Beer escribe “Poema de amor”, en el que hace una analogía entre el amor a su patria y el amor a su compañero, afirmando la posibilidad de su unión en la realización de esa utopía de la autonomía:

Oscar, yuh surprise me
Assin far a love poem.

Oscar, me sorprendiste  
pidiéndome un poema de amor.

Ah sing a song a love fa meh contry
Small contry, big lite
Hope fa de po’, big headache fa de rich.
Mo’ po’, dan rich in de worl
Mo’ people love fa meh contry

Haré un canto de amor a mi patria pequeño país, lucero gigante

esperanza de los pobres, jaqueca de los ricos.

Más pobres que ricos en el mundo más pueblos quieren a mi patria.


Fa meh contry name Nicaragua
Fa meh people ah love dem all
Black, Miskito, Sumu, Rama, Mestizo.

Mi patria se llama Nicaragua
a mi pueblo entero los amo

Negros, Miskitos, Sumus, Ramas y Mestizos

So yuh see fa me, love poem comple
‘cause ah love you too.

(…)

Ya vés mi poema de amor es completo
como puedes ver también te amo.

(…)

Ah know dat tomara we will have time
Fa walk unda de moon an stars.
Dignify an free, sovereign

Children an Sandino.

sé que mañana tendremos tiempo

para caminar bajo la luna y las estrellas
Dignos, libres y soberanos

Hijos de Sandino
(Rossman, 2010: 16).

Déborah Robb Taylor (1965) es poeta y cuentista, escribe en inglés y español. En 2003 gano el Primer Premio del Concurso de Narrativa con el cuento “Doreth’s Cay” (Cayo Doreth). Del concurso surge el libro Leyendas de la Costa Atlántica (2003), que realiza un esfuerzo de recopilación y rescate de la memoria cultural comunitaria. Su obra poética dialoga con figuras femeninas importantes del movimiento de la contracultura del rock de la década de los sesenta, como el grupo de cantantes negras The Supremes y sus pantalones negros ajustados, y Janis Joplin. Asimismo, recupera a Annabel Lee, la musa del escritor transgresor Edgar Allan Poe, y a mujeres que se han apropiado de la palabra para recrear el mundo desde una mirada femenina: ella misma y Marguerite Yourcenar:

“Some things are just better rich”

 

She didn’t figure
Just left

Black jeans Supremes
Black tank Destiny’s Child

Indigo bandada Janis, my lady Pearl

For another bad hair day
At the helm of a galleon
Sailing straight

To a bed of grasses
Under the sea

 

She, Yourcenar and Ana Bel Lee (Rossman, 2010: 40).

“Ciertas cosas, sencillamente, cuanto más ricas mejor”

Ella no calculó.
Partió
sencillamente.

Negros vaqueros Supremes

Negra camiseta de Hija del Destino
pañuelo de añil, a la Janis,

mi Señora de las Perlas,
para otro día de pelo rebelde,
en la proa de un galeón
navegando en línea recta

a un lecho de pasto
bajo el mar

Ella, Yourcenar y la Annabel Lee (Ramos, 2007: 95).

En su obra, también se encuentra una intención muy manifiesta y fuerte de denuncia social y una reacción a veces airada ante las desigualdades sociales, ante el abandono estatal de la Costa Caribe. “Seven Little Eight Little Nine Little Indians” es un poema que retoma una canción infantil de la tradición anglosajona para expresarlas:

Lo único que dicen, y yo ya digo ellos:

―No quiero autonomía, quiero libertad.

    Quiero el derecho de decir quién viene.

                       Y en qué cantidad.

(…)

Cuanto más trazar nuestro futuro

                                             si ni nos entienden.

Ni siquiera cuando les hablamos a la cara:
Hey you, yes, you, it is you I am talking to.

Will you let the system get upon your brother’s head?
Afta yu don bichin op di tong wi don pe fa, we di Right
neva maind di Write gwain kom fram?

 

La advertencia está dada a la que confunde dignidad con corbata.

Que tengo amiga nacida en ojo de tormenta temblando hoy
bajo el azote del vergazo de agua sobre zinc corroído.

“Me ahoga el pensamiento”, susurra, intentando no gritar.

Es que finalmente, en la larga calma después de la tormenta:

Árboles majestuosos, palillos de fósforo;

y buitres picando carroña de monos, perezosas,
 jabalís, ciervos, jaguares, tortugas.

(…)
(Zavala, 2015: 100-101).

Asimismo, algunos de sus poemas muestran la preocupación por señalar las acuciantes condiciones de la vida de las mujeres en la zona:

“Undying”

I remember the low attic rafters.

The skeletal frame of an unfinished wall…

I was yet to be eleven yet you suckled on my tits
while the light peeped sad through the windows
and across the street, at the Benedict’s,

I remember, Norma was agonizing from TB
(Zavala, 2015: 101).

La obra de Annette Fenton (1973), escrita en inglés y creole, ha sido publicada en periódicos y revistas. “Poema XII, I have climbed aboard another dream…” refiere al sueño de Martin Luther King, conectándose con esa importante figura de la diáspora negra, pero en relación con esa utopía de la autonomía:

With hands over crinkled brows mid the grey and darkness
I peer into the unseen with the hope of light

amid the gloom to aid my mailing sight.

 

I can’t tell whether it’s a spiritual or mystical experience
Or perhaps both, but I know for sure that

I have climbed aboard another dream;
and though I know not where I an drifting
like plants of fertile land,

There is a lot to discover I know,

and my spiritual revolution is a journey just began
Where my best attitude to life is attained.

And I found as I searched a little further that …
From the inside looking out I’ll be dreaming,

From the outside looking in at the visions trap within I’ll see

That’s it’s just me awakening to an all new dream
(Zavala, 2015: 102-103).

Yolanda Rossman Tejada (1961) es socióloga, crítica literaria, poeta y cuentista. Ella es un ejemplo del proceso de mestizaje: creole, rama, chontaleña y judía alemana. Ha publicado el poemario Lágrimas sobre el musgo (2008) y sus poemas se incluyen en las revistas ANIDE, Visión Costeña y La Boletina. Su poesía está escrita en español y su producción de cuentos, en inglés y español. El cuento “Ngaliis” (Lagarto en lengua Rama) obtuvo una mención especial en el V Concurso de Libros para Niños y Niñas 2009. Su tesis de maestría, Una aproximación a la autonomía multicultural desde la poesía de escritoras costeñas, es un trabajo pionero de crítica literaria en el que señala que en la poesía de las mujeres costeñas se encuentran esos rasgos de esa sociedad libre de discriminación que con las regiones autónomas se establece en la Costa Caribe. El poema “Wangki-Mujer” realiza una analogía del río Coco, Wangki en lengua Miskita, con el cuerpo, los humores, la voluptuosidad y el erotismo de esas mujeres de diferentes etnias y lenguas que fecundan e integran la región costeña caribeña:

Wangki…

cabellos plateados de mujer caribe,
extendidas voluptuosas e indolentes,

Acariciando con picardía

las riberas que la abrazan, que la retienen,
ella atrevida, penetra sugestiva

la apretada urdimbre de sus manglares
mojando lujuriosa, fecundando poderosa,
el humus milenario

bajo su dermis tropical.

Wangki

cabellos de luna llena
mujer de piel arcoiris

y lengua plural
(Rossman, 2006 bis: 5).

La utopía de la autonomía y el paraíso representado por la Costa Caribe se encuentran en el poema “Mi sabor”, una provocadora y sensual invitación, de una mujer a su amante, a disfrutar del sabor del nancite (fruta típica de la Costa) y de la libertad del paraíso terrenal:

Entonces, ven, gózame…

                 saborea el licor de nancite

                 que quedó impregnado en mis labios,
                 trémulos de deseos por ti.

 

Enrédate en mi piel…

en ella guardo el paraíso
(Rossman, 2010: 26).

Carmen Andira Watson Díaz (1977) es la escritora nicaragüense más conocida. Poeta y cuentista, publica a partir de 1998 bajo el seudónimo de Carmen Luna en la página cultural del diario La Tribuna. Publicó Más excelsa que Eva (2002), forma parte de las antologías Retrato de poeta con joven errante (2005) y Mujeres de sol y luna. Poetas nicaragüenses 19702007 (2007). El poemario En casa de Ana los árboles no tienen culpa (2009) obtuvo el Premio Único del VII Concurso Nacional de Poesía Mariana Sansón 2009.

El conjunto de su obra representa una deconstrucción y resignificación de aquellos sentimientos, sensaciones e instituciones que construyen, reproducen y legitiman ese imaginario simbólico de la mujer como otredad. El amor, el erotismo, la maternidad y la divinidad son vaciados de los significados que les otorga la cultura androcéntrica y patriarcal para brindar nuevos sentidos liberadores que apuntan hacia una utopía feminista y étnica. Propone otros símbolos y significados desde una subjetividad femenina que expresa la capacidad de las mujeres de construirse a sí mismas y a las sociedades.

“Diosa negra” es un poema contestatario que sintetiza su rebelión ante el conjunto de símbolos que representan la base de las sociedades occidentales:

Dios en nuestras bocas es una blasfemia
pero su nombre emerge gramíneo

y es un aire, un susurro, un mordisco, una lengua
que lame la normalidad con su hedónico fervor.

Ilícito nombre en labios de sexos fundidos
se escribe en manos que tiemblan,

que se pronuncian sin más razón que la noche en el cuerpo
o los grillos de la sangre.

“¡Misericordia! –dices–, ¡misericordia!”.

Dios nos ha fundido por esta noche desde los genes.

¡Ah encuentro!

 

¡Dios debe ser una Diosa de mi color!
(Watson, 2009: 37).

En los inicios de su escritura como Carmen Luna en 1998, la poesía de Andira no da cuenta de su condición étnica, profundamente sexuada, representa una búsqueda en torno a la condición femenina y la relación con el otro, que incluye la aceptación de un erotismo desde las sensaciones y expresiones de una mujer que se asume como sujeto activo del placer y no como objeto del placer del “otro”:

Con tus ojos, hombría

Con el volumen de tu pecho, vellos
Con tu morenura, y cuerpo todo
recorreme, oleme, tocame hondo
sorbeme, desquiciame hondo
apretame, metete, empujame
quedate hondo

como mina escarbame
sumergite entero

la rabia por vos arrancame
a gritos sacame llanto, risa,

gustativa piel, friccionadas papilas;

torceme el ombligo
amarralo a tu mástil
decime amor, amor, amor,

soltame temblores, zumbidos,
tu miel probame

obnubilado llovete sabroso a caudales
quedate danzando mi calma de lago
vertite todo, todo, todo…

y si algo queda, escupilo, ahogalo,

…en mi boca
(Watson, 2009: 38).

En su propuesta identitaria, la mujer no se diluye en el otro masculino tal como lo establece la definición del concepto “amor” desde la cultura patriarcal: ese sentimiento que mediatiza el dolor de la entrega y el sacrificio de la mujer y su capacidad erótica y creativa. Esa afirmación de su condición de mujer y una búsqueda de la identidad que transita de la dependencia amorosa a la autonomía se observa en “Carta de una Náufraga”:

Desde este escondrijo del mundo
alimentada por la paz

pido

a quien reciba este mensaje
que avise

que inequívocamente una mujer ha escapado

sin horas ni puntos cardinales

ni principio ni fin

por no tener que dar mas explicaciones.
Ha huido de los divorcios

y del suicidio─

por no tener noches de angustia

con vaivenes de parto.

Ha escapado de la fidelidad eterna
porque reconoce que es de barro desde el Génesis

dice que no quiere soñarse nada que no es;
por eso
pide

que digan por ahí a quien pregunte
que una náufraga está perdida

sola y sin respuestas
pero clara y libre

en alguna isla
(Ramos, 2007: 123).

Esa reflexión identitaria la lleva por un recorrido que se caracteriza por una preocupación por la construcción de la mujer autónoma, la relación con el otro, la poesía amorosa y erótica, la denuncia y dolor por la violencia sexual en la cultura y la sociedad. Ese espejo en el que construye alternativas identitarias como mujer la conduce a la reflexión sobre la autoafirmación étnica en el poema que lleva por nombre el título del libro de Shirley Campbell:

“Rotundamente negra”

A la poeta Shirley Campbell Barr

 

Soy como vos Shirley
Rotundamente negra
Vivo en Managua y
desayuno

rice and beans
green banana
bread fruit
ginger tea
black tea

 

La gente me ve blanca
pero yo me siento negra
Negra como mi padre
como mis primas

Negra como mi hermano
y mi abuelo

Soy como vos Shirley

un árbol robado de África

 

Estoy decidida Shirley
a llevar mis sabores

a llevar mi ritmo
a llevar mi color

Aunque todos me miren blanca
soy rotundamente negra

Como vos Shirley

como vos
(Meza Márquez, 2015: 157-158).

En una entrevista realizada a la escritora por la autora de este trabajo, Andira relata el proceso en el que se dio ese encuentro con sus raíces afro a finales de la década del 2000:

Tiene que ver con la infancia, con la familia, yo vengo de una familia que es muy mezclada, aquí en Nicaragua somos varios grupos étnicos. Mi padre era de un grupo étnico conocido como los creoles que son negros caribeños que hablan inglés como lengua madre. Mi padre era un creole y mi madre mestiza; sus padres venían del lado del pacifico de Nicaragua, eran de León y Granada. De ahí venía esa raíz mestiza pero también la parte creole se mezcla y bueno hay un momento en el que a mí se me plantea la pregunta de ¿cómo me identifico yo? Yo este momento, te estoy hablando de los 25 años, yo todavía no me había preguntado realmente a qué grupo étnico podría yo pertenecer, yo siempre me sentía nicaragüense, me sentía una más en el país, pero cuando una se empieza a preguntar “¿bueno, pero a qué grupo étnico yo pertenezco?” entonces por un momento estuve pensando “bueno, soy creole” pero al pensar en la lengua, que no era mi lengua madre el inglés, pues ya hay un elemento que te diferencia, y luego en los debates analíticos en los que participé, algunos foros sobre estos temas, con algunas expertas yo conversaba y me decían “la verdad es que el tema de la identidad se resuelve con la autodefinición y el reconocimiento del grupo” Entonces yo pensaba “bueno, pero aunque yo me defina creole, porque me veo morena, me veo más tirando a negra que a blanca o a mestiza, por el color de la piel, por mis rasgos afro, porque mi cabello es afro, de pronto me identifico por el fenotipo pero la parte interna “¿realmente hacia dónde tiende?” entonces pensando en ese, y también en que el grupo no me reconoce como parte de ellos, porque no crecí allá, porque no viví allá, porque no me eduque en la costa Caribe, yo creo que si soy mestiza, pero también yo rescato ese sentido de identidad y en todo caso creo que es una autoafirmación de mi raíz, pero también hay algo en mí que me dice “¿por qué voy a invisibilizar a mi parte afro?” Sí ha sido acallada, sí ha sido motivo de vergüenza muchas veces decir “yo soy descendiente de negros, de esclavos, de africanos” que no es agradable, pero es una marca histórica, es una impronta que tenemos en muchos países latinoamericanos y ¿por qué me voy a sentir avergonzada de eso? (Meza Márquez, 2015: 159-160).

 

“Reclamo de negritud”
África

─Aquí estuvo mi estirpe─

En esta tierra ajena de sí

que alguna vez fue nuestra casa-

Las cenizas rojas dibujan los cuerpos traídos
caracoles heréticos, talones arena blanca marfil
Costas de África y costas de América

─negritud de la memoria y el olvido─ 
afrenta o derecho excluyente

como ritual que eleva tambores
en la evocación de los volcanes

o la lava que esconden los lagos de Nicaragua
para ser un día escupida, liberada …

Caribe de bananos, madera, azúcar, coco.
Mi seno se colma de negra leche viva,

¿necesito permiso?

Mi color es celebración del ritmo,

¿necesito más pruebas?

Como un zumbido es la boca de los necios;
y ante ellos opongo mi silencio negro,

mi sangre negra, mi cabello negro,
mi negra risa…

¡Permiso tengo!
(Meza Márquez, 2015: 160)

Conclusiones

Es notoria la preocupación de las poetas creoles por no olvidar los orígenes y la riqueza de su herencia africana y antillana. Construyen para sus lectores, mujeres y varones, un imaginario que los invita a reflexionar sobre sí como personas de raza negra inmersas en un contexto que los discrimina por el color de la piel. Brindan nuevas imágenes y recuperan elementos simbólicos afrocaribenses que permiten fortalecer su autoestima e identidad para vaciar aquellas que los han construido como otredad. Su historia ha sido de resistencia a ser absorbidos por una cultura que en el nivel de la subjetividad les ofrece un supuesto reconocimiento por la asimilación a la cultura hispánica. Sin embargo, en el nivel de la objetividad, el contexto no les brinda el acceso real a los bienes simbólicos y materiales para construir una efectiva ciudadanía.

La educación tradicional los excluye de sus discursos y narrativas. No están presentes sus héroes y sus procesos históricos; su contribución en el desarrollo del país es invisibilizada. Annete Fenton recupera esa memoria afrocaribense y esos personajes emblemáticos del movimiento panafricano que se han rebelado y realizado propuestas de sociedades inéditas pero posibles, como Martin Luther King; Deborah Robb, al grupo norteamericano de las cantantes negras The Supremes. Son estos los modelos de resistencia a seguir, el linaje del que comulga la población negra en el continente americano. En su poesía se encuentra una propuesta utópica de una sociedad que voltee su mirada hacia ellos y los valore, los reconozca y los abrace como ciudadanos y mujeres negras.

En el conjunto de las autoras se encuentra una propuesta de utopía, inmersa en la del proceso de autonomía de las regiones del Caribe, que podría señalarse como feminista afrocéntrica. En un análisis posterior sería posible identificar los rasgos de la misma, y sus propuestas para construir esa sociedad que les brindara los bienes simbólicos y materiales para construir una auténtica ciudadanía como mujeres y como nicaragüenses.

Su participación y compromiso con ese proceso se encuentra en el discurso poético como un bien simbólico que les permite pensarse y nombrarse desde el centro del discurso y no como ese “otro” invisible y marginal, en ese afán de que este sirva para fines didácticos y como un suplemento de la historia de la etnia, finalmente, como un texto que sirve a la iluminación de los velos que oscurecen e invisibilizan la imagen de los afrodescendientes en el discurso cultural. En este sentido es importante esta tradición escritural que tiene como hilo conductor ese “Reclamo de negritud”, tal como lo expresa Andira Watson. La tradición se viene dando como una especie de “contagio en la frase”, como señalan las críticas Sandra Gilbert y Susan Gubar en La loca del desván (1998), que va surgiendo como un contagio entre las escritoras de los diferentes países que se van encontrando con las otras hermanas y van construyendo un linaje propio, una tradición fuerte que representa una herencia para las otras mujeres que se van reconociendo en ella y en los malestares y anhelos que expresa.

Bibliografía

Gilbert, S. y Gubar, S. (1998). La loca del desván: la escritora y la imaginación literaria del siglo XIX. Madrid: Cátedra.

Herzfeld, A. (2001). “Aproximación a la historia de las lenguas criollas de base inglesa en Centroamérica”. En R. Cáceres (comp.) Rutas de la esclavitud en África y América Latina. San José: Universidad de Costa Rica, pp. 361-377.

Meza Márquez, C. (2015). “Memoria, identidad y utopía en la poesía de las escritoras afrocentroamericanas: relatos de vida”. En C. Meza Márquez y M. Zavala (comps.) Mujeres en las literaturas indígenas y afrodescendientes en América Central. Aguascalientes: Universidad Autónoma de Aguascalientes, pp. 119-185.

Ramos, H. (2007). Mujeres de sol y luna. Poetas nicaragüenses 19702007. Managua: Asociación Noruega de Escritores, Centro Nicaragüense de Escritores y Ministerio de Relaciones Exteriores de Noruega.

Rossman, Y. (2006). “Aquí la palabra es arcoiris”. En revista ANIDE, año 5, nº 12, mayo-agosto, pp. 54-58.

Rossman, Y. (2006 bis). Una aproximación a la autonomía multicultural desde la poesía de escritoras costeñas. Tesis para optar al título de Maestría en Antropología Social con mención en Desarrollo Humano. Universidad de las Regiones Autónomas de la Costa Caribe Nicaragüense. Bilwi, diciembre.

Rossman, Y. (2010). Aquí la palabra es arcoiris. Poemario de Mujeres de la Costa Caribe de Nicaragua, inédito.

Sánchez-Pardo, E. (1999). “Reflexiones sobre la poética femenina en lengua inglesa del siglo XX”. En De mujeres, identidades y poea. Madrid: Horas y Horas, pp. 199-224.

Watson, A. (2009). En casa de Ana los árboles no tienen culpa. Managua: Asociación Nicaragüense de Escritoras.

Zavala, M. (2015). “Para conocer a las poetas afrodescendientes centroamericanas”. En C. Meza Márquez y M. Zavala (comps.) Mujeres en las literaturas indígenas y afrodescendientes en América Central. Aguascalientes: Universidad Autónoma de Aguascalientes, pp. 97-116.


  1. Poetas garífunas son: Isabel Estrada Colindres en Nicaragua. En Honduras, Xiomara Mercedes Cacho Caballero; y en Guatemala, Nora Murillo y Lecian Haye Francis.
  2. Hasta el presente se han publicado dos antologías que recuperan la tradición oral (leyendas, mitos, canciones, juegos y danzas) de la Costa Caribe: Miskito Tabaza (Tierra Miskita) de 1997, que recoge prosa y poesía de escritores, escritoras y poetas de la Región Autónoma Atlántico Norte (RAAN) y Antología Poética de la Costa Caribe de Nicaragua de 1998, de poetas de la Región Autónoma Atlántico Sur (RAAS).


3 comentarios

  1. latiyayu 24/09/2021 11:01 pm

    Está muy edificante, importante y novedosa para mí, la información sobre las escritoras y poetisas de la Costa Caribe de Nicaragua.
    Ese reflejo de unidad en sus escritos, igualdad de conceptos, conciencia de clase y orgullo de color de piel, y principalmente el desenfado para escribir poesía sexual es ¡sencillamente soberbio!

  2. latiyayu 24/09/2021 11:03 pm

    Desde niña, con 9 años, me convertí en asidua lectora. Así nació el gusto por la escritura de poesía, narrativa, cuentos y anécdotas que nunca he publicado en editorial alguna.
    Quisiera publicar mis escritos, los que únicamente he compartido con amigos y familiares.

  3. elprofeyeril 09/10/2021 11:22 pm

    Excelente, un gran aporte para la interculturalidad.

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