5.1. Reacción frente al neoliberalismo de la última década del siglo XX
La mitad de los 90 marcaron, como dijimos en el capítulo anterior, el comienzo de una reacción. Hablamos ahí de las manifestaciones y el movimiento antiglobalización. También de la aparición de gobiernos más centristas en el mundo desarrollado (Blair, Clinton, etc.) y el reconocimiento del rol (aunque subsidiario) del Estado, hecho que también había aparecido con el nuevo concepto de los sistemas nacionales de innovación. En América Latina los gobiernos neoliberales estaban en su apogeo y recién mostrarían su fracaso rotundo al final de la década. Pero en el mundo desarrollado se iniciaba una reacción. Ricardo Petrella, un protagonista de la prospectiva europea (el director del primer gran proyecto prospectivo europeo de los 80, FAST, y gran amigo de América Latina, mencionado aquí en varias ocasiones) había abierto el camino dentro del mundo de la ciencia y la tecnología, con su libro Límites a la competitividad (Limits to competitiveness), título que remedaba el del viejo libro del Club de Roma, Limits to Growth.
Es que, con la globalización, la competitividad se había convertido en la palabra mágica de las naciones. Lo que la productividad (el fordismo) había sido al comienzo del siglo XX, fue la competitividad en su final: había que ser competitivos. En un mundo globalizado, dominado por las grandes redes de producción y comercialización, en manos principalmente de las grandes empresas transnacionales (ETN), los países sólo podrían sobrevivir si eran competitivos. Esto suponía toda una serie de condiciones: equilibrios macroeconómicos, custodiados por el FMI y el Banco Mundial; estabilidad jurídica para las inversiones de las ETN; aceptación de las normas de la nueva Organización Mundial de Comercio, que había venido a sustituir a las interminables rondas de comercio internacional (Doha, Uruguay, etc.); inserción inteligente en las redes globales de producción y comercialización; apoyo gubernamental apenas para las infraestructuras necesarias, físicas, educativas y también ahora para la investigación científica y tecnológica. Se requería de todo esto, pero también de mucha creatividad –y suerte–, para mantener todos estos equilibrios y poder formar parte de las redes globales, aprovechando las oportunidades de terciarización (outsourcing) y demás, que ellas ofrecían, de modo de poder ser competitivos, es decir que las balanzas de cuenta corriente del país fueran regularmente positivas. Por supuesto, nada podía impedir crisis periódicas (al fin y al cabo, desde Marx fueron el signo distintivo del desarrollo capitalista), como se dieron en 1994 y 1998, en forma bastante distribuida en casi todo el globo. En muchos casos, estas crisis eran efecto de decisiones de las ETN para abrir o cerrar subsidiarias en un país o en otro. Se comenzó a discutir la paradoja de los tiempos modernos, en que las empresas eran más fuertes que los gobiernos, que debían competir para atraerlas. Y finalmente, muchas de estas crisis tuvieron su origen en burbujas financieras: la financiarización de la economía mundial se hizo un hecho, a partir de las desregulaciones de los mercados financieros en los 80 y 90; se empezó a hablar de que se había terminado la economía de la producción para dar paso a la economía de las finanzas. Más tarde se habló de la economía casino (el que gana se lleva todo), aunque esto se refiere a otro hecho, la desigualdad en los ingresos y sus causas; y recientemente nos explica Pickety, al parecer con cifras inobjetables, que los que ganan son “los hijos de papá”.
Para los países periféricos, todo esto se traducía en que había que volver a las viejas recetas frente a las periódicas restricciones externas: devaluaciones, ajustes y pérdida del poder adquisitivo de los salarios, hasta poder volver de nuevo al sendero (precario) del crecimiento.
Todo esto significaba la lucha por la competitividad. Y esto se arrastraba también a los objetivos de las políticas científicas y tecnológicas, a través de la innovación: había que contribuir a la competitividad del país a través de estas actividades.
5.1.1. Un adelantado en la región: el Grupo de Lisboa y su obra Límites a la competitividad
Mencionamos los aportes de Ricardo Petrella y su Grupo de Lisboa, entre tantos grupos antiglobalización o simplemente enfrentados a los excesos del neoliberalismo reinante, por la relación estrecha que él había mantenido con América Latina, a través de los proyectos PTAL (de Amílcar Herrera) y Escenarios Regionalizados, mencionados en el capítulo 2. Ricardo Petrella, preocupado, pues, por el auge del neoliberalismo reinante y de su credo de la competitividad a toda costa, apoyado por la Fundación Gulbekian, había creado al comienzo de los 90 lo que llamó El Grupo de Lisboa, conformado (a la manera del Club de Roma) por académicos, empresarios, organizaciones ambientalistas y políticos: entre estos se incluían el expresidente portugués Mario Soares y el príncipe Alberto de Bélgica. El Grupo de Lisboa tuvo como objetivo principal el análisis de las consecuencias económicas, sociales y políticas del fenómeno de la globalización; entre ellas se destacaban cuatro problemas fundamentales: los problemas de diferencias en la distribución del ingreso a lo largo de todo el mundo, las diferencias crecientes entre el Primero y el Tercer Mundo, los problemas de gobernabilidad y la presión sobre los recursos naturales y el medio ambiente. Según el Grupo, ante estos hechos, era necesario contribuir a la generación de contratos globales en cada uno de los problemas mencionados. Estos “contratos” se concebían en el sentido del Contrato Social rousseauniano, es decir, consensos sociales (“civilizatorios”) en torno a la necesidad de encontrar soluciones viables a esos problemas. Pero al mismo tiempo, deberían llevar a “contratos” específicos, es decir, a negociaciones globales particulares, del tipo de la Agenda XXI en el área del Desarrollo Sustentable y el Medio Ambiente, que el Grupo de Lisboa consideraba como un modelo de las negociaciones globales a apoyar.
Como base y fundamentación en estos propósitos, el Grupo de Lisboa publicó el libro Limits to Competitiveness, de autoría del mismo Ricardo Petrella, en 1993, es decir, casi en el momento culminante de la expansión del neoliberalismo en el mundo y en América Latina, y preanunciando la reacción que veníamos comentando.
Uno de los aspectos en los que insistía el Grupo de Lisboa era que estos contratos debían ser globales, es decir, debían llevar a algún tipo de entendimiento entre el Primero y el Tercer Mundo, uno de los cuatro problemas centrales que atacaba el Grupo. Justamente, de ahí vino la sugerencia del Grupo de Petrella de que se constituyera un grupo latinoamericano independiente, propuesta que él presentó y acordó con el grupo que se había formado en la Universidad Nacional de Quilmes (Buenos Aires, Argentina) en 1994, el Grupo REDES, en el Centro de Estudios e Investigaciones (CEI) bajo la conducción de Mario Albornoz[1]. El Grupo se constituyó formalmente en 1996: en la reunión inicial se difundió la versión española del libro manifiesto del Grupo de Lisboa, Límites a la competitividad[2]. Lamentablemente las actividades del Grupo de Buenos Aires quedaron paralizadas desde 1999, a raíz de la inestabilidad política e institucional argentina, sin que se haya podido iniciar la incorporación de otros miembros latinoamericanos.
Como base de su objetivo central de movilización en torno a la necesidad de negociaciones y contratos globales[3] y para su mejor fundamentación, el Grupo de Buenos Aires, como el de Lisboa, tenía como actividad connatural a sus fines la del análisis prospectivo en torno a los grandes problemas de la globalización, para lo que se pretendía conformar redes de expertos y centros que hicieran estudios prospectivos orientados a los mismos fines.
5.2. El resurgir de la prospectiva tecnológica impulsado por nuevas políticas de ciencia y tecnología
Como veremos en este capítulo, la reacción global frente a los excesos del neoliberalismo reinante en el mundo se dio también en los ámbitos que estamos estudiando, las políticas de ciencia y tecnología y la prospectiva tecnológica.
La reacción fue casi simultánea en los dos ámbitos: muchas de las nuevas iniciativas que reseñaremos de prospectiva tecnológica se dieron, como veremos, a partir de renovaciones en las políticas de ciencia y tecnología (que ahora incluían a la innovación).
5.2.1. El porqué de este resurgir
Hasta entonces, en los años que llamamos de la crisis de las políticas y de la prospectiva, los organismos oficiales de ciencia y tecnología tenían bastante con gestionar el presente de sus cada vez más escasos presupuestos. Y se habían olvidado de mirar al futuro, por más que el desarrollo de las nuevas tecnologías hubiera sido un campo propicio para ello[4].
Sin embargo, las empresas (y Japón) sí estaban haciendo planificación y prospectiva, con tanto más interés cuanto que el futuro del mundo parecía cada vez más incierto: científicos sociales difundían sus teorías de la incertidumbre, del caos, del riesgo, de la sociedad líquida…
Por otro lado, y por el mismo motivo seguramente, académicos, think tanks y gobiernos estaban desarrollando, como vimos en capítulos anteriores (especialmente en el capítulo 4, cuando hablamos de la crisis de la prospectiva) estudios sobre el futuro del mundo, desde los primeros sobre el año 2000 que empezaron a hacerse populares un par de décadas antes del fin de siglo. También vimos que los estudios que se continuaron haciendo en América Latina, sobre todo en México, Perú y Colombia, tenían esta misma orientación global sobre el futuro de sus países, lo que los había llevado, además, a cultivar la prospectiva territorial (sobre todo en México y Colombia).
Por eso, cuando se empezó a resquebrajar la confianza en el edificio de la ortodoxia neoliberal, las políticas científicas del mundo desarrollado primero, y después de todo el mundo, comenzaron a renovar sus preocupaciones: a la denuncia de Petrella contra el evangelio de la competitividad se le unió la convicción de que había urgentemente que enfrentar los nuevos desafíos del mundo, en gran parte vinculados con la nueva revolución tecnológica que se avecinaba. Fue así como las políticas de ciencia y tecnología despertaron al mismo tiempo que sus preocupaciones por el futuro y por la prospectiva.
Ejemplos no faltaban, y de organismos oficiales mundiales, y en problemáticas que cada vez más tenían que ver con la tecnología. En efecto, por no hablar de las predicciones económicas, que organismos como la OCDE, el FMI y el Banco Mundial publicaban periódicamente desde tiempo atrás (en general predicciones de corto plazo), desde distintos campos y sectores instituciones internacionales y organismos nacionales llevaban ya algún tiempo elaborando estudios de prospectiva.
Un ejemplo clásico es el de las proyecciones del Cambio Global, que, discutidas en un principio, habían llevado a modelos de muy largo plazo del calentamiento global y de los peligros de extinción de la capa de ozono de la atmósfera.
Pero este ejemplo se multiplicaba en otros campos. En el campo de la energía, relacionado como el que más con la problemática del medio ambiente, el Consejo Mundial de Energía (World Energy Council) había publicado en 1994 su libro Energías para el mundo del mañana. Las realidades, las opciones reales y la agenda para lograrlas, y en 1995 Perspectivas energéticas globales hacia el año 2050 y más allá. La Organización Internacional para la Energía (IOEA) empezará a publicar poco después sus Outlooks anuales o bianuales de previsiones sobre fuentes y demanda de energía.
Por su parte, el World Watch Institute, de los Estados Unidos, publica en 1993 su obra Tablero de control del planeta, y poco después iniciaría sus prestigiosas publicaciones anuales World Watch Outlook, que serían como alertas para un futuro cada vez más incierto.
En el campo de la agricultura, la FAO publica en 1995 su informe Agricultura mundial. Horizonte 2010, y desde entonces elabora previsiones sobre el futuro de la producción agrícola mundial y sus problemas, uniéndose a otras organizaciones como el USDA y la OCDE como fuentes básicas de previsiones de producción y comercialización de alimentos en el mediano y largo plazo. El IFPRI (International Food Policy Research Institute), creado en 1975, elaboró en 1993 su estudio 2020 Vision for Food, Agriculture and the Environment, sobre cuya base convocó en 2001 a una conferencia mundial. En forma más cualitativa, el Consorcio CGIAR (Consultative Groop for the International Agricultural Research)[5], la organización internacional responsable de la conducción de los quince centros internacionales especializados en los principales productos agrícolas[6], ha venido evaluando la evolución y las tendencias de la agricultura y de la producción de alimentos a nivel mundial, así como de las tecnologías clave para la producción primaria y el procesamiento.
Similares iniciativas se fueron tomando por distintas organizaciones en otros ámbitos, como la salud, las comunicaciones, etc.
Y de repente, la prospectiva explotó. Entre las organizaciones de todo tipo que, sobre todo con el nuevo milenio, han ido realizando estudios de prospectiva, podemos citar las siguientes.
Iniciativas mundiales en prospectiva y prospectiva tecnológica en el nuevo milenio
– En primer lugar, cabe citar los informes Global Trends, elaborados por el National Intelligence Council[7] de los Estados Unidos, y presentados a los presidentes electos previamente a su asunción: entre ellos el Global Trends 2010, elaborado en 1996, Global Trends 2015, elaborado en 2000 y, más recientemente, Global Trends 2030, de 2012. En estos documentos tienen un papel especialísimo los nuevos avances tecnológicos. Constituyen una obra de referencia para todo el que desee hacer prospectiva tecnológica, desde 1996.
– La Oficina Ejecutiva de Ciencia y Tecnología del presidente de los Estados también eleva informes al presidente, donde se hace una prospectiva del futuro de la ciencia y la tecnología en el mundo y los campos donde ese país deberá hacerse fuerte. Se destaca el reciente informe de 2010, Designing a Digital Future.
– La National Science Foundation (NSF), que años antes había venido elaborando sus Outlooks en ciencia y tecnología, incursionó de nuevo en prospectiva con su famoso estudio sobre la Convergencia NBIC, que comentaremos después, por el interés que ha despertado en todo el mundo, y también en América Latina.
– La Corporación RAND, donde tuvo su origen la prospectiva tecnológica, se ha ido dedicando cada vez más a estudiar el futuro de las tecnologías emergentes. En particular, su división “National Security Research” contribuyó a los informes Global Trends del National Intelligence Council arriba mencionados, en particular el de 2000, con un informe sobre las nuevas tecnologías, publicado como The Global Technology Revolution[8]. En 1995 había publicado un estudio especial sobre el futuro de la Nanotecnología[9].
– En 1998, la APEC (Cooperación Económica del Pacífico Asiático) creó en Bangkok, Tailandia, su famoso APEC Center for Technology Foresight, antes mencionado, dirigido por el director del Centro australiano de Prospectiva, Roy Johnston. Es un centro de referencia para la formación de prospectivistas y el desarrollo de estudios en cooperación.
– La UNESCO también incursionó en prospectiva, entre otras iniciativas con una reunión en Budapest en 1999 sobre los desafíos del milenio. Más recientemente, en 2012, ha publicado Global Water Futures 2050.
5.2.2. Resurge la prospectiva tecnológica en el mundo, en el marco de las políticas de ciencia, tecnología e innovación
Holanda fue uno de los primeros en iniciar en la década de 1990 esta nueva onda de estudios de prospectiva tecnológica, lo que parece natural dada la experiencia en prospectiva de ese país, particularmente a raíz de los ejercicios de escenarios de la Corporación Shell[10]. Y fue una iniciativa política: en este caso, fue el Ministerio de Economía quien la tomó, contrató el trabajo que después se hizo clásico sobre prospectiva tecnológica de Irvine y Martin[11] y realizó una serie de estudios sectoriales de prospectiva, con la metodología de escenarios. Le siguió el mismo Ministerio de Ciencia y Tecnología, quien creó en 1992 un Comité Directivo de Prospectiva, coordinando diversos estudios, con la misma metodología.
Poco después siguieron otros países europeos, también por iniciativa de sus organizaciones relacionadas con la ciencia y la tecnología. Estos habían empezado a interesarse por las actividades de Japón en prospectiva tecnológica, que, como habíamos dicho, se habían iniciado en 1971 con su primer Delphi. El STEPI de Corea del Sur había realizado ya en 1992, a imitación de Japón, su propio Delphi.
Así, en 1993, el Instituto alemán Fraunhofer para la Investigación de Sistemas e Innovación, realizó para el Ministerio Federal de Investigación y Tecnología, el primer estudio Delphi sobre el desarrollo de la ciencia y la tecnología en Alemania, basado en el quinto ejercicio japonés[12]. Poco después se intentará en Francia un ejercicio similar, que tratará de establecer una comparación entre Francia y Alemania y con los resultados de los Delphi japoneses. Esta iniciativa no prosperó, de modo que después cada uno de estos dos países se dedicó a realizar sus propios ejercicios en forma independiente.
En el mismo año de 1993, la Comisión Europea crea en Sevilla, España, su séptimo Centro Europeo de Investigación avanzada (European Research Centers) dedicado a la prospectiva tecnológica, el Institute of Prospective Technological Studies (IPTS). Inmediatamente, el Instituto organiza, junto con el Laboratorio para la Investigación en Prospectiva, Estrategia y Organización (LIPSOR, el Centro que publicaba los trabajos y manuales de Michel Godet) una reunión sobre “Métodos y Herramientas en prospectiva estratégica: retrospectiva y perspectivas”. Como resultado de la reunión se crea la red Profutures, dedicada a la metodología prospectiva aplicada. El Instituto, además de realizar estudios de futuro y de evaluación tecnológica para las instituciones europeas, se orientó desde sus comienzos a constituir redes de los principales centros europeos y mundiales, con los que realizó muchos de sus estudios, y a estudiar las metodologías empleadas.
A partir de este momento, y basados en las experiencias mencionadas, a través de programas integrales o por ejercicios individuales, las iniciativas de los organismos de ciencia y tecnología de todo el mundo, se multiplicaban.
Una nueva ola de proyectos de prospectiva tecnológica en el mundo desarrollado
– En 1993, el gobierno de Gran Bretaña publica su Libro Blanco Volviendo realidad nuestro potencial (Realising our Potential), en el que se anuncia la iniciativa de crear un Programa de Prospectiva (o Previsión, Foresight) Tecnológica (the United Kingdom Foresight Program, o UKFP), que existe hasta nuestros días. Gran Bretaña se constituyó así en el pionero de la nueva avanzada de programas de prospectiva tecnológica propiamente dichos en los países de la OCDE (los Delphi recién mencionados de Alemania y Francia todavía no constituían programas como tales).
– En 1994, el UKFP publicará sus primeros informes prospectivos: Gran Bretaña: El ejercicio de la prospectiva tecnológica consagrada a la Química y Gran Bretaña: El ejercicio de la prospectiva en el sector de la salud y las ciencias de la vida.
– En 1997, el Ministerio de Industria español crea el Observatorio de Prospectiva Tecnológica Industrial (OPTI), que dos años más tarde se convertiría en la Fundación OPTI. Este Observatorio comenzó a realizar ejercicios Delphi en ocho de los sectores industriales considerados más relevantes para su país. Ejerció una gran influencia en los países latinoamericanos, a través de la iniciativa de ONUDI que reseñaremos más adelante.
– Por esos años, y por un efecto de imitación, comenzaron a popularizarse los estudios Delphi en todo el mundo (era la técnica que se estaba empleando en casi todos estos casos iniciales): en Hungría en 1997, bajo Atila Havas, en Suecia en el mismo año, en Irlanda en 1998, en Austria en 1998-99. En cambio, en Australia el Consejo de Ciencia y Tecnología creó, en 1996, un Programa de Prospectiva, utilizando en este caso escenarios.
– El Instituto europeo de Sevilla, IPTS, hizo al comienzo de siglo un análisis de los ejercicios de prospectiva tecnológica, principalmente Delphis, realizados en el mundo principalmente por organismos de ciencia y tecnología, contándose cerca de 200. Recientemente, se ha calculado que llegaban a 600.
– A estas iniciativas podemos añadir la creación en 1994 del Millennium Project (proyecto Milenio), creado por decisión del Consejo Americano de la Universidad de Naciones Unidas, en colaboración con el Instituto Smithsoniano y el Grupo Futuros Internacional (Futures Group International). Se hicieron cargo de la dirección, que mantienen hasta hoy día, Theodore J. Gordon, un histórico de la prospectiva de la Corporación RAND, y Jerome C. Glenn. El Proyecto Milenio adoptó para sus estudios, de carácter mundial, la metodología Delphi. Si bien su campo de estudio era el de los problemas futuros de la humanidad (más tarde plantearon los 15 desafíos mundiales, adoptados de los objetivos del Desarrollo del Milenio para 2015 que había propuesto Naciones Unidas), incluía muchos aspectos tecnológicos, y en 2001-2002 elaboró un estudio especial sobre el futuro de la ciencia y la tecnología (Future Issues of Science and Technology). En 2006 elaboró un Delphi sobre el futuro de la energía. Pocos años después de su creación, primero en Cuba en 1996 y posteriormente en Argentina, se crearon Nodos del Proyecto, de los que hablaremos después.
5.3. Vuelve la prospectiva tecnológica a América Latina: el Programa Regional de ONUDI
La Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial (ONUDI), que había ido registrando el volumen que tomaban todas estas iniciativas mundiales, comenzó a explorar las posibilidades de organizar un Programa Regional de Prospectiva Tecnológica para América Latina. Organizó una primera reunión en acuerdo con la Academia Nacional de Ciencias, de Bolivia, en Santa Cruz de la Sierra, donde se definieron pautas para un proyecto de estudios y capacitación, la iniciativa IPROTEC (Iniciativa de Prospectiva Tecnológica). El proyecto (según Antonio Alonso Concheiro) no prosperó por problemas internos de ONUDI. Una segunda reunión fue organizada en 1999 en Cochabamba, convocada también conjuntamente por ONUDI y por la Academia de Ciencias de Bolivia, organizada por su presidente, Carlos Aguirre, antiguo jefe del Grupo Tecnológico de la Junta del Acuerdo de Cartagena, donde se definieron algunas pautas para un posible Programa Regional. Entre otras cosas, se discutió acerca de la traducción que se daría en castellano para el término inglés foresight, que estaba siendo aceptado por muchos países como el oficial para los estudios de futuro. En algunas ocasiones se estaba utilizando “previsión”, más cercano al término inglés. Finalmente se aconsejó traducir foresight por “prospectiva”, dado que foresight tenía para el ambiente latinoamericano la connotación de pronóstico o predicción, algo que la moderna prospectiva ha tratado siempre de evitar.
Finalmente, a fines de 1999 ONUDI aprobó la puesta en marcha de un Programa Regional de Prospectiva Tecnológica para América Latina, coordinado conjuntamente por dicho organismo y por el Centro Internacional de Ciencia y Tecnología (ICS, International Center for Science and High Technology) de Trieste. Para su lanzamiento, se convocó a una reunión en esta ciudad, en diciembre de 1999, donde se dio formalmente inicio al Programa.
Esta iniciativa es mencionada aquí en detalle porque dio el puntapié inicial, a partir del año 2000, a muchas de las actividades de prospectiva tecnológica en la región, que definitivamente se vio envuelta en la nueva ola de prospectiva que se estaba viviendo ya en muchos países desarrollados desde la década anterior.
En la Reunión de Trieste fueron invitados representantes de muchos países latinoamericanos, entre otros Argentina, Brasil, Colombia, Chile, México, Perú, Uruguay y Venezuela. Asistieron, por partes iguales, empresarios, académicos y agentes gubernamentales. En el seminario se presentaron las experiencias de muchos de los países que habían iniciado estudios prospectivos en la década anterior, entre ellos Austria, Alemania, Reino Unido, Corea del Sur, Suecia, Irlanda. También hicieron presentaciones algunos de los más reconocidos expertos internacionales, como Michael Keenan, de la Universidad de Manchester, Fabiana Scapolo, entonces en el Instituto de Prospectiva Tecnológica de la Unión Europea en Sevilla, y Harold Linstone, uno de los históricos de la Corporación RAND y fundador de la revista Forecasting and Social Change.
En la Reunión y en el Programa que surgió de ella tomaron parte activa los organismos nacionales de ciencia y tecnología de los países latinoamericanos. Lo mismo que estaba ocurriendo en el mundo, estos organismos comenzaron a revitalizarse y a tomar conciencia de que era necesaria una renovación de las políticas, a raíz de los cambios que se estaban dando en el mundo y de la importancia cada vez mayor que estaba tomando en ellos la revolución científica y tecnológica en curso.
Pensamos además que un hecho interno a los organismos de ciencia y tecnología se estaba removiendo. Hasta entonces, en los años que llamamos de la crisis de la prospectiva, tenían bastante con gestionar el presente de sus cada vez más escasos presupuestos. Pero de alguna forma, estos organismos, generalmente dirigidos por científicos de las ciencias físicas, exactas o naturales, en ocasiones ingenieros, siempre han albergado, precisamente para su gestión, a grupos de técnicos y profesionales, ingenieros ellos mismos o procedentes de las ciencias sociales, economistas, sociólogos, aun de las Humanidades. Muchos de estos profesionales, por profesión, estaban interesados en la planificación (no olvidemos que la planificación estratégica se había puesto de moda en los 90), incluso muchos de ellos tenían una mentalidad que se había empezado a llamar “progresista” (término por lo demás vago, que se ha podido aplicar a orientaciones muy distintas); su “progresismo” incluía la idea de la integración de la ciencia y la tecnología en las políticas de desarrollo de sus países (algunos los llamarían los “nostálgicos de los años 70”). Pues bien, en distintas ocasiones supieron tener el apoyo y la confianza de los directores de sus organismos. No es extraño, por tanto, que hacia final de siglo, animados por los desarrollos de la prospectiva en distintos contextos, empezara a cundir entre estos grupos la necesidad de volver a mirar al futuro.
5.3.1. Actividades del Programa Regional de Prospectiva de ONUDI en América Latina
A raíz de la reunión y en el marco del Programa Regional, financiado por el gobierno italiano y coordinado por ONUDI y el ICS, se iniciaron una serie de actividades en varios países de la región[13]. Las actividades continuaron por algo más de dos años, hasta la cancelación del proyecto por parte de ONUDI.
Para comenzar las actividades, en varios de los países se organizaron reuniones a las que asistieron expertos de algunos de los centros que habían expuesto sus experiencias en la Reunión de Trieste. Como se ve a continuación, estas se dieron en coincidencia con la renovación de las políticas de ciencia y tecnología que ya se habían empezado a manifestar en la región:
- En Argentina, el Proyecto fue dirigido por la Secretaría de Ciencia y Tecnología (SECyT), que en los últimos años había iniciado una renovación de sus objetivos y estrategias, bajo la conducción del Lic. Juan Carlos del Bello y había intentado dar forma a diversas iniciativas en prospectiva. En el marco del Programa de ONUDI y con su apoyo se creó un Observatorio de Prospectiva Tecnológica (OPTE). La crisis que sufrió el país a fines de 2001 significó la cancelación del proyecto y de la financiación de ONUDI.
- En Brasil[14], su participación en el Programa de ONUDI se dio en paralelo a la revitalización del sistema de ciencia y tecnología que llevó a la reorganización del Consejo de Ciencia y Tecnología (CCT) en 1996, al establecimiento en su seno de una Comisión de Prospectiva, Información y Comunicación Internacional y a la creación en 2001 del Centro de Gestión y Estudios Estratégicos (CGEE), con lo que renacería en el sector público brasileño el interés por la prospectiva. Efectivamente, en el mismo año, la Secretaría de Asuntos Estratégicos del gobierno de Brasil lanza el proyecto Brasil 2020, con la participación decidida del Ministerio de Ciencia y Tecnología.
- En Colombia[15], país que como vimos en capítulos anteriores, había tenido una larga experiencia en prospectiva, especialmente tecnológica y territorial, después de un período de declive en los años 90, se dio también, como en el caso de Brasil y otros países, una revitalización del sistema de ciencia y tecnología, lo que permitió retomar con entusiasmo las actividades de prospectiva.
- En Perú[16] su inclusión en el Programa Regional de ONUDI fue debida a gestiones del entonces Ministerio de Industria, Turismo, Integración y Negociaciones Comerciales Internacionales (MITINCI). En 2001, el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (hoy Consejo Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación Tecnológica – CONCYTEC) creó la Oficina de Innovación y Prospectiva Tecnológica, que se hizo cargo del Programa.
- Uruguay se adhirió también al programa de ONUDI, con el apoyo de la presidencia de la República, de la Dirección de Ciencia y Tecnología del Ministerio de Educación y del Laboratorio Tecnológico de Uruguay (LATU).
- En Venezuela[17], la participación en el Programa de ONUDI tuvo lugar en el año 2000, por iniciativa del recién constituido Ministerio de Ciencia y Tecnología (MCT).
5.4. Efectos del Programa Regional de ONUDI y eclosión de los estudios de prospectiva y prospectiva tecnológica en la región latinoamericana
El Programa Regional de ONUDI no hizo más que facilitar un movimiento que ya se estaba gestando en la región. Pero sin duda contribuyó mucho en promover el intercambio de experiencias y la cooperación. Así, se facilitó la movilidad de investigadores séniors, que contribuyeron a dar sustento sólido a las iniciativas que iban surgiendo en distintos países y a la formación de sus cuadros. En este sentido, el colombiano Javier Medina tuvo un papel esencial en varios países, dictando cursos y formando a nuevos especialistas, lo que estuvo también realizando en su país, junto con Francisco Mojica, con el Programa colombiano de Prospectiva, auspiciado por COLCIENCIAS, y el de la Corporación Andina de Fomento (CAF). Poco después, el Instituto Latinoamericano de Planificación Económica y Social (ILPES) inició una serie de actividades en apoyo a la capacitación y a la difusión de la prospectiva en la región, como se comentará más adelante.
Fruto de esos intercambios, se decidió crear en 2002 la Red Iberoamericana de Prospectiva (RIAP), que en un momento llevó la designación de Red Iberoamericana de Prospectiva Tecnológica, dado que la mayoría de los primeros participantes de la iniciativa pertenecían a instituciones tecnológicas, como COLCIENCIAS en Colombia, CONCyTEC en Perú, el Centro de Gestión y Estudios Estratégicos de Brasil (en su mayor parte financiado por el MCT), el Ministerio de Ciencia y Tecnología de Venezuela, la Direccción Nacional de Ciencia y Tecnología (DINACyT) de Uruguay y la entonces Secretaría de Ciencia y Tecnología (SECyT) de Argentina. Posteriormente se optó por el título de Red de Prospectiva, sin mayor especificación, al considerarse que, como en todo ejercicio de prospectiva, aunque se trate de estudiar el futuro de la tecnología hay que tener en cuenta todos los aspectos o dimensiones de los sistemas de ciencia y tecnología y sobre todo de innovación. Además, a medida que ingresaron en la Red instituciones dedicadas a otras orientaciones de la prospectiva, se justificó este cambio de orientación de la Red[18].
En este contexto no se puede dejar de mencionar la creación y el funcionamiento entre 1999 y 2002 de la primera Red Latinoamericana de Prospectiva, organizada por expertos como Francisco José Mojica de Colombia, Axel Didrikxson de México, Fabio Gobart de Cuba y los coordinadores del primer Nodo Latinoamericano del proyecto Millennium, en el Centro de Estudios de Globalización y Prospectiva (CELGyP), creado en 1996 por Horacio Godoy, prematuramente fallecido (como mencionamos antes) dos años más tarde, y dirigido después por Miguel Ángel Gutiérrez y Eduardo Balbi. Esta red abarcaba distintos tipos de prospectiva, como prospectiva global (estudio de los futuros del mundo), prospectiva de la educación y prospectiva económica[19].
Otro punto que diferenció a la Red RIAP de esta Red Latinoamericana fue el surgimiento de aquella como Red Iberoamericana, abierta, por tanto, a grupos de la península ibérica[20].
En 2004 la RIAP consiguió financiación del Programa Iberoamericano de Ciencia y Tecnología para el Desarrollo (CyTED), con lo que se constituyó en Red CyTED hasta 2008; Lélio Fellows Filho (del Centro de Gestión y Estudios Estratégicos, CGEE, de Brasil) fue nombrado su coordinador.
Todos estos hechos se sucedieron casi instantáneamente. En los años de la creación de RIAP se organizaron Jornadas de Prospectiva en Santa Cruz de la Sierra, en 2003, y en Antigua, Guatemala, en 2004, financiadas por la Agencia Española de Cooperación Internacional (AECI). Estas jornadas sirvieron para un doble propósito: formar a las nuevas camadas que se habían ido sumando en los países latinoamericanos a centros y programas de prospectiva, y reunir a los miembros de la RIAP[21].
Multiplicación de actividades de prospectiva en los países de América Latina
– En 2003, en el Perú, el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, la Pontificia Universidad Católica del Perú y la Confederación Nacional de Instituciones Empresariales Privadas de dicho país firmaron (el 11 de septiembre) el convenio Prospecta Perú, para la organización anual de congresos nacionales de prospectiva, y en esa misma fecha se celebró el Primer Congreso Nacional de Prospectiva Tecnológica, Prospecta Perú 2003, Una visión hacia el futuro. Esta iniciativa tuvo repercusión en todo el subcontinente, pues el título Prospecta fue adoptado por varios países para albergar sus congresos nacionales de prospectiva, y dio comienzo también a una serie de Congresos Internacionales “Prospecta América Latina”, que tuvieron sede en sus primeras ediciones en Perú mismo, en Colombia en 2010 y en Argentina en 2012.
– También en 2003 se constituyen en Ecuador la Red Ecuatoriana de Prospectiva Tecnológica y en Cuba la Red Cubana de Prospectiva, que se instala formalmente con una conferencia de Lelio Fellows Filho, del CGEE de Brasil y coordinador de la Red RIAP.
– En el mismo año, como ya se dijo antes, se funda en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México un Seminario Permanente de Estudios Prospectivos. Posteriormente (2009), se creó el Seminario Latinoamericano, dictado por videoconferencias, que tuvo gran influencia en la región, porque sirvió para formar gran cantidad de expertos en prospectiva y a difundir las principales ideas y realizaciones en los estudios de los distintos países.
– En 2004 se crea en la Universidad de Cuyo, Mendoza, Argentina, en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, un Centro de Estudios Prospectivos, dirigido por Luis Ragno y como subdirector Javier Vitale.
– En el mismo año, el Núcleo de Asuntos Estratégicos de la Presidencia de la República de Brasil inicia en Brasil el Proyecto Brasil 3 Tiempos (que se refiere a 2007, 2015 y 2022), que buscaba definir una estrategia nacional de largo plazo para Brasil, analizando siete dimensiones (institucional, económica, sociocultural, territorial, del conocimiento, ambiental y global). En esta iniciativa participan el MCT y el CGEE.
– En 2005 se crea en la Secretaría de Ciencia, Tecnología e Innovación (SECyT), de Argentina, el programa Escenarios y Estrategias 2020, dirigido por la Lic. Alicia Recalde, directora de Planes y Programas de ese organismo. El programa dio lugar a una serie de proyectos, y fue determinante en el establecimiento en el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, creado en 2007, de una Subsecretaría de Estudios y Prospectiva.
– Chile, a pesar de la participación de chilenos en la reunión de ONUDI en Trieste de 1999 (Joaquín Cordua entre otros, un histórico de la política científica y tecnológica en la región), no participó en el programa regional de ONUDI. Sin embargo, desde el Ministerio de Economía se creó en 2001 un Programa de Prospectiva Tecnológica (PPT), dentro del Programa de Desarrollo e Innovación Tecnológica[22]. Chile, que había recuperado la democracia en 1990, había tenido un crecimiento sostenido de su economía, pero se encontraba con una distribución del ingreso altamente desigual. El programa de Desarrollo e Innovación Tecnológica se planteó el desafío de seguir creciendo con una distribución del ingreso más igualitaria. En este marco, el programa de prospectiva desarrolló 11 estudios[23] sobre sectores prioritarios para el país entre 2001 y 2006. Fueron estudios que movilizaron a un gran número de expertos y, aunque incluían la previsión de las tecnologías del futuro, no se limitaron a lo tecnológico. Al concluir los estudios, el Programa se integró a la Secretaría Ejecutiva del Consejo Nacional de Innovación para la Competitividad, que se creó en 2006, bajo la presidencia de Michelle Bachelet, elegida en ese año. Aunque no se realizaron nuevos estudios, la visión prospectiva quedó integrada en forma permanente a las políticas del país. A fines de 2014 se creó el Consejo Chileno de Prospectiva y Estrategia, bajo la presidencia de Sergio Bitar, antiguo ministro de Allende y director de un programa prospectivo de la Inter American Dialog. En el Senado chileno se creó también al mismo tiempo una Comisión de Prospectiva.
5.5. La prospectiva en América Latina en los últimos años
El desarrollo de la prospectiva que ha tenido la región en los años posteriores es conocido. Por lo demás, no se ha pretendido aquí hacer una historia de la prospectiva en América Latina, que sería una tarea importante por realizar (el aporte varias veces menciondo de Antonio Alonso Concheiro es un comienzo) sino de puntuar los acontecimientos más importantes de esta historia, referidos sobre todo a dos aspectos: las iniciativas de estudios prospectivos realizadas en cooperación entre grupos de los distintos países latinoamericanos y la relación de estas iniciativas con las políticas de ciencia y tecnología, en el marco de los modelos de desarrollo que se han ido implantando en la región. Solamente señalaremos aquí, pues, algunos aspectos de interés relacionados con estos dos temas.
- La preocupación metodológica
En 2004 se celebra en Sevilla, España, en el Instituto europeo para Estudios de Prospectiva Tecnológica (IPTS), un Seminario Científico UE-USA, el segundo organizado bianualmente por dicho instituto[24] bajo el título: Nuevos métodos de prospectiva (o previsión), pronósticos y evaluación tecnológicos (EU-US Scientific Seminar: New Technology Foresight, Forecasting and Assesment Methods). Los seminarios han continuado regularmente, cada dos años, recientemente se celebró uno en Bruselas, en noviembre de 2014, sobre el tema de lo que se convino en denominar Future-Oriented Technology Analysis (Análisis Tecnológico Orientado al Futuro, o Análisis de las Tecnologías del Futuro, también traducido como Tecnologías de Análisis del Futuro)[25].
En estos seminarios han participado estudiosos latinoamericanos, que además han mantenido y mantienen contactos fluidos con los centros internacionales más importantes en prospectiva, como el mismo IPTS, el programa PREST de la Universidad de Manchester y el Georgia Technological Institute. Por tanto, la preocupación metodológica también se contagió al ámbito latinoamericano. En particular la corriente FTA (Future-Oriented Technology Analysis) ha concitado un interés general.
En un comienzo, en América Latina prendió la metodología, que preferimos llamar técnica de consulta a expertos, del cuestionario Delphi, que es la que había empezado a utilizarse en la mayoría de los estudios internacionales cuando el renacer de la prospectiva tecnológica a mitad de los 90.
Llama la atención que justamente esta opción por los Delphi surgiera en momentos en que se afianzaba en el mundo una nueva noción de la prospectiva, apartada de la idea de la predicción: la de que la prospectiva moderna no es predicción ni pronóstico, sino que por el contrario está basada en la convicción de que no hay un futuro predeterminado, sino muchos posibles (los futuribles introducidos en la literatura por la escuela francesa) y que no se trata de pronosticar el porvenir sino de mapear las distintas posibilidades de futuro para construir aquel que nos resulte más favorable o deseable (lo que supone una opción por el tipo de futuro que queremos). Sin embargo, esta técnica es útil, empleada con las debidas precauciones, para el pronóstico sobre el desarrollo de tecnologías específicas: fue por esta razón seguramente por lo que los países europeos y asiáticos la adoptaron para sus estudios de prospectiva tecnológica cuando se desató la nueva ola prospectivista al comienzo de los 90.
Poco a poco, fue amainando la pasión por los Delphi, aunque sigue utilizándose en muchos ejercicios de prospectiva tecnológica (según estudios recientes en una tercera parte de ellos). Pero los métodos preferidos actualmente son la consulta a expertos (el método básico de la prospectiva) y escenarios. El Método de Escenarios es probablemente el más utilizado recientemente en prospectiva, tanto que justamente a veces es confundido con la prospectiva misma, al menos con la prospectiva moderna.
- La vigilancia tecnológica
Las técnicas de vigilancia tecnológica e inteligencia competitiva (VT/IC) están siendo utilizadas cada vez más en el mundo y en América Latina, para el apoyo a los estudios de futuro. En América Latina estas técnicas entraron principalmente de la mano de Pere Escorsa, quien participó en la Red Iberoamericana de Prospectiva desde su comienzo en 2003.
Javier Medina propuso que prospectiva y vigilancia tecnológica (e inteligencia competitiva) serían dos elementos indisolubles de lo que se podrían llamar los Estudios del Futuro. Efectivamente, los descubrimientos o desarrollos tecnológicos que aparecen en las revistas científicas del momento darán lugar en el cortísimo plazo a patentes y estas a su vez originarán innovaciones en el corto a mediano plazo, por lo que estas técnicas son un insumo indispensable para el análisis prospectivo. Por otro lado, de un estudio de prospectiva puede concluirse, y es conveniente que se lo haga, un sistema de vigilancia e inteligencia, que ayude a ir detectando en el día a día, como una antena, los nuevos desarrollos que van surgiendo en el mundo. Esta antena, a su vez, con el tiempo podrá indicar temas clave sobre los que se podrán ir haciendo estudios más exhaustivos de prospectiva, mirando al más largo plazo y con una consulta más amplia a expertos.
En el medio anglosajón se ha puesto de moda en los últimos años el concepto o metodología de Horizon Scanning, cercano, según parece, al usado un poco antes de Environmental Scanning, que a veces se da como traducción de “vigilancia”, la que a su vez se suele traducir como surveillance.
- Escenarios y planificación
Los escenarios, con su clásica tipología de escenarios tendenciales, pesimistas (hasta catastróficos) y optimistas (favorables, deseables, de éxito, o escenarios apuesta, pues de todas estas formas han sido llamados los escenarios favorables), tienen consigo el germen para la generación de estrategias que lleven a estos últimos escenarios. Al fin y al cabo, una característica de este método, como se ha señalado muchas veces, es que los escenarios no solamente consisten en la descripción de un futuro sino en la narración de la senda que llevará a ellos. Michel Godet llamó a su método, que incluía la construcción de escenarios, Prospectiva Estratégica. Esta tendencia tuvo gran influencia en América Latina: varios de los mejores prospectivistas de la región se formaron con Michel Godet en París y sus técnicas son utilizadas ampliamente.
La planificación estratégica, por su lado, puesta en boga desde los años 90, tuvo siempre un componente prospectivo, de mirar al futuro: propone por un lado definir la visión que se tiene de la organización en el futuro (dentro de la actividad, la primera del método, de definición de la misión-visión), aunque, a diferencia de los escenarios de la prospectiva, es una visión estática, del punto de llegada, y no incluye el proceso por el que se puede llegar a ella, cosa que luego se intentará hacer al definir objetivos y actividades, etc.; por otro lado, el FODA incluye consideraciones de futuro, las oportunidades y amenazas, a partir del diagnóstico, dado por las fortalezas y debilidades.
Recientemente se está utilizando, dentro de los métodos prospectivos, el de los Road Maps, mapas u hojas de ruta, que describen el camino para llegar a un objetivo o escenario de desarrollo deseado. El CGEE brasileño, haciendo honor a su nombre, Centro de Gestión y Estudios Estratégicos, lo ha puesto en práctica y lo considera como uno de sus métodos habituales, que combina con los otros ya analizados más arriba. ONUDI organizó en 2010 un estudio prospectivo sobre los camélidos andinos y sus fibras, basado en un roadmap, en el que participaron Argentina, Bolivia y Perú, bajo la coordinación de la directora del Observatorio de Prospectiva Tecnológica Industrial (OPTI) español, Ana Morato.
Los Road Maps se iniciaron también, como otros métodos, como Road Maps tecnológicos, describiendo las trayectorias y combinatorias que seguirían diversas tecnologías, pero se han ampliado a otras clases de fenómenos. Y culminan con la definición de las estrategias necesarias para poder seguir la ruta óptima.
Una muestra del interés de los planificadores por la prospectiva lo encontramos en la actividad de CEPAL, fundamentalmente a través de su Instituto ILPES, por vincular planificación y prospectiva. ILPES ha ido publicando diversos trabajos de Javier Medina: en 1999 el ya mencionado “Función de pensamiento a largo plazo”, como contribución a un seminario sobre funciones básicas de planificación, en 2006 publicó su Manual de Prospectiva, una obra fundamental para los practicantes de esta disciplina en la región, y en 2014, el libro Prospectiva y política pública para el cambio estructural en América Latina, donde se presenta un compendio de los métodos de la prospectiva y su rol en la planificación[26].
5.6. Vinculación definitiva de prospectiva y políticas de ciencia y tecnología
Hay un consenso consolidado de que la prospectiva tecnológica debe estar dirigida a la acción y a la definición de prioridades, con un enfoque preventivo y de anticipación de los problemas: no se trata de un estudio académico[27].
Uno de los objetivos más usuales de la prospectiva tecnológica fue, desde sus principios, la definición de prioridades en ciencia y tecnología, teniendo en cuenta las previsiones de qué tecnologías serían las predominantes en el mediano y largo plazo.
Pero por otro lado, además de la finalidad de definir prioridades, se han estado consolidando otras finalidades y utilidades de los estudios de prospectiva. Entre ellos se han destacado los siguientes:
- Han conseguido que los temas de ciencia y tecnología tuvieran un perfil más visible en la sociedad.
- Las recomendaciones de estos ejercicios han sido tomadas en cuenta por sectores de gobierno (lejos de las críticas tantas veces escuchadas, de que “no necesitamos tantos estudios”)[28].
- La industria ha tomado parte activa en estos ejercicios, tanto en países grandes (Japón, Reino Unido) como en otros intermedios o menores (Austria, España).
- Ya desde los primeros estudios de los años 90, sus organizadores señalaron que han mostrado tener una virtualidad importante para vincular a industriales con tecnólogos, centros tecnológicos y académicos.
- Pero cada vez más se ha ido resaltando que tal vez el resultado más importante de la prospectiva es la creación de una cultura de futuro y de visiones estratégicas.
En este sentido, y dentro del crecimiento exponencial de estas actividades en los últimos años (dos proyectos relevados en 1990 en todo el mundo, 680 en 2008), se puede apreciar un cambio de paradigma. En un seminario internacional organizado por el Centro de Gestión y Estudios Estratégicos (CGEE) de Brasil, en diciembre de 2012, se puso de relieve que se ha pasado de la utilización de la prospectiva para definir prioridades para la I+D públicas, a poner el acento en la estrategia, la planificación y la toma de decisiones. Como indicador de esta tendencia, Roy Johnston, director del Centro APEC de Prospectiva, proponía comparar dos definiciones de la prospectiva a lo largo de estas dos últimas décadas, como se muestra a continuación.
- En 1996, V. Georghiou, del prestigioso Centro PREST (hoy MIOIR) de la Universidad de Manchester, había propuesto la siguiente:
Una forma sistemática de evaluar aquellos desarrollos científicos y tecnológicos que podrían tener un impacto fuerte en la competitividad industrial, la creación de riqueza y la calidad de vida.
- En 2007, el proyecto Forlearn del IPTS de la Unión Europea, proponía en cambio la siguiente definición:
Un proceso sistemático y participatorio de recolección de inteligencia sobre el futuro y de construir visiones de futuro de largo plazo dirigidas a orientar las decisiones del momento presente y a movilizar la acción conjunta.
Es decir, el principal resultado de los estudios de prospectiva o de futuro sería el de promover en las organizaciones y en sus individuos, una cultura de creación de visiones de futuro.
- A diferencia de la mecánica del Club de Roma, que conforma Capítulos en cada uno de los países adherentes, sean países desarrollados o subdesarrollados por igual, Ricardo Petrella propuso diferenciar lo que se hiciera en América Latina por respecto al Grupo de Lisboa. La raíz de esta estrategia estaría en que según él el Primer Mundo tiene una responsabilidad primaria en la generación de los problemas surgidos de la globalización y de la instauración del nuevo orden mundial (el Consenso de Washington). La óptica de América Latina y del Tercer Mundo es por tanto distinta y debía tener sus propias estrategias.↵
- Petrella, R. (1996).↵
- En este sentido, la Coordinación del Grupo REDES participó en las actividades del Grupo de Lisboa, en particular en su iniciativa para un “Contrato Mundial del Agua”, preparada en varias reuniones de expertos internacionales y hecha pública en la Exposición Universal de Lisboa en septiembre de 1998, bajo el auspicio de un Comité dirigido por el Dr. Mario Soares, primer ministro de Portugal y al que asistió el expresidente argentino Raúl Alfonsín.↵
- El desarrollo acelerado de las nuevas tecnologías constituía una invitación al pronóstico del futuro: la llamada “Ley de Moore” había introducido una especie de prospectiva tecnológica, que apuntaba hacia predicciones sobre el futuro de la informática y de las nuevas tecnologías. Biotecnólogos, informáticos, y hacia fin de siglo los nanotecnólogos hacían casi ciencia ficción sobre el futuro de sus disciplinas. Y eso que todavía no había llegado la fiebre (la hype) de la convergencia NBIC (Nano-Bio-Info-Cogno). Seguramente esto influyó en el despertar de los estudios de prospectiva, porque gran parte de estos primeros estudios trataban sobre estas tecnologías.↵
- El Consorcio CGIAR, creado en 1971 como Grupo Consultivo para la Investigación Agrícola Internacional, y actualmente, desde la reforma de 2009, organización internacional formada por un Consorcio y un Fondo CGIAR, tiene como misión promover la investigación agrícola para un futuro con seguridad alimentaria integrando y coordinando los esfuerzos de los que financian investigación y de los que la ejecutan. El Consorcio CGIAR está formado por el Directorio del Consorcio, la Oficina del Consorcio y los Centros de Investigación (actualmente 15, en 1971 eran 4), que son miembros del Consorcio.↵
- Entre ellos hay 3 en América Latina, el del Maíz en México, el de Agricultura Tropical en Colombia y el de la Papa en el Perú.↵
- El National Intelligence Council de Estados Unidos, de acuerdo con Wikipedia (página visitada el 24.02.2015) es un centro de pensamiento estratégico, dentro de la Comunidad de Inteligencia; su finalidad es proveer informaciones a los policymakers; depende del director de Inteligencia Nacional, quien a su vez es el asesor principal del presidente en materia de inteligencia. Su principal actividad es la elaboración de los Global Trends.↵
- Disponible en https://bit.ly/2ziSRTh (consultado el 20.07.2015).↵
- Nelson, M. (1995).↵
- Como se menciona en el capítulo 2, 2.9.↵
- Irvine, J. (1989).↵
- Datos tomados de Antonio Alonso Concheiro, o. c.↵
- Los datos para estas actividades están tomados de los capítulos respectivos por países, del libro Prospectiva na América Latina, elaborado por los miembros de la Red Iberoamericana de Prospectiva (RIAP). Ver Dos Santos, D. (2009). ↵
- Ver capítulo sobre la prospectiva en Brasil, en Dos Santos (2009): 84 y ss.↵
- Ver capítulo de Colombia, elaborado por Javier Medina y Francisco Mojica, en Dalci Maria dos Santos (2009): 143 y ss.↵
- Ver capítulo de Perú, elaborado por Fernando Ortega y Sandro Paz Collado, en Dos Santos (2009): 236 y ss.↵
- Ver capítulo de Venezuela, elaborado por Freddy Blanco, en Dos Santos (2009): 252 y ss.↵
- Así por ejemplo, casi en el principio ingresa en la Red en 2003 la Dra. Guillermina Baena Paz, que acababa de fundar y coordinaba en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México un Seminario Permanente de Estudios Prospectivos.↵
- Por ello la RIAP surgió diferenciada de esta primera Red, por su orientación inicial tecnológica. La Red Latinoamericana dejó de existir al tiempo de la creación de la RIAP, probablemente al concluir el financiamiento de UNESCO, después de haber organizado cuatro importantes encuentros Latinoamericanos, en México, Ecuador, Brasil, Argentina y Cuba.↵
- Esto se debió fundamentalmente a la participación, desde los primeros encuentros, de Pere Escorsa, antiguo profesor de la Universidad Politécnica de Catalunya hasta que formó, como spin-off de esta, la empresa IALE Tecnología, dedicada a estudios de vigilancia tecnológica e inteligencia competitiva. Pere Escorsa había realizado varios estudios en América Latina a partir de su empresa IALE Tecnología, y fue el principal difusor en la región de la vigilancia tecnológica, habiendo creado una sucursal de su empresa en Chile, dirigida por Ivette Ortiz. Tendremos ocasión más delante de mencionar las actividades de Vigilancia, cada vez más populares en la región y estrechamente vinculadas a la prospectiva, como el mismo Pere Escorsa lo subraya continuamente.↵
- Cuando el presente libro estaba terminando de redactarse, surge una nueva iniciativa de Red Iberoamericana, la Red Riber, creada en el marco del Proyecto Millennium, que propone integrar las redes e iniciativas de cooperación existentes en la región.↵
- Este párrafo está basado en el capítulo “La prospectiva en Chile” de Frances Wilson Bronfman, en Dos Santos (2006): 113 y ss.↵
- Se comenzó con un estudio en 2001 sobre “Actividades económicas estratégicas para la Competitividad Internacional de Chile en 2010”, y siguieron estudios sobre la producción y exportación de vinos, la educación, la acuacultura, la biotecnología aplicada a la industria hortofrutícola y a la forestal, el software y algunos otros sobre temas transversales y regionales.↵
- Disponible en https://ec.europa.eu/jrc/en/institutes/ipts (consultado el 20.07.2015).↵
- J. Medina (2006): 261.↵
- Además, ILPES está organizando cursos anuales de prospectiva, en Santiago y en Antigua Guatemala, el primero de carácter introductorio, el de Antigua con un tratamiento más profundizado. Estos cursos están referidos a diversas clases de prospectiva, no sólo económica, y aspectos como los ambientales, sociales y tecnológicos son también desarrollados. También hay que destacar la participación de ILPES en congresos. Por ejemplo, fue coorganizador del III Congreso Internacional Prospecta América Latina y I Congreso Prospecta Argentina, celebrado en Mendoza, Argentina, en noviembre de 2012, así como del II Congreso Nacional Prospecta Argentina, celebrado en mayo de 2014.↵
- Por supuesto, hay un ámbito de lo que podríamos llamar prospectiva académica, perfectamente legítimo, y que sirve muchas veces de insumo a ejercicios de prospectiva estratégica o institucional.↵
- Los que proponen este argumento olvidan que para cualquier actividad productiva se requiere un estudio de factibilidad que avale la inversión. Estos estudios insumen fácilmente el 10% de la inversión total.↵