Julia Hang
Introducción
En el año 2011, cuando realicé mi tesina de grado sobre los master[1], inicié un camino de investigación en los estudios sociales del deporte, con el objetivo de pensar los modos de sociabilidad de las clases medias platenses a partir del estudio de sus prácticas deportivas, analizando específicamente el caso de la natación master. De la mano del método etnográfico, y dejándome llevar por los caminos que los actores en el campo me han ido señalando, el objeto fue cambiando y redefiniéndose. Del mismo modo, mis preocupaciones iniciales y mis hipótesis en torno al tema se han ido reformulando. El trabajo comenzó en la pileta del Club Unidos de La Plata (CULP de ahora en más), continuando por los eventos sociales de su equipo de natación master y por las competencias en las cuales participaban a lo largo del país. Luego consideré necesario extender mi investigación a otros equipos de natación de la ciudad. Luego volví al CULP, en un contexto en el cual la institución se encontraba atravesada por una crisis política y económica[2] que iría marcando la vida social y deportiva del club, instalándose en el campo como tema de debate privilegiado, no solo entre los socios, sino también entre los empleados y medios de comunicación locales[3].
A lo largo de este recorrido entre la natación, la política, los diversos equipos y la crisis, los términos que aparecían en la definición inicial del objeto de investigación parecen seguir siendo fundamentales en dicho campo. Los conceptos de sociabilidad, deporte (natación master en este caso) y clase media emergen constantemente, adquiriendo contenidos específicos a lo largo del trabajo de campo. En este contexto, la noción nativa de sacrificio se nos presenta como un disparador para pensar las relaciones entre dichas categorías, en tanto que los sentidos construidos en torno a ella nos permitirían pensar las conexiones o continuidades que existieran entre el sacrificio como condición y característica de la práctica deportiva y las representaciones de ciertos sectores de las clases medias platenses. Un antecedente de esta discusión es un trabajo realizado en conjunto con Juan Branz, en el cual nos propusimos abordar de manera comparativa los sentidos que jugadores de rugby y nadadores master de la ciudad de La Plata establecían en torno al sacrificio (Hang & Branz 2014). Aquí, en particular, abordaré específicamente los sentidos que la categoría adquiere para los nadadores master del CULP, retomando algunos de los interrogantes que en aquella oportunidad planteamos: ¿Qué implica sacrificarse para los sujetos investigados? ¿Por qué se sacrifican? ¿Se obtienen beneficios por sacrificarse? ¿De qué tipo? Por contrapartida: ¿Quiénes son los que no se sacrifican?, ¿Cuáles son las clasificaciones morales, que se producen y reproducen a partir de la idea de sacrificarse o no sacrificarse, que aborda –y desborda– la práctica específica?
Deporte y clase social
La compleja relación entre deporte y clase social ha sido abordada desde diversas matrices teóricas. Algunas de ellas establecen asociaciones homológicas entre práctica deportiva y clase social, o afirman que las prácticas sociales en general y las deportivas y del tiempo libre en particular, se derivan inmediatamente de la posición de clase de los actores (Bourdieu 1990, 1993, 1996, 1998b). Sin embargo, diversos trabajos empíricos han problematizado tal asociación enfocándose por un lado en mostrar la heterogeneidad social al interior de los espacios en que las prácticas deportivas se desarrollan (Iuliano 2013; Garriga Zucal 2013), y por otro, en los modos en que la diferenciación social se modula bajo lógicas específicas y en relación a capitales específicos que adquieren su valor en los distintos contextos de interacción. Esto no supone, como sostiene Iuliano (2013), renunciar a la interrogación por las posibles afinidades entre lo inculcado y lo practicado, sino que se trata de problematizar las imputaciones exteriores que adjudican determinadas prácticas sociales a determinadas clases sociales. En este sentido, vale la pena rescatar los aportes realizados por Branz (2015), quien desde una perspectiva sensible al punto de vista de los actores, pero sin dejar de lado la configuración social, histórica y geográfica del campo del rugby en la ciudad de La Plata, nos permite comprender al rugby como deporte vinculado a una distinción de clase, expresada en términos nativos en argumentos socioeconómicos, sostenidos por la geopolítica y componentes étnicos culturales.
Por otra parte, María Graciela Rodríguez (2013) comparte la dificultad en abordar el fenómeno deportivo desde una perspectiva de clase “porque clase no sólo es un concepto de difícil agarre, sino también porque el deporte se ha posicionado históricamente como transclasista y profundamente democrático” (p. 354).
Ahora bien, los master del CULP conforman un equipo de aproximadamente 60 nadadores, cuyas edades varían entre los 20 y 80 años. Entrenados por Pablo y Mario, entre ellos encontramos ex-nadadores de primera categoría, triatlonistas, nadadores de aguas abiertas y personas que comenzaron a nadar siendo adultos y que de a poco fueron adquiriendo el nivel necesario para ingresar al equipo. La mayor parte de los integrantes del equipo son profesionales (entre ellos hay abogados, contadores, médicos, arquitectos, ingenieros, etc.), comerciantes y estudiantes universitarios. También nos encontramos con amas de casa y jubilados. Si tomamos en cuenta esta composición inicial del equipo, podemos ubicar a sus miembros dentro del espectro de las clases medias. Pero como se mostrará a lo largo del trabajo, al interior del grupo se pueden encontrar heterogeneidades que dan cuenta de la dificultad de establecer una relación entre clase social y ocupación. Sin embargo, tanto por los orígenes del club, como por la composición de su masa societaria, sí se puede establecer que hay un vínculo entre profesionales egresados en su mayoría de la UNLP, no sólo por la relación de sus miembros con la misma, sino también porque se encuentra una estimación positiva de los valores y saberes adquiridos en la universidad (Hang 2014). De este modo, y a raíz de lo antes dicho, se entenderán aquí a las clases sociales en los términos de Visacovsky & Garguin (2009) no sólo como categoría de abordaje analítico, sino también como un modo efectivo al que apelan los actores para identificarse y reconocerse, y al que dotan de particulares contenidos a través de sus prácticas, experiencias e interpretaciones. El desafío del presente trabajo radica en comprender los modos en que a través de la práctica deportiva “los actores practican y definen su modo de pertenencia a la clase media” (Visacovsky & Garguín 2009:13).
En este estado de la discusión, el presente trabajo buscará problematizar el vínculo entre deporte y clase social, a partir de la descripción y elaboración de algunos materiales de campo, en los que la noción nativa de sacrificio emerge, para los deportistas, como particularidad distintiva de la práctica. El análisis de dicho concepto, y su puesta en relación con las discusiones teóricas específicas, desborda el abordaje de la práctica misma y nos permite reflexionar sobre los procesos de adscripción social y fronteras simbólicas que los grupos sociales construyen, en este caso, a partir de la puesta en contacto con una práctica deportiva. Finalmente, al reponer la diversidad de sentidos que la noción de sacrificio adquiere para los nadadores master, nos interrogaremos por la continuidad que existiera entre el imaginario del sacrificio en el deporte y entre las clases medias.
El imaginario del sacrificio vinculado a la
práctica deportiva
El equipo master del CULP participa dos veces por año de los campeonatos argentinos de natación master. Durante los cuatro días que duran dichas competencias, además de competir, los master suelen salir a bailar, a tomar algo, acostarse tarde, y dormir poco. A primera vista, podría resultar llamativo el hecho de que todos los nadadores acepten salir a bailar, o consumir bebidas alcohólicas, sabiendo que al día siguiente deben competir temprano. Sin embargo, los nadadores no se cuestionan esta práctica, sino que las salidas son parte de los torneos, tanto como el competir. Algunos hasta van a competir sin dormir, o se quedan dormidos y llegan tarde a la competencia (Enrique una vez me comentó: “en tu trabajo deberías poner que cuando armamos el bolso primero pensamos en la ropa para salir y después ponemos las cosas de la pileta”). De hecho, en el cumpleaños de Flor, una nadadora master del equipo del CULP, Santi preguntó al resto de sus compañeros quiénes iban a participar del próximo torneo argentino que se iba a desarrollar en Rosario. “Ahí vamos todos, en Rosario hay mucha joda, salimos todas las noches” sostuvo después. El resto de los nadadores, entre risas, estuvieron de acuerdo. Lucía, por su parte, añadió: “a mí me gustaría ir, pero no sé, este año no entrené nada. Ahora que no tengo auto, con el frío que hace, ni ganas de tomarme el micro”. Santi le respondió: “no, claro, ni da, yo si no tengo auto no voy a entrenar ni en pedo”.
Si tomáramos la escena anterior, en la cual un grupo de amigos, compañeros de un equipo de natación eligen las competencias en las cuales participar “por la joda”, al tiempo que sostienen que “sin auto no van a entrenar ni en pedo”, la pregunta por el sacrificio que planteamos al inicio del trabajo pareciera no tener sentido. Ahora bien, si nos adentramos en el campo, y consideramos otros escenarios, en los cuales estos mismos actores asocian la práctica deportiva al sacrificio, veremos que vale la pena considerar su análisis. En un primer momento me llamaba la atención cómo a pesar de las salidas y la joda opera entre los master una ética del sacrificio. Sin embargo, como veremos más adelante en diálogo con los aportes de Wacquant (2006), esta ética, en la cual conviven nociones de esfuerzo (económico y corporal) con imaginarios en torno a la joda y las salidas, adquiere un contenido específico, distinto al que el autor plantea en su trabajo sobre los boxeadores.
No sólo entre los nadadores master, sino que también en los medios de comunicación y en el sentido común encontramos un imaginario que asocia el sacrificio a la práctica deportiva. Dicha asociación sostiene que sin sacrificio no es posible la experiencia sostenida (en el tiempo), ni menos aún el éxito dentro del campo deportivo. Ahora bien, a lo largo del trabajo de campo en distintos escenarios (competencias, entrenamientos y eventos sociales) los nadadores master ponen en juego una diversidad de sentidos específicos en torno a la noción de sacrificio, que de manera analítica podemos reconstruir en dos dimensiones: por un lado, una dimensión económica, a través de la cual los nadadores asocian el sacrificio a trabajar para poder tener dinero para participar de las competencias, ahorrar y postergar algunos gastos en pos de poder participar en la práctica. Y por otro, una dimensión corporal, asociada al dolor, al sufrimiento, al agotamiento en los entrenamientos y/o en los días de competencia.
En los siguientes apartados, profundizaremos en la descripción y análisis de ambas dimensiones a partir de la reconstrucción de los materiales empíricos.
“El club no te da nada”. El sacrificio y la pertenencia al club
Ubicada en las afueras de la ciudad de La Plata, en el barrio residencial de Gonnet, se encuentra una de las tres sedes del tradicional Club Unidos de La Plata. Fundado en el año 1937, como una fusión entre un grupo de la división de rugby del club Gimnasia y Esgrima de La Plata y el Colegio Nacional de La Plata, desde sus orígenes la pertenencia al club estaba restringida a estudiantes universitarios y profesionales egresados de la Universidad Nacional de La Plata; restricción que con el correr de los años y ante la pérdida significativa de socios a partir de la década del 90, se ha ido flexibilizando[4]. Las otras sedes se encuentran en Punta Lara, bordeando el río, donde tienen lugar las actividades náuticas, y en el centro de nuestra ciudad.
Es en Gonnet donde se encuentran tanto la pileta climatizada de 25 metros donde entrena el equipo de natación master[5] la mayor parte del año, como la pileta olímpica de 50 metros de largo, al aire libre, donde tiene lugar el entrenamiento durante el verano cuatro veces por semana. Para formar parte del equipo, los nadadores master deben abonar la cuota social del club, más el derecho por el uso de la pileta, y una suma destinada al fondo master, dinero destinado a pagar las inscripciones a las competencias y los viajes. Desde hace varios años, el club ha estado atravesando una situación financiera complicada[6]. A raíz de deudas millonarias con la AFIP y otros acreedores, los socios votaron en una asamblea del año 2013 que el club quede bajo una convocatoria de acreedores. Tras largos debates acerca de la situación del club y el modo de afrontar los pagos de las deudas entre la comisión directiva de ese momento y un grupo de socios opositores, a finales del 2014 la comisión directiva tomó la decisión de anticipar su salida, asumiendo la gestión del club nuevos directivos[7]. Una de las primeras decisiones que tomaron fue no cobrar la temporada de pileta a todos los deportistas del club[8], entre los que se encuentran los nadadores master. Sin embargo, esta medida no fue bien recibida por los master, ya que como sostiene Carlos, un arquitecto de 50 años de edad, reconocido por sus compañeros como uno de los referentes del equipo:
los master siempre tuvimos acceso libre a la pileta en verano, sin pagar temporada. Y ahora estos dicen que nos la regalan. No nos regalan nada, si históricamente, en la cuota que pagamos nosotros, pagamos el derecho a ingresar a la pileta cuando deseamos. Esa es una medida para los otros deportes, hockey, rugby… De hecho, en la reunión que tuvimos con la nueva comisión directiva, yo les planteé este tema, y ¿sabés lo que me preguntaron? ¡Si los master somos socios del club! Yo me quería morir, no sólo no saben que somos socios, tampoco saben que salimos terceros en el último sudamericano, no tienen ni idea de lo que hacemos, de cómo representamos al club (Nota de campo).
Luego de un entrenamiento un día sábado al mediodía en la pileta al aire libre, un pequeño grupo de nadadores decidimos quedarnos a almorzar en el club a la sombra de los árboles. Mientras comíamos y charlábamos, llegó Susi, cargando su bolso y una reposera, y quejándose porque “me querían hacer pagar el estacionamiento”. Carlos, entonces, le comentó que durante la temporada de verano, los fines de semana es obligatorio pagar estacionamiento. En ese contexto, Marisa, comentó: “yo por eso dejo el auto afuera. Si tengo que pagar estacionamiento cada vez que vengo a entrenar, no puedo. Prefiero caminar un poco”. Susi, seguía cuestionando la medida y Marisa añadió:
Es así. Yo ya me cansé de pelear. Que el auto, que la revisación… Para entrar a la pileta, nos hicieron hacer un carnet nuevo, de temporada. A algunos no se los cobraron. Cuando yo lo fui a retirar, me cobraron 20 pesos. Agaché la cabeza y los pagué. Si no, me amargo. En este club es así, uno paga y paga, y el club no te da nada. Venir a nadar en el verano es un sacrificio. Si no te gusta, andate a Poseidón, o Megatlon, que está todo lindo, moderno, limpito, pero claro, no tenés el equipo… (Nota de campo).
A raíz de las escenas anteriores, se pueden comenzar a vislumbrar los primeros sentidos asociados a la noción de sacrificio. En este caso, vemos cómo ante una situación que los master califican como adversa, la apuesta por seguir formando parte del equipo del club es representada como sacrificada. Sacrificio que pasa no sólo por “pagar y pagar”, sino fundamentalmente porque en esta relación no hay reciprocidad, ya que “el club no te da nada”, a diferencia de a otros deportistas a quienes “les regalan la temporada”, los master siguen aportando los valores que históricamente aportaron. La retribución que se les niega a los master no es sólo económica, sino que al mismo tiempo, es simbólica, porque como sostiene Carlos “no tienen ni idea de lo que hacemos, de cómo representamos al club”. De este modo, podríamos preguntarnos, como anticipamos más arriba, por qué vale la pena hacer el sacrificio. Y aquí, una de las claves de interpretación, puede entenderse en relación a la distinción que introduce Marisa al señalar que “si no te gusta, andate a Poseidón, o Megatlon”. Ambas piscinas pertenecen a complejos privados, ubicados geográficamente a unas pocas cuadras del club. A pesar de que allí está “todo lindo, moderno, limpito”, para los nadadores del club, ellos no tienen la calidad de equipo que tiene el club, un equipo que calificarán no sólo como exitoso en términos deportivos sino que, como veremos más adelante, los nadadores presentan a su equipo como “más unido, solidario, con una mejor calidad humana de sus miembros”[9].
La dimensión económica del sacrificio
Durante una entrevista realizada a Lidia, una nadadora master de 60 años de edad, comentó:
Por eso de alguna manera en su momento entré en la federación, porque te digo los master no existíamos, me cansé de escuchar, ¡Ah, no, los master pueden porque tienen plata!, cosa que me daba un odio terrible, imaginate, yo soy empleada pública, en un hospital, sin un cargo. No es verdad que los master tienen plata. Muchos hacemos bastante sacrificio para poder participar. Tenemos las inscripciones más caras, nos pagamos los viajes a los torneos, nadie nos da un mango (Nota de campo).
En este relato, el sacrificio aparece emparentado a una cuestión económica. Hacer el sacrificio significa para Lidia trabajar para poder reunir la cantidad de dinero suficiente para pagar las inscripciones y viajar a los torneos. Es interesante pensar cómo Lidia se posiciona, frente a las versiones que sostienen que los master “tienen plata”, destacando su ocupación como empleada pública, sin cargo, que a su vez tiene que pagar las inscripciones “más caras”: estrategia discursiva a través de la cual refuerza esta idea de sacrificio.
Del mismo modo, Mariano, un nadador de 35 años de edad, ingeniero, afirma que:
El nadador master hace un esfuerzo mayor, es más valorable. No es lo mismo un nadador juvenil que un tipo que ya terminó de estudiar, que está trabajando, y que le dedica tiempo y esfuerzo a mantenerse compitiendo, ya es otra cosa.
En el relato anterior, al igual que para Lidia, el sacrificio aparece asociado a la dimensión económica, a través del “tener que trabajar”. Así, Mariano distingue a los master, que tienen que trabajar, pero a su vez dedican tiempo y esfuerzo a seguir entrenando, de aquellos deportistas (juveniles o profesionales) que tienen tiempo (para entrenar y descansar). Esta clasificación resulta sugestiva, ya que nos permite considerar los modos en que los sentidos en torno al sacrificio aparecen atravesados por una nueva variable, la variable generacional, donde para los adultos, invertir tiempo y esfuerzo en entrenar redunda para Mariano en una acción “más valorable”. Hasta aquí, entonces, podemos pensar cómo en torno a la noción de sacrificio y sus vínculos con las dimensiones económicas y generacionales, los nadadores comienzan a establecer categorizaciones que les permiten delimitar sentidos de acerca de lo valioso, que seguiremos profundizando a continuación.
La dimensión corporal del sacrificio
Tras finalizar el campeonato Sudamericano de natación master del año 2013, en el cual Marisa, una nadadora de 50 años de edad, obtuvo el segundo puesto en las carreras de 100 y 200 metros pecho, visiblemente emocionada, me comentó:
Y bueno, la verdad es que yo hice un esfuerzo impresionante, un sacrificio… cuando no tenía auto, me tenía que tomar dos micros desde Berisso. En invierno, me cagué de frío, en verano, en la pileta de afuera, sucia, llena de mosquitos, un frío de cagarse, sin agua caliente en el vestuario… viste, todo en contra… y yo me había puesto en la cabeza que quería una medalla en el Sudamericano… y a veces estaba cansada, me dolía todo, pero venía igual (Nota de campo).
En el relato anterior se observa cómo otra vez el sacrificio aparece asociado al esfuerzo. Pero para Marisa, hacer un “esfuerzo impresionante” implica exponer el cuerpo a condiciones que ella califica como adversas. De este modo menciona las condiciones climáticas, la falta de infraestructura adecuada, como el hecho de no tener agua caliente en los vestuarios. Menciona también el hecho de tener que tomarse dos micros ante la falta de vehículo propio, y finalmente resalta el cansancio y el dolor corporal. A diferencia de lo que Lucía y Santi sostenían más arriba, que “sin auto no van a entrenar ni en pedo”, para Marisa el sacrificio pasa también por tomar dos micros, sacrificio que para ella es una condición para ganar una medalla en el sudamericano. Vemos entonces, como para ella, sacrificarse vale la pena porque es una inversión que rendirá en el torneo. Exponer el cuerpo a condiciones adversas y al dolor, es la condición para obtener triunfos deportivos[10].
Fronteras simbólicas con “los que no se sacrifican”
Mientras viajábamos al Campeonato Argentino de Natación master que tuvo lugar en el CENARD[11], al pasar por la autopista sobre la villa 31, Marcelo, un contador de 55 años de edad, comentó: “Cómo está esto, cada vez más grande, un desastre”. Y Gustavo, ingeniero, de 60 años, añadió:
Encima hacen cualquier cosa y nadie dice nada, yo hago una ventana y tengo que pagar una multa de no sé cuánto, y estos construyen lo que quieren, donde quieren. La otra vez me pasó que me metieron una multa por una construcción que hice, una fortuna, ¿te das cuenta? Uno se rompe el orto laburando, hacés un sacrificio inmenso… y estos… hacen lo que se les canta y nadie dice nada… (Nota de campo).
Marcelo asintió realizando un gesto con su cabeza. Sole, una nadadora de 26 años de edad, que viajaba sentada al lado mío en el asiento trasero, me miró sonriendo, y en voz baja me comentó: “anotá esto para tu tesis”. Unos kilómetros más adelante, la conversación derivó hacia la situación actual del equipo de natación de primera categoría del club. Lautaro, un profesor de educación física de 35 años de edad que viajaba con nosotros, recordaba las épocas en que él era nadador juvenil como las “épocas de oro” del equipo, mientras que ahora sostiene que el equipo está en decadencia por la falta de nadadores y la mala calidad de los mismos. En este sentido, entiende:
La decadencia se debe a que la natación es un deporte muy sacrificado, y los chicos ahora no quieren hacer el sacrificio. Nosotros íbamos todos los días, le hacíamos caso al entrenador. Nos iba bien porque nos dedicábamos. Hacíamos podios en los Argentinos. En cambio, los pendejos ahora quieren todo sin hacer ningún tipo de esfuerzo, se enojan si les va mal, pero no son capaces de hacer el sacrificio. Es lo mismo que hablábamos antes, de la sociedad, uno tiene que hacer sacrificios para progresar, y otros, tienen todo cortando una calle por ejemplo (Nota de campo).
En esta escena, aparecen una serie de elementos que vale la pena poner en consideración. En primer lugar, porque los comentarios de este tipo suelen ser muy comunes entre algunos nadadores del equipo master[12]. En segundo lugar, porque muestra una clasificación moral, donde el sacrificio aparece otra vez asociado a la idea del trabajo, oponiéndose a aquellos que no se sacrifican. Aquí, alterizando con “los que hacen los que se le canta y nadie les dice nada”, se ponen en juego distinciones sociales que permiten a la vez comprender la propia experiencia[13]. Y tercero, porque cuando Sole dice “anotá esto para tu tesis”, muestra una heterogeneidad de perspectivas al interior del grupo, donde se ve que ella no adscribe (y sabe que yo tampoco) a ese tipo de narrativas.
Ahora bien, los que no se sacrifican no son sólo aquellos que “no se rompen el orto laburando”, sino que Lautaro establece una continuidad con los nadadores más jóvenes que “quieren todo sin sacrificarse”, motivo por el cual explica la decadencia del equipo de natación de primera. De este modo, el sacrificio vuelve a aparecer como condición necesaria para una idea de éxito (y progreso), erigiéndose como frontera de diferenciación social y simbólica con otros grupos sociales.
Por último, y al interior de la natación master, se producen alterizaciones con otros equipos, a los cuales los nadadores master del CULP representan como “menos unidos”, a la vez que sostienen que “les pagan los viajes”. De este modo, Carlos se refiere al equipo de B.A. Master, un equipo de la ciudad de Buenos Aires como:
Un equipo que no es un equipo, es un equipo que no representa a un club. Es un grupo de personas que se juntan, no comparten un espacio físico y compiten. Lo que creo que está mal es que no es un equipo que represente a un club. Y ellos eligen a los que son mejores, a muchos de los que son mejores y les pagan los viajes. En cambio nosotros, gastamos y gastamos (Nota de campo).
Resulta interesante destacar esta clasificación, ya que a través de ella la noción de sacrificio opera de una manera específica, en relación a los valores del amateurismo que los master destacan como positivos. Lo amateur se opone a lo profesional, a aquellas actividades que generan rédito económico. Como afirma Bourdieu:
La teoría del amateurismo, que se deriva de una filosofía aristocrática del deporte como actividad desinteresada y gratuita, hace del deporte una práctica desinteresada, similar a la actividad artística. El deporte se concibe como una escuela de valentía y virilidad, capaz de formar el carácter y de inculcar la voluntad de vencer, pero de vencer según las reglas: es el fairplay, una disposición caballeresca totalmente opuesta a la búsqueda vulgar de la victoria a cualquier precio (1990:198; bastardilla en original).
Lo amateur aparecerá constantemente en las entrevistas, no sólo como característica, sino principalmente como un signo de identidad, como aquello que los diferencia tanto de otros deportes como de otros equipos que no tendrían esta actitud desinteresada. De este modo, al equipo de B.A. Master, que no compartiría los valores del amateurismo, ya que a sus nadadores “les pagan los viajes” se le llega a negar inclusive su condición de equipo[14]. A su vez, y en íntima relación con lo que se mencionó más arriba, si la pertenencia al equipo del CULP aparecía para sus miembros como sacrificada, se establece también una frontera en el sentido de que el equipo de la ciudad de Buenos Aires “no representa a ningún club”, por lo cual el sacrificio para estos últimos sería menor.
El sacrificio entre el cuerpo, lo económico, la moral
y “la joda”
Hasta aquí, hemos analizado los diversos sentidos que los nadadores master del CULP le otorgan a la noción de sacrificio a través de dos claves analíticas: su relación con “lo económico” y “lo corporal”. Dicho análisis, nos permitió observar cómo la noción de sacrificio, está atravesada por –a la vez que configura– representaciones de clase y etarias.
Podemos retomar aquí la escena de “la joda” presentada más arriba, para preguntarnos cómo convive con la idea de sacrificio. Para ello, vale la pena considerar el trabajo de Wacquant (2006) sobre el mundo del boxeo, en el cual el autor sostiene que el sacrificio constituye la moral propia de los boxeadores profesionales, constituyéndose en una ética que estaría englobada en tres mandamientos: no comer alimentos prohibidos, limitar la sociabilidad y no cometer intercambio sexual antes del combate. Ahora bien, en el caso de los master el sacrificio no pasaría por someterse a estas reglas, sino todo lo contrario. Antes del torneo los master salen a bailar, consumen alimentos prohibidos para los deportistas y bebidas alcohólicas. Mientras que el intercambio sexual antes de la competencia no estaría prohibido, ni siquiera mal visto, tanto por los nadadores como por el entrenador, quien una vez me comentó: “Siempre fue muy discutido el tema de las relaciones sexuales antes de competir. Que te cansa, que al día siguiente no te dan las piernas… eso era antes… Pero para mí no está mal, al contrario, te despeja”. Entonces ¿de qué hablan los master cuando hablan de sacrificio? Pareciera, entonces, que la noción nativa de sacrificio opera como una representación de un ideal que no todos cumplen. Sin embargo, el hecho de que los actores presenten su actividad como sacrificada nos obliga a tomarla en serio y comprenderla en sus contextos específicos. Como sostuvimos más arriba, hacer el sacrificio significa para los master trabajar para poder reunir la cantidad de dinero suficiente para viajar a los torneos, pero también implica poder organizarse para entrenar y competir a pesar de las obligaciones que la vida adulta y familiar trae consigo, postergar algunos disfrutes en función de afrontar los gastos de los viajes a los torneos. A su vez, hay un sentido de sacrificio que se asocia a lo corporal, al agotamiento, al sufrimiento, a la imposición de ir a entrenar más allá de estar cansado por las obligaciones diarias. Podemos, por otra parte, pensar al sacrificio en relación con el valor del amateurismo que se analizó más arriba. En este sentido, el hecho de que varios nadadores reafirmen el valor de lo amateur implicaría una clasificación moral que hace del sacrificio una característica identitaria. Es decir que ser master, a diferencia de aquellos que cobran por competir, o aquellos a quienes les pagan los viajes, implicaría un mayor esfuerzo, un mayor sacrificio para poder competir. A través del trabajo con el cuerpo, durante los entrenamientos compartidos cuatro veces por semana, los master incorporan, al mismo tiempo que producen, una ética del sacrificio que opera generando moralidades, principios de visión y clasificación del mundo social y sentidos de lo valioso.
Reflexiones finales. ¿Es posible pensar al deporte como un espacio donde el sacrificio aparece como particularidad de clase?
Una serie de investigaciones académicas entre las que se destacan las de Visacovsky (2014) abordan la narrativa del sacrificio como particularidad de las clases medias. De este modo, el proyecto inicial de este trabajo buscó insertarse en esta línea para discutir y pensar la posibilidad de comprender, a partir del estudio de una práctica deportiva, los vínculos, conexiones o continuidades que operan entre la idea del sacrificio presente en la natación master y en las representaciones de un sector de las clases medias platenses. Si, como sostiene Archetti (2003), el deporte se nos presenta como un espacio privilegiado para observar trazas relacionales entre lo macro y lo micro, podemos preguntarnos por el modo en que el campo de la natación master se constituye como espacio donde el sacrificio aparece como particularidad de clase (media). En este punto, podemos retomar el trabajo de Visacovsky (2014) quien se concentra en los sentidos nativos del sacrificio en las narrativas de clase media, observando una relación de este último con las nociones de trabajo duro y esfuerzo. Ahora bien, lo interesante de esta idea consiste para el autor en el modo en que estas ideas adquieren sentido en una dimensión temporal, en el sentido de que el sacrificio se orienta al futuro, y el presente tiene sentido solo en relación a una esperanza de éxito posterior. En este punto podemos establecer una relación con los sentidos que los master le otorgan al sacrificio, como acción que vale la pena porque luego rinde en las competencias. Sin embargo, si bien se pueden encontrar continuidades entre el lenguaje del sacrificio presentado por el autor y el lenguaje del sacrificio en el deporte, creemos que la relación con la noción de clase media no agota la explicación de por qué los nadadores se sacrifican, o sostienen hacerlo, ni la relación instrumental que hubiera entre sacrificarse y obtener logros deportivos. En este sentido, diversas investigaciones en el campo de los estudios sociales del deporte también remarcan la continuidad existente entre deporte y sacrificio, y el sistema de clasificaciones morales que se establece en torno a él. Alejandro Rodríguez (2013) sostiene que entre los “fierreros” se representan a su cuerpo como un producto construido a base de la voluntad y el esfuerzo individual, de su sacrificio físico, a través del cual trazan una distancia de aquellos que no logran lo que se proponen, su cuerpo en términos específicos, pero en términos más amplios también cualquier otro objetivo profesional, económico o laboral porque no se valoran ni tienen voluntad. Para el caso del rugby, Juan Branz (2014) sostiene que a través de la noción de sacrificio se construye honor y masculinidad, distanciándose así de otros deportes y sectores sociales[15].
Por lo tanto, podemos sostener que en el caso de los master, la idea de sufrir y sacrificarse en el entrenamiento funciona de hecho como una apuesta a futuro, como una inversión que tendrá sus frutos en la competencia, pero además –y fundamentalmente– como marca de superioridad moral, que hermana a los nadadores que han compartido y transitado una experiencia de sacrificio en el agua, y en un club que atraviesa una situación de adversidad, que los distingue y construye fronteras simbólicas no sólo con otros equipos de natación, sino también con otros grupos sociales.
El análisis de los sentidos nativos en torno al sacrificio en distintos contextos de interacción nos permitió discutir con la noción instrumental del sacrificio como medio para lograr un objetivo, y a su vez desnaturalizar la idea del sentido común del sacrificio individual como una entrega desinteresada y preguntarnos por las recompensas que este sacrificio tiene para los deportistas. Podemos pensar, como sostienen los nadadores master, que la recompensa es una medalla. Pero fundamentalmente, el sacrificio se construye como marca identitaria, a través de la cual entra en juego una distinción, sobre todo con otros espacios y otros sujetos del mundo social. Distinción que vale la pena seguir explorando, para comprender el modo en que a través de ella se juegan maneras de comprender el mundo social, valores, moralidades, relaciones de poder, jerarquías grupales, distinciones (intragrupales e intergrupales), jerarquías etarias y de clase.
- En el presente texto, las cursivas serán utilizadas para destacar los términos significativos desde el punto de vista nativo, cuyo sentido será desagregado en cada caso; y el entrecomillado para transcribir fragmentos de entrevistas. ↵
- Este punto será profundizado más adelante.↵
- Por ejemplo, el diario Diagonales de la ciudad de La Plata se hace eco del debate y del relato de la crisis en una nota titulada “Universitario: la cronología de un deterioro”. Ver http://goo.gl/dpKvNH↵
- De acuerdo con Mónica, secretaria del club desde hace 30 años, esta flexibilización se fue dando por la misma demanda de los socios, quienes iban acercando al club a familiares o amigos que sin ser egresados de la Universidad Nacional de La Plata tenían la intención de asociarse a la institución. Ahora bien, como sostiene el estatuto, los socios del CULP deben ser egresados de la UNLP. En caso de no serlo, serán categorizados como socios adherentes, lo cual implica que no podrán acceder nunca a un cargo en la comisión directiva.↵
- Vale la pena aclarar aquí que la natación para masters es una disciplina competitiva orientada a personas mayores de 20 años y sin límite de edad, en la cual as categorías se dividen cada cinco años, siendo pre-master aquellos que tienen entre 20 y 25 años, categoría A los que tienen entre 25 y 30, categoría B de 30 a 35 años y así sucesivamente. A su vez, se separa en masculino y femenino. Para ampliar ver: Hang (2011).↵
- En la actualidad, la deuda acumulada es de aproximadamente 20 millones de pesos.↵
- Si bien en este texto no profundizaremos en la cuestión política del club, este dato es interesante para considerar en futuras investigaciones, ya que como se mostró en otra oportunidad (Hang 2013), los sentidos acerca de la política en la institución se encuentran constantemente en disputa, estando atravesados no sólo por trayectorias personales, sino que están mediados por las sociabilidades de las prácticas deportivas específicas de quienes detentan los cargos de gestión.↵
- Además de la cuota del club, los socios deben pagar en la temporada de verano un monto extra para poder ingresar a la pileta. En este caso, lo que sucedió fue que se eximió de pagar dicho monto a todos los deportistas del club.↵
- Para ampliar ver Hang (2013). ↵
- En este punto es interesante establecer una comparación con el sacrificio de los hinchas de fútbol. Como sostienen Alabarces, Garriga Zucal & Moreira (2012) el aguante se confirma día a día en los sacrificios que los hinchas realizan en nombre del club, tales como recorrer enormes distancias, alentar más allá del resultado, abandonar compromisos personales o soportar el clima. En este sentido, se puede pensar que cuanto más adversa es la situación, más aguante se muestra. Vemos entonces una cierta coincidencia con la noción de sacrificio para los nadadores, en tanto ante la adversidad de la crisis del club se presenta como una oportunidad para demostrar un sentido de pertenencia. Sin embargo, a diferencia de los hinchas que sostienen no exigir nada a cambio de su amor incondicional, los reclamos constantes de los nadadores parecerían ir en un sentido opuesto. ↵
- Centro Nacional de Alto Rendimiento Deportivo.↵
- Si bien no puede afirmarse que este tipo de narrativas sean específicas del ámbito de la natación master, me llama la atención la regularidad con que suelo escuchar discursos en ese sentido. Recuerdo una discusión en el año 2008, viajando a un torneo Argentino en San Luis, entre Pablo, el entrenador del equipo y Laura, una nadadora, en la cual Pablo sostenía que “la culpa de todo en este país la tienen los peronistas que le dan planes a los negros para tenerlos controlados y que no piensen”, y Laura, a los gritos sostenía que “no se puede hablar con vos, sos tan cerrado”. Si bien en esa época mi trabajo de campo no había comenzado, este tipo de comentarios comunes entre algunos de los miembros del equipo ya comenzaban a llamar mi atención y comenzaron a ser elaborados empíricamente desde el momento en que comencé con mi tesis de licenciatura.↵
- En este punto podemos pensar junto con Garguín (2009) el modo en que la formación histórica de la clase media se fue construyendo diferenciándose tanto de la oligarquía como de la clase obrera, a la vez que a la luz de dos mitos centrales: el que sostiene que “los argentinos descendemos de los barcos”, que intenta conectar la identidad nacional con la europea, y el mito de la movilidad social ascendente (ascenso que se logra, por supuesto, a través del trabajo y el esfuerzo).↵
- Con respecto a la cuestión del amateurismo, hemos encontrado regularidades con Juan Branz entre la práctica del rugby y la natación. Branz sostiene que en el caso del rugby “la categoría de amateurismo recubre –analíticamente– a la práctica objetiva del deporte, a partir de ser construida por los agentes participantes del campo del rugby, de varios significados que se vuelven constitutivos del espacio. Es decir, en el campo del deporte, desde hace más de cien años, la relación de contigüidad entre las categorías rugby y amateurismo, establecen una cadena de significados propios para el campo del rugby, pero a su vez, configuran lo otro, lo externo, lo que está afuera del rugby”.↵
- Otra referencia interesante en la cual el sacrificio opera modelando visiones morales es el texto de Garriga Zucal (2014), en el cual el autor analiza dos representaciones del trabajo policial: el desinterés y el sacrificio. Ambas nociones movilizan estrategias de presentación de los uniformados y de la institución que tienen como objeto juzgar al mundo policial y sus relaciones. Definen moralmente prácticas y representaciones. ↵