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“Global y catalanista”

El nacionalismo del FC Barcelona en el siglo XXI

Hernán D’Alessio

Introducción

El Fútbol Club Barcelona –en adelante FC Barcelona, o simplemente Barça– constituye un emblema de la globalización deportiva actual: conquista títulos nacionales e internacionales, cautiva simpatizantes y conquista mercados en los cinco continentes, atrae talentos desde Europa Oriental, África, Asia y América, y se asume portador de valores universales.

En el marco de un incremento de la presión de las organizaciones políticas y sociales que auspician la independencia de Cataluña, se analiza a continuación el relato construido por la propia institución deportiva acerca de su compromiso con el apuntalamiento, la promoción y la divulgación de las particularidades catalanas –cultura, historia, rituales, lengua– que, a su vez, se despliegan como formas de resistencia frente a los valores simbólicos e identitarios españoles.

En la primera parte de la investigación se estudia este proceso en clave histórica, poniendo énfasis en la narrativa creada por autoridades, medios de comunicación y asociaciones de simpatizantes del FC Barcelona acerca de las vinculaciones entre la entidad y el catalanismo.

En una segunda instancia se analiza el reciente convenio de patrocinio celebrado entre el club y la firma multinacional de electrodomésticos de origen turco Beko, con el objeto de dar cuenta del alcance económico que adquirió en los últimos años la proclamada singularidad identitaria del Barça.

“El Barcelona es más que un lugar de esparcimiento donde los domingos vamos a ver jugar al equipo”

En “Torrente 5: Operación Eurovegas” –la quinta parte de la saga de los films creados y dirigidos por el cineasta Santiago Segura– finalmente se concreta uno de los hechos más inquietantes de la agenda política española de los últimos años: situada en el año 2018, en el marco de “una España convulsa y dividida” tal como describe la sinopsis oficial, Cataluña ha logrado la independencia y su Seleccionado Nacional de Fútbol disputa la final de la Copa del Mundo frente a un combinado argentino.

No es objeto de este trabajo analizar la historia política de la entidad jurídico-administrativa conocida como “España”, pero vale la pena recordar que constituye una entidad territorial étnicamente diversa, dentro de la cual conviven distintas expresiones culturales, lingüísticas y regionales, cuyo ensamblaje por parte de las instancias centrales de gobierno ha resultado un asunto históricamente complejo.

El nacionalismo español promovido desde Madrid –capital y principal centro político del país desde que la Corte de Felipe II se instalara allí en 1561– coexistió de manera casi siempre conflictiva con las regiones subestatales que, configuradas bajo la forma de “comunidades imaginadas” (Anderson 2007), defendieron el derecho al autogobierno y a la preservación de sus identificaciones colectivas.

En el caso de Cataluña[1], hacia mediados del siglo XIX la influencia del romanticismo europeo hizo emerger un movimiento conocido como reinaxença [renacimiento], basado en la exaltación de las instituciones, historia, cultura y lengua catalanas, yuxtapuestas con la identidad y simbología española.

Eran tiempos de la difusión desde occidente de los estados–nación como forma de organización administrativa-territorial, caracterizada por exigir a sus habitantes lealtades enérgicas y de carácter exclusivista a través de la adhesión a instrumentos con una fuerte carga simbólica como himnos, banderas, lengua, servicio militar, formación pedagógica e, inclusive como bien lo destacan Oliven y Damo (2001), selecciones nacionales de los florecientes deportes de masas.

En este sentido, la expansión de las múltiples disciplinas deportivas desde el Imperio Británico estimuló la creación de instituciones, asociaciones y clubes que proveyeron marcas y símbolos para la conformación de las múltiples identidades sociales de las personas. De acuerdo con Hobsbawm

lo que ha hecho del deporte un medio tan singularmente eficaz para inculcar sentimientos nacionales, en todo caso para los varones, es la facilidad con que hasta los individuos menos políticos o públicos pueden identificarse con la nación tal como lo simbolizan unas personas jóvenes que hacen de modo estupendo lo que prácticamente todo hombre quiere o ha querido hacer bien alguna vez en su vida (1991:152-153).

Numerosas investigaciones (Archetti 2001; Villena Fiengo 2003; Alabarces 2004; Gil 2007; Giulianotti 2009; Martínez 2010; Fábregas Puig 2010) han dado cuenta de esa “arena social” en que se convierte el deporte en general y el fútbol en particular gracias a su capacidad para crear y auspiciar canales de expresión de la nación, la religión, el género, la clase social, la etnia, la región o la ciudad.

En España, los clubes de fútbol se consolidaron tempranamente como organizaciones muy representativas de sus respectivos ámbitos geográficos de origen, bien se trate de centros urbanos o regiones, donde son percibidos por los aficionados como símbolos emblemáticos de su propia existencia colectiva (Llopis Goig 2009).

Uno de los ejemplos más significativos es el de la filiación existente entre el Athletic Club y el País Vasco. Fundado en 1898 y radicado en la ciudad de Bilbao, el Athletic Club –que aún hoy se rige por el principio que determina que sólo pueden jugar en sus filas los nacidos y formados en entidades deportivas ubicadas en las demarcaciones territoriales del País Vasco– se erigió en un emblema bilbaíno y de la identidad vasca.

Desde su fundación en 1899 por el suizo Hans Gamper, el FC Barcelona se relacionó de cerca con la vida política, económica y cultural de Cataluña, lo que ha llevado a dirigentes y simpatizantes del club y a periodistas, intelectuales e historiadores a construir un relato mítico basado en la glorificación, ennoblecimiento, honra y celebración de hechos del pasado desde perspectivas más actuales que tuvo por objeto presentar al Barça como un poderoso símbolo del catalanismo

La página digital de la entidad destaca una temprana ligazón entre fútbol y política en torno al FC Barcelona:

el Barça sufrió la fiebre anticatalanista de la dictadura de Primo de Rivera: el 14 de junio de 1925, en un partido de homenaje al Orfeó Català, el público silbó durante el himno español. Como represalia, el club fue clausurado por seis meses –reducidos a tres posteriormente– y Gamper tuvo que abandonar la presidencia de la entidad para siempre (Fútbol Club Barcelona s/f).

Posteriormente, la consagración de la Segunda República Española en 1931 –que concedió a Cataluña las instituciones para el autogobierno– y el desarrollo de la Guerra Civil (1936-39) resultará una bisagra en el trazado de una analogía entre la situación del club y la de Cataluña por aquellos años. Más allá de la victoria de las fuerzas conservadoras, Barcelona quedará emparentada con los valores y la estética republicanos y, así, el fusilamiento de Josep Sunyol –dirigente político catalanista y presidente del FC Barcelona entre 1935 y 1936– a cargo de los ejércitos falangistas y el reconocimiento del primer equipo como representante de la República y “auténtico embajador de la democracia y la libertad” durante la gira por México y Estados Unidos añadirán en adelante un valor épico a la existencia misma del Barça.

Una vez que la ciudad de Barcelona cayó en poder de las tropas comandadas por Francisco Franco, esperaban tiempos difíciles, ya que “todas las reticencias del nuevo régimen dictatorial cayeron sobre el FC Barcelona, una entidad que era considerada prácticamente como un nido de separatistas”. Por entonces se propuso cambiar al Barça los colores azul y grana por los de la bandera española y que su nombre fuera reemplazado por el castellanizado CF España.

Frente a este contexto adverso, la narrativa oficial adjudica al club un papel activo en la resistencia ideológica y simbólica a la dictadura:

Son los sectores de las clases intelectuales y de los políticos de izquierda quienes se hacen del Barça por su papel de valedor de los derechos y las libertades democráticas. Hay episodios que son clave (como) la huelga de los tranvías de 1951, que los seguidores culés ayudan a ganar ante el sobresalto de las autoridades franquistas que no entendían cómo aquel domingo, en que llovía a cántaros, salían de Les Corts (N. de la R.: nombre del estadio del club por entonces) después de ganar al Santander por 2 a 1 y no cogían los tranvías. Episodios como éstos hicieron que el FC Barcelona trascendiese su representatividad catalanista para muchos sectores del progresismo español (Fútbol Club Barcelona s/f).

En esta remembranza mítica y fundacional de acontecimientos del pasado se subrayan valores como la tenacidad, la perseverancia y la firmeza ante las adversidades –la lluvia, la huelga de transportes, la represión de la dictadura– que se utilizan para enaltecer y sobredimensionar la dimensión extrafutbolística de la institución.

En el mismo sentido se criticará la castellanización del nombre de la entidad durante el franquismo –período durante el cual pasó a denominarse “Club de Fútbol Barcelona”–, como así también la eliminación en su escudo de los colores de la bandera catalana y la prohibición del empleo del idioma catalán en los estatutos y en la letra de su himno, por estar en sintonía con una supuesta homogeneización cultural-idiomática impuesta desde Madrid.

El vínculo político, cultural y afectivo entre el Barça y Cataluña también se articulará con la necesaria construcción de alteridades. En las primeras décadas del siglo XX, la otredad estaba representada por el Reial Club Deportiu Espanyol, segunda institución de importancia en el fútbol profesional de la ciudad de Barcelona, emparentada con la monarquía y el Estado español, en contraposición a las posiciones menos españolistas y más catalanistas del FC Barcelona[2]. Pero, con el paso de los años, en torno al FC Barcelona emergerá una rivalidad que desbordará los límites de la ciudad.

Conforme los acontecimientos deportivos se convirtieron en cajas de resonancia de conflictos políticos, los clubes y seleccionados pasaron a ser considerados embajadores de sus respectivos regímenes. En el caso de España, los pobres rendimientos del Seleccionado Nacional de Fútbol a partir de la década del 50 hicieron que el exitoso Real Madrid Club de Fútbol (Real Madrid CF) –ganador en forma consecutiva de las primeras cinco Copas de Campeones de Europa (1955-56/1959-60)– pasase a ser un orgulloso símbolo del país en el exterior.

Desde el barcelonismo –que había dominado el fútbol español durante el lustro inmediatamente anterior– comenzó a identificarse de manera negativa al Real Madrid CF con el gobierno de Franco, la región de Castilla, el centralismo y la monarquía[3], lo que dio origen a su caracterización despectiva como “equipo del régimen” y al, mismo tiempo, a una intensa rivalidad entre ambos equipos.

En este proceso, el fútbol se consolidó en España como un elemento catalizador de las expresiones regionalistas y nacionalistas. Así, por ejemplo, la contratación en 1953 del astro argentino Alfredo Di Stéfano por parte del Real Madrid CF, denunciada como parte de una “una extraña maniobra federativa con aval franquista” por la parcialidad del FC Barcelona, es calificada como un “robo”, el mismo calificativo que emplean los independentistas para referirse a la política fiscal que, según ellos, aplica el Estado español con Cataluña y que se erige en uno de los motivos para demandar la secesión.

En adelante, los enfrentamientos entre los dos clubes que comenzaban a hegemonizar el escenario futbolístico español se impregnarán de mitos, imágenes y relatos, que acompañarán la dificultosa convivencia política, económica y cultural entre Cataluña y el Estado español.

Haciéndose eco de estas transformaciones, en 1968 el entonces presidente del Barça, Narcís de Carreras, señalaba: “el Barcelona es algo más que un club de fútbol. El Barcelona es más que un lugar de esparcimiento donde los domingos vamos a ver jugar al equipo; más que todas las cosas, es un espíritu que llevamos muy arraigado dentro…” (Fútbol Club Barcelona s/f)[4].

En aquel contexto, un artículo del periodista y novelista catalán Manuel Vázquez Montalbán en la revista “Triunfo” se animó a profundizar la línea argumental de Carreras al destacar la importancia del Barça como símbolo de la idiosincrasia catalana y factor integrador de los inmigrantes venidos desde otras partes de España.

Y si bien este tipo de relatos no está exento de deformaciones, usos y revitalizaciones propias que, desde el enfoque del analista desapasionado, pueden tener el carácter de “ficciones”, no es menos cierto que construyen y manifiestan lazos emocionales e identidades que, para quienes las viven y comparten crean una realidad con significativa y legítima importancia en sus acciones cotidianas, como bien advierte Garriga Zucal (2013).

“¡Ya tenemos la copa, ahora queremos el estatuto!”

Tras la muerte de Franco en 1975 y con el proceso de transición política en marcha, tuvo lugar en Cataluña un auge de las celebraciones nacionalistas, como los jocsflorals [juegos florales] –plataforma de difusión de la literatura decimonónica catalana y eje central de la cultura renaixentista–y la diada de l’onze de setembre –Día Nacional de Cataluña que recuerda cada 11 de septiembre la caída de Barcelona en 1714 a manos de los borbones–, ceremonias representadas, sentidas y recreadas para inyectar energía al sentimiento catalanista.

En este nuevo marco, el nacionalismo catalán se consolidará como movimiento de masas favorable a incrementar las competencias políticas, económicas y culturales de la región. En 1977 se manifestó en las calles de Barcelona más de un millón de personas, con el fin de reivindicar la sanción de un Estatuto de Autonomía, petición a la cual adhirió –entre otros actores sociales catalanes– el FC Barcelona.

Por aquellos años el club –que había recuperado sus símbolos originarios: nominación, estatutos e himno en idioma catalán, y la senyera como parte del escudo– consolidará su peso en la vida política, social e imaginaria de Cataluña. Las banderas catalanas se hicieron habituales entre los simpatizantes del Barça, como el día de la victoria en la final de la Recopa Europea de 1979 disputada en la ciudad suiza de Basilea con un masivo desplazamiento de sus simpatizantes. Con el plantel de vuelta en Barcelona para el multitudinario festejo del primer título internacional de la institución, el presidente del parlamento catalán, Josep Tarradellas, proclamaba: “El Barcelona ha ganado por Cataluña (…) ¡Ya tenemos la copa, ahora queremos el estatuto!”(El País, 18/05/1977).

En adelante, no sólo los directivos del club insistirán en la prolongación sociopolítica del Barça sino también la dirigencia política catalana comenzará a hacerse habitué del Camp Nou –estadio de la institución desde 1957.

Para 1992 –el mismo año en que la ciudad de Barcelona celebró los Juegos Olímpicos– la entidad pasaría a incluir en su reformado estatuto:

Complementariamente (a las actividades deportivas) la promoción y la participación en las actividades sociales, solidarias, culturales, artísticas, científicas o recreativas convenientes y necesarias para mantener la representatividad y la proyección pública de que goza el Club en Cataluña y en todo el mundo, fruto de una tradición permanente de fidelidad y servicio a los socios, a los ciudadanos y a Cataluña (Estatuto del Fútbol Club Barcelona 1992).

El FC Barcelona comenzó a apuntalar sin ambigüedades las alteridades con los símbolos españoles: desde 1996, por ejemplo, apoya a la Plataforma Pro Selecciones Deportivas Catalanas, asociación que impulsa el reconocimiento internacional a las selecciones deportivas de Cataluña para participar en torneos oficiales[5]. También trabaja con las agencias del gobierno regional, como el caso del convenio con la Agencia Catalana de Turismo para cooperar en la promoción conjunta de Cataluña como destino turístico a través de la denominada “marca Barça” –se volverá más adelante sobre la misma–.

Con el reclamo independentista de Cataluña en el centro de la agenda española desde la segunda década del nuevo milenio, el FC Barcelona pasó a transformarse en una vidriera para su expresión. En 2013 la dirigencia del club, por ejemplo, permitió el uso del Camp Nou para el Concierto por la Libertad –que contó con 90.000 espectadores y tuvo como objeto reclamar el derecho del pueblo catalán a decidir sobre su propio estatus político– y autorizó durante la diada del mismo año que una multitudinaria cadena humana que atravesó el territorio catalán pasase por las instalaciones del Barça.

Asimismo, las autoridades del club entregaron al presidente del parlamento catalán los dos juegos de camisetas del primer equipo de fútbol para la temporada 2013/2014: la primera, con los clásicos colores azulgranas, y la casaca suplente, inspirada en el rojo y amarillo de la bandera catalana. Durante la ceremonia el entonces mandatario de la entidad, Sandro Rosell, manifestó: “por primera vez llevará la bandera de nuestro país (…) No somos los primeros, pero nos hemos querido añadir al 300º aniversario del 1714” (Sports, 06/06/2013)[6]. Para 2014 la Junta Directiva del FC Barcelona dispuso que la senyera también esté incluida en los carnets de socios que se emitirán en adelante.

El Born Centre Cultural, epicentro de exposiciones catalanistas financiadas por el Ayuntamiento de Barcelona, acogió recientemente una muestra que reconstruía el relato de la situación de Catalunya en la guerra de sucesión y la recreación de la batalla final del 11 de septiembre de 1714, “unos hechos fundamentales de nuestra historia cuyas consecuencias son todavía vigentes”, de acuerdo con la gacetilla. Las maquetas presentadas en el mencionado evento aludían a la rivalidad entre el FC Barcelona y el Real Madrid CF, ya que las casacas de los soldados que defendían la ciudad de Barcelona eran de color azul y grana, mientras que las de los atacantes que representaban a las tropas borbónicas eran blancas (El País, 14 de diciembre de 2013).

La dirigencia del Barça también sumó su apoyo al Pacto Nacional por el Derecho a Decidir, colectivo convocado para apoyar el referéndum pro independentista del 9 de noviembre de 2014 (9-N) y al cual ya habían adherido el gobierno catalán y múltiples partidos políticos, asociaciones empresarias, sindicatos y organizaciones sociales separatistas de Cataluña.

En dicha ocasión el actual presidente del club, Josep Bartomeu, señaló:

el Barça es un club global, con muchos seguidores en el mundo, con muchos millones de seguidores en las redes sociales. Pero el Barça es un club catalán y catalanista, tenemos que estar con nuestro país y estaremos de acuerdo con lo que la mayoría de los catalanes quieran (La Vanguardia, 10 de octubre de 2014).

Las últimas diadas han contado con una participación activa e integral de todos los estamentos del club: dirigentes, miembros del cuerpo técnico, representantes de los primeros equipos de fútbol masculino y femenino y jugadores de las categorías inferiores. Algunas figuras muy ligadas con la entidad están comprometidas con el catalanismo, como el caso de Josep Guardiola, prestigioso ex jugador y entrenador de la institución que asesora a entrenadores de otros deportes y brinda conferencias sobre liderazgo en el ámbito empresarial.

La dirigencia política catalana, por su parte, aportó fondos a través del Consejo de Diplomacia Pública de Cataluña (Diplocat)[7] para el documental “Cruyff: el último partido”, emitido por la televisión catalana días antes del referéndum independentista y cuyo eje central narra “el carácter liberador” que habría supuesto para la sociedad catalana el fichaje del futbolista holandés en pleno franquismo. “Iba a jugar a un país fascista, en un club que es ‘més que un club’”, recuerda Cruyff, quien fue director técnico de la Selección Catalana de Fútbol y asistió a la gala del film junto con el presidente de la Asamblea catalana y uno de los principales impulsores de la consulta popular separatista, Artur Mas.

Por su parte, a través de sus ritos e insignias la afición del FC Barcelona también apoya las demandas catalanistas y las manifestaciones “anti-Madrid”. Durante las finales de la Copa del Rey de 2009 y 2012, por ejemplo, silbó –junto con sus pares del Athletic Bilbao– al himno español y a los representantes de la monarquía presentes en el estadio. Asimismo, en los últimos clásicos disputados contra el Real Madrid CF –observados por millones de telespectadores en todo el mundo– los simpatizantes gritaron a favor de la secesión en el minuto 17 y 14 segundos, conmemorando simbólicamente el Tricentenario. También se han visto en las tribunas del Camp Nou carteles con la leyenda “Catalonya is not Spain” [Cataluña no es España].

Los ideólogos del separatismo catalán suelen aprovechar la fama mundial del FC Barcelona para dar publicidad a sus aspiraciones. Como parte de su campaña a favor de la internacionalización del derecho a la autodeterminación, en la previa al partido de vuelta por los octavos de final de la Copa de Campeones de Europa 2014 que enfrentó al FC Barcelona con el Manchester City FC, la abiertamente secesionista Asamblea Nacional Catalana (ANC) repartió más de 2.000 folletos en idioma inglés, explicando a los aficionados visitantes por qué el Barça es “más que un club” y los motivos por los cuales “el 80% de los catalanes quieren votar para decidir sobre su propio futuro” (ANC, 11 de marzo de 2014).

Estos sucesos suelen provocar múltiples polémicas y la continua reiteración de los estereotipos creados acerca de las relaciones de los clubes españoles de fútbol con la monarquía, el franquismo, el unitarismo y el separatismo. Los medios de comunicación, por su parte, tanto los de Madrid como los de Cataluña –partidarios del Real Madrid CF y del FC Barcelona, respectivamente– se encargan de replicar y ampliar tales debates.

Así ocurrió luego de que los jugadores del FC Barcelona que integraron el Seleccionado Español de Fútbol desplegaran la senyera en medio de los festejos por la obtención de la Copa Mundial 2010 y de la Eurocopa 2012, o después de que un futbolista del Barça, Gerard Piqué, respondiera a una pregunta en idioma catalán en una conferencia de prensa previa a un partido del primer equipo español.

Al respecto resulta pertinente la observación de Guibernau (1998), quien considera que este uso intenso y generalizado de los poderes mediáticos cumple con la finalidad de introducir la problemática nacionalista –ya sea para denostarla o apuntalarla– dentro de la intimidad de las vidas domésticas de millones de personas.

Para el caso del periodismo deportivo es de utilidad el análisis de Medina Cano:

en los países, los medios de comunicación –como organizadores del consumo cultural– han creado referentes de comparación, han construido imágenes de los equipos y de los principales jugadores y han nutrido los sentimientos nacionalistas. A nivel internacional han contribuido a crear un tejido integrador: sus imágenes del espectáculo le dan dado la vuelta al mundo, han creado la tribuna para que los diferentes intereses nacionales y locales tengan expresión (2010:165).

Una muestra de este fenómeno la ofrece el siguiente extracto de una columna del director adjunto de uno de los matutinos deportivos catalanes, ante las denuncias de “provocación” formuladas por medios madridistas en referencia al empleo de la senyera en la camiseta:

el Barça no es de izquierdas ni de derechas. No es ni republicano ni monárquico. Pero el Barça es un club catalán. Y tiene que hacer país. No puede mostrarse neutral cuando se encuentran en juego los intereses de Catalunya. (…) Que la ‘senyera’ sea, pues, una imagen que se asocie al club blaugrana resulta de lo más normal. Los que quieran ver en ello una manifestación partidista se equivocan. Es ‘solo’ una manifestación sentimental. Que es mucho, claro (Sports, 4 de octubre de 2012).

Los programas de televisión dedicados a la discusión de temas vinculados con el fútbol también suelen replicar este tipo de controversias. Por ejemplo, en “Punto Pelota”, emitido entre 2008 y 2013 por una cadena madrileña, se registraron vehementes intercambios verbales entre periodistas y ex futbolistas partidarios del Real Madrid CF –y, por ende, defensores de los símbolos patrios del Estado español– y del FC Barcelona –en este caso, próximos a la defensa y exaltación del catalanismo.

En la edición del 3 de noviembre de 2013, por ejemplo, las discusiones por el Balón de Oro condujeron a una polémica protagonizada por el catalán Lluís Mascaró y el madrileño Julio Pulido, respecto al rol “unificador” que éste último asignó a la Selección Española que ganó el Mundial de Fútbol 2010. “No me siento español; cuando España ganó el Mundial me dio exactamente igual”, expresó Mascaró, reprendido por Pulido con frases como: “Me da pena y me parece patético. Me parece muy triste que haya todavía personas que se levantan por la mañana y no sientan nada por este país” (Foro Punto Pelota 2011).

Asimismo, en los comentarios de los lectores que visitan las versiones digitales de los periódicos deportivos de Cataluña y Madrid este tipo de polémicas es habitual: en este sentido, por ejemplo, es posible que los cibernautas introduzcan la historia de la monarquía borbónica y la actual situación fiscal española en una discusión sobre las aptitudes futbolísticas de Lionel Messi y Cristiano Ronaldo.

¿FC Barcelona S.A.?

Producto de los múltiples éxitos a escala nacional e internacional en fútbol[8], básquet, vóley, handball y hockey sobre patines en España y Europa, desde los 90 el Barça viene aumentando el número de socios y peñas en todo el mundo –en la actualidad superan los 150.000 y 1.200, respectivamente.

Además, si bien es uno de los cuatro equipos de fútbol de España que no se convirtió en Sociedad Anónima Deportiva (SAD)[9], durante el contexto de globalización neoliberal el FC Barcelona adoptó elementos comerciales y financieros propios de las empresas transnacionales. Así fue que, gracias a la venta de derechos de transmisión televisiva y a los millonarios acuerdos con sponsors[10], adquirió el perfil de “Club Empresa Transnacional” (Giulianotti & Robertson 2006) y se erigió en una de las instituciones deportivas más ricas del mundo.

Con el fin de dar forma a programas solidarios y de cooperación a escala global, en 2004 el club creó la Fundación FC Barcelona, entre cuyas iniciativas más conocidas se destaca el acuerdo con el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF por sus siglas en inglés), basado en una contribución anual del club a cambio del derecho a reproducir el nombre y el logo de la institución de beneficencia.

A su vez, la proyección internacional del Barça se apoya en la promoción de valores universales. Por ejemplo, durante la gira del primer equipo de fútbol para la pretemporada 2013/14 el club denominó “Tour de la Paz” la gira por Israel y Palestina, conflictiva región de Medio Oriente donde sus figuras futbolísticas ofrecieron clínicas de fútbol para niños.

Los éxitos deportivos y la reputación derivada de este perfil “social, cultural y solidario” permiten a las autoridades, directores de marketing, periodistas e intelectuales hablar de la ya mencionada “marca Barça”[11], desarrollada con el objeto de apuntalar el posicionamiento global del club y definida como el reflejo de una singularidad “que se trabaja”, que resulta de esta combinación entre un estilo de juego ofensivo y estético y la defensa de valores extra futbolísticos que han hecho que el Barça se convirtiera en un objeto global de culto[12].

En la actualidad el Barça es una amalgama de éxitos deportivos, valores sociales, explotación comercial de la imagen, defensa de la identidad y compromiso político. Su página digital puede leerse en idioma catalán –aunque éste “sólo” sea hablado por los siete millones de habitantes de Cataluña–, pero también en inglés, español, francés, indonesio, portugués, chino, japonés y árabe, en una muestra de los múltiples mercados a los cuales apunta.

Más aún, en el FC Barcelona lo local y lo global se complementan y refuerzan mutuamente. Al respecto resulta muy ilustrativo el acuerdo de patrocinio presentado en junio de 2014 entre el club y Beko, empresa de electrodomésticos perteneciente a la multinacional de origen turco Koç Holding y que registra operaciones comerciales en más de 100 países.

El convenio –que convirtió a la firma en el tercer patrocinador más importante del Barça[13]–, además de darle presencia a su logo en la manga de la camiseta del primer equipo, en los vestuarios y en el museo de la institución, concede a Beko derechos para la explotación de imagen, localidades para partidos del FC Barcelona, visitas guiadas a las instalaciones del club, acceso a merchandising y sesiones de fotografías con jugadores del club, entre otras cuestiones[14].

Durante la conferencia de prensa de la presentación del acuerdo, los responsables del club y de Beko afirmaron:

El convenio refuerza nuestra imagen de club a nivel global, sabemos que Turquía es muy del Barça, el Barça es admirado allí, sabemos que tenemos más de 11 millones de fans allí, y para muchos de ellos somos su club favorito (…) estos aficionados en Turquía son fieles, reconocen nuestra singularidad y eso lo valoramos, lo que siempre decimos: ‘somos más que un club’, por eso es tan importante para el Barça seguir luchando en estas lides (Josep Maria Bartomeu).
Esta asociación constituye una alianza entre dos marcas globales, que comparten muchos valores y creencias conjuntas. El Barça es una marca global que marca la diferencia en la vida de las personas, mejora los estándares y establece nuevas reglas y caminos. El slogan del Barça es ‘más que un club’, y Beko quiere hacer más (Mustafá Koç, titular del Koç Holding).
El Barça aprobó un plan estratégico hace dos años para internacionalizar los patrocinios y el marketing (…) No podíamos asociarnos con cualquier marca, queríamos una marca global, que compartiese los mismos valores de la globalidad y excelencia… (Javier Faus, vicepresidente Primero del Área Económica del FC Barcelona).
Creemos firmemente en el poder del deporte para ayudar y mejorar las vidas. (…) Nuestra asociación con el Barça es un paso muy significativo para nosotros, la exposición, la visibilidad, todo ello conectará a Beko con el Barça, dos grandes marcas, marcas que comparten creencias en la importancia del deporte para marcar diferencias. Al igual que el FC Barcelona, Beko tiene un legado orgulloso de marcar diferencias en las vidas de la gente (Levent Çakiroğlu, presidente de Koç Holding y director ejecutivo de Arçelik).

Como se puede apreciar, los discursos de las autoridades del Barça y de Beko reiteran expresiones como “valores”, “marca”, “imagen”, “diferencia”, “fidelidad”, “singularidad”, “creencias”, “club global”, “internacionalización”, “exposición”, “visibilidad” y “legado”.

En su estudio sobre la vigencia de la etnicidad en la modernización y en tiempos del neoliberalismo, John L. & Jean Comaroff (2012) indagan en los procesos a través de los cuales distintas subjetividades colectivas convierten su producción material e inmaterial en mercancías y objetos destinados al mercado. Para los autores, en este proceso las identidades étnicas devienen en personas jurídicas que comercializan sus propias prácticas culturales, configurando de esta manera la denominada “etnicidad-empresa” o, de acuerdo con el título de su obra, la “etnicidad S.A.”.

En este sentido, no sólo los grupos étnicos sino también empresas, gobiernos o asociaciones deportivas emprenden procesos de construcción de marcas portadoras de singularidades y diferencias y elaboran lazos afectivos con los productos que tienen su propia forma-objeto y –más importante aún– con la idea de una asociación con ellos.

Es precisamente este vínculo el que permite comprender la manera en que se generan y robustecen las lealtades de los consumidores, sean éstos turistas, clientes o simpatizantes de un club de fútbol. Para los Comaroff resulta clave comprender

la articulación –la expresión manifiesta, la amalgama– de cultura y propiedad, pasado y futuro, el ser y el negocio, el espíritu de empresa y el de empresa étnica. La permanente dialéctica irresuelta que vincula la constitución de la identidad con la transformación de la diferencia en mercancía parece extenderse en todas direcciones. Así, podemos hablar de Etnicidad S.A., de Nacionalidad S.A., de Localidad S.A., de Divinidad S.A., y de cuántas otras sociedades así constituidas para las cuales aún no hemos hallado un nombre (2012:213).

Para prosperar y perdurar, las marcas se esencializan, difundiendo hacia afuera su exclusividad con el fin de hacerla conocida en ámbitos públicos globales y cultivando lazos emocionales y cognitivos densos con determinados estilos de vida que favorecen la comercialización de conocimientos, experiencias, valores y emociones. En otras palabras: la comercialización de la imagen –lo no tangible– se caracteriza por enfatizar las propiedades culturales y los valores espirituales del producto en cuestión.

En el caso del Barça, los métodos de formación y entrenamiento deportivo de juveniles, el costado solidario y humanitario que emana de iniciativas como el acuerdo con UNICEF y el “Tour de la Paz” de 2014, el diferencial que representa el logo “más que un club” y su particular y atractivo estilo de juego constituyen activos simbólicos que construyen y reproducen la identidad barcelonista, comercializada en y a través del mercado como puede apreciarse en los convenios de patrocinio con Nike, QatarAirways y Beko.

De este modo, las singularidades políticas, sociales y culturales que emergen de la autorepresentación de la entidad deportiva catalana configura un patrimonio cultural que inspira entre los aficionados/clientes –distinción cada vez más difusa– de todo el mundo sentimientos de emoción, afecto, admiración y pertenencia y, a su vez, otorga un valor añadido para la formación y el refuerzo de la marca distintiva del FC Barcelona.

En torno a esta configuración del Barça –club “local” y “global” al mismo tiempo– y en el marco de un contexto caracterizado simultáneamente por la implosión de la política de la identidad en todo el planeta y por las políticas económicas de corte neoliberal, las nociones de cultura y propiedad se articulan, confluyen y complementan. Los valores, las creencias y la identidad, enfáticamente exaltados por las autoridades del FC Barcelona y de Beko, dan cuenta de la importancia que ha adquirido el patrimonio cultural como elemento distintivo, escaso, apetecible y consumible en los procesos globales de comercialización.

Conclusiones

El recorrido por la historia del FC Barcelona ha dejado constancia de la capacidad del deporte para generar lealtades y sentimientos de identidad y pertenencia en las sociedades, como así también para consolidar y reforzar las “comunidades imaginadas” a escala subestatal, estatal e inclusive –como en el caso de los “hinchas globales” del Barça a lo largo y ancho del planeta– transestatal.

El análisis ha servido para apreciar las formas en que se construye y reproduce –en este caso, en el seno de un club de fútbol estrechamente involucrado en la vida sociopolítica e identitaria de su región– un relato mitificado cuyos recuerdos y memorias instrumentalizan los hechos del pasado con el objeto de que éstos resulten afines a demandas extradeportivas, como por ejemplo el reclamo catalán por la autodeterminación.

En este proceso, gracias a su capacidad para contraponer historias, valores e ideologías, resulta clave la elaboración de otredades. En este sentido, las alteridades entre el FC Barcelona y el Real Madrid CF reproducen con eficacia en el campo de lo simbólico la disputa política, económica y cultural entre las dirigencias de Cataluña y España, a su vez amplificada por los medios masivos de comunicación.

Asimismo, se pudo comprobar que la actual configuración del Barça como un “club global” que defiende y propaga valores propios –su identidad, compromiso social, sentimiento de pertenencia y excelencia deportiva– genera no sólo impacto en la política, sociedad y cultura de España sino también, en la permanente búsqueda de los clubes de apertura de nuevos mercados, estimula nuevas oportunidades para la creación y reproducción de beneficios económicos.

En este proceso, la entidad catalana exalta y explota un recurso espiritual –la amalgama identitaria constantemente reproducida y notablemente resumida por el emblema “más que un club”–, al punto de que se somete a su comercialización como mercancía, relacionándose con las formas de patrocinio y el régimen global de propiedad intelectual, tal como da cuenta el acuerdo alcanzado con la multinacional turca Beko analizado en el apartado final.


  1. Territorio ubicado en el nordeste de la península ibérica, con una superficie de unos 32.000 km2 y unos 7,5 millones de habitantes, cuya capital es la ciudad de Barcelona y que constituye una de las comunidades autonómicas de España.
  2. Un integrante de la peña del Barça en Buenos Aires confirmó la vigencia de tales estereotipos al señalarme que “seguramente quienes votaron por el ‘no’ en la jornada del 9-N eran todos ‘periquitos’” –así es como son apodados los simpatizantes del RCD Espanyol.
  3. La entidad de la capital está ligada históricamente con la corona española: en 1920 el Madrid Football Club –nombre con el que había sido inicialmente bautizada la institución– había recibido por parte del rey Alfonso XIII la denominación de “Real”, que sólo perdería transitoriamente durante los años de la República.
  4. Quien en realidad hizo de la frase “más que un club” un slogan fue Agustín Montal durante la campaña electoral que lo llevó a presidir la entidad en 1973.
  5. En 2008 se hizo pública una sentencia del Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS por sus siglas en inglés) a favor de la Federación Internacional de Bolos (FIQ), dando reconocimiento a la Federación Catalana de Bolos. Esto significó que una federación catalana era admitida como entidad de pleno derecho en un deporte reconocido por el COI y donde ya existía una federación española, habilitando la posibilidad de un enfrentamiento entre las selecciones de Cataluña y España y creando un precedente legal plausible de replicarse en otras disciplinas.
  6. Cuando parecía que con el color rosa introducido en los uniformes de los equipos Toulouse y Nancy en Francia, Juventus y Palermo en Italia, León en México y Boca Juniors en Argentina, entre otros, quedaba poco para innovar en materia de producción y multiplicación de uniformes, con el modelo de la senyera Nike dio una nueva muestra de la flexibilidad de la mercadotecnia.
  7. Plataforma público-privada que integran órganos catalanes de gobierno, cámaras empresarias, sindicatos, universidades y hasta el propio FC Barcelona, y que apoya el derecho de los ciudadanos catalanes a votar por la autodeterminación.
  8. A los cuales cabe agregar la lista de los talentos surgidos de las inferiores del Barça, La Masia: Lionel Messi, Xavi Hernández, Andrés Iniesta, Sergio Busquets, Carles Puyol y Gerard Piqué, quienes no sólo han ganado una gran cantidad de títulos en el club catalán sino que también conformaron –con la excepción del primero, de origen argentino– la estructura medular de la Selección Española campeona de Europa 2008 y 2012 y de la Copa del Mundo 2010.
  9. Los otros son el Real Madrid CF, el Athletic Bilbao y el Club Atlético Osasuna.
  10. Para ello el Barça debió abandonar la tradicional política de no incluir publicidad en su camiseta. Pero luego del acuerdo con UNICEF que desde 2006 permitió que una leyenda figurase por primera vez en su casaca, en 2010 la institución firmó con la agencia Qatar Sports Investments [QSI] un contrato mediante el cual podía verse en la indumentaria del primer equipo la inscripción Qatar Foundation. En 2013 Qatar Airways se convirtió en el primer patrocinador comercial en la casaca del club. En lo que puede interpretarse como un quiebre definitivo con respecto a las posturas más románticos del pasado, para la temporada 2014/15 Qatar Airways y Nike figuran en la parte frontal de las camisetas, Unicef en la trasera y Beko en la manga izquierda.
  11. Al respecto María Nemesia Hijós (2014) en su estudio sobre la marca internacional del Club Atlético Boca Juniors, señaló que desde los ‘90 “tuvo lugar una dinámica que legitimó la aplicación de recursos vigentes, actuales e innovadores –para algunas áreas– en la comercialización del fútbol. Este uso de las técnicas y estrategias en el ámbito futbolístico podría ser llamado ‘mercantilización’, en el sentido de la implementación ordenada, acelerada y sistemática de medidas propias del mercado contemporáneo. El proceso de mercantilización marca un antes y un después, determinado por un creciente afán por ganar dinero, bajo el imperio de nuevas y distintas reglas que van a regir en el deporte”.
  12. Un ejemplo de ello es el libro Cuando nunca perdíamos, compilado por Antoni Munné (2011), que incluye edulcorados relatos de periodistas y escritores acerca de los “valores” de la institución. Sin embargo, cabe destacar que la imagen del club podría resultar dañada en el mediano plazo como consecuencia del impacto provocado por los fraudes en la contratación de jugadores que investiga la Justicia española, la sanción de la Federación Internacional de Fútbol Asociación (FIFA) debido a infracciones relacionadas con el traspaso de futbolistas menores de 18 años y la condena a prisión al ex Presidente de la entidad, José Luis Núñez, quien estuvo al frente de la entidad entre 1978 y 2000.
  13. Nike acordó pagar al Barça unos 50 millones de dólares por temporada por la explotación de derechos publicitarios –el acuerdo contiene sumas variables que dependen de los logros deportivos del club y del éxito comercial de la equipación–. En el caso del convenio con la qatarí QSI, las cifras alcanzan un importe similar –también existen bonos adicionales por los títulos y otros pagos adicionales por temporada. El importe que Beko pagará al club catalán no fue dado a conocer.
  14. Como otros clubes grandes de Europa, el FC Barcelona ofrece servicios que incluyen acceso a salas VIP, menciones en la memoria anual de la institución y descuentos en alquiler de instalaciones para reuniones corporativas, exhibición de productos y cocktails. El nombre del programa deja pocas dudas acerca del espíritu de la iniciativa: Club Empresa del FC Barcelona. Las instalaciones del Camp Nou también disponen de espacios y salas con capacidad para celebrar una boda y la ceremonia civil previa. También puede mencionarse la iniciativa FCB Corporate Training, línea de servicios de formación, desarrollo y motivación para empresas creada junto con la consultora de recursos humanos Makeateam. El club también ofrece disputar un partido, haciendo “realidad el sueño de millones de aficionados de convertirse en futbolista” y, asimismo, ha cedido a una empresa la construcción en sus instalaciones de un espacio memorial para que los socios y simpatizantes que lo deseen depositen las cenizas de sus seres más queridos.


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