A mis viejos, Don Haedo y Doña Graciela, por su amor y guía.
A mi familia, razón de vivir y vida.
A Juan Samaja, maestro, filósofo y amigo, por nutrir los caminos de la investigación científica y del pensamiento nacional con una sabiduría y compromiso que me inspiran y acompañan.
A las y los docentes que, en los lugares más recónditos de la Patria, abrazan la comunicación como herramienta para el más maravilloso aprendizaje de niñas, niños y adolescentes: la palabra como práctica de la libertad.
Dos comentarios;
1.- El CAPTCHA tarda para cargar o no lo hace; y
2.- Solo se logra leer la dedicatoria del libro.
Hola @leones472,
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