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12 El discurso proteccionista

La construcción de zonas de diferenciación

Julián Castro y Esteban Fernández

Caballos: espacios de diferenciación, zonas de paso

En este artículo nos proponemos continuar la deriva de nuestro trabajo final de grado, al que llamamos el Giro Animal y dimos por concluido a fines del año 2015. Analizadas en el presente, aquellas preguntas, inquietudes e indignaciones que se produjeron al ver marchar los acontecimientos hacia una dirección inexorable parecen haber caído en la intrascendencia, puesto que ese destino inexorable no se consumó. Pero en aquella investigación nos hicimos muchas preguntas, y la explicación concreta de lo que decimos será un ejercicio que, esperamos, no se haga demasiado moroso, pero que resista la posible intrascendencia de aquellas preguntas que replican uno de los pilares de nuestro trabajo: su desarrollo inferencial.

El trabajo se basó en un análisis de las producciones discursivas de lo que en ese entonces era una aparición novedosa: el proteccionismo animal. La lucha que la Asociación Sin Estribos[1] fue instalando –e iremos dando cuenta a lo largo del trabajo– se libró contra el uso de caballos por parte de carreros, es decir, un grupo de recicladores que se movilizan en carros tirados por caballos dentro de la zona urbana de la ciudad de Córdoba[2].

La cruzada proteccionista se agudizó en el año 2012 con la creación de la Cátedra de Derecho Animal de la Universidad Nacional de Córdoba[3]. Para ese entonces, diversas movilizaciones y acciones de protesta, junto con apariciones en los medios de comunicación, fueron la vía de denuncia del maltrato de caballos por carreros. Previo a ello, los conflictos en torno a la actividad de los recuperadores urbanos apuntaron principalmente a cuestiones de circulación vehicular y recolección de residuos. Como veremos, uno de los logros proteccionistas fue que esa serie de presentaciones, protestas, acciones civiles y judiciales, reconfiguraron la forma en la que los carreros aparecían en los medios de comunicación.

Aquel horizonte inexorable que era nuestra intuición primera, era la desaparición de los carreros por la imposición de los términos proteccionistas, lo que no ocurrió hasta el día de hoy. Pero el conflicto que se libró, sigue hablando de algunas cuestiones que nos siguen inquietando. Como se puede apreciar de lo poco que dijimos, la ciudad fue un elemento fundamental en nuestro enfoque de análisis, en ella los cambios se producen rápidamente. Como afirma Jean-Luc Nancy[4], la ciudad se aleja en cada transformación, cada vez que se expande, se contrae, se plantea crecer hacia cierto sentido u otro.

En el comienzo de nuestro trabajo nos preguntábamos sobre los motivos que hacían fracasar una vez tras otra los intentos de reemplazar los carros tirados por caballos que los recicladores –llamados carreros– usan para realizar su tarea. Sin una exploración científica en particular nos preguntábamos por qué el reemplazo tecnológico parecía ser una respuesta coincidente de medios de comunicación, políticos y actores que en aquel momento (año 2012) estaban emergiendo en nuestra ciudad: las asociaciones proteccionistas de animales[5].

Los aportes teóricos de Raymond Williams nos permitieron comprender, a través del concepto de forma cultural, que “la respuesta tecnológica a una necesidad, no es tanto una cuestión de la necesidad misma sino del lugar que ocupa en una formación social existente” (Williams 2011: 32). Cuando el autor desarrolló este concepto a partir del caso de la televisión, hizo énfasis en que la forma particular de esta respondía a la necesidad de un nuevo tipo de “comunicación” con “noticias llegadas desde ‘afuera’, de fuentes de otro modo inaccesibles” (Williams, 2011: 41), que eran propias de un nuevo paisaje urbano transformado por la Revolución Industrial. Esta dialéctica entre fuerzas productivas, formas de vida y formas comunicacionales nos acompañaría durante toda nuestra investigación.

El concepto de Williams nos acercaba a pensar los fracasos de los reemplazos tecnológicos del carro como resultado de una falta de mensura o atención hacia algunos aspectos que eran rescatados por Williams en su idea de forma cultural. Esto es: el análisis de usos, efectos, desarrollos e instituciones que dan lugar a un objeto en una formación social determinada. Nos abría el panorama en dos sentidos: por un lado, entender al carro como forma cultural, implica pensarlo también en relación a ciertas necesidades y configuraciones materiales e históricas que lo moldearon como solución, y por otro lado, entender al reemplazo tecnológico mismo como una forma cultural. Esto es, ahondar en los misterios de la obstinación y entender que algo existe en las respuestas tecnológicas que colma algunas expectativas e intereses, también en la relación dialéctica que hemos dicho que queremos rescatar. Pensamos que “Si la vivencia surge en un proceso selectivo de significación, cada signo estará remitido a particulares formas de experienciación social. De allí que podamos afirmar la naturaleza social del signo –y, por tanto su carácter ideológico” (Espoz, 2013: 6) –.

Pero las intervenciones de ese actor emergente, los proteccionistas, fueron en aumento durante 2012 y 2013, llegando a imponer muchos de sus términos y lenguajes al discurso mediático donde se hacían visibles los carreros. Al respecto de esto, la visibilidad de los carreros en los medios de Córdoba aumentó exponencialmente y en proporción directa al aumento de la presencia de los proteccionistas en los medios.

Nuestro trabajo se re-direccionó y el concepto de forma cultural se convertía en un elemento analítico para comprender la figura del caballo donde descansaban la mayoría de los argumentos proteccionistas. Ese animal y no otro fue el objeto de sus intervenciones y de su cruzada principal. Ese caballo que se presenta como línea de cruce de dos experiencias distintas de la misma ciudad, puede ser “solo igual a sí mismo” (Voloshinov, 2009: 26). La diferenciación del caballo se replica de manera análoga en la aclaración que los proteccionistas hacen al respecto de que “sabemos, que las patas de los equinos, con o sin herradura, se desgastan más en el cemento, pues esto es lo que promueve, aparentemente, la oposición al caballo en la ciudad y no su persistente uso en el campo”[6]. La protección del caballo, y no de cualquier otro animal, se da incluso a costa de un modo de subsistencia humano, como es el trabajo de carrero.

Espacios diferenciados, animales diferenciados, excepciones, inclusiones y exclusiones, sobre esto se trata nuestro trabajo. Como lo destaca Eliana Abraham en su artículo “La producción social del espacio, acciones emergentes en una ciudad planificada estratégicamente” (Abraham, 2015) los espacios urbanos, en tanto que están construidos por una trama de sentidos sociales, son “espacios diferenciados” al decir de Lefebvre. Este autor define al espacio en relación al tiempo cuando dice que “Un espacio es la inscripción en el mundo de un tiempo” (Lefebvre, 2013: 211).

En el apartado siguiente desarrollaremos el carácter conflictivo de los carreros en relación a la circulación, que veremos se constituye como uno de los valores que le dan sentido a ese reemplazo tecnológico e introducen al espacio urbano como terreno de disputa en este trabajo. Para ello haremos algunas consideraciones sobre el abordaje teórico de los conflictos urbanos como los que se produjeron.

A continuación, caracterizaremos el discurso proteccionista. Lo ubicaremos en relación a esos elementos que destaca Williams en el concepto de forma cultural, pero antes se hace necesario delimitarlo en sus relaciones contextuales. Para ello recurriremos a los resultados de nuestra investigación precedente, en donde se verá el momento en el que el discurso proteccionista adquiere centralidad.

Por último veremos que el discurso de la Asociación Sin Estribos (ASE de aquí en adelante), finalmente, propuso nuevas formas de informalizar y segregar personas, dentro del marco de las disputas por el espacio urbano. Estos intentos se realizaron a partir de una estrategia discursiva tendiente a separar al caballo del resto del mundo animal, estableciendo una serie de propiedades y jerarquías. Allí el concepto de dispositivo en la conceptualización de Agamben, echará luz sobre la lógica de separación y exclusión del discurso proteccionista, principalmente sobre cómo se construyen espacios de exclusividad. Partiendo de una figura, en este caso el caballo, se proponen ciertos usos válidos del espacio, lo que nos revela otra cosa que la confirmación de su carácter social, por lo tanto ideológico y conflictivo.

Líneas de Fuga: ciudad, animal y discurso

La Avenida Colón es una de las tantas vías de la ciudad de Córdoba que ofrece dos paisajes distintos. En la parte baja, desde Alberdi hasta el centro, la invitación es a verlo, o mejor dicho “vivirlo” todo al ras del suelo, entre la multitud que a pie entra y sale de las escuelas, de las oficinas del Estado, que se mezclan con almacenes, ferreterías, supermercados, edificios de departamentos y mega emprendimientos inmobiliarios.

En la parte alta, la Avenida Colón es una ruta de acceso al centro desde el oeste. Ancha, veloz, casi sin personas caminando por las veredas; lo que allí hay son tres grandísimos supermercados, tres estaciones de servicios, varias concesionarias, enormes edificios y hasta algunas barrancas vacías. También ahí se encuentran algunos de los más grandes complejos y proyectos de torres de los autodenominados “desarrollistas urbanos”. Los más modernos, además de decenas de torres, dicen contar con centros comerciales, gimnasios y farmacias propias, pileta y asadores en el balcón. Allí podés ejercitar el cuerpo o comer un asado, bien aprovisionado de medicamentos, cigarrillos y bebidas frías; una de las principales comodidades es no tener que salir del complejo de torres.

A medio camino de ambas ciudades, al lado de la punta de línea del trolebús B, esquina de Colón y Zípoli, están las torres “Cardinales” del grupo GNU y las nuevas torres de la constructora Gama. Todavía, por un pasaje que separa las dos torres, se puede ver una casita humilde, en la cima de una subida de unos cuarenta metros de alto que termina, más o menos, a la altura del cuarto piso de las torres. En el pasaje, todo el día, se puede ver un caballo pastando. Este caballo irrumpe en el hálito de modernidad y progreso que impregna el recorrido de la Avenida Colón, en su parte alta. No tienen mucho que ver con el incesante trajinar del centro, tienen mucho que ver con el paisaje de los barrios, apenas unas cuadras a la derecha y a la izquierda de allí.

Escenas de zonas diferentes, pero también diferenciadas o figuras intermedias que hacen difícil una vista única, una mirada totalizante de la ciudad. Desafíos que tienen que ver con los aspectos estructurales que las investigadores referidos usan para caracterizar al “capitalismo en este periodo que denominamos neocolonial’; es decir, de recomposición y transformación del modelo de dominio colonial sobre todos los aspectos y dimensiones de las condiciones sociales de existencia contemporáneas (Bio-política)” (Espoz, Michelazzo y Sorribas, 2010: 84).

A partir de la reforma administrativa estatal de comienzos del milenio confluyen estado y mercado en un proyecto de ciudad, razón por la que, en este caso, los cambios en el diseño urbanístico quedan marcados por la intervención del capital privado en las decisiones públicas mediante mecanismos institucionalizados como la concertación público-privada (los hoy conocidos “convenios urbanísticos”).

Como se desprende de una lectura de Williams, de sus estudios como El Campo y la Ciudad (1973), y Televisión Tecnología y Forma Cultural (2011), las transformaciones materiales, en especial del capitalismo, alteran las relaciones, organizan las distancias, los recorridos y las trayectorias del andar, posibilitan cierto tipo de encuentros e imposibilitan otros. En este cruce, entre estado y agentes privados, aparecen las coordenadas de un tipo particular de urbanismo, con una particular forma de disponer cuerpos y proyectar su circulación. En este caso podemos decir que “el espacio se instrumentaliza en función de proyectos de planificación estratégica de la ciudad provenientes de distintos sectores hegemónicos” (Abraham, 2015: 3). Surge así un nuevo campo de saber y una circulación del conocimiento entre agentes privados y estatales; la distribución de estos saberes es clave para comprender las desigualdades que existen entre los distintos actores. Por eso rescatamos la reflexión de las investigadoras María Eugenia Boito y Belén Espoz cuando dicen que vaciar la calle es un ideologema fundamental de este tipo de urbanismo: esto, como expresan las autoras, “en principio significa limpiar las redes de circulación asignándole a cada cuerpo un lugar en el espacio; fijándolos a una tecnología habitacional” (Boito, Espoz, 2014: 54). La circulación es el principio de este urbanismo que se produce como un saber, por no decir una verdad: ¿es aventurado decir que la circulación aparece como la verdad de la ciudad o la condición de su verdad? Se convierte en el valor naturalizado del proceso histórico que la constituye.

La “salida de lo político del marco categorial del estado nacional” (Beck, 2001: 15), que uno puede leer en el mecanismo de la concertación público-privada, cambia las maneras de entender lo político, abre nuevos caminos de participación y toma de decisiones, que incluyen también las decisiones urbanas y la aparición de nuevos objetos políticos. Y allí además surgen espacios colectivos que problematizan el valor del espacio, su construcción misma, como los vecinos de Alberdi nucleados en la Multisectorial Defendamos Alberdi[7]. Al mismo tiempo emergen conflictos de relocalización de barriadas, por revaluaciones y devaluaciones de los terrenos o el acceso a los servicios. La inscripción del tiempo en el lugar, que conforma un espacio, con significado social, aparece como terreno de disputa.

Si, como dijimos, el Estado sufre un retiro parcial hacia ser un socio más en la diagramación urbana, el discurso proteccionista se inserta como un operador intermedio, en palabras de Guattari, capaz de producir la necesaria “facilitación semiótica que puedan captar la energía molecular de deseo de los individuos o de los grupos humanos” (Guattari, 2013: 29). Con esto queremos decir que en estas instancias se producen, muchas veces, las redefiniciones sociales.

Dicho esto, lo que queremos presentar es un esbozo de un giro, un cambio veloz, una redefinición, que llamamos el Giro Animal. Para ello, en nuestra investigación elaboramos una estrategia metodológica en dos momentos. En primer lugar, realizamos una lectura y un análisis detallado sobre la aparición del colectivo de los carreros en los medios de comunicación en el período 2012-2013 a partir de los medios digitales lavoz.com y lmcordoba.com. Aquí nos preguntamos: ¿en relación a qué temáticas se daba la presencia del colectivo de carreros en los medios de comunicación? Así como también, ¿cómo están jerarquizadas, en los medios de comunicación analizados, estas temáticas donde se inscribe a los carreros? En segundo término un análisis cualitativo del discurso proteccionista de la ASE, utilizando el concepto de forma cultural, para la construcción de nuestro enfoque materialista.

Lo fundamental del primer momento está dado por la necesidad de mensurar realmente el impacto del accionar proteccionista. La creación de la Cátedra de Derecho Animal en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Córdoba en el 2012, fue nuestro punto de inicio. Este contexto de cambio es el que enmarcamos en un recorte temporal de dos años (2012-2013), donde realizamos un recorrido exploratorio de los contenidos para encontrar allí́ las series de categorías temáticas más recurrentes, y con ello, analizar la variación de las mismas en dicho período. Tratamos de ver qué ocurrió frente a la aparición de este nuevo actor, el proteccionista.

De la lectura de las notas, construimos ejes a través de los que puede verse como prismas el accionar de los carreros. Un eje fue el llamado Caos Vial: en estas notas el hecho noticioso que se construyó́ tiene que ver con distintos problemas u obstáculos del tránsito de la ciudad. El segundo fue el eje Problema de la Basura: estas notas informaron sobre los problemas del servicio o construyen su noticia sobre el tema de este servicio. En tercer lugar el eje Iniciativa TAS, donde agrupamos las notas en donde el suceso principal fueron actividades, de las asociaciones proteccionistas u otros actores, vinculadas a intentos de prohibir el uso del caballo para tirar carros en nuestra ciudad. En la categoría Protesta de carreros se encuentran las noticias que hicieron de una protesta de carreros su hecho noticioso principal o secundario. Otro eje fue Detención de carreros, surgido de los casos donde el hecho noticiable nació́ de una detención, algún procedimiento judicial impulsado por la ASE, o incluso por parte e iniciativa de la policía cuando los carreros intentaban circular por zonas no permitidas por alguna de las reglamentaciones vigentes. La categoría Problemática de los carreros en particular se centró en la situación que viven los carreros, siendo en su mayoría notas de opinión con un mayor análisis del problema, pero cuantitativamente inferiores respecto del resto de las categorías. En el eje Protestas proteccionistas entraron aquellas notas donde el acontecimiento noticioso principal eran las acciones contenciosas de las asociaciones proteccionistas. Por último en el eje Maltrato Animal quedaron las notas que se centraron en la tematización de todo aquello que presentaba o analizaba formas de violencia y mal estado de los caballos utilizados por carreros. Este fue casi siempre un tema que se derivó́ de alguno de los anteriores, por lo que su presencia fue más fuerte entre los temas secundarios.

Como dijimos, hasta ese momento el andar de los recicladores por la ciudad no estuvo libre de conflictos. La relación entre municipalidad y carreros fue un eje constante para comprender la problemática variante del sector, más allá del proteccionismo. Para el año 2008 los problemas de la ciudad de Córdoba, en torno a la recolección de residuos urbanos, se daban por la abultada deuda contraída con la empresa Cliba[8], que prestaba el servicio de recolección desde el año 1986. Para septiembre de ese año, la deuda era de unos 75 millones de pesos[9], lo que desencadenó el cese provisorio de su servicio y la salida de la misma como proveedor del Estado Municipal.

Los carreros pasaron a ser actores claves en tanto eran un paliativo a las fallas del sistema de recolección y cuyo aporte era bien considerado por la Intendencia de Giacomino (2007-2011), que promovió la incorporación del sector, con una mayor formalidad a sus actividades en el sistema municipal de recolección y tratamiento de los residuos. Tanto es así que en el 2008 se gestaba un pliego que proponía una mejora social y laboral para los recolectores informales. Como lo asienta la versión taquigráfica el 30 de enero del 2008 se daba lugar a la participación, en una comisión especial del Concejo Deliberante de Córdoba, a las organizaciones “Asociación Civil Raíces, la Cooperativa Los Carreros, la Cooperativa San José, la Cooperativa Corcor y la Asociación Civil Federal”[10].

Pero este panorama no fue del todo promisorio para los carreros; la formalización desembocó en falta de pago. Así para el año 2012 sus protestas fueron tomando las calles de Córdoba, principalmente en el cruce céntrico de la Avenida Marcelo T. de Alvear y 27 de Abril, esquina del Palacio 6 de Julio, sede de la Municipalidad de Córdoba.

Ya iniciada la intendencia de Ramón Mestre en el año 2012, se presentaba un antecedente clave del conflicto: la creciente visibilidad en las calles y en los medios de los carreros y sus caballos[11]. Las protestas se enmarcaron en dos ejes claves: el pago de las deudas y obtener la continuidad de los acuerdos previamente logrados durante la intendencia de Daniel Giacomino. Es allí donde irrumpe el nuevo discurso (aunque no nuevo en sí mismo) del proteccionismo animal.

Este nuevo escenario trae entre otras cosas la prohibición por ordenanza de la circulación de carreros por las zonas de Nueva Córdoba[12] y el Centro de la ciudad. La invocación de la Ley Sarmiento[13] y el llamado “maltrato animal” se alejaron de aquel horizonte que antes vislumbraba posibilidades de formalidad y trabajo legal para el sector. Se comenzaba a configurar otra deriva. En los medios locales, su andar fue visto como algo anacrónico, obsoleto y peligroso para el resto de los transeúntes[14]. La moral proteccionista se anteponía a la urgencia del trabajo que representaban los recolectores de residuos.

Como se puede apreciar, los antecedentes que se presentaban, redundaban en una lucha por el espacio urbano, por quién circula y quién no, más precisamente sobre cómo circular. Los proteccionistas, en este sentido, argumentaban que los caballos no son aptos para transitar en las calles de la ciudad y abogaban por el fin de su uso para la recolección de residuos. Lo que denominamos el giro animal es el aumento de la presencia de carreros, en la mayoría de los caso en los mismos términos, con relación directa al accionar proteccionista.

Posteriormente a la creación de la Cátedra de Derecho Animal en la Universidad Nacional de Córdoba, la aparición mediática cambia. Las protestas de los carreros comenzaron a dirigirse, principalmente, a los secuestros de caballos y las sucesivas prohibiciones que sufrieron en torno a las posibilidades de seguir desarrollando su labor diaria, como la protesta del nueve de Octubre de 2013[15]. Ya para 2013, además, la emergencia de carreros en la cobertura periodística, era mucho mayor que en 2012. De nuestro análisis cuantitativo se podía apreciar que antes de la creación de la Cátedra mencionada, apenas hubo cobertura periodística de los carreros: aparecieron apenas cinco veces entre ambos medios en el periodo, en cambio, para los tres semestres posteriores hubo varias decenas. Se multiplicaron también los ejes de las noticias sobre –o con– carreros.

En resumen, durante el año 2013 el tratamiento informativo de la totalidad de noticias que involucraron a los carreros se incrementa en un 240% (de 20 a 68). El tema que identificamos como el de la problemática de la basura, decrece proporcionalmente desde el año 2012 al 2013. Así de ocupar la mitad de las notas recopiladas de La Voz en el 2012 a tener un 14% en 2013, cuando el aumento total, en este medio fue del 250%. En La Mañana, solo hubo una noticia vinculada al tema de la basura en 2012 y en 2013 no hubo ninguna, año en el que se incrementó́ en un 230% la cantidad de noticias vinculadas al sector de los carreros. En este mismo panorama, aumentarían las noticias vinculadas a las protestas de carreros, sus detenciones y el caos vial que los cortes en el centro generaban.

Si tomamos las notas, donde el principal tema en cuestión es la protesta de carreros, podemos observar que lo que aparece motivándolas no tiene que ver con los conflictos con la Municipalidad, sino con el secuestro de caballos y la iniciativa para prohibir la tracción a sangre que parte, principalmente, de la ASE.

La creación de la Cátedra coincidió con la iniciativa surgida en el mismo año 2012, de la recolección de firmas para prohibir el uso del caballo por parte de los carreros. La misma, “cuenta con el apoyo de la Mesa de Proteccionistas de Córdoba, SUMA Córdoba, S.O.S.: Animalitos en Riesgo y la Sala de Derecho Animal del Colegio de Abogados de Córdoba”. La recolección de firmas[16] se lanzó en un evento que reunió a dichas asociaciones, tal como lo mostraba el diario La Voz[17]. Este dato nos habla de un aspecto fundamentalmente cualitativo, la capacidad de la Asociación Sin Estribos y los creadores de la Cátedra de Derecho Animal de sumar el apoyo de otras organizaciones, por lo que podemos decir algo así como el discurso proteccionista. Incluso la iniciativa lanzada por el conjunto de abogadas que presiden cada organización, contó con la proyección de un tráiler del documental HORSES, realizado por Juliana Rodríguez y bajo el aporte de la organización internacional Canadian Voice For Animals[18]. Es la realizadora del documental, Juliana Rodríguez, quien les agradece explícitamente en el blog del proyecto por la participación de la ONG diciendo “Un especial agradecimiento a Coqui Montyel y a María Inés Bacigalupo, de ‘Canadian Voice for animals Argentina’ porque desde el principio de este documental estuvieron presentes colaborando con material e información para la realización del mismo”[19].

El discurso proteccionista ofreció una variada gama de argumentos para prohibir el uso de carros para la tarea del reciclaje. Una de las preguntas que inmediatamente aparecen es por qué la batalla se libraba particularmente contra el colectivo de carreros, cuando son visibles tantas otras formas de la explotación y el uso para trabajo de animales. Esta elección hablaba de una cualidad especial reconocida en el caballo, sin importar si era ilusoria o no. Cualidad donde iban a descansar los argumentos que llevan a la prohibición de este animal en la ciudad, a la luz de esa argumentación podemos leer qué cualidades son requerimientos para poder circular por la ciudad. Por eso nuestra investigación tuvo un segundo momento plenamente cualitativo.

En la figura animal descansan muchas de las argumentaciones sobre la vida, y su relación con la política y la justicia[20]. Pero más allá de esas argumentaciones, la forma en la que ha sido conceptualizada y comprendida la vida animal ha variado, tanto o más, que los discursos que sobre ella han producido la filosofía y los estudios jurídicos. Hemos visto la importancia del espacio como proceso de significación. Comprendemos que en torno a la figura del caballo “se traza una línea de fuga, pero siempre se corre el riesgo de encontrar sobre ella organizaciones que re-estratifican el conjunto, formaciones que devuelven el poder a un significante, atribuciones que reconstituyen el sujeto” (Deleuze y Guattari, 2001: 15).

Las formas de pensar la vida animal se ven transformadas por distintos cambios tecnológicos, sociales, lo que evidencia una construcción cultural. De este reconocimiento se puede decir que la vida animal es un concepto, que por su ubicuidad se convierte en centro de reflexión, a la vez que su figura está atravesada por los cambios materiales que le dan sentido. Al respecto Williams nos advierte: “Cuando los conceptos más básicos son súbitamente vistos como problemas; no como problemas analíticos sino como movimientos históricos aún irresolutos, pierde sentido escuchar sus sonantes estruendos. Solo debemos recobrar, si podemos, la sustancia con la cual fueron moldeadas” (Williams, 2009: 17).

Los usos, instituciones, desarrollos y efectos, esto es la forma cultural que se encuentra en el discurso proteccionista en relación a lo animal, son capaces de producir un caballo, que no solo puede ser aceptado, sino que logra hacerse eco en el discurso mediático. Como Foucault propuso en La Microfísica del Poder (1979), no nos ocupamos de la legitimidad establecida en el discurso hacia las líneas que producen su verdad, sino del reparto de capacidades de acción que el discurso pone en práctica. Para esto recurrimos a una serie de intervenciones mediáticas que la ASE realizó en el periodo que llamamos del Giro Animal, a los fines de conocer la multiplicidad de elementos que conjugan aspectos creativos, epistémicos y referenciales que urdieron al caballo como ese animal, cuerpo, ser viviente, objeto de polémica, que le dio sentido y verosimilitud al discurso. Por eso mismo buscamos acceder al material como un todo que cobra significado en el cruce de esos elementos identificados por Williams.

Tecnolimbo, líneas de cierre

Las características y particularidades del discurso proteccionista, en relación al aporte de Williams, pueden verse al estudiar cómo el caballo es moldeado en el discurso a partir de algunos elementos como los que veremos a continuación.

Respecto a los proteccionistas identificamos dos estrategias. En una de ellas, se apuntó directamente a la prohibición de la tracción a sangre como medida política que deba regir sobre los derechos de los carreros a realizar su trabajo tal como lo vienen haciendo hasta la actualidad. Por otro lado, se apuntó a darle a los carreros, lo que para los proteccionistas implicaría una solución, una motocarga. Las protestas exigían al Estado Municipal una solución: “Las activistas de la ONG realizaron murgas, lucieron body painting y mediante disfraces pidieron la sustitución de los animales a tiro por otro medio de movilidad como motocargas, o bicicletas con montacargas”[21]. Vislumbramos dos opciones políticas que encierran de fondo una jerarquización del hombre y el animal: por un lado, aquella que tome como centro del problema la situación del carrero, y por el otro, aquella que tome como centro del problema la situación del caballo.

El primero de los elementos a rescatar, en la construcción del caballo por los proteccionistas, es la utilización del discurso jurídico como espacio de lucha y de inscripción privilegiada de las categorías animales. Este elemento no es fortuito. Las organizaciones proteccionistas tienen un accionar dentro del campo del derecho: en el año 2012, la Presidenta de la ASE, Andrea Heredia de Olazábal, funda la primera Cátedra de Derecho Animal de Latinoamérica. Por lo tanto es posible notar que gran parte de los discursos producidos por esta organización hayan circulado por el ámbito académico y la mayor parte de los esfuerzos proteccionistas fueron por inscribir sus demandas en el ámbito judicial. La apelación a la Ley Sarmiento de protección de los animales, corrió en ese sentido. La iniciativa para prohibir la denominada “tracción a sangre” mediante la recolección de firmas, ahondó en una utilización de todos los medios legales disponibles[22].

La institución jurídica es central, entre todas las que determinan al animal en el discurso de la ASE. El argumento jurídico descansa en el “reconocimiento de los derechos de todos los seres, con la única condición de ser capaces de SENTIR” (Heredia de Olazábal, 2013: 3). Al finalizar nuestra investigación denominamos La Estrategia del Dr. Wise, a la propuesta jurídica que vimos esbozarse en los Congresos de Derecho Animal[23], donde las abogadas proteccionistas presentaban sus ponencias. La denominamos así por la presencia en uno de los congresos del Dr. Wise, quien tiene una estrategia especial para lograr que los animales sean incorporados a la protección del derecho basada en “hacer cruzar la línea a algunos animales”. Esta estrategia reconoce una gradación y jerarquización jurídica existente y propone, pasar de jerarquía a toda una primera categoría “constituida por animales que sean capaces: de poder desear; de poder movilizarse para concretar su deseo y poder verificar la satisfacción que le proporciona la obtención de lo deseado” (Heredia de Olazábal, 2013: 11).

Pero más allá de la estrategia están los valores que la sustentan, su puesta en práctica; el carácter moral de la propuesta proteccionista.

Por otra parte y desde una mirada AMBIENTAL, la protección de los animales se funda en el principio esencial que “la protección de los seres más débiles e indefensos resulta indispensable para lograr un equilibrio natural”. En este caso, los animales como seres vivos que se encuentran atacados, invadidos, avasallados por los seres humanos, disponiéndose de ellos como si fuesen objetos, como si no tuvieran vida propia y necesidades específicas. El objeto del derecho animal radica sobretodo en reconocer a los animales como seres vivos, sintientes y como sujetos que deben ser protegidos legalmente, respetados en su integridad y de acuerdo a su hábitat, sin desconocer que muchos de ellos dependen del ser humano para vivir dignamente cual es el caso de los animales domésticos.

Desde una visión antropocéntrica, no puede reconocerse a los seres humanos un derecho especial o superior sobre el resto de las especies, pero sí radica en el hombre, la responsabilidad de la conservación de la naturaleza y la vida animal para su preservación y del medio ambiente. (Heredia de Olazábal, 2013: 15)

“Ambiental”, “hábitat”, “sintiente” son palabras bien escogidas para oponerse al antropocentrismo. Pero por ahora podemos seguir considerando en el argumento ambiental una coincidencia con el lugar de emergencia que ocupan los carreros en la cuestión de los residuos, que tantas dificultades brindan al municipio. Esta relación de yuxtaposición es explícita en la siguiente afirmación, publicada en la sección opinión del diario de mayor tirada de la provincia:

Ninguna ciudad civilizada permite que por sus calles transiten carros arrastrados por caballos, yeguas preñadas ni niños que dejan la escuela para recoger cartones o basura.

En ninguna ciudad que pretenda erigirse como una comunidad de valores se admite la instalación de un basural a cielo abierto, porque destruye el modo de vivir de las familias que habitan en sus cercanías, con mugre, olores y alimañas, y deprecia el valor de sus propiedades y de sus vidas.

Tampoco permite transitar las calles sin seguro contra terceros, sin carnet de conductor, con desidia absoluta hacia el prójimo[24].

El segundo elemento que se puede rescatar de su uso de los medios es el tratamiento de la imagen. Las organizaciones proteccionistas hicieron circular su discurso por medios digitales y otros tradicionales como el cine, además de la circulación académica. Pero el hecho más notable fue la utilización de imágenes dramáticas e intolerables. Por ejemplo, en el contenido compartido en medios digitales, o en el film documental Horses ya mencionado, redunda en la ubicación de carreros en zonas empobrecidas y degradadas, donde los caballos están lastimados, los niños son explotados y el cuatrerismo[25] aparecía para explicar cómo los recicladores pueden llegar a obtener un bien que debería ser comprado (el caballo) sin tener dinero para hacerlo. Abundan las imágenes de caballos sufriendo, ensangrentados en medio de la calle o de la ciudad.

El tercer elemento es el lugar de lo tecnológico como solución al uso del caballo y conjunción de lo ambiental. Este mismo elemento es el motor del imperativo moral: “No estamos en épocas de arados, los medios y recursos para realizar las labores han cambiado constituyendo este unos de los aspectos que más han evidenciado la revolución tecnológica vivida por la Humanidad” (Heredia de Olazábal, 2013: 5). La tecnología aparece como el medio que ha permitido a la humanidad abandonar la explotación de los animales. De allí, quien no puede, o no quiere asimilar la transformación técnica, queda moralmente excluido. Como se puede leer más arriba, la tecnología es medio para crear aquel tiempo para un lugar. El tiempo de la ciudad no puede ser el de los caballos, sino de otro tipo de vehículos. Lo temporal es también motor de la ley, que debe cambiar a la par de la revolución tecnológica.

No se saldrían, quizás, los “fantasmas ambientales” sin la presencia acechante del desastre ecológico, en ese sentido la Consultoría para la Elaboración de un Plan Integral de Residuos Sólidos Urbanos para la Municipalidad de Córdoba, Provincia de Córdoba, de la Secretaría de Ambiente de la Nación, remarca que “Hoy en día esta Ciudad se encuentra en un punto de inflexión entre un pasado con parcial comprensión de la problemática ambiental y un futuro que permite avizorar los primeros síntomas de cambio hacia sistemas más adecuados”[26].

Foucault lo resume al decir que con un “problema técnico planteado por la ciudad presenciamos la irrupción del problema de la naturalidad de la especie humana dentro de un medio artificial” (Foucault, 2007: 42), y esto es parte de lo que llama una tecnología de la seguridad. La misma se encarga de solucionar ese problema técnico, que no es otro que “acondicionar un medio en función de acontecimientos o series de acontecimientos o elementos posibles, series que será́ preciso regularizar en un marco polivalente y transformable” (2009: 40). En estas tecnologías de seguridad, aparece una forma de dominación: el biopoder. Foucault dice que “Los dispositivos de seguridad trabajan, fabrican, organizan, acondicionan un medio aun antes de que la noción se haya constituido y aislado. El medio será el ámbito en el cual se da la circulación” (2007: 41). Pero a los caballos de los carreros, se los puede ver en el espacio degradado, donde la tecnología no dio su redención de la explotación, o en el basural que es la contracara del consumo.

En el discurso proteccionista se encuentran pistas de su lucha en el campo de la ley como medio de acondicionar un mejor ambiente. Del ambiente, del tiempo en el que vivimos, depende también la ley en el discurso proteccionista, “no es tiempo de arados”.

Los tres elementos se anudan, las imágenes de lo degradado, el lugar de lo tecnológico como solución y el discurso jurídico como fuente de legitimidad, en una propuesta que va hacia lo ambiental. Por ello en un texto de circulación académica, la presidenta de la ASE dice “la protección de los seres más débiles e indefensos resulta indispensable para lograr un equilibrio natural” (Heredia de Olazábal, 2013: 8). La composición de ese sentir y el problema ambiental hacen justicia a la cuestión de la sensibilidad y su relación al entorno.

Las preocupaciones e intereses que se traslucen en el discurso proteccionista son propias del contexto de socio-segregación y cambio en la planificación urbana, que se dan en la ciudad de Córdoba. Mientras tanto son un movimiento propio de la búsqueda de estabilizar un tiempo y un lugar, cuyo obstáculo es la figura del caballo, una figura crítica: el animal que aparece allí pastando al lado del asfalto lejos está de afirmar un tiempo único.

En este camino puede empezar a comprenderse cómo el discurso proteccionista logró insertarse en la comunicación social: los medios masivos, dentro de la lógica mercantil y de repliegue al hogar se abocaron inicialmente, y principalmente, en el problema vial. Su interés por la circulación parte de la base del servicio informativo que brindan al ciudadano que es su público. Pero a la vez, este principio, encuentra ciertas compatibilidades con el discurso proteccionista.

El Animal Sagrado

Por sobre la puesta en escena de un discurso de un villano y un héroe estaba la red de atributos, cualidades que los hombres deben poseer para transitar la ciudad o cuidar un animal. El principal pivote de los argumentos proteccionistas es el de considerar a los animales como sintientes; la sensibilidad misma del animal se produce en el discurso en una serie de oposiciones y gradaciones. Así no es de sorprendernos que mientras el caballo fue presentado como un ser sintiente, los carreros quedaron del lado de la insensibilidad, mediante una mecánica muy simple: si reconocemos que los cambios tecnológicos y productivos afectaron (mejor dicho formaron) nuestra sensibilidad respecto del animal, y este reconocimiento es patente en el caso de los proteccionistas, los carreros han quedado del otro lado: su experiencia de estos cambios en las condiciones de vida no los habilitan para tener un caballo. No los habilita para ser esos “más fuertes” al cuidado de los “más débiles”.

Es necesario también prestar atención a la adecuación o inserción del discurso proteccionista en una disputa más general, sobre el espacio urbano, en las coordenadas que brindan: la incorporación de privados en las decisiones urbanas, la circulación como valor del tipo de urbanismo que se desarrolla en la ciudad, que tiene como contracara un proceso de repliegue al hogar, segregación y acondicionamiento de entornos, creación de medios. Si, como dijimos, el Estado sufre un retiro parcial de estas tareas, a ser un socio más, el discurso proteccionista se convierte en algo así como un operador intermedio, en palabras de Guattari, que es capaz de producir la necesaria “facilitación semiótica que puedan captar la energía molecular de deseo de los individuos o de los grupos humanos” (Guattari, 2013: 29).

La utilización de figuras como la del animal cobra sentido especial ante el desplazamiento de la política a la biopolítica como trasfondo de la politización de las cuestiones ambientales[27]. Tal como dice Negri, esta última actúa “siguiendo líneas internas, en la producción, en los intercambios, en la cultura; en otras palabras, en el contexto biopolítico de su existencia” (Hardt, Negri, 2004: 302).

El carácter heterogéneo de los materiales, sustancias semióticas, con las que se construyó al caballo en el discurso proteccionista se acercan a la definición de dispositivo que Agamben rescata de Foucault:

Un conjunto absolutamente heterogéneo que implica discursos, instituciones, estructuras arquitectónicas, decisiones regulativas, leyes, medidas administrativas, enunciados científicos, preposiciones filosóficas, morales y filantrópicas, en breve: tanto lo dicho como lo no-dicho, estos son los elementos del dispositivo. El dispositivo es la red que se establece entre estos elementos… (Agamben, 2014: 7).

A esta lógica del dispositivo, la vemos no solo en la heterogeneidad de los elementos que se usaron en el discurso proteccionista, sino también en el uso de las imágenes dramáticas y crueles en las que se presentan a los carreros y sus caballos. El dramatismo de estas nos habla del carácter urgente del discurso[28]. Además de la urgencia, el dispositivo guarda una relación con la lógica de las decisiones urbanísticas, su carácter estratégico y su trama respecto al “cruce entre las relaciones de poder y las relaciones de saber” (2014: 9). Pero, con todo esto, la relación más firme y productiva del concepto de dispositivo para comprender este tipo de discursos es que este, dice Agamben, tiene raíz teológica y se orienta al gobierno y la administración del mundo de las criaturas; su fin es “gestionar, gobernar, controlar y orientar en un sentido que se pretende útil los comportamientos, los gestos y los pensamientos de los hombres” (Agamben, 2014: 17).

Hoy queda claro que el caballo, en el discurso proteccionista, cumple la función de rostridad “un cierre semiótico que se traduce por la necesidad de un reenvío permanente de los contenidos a las significaciones dominantes” (Guattari, 2013: 236). En este caso circulación, discurso jurídico como forma de categorizar animales y lo tecnológico como llave de acceso a una nueva ciudadanía. El dispositivo, que se monta, para sacralizar al caballo, propone quién tiene el derecho a cuidar al animal, quiénes son las personas aptas para tener un caballo. Pero con los mismos elementos vemos otra sacralización, la de la calle. Se sacraliza la calle y se organiza quiénes tienen derecho a su uso, y en qué condiciones. No debería sorprendernos que lo haga a través de la imagen de la vida, según Agamben “nuestra política no conoce hoy ningún otro valor (y, en consecuencia, ningún otro disvalor) que la vida” (Agamben, 1998: 16).

De una lectura atenta de lo antes descrito, surge un salto conceptual, el mismo que estuvo presente siempre en nuestra investigación sobre el discurso proteccionista. Uno puede atribuirlo a las tradiciones distintas de las que provienen, por ejemplo, Williams y Foucault. Lo cierto es que partimos de un intento de lectura materialista que relacione las producciones discursivas con ciertas condiciones de existencia características de una forma de vida particular y una estructura productiva y, terminamos explicando que el discurso funciona como un dispositivo. Algo así como una abstracción indeterminada.

Cuando Foucault dice que la tecnología de la seguridad fabrica un medio para incluso promover o planificar la noción de medio, parece hacer determinar la materialidad en las ideas. La determinación de los discursos parece partir de un campo de saber, o unas relaciones entre saber y poder que, a su vez, producen los mismos ámbitos donde circulan los discursos y las condiciones de producción de los discursos, incluso las nociones que los piensan. Pero nuestra lectura es que más que ocurrir esto, estamos frente a la confirmación del carácter productivo y material de los discursos. Por ejemplo el dispositivo de seguridad, no debería acondicionar series de acontecimientos variables, sin la presión de las fuerzas capitalistas, para el encuentro entre el capital y los trabajadores libres. La naturalidad, la problemática que Foucault atribuía, como propia, a la ciudad, nace de “la naturalidad de los mecanismos que, cuando los precios suben, y se los deja subir, permiten que se detengan por sí solos” (Foucault, 2007: 400). Al hablar de las ciudades Foucault nos aclara que, en los comienzos de la modernidad:

Debe advertirse con claridad, por lo tanto, que esa gran proliferación de disciplinas locales y regionales que se presenció desde fines del siglo XVI hasta el siglo XVIII en los talleres, las escuelas y el ejército se destaca contra el fondo de una tentativa de disciplinarización general, de reglamentación general de los individuos y los territorios del reino, en la forma de una policía ajustada a un modelo esencialmente urbano (Foucault, 2007: 390).

Este párrafo foucaultiano se lo puede leer a través de Guattari, en lo que él llama función de equipamiento colectivo, los que “mucho más que como meros elementos de una ‘superestructura’ ideológica y política, los equipamientos colectivos deberían ser considerados como máquinas que producen las condiciones de posibilidad de toda infraestructura económica capitalista” (Guattari, 2013: 30). En nuestro trabajo recorrimos una ciudad que cambia su forma al ritmo del retiro del Estado y el protagonismo del capital privado. Espacios diferenciados, zonas de exclusión, de circulación privilegiada del capital. A estos espacios, aquellos edificios altos, barrios de torres con asador, pileta, gimnasio y farmacia, les corresponden sus propios intereses, preocupaciones y sensibilidades. Pero conviven, se cruzan, interactúan con espacios diferentes –o desiguales–, con experiencias muchas veces antagónicas.

El dispositivo, que ilustra Agamben, parece ser aquel que se adapta a estas condiciones particulares. Recreando separaciones, exclusiones, rellenando espacios intermedios. Es propio de los discursos complejos de una ciudad fragmentada, donde las preocupaciones ambientales ocupan un lugar privilegiado entre la basura sin recolectar y la renovación del parque automotor. Entre los millones de personas de la ciudad algunos objetos pueden ser vistos como medio para la distinción. Es en el contexto de una política devenida en biopolítica que las figuras animales son claves. Al respecto, en el corazón de la teoría del Homo Sacer de Agamben se nos aclara, que “una de las características esenciales de la biopolítica moderna (que llegara en nuestro siglo a la exasperación) es su necesidad de volver a definir en cada momento el umbral que articula y separa lo que está dentro y lo que está fuera de la vida” (Agamben, 1998: 166).

De la politización de la figura del animal a las preocupaciones propias de la biopolítica de acondicionamiento ambiental, de allí nuevamente a la vida a secas, según Agamben vida sagrada, nuda vida, de aquellos que no cumplen los requisitos para pasar el umbral. Es en ella donde “el soberano entra en una simbiosis cada vez más íntima no solo con el jurista, sino también con el médico, con el científico, con el experto o con el sacerdote” (1998: 156). En unas condiciones de vida determinadas por el biopoder y la colonialidad, como decíamos en una cita varias páginas más arriba, las figuras animales son una llave de acceso a esa politización de la vida, tejida sobre umbrales y gradaciones que se movilizan todo el tiempo. Sustraer un caballo al uso de los carreros se convierte en un medio, en este caso en particular, de reflexionar también los requisitos que llevan al abandono del carrero. Sacralización como resultado del dispositivo no es un concepto azaroso, una coincidencia feliz, sino que es el mecanismo mismo que está en el centro de la disputa acerca de quién puede y quién no poseer un caballo, y para qué. Así resuenan de otra forma las locuciones del documental Horses, de la realizadora Juliana Rodríguez, en donde el locutor decía que “Hubo un tiempo en la Argentina en donde tener un caballo era algo sagrado”.


  1. La Fundación “Sin Estribo” tiene por objeto la defensa y protección de animales y, en especial, de equinos; “concientizar a la comunidad sobre los animales”. Ver en: Asociación Sin Estribo. 2015. Sin Estribos.com. Recuperado en: https://goo.gl/cGthww.
  2. Al respecto los investigadores Gabriel Giannone y Gabriela Vergara afirman que la formación de este sector puede remontarse a que “luego de 2001 se produjo un incremento sensible del número de cartoneros en las grandes ciudades. En un marco generalizado de pobreza, exclusión y precarización del empleo, y como resultado directo del mayor precio de los materiales reciclables post-devaluación, el fenómeno se vio replicado en el interés mediático sobre la problemática, y en el aumento de las producciones académicas. Sin embargo, este repentino incremento no debe ocultar el hecho de que durante la década del ’90 la actividad se encontraba en constante crecimiento.” (Giannone y Vergara, 2009: 1).
  3. La Cátedra de Derecho Animal es presentada curricularmente por la Dra. Andrea Heredia de Olazábal en el Consejo Directivo de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Córdoba en Comercio y Justicia. 11/09/2012. Cupo completo en la primera cátedra de Derecho Animal. Disponible en: https://goo.gl/fRL9Bi
  4. En La Ciudad a lo Lejos, Jean-Luc Nancy plantea que las ciudades “no dejan de deslocalizarse” (Nancy, 2013: 12) en una tendencia a cubrir el territorio entero. Las zonas industriales, agrícolas, burocráticas van perdiendo su demarcación clara.
  5. La Mañana de Córdoba 26/11/2013 “Estudiantes donarán una moto a un carrero”. Disponible en: https://goo.gl/Qs87Zy (consultada el 12/12/2013. Cierre del Diario: 09/06/2016).
  6. Fundación Sin Estribo. 2013. Sin Estribo en el programa La Semana [Video]. Disponible en: https://goo.gl/75FjUa.
  7. Esta organización comienza sus actividades en el año 2010, junto con la demolición de la chimenea de la cervecería Córdoba. El objetivo de este colectivo es concebir otras formas de construir el espacio social frente al avance de los desarrollistas en el barrio de Alberdi.
  8. Cliba es propiedad del grupo empresario local Roggio y la empresa denominada “Benito Roggio Ambiental”, tal como lo presenta en su web: http://www.bra.com.ar.
  9. La Voz del Interior. 03/09/2008. El municipio reconoce una deuda de 75 millones de pesos con Cliba. Disponible en: https://goo.gl/S9Ly9A.
  10. Córdoba. 2008. Concejo Deliberante. Versión Taquigráfica de la Comisión Especial. Pág. 02. Disponible en https://goo.gl/a2lZ1O.
  11. La ley 14.346 es una de las instituciones más importantes que regulan la relación entre hombre y animal, en Argentina. Sancionada en 1881, durante el gobierno de Julio A. Roca, protege a los animales de la crueldad humana.
  12. Ver al respecto: La Voz del Interior. 18/04/2012. “Carreros protestaron en el centro”. Disponible en: https://goo.gl/IiMDmP.
  13. La Voz del Interior. 03/10/2014. “Carreros detenidos por la Ley Sarmiento”. Disponible en: https://goo.gl/nNa9KT
  14. Este punto de vista deja en claro el presentador del informativo local de Canal 10, a propósito del reemplazo de un carro por una motocarga dice: “A pesar de las discusiones todo el mundo sabe que ya los carros a caballo, en la ciudad de Córdoba y en cualquier otra ciudad, para efectuar tareas como las que están efectuando (…) recolectar escombros, transportar residuos y generar el caos y la inseguridad vehicular”. Ver: Fundación Sin Estribo. 2013. Entrevista en Canal 10 – Reemplazo de Nico por motocarga [Video]. En: https://goo.gl/kwQIdj
  15. La Voz del Interior. 9/10/2013. Protesta de Carreros Frente al Centro Cívico. Disponible en: https://goo.gl/L1EJ0m.
  16. La Voz del Interior. 04/09/2013. “Juntarán firmas para que se prohíban los caballos en carros”. Disponible en: https://goo.gl/63A4JI.
  17. Contó además con un petitorio en la plataforma Change.org, allí se podía leer: “Por los DERECHOS DEL ANIMAL … PARA QUE EN LA CIUDAD DE CÓRDOBA SE PROHIBA LA TRACCIÓN A SANGRE ANIMAL Y SE SUSTITUYA AL CABALLO POR OTRO MEDIO. Impulsada por la ONG SIN ESTRIBO.COM”. El petitorio actualmente se encuentra cerrado. Disponible en: https://goo.gl/8UfWcq (Consultado el 14/07/2015).
  18. Canadian Voice For Animals. “(…) an organization that promotes the necessity of spaying and neutering all of our four-legged companions” (Traducción: “una organización que promueve la necesidad de esterilización y castración de todos nuestros compañeros de cuatro patas”). Disponible en: http://www.cvfaf.org/History.html (consultada el 01/04/2014).
  19. Blog de “Horses el Documental”. 28/08/2012. “Horses corte de 2hs en Paraná, Entre Ríos”. Disponible en: https://goo.gl/JDCLQC.
  20. Para el filósofo italiano Roberto Esposito la distinción entre “persona como entidad artificial y hombre como ser natural para el que puede ser apropiado o no un concepto de persona” (Esposito, 2009: 20), abre una zona de indistinción en las que se define “todo un mecanismo de disciplina social, que funciona precisamente por medio del continuo desplazamiento de los umbrales categoriales que definen o producen el estatus de todos los seres vivientes” (2009: 21).
  21. La Mañana de Córdoba. 25/10/2013. “Abrazo contra la tracción a sangre y protesta de carreros”. Disponible en: https://goo.gl/nyTC20 (consultada el 12/12/2013. Cierre del Diario: 09/06/2016).
  22. La Voz del Interior. 04/09/2013. “Juntarán firmas para que se prohíban los caballos en carros”. Disponible en: https://goo.gl/9Uelxt.
  23. En Córdoba se realizó el primer Congreso Argentino de Derecho Animal en 2012 y en 2014 del segundo de este tipo, también contó con la organización de la Cátedra de Derecho Animal de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Córdoba.
  24. Heredia de Olazábal, Andrea. 13/12/2012. “El miedo a los buenos”. La Voz del Interior. Disponible en: https://goo.gl/DLbVcY.
  25. Tanto en el lenguaje social, como en el lenguaje jurídico, se llama cuatrerismo al “Hurto de ganado en el campo”, ya sea para consumo o para reventa del mismo.
  26. Argentina. 2008. Consultoría para la elaboración de un plan municipal para la gestión integral de los Residuos Sólidos Urbanos para la Municipalidad de Córdoba. Informe N°3 Plan Municipal (2008-2028). Pg. 3.
  27. Al respecto, Giorgi advierte que “Los usos del animal en la cultura y los modos en que lo animal desafía los límites de la cultura son modos de reflexionar y de responder a esa inestabilidad epistemológica y conceptual (y siempre política) en torno a ese bíos que se convierte en materia de intervención y de dominación y en la instancia de nuevas subjetivaciones.” (Giorgi, 2014: 22).
  28. La urgencia es uno de los elementos que Agamben rescata del dispositivo, este es una formación “…que en un determinado momento histórico tuvo como función esencial responder a una urgencia” (Agamben, 2014: 8).


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