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Prólogo

Guillermo Barón

Nadie necesita otro libro de metodología. Leíste uno y los leíste todos. Se repiten. Se copian. Se reproducen. Siempre se citan lxs mismxs autorxs e investigaciones, o se citan autorxs que citan a lxs mismxs autorxs e investigaciones. El índice, tal vez, esté organizado de otra manera. Los (malos) libros de metodología transforman en verdades reveladas, válidas para todo lugar y momento, las decisiones felices que algunxs investigadorxs tomaron siguiendo su buen sentido o su mejor criterio. Perdón si ofendo a alguien, pero la figura del metodólogo “puro” o especialista siempre me ha parecido un tanto ridícula. Si creyéramos en la posibilidad de su existencia, sería como alguien que supiera todas las recetas del libro de cocina sin haber cocinado jamás en su vida.

Nadie necesita otro libro de metodología, pero todavía seguimos necesitando saber cómo se hace una investigación. Estamos claros, la única manera de aprender a investigar es investigando. Pero necesitamos compañerxs que nos pongan el hombro, que nos escuchen y que nos tiren un centro para que nosotrxs podamos hacer el gol. Y lo que necesitamos de esxs compañerxs no es siempre que nos digan cómo hicieron una entrevista, que software usan para codificar los datos o en qué revista publicar. A veces necesitamos que nos hagan un poco de psicólogxs… de amigxs, bahhh… que escuchen nuestras angustias y frustraciones ‒que no siempre tienen que ver con nuestro tema de investigación, pero que invariablemente alguna relación tendrán con nuestro trabajo‒ que nos digan cómo hicieron ellxs para resolver esas encrucijadas, o que hay cuestiones que, en definitiva, son insalvables y que, por más que mal de muchos sea siempre consuelo de tontos, está bueno saber que uno no es el único perejil al que le pasan las cosas.

O sea que no sólo necesitamos saber cómo hacer una investigación, sino que necesitamos saber qué hacer con nosotrxs mientras investigamos. Nosotrxs, ese manojo de nervios, angustia e inseguridades. Cómo conducirnos en los no siempre gratos entresijos de la academia, cómo bancar todos los otros espacios de nuestra vida (nuestros afectos, nuestra salud) cuando estamos completamente comprometidos en la consecución de la tesis como objetivo “definitivo” (aunque después te des cuenta de que ni ahí).

Por lo tanto, aparecen preguntas más existenciales. No sólo necesitamos saber qué hacer con nosotrxs mientras investigamos, también necesitamos saber ¿por qué queremos dedicar la vida a la investigación? y ¿cuál es el propósito de nuestras investigaciones, más allá de la investigación en sí? Afloran entonces preocupaciones políticas, personales y colectivas, de las cuales la metodología ha sido siempre convenientemente despojada (¡qué sorpresa!). Para todo eso vamos a necesitar otra vez a nuestrxs compañerxs, para construir juntos el conocimiento como camino hacia una vida más plena y bella, para defender nuestrxs derechos laborales (o casi derechos laborales), para tomar el CCT exigiendo mayor presupuesto para investigación y que ningún compañerx se quede afuera del sistema o para sacarnos una foto y salir en un video que pida que a lxs becarixs no les corten la beca en plena pandemia.

En este libro hay un poco de todo eso. No es un libro de metodología, por cierto. Pero no por ello es un libro poco riguroso. Lxs compañerxs de la Sala 2 son todxs compañerxs muy sesudos y dedicadxs a su trabajo. Lo digo porque yo los he visto sufrir e iluminarse (y nadie sufre ni se ilumina por algo que no le interesa). Lxs he visto sumergidxs en su trabajo, pero nunca ensimismadxs. Siempre atentxs al compañero de al lado (y muchas veces me tocó a mí ser el compañero de al lado) en esa comprensión de que las ciencias sociales, para ser válidas, deben reflejar y elaborar la solidaridad más primaria.

Espero que para el/la lector/a estxs compañerxs puedan ahora también ser lxs suyxs. Que pueda imaginarse dentro de la Sala 2 y logre captar no sólo la “polinización cruzada” de temas e ideas de investigación, sino también las conspiraciones del afecto, los chistes, los llantos, los mates y las galletitas compartidos. Yo agradezco la oportunidad de prologar este libro porque me da la oportunidad de agradecerle al Fer, a la Nati, a la Beti, a la Viqui, a la Ana, al Emi, al Robin y al Eric por todos los años que vivimos e investigamos juntxs. Por las veces que me convidaron yerba o me hicieron un lugarcito en la Sala 2 porque me había olvidado la llave de mi oficina, por no enojarse (tanto) cuando en la Sala 3 nos reíamos a carcajadas y no los dejábamos concentrarse (perdón Robin), por hacer que todos los días me levantara con ganas de ir al CCT porque sabía que siempre iba a aprender algo nuevo y que me esperaba una charla estimulante. Por todas esas cosas y por muchas otras más.

Este es un libro valioso, escrito por gente despierta, lo suficientemente honesta como para no andar por ahí como lorito repitiendo frases y fórmulas consagradas. Es un libro generoso, en el que se comparte el proceso entero, no de a pedacitos, la experiencia tal cual se experimentó. Ojalá haga escuela.

                  

Un exbecario de la Sala 3



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