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Horizontes temporales, configuración de prácticas sociales y reproducción de la pobreza

Stella Maris Pérez[1]

Resumen

Los estudios de la pobreza y desigualdad remiten, en su gran mayoría, al análisis de dimensiones macrosociales. Sin embargo, no es tan abundante lo trabajado en relación a cómo las prácticas de los propios individuos reproducen esta situación.

Es entonces desde esta perspectiva que se propone como objetivo del presente trabajo, presentar algunos avances con respecto de la importancia del registro temporal en las prácticas que llevan a cabo los pobres y que redundan en la persistencia de su situación de privación.

Se parte de la idea que la reproducción o persistencia de la desigualdad observada a nivel estructural se relaciona, entre otros aspectos, con las prácticas cotidianas llevadas a cabo por actores que se enfrentan aún abanico de oportunidades restringidas. En esas prácticas, el registro temporal, es uno de los principales condicionantes que permiten comprender las diferentes estrategias desarrolladas por personas (u hogares) situados en distintos puntos del espacio social.

Tanto el concepto de trayectoria como el de estrategia, permiten el abordaje empírico de este tipo de prácticas. En el presente trabajo se recoge evidencia sobre la manera en que el horizonte temporal anclado en el presente y la urgencia configura un condicionante fundamental en la comprensión de la persistencia de la pobreza y la desigualdad.

Palabras claves: tiempo- pobreza- desigualdad.

Abstract

Most poverty and inequality studies are based on macro social analysis, but there is not so much evidence about how individual practices reproduce this situation.

From this point of view, the goal of this paper is to present a discussion about the importance of time register in poor people practices which lead to the persistence of deprived situations.

Such approach is done from the idea that reproduction of inequality observed in the structural level is related to everyday practices which face a restricted frame of opportunities. In these practices, temporal register is one of the main conditions which allow the comprehension of different strategies developed by people situated in various points of the social space.

Both the concepts of “path” as the “strategy” allow the empirical approach of this kind of practices. This paper focuses on the way in which temporal register as a perpetual present and urgency constitutes a fundamental determinant in undestanding the persistence of poverty and inequality.

Key words: time- poverty- inequality.

Introducción

El problema de la pobreza y la desigualdad han sido ampliamente tratados tanto en trabajos de nivel internacional como dentro de nuestro país. Ambos conceptos remiten a realidades diferentes, pero hacen foco en problemáticas que permiten el abordaje de la situación de privación e injusticia social.

Un punto en común es que la mayoría de los trabajos remiten a una perspectiva macrosocial en donde interesa señalar, por ejemplo, los mecanismos que impactan en la distribución de ingresos, la dinámica del mercado laboral o las problemáticas de segmentación y calidad educativa. En cambio, la propuesta que aquí se presenta se centra en revisar mecanismos vinculados a las prácticas (y en ese sentido se plantea desde una perspectiva microsocial) que hace eje en el análisis de las estrategias alimentarias y en las trayectorias laborales de los individuos a fin de garantizar la producción y reproducción de sus condiciones materiales y simbólicas de vida.

En este sentido, desde diversas inserciones institucionales y, en la actualidad, en el marco de proyectos de investigación del Departamento de Economía de la Universidad Nacional del Sur y del Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales del Sur CONICET- UNS, se vienen desarrollando investigaciones sobre este tema mediante la aplicación de las categorías de estrategia y trayectoria. En este trabajo en particular se recuperan resultados anteriores para detenerse y profundizar en los marcos temporales implícitos en dichas prácticas y las particularidades que imprimen y consolidan en un proceso recursivo entre práctica y estructura social (Giddens, 1995). Así, la investigación en curso se propone, como objetivo general, comprender las valoraciones que hacen los individuos sobre el tiempo (especialmente el futuro) y la relación que tienen estas con la posibilidad de superar la condición de pobreza.

Dado que se trata de un proyecto dirigido y encuadrado en la ciencia económica, cobran especial importancia las decisiones intertemporales y los mecanismos de retroalimentación de la pobreza. En la primera parte de este trabajo se presentará el problema de investigación redefiniendo estos conceptos desde la teoría sociológica para luego presentar la evidencia empírica y finalmente reflexionar sobre los resultados obtenidos hasta el momento.

Persistencia de la pobreza y temporalidades

Analizar la pobreza desde una perspectiva microsocial permite, como ventaja propia de este tipo de enfoque, la comprensión de esta situación, poniendo como eje las prácticas que los propios actores llevan a cabo cotidianamente.

Por otro lado, una posible crítica reside en considerar que se desconocen los condicionamientos propios de la estructura social al momento de entender y tratar de explicar la pobreza, vulnerabilidad y exclusión. Es importante entonces señalar que el hecho de centrarse en conceptos como “estrategias”, “trayectorias” o “marcos temporales” no implica correrse de esta problemática, sino más bien aceptarla como dada[2]; para poder dar lugar a la pregunta que nos interesa: ¿por qué persiste la pobreza? ¿Qué mecanismos micro (“ocultos” al problema macroestructural) reproducen y amplían esta desigualdad?

Toman centralidad entonces dos conceptos fundamentales: el de prácticas sociales y el de marco de opciones disponibles para el actor. La propuesta implica comprender como las oportunidades restringidas dificultan la superación de la pobreza, aun cuando el agente en su trayectoria “opta” por la opción que se presenta como más propicia. Siguiendo a autores como Fituossi (Fitoussi y Rosanvallon, 1997) y Tilly (2000), se considera que, a partir de cierto grado de desigualdades, la distribución del ingreso se presenta como arbitraria: se aumentan las frustraciones porque las posibilidades de ascenso social se presentan como azarosas y vinculadas a la “suerte” (Fitoussi y Rosanvallon, 1997).

Estas “nuevas desigualdades” (Fitoussi y Rosanvallon, 1997) son acumulativas en el sentido de que pueden presentarse varias en el mismo caso específico, y de alguna manera restringen al espacio local de opciones disponibles para el sujeto. Esta especificidad de la situación de cada individuo lleva a que se redefina su relación con el otro. “La desagregación social oscurece las referencias, fracciona los grupos sociales, crea diferencias entre quienes antes eran semejantes” (Fitoussi y Rosanvallon, 1997: 103).

Todas estas concepciones teóricas señaladas coinciden en brindar explicaciones donde el eje se desplaza de lo económico a lo simbólico y de lo macro a lo micro. La propuesta en el presente trabajo continúa esta línea, proponiendo el análisis de la pobreza haciendo hincapié en los mecanismos que la sostienen, para lo cual no se trabaja a partir del ingreso o de la categoría ocupacional, sino que se profundiza en el uso que le da el hogar o la persona, a sus recursos y capacidades, con el supuesto de que —en esas prácticas— se pueden observar mecanismos que, intentando mejorar la situación en que viven los hogares, sostienen o profundizan su condición de marginalidad.

En este sentido, se intenta señalar que, en el nivel microsocial, también se habilita la persistencia de la desigualdad a partir de las diversas prácticas que desarrollan las familias para satisfacer sus necesidades con las “posibilidades a su alcance a través de un entramado de actividades que la relacionan con los demás agentes sociales” (Hintze, 2004: 3).

Hintze (2004) sostiene que los comportamientos de los sujetos sociales son conformados -y a la vez conforman- alternativas que se les presentan como posibilidades objetivas dadas por su lugar en las relaciones de producción y operan como “restricciones paramétricas” a su accionar (Hintze, 2004). Así, desde la estructura se habilitan oportunidades que el actor social considera cotidianamente. En contextos de escasas alternativas, incluso dicha consideración por parte del actor para mejorar su situación puede facilitar reproducir la relación de desigualdad.

Cuando la gente opta, y considerando específicamente los hogares sujetos de estudio de este trabajo, lo hace dentro de condiciones sociales que implican un estrecho abanico de posibilidades. Esto no implica desconocer la capacidad de agencia de los sujetos, sino reconocer que existen condicionantes objetivos que refuerzan prácticas que, además de garantizar la existencia o supervivencia de estos hogares, implican la reproducción sostenida de las condiciones de pobreza.

En síntesis, las prácticas sociales se dan en un entramado de relaciones sociales que conforman un mapa del sistema social y asignan a cada práctica una “latitud de consecuencias” o un abanico de resultados posibles en un contexto histórico definido (Przeworski, 1982: 76). Así como señala Bourdieu (citado por Przerworski, 1982: 79) los individuos no pueden decidir evaluando simultáneamente todas las posibilidades y tampoco estas son iguales para todos, pues ocupan distintas posiciones en el espacio social, constituyéndose un entramado de opciones “locales”. Puede también resultar que, entre todas esas opciones, ninguna sea un completo satisfactor, pero que los hogares opten por ella cristalizándose en una práctica concreta.

Seguiremos a Bourdieu (1998) y su concepción de las prácticas entendiendo que estas están guiadas por el sentido práctico del juego y que los sujetos responden en sus acciones, atendiendo a su capital y habitus y, en ese sentido, a sus experiencias previas. Es dentro de este concepto de “sentido práctico” que podemos recuperar la idea del tiempo (y su registro como temporalidad) como marco que da estabilidad y organiza la situación de la cual el actor participa (Gobato, 2014)

En este sentido, cualquier cambio en los sistemas de interacción implicarán cambios o suspensiones temporales (Gobato, 2014) en tanto el tiempo se constituye en un regulador de calendario social de los sujetos (Iparraguirre, 2017). De esta manera, por ejemplo, es fundamental, identificar aquellos hitos que se constituyen en “momentos claves” en tanto que configuran al resto de las prácticas.

La experiencia propia de la Modernidad Reflexiva no se viene dando de igual manera que en la Modernidad industrial, en la que las trayectorias propias de los sectores medios y acomodados respondían a recorridos lineales, estructurados a partir de la experiencia, donde las personas, a partir de ciertas prácticas, elecciones y esfuerzos, podía reproducir o superar las condiciones iniciales de existencia (Pérez, E. 2014). En la actualidad, y con más énfasis en los sectores más carenciados, esta trayectoria se hace aún más difusa. El tiempo lineal de la trayectoria deriva en un tiempo circular, donde un “logro”, no asegura un éxito en la superación de la pobreza, sino que, por ejemplo, “la obtención del título sumado a un puesto precario de trabajo prolonga la relación de dependencia de los jóvenes con respecto a los ámbitos familiares de pertenencia” (Pérez, E. 2014: 113).

Por otro lado, en un contexto de opciones restringidas (fruto del pasado), conviene asegurarse el hoy, frente a un futuro que se presenta como sombrío e incierto. Las representaciones temporales se fragmentan de tal manera que:

El porvenir queda desvalorizado y el horizonte temporal de las decisiones humanas recortado por una dinámica implacable casi independiente de la voluntad (Fitoussi y Rosanvallon, 1997: 109).

Esto rompe con la idea de un tiempo lineal, universal y abstracto. En términos generales, en la actualidad se vive un presente efímero, donde el futuro es difuso y las realizaciones personales se experimentan aquí y ahora (Pérez, E., 2014).

Rápidamente puede vincularse esta situación con la escasez de oportunidades a las que enfrentan estos grupos sociales. Se conforma un “círculo vicioso” coincidente con el “tiempo circular” mencionado con anterioridad. En él, esas opciones reducidas se traducen para cada sujeto, en posibles cursos de acción. En otros niveles sociales, las prácticas permiten moverse en el espacio social y acceder, aunque sea en momentos específicos en el tiempo, a más oportunidades u otras posiciones sociales. En los sectores estudiados aquí, esto no ocurre, por lo que podemos decir que, si en un ámbito las oportunidades aumentan y permiten modificar la posición y en otros no, el mismo mecanismo funciona aumentando la desigualdad o, al menos, haciendo que esta persista.

En la comprensión de estas diferencias se hace evidente la noción de temporalidad como condición simbólica en la construcción de oportunidades. Hablamos de temporalidad como:

Toda interpretación humana del devenir que nos sostiene en vida, devenir al que se lo ha asignado múltiples variaciones de lo que históricamente se denominó “tiempo” (Iparraguirre, 2017:49).

En esta interpretación podemos a su vez distinguir los horizontes temporales individuales que se oponen a la noción de marcos culturales de tiempo y, la situación de desarticulación entre ambos es conocida como descalibración temporal (Evans, 2004).

Como veremos a lo largo de este trabajo, existe una temporalidad (marcas de tiempo, horizontes, expectativas) diferencial entre las prácticas llevadas a cabo por los pobres y las de otros sectores, que condiciona la posibilidad de los primeros por superar sus condiciones materiales de existencia y que su vez es un claro ejemplo de descalibración temporal con los marcos temporales de las políticas públicas.

La reconstrucción empírica de las temporalidades: estrategias alimentarias y trayectorias laborales

Para abordar las prácticas reproductoras de la pobreza, nos centraremos en los conceptos de “estrategias alimentarias” y de “trayectorias laborales”. Para la reconstrucción de ambas se apeló a una serie de entrevistas donde los participantes dan coherencia a sus recuerdos, generando una trama narrativa a partir de los tópicos recordados, articulando las vivencias individuales con los condicionantes socioculturales, por lo que permiten que el investigador capte lo vivido de la experiencia subjetiva y las dimensiones objetivas del relato (Pérez, E., 2014).

En ambos casos se pone el acento en entender el entramado de significados donde se desarrollan las prácticas cotidianas. Como plantea Guber (2004):

Es en el entramado significante de la vida social donde los sujetos tornan inteligibles el mundo en que viven, a partir de un saber compartido (…) Las prácticas de los sujetos presuponen son marcos de significado constituidos en el proceso de vida social (2004: 74).

En el caso de la estrategia alimentaria, se recolectó y organizó la información siguiendo el concepto de Aguirre (2005) quien la define como:

Prácticas y representaciones acerca de la comida, realizadas por los agregados familiares, reiteradas a lo largo de sus ciclos de vida, tendientes a obtener respecto de la alimentación, una gama de satisfactores para cumplir con sus fines productivos y reproductivos (Aguirre, 2005: 32).

De manera similar, las trayectorias laborales se trabajaron a partir de los elementos propuestos por Muñiz Terra (2012) entendiéndose como el conjunto de prácticas realizadas por un actor social a lo largo del tiempo a fin de garantizar su reproducción material, ya sean remuneradas o no, donde el “beneficio” puede servir para sí mismo y/o contribuir al mantenimiento de su grupo familiar de pertenencia.

Para el estudio de la alimentación, se realizaron encuestas, observaciones y entrevistas en hogares y comedores escolares y comunitarios en el período 2006- 2011. En cuanto al trabajo específico con los chicos que asisten a comedores comunitarios, se efectuó también una medición de hábitos alimentarios sobre dos mecanismos utilizados en investigaciones similares: recordatorio de 24 h y juegos clasificatorios[3].

En cuanto a las trayectorias laborales, se reconstruyeron las desarrolladas por niños y jóvenes, a partir de encuestas y entrevistas. En el contexto del presente trabajo, interesa solo la provenientes de las entrevistas a jóvenes de 18 a 25 años, y a adultos jóvenes (26- 35 años), todos ellos vinculados a trabajos precarios y/o residentes en barrios pobres de Bahía Blanca.[4]

Dentro de ambos corpus empíricos se relevaron todos los elementos relativos a la temporalidad evidenciada en los relatos, entendiendo que esta, por implicar una comprensión (en el sentido weberiano de una interpretación de sentido), adquiere un carácter cultural que supera a la noción de “tiempo”, articulando elementos macrosociales (marcos culturales del tiempo) y microsociales (horizontes temporales individuales).

Así la experiencia del tiempo se vivencia a partir de marcas sociales que pautan los recuerdos, los periodos de tiempo y la intensidad de ellos; fenómenos a los que algunos denominan de manera genérica como “ritmos” (Iparraguirre, 2017).

Por otro lado, la recomposición de estrategias y trayectorias se analizó desde cuatro dimensiones: encadenamiento temporal de los acontecimientos, control del tiempo biográfico, importancia del pasado-presente-futuro y los plazos del futuro (Longo, 2011).

Pobreza y temporalidad: una primera aproximación

En trabajos anteriores, con los que se comparte el marco teórico presentado aquí, se plantea que, tanto en las estrategias alimentarias como en las trayectorias laborales de individuos pobres (Pérez, S. 2012, 2015 a y 2015b) se combinan ciertos factores que incentivan la desigualdad: a- la escasez de opciones, b- una representación de la temporalidad como eterno presente y c- internalización y naturalización de esquemas de acción y percepción del futuro como altamente incierto y riesgoso. En este trabajo nos detendremos en el segundo de los elementos (la temporalidad) reconociendo que toda práctica social se inscribe en coordenadas donde el pasado, el presente y el futuro adquieren un sentido trascendental.

En el caso de las estrategias alimentarias, el estudio de la temporalidad permite entender algunas cuestiones típicas de la dieta de los hogares pobres. Las trabajadas aquí son:

Distribución temporal de las comidas: tradicionalmente las “comidas” son marcadores de tiempo que organizan la jornada, señalando inicio y finalización de distintas actividades. En base a encuestas realizadas sobre el total de la matrícula de una escuela con comedor en Bahía Blanca, ninguna de las comidas es respetada por el total de los encuestados, alcanzándose las frecuencias máximas en el almuerzo y la cena. Solo la mitad desayuna. Una tendencia creciente se observa en los alumnos más chicos, donde los porcentajes son significativamente mayores en las cuatro comidas sobre las que se los interrogó, siendo siempre la merienda la que menos frecuencia presenta. De esta manera, la ausencia de estas comidas también implica la ausencia de ciertas marcas temporales, y la ingesta del alimento se hace a partir del “picoteo”, que implica la prolongación de la actividad sin el registro de un inicio y un fin. De alguna manera se registra como “come todo el día”, aunque en realidad ninguna comida se realiza de manera nutricionalmente de forma adecuada.

Atracón: pone en juego la emulación[5] como mecanismo reproductor de la desigualdad y al registro de la temporalidad en primer plano. Si uno identifica al “hambre” como la problemática a resolver, el dilema en estos hogares es“cuándo” se cree se podrá enfrentar dicho riesgo.

La imposibilidad de pasar con seguridad de la experiencia pasada o presente a la expectativa de futuro resulta de la constatación de que en el mundo en que vivimos (…), no está asegurado que lo que ha sido objeto de nuestra experiencia se vaya a mantener tal cual (Ramos Torre, s/f: 5).

Es por eso que experiencia y expectativa se disocian, al punto que en estos hogares es imposible pensar un futuro, que se construye como un interminable presente. La resolución desde el punto de vista alimentario de estas situaciones se cristaliza en la figura del “atracón” o sea en el comer en el momento todo lo que se pueda, generando la sensación de hastío, a partir de alimentos que son conceptualizados como “ricos” aunque no realicen ningún tipo de aporte nutricional. “Como las expectativas no están aseguradas (…) entonces el futuro problemático hace tan plausible aceptar como evitar el riesgo” (Ramos Torre, s/f:6).

 Ah, sí, entonces sí…porque mis hijos se agarraron, bueno, como se dice vulgarmente, un atracón, que fue el que fue a Cabildo y trajo chorizos caseros, son re picantes, y yo les decía, cuídense, cuídense, porque donde los comiste te hace mal, yo soy una de que me hace mal al hígado, yo comí moderado, pero ellos no, todos descompuestos estaban, todos, pero no fue el chorizo, fue la culpa de ellos (Ana).

 “Entonces ahorro para poder hacer milanesas. Una vez que hacemos milanesas, cuando nos dan rostbeef… ¡ellos (hijo y nieto adolescentes) chochos!” (Myriam).

Ayuno: entendido como suspensión temporal de la ingesta de comida, es registrado en estos sectores como la falta de necesidad de comida. Dado el margen estrecho de alternativas alimentarias diet (que implican un sobre precio imposible de enfrentar para estos hogares) estas “dietas” o abstinencias adquieren un cariz peligroso, porque no solo suelen ser ineficaces en la pérdida de peso (recuérdese la figura del “atracón” como mecanismo compensatorio) sino que siempre implican una caída en el aporte nutricional que reciben generalmente las mujeres.

En cuanto a las trayectorias laborales, los elementos temporales emergentes más fuertes son:

Indeterminación del inicio y continuidad de la trayectoria: en los jóvenes de bajos recursos el inicio de la trayectoria laboral se presenta de manera difusa. Se confunde el inicio de un trabajo remunerado con el de actividad laboral generalmente fundida con estrategias familiares donde se vincula fundamentalmente a las mujeres con actividades de cuidado y a los varones con “ayudas” en la casa o para cubrirse los gastos personales. De la misma manera, se hace difusa la separación y articulación de acontecimientos vinculados a la vida laboral: contradicciones, indeterminaciones, superposiciones y vacíos en el relato muestran la dificultad del registro temporal pasado.

Priorización del ahora: En estos casos las trayectorias no aparecen como linealidades con bifurcaciones por opción, sino como eventos impuestos que dan origen a tomar lo “primero que se presenta”, en tanto ocupaciones sin calificación y en franjas horarias que se adaptan a otras necesidades; aunque no garanticen continuidad, seguridad ni posibles promociones, dando lugar a altos niveles de rotación. Algunos datos que pueden reflejar lo antedicho: en una trayectoria de 7 años (16 a 23 años), una entrevistada tuvo 7 trabajos, todos informales (el último es como monotributista en cooperativa de trabajo y es el único con cierto grado de formalidad) y de tiempo parcial. Otro ejemplo es el caso de los operadores de carga, entre los cuales más de un 90% de los jóvenes contratados en esa categoría durante el período 2009- 2010, estuvieron menos de seis meses en este empleo (Egidi, 2014).

Futuro incierto y difuso: en las entrevistas a jóvenes pobres, la condición de contratación como eventual, aunque impliquen sueldo en blanco, percepción de servicios sociales, monto de salarios en relación al convenio colectivo de trabajo, no alcanzan para garantizar la no precariedad en las tareas. La idea de que “en cualquier momento se corta”, no son compensadas, desde la perspectiva de los entrevistados, con lo que podría ser un trabajo en “estable”, característica propia del trabajo en blanco y por tiempo indeterminado.

Como puede observarse en los escenarios estudiados, las prácticas se aferran al hoy: la alimentación, la salud, el trabajo, la educación tiene como límite temporal solucionar el problema presente. El futuro es un “agujero negro” lleno de incertidumbres que no pueden resolverse: al final, todo es cuestión de suerte (“si consigo trabajo”, “si me dan el plan”, “si mantiene la beca”, etc.).

Así, el presente se prolonga e impide el reconocimiento de marcas temporales que definan etapas de un ciclo. “Antes era otra cosa”, remite a un pasado al que no puede retornarse y es diferente a lo actual. “Lo que importa es el presente”, define una actualidad perenne y “No sé qué va a pasar” expresa la imposibilidad de construir un futuro.

Se hace imposible entonces, planificar o proyectarse hacia el futuro. Se sitúa, en primer término, resolver la situación de hoy y posponer todo otro tipo de riesgo que pueda implicar dicha acción (hoy es necesario el trabajo del niño de 12 aunque implique peores trabajos en el futuro). Estos riesgos se superponen con la condición socioeconómica y son reconocidos, pero no pueden ser evitados por estos sectores. Es parte de lo que Giddens (1995) denomina inseguridad ontológica y está asociada al papel que desempeñan los encuadres temporales en la configuración de la identidad. Esa noción de riesgo futuro no “lo predice”, pero otorga un sentido a la acción presente y confiere cierto control frente a la incertidumbre, al minimizar pérdidas y maximizar beneficios.

Reflexiones finales

La reproducción de la pobreza y desigualdad ha sido y sigue siendo objeto de múltiples investigaciones. Frente a los trabajos macrosociales, nos interesa en el presente, reflexionar sobre aspectos microsociales vinculados al tiempo y que son aplicados para el análisis de dos escenarios propios de la reproducción de las condiciones de existencia: la alimentación y el trabajo.

La evidencia recolectada en trabajos anteriores señalaba que las temporalidades propias de las estrategias alimentarias y las trayectorias laborales constituían importantes marcos de referencia que, de alguna manera, explicaban cómo el actor, frente a un abanico de oportunidades escasas, “escogía” la mejor opción, pero que esta implicaba una reproducción o extensión de la situación de pobreza en la que se encontraba inmerso. Se coincide con Salvia (2013) en que los fracasos “no están determinadas por las opciones personales adoptadas por ellos (en este caso habla de los jóvenes en busca de empleo) en materia de educación, capacitación laboral o entrenamiento ocupacional” (Salvia, 2013: 8), sino más bien por las opciones u oportunidades que se les ofrecen.

¿Qué lugar entonces ocupa el tiempo en esta red de conceptos? La evidencia revisada en el análisis de prácticas de hogares e individuos pobres permite señalar algunas cuestiones fundamentales.

En los casos estudiados, el registro temporal basado en las experiencias pasadas predispone a que en el entramado de opciones disponibles, ninguna sea un completo satisfactor, y los hogares opten por ella por ser la mejor en el escenario presente. Al no estar las expectativas aseguradas, el futuro se presenta como problemático y “colapsa” en un presente indeterminado donde las opciones responden al hoy (“llenarse” hoy o tomar cualquier empleo), porque nada ni nadie puede asegurar qué va a pasar mañana.

Para otros sectores sociales, la situación es diferente. Pérez, E. (2014) al analizar a jóvenes universitarios encuentra que, lo que tienen en común es la:

Condición autónoma de un estado transitorio y temporal, que cobra sentido en la medida en que se relaciona con un futuro: el futuro profesional, el futuro profesor, el futuro de la disciplina o profesión que se estudia (Pérez, E., 2014: 117).

¿Qué sucede entonces con los otros jóvenes donde las percepciones del tiempo imposibilitan la construcción de una temporalidad que incluya un futuro? ¿Es suficiente ofrecer posibilidades de desarrollo personal y social? Si no pueden ser sostenidas en el presente porque lo ponen en jaque o porque no pueden construir un curso de acción al menos probable ¿podrían estos jóvenes hacerse de estas opciones?

La respuesta a estas preguntas excede al estado y objetivo de la presente investigación. Se buscó aportar a la comprensión de los mecanismos de reproducción de la pobreza vinculándolos con las percepciones temporales, y se recolectó evidencia acerca de cómo los horizontes temporales atados al presente y con una percepción incierta del futuro, constituyen marcos de acción reproductivos de la pobreza. Marcos que, por otra parte, actúan como mecanismos silenciosos —y lamentablemente eficientes— en la perpetuación de la pobreza.

Bibliografía

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Bourdieu, Pierre (1998): La distinción. Criterio y bases sociales del gusto. Editorial Taurus. Madrid

Egidi, María José (2014): “Vivir haciendo fuerza”. Trayectorias socio – laborales de los jóvenes de bajos recursos en Bahía Blanca”. Presentado en las III Jornadas Nacionales sobre Estudios Regionales y Mercados del Trabajo. SIMEL- UN de Jujuy. San Salvador de Jujuy, 4 y 5 de setiembre 2014.

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Hintze, Susana (2004): “Capital social y estrategias de supervivencia. Reflexiones sobre el capital social de los pobres.” En Danani, Claudia (comp): Política Social y Economía Social. Debates fundamentales, Editorial Altamira. Buenos Aires.

Iparraguirre, Gonzalo, (2017): Imaginarios del Desarrollo. Gestión política y científica de la cultura. Editorial Biblos- Culturalia. Buenos Aires.

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Pérez, Stella. (2012) Food situation in poor children: a risk approach to food inequality problem TG 04: Sociology of Risk and Uncertainty. Presentado en el II Forum de la Asociación Internacional de Sociología (ISA). Buenos Aires, 30 de julio al 4 de agosto 2012. Disponible en www.isa-sociology.org

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—————— (2015b). Nuevas desigualdades y estrategias familiares de subsistencia El caso de la alimentación y el trabajo infantil como reproductores de desigualdad. Saarbruken: Publicia. 2015. pag.212. isbn 978-3-639-55245-4

Przeworski, Adam: (1982): “Teoría sociológica y el estudio de la población: reflexiones sobre el trabajo de la Comisión de Población y Desarrollo de CLACSO”. En Varios autores: Reflexiones teórico- metodológicas sobre las investigaciones en población. El Colegio de México, México.

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Tilly, Charles (2000): La desigualdad persistente. Manantial, Buenos Aires. Primera edición en inglés: 1998.


  1. Departamento de Economía- IIESS Conicet UNS.
  2. Excelentes trabajos que trabajan estos temas para la Argentina pueden revisarse dentro de una abundante bibliografía. Algunos de ellos están reseñados en Muñíz Terra y otros, 2016: Estudios sobre la Estructura social y el mundo del trabajo en los últimos (2003-2014)
  3. Recordatorio de 24 hs: el objetivo de la aplicación del instrumento es recuperar la información sobre los alimentos consumidos el día anterior, su forma de preparación, su calidad nutricional y el registro de cuestiones vinculadas a la comensalidad. Juegos clasificatorios: se apunta a registrar información sobre cuatro variables: 1- las preferencias alimentarias, 2- la frecuencia de consumo, 3- la relación de este consumo con la salud y 4- el prestigio asociado a este.
  4. Se trata de un corpus de 11 entrevistas que reúnen este tipo de condiciones.
  5. Tilly (2000) define a este mecanismo como a la “copia de modelos organizacionales establecidos y/o el trasplante de relaciones sociales existentes de un ámbito a otro” (Tilly, 2000: 24).


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