A mis padres, huella indeleble en mi existencia,
con todo mi amor
A Yamil, cuya tierna presencia impulsa
mi trabajo intelectual
A Gustavo Cruz, Óscar Pacheco y Carlos Asselborn
(la “Cooperativa Filosófica Pensamiento del Sur”)
y a todos mis amigos de nuestra América:
para seguir filosofando sin el Amo
A mis profesores Mario Magallón, Horacio Cerutti, Miguel Ángel Esquivel y María Rosa Palazón, por su magisterio en el filosofar con cabeza propia desde nuestra América
Finalmente, a Osvaldo Ardiles (in memoriam),
familia y amigos, por su valioso apoyo
en mis travesías intelectuales.